Agustín, mi primer maduro gracias a mi padre

Después del sexo con mi padre, había llegado a una conclusión en mi vida: definitivamente me atraía la idea de follar con hombres maduros de forma regular. Sus amigos me ayudarían con ello.

Hola de nuevo, queridos!

Los que ya me conocéis sabéis que me llamo Elena, tengo 28 años y me encantan los maduros. Para los que no me conocéis, mis dos relatos previos están publicados en la categoría de “Amor filial” porque fue mi padre quien me inició. Os recomiendo leerlos, ¡por aquello de seguir mejor la historia! Aunque no es indispensable

A aquellas alturas, y después del sexo con mi padre, había llegado a una conclusión en mi vida: definitivamente me atraía la idea de follar con hombres maduros de forma regular. En mis anteriores relaciones siempre me había quejado de esa sensación de ansia, en algunos casos incluso egoísta, que parecían tener mis parejas. Yo sé que al iniciarme con mi padre, las diferencias eran abismales, pero confiaba en lo que él mismo me había dicho, que un hombre maduro sabía encontrar placer al asegurarse de hacérmelo sentir a mi. Y qué queréis que os diga, la sola idea ya me tenía caliente a todas horas.

En mi círculo de amistades no conocía a nadie que pudiera entrar en esa descripción de hombre maduro, pero mi padre se ofreció a ayudarme con eso. Sus amigos me ayudarían a estar segura de lo que quería. Después de correrse dentro de mí, mi padre sugirió un nombre: Agustín. Un compañero de su oficina al que yo había conocido en alguna cena de Navidad de la empresa o algo así. No le recordaba muy bien, pero si mi padre lo sugería, yo le abriría mis piernas con mucho gusto.

Si recordáis, en aquella época yo vivía en Londres, mientras terminaba los estudios, que ya me quedaba poco. Había ido a Madrid solo por un par de semanas, haciéndolo coincidir con mi maravillosa fiesta de 24 cumpleaños y con el de mi madre, que sería unos días después. Por eso, como sabía que pronto volvería a Londres, no podía esperar a tener ese encuentro prometido. Así que a dos días del cumpleaños de mi madre, empecé a insistirle a mi padre para que lo gestionara

-Por tu culpa ahora solo pienso en pollas maduras, papá. Me dijiste que me ibas a ayudar, pero yo en unos días me vuelvo a Londres

-Lo sé, mi amor, no te preocupes. Ya lo estoy preparando, si todo va bien, mañana será el día. ¿Te parece bien?

-Me parece perfecto, papi

-Ahora me voy al trabajo, en cuanto lo gestione, te lo digo

Como estábamos solos en el pasillo del piso de arriba, decidí premiar la noticia que me traía con un buen morreo al que mi padre respondió. Fue algo breve, porque escuchamos movimiento y nos separamos rápidamente. Odio cuando me quedo con un calentón así. Y la cosa fue a peor cuando a media mañana recibí un Whatsapp de mi padre con un revelador “Está listo”. No sabía cómo iba a aguantar hasta el día siguiente.

Por la tarde, cuando mi padre ya había regresado del trabajo y me había asegurado en voz baja que después me daría detalles, empezó a revelar el plan. De forma sutil, por supuesto, ya que también se lo contaba a mi madre.

-Hoy en la oficina he hablado con un compañero de tí, Elena -casi me da un infarto, como si mi padre fuese a contar allí mismo que estabamos organizando cómo follármelo.

-¿Ah, si? -se interesó mi madre- ¿Y eso?

-Se acordaba de ella y me ha preguntado qué estaba haciendo. Le he dicho lo que estás estudiando, Elena, y me ha dicho que si tienes previsto hacer prácticas en España, en mi empresa podrían hacerte un buen contrato.

-¿En serio? -la sola idea de fingir que iba a hacer una entrevista de trabajo me estaba poniendo muy cachonda

-Pero Elena, ¿ya sabes qué vas a hacer? ¿Vas a volver a España cuando acabes? ¿O te quieres quedar allí? -mi madre odia que me vaya, pero sé que de verdad quiere todas las oportunidades del mundo para mi. Y el mercado internacional abre muchas puertas

-Pues sinceramente, mamá, no lo sé. No descarto la idea de volver.

-¿Y James?

De pronto me di cuenta de que no había pensado en mi novio ni un segundo desde el día de la piscina. Y la verdad, tampoco me parecio preocupante. No es que tuviésemos una idílica relación, así que no iba a cambiar mis planes por él si yo no quería.

-No estamos muy bien, la verdad. Y mi futuro laboral es importante.

-A lo mejor puedes venirte mañana a la oficina conmigo y lo habláis. Ves un poco como funciona la empresa y qué pueden ofrecerte. -Increíble cómo mi padre hablaba de la forma más natural posible, sabiendo yo perfectamente lo que estaba haciendo- Y no sé, ya decidirás cuando tengas toda la información

-Me parece una buena idea, papá, creo que estaría muy bien poder valorar todas las opciones.

Mi padre me guiñó un ojo sin que lo viera mi madre y yo tuve que contenerme para no morderme el labio de la excitación. De esa manera mi padre acababa de organizar mi primer encuentro con un hombre maduro, ante las mismas narices de mi madre, sin que se enterase de nada.

Así que al día siguiente me levanté pronto para ir con mi padre a la oficina. Me aseguré de depilarme, perfumarme y usar maquillaje que me realzase los ojos. Me vestí con unos pantalones de verano ajustados blancos y una camisa negra, elegante. Perfil ejecutiva que completé con unos zapatos negros con tacón. Mi madre me deseó mucha suerte y mi padre y yo subimos al coche. En cuanto giramos la esquina de mi casa, saqué de mi bolso mi top favorito y empecé a quitarme la camisa.

-¿Qué haces? -preguntó mi padre mirándome de reojo mientras conducía

-Cambiarme. Mamá no podía verme con este top, pero no quiero que Agustín me vea recatada, como si fuese a una entrevista de verdad

Aquel top tenía un escote maravilloso que siempre me había sentado genial. De color negro, como la camisa, pero un poco más sugerente. Además, había elegido mi sujetador esa mañana pensando en el top, ya que tenía un escote tan pronunciado que permitía ver parte de él. Por eso, cuando terminé de cambiarme, podía apreciarse parte de la tela roja con la que estaba hecho.

Cuando llegamos a la oficina, mi padre, antes de bajar del coche, me besó

-Madre mía, qué lástima que hoy no seas para mí…

-Te lo compensaré papá, puedes estar seguro.

Bajamos del coche y entramos en la oficina. Las miradas de los empleados masculinos hacia mi cuerpo eran evidentes. Yo me estaba encendiendo sólo de pensar en quién de todos sería Agustín y si alguno de los que estaba viendo sería el siguiente. Mi padre me llevó al final de la oficina, donde estaban los despachos de los altos cargos, como el de mi padre (que es gerente) o el de Agustín. Se paró delante de una de las puertas y después de sonreírme, llamó.

-Adelante -se escuchó desde dentro

Os prometo que me mojé sólo con escuchar su voz. Grave y varonil. Mi padre abrió la puerta y me hizo pasar, entrando detrás de mí.

-Agustín, te presento a mi hija. Os dejo solos para que…habléis.

Mi padre me dió un beso en la mejilla y salió del despacho. Agustín se puso de pie y avanzó hasta mi. Era un hombre alto, casi como mi padre, seguramente rondando el metro noventa. Moreno, ojos oscuros y profundos. Corte de pelo impecable, afeitado por completo dejando ver su fuerte mandíbula. Su forma de caminar era firme y segura y en cuanto llegó a donde yo estaba me dió dos besos, quedándose unos segundos de más en aquella posición

-Qué bien hueles, Elena. Pasa, siéntate

Mientras me acercaba al escritorio para sentarme, escuché cómo Agustín echaba el seguro de la puerta. Bien, absoluta privacidad.

-Me acuerdo de tí, Agustín, hace mucho tiempo que no te veía, pero mi padre nos presentó una vez, creo que en una fiesta de la empresa.

-Yo también me acuerdo. Pero fue hace mucho, has cambiado en este tiempo.

-A mejor, espero -le sonreí pícara

-De eso no hay duda. ¿Y qué tal? Tu padre me ha dicho que estás en Madrid solo unos días, por tu cumpleaños. También me ha contado que tuviste una maravillosa fiesta, ¿no?

-La mejor de toda mi vida. El día siguiente también lo fue.

Agustín me estaba comiendo con la mirada. Como si fuera un gesto natural, yo acababa de recolocar mi top, haciendo que mis pechos sobresalieran un poco más. Disfrutaba del espectáculo, paciente, sabiendo que su recompensa estaba ahí, sentada delante de él. Cuando volvió a su mesa se sentó en el borde, junto a mi, enfrente. No pude evitar echar una mirada rápida a lo que pudiera revelarme su pantalón. Me gustó. A él también le gustó que lo mirase.

-Hoy también puede ser un bien día, si quieres -con todo el descaro se llevó la mano a su paquete y lo apretó

-Quiero -le dije yo, casi susurrando y mirándole fijamente a los ojos.

-Tu padre dice que sería bueno que te demos trabajo en la empresa. ¿Tu crees que estás capacitada?

-Estoy dispuesta a que me hagas una prueba, Agustín. Si me das trabajo podré demostrarte que soy una buena empleada cada día.

-Tu padre me ha dicho que acabas de descubrir los beneficios de una buena polla madura. A mi me encantaría beneficiarme de una boca y de un coñito como el tuyo.

Mientras hablaba, Agustín iba soltando el cinturón de su pantalón y los botones. Se puso de pié un segundo, lo justo para bajar su ropa hasta medio muslo y se volvió a sentar. Ahora su polla se erguía, a la vista, desafiante. Tenía una cabeza imponente, brillante y gorda. No estaba empalmado del todo, pero evidentemente, eso tenía fácil solución.

Acerqué mi silla hasta quedar pegada a Agustín y mientras le miraba, saqué la lengua de forma lujuriosa y agaché la cabeza hasta tocar su pene. No tenía prisa, así que me lo tomé con calma. Con la punta de mi lengua fui rozando suavemente su tronco. Empezaba por la base, sin tocar los huevos, y terminaba justo antes de rozar su capullo. Lentamente. Y volvía a la base. Mi lengua hacía un pequeño movimiento en zigzag que hacía que su piel se moviera ligeramente de un lado a otro. Poco a poco fuí incluyendo una sección más grande de mi lengua, hasta que acabé recorriedo su polla con la lengua entera. Entonces puse mis manos en sus muslos y empezó la acción.

Me centré de lleno en esa cabeza gorda y rosada. Primero le pasé la lengua por toda la superficie y me aseguré de hacer especial incapié en el delicioso agujero. Un leve suspiro escapó de la garganta de Agustín. Entonces metí la cabeza en mi boca y cerré mis labios alrededor, justo al final. Hice vacío en mi boca durante unos segundos y lo solté. Me encanta el sonido que todas las pollas hacen cuando absorbo el glande así: ¡pop! Como si descorchase una botella. Volví a meter la lengua en su agujero y repetí la operación. La cadera de Agustín empezaba a hacer movimientos incontrolados, como si de forma inconsciente y animal, necesitara meter esa polla al fondo de mi garganta.

-¿Estoy pasando la prueba, señor Agustín?

-Es un poco pronto para decirlo. Tendrás que esforzarte mucho, Elena

Su voz sonaba afectada por el placer. Sabía que le estaba gustando, pero igualmente yo iría a por todas. Supongo que no sé hacer las cosas de otra forma. Así que sin pensarlo, metí su polla en la boca. Ya sabéis que tengo cierta habilidad para conseguir que me quepan enteras, así que no fue la excepción. Mis labios apretaban sus huevos, dos huevos bien gordos y peludos, mientras el resto de su polla luchaba por golpear el fondo de mi garganta. Me mantuve así unos segundos y la saqué del todo. Su polla brillaba con mi saliva. Volví a meterla en la boca con el objetivo de que entrase aún más profundo. Después de unos segundos la volví a sacar. La saliva creaba una serie de hilos que nos conectaban.

La tercera vez que su polla entró, las manos de Agustín me cogieron de la cabeza firmemente. No podía moverla, pude comprobar que tiene bastante fuerza. Con su polla alojada al fondo de mi garganta, su cadera comenzó a moverse, follándome. Al principio el movimiento era más o menos suave, pero poco a poco iba acelerando y volviéndose más brusco. Intenté soltarme un momento para coger aire pero sus manos apretaban mi cabeza de tal manera que no fui capaz. He aprendido a respirar por la nariz como puedo cuando pasan estas cosas, pero claro, no es lo mismo. Agustín seguía follándome la boca, cada vez más rápido

-Mmmm…ufff… Que boquita, Elena, qué razón tiene tu padre…

Como veía que no iba a parar hasta correrse y que no iba a darse cuenta de que me estaba ahogando, decidí acelerar su corrida. Con una mano cogí sus huevos y suavemente empecé a estimularlos. Pasaba el dedo por debajo mientras rebotaban contra mi cara. El estímulo extra hizo que a los pocos segundos Agustín empujase su polla una vez más y explotase en un orgasmo que le dejó con la boca abierta, jadeando de placer. En medio de su corrida aflojó la presión de sus manos en mi cabeza, permitiendo que pudiera coger aire de nuevo, y cuando su polla salió de mi boca, un último chorro de leche salió disparado impactando en mi mejilla. Parte del semen que aún estaba en mi boca caía por mi comisura y yo, después de tomar el aire que necesitaba, tragué el resto.

-Joder, niña, menuda mamada

Yo me recoloqué en la silla. Con el movimiento previo, mi escote se había descolocado y ahora se veía el sujetador perfectamente. Uno de mis pechos dejaba, además, asomar un pezón

-¿Eso significa que he pasado la prueba?

-No creo que quieras que tu prueba sea tan corta, Elena. Pero te diré que de momento vas muy bien. Ven, quiero que te tumbes encima de la mesa. Tengo que catar esas pedazo de tetas.

Mientras yo me tumbaba en la mesa, Agustín se sacó el pantalón y los calzoncillos. Entonces me hizo quitarme el top y sacarme el sujetador. Ayudándose de una de las sillas, se encaramó a la mesa, sentándose en mi estómago con cuidado. Como ya sabéis, me encanta sentir el peso encima de mí, así que estaba en la gloria. Agustín cogió mis pechos con ambas manos y los manoseó con deleite. Entonces cogió su polla, semiflácida y llena aún con mi saliva, y la colocó en mi canalillo. Con sus manos apretó mis tetas dejando su polla enterrada entre ellas.

-Son como dos almohadas, Elena. Me parece increíble que tu padre no te las haya comido antes.

-Seguro que si fueras tú mi padre lo habrías hecho hace mucho tiempo, ¿verdad?

-No te me hubieras escapado, niña, hubieras tenido polla para desayunar, comer y cenar

Con su tranca entre mis tetas, su cadera volvió a balancearse adelante y atrás. Su cara de placer me estaba poniendo muy cachonda.

-Apriétate las tetas tú, nena, necesito las manos.

Y cuando las tuvo libres, empezó a pellizcar mis pezones. Para aquel momento ya estaban duros y en punta como aldabas de castillo y como siempre he sido de pezones sensibles, el tratamiento que Agustín les daba me estaba encantando.

-Ay, sí, Agustín, me encanta

-¿Te gusta? Apuesto que tu novio no es ni la mitad de bueno.

-Mi novio solo piensa en correrse

-No te confundas, nena. Por supuesto que yo también pienso en correrme. Pero quiero que primero lo hagas tú.

Yo seguía apretando mis pechos mientras la polla de Agustín desfilaba entre ellos. Notaba que había recuperado su dureza y notaba, por la cara de su dueño, que el placer estaba al máximo. Después de un rato así, se bajó de la mesa y empezó a desabrochar mi pantalón. Lo cogió de los bordes y tiró hacia él, consiguiendo desplazarme hasta el borde de la mesa. Cuando mi culo ya estaba en el aire me sujetó y me hizo girar. Terminé boca abajo en la mesa pero con los pies apoyados en el suelo. La mesa tenía una altura estupenda para que, en esa posición, mi culo se alzase, desafiante. Agustín bajó mi pantalón y mi tanga hasta los tobillos. Entonces, sin previo aviso, me soltó un azote en las nalgas.

-¡Ay! -fué más la sorpresa que otra cosa. Me gustó

-Si quieres pasar la prueba no te puedes quejar, Elenita.

Y me azotó de nuevo. Un poquito más fuerte. Mi pelvis estaba pegada al borde de la mesa y con el azote se pegó un poco más. Y a mí se me escapó un gemido.

-Madre mía, qué culo, podría estar así todo el día.

Como respuesta, moví mi culo de forma que mis nalgas se agitaron delante de tus ojos. Cargado de excitación, Agustín agarró fuerte mis nalgas

-Joder, es que encima te gusta

En ese momento sonó el teléfono en el despacho. Por un momento pensé que nos habrían pillado o que tendría que irse. En cualquier caso, que la “entrevista” se había acabado. Sólo de pensar en salir de ese despacho con el calentón que llevaba me hizo empezar a repasar a los empleados que había visto al entrar y pensar a cuál iba a llevarme al baño para follármelo. ¡Así no me podía quedar! Pero por suerte no fue así. Agustín descolgó el teléfono mientras pegaba su pelvis a mi culo

-¿Sí?...Claro, pásame la llamada.

Mientras hablaba, empezó a darme pequeños empujones con su pelvis, haciendo que su polla diera golpes en mis nalgas.

-Buenos días, cariño…Sí, estoy liado, como siempre. Ya sabes…

Instintivamente me puse la mano en la boca, para asegurarme de que ningún sonido saliera. Mientras Agustín hablaba con su mujer, con una mano sujetaba su polla y la enfilaba entre mis nalgas.

-Si, ahora mismo tengo que resolver algo bastante duro…Claro, cariño, yo espero que el cliente esté dispuesto…Pondré todo mi empeño… ¿Y tú? ¿Todo bien?

Podía escuchar la voz de su mujer al otro lado del teléfono. Entonces, mientras ella le contaba cómo iba su mañana, Agustín empezó a empujar, con su polla entre mis nalgas. Me aseguré de levantar mi culo lo máximo posible y pronto pude sentir esa gorda cabeza pujando por penetrarme. Agustín mantenía la presión y lentamente su polla se hizo hueco en mí. Se abría camino, hasta que sentí que toda ella estaba dentro.

-Claro, cariño, cuando salga voy al super. ¿Qué necesitas?

Empezó a sacar su pene hasta que sólo quedó el glande dentro. Entonces, empezó a enumerar los productos que le dictaba su mujer, y con cada uno de ellos me daba una fuerte embestida, metiendo su pene hasta el fondo cada vez.

-Azúcar…Limones…Café…Huevos…Leche…

En cada empujón me dejaba sin aliento. Yo luchaba para no emitir sonido alguno pero me estaba costando un gran esfuerzo. La situación era tan morbosa…

-Si, todo apuntado. Te dejo ya que tengo que seguir con ésto. Un beso.

Y colgó. En ese momento Agustín soltó un bufido de excitación contenida.

-¡Joder, qué momentazo! Me va a reventar la polla de lo caliente que me ha puesto.

-Uff, ya te digo. Imagínate que en lugar de por teléfono se hubiera presentado aquí.

-Pues le diría que estoy muy ocupado, que vuelva luego

Empezó de nuevo a embestirme. El morbo de la situación lo convirtió todo en algo más salvaje. Mi cuerpo, aplastado encima de la mesa, se movía a la orden de su follada. Me taladraba fuerte y a mí me estaba encantando.

-¿Te gustaría que entrara? Que vea cómo son los procesos de selección en la empresa.

-La que quisiera que entrara es mi hija. Que vea lo que le hago a las jovencitas y que me suplique que me la folle también.

-Mmm, ahora entiendo porqué mi padre y tu sois amigos

-Ese capullo ha tenido en su casa a una puta como tú y no se ha dado cuenta hasta ahora. Joder, Elena… ufff…Sii fueras mi hija, hace años que habrías probado esta polla. Te la hubiera metido por debajo de tu vestido mientras hacías los deberes del colegio…Dios…quiero que me sientas, quiero que veas lo puta que eres.

Más de una vez me han hablado sucio durante una buena follada. Me calienta, pero con esa voz que tiene Agustín me estaba derritiendo con cualquier cosa que me dijera.

-¿Me vas a enseñar lo que me he perdido estos años?

-Aahh, joder…te voy a reventar.

-¿Y harás conmigo lo que un día harás con tu hija?

Entonces un nuevo azote, el más fuerte hasta ahora, impactó en mi culo. Una corriente eléctrica me atravesó

-Te voy a poner a hacer deberes, Elenita. Y te castigaré si te portas mal. Así

Sus azotes me estaban dejando la piel roja, pero me estaban poniendo tan cachonda que no quería que parase.

-Dame, Agustín, que soy una niña muy mala…uuffff…

-Lo de la píldora, ¿es verdad?

-¿Qué?

-Tu padre dice que tomas la píldora, ¿es cierto? ¿O es que quieres que tu padre te eche todo su semen hasta embarazarte?.... Dios… ¿Eso quieres, Elena?....mmmm….¿que tu padre te preñe?

No sé porqué, pero la simple idea de lo que Agustín acababa de sugerir elevó mi excitación de tal forma que exploté en ese momento en un glorioso orgasmo. La follada estaba siendo cada vez más rápida. Me llovió un nuevo azote.

-Contéstame, joder, ¿quieres que te preñe?

En medio de mi orgasmo y sabiendo lo cerca que estaba el suyo, tuve claro lo que quería decirle

-¡Sí, papi, préñame! ¡Méteme tu leche hasta el fondo!

Entonces, con un rugido animal, Agustín se corrió dentro de mí. A pesar de estar corriéndose, no disminuía la fuerza de sus embestidas

-Sí, mi amor, tu papi quiere preñarte desde que te salieron esas tetas. Te voy a meter leche hasta que te salga por la boca, jodeeeer… uuuff…tómalo todo, mi niña, tómate toda la leche de papá.

Siguió follándome hasta que su polla perdió su tamaño y salió.

Ambos estábamos acalorados, así que nos tomamos un momento para recuperar el aliento.

-Espero que te haya gustado tu entrevista, Elena. Si te interesa trabajar aquí, es el primer paso del proceso de selección

-¿El primero? -me reí

-Claro, nena, yo no soy de recursos humanos, pero le pasaré a mi colega un informe muy favorable.

-¿Y cuantos pasos más tiene el proceso? -me animé a seguire el rollo

-Depende del puesto que quieras, pero lo iremos viendo. Seguro que las demás pruebas también las pasas con nota.

Me dió un beso en los labios y recogió su ropa para vestirse. Yo hice lo mismo y cuando ya estaba lista para irme, mientras Agustín me abría la puerta, me dijo

-Elena, ha sido un placer, de verdad, eres espectacular. Perdona si se me ha ido la mano mientras follábamos. Y de verdad espero que decidas volver a España y trabajar aquí.

-No te preocupes por la mano, Agustín, me ha encantado. Si vuelvo, espero que para entonces me cuentes cómo has conseguido follarte a tu hija por fin.

Le guiñé un ojo y salí del despacho. Como mi padre tenía que trabajar algunas horas más, decidí irme a casa por mi cuenta. Por el camino le escribí un Whatssap.

“Papi, gracias por la reunión. ¡Ha sido estupenda! Estoy deseando saber con qué me vas a sorprender a la próxima”

“Cariño, la próxima ya está preparada y será mañana”

“Pero mañana es el cumpleaños de mamá…”

“Exacto”

Me dejó intrigada y excitada. Tendría que esperar al día siguiente para descubrir su sorpresa

De nuevo, espero que os haya gustado! Si es así, dejadme un comentario o un email para hacérmelo saber, ¡me motivan mucho vuestros mensajes! Como ya sabéis, estoy contando la historia en orden y los relatos saltan entre dos categorías. El próximo vuelve a ser en Amor filial. ¡No os lo perdáis!