Agujeros de gusano III

¿Viajar en el tiempo? ¿Están dementes?

Año 2013

Mi nombre es Emma Osorio, tengo 22 años, mi cabello es negro, ondulado, hasta la mitad de mi espalda, ojos verdes, gracias a la genética de mi madre y piel morena, por mi padre. No tengo idea de cuanto mido, pero Leo, mi mejor amigo me dice que debo estar entre 1,70 o 1,72. Hace unas semanas les dije la verdad sobre mis gustos por las chicas a mis padres, no lo tomaron muy bien, me echaron de casa. Estamos en el 2013 y mis progenitores aun tienen el cerebro varios siglos atrás, no los culpo.

En fin, hace días encontré un folleto entre los libros de la universidad "¿Quieres cambiar tu vida? te invitamos a unirte a nuestro equipo de científicos y a ser parte de nuestras maravillosas investigaciones" ¿Por qué no? no tengo a donde ir, no es mala idea.

Antes de llegar al sitio que indicaba el papel, algo muy extraño me sucedió.

  • ¿Dónde rayos queda esto? - preguntaba para mi, mientras miraba todos los letreros de aquella calle, cuando sentí que alguien me empujaba bruscamente.

  • Disculpame - la chica alzó su mirada a verme y palideció - T-tú - sus ojos se abrieron como platos, temblaba y antes de poder decirle algo, salió corriendo.

Mi mirada confusa y pensamientos fueron interrumpidos. Sin darme cuenta, estaba al frente del edificio que buscaba.

  • ¿En qué puedo servirle? - me atendió una señora de unos 50 años, iba vestida con una de esas batas blancas y lentes enormes algo amarillentos. Le mostré el folleto, ella lo vió y me miró sonriendo - adelante.

  • Emma, cariño, ya te esperabamos - dijo un hombre cuarentón. Ok, raro.

  • ¿Cómo saben mi nombre? - les pregunté, asustada.

  • Atinó - dijo un joven que salía a la vista, mientras miraba enojado a su compañero.

  • Bien ¿de qué trata todo esto? - dije algo fastidiada.

  • Mi nombre es Remus - dijo el joven - él es Frederick - señalando al hombre cuarentón y ella - señalando a la señora que me había atendido - es Meredith - justo ahora, estamos haciendo una investigación sobre compatibilidad de patrones - notó mi cara de total confusión y explicó - verás, cada ser humano posee un patrón que es compatible con una o varias personas en el mundo. Hemos estudiado a varias parejas que poseen un patrón similar y hemos notado que, al conocer a alguien con, por lo menos, un valor semejante, su patrón cambia y se asemeja al patrón conocido.

  • Pero yo no tengo pareja - les dije.

  • Mejor aun, conseguiremos un patrón compatible - me dijo, sacando una camilla e invitando a que me acostara en ella - será solo un momento - accedí, tal vez podría conocer a mi alma gemela - viajarás en el tiempo.

¿Viajar en el tiempo? ¿Están dementes?

  • Espera espera, ¡no quiero hacer esto! - pero ya era tarde, ya no había escapatoria.

Desperté escuchando unas voces, parecían susurros.

  • No la ha reconocido, tal vez esto no sea necesario - decía una voz áspera, parecía ser Frederick.

  • Tienes razón, tal vez el patrón ya se haya roto, es una lástima - apenas eran audibles sus palabras - era un patrón fuerte... ¿Qué haces? - reconocí la voz de Remus.

  • Si algo sale mal, ella deberá saber la verdad - otra vez la voz áspera - desconecta las coordenadas, solo se irá Arbeláiz.

No escuché nada más, volví a quedar inconsciente.

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Mi nombre es Mariana Arbeláiz, tengo 20 años, mi cabello es castaño, casi rubio, ondulado hasta un poco más abajo de mis hombros, mis ojos son entre grises y azules. Debo medir alrededor de 1,70. Hace unas semanas desperté sobresaltada, me costaba respirar, había soñado otra vez con la misma chica ¿Quién era? . En fin, hoy es mi último día en el laboratorio, puedo regresar a casa.

Cada vez que miro este lugar, siento que ya he estado aquí y ella...

  • Señorita Mariana - decía Remus, interrumpiendo mis pensamientos - lamentablemente, no conseguimos alguna persona con su patrón.

  • No hay problema - decía Mariana resignada - tal vez, deba estar sola.

Él solo me sonrió.

Salí apresurada del lugar, cuando me tropecé con alguien.

  • Disculpame - le dije muy apenada con mi mirada en el suelo y al levantar la vista - T-tú - mi mente se desconectó y lo único que pude hacer fue correr.

Era ella, estaba segura, la chica con la que he soñado.

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  • Señorita Osorio - había despertado de mi ensueño, me pesaba el cuerpo y me sentía mareada.

  • ¿Si? - pregunté aun somnolienta.

  • Hemos tratado de conseguir un patrón compatible con usted toda esta semana - decía Remus, revisando unos papeles - lamentablemente, no hemos encontrado alguno compatible, ni que se asemeje un poco.

Al escuchar esas palabras, un cierto toque de decepción me invadió. Tomé mis cosas y salí rápido de aquel lugar. Tomé el primer bus sin saber a donde iba, el clima era de terror. Al sentarme, empezó a llover.

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Llegué a mi casa con mucha adrenalina en el cuerpo, la había visto, era ella y no pude decirle nada. Con cierto enojo, lancé mis cosas al suelo, tomé las llaves del auto de mi papá y salí.

No puedo dejarla ir ahora que la he encontrado.

Llovía muy fuerte, casi ni podía ver a través del cristal. Lo último que recuerdo, fueron unas luces cerca de mí y después de eso, todo se apagó.

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El bus iba a mucha velocidad, se sentía casi patinar por el asfalto.

Al parecer había un choque que impedía el paso en ambos canales de la calle, pero el bus no se detuvo, no pudo hacerlo.

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Año 2134

Desperté sobresaltada, sudaba, miré a mi alrededor y vi a Mariana desnuda a mi lado, se movía de un lado a otro, sus ojos estaban fuertemente cerrados, parecía tener una pesadilla.

  • Mariana - le decía, mientras tomaba sus hombros y pasaba luego una mano hacia su frente - Despierta - le dije un poco mas fuerte.

Abrió sus ojos y respiraba muy rápido, mirando el techo, como si analizara lo que acababa de soñar - Solo fue una pesadilla, ven aquí - posó su mirada en mi y su respiración se iba haciendo más calmada, a la vez que se aferraba a mi pecho - todo va a estar bien, yo voy a cuidarte - y ella se aferraba cada vez más a mi.

Mariana volvió a quedarse dormida, sin embargo, yo no pude conciliar el sueño otra vez. Debían ser alrededor de las 2 de la tarde, no entraba casi luz a la habitación, me había encargado una noche antes de tapar las ventanas. Me levanté cuidadosamente de la cama, intentando no despertarla. Fui directo a la cocina a preparar el almuerzo, nada difícil en esta época.

  • No debiste dejarme sola - me sobresalté al escucharla - me hubieses despertado.

Se veía hermosa recién levantada, no pude evitar sonreír - te veías muy cómoda durmiendo - me dirigí a ella, con ambos platos en cada mano y le planté un beso de buenos días o buenas tardes - ¿Tienes hambre? - le pregunté mientras ponía los platos en la mesa.

  • Mucha - me respondió, suspirando, luego del beso - me gustaría llevarte a un sitio - dijo mientras comía animadamente.

  • Podemos ir después de comer ¿te parece? - le dije sonriendo, ella asintió - ¿puedo preguntarte algo?

  • Claro - me respondió mientras tomaba un buen sorbo de jugo.

  • Estabas teniendo una pesadilla - la miré - ¿puedo saber?

  • Todo ha sido muy raro estos días, me parece que estoy volviendome loca - dijo muy graciosamente - sin embargo - otra vez su rostro se tornó serio - me inquietan algunas cosas - y me miró - me parece haber vivido... algunas cosas... - fruncía su ceño, como si analizara cada palabra - contigo.

  • Tal vez si sucedieron, quien sabe - le dije sonriendo, mientras me levantaba y colocaba los platos en la cocina - ¿a dónde iremos?.

  • Es una sorpresa - dijo levantándose - iremos a mi casa primero - yo solo asentí, tomé mis cosas y las suyas y salimos.

Durante todo el trayecto en bus, sostuvo mi mano muy fuerte.

  • Mariana, me estas haciendo daño - le decía graciosamente.

  • Esa niña de ahí no deja de verte Emma - dijo muy molesta.

  • Pero no por esa razón tienes que fracturar mi mano - aquella escena ma causaba gracia, Mariana era muy celosa.

  • Te juro que si no deja de verte, le partiré la cara - estaba furiosa, era la segunda vez que la veía así.

  • Mariana - dije ya asustada, pero por suerte el bus se detuvo y la chica que me había estado mirando, según ella, se bajaba.

Llegamos a nuestro destino, saludamos a Abril que se encontraba haciendo unas tareas y Mariana tomó las llaves del auto de su madre - vamos lindura - dijo guiñándome un ojo y sonando las llaves en su mano.

Creo que llevabamos unas dos horas en la carretera.

  • ¿Por qué este auto no vuela como los otros? - le pregunté al darme cuenta de la situación.

  • En las afueras no se permite volar - me respondió.

  • Tu sorpresa hace que me duela el trasero - dije mientras buscaba una forma de sentarme sin que doliera mi parte trasera.

  • Ya casi llegamos - dijo riéndose.

Se lograban ver muchas montañas. El paso estaba cerrado, Mariana detuvo el auto - Ahora, a caminar - ¿En serio? Las cosas que uno hace por amor.

  • Ya deja de mirarme así - me dijo sorprendiendome - no es mucho.

­- Esta bien esta bien - le tomé la mano, ella solo sonrió y caminamos montaña arriba.

Definitivamente, mi condición física era precaria, la voz de Mariana era lo único que me mantenía de pie.

  • Cierra los ojos - me dijo, inmediatamente lo hice, sentí que me tomó de la cintura y me guió hacia la superficie mas o menos plana de la montaña. El viento frío me golpeaba el rostro - Ábrelos - quedé totalmente soprendida de aquella vista, se veía la ciudad futurista en la que me encontraba y los autos por las nubes, los largos cilindros en cada calle y las pequeñas casas, y todo rodeado de frondosos árboles, algunos pequeños, otros inmensos cada tanto, era una vista impresionante. Mariana me rodeó con sus brazos por mi cintura y se acercó a mi oido.

  • Creo que ya no podría pasar un minuto más sin ti... - esas palabras - conocerte era lo que tenía pasar Emma, lo sé.

...Y a pesar de que ese día pude estar en cualquier otro sitio, estaba ahí, junto a ti.

  • A pesar de que pude pasar ese día en casa y no salir.

...Te amo Emma, de aquí...

  • ... A la luna - apreté sus brazos muy fuerte, me sentía totalmente confundida, esas palabras, ya las había escuchado, como si ella ya me las hubiese dicho antes.

El cielo se nubló y amenzaba con llover.

Nos dimos un beso largo antes de irnos, sentí como si fuese una despedida, pero deseché eso, era perturbador pensarlo.

Bajamos rápido directo al auto, ya había comenzado a llover cuando terminabamos de bajar la montaña, corrimos hacia el auto y entramos.

  • Me ha encantado el lugar, deberíamos venir otro día - Mariana encendió el auto.

  • Por supuesto - nos esperaban dos horas más de viaje, la vista era casi nula.

  • No puedo ver nada - decía Mariana limpiando el parabrisas.

  • Baja la velocidad entonces - le dije.

  • Tardaremos muchisimo - se quejó.

  • Pero llegaremos vivas Mariana, baja un poco la velocidad - así lo hizo.

La lluvia golpeaba fuerte el vidrio del frente, amenzaba con romperlo. Luego todo fue como si el tiempo se hubiese ralentizado. Las luces del auto que se supone debían estar en el otro canal, venía justo al frente de nosotras. Mariana intentó esquivarlo, pero solo logró que el auto chocara de tal manera que dimos vueltas en el aire.

Desperté por el olor de la gasolina, no podía ver nada, solo sentía ese espantoso olor inundar mis pulmones y eso no podía significar nada bueno.

  • Ma-Mariana - apenas podía articular palabra y no obtuve respuesta. Sentí un cosquilleo en mi cabeza y me di cuenta que habíamos quedado hacia abajo. Logré desabrochar el cinturon de seguridad y caí, las lágrimas inundaban mi rostro sin cesar. Palpé la puerta, buscando abrirla. Salí gateando de allí y la lluvia me congeló hasta los huesos. Gateé hasta el otro lado del auto, sentía que iba a desmayarme en cualquier momento. Abrí la puerta para sacar a Mariana lo más pronto posible, pero su puesto estaba vacío.

¿Dónde estás Mariana?

Me levanté, apoyandome del auto e intenté buscar alguna huella que me indicara que ya había salido y que estaba bien. Pero, no encontré nada.

Llevé mis manos a mi pecho, estrujando mi camisa.

La he perdido. No paraba de llover y yo no dejaba de llorar. Mariana. Caí de rodillas sobre el asfalto, cubrí mi rostró y grité, le grité al cielo, a la lluvia, a lo que sea que estuviese allá arriba. El sonido de una bocina a lo lejos me hizo levantar la vista, me puse de pie con las pocas fuerzas que me quedaban, mis ojos bañados en lágrimas fueron iluminados por la luz de un auto que venía, el sonido de la bocina se escuchaba cada vez más y más cerca. Una vez más, todo se apagaba.

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Gracias por los comentarios y sugerencias :D

Respondiendo a la pregunta que me hicieron. Efectivamente la homosexualidad esta bien vista, ya que es un futuro totalmente hecho según mi percepción y la razón por la que Mariana quedó flechada por Emma, la podrás leer en el siguiente y último capítulo.