Agujeros de gusano II

Lo recordaba, recordaba lo que había sucedido 121 años atrás.

Aquí tiene el 2do, disfrutenlo.

Gracias por sus comentarios y valoraciones. Espero que entiendan que más que relatar lo mucho que se aman estas chicas, me gusta detallar los sucesos que conllevan a ese amor y que es poco probable que encuentren algo detalladamente erótico en mis relatos, de igual manera, se que tengo lectoras que les agrada mi estilo al escribir, besos y abrazos para ustedes.

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Al día siguiente, desperté junto con el sol que se asomaba por mi ventana. Debo tapar la ventana . Detestaba despertarme con la luz.

  • Muy bien, probaré la ducha - dije para mí, muy emocionada.

La verdad, casi me ahogo allí, el agua salía por todos lados y no sabía como hacer para que dejara de funcionar.

  • Vaya manera de empezar el día - alzando la voz.

En ese momento noté que no tenía casi ropa. Tonta. Y como si el departamento hubiese leído mi mente, un closet salió de la nada, dejando ver una cantidad de ropa suficiente. Los colores iban de blanco, pasando por gris, finalizando en azul. Que creativos.

Me vestí lo mejor que pude, combinando el azul y gris y salí rápido hacia la calle.

¿Cuál cilindro dijo ella que tenía que tomar? Rayos. ¿A, B o C? ¿A? ¿A de amor? debe ser. Reí al pensar aquella tontería. Subí y tomé el bus. No dejaba de pensar en mi accidente ¿quien era yo?, ¿qué hacía?, ¿en realidad era aquí donde debía estar ahora? mis pensamientos cesaron al ver a través de la ventana como aquella hermosa chica me esperaba sentada en un banco de metal. Tal vez si pertenezca aquí.

Bajé apresurada y ella al verme, sonrió, se levantó y se dirigió hacia mi. La abracé muy fuerte, ella provocaba en mí esa ternura, debo admitir.

  • Gracias - le dije al separarnos del cálido abrazo.

  • ¿Por qué? - me preguntó sonriendo.

  • Por esto, por ayudarme - no podía creer que esta chica me hciera sentir así.

  • Agradeceme luego, vamos - me tomó de la mano, ya se estaba haciendo costumbre y la verdad adoraba ese gesto en ella.

  • ¿Podrías ser tan amable y decirme de una vez de que trata el empleo? - pregunté por tercera vez.

  • Lo único que tienes que saber es que no debes señalar a las personas - me dijo mostrando una media sonrisa.

Llegamos a un bar. ¿Por qué hay que venir tan temprano a trabajar en un bar?

  • Aquí es - señalando una pequeña edificación triangular, parecía una pirámide, color azul cielo y con un letrero que decía "A' Life". Lindo.

  • De día funciona como cafetería - dijo mientras abría la puerta y me daba paso - Yo trabajo dos turnos, pero alternados - caminabamos hacia la barra - Hoy trabajo en el turno de la mañana, mañana trabajo en el de la noche, luego un día libre y así - agregó - de noche es un bar - me sonrió.

El sitio por dentro se veía mucho más amplio, estaba la barra que ocupaba el lado izquierdo del lugar, por completo, al frente un pequeño escenario con un letrero al fondo que decía "A' Life", en el centro estaban varias mesas, la mayoría ocupadas ya y del lado derecho, dispuestos de forma geométrica y muy ordenada, sillones que se notaban muy cómodos. La pared de ese lado era de cristal, pues se veía la vegetación de ese lado.

  • Emma, espera un momento aquí, no te muevas - dijo apuntándome con un dedo.

Pude ver que se dirigió hacia una señora que se encontraba del otro lado de la barra. Le sonreía ampliamente y me señaló. Hablan de mí . La señora asentía positivamente y en dos segundos Mariana me llamaba.

  • Mamá, ella es Emma - ¿Mamá? ¿Por qué no me dijo que el negocio era familiar?.

  • Un placer señora - le dije ofrenciendole mi mano. Ella estrechó la suya, sonriendome. Pues si, esta señora es idéntica a Mariana.

  • Mi nombre es Liliana, hija. Llamame Liliana - dijo muy dulcemente - Bien - prosiguió - Mariana me dice que necesitas un empleo para pagar el departamente donde te estas quedando, afortunadamente, estamos necesitando personal. A' Life es un sitio muy concurrido y necesitamos chicas que atiendan la barra.

  • Sí, claro, acepto - dije casi atorandome con mis palabras y haciendo reír a Mariana como nunca.

  • Entusiasta - carcajeó junto con Mariana. Yo solo miraba a la señora sonriendo y esperando que dijera que empezaba a trabajar ya.

  • ¿Cuándo puedes empezar? - preguntó y volviendo a atorarme con las palabras - ¡Ya mismo! - le dije. Ambas volvieron a carcajear sonoramente, divertidas.

La mañana transcurrió muy movida, mientras Mariana atendía las mesas, yo atendía la barra. Nuestras miradas se cruzaban, me sonreía, le sonreía. Esa chica esta invadiendo mi corazón y no estoy haciendo nada para impedirlo. Tal vez no quiera impedirlo.

  • Emma, dos chicas del turno de la noche acaban de llamar diciendo que no pueden venir a trabajar - me decía la señora Liliana, mientras yo limpiaba unos platos sucios.

  • No se preocupe ¿a que hora debo venir? - me adelanté, ya sabiendo lo que me iba a pedir la señora Liliana.

  • A las 9 debes estar aquí, Mariana también vendrá - mi rostro se iluminó al escuchar su nombre.

  • Esta bien, a las 9 estaré aquí - Si mis dias en el trabajo van a estar al lado de Mariana, no tengo queja alguna . Sonreí.

  • ¿De que te ríes? - la voz de Mariana me hizo volver a la realidad - te ayudo, deja eso, ya has hecho bastante - dijo mientras me sacaba las manos de donde las tenía - la próxima semana no tendrás que lavar, hay una máquina que lo hace, pero ayer se dañó y por cierto, tu turno terminó hace una hora ¿por qué sigues aquí? - preguntó mirandome.

  • No lo sé, yo estoy esperando que tu te vayas ¿terminamos a la misma hora, no?

  • Sí, vámonos, estoy muy cansada y debemos venir en la noche - se notaba exhausta - ¿Quieres ir a almorzar? - no me esperaba eso.

  • ¿Cocinarás tú? - le dije mientras nos dirigiamos a la puerta, ella asintió sonriendo - ¿No moriré? - me golpeó el hombro y fingió estar molesta, pero al instante su rostro volvió a suavizarse - esta bien, almorcemos.

Llegamos a su casa y fuimos directo a la cocina, preparó algo que no tenía idea que era.

  • Esto esta delicioso, Mariana - comencé a comer como si nunca hubiese probado bocado en mi vida.

  • Me alegra que te guste - dijo sonriendo - quiero hablar contigo sobre algo, Emma.

La miré - ¿qué pasa?.

  • No puedo estar tranquila sabiendo que estás sola aquí, no sabes nada de antes de tu accidente, no tienes registros, ni familia - era cierto, estaba completamente sola en una época totalmente ajena para mí.

  • ¿Puedes recordar al menos el año? - esta chica se notaba muy preocupada por mi.

  • Yo... - dejé la comida a un lado y puse mis manos sobre mi cabeza, apoyando mis codos sobre la mesa - No lo sé, dos mil... - hacía un esfuerzo sobre humano, no lo recordaba - Espera... - una ráfaga de luz me iluminó y recordé una noticia que escuchaba al fondo el día del accidente. 1.400 personas mueren en un ataque con armas químicas muy probablemente por parte del gobierno sirio. La matanza resulta ser la peor masacre humana en lo que va del año, por lo que gran parte de la comunidad internacional ha pedido una intervención internacional y militar en el conflicto.

Le hice saber a Mariana aquello y ella inmediatamente sacó de su bolsillo la holovisión - ¿Llevas eso en tu bolsillo? - le pregunté incrédula.

  • Es un artefacto de comunicación Emma - lo encendió y comenzó a buscar - Mira esto.

Leí lo que decía el holograma - Sí, eso es - le dije buscando el año en el que había ocurrido - ¿2013?.

  • ¿Más de un siglo? - ambas nos miramos estupefactas.

  • Mariana - dije recostándome de la silla y mirándola - no quiero saber sobre eso, quiero decir, viaje 100 años en un accidente, estoy aquí ahora - me levanté de la silla - no creo que pueda volver y no quiero hacerlo - me dirigí a uno de los sillones y me recosté en él.

No escuché decir nada a Mariana, se levantó y colocó los platos en la cocina, cerré los ojos y me quedé dormida.

Lo recordaba, recordaba lo que había sucedido 121 años atrás. Recordaba el experimento, eran 3 científicos. Recordaba que no quería participar en aquello, a pesar de que era totalmente imposible que sucediera, no quise apoyarlo. Salí enojada del edificio, tomé el bus, iba a algún sitio y tuve el accidente. ¿Cómo pudo pasar? matemáticamente era posible realizar el viaje, pero no se daban las condiciones en la tierra y aquí estoy, 121 años después. Estaba segura que no iba a volver, eso sí era totalmente imposible.

Desperté con un peso en mi cuerpo. Mariana estaba recostada a mi lado, con una mano sobre mi abdomen y su rostro pegado a mi cuello, sentía su respiración chocar contra aquella parte tan sensible de mi piel. Sonreí tontamente y besé su frente - te... quiero - ¿Eh? ¿Me quiere?¿Estará hablando de mi? - Em... ma.

Creo que mi corazón luchaba por salirse de mi pecho, me quería, Mariana me quería. Su imagen durmiendo sigue estando presente en mí. No la conocía lo suficiente, pero lo que la vida nos deparaba era suficiente para mí.

La tome suavemente por su mentón, sus labios estaban a mi disposición y ella lentamente abrió sus ojos. Más hermosa es imposible que sea . Yo miraba su boca, ella la mía y sonreíamos por la sencilla razón que ambas queríamos lo mismo. Su mano sobre mi cintura, acercándome a ella y...

Un ruido nos interrumpió el momento - Hija ¿podrías venir al bar? ya hay clientes y necesito que vengas, avísale a Emma - le dijo la señora por el "artefacto de comunicación". Mariana me miró haciendo una mueca muy graciosa que indicaba fastidio - vamos - me levanté y le ofrecí mi mano. La tomó y se levantó de un brinco, tomandome de la cintura y acercándose peligrosamente a mí, acercó su rostro a mí, cerré los ojos y sentí sus labios en mi mejilla. ¿Estás jugando conmigo?.

Su mirada traviesa hizo que mi pequeño enojo se disipara, le sonreí mordiendo mis labios. Me volvió a tomar de la mano y nos dirigimos hacia la puerta.

  • No creas que me dejarás así - le solté, ella volteó, intentó pronunciar palabra y la callé con un beso, sonrió en mi boca y pasó sus manos alrededor de mi cuello. Mientras yo apretaba su cintura hacia mi. Me mordía suavemente y volvía a besarme. Con mucha fuerza de voluntad, logramos separarnos - Debemos irnos - aun rozando su nariz con la mía. Suspiré como adolescente enamorada y asentí. Durante todo el trayecto, nuestras miradas no podían ser más cómplices, pero la felicidad ese día, nos duró poco.

Al llegar a A' Life, me dirigí a la barra y observé a un chico fornido que se levantaba, tomaba bruscamente de la cintura a Mariana y le plantaba un beso en los labios. Mi beso fue mejor . Desvié la mirada de aquella espantosa escena que desordenó mi corazón. Tonta . Me dispuse a hacer mis labores, ignorando por completo a Mariana, estaba furiosa, dolida.

  • Emma... - decía una voz entristecida detrás de mi - ¿Puedo hablarte un momento?

Alcé la vista para mirarla - Estoy trabajando - bajé la mirada a mis quehaceres y me di la vuelta, dándole la espalda.

  • No es lo que piensas Emma - me dijo tomándome del brazo y haciendome quedar frente a ella.

  • No, al parecer no es nada de lo que pienso Mariana - la miré enojada - déjame trabajar - y me fui, lejos de ella.

Se que no dejaba de mirarme, también se que actué mal, debía escucharla, pero justo en ese momento no quería hacerlo.

La noche fue muy pesada, necesitaba la sonrisa de Mariana alegrándome desde lejos, pero simplemente mi orgullo no me dejaba levantar la mirada y buscarla.

Ya casi al finalizar el turno, sentí unos brazos empujarme bruscamente hacia una de las oficinas, escuché cerrar el seguro y resoplé resignada.

  • No es lo que piensas Emma - me dijo con los ojos llorosos.

  • Ya lo dijiste - dije cruzando mis brazos y mirando al suelo para no ceder ante las lágrimas.

  • Él... es mi novio - definitivamente su explicación no mejoraba la situación - ... Bueno, era - alcé la mirada para verla - Lo dejé.

Eso me hacía sentir un poco pero aun quedaba un detalle.

  • ¿Por qué no lo mencionaste? - se quedo callada - Ya terminó mi turno Mariana, adiós - Intentó detenerme pero me zafé rápido de ella y salí lo más rápido que pude de aquel lugar, estaba furiosa. El bar estaba algo lejos de los cilindros para tomar el bus. Estaba llegando al cilindro de mi zona, cuando noté que no llevaba mi tarjeta.

  • La olvidé - me dije. Con mucho pesar regresé sobre mis pasos al bar.

  • Emma, pensé que te habías ido - me dijo la señora Liliana al verme entrar - ¿Y Mariana?

  • No lo sé, creí que seguía aquí - le dije tomando mi tarjeta y volviendo a la puerta para salir.

  • Ella salió detrás de ti.

¿Detrás de mi?

Salí corriendo a la calle, estaba desolada, ya casi amanecía y empecé a buscarla. Escuché risas al otro lado de la calle y vi a tres hombres rodeando a una chica. ¡Mariana! . No recuerdo haber corrido jamás en mi vida como esa noche, mi enojo se multiplicó al triple al ver a uno de ellos forcejeando con sus brazos para quitar su blusa y dos de ellos intentando romper su pantalón.

Llegué en lo que creí, un segundo, saltando y con el impulso de la carrera, pude darle una patada a uno de ellos, mientras ese caía al suelo, tomé a los dos que quedaban por la cabeza e hice que chocaran entre sí, cayendo desmayados. El hombre que había pateado intentó correr, pero volví a patearlo de la misma manera, justo en su espalda, un crujido de huesos y un grito de dolor me anunciaba que ya Mariana no corría peligro.

Me giré a verla, estaba encojida, abrazando sus rodillas, llorando. Fui rápidamente hacia y la abracé.

  • Lo lamento tanto - ella me abrazaba con fuerza, temblaba y sus lágrimas empapaban mi camisa - vamos a mi departamento, no te dejaré sola hoy - como pude, hice que se pusiera de pie y la abracé, de vez en cuando le plantaba besos en su mejilla y en cada beso se aferraba más a mi.

Al llegar, la hice pasar a la habitación - puedes dormir aquí, yo me iré al sofá - le dije, mientras buscaba algunas mantas para ella y para mi - ¿quieres algo? - le pregunté, ya que no me decía nada.

  • Duerme conmigo - me dijo mirando hacia el suelo.

  • Esta bien - le dije sonriendo - ¿quieres un té o algo? - ella asintió.

  • Manzanilla, me gustaría - le sonreí desde el marco de la puerta y salí directo a la cocina.

Vas a dormir con ella, Emma. ¿Cómo puedes estar tan tranquila?

Al entrar a la habitación ella se encontraba sentada en la cama, con la mirada perdida hacia la ventana.

  • Ten - le ofrecí la taza.

  • Gracias Emma - me sonrió, por primera vez esa noche y tomó la taza con ambas manos.

Me senté a su lado, me perdí por un momento en mis pensamientos y una vez más, su voz me volvió a la realidad.

  • ¿Dónde aprendiste a pelear así? - me preguntó, dudé un momento en decirle la verdad, pero no quería tener que mentirle.

  • Recordé... - ella me miró sorprendida - recordé algunas cosas.

  • Eso es increíble Emma - se sentó de tal manera que quedaba frente a mi - ¿Y bien? ¿Qué recordaste? - su rostro emanaba curiosidad.

  • Bueno, recordé que practicaba artes marciales, lo veía extraño hasta hace unos momentos - ella me miraba y escuchaba muy atentamente, entonces decidí decirle lo que realmente quería saber - antes de mi accidente, estaba en un laboratorio, era parte de un experimento, ellos no me dijeron mucho al respecto - estaba sorprendida, no dejaba de mirarme y yo me ponía cada vez más nerviosa - me tenían atada, estaba allí porque así lo quería - le dije, intentando recordar más - "Vas a viajar en el tiempo" me dijeron y me aterré, les dije que no, no quería hacerlo. Ellos intentaron calmarme diciendo que era casi imposible, que solo sería una prueba - me levanté de la cama y empecé a caminar en círculos, Mariana solo me seguía con la mirada - no se que me hicieron, no recuerdo más, cuando desperté estaba en una habitación en el mismo laboratorio y salí huyendo, fue cuando tomé el bus y pasó. Tal vez alteraron algo en mi cuerpo - dije tocando mis brazos.

Mariana se levantó y se puso frente a mi, me tomó de los hombros y mirandome dulcemente, me abrazó - me alegra que estés aquí.

Ellos sabían lo que pasaría.

  • Mariana - tomándola por su barbilla, mirando sus labios y luego a sus ojos - Mariana - dije otra vez, suspirando.

Creo que no hizo falta decir alguna otra palabra, me aferró a ella como ya estaba acostumbrada a hacerlo. Tal vez la ropa sobraba y ambas lo sabíamos. Me besaba a la vez que me guiaba a la cama y me recostaba.

Esa noche, cuatro paredes y el reflejo de la luna por la ventana fueron testigos de la forma en que ella me entregó su amor y la forma en que le regalé cada parte de mi ser. Fueron testigos de lo que conllevó un suceso imposible y aun así sucedió, de la casualidad que de tantos sitios en el planeta, yo fui a parar justamente al lado de ella.