Agujeros de gusano I

Un agujero de gusano es un túnel que conecta dos puntos del espacio-tiempo, o dos Universos paralelos. Los agujeros de gusano podrían conectar dos puntos del universo actual, o tal vez, en diferentes momentos.

Nueva historia, espero les guste. Tal vez tarde un poco más en subir los capítulos porque apenas la estoy escribiendo.

Ah y por cierto, muchas gracias por seguir la historia anterior, agradecida al 1000% con sus comentarios y valoraciones.

__________________________________________________________________________________

No recuerdo haber ido a trabajar ese día, sin embargo iba en un bus hacia algún sitio, tal vez hacia mi casa, tal vez no, no lo sé.

Miraba por la ventana el diluvio que caía en mi ciudad, solo eso, porque no se lograba ver ni la carretera. Admito que estaba asustada, luego todo fue oscuridad.

  • Está despertando, llamen al doctor, ¡MUEVÁNSE!

  • Se ve estable, esperen.

Abrí mis ojos lentamente.

Luces, ¿Por qué hay tantas luces?

  • Señorita, ¿sabe cuál es su nombre? – escuché a una voz ronca decir.

Por supuesto, ¿cómo no voy a saber mi nombre? S-soy… Soy…

  • Señorita, ¿puede escucharme? – volvió a preguntar, apuntando mis ojos con una muy molesta luz.

  • N-no haga eso – Dije mientras cerraba mis ojos por la molestia.

  • Necesito que me diga su nombre – Insistía aquel hombre.

¿Cuál era mi nombre? – Emm… Emma - ¿Emma? ¿En serio?

  • Bien señorita Emma, ¿sabe qué día es hoy? – Preguntaba ese hombre que aún no podía visualizar bien, era rubio, vestía de blanco.

¿Es que acaso morí? ¿Por qué este hombre hace tantas preguntas? ¿Para entrar al paraíso hay que responder tantas preguntas?

  • N-no lo sé – dije apenada.

  • Doctor, la paciente no tiene registro médico – Dijo una mujer que acababa de entrar apresurada a la habitación donde me encontraba.

¿Doctor? Oh, entiendo.

  • Emma, ¿recuerdas tu apellido?

  • N-no – Me costaba pronunciar las palabras.

  • Emma, has estado una semana inconsciente y… - No escuché nada más, una semana inconsciente, al parecer el bus donde iba tuvo un accidente, era lo más probable.

El doctor seguía hablándome y yo solo asentía, no tenía idea alguna de lo que me decía.

¿Por qué no puedo poner atención a lo que dice? Oh ya se va, se está despidiendo.

-A-adiós doctor – atiné a decir, me sonrió dulcemente y salió seguido de la que creo era una enfermera.

Intenté levantarme de la cama y luego de muchos intentos lo logré. Mi cabeza dolía, sentía las punzadas, me dirigí hasta una ventana y lo que vi hizo que casi me desmayara.

-¿Q-qué rayos ha pasado? – Me pregunté a mi misma, agarrando mi cabeza con ambas manos - ¿Una semana inconsciente? – Salí corriendo de aquella habitación, estaba casi desnuda y no me importó. Creí volverme loca al ver el “hospital” en el que me encontraba. Todo parecía una novela futurista, cintas transportadoras, puertas automáticas… ¿¡ALIENS?!

  • ¡AHHHHHHHH! – Grité casi en lágrimas.

  • ¿Qué hace usted aquí? Debería estar descansando – Me dijo la misma enfermera que fue a verme con el doctor mientras me tomaba del brazo.

  • ¡¿Dónde estoy?! ¡¿Qué año es?! – Estaba desesperada, me estaba volviendo loca.

La enfermera me miró extrañada – Agosto del 2134.

Creo que me había desmayado, cuando desperté ya había anochecido.

  • Esto es imposible – Susurré para mis adentros - ¡IMPOSIBLE! – Mis gritos debieron escucharse en todo el edificio, pues inmediatamente entraron 5 enfermeros.

  • ¿Quién fue el gracioso? – Pregunté casi llegando a la locura – Estuve una semana en coma y ya hay autos voladores, es totalmente imposible.

  • Señorita por favor, necesita descanso – fue tan dulce pidiéndolo que accedí, no quería ocasionar problemas y que me internaran en el manicomio.

Por Dios, había Aliens en este hospital, autos voladores fuera de mi ventana. Sé que no recuerdo casi nada de mi vida, pero estoy completamente segura que el bus donde iba el día de mi accidente NO VOLABA y mucho menos había ALIENS conversando como si fuese lo más normal.

Creo que estuve alrededor de dos semanas en el hospital – Emma – me llamó una enfermera, la que había estado cuidando de mi todo ese tiempo – Ten, esta es la dirección de tu nuevo hogar – Dijo mientras estiraba su mano con una pequeña tarjeta plateada con una dirección en ella. Al parecer el hospital se hacía cargo de las personas que por alguna u otra razón no tenían donde vivir luego de darlos de alta – Debes buscar un empleo, te empezarán a cobrar una renta en tres meses, pero no te preocupes – Me dijo sonriendo – las cuotas son mínimas, podrás vivir bien.

  • Muchas gracias – Le sonreí sincera – debo irme ya – Me apresuré a tomar la poca ropa que había conseguido allí – adiós.

Esto era totalmente nuevo para mí, estaba aterrada, no sabía cómo dirigirme a la dirección que me habían dado y ¿cómo podría tomar algún transporte? Todos los autos estaban por las nubes y yo bien pegada al suelo.

Resoplé, resignada y me dispuse a caminar. La verdad es que “el futuro” era muy bonito, a pesar del notable avance tecnológico, la naturaleza aún dominaba.

Caminé sin rumbo hacia un parque, todo estaba impecable, no transitaban muchas personas, unos cuantos niños con sus padres y una chica robusta que pasaba justo a mi lado, su rostro daba miedo. Estaba observándola cuando escuché pasos apresurados, aumentaban cada vez más, giré para ver quién se acercaba corriendo y no esperaba lo que venía.

Caí al suelo gritando de dolor, tapando con las manos mi nariz echa un mar de sangre.

  • ¡Esto te lo ganas por meterte con mi hermanita! – Escuché decir a una chica bastante enojada.

¿Pero qué rayos le pasa?

  • ¡¿Estás loca?! – estaba furiosa, con mis manos aun tapando mi nariz, estoy segura que en mi rostro se notaba mi inmenso dolor.

  • Mari no, ella no fue – escuché decir.

Una niña pequeña estaba al lado de esa mujer hecha una furia, al parecer esa era su hermanita.

  • ¿Qué? – preguntó la chica volteando a ver a su hermanita.

  • Ella no era la que me estaba molestando – creo que la nieve tenía más color que el rostro de la chica que me acababa de golpear.

  • Creo que me debes una disculpa – interrumpí, mientras me ponía de pie, con mucho esfuerzo.

  • Y-yo lo lamento, en s-serio, ella señaló hacia acá, diciendo que la estaban molestando y perdí el control, lo lamento – su voz estaba ahora mucho más calmada, sin embargo, no le respondí, me di la vuelta dispuesta a irme y olvidar aquello.

  • ¿A dónde vas? – me preguntó, adelantándose y prohibiéndome el paso.

  • Lejos de ti, no quiero que me golpees otra vez – le dije, en realidad, mi nariz dolía muchísimo.

  • No creas que dejaré que te vayas después de lo que te hice – se veía muy preocupada – déjame ayudarte – tomó mis manos y las bajó, dejando ver mi nariz rota – ven conmigo, arreglaré esto.

Fue la peor idea que pude aceptar, lloré como una niña cuando movió mi tabique para ponerlo en su lugar.

  • Creo que te odio – dije secando aun mis lágrimas.

  • En serio, lo lamento mucho, pero mira, ya está arreglado – me alcanzó un espejo y pude verlo, era cierto, mi nariz se veía mejor y… espera…

  • Mis ojos son… ¿verdes? – no recuerdo haber tenido ojos verdes.

  • Y muy bonitos – agregó ella.

Su comentario me descolocó, la miré confundida – gracias, después de lo que hiciste, lo mejor que puedes hacer es halagarme – le dije a modo de broma. Ella sonrió.

Hace mucho no me miraba en un espejo y la verdad era que no recordaba mucho mi aspecto.

  • ¿Por qué te sorprende? – me preguntó.

  • Al parecer tuve un accidente muy grave, estuve una semana inconsciente y justo hoy salía del hospital – le dije aun mirando mi reflejo y palpando mi rostro y mi cabello – no recuerdo mucho, la verdad no recuerdo nada – agregué mirándola – no sé si me creas o no, pero, el día de mi accidente no había autos voladores, ni nada de esto – dije señalando su moderno hogar.

  • ¿No recuerdas tu nombre? – me preguntó con cara de preocupación. Las expresiones de esa chica eran…

  • Emma – resoplé – solo Emma.

  • Bien Emma – levantándose de la silla – imagino que en el hospital te dieron una dirección – y extendió su mano.

  • Sí, aquí la tengo – se la entregué, mirándola esperando a que dijera que me iba a acompañar.

  • E imagino también que no tienes idea de cómo llegar – tomó su bolso y sus llaves.

  • Imaginas bien, Sherlock – bromeé, mientras me levantaba de mi lugar y fui caminando detrás de ella.

  • ¿Eh? – Se dio la vuelta de repente, haciendo que me detuviera bruscamente, quedando nuestros rostros a centímetros – M-mi nombre es Mariana – Dijo dando un paso hacia atrás.

  • Yo soy Emma – Había estado tan hipnotizada mirándola que olvidé que ya le había dicho mi nombre.

  • Lo sé – Y me sonrió de la forma más dulce – Abril regresó en un momento – dijo alzando la voz y dándose la vuelta otra vez. Supuse que su hermanita se llamaba Abril. Lo sé, soy muy inteligente.

  • Bien – miró la tarjeta y luego alzó su vista hacia tres cilindros de cristal que se encontraban en aquella cuadra – según esto, tu departamento está en la zona C, ¿ves? – agregó mostrándome la tarjeta.

  • Si – dije bajando mi mirada rápidamente hacia la tarjeta, para que no notara que llevaba rato observándola.

  • Esos cilindros que ves allí – señalando cada uno – te llevan a los colectivos de las distintas zonas, A, B y C – me tomó de la mano y empezó a caminar – este es el de tu zona, sígueme, ya sabes cómo ir a tu departamento cuando vengas a visitarme – dijo sonriendo.

  • ¿Qué te hace pensar que vendré a visitarte? – dije mirándola incrédula.

Se volteó a verme con una mirada entre desafiante y pícara – debo ser la única que persona que conoces.

Dio en el punto, tenía razón, solo pude sonreírle, vencida.

El trayecto duró unos diez minutos, en el camino Mariana me contestaba cada pregunta curiosa que le hacía sobre lo que veía.

  • ¡Emma! - Me regañó golpeando la mano que tenía levantada - no señales a las personas así.

  • Esas no son personas - le dije susurrando y abriendo mis ojos, asustada - son... son - pensé y le pregunté - ¿Qué rayos son? - aun susurrando.

  • Son seres mas evolucionados que nosotros, comportate - parecía mi madre.

Resignada, dirigí mi mirada hacia aquellos seres. La verdad es que si parecen humanos, aunque muy larguiruchos y flacos, dan un poco de miedo, tal vez hasta estos sean guapos entre su especie.

Una risa me sacó de mis pensamientos - ¿Qué te pasa? - le pregunté confundida.

  • Haces una mueca muy graciosa cuando piensas, Emma - dijo aun entre risas.

  • ¿Estabas mirándome? - Touché. Su nerviosismo era obvio, pero su respuesta no me la esperaba.

  • La verdad, sí - confesó - eres una persona muy curiosa y si vienes del "pasado" como dices, me gustaría tener una charla contigo - finalizó.

  • Ya estamos charlando Mariana, además, no serviría de mucho hablar del "pasado", no lo recuerdo - dije volteando mi mirada al lado opuesto de donde estaba ella.

  • Tal vez hablarlo te ayude a recordar, no seas testaruda.

Al llegar a nuestro destino, tomó mi mano como si fuese una niña pequeña, "No quiero que te pierdas", me dijo.

  • Bien, ahora, para entrar al edificio necesitas un acceso, ten - me devolvió la tarjeta plateada - en este panel debes poner la tarjeta para que ella escanee el código que ves aquí - continuó - luego te pedirá tus huellas dactilares y te pinchará el dedo para tomar una gota de sangre - finalizó sonriendo.

  • Una gota de sangre más desperdiciada - le dije.

  • Ya basta Emma - me reprochó - ya te pedí perdón, ¿quieres que me arrodille? - preguntó enojada.

  • Sí - estaba a punto de hacerlo, cuando no pude evitar reir y detenerla - no seas tonta, solo estoy bromeando.

  • En el "pasado" eran muy bromistas - dijo intentando seguir enojada.

  • Al parecer - le sonreí y ella me sonrió de vuelta.

El departamento era muy espacioso, agradable y MUY limpio.

  • Increíble - dije poniendo las manos en mi cara - ¿qué es esto? - pregunté señalando... todo.

Mariana carcajeó - eres tan tierna - ¿Tierna?.

  • Quiero decir, mira esto - le dije, señalando de nuevo todo el departamento.

La sala era circular, tenía una mesa a un costado que hacía de comedor, ya que la cocina le seguía. Al otro costado había una especie de recibidor, con muebles blancos impecables y un pequeño cuadro en el centro. Mariana notó mi mirada curiosa hacia aquel pequeño rectángulo.

  • Es la holovisión - me dijo.

  • ¿La qué? - pregunté notablemente confundida.

  • Mira - y activó el aparato.

  • Oh ya entiendo, es una televisión pero más cool - reí para mi.

  • No se de que hablas, pero supongo que sí y ya ves, recuerdas algo de tu época - dijo emocionada.

  • Si, al parecer si - la miré emocionada también - sigamos viendo.

La cocina parecía todo menos una cocina.

  • ¿Esto es una especie de transformer o algo así? - pregunté palpando aquello.

  • Emma, lo único que tienes que saber usar es esto - salió un holograma con forma de menú de restaurant - aquí - dijo señalando un rectángulo de cristal - pones tu dedo - tomó mi pulgar y lo llevo allí - él sabrá las comidas que te gustan y las que te convienen comer cada día.

  • Esto es... IM-PRE-SIO-NAN-TE - Mariana reía con cada cosa que salía de mi boca.

La habitación era todo un sueño. La cama era desplegable, salía de la pared, no necesitaba apoyos y era increiblemente suave. Tenía un pequeño escritorio ovalado con múltiples funciones según mis necesidades, funcionaba también con mi huella dactilar. El baño tenía una de esas duchas individuales de la cual salían los chorros de agua de cada cara del rectángulo, programable.

Fue una tarde de total descubrimiento para mí, aunque aun quedaba un problema, el empleo.

  • ¿Quieres quedarte a cenar? - le pregunté una vez sentadas en los sillones de la sala - te prepararé algo delicioso - le dije subiendo mi pulgar y flexionandolo.

  • Estoy segura de ello - dijo riéndose - sorpréndeme.

  • ¿Has probado una hamburguesa doble? - con la mirada más provocativa que he podido hacer.

  • ¿Hamburguesa? - me miró sin tener idea de qué hablaba.

Mi rostro pasó de sexy a serio - ¡Qué pecado! - exclamé - Te encantará - le dije divertida.

  • ¿Recuerdas como hacer una? - la verdad solo recordaba el nombre.

  • No necesito recordarlo, preciosa - y le guiñé un ojo.

Pude notar que se sorprendió de mi actitud, pero no le enfadó, su cara sonrojada y su media sonrisa, no podría significar que estuviera enojada.

Las hamburguesas salieron al instante - definitivamente amo esto - dije mientras llevaba la comida y las bebidas a la mesa.

  • ¿Cómo se come? - ahora la tierna era ella. No le respondí, tomé aquella enorme hamburguesa entre mis manos y le di una gran mordida.

  • Oh... - e inmediatamente me imitó. Pude notar como sus ojos brillaron al probar aquella delicia, sonreía y... ¿Sus ojos son grises? Son muy bonitos ahora que los veo bien, su nariz es pequeña, ¿Su boca? Oh... Que hermosa, me sonríe, se ve más hermosa sonriendo, me gusta como caen las ondas sobre sus hombros ¿eh? creo que me está diciendo algo, no quiero imaginar la cara que tengo.

  • ¡Emma! - gritó - ¿estás aquí?

  • S-si, ¿qué pasa? - recién volvía a la realidad.

  • Te decía que esto está delicioso - Abría sus ojos, tal cual una niña pequeña con juguete nuevo.

Se ve tan emocionada, hasta es hermosa su manera de comer, pero... Por Dios, excelente momento elijo para detallarla. Espera... se ensució un poco la boca de salsa, creo que me está hablando de nuevo, ¡préstale atención tonta!

  • Por amor a Dios, ¡EMMA! - gritó frunciendo el ceño.

  • L-lo lamento, te buscaré una servilleta - solo eso pude decir.

  • Al parecer si prestabas atención a lo que te decía - dijo volviendo su rostro a estar tranquilo.

  • Ten - no sé por qué lo hice, no sé que me incitó a hacerlo, estiré mi brazo para darle la servilleta y ella estiró el suyo para tomarla, sin embargo, tomó mi mano en su lugar y la llevé hasta su boca.

Tiene muy bonitos labios... me esta mirando, está diciendo algo, otra vez, ¡reacciona!

  • Listo - solo pude sonreírle.

  • Gracias - alcanzó a decir - creo que debería irme.

  • Es un poco tarde, ¿quieres quedarte? - ¿En serio Emma? Hay una sola cama, ¿quieres que te de un ataque cardíaco esta noche?.

  • Me encantaría acompañarte - dijo sonriendo- pero, mañana debo ir a trabajar - bajando la mirada.

  • Esta bien, no te preocupes, nos veremos en otra ocasión - intentando sonreír.

Fuimos hasta la puerta y de repente ella giró en un brinco emocionada - ¡Emma! - como si se le hubiese ocurrido la más grande de las ideas - Ven a trabajar conmigo, estoy segura que no tienes empleo y que necesitas uno - sin dejar de sonreír.

  • ¿De verdad? - al borde de la emoción máxima - eso sería estupendo - y me lancé en un abrazo hacia su cuerpo, la apreté contra mí, no quería soltarla y por la fuerza que ejercían sus manos sobre mi espalda, creo que ella tampoco, estaba cómoda, pero su voz me sacó de mi trance.

  • Bueno, tomarás el bus de la estación A, nos encontraremos allí - sonreímos como tontas, se acercó a mi y posó sus labios en una de mis mejillas. Estuvo un par de segundos ahí, como si quisiera que su beso quedara tatuado - hasta mañana Emma - el rubor en sus mejillas se estaba convirtiendo en mi color favorito.

  • Adiós Mariana - la besé, tal y como ella lo hizo, solo que mis labios se desplazaron un poco mas hacia la comisura de los de ella. Se estremeció, lo sé, lo sentí.

Me sentía embriagada, embriagada de algo que no recordaba haber sentido, era nuevo, puro y... hermoso, sí, como ella.

Me quedé dormida con ella en mis pensamientos, ansiosa de que amaneciera, ansiosa de verla.

Olvidé preguntarle de qué trataba el empleo. Tonta.