Águila blanca. Serpiente Negra.02.

“Serpiente negra”, el vil hermano mayor del líder del clan, irrumpe en el poblado acompañado de su sádico hijo Yaotl, ejecutando una cruel venganza sobre la familia de “Águila blanca”. Violación a la cuñada y empalamiento del líder.

“Serpiente negra”, el vil hermano mayor del líder del clan, irrumpe en el poblado acompañado de su sádico hijo Yaotl, ejecutando una cruel venganza sobre la familia de “Águila blanca”. Violación a la cuñada y empalamiento del líder.

La escena que estaba viviendo en el poblado era dantesca.

Jatziri, la hermosa rubia mujer del jefe, estaba abrazada a “Águila blanca”, su marido, que permanecía colgado de la rama de un árbol, con los brazos completamente abiertos y clavados al tronco con varios puñales que atravesaban su carne y su piel por siete puntos distintos, con la capa de plumas blancas que llevaba puesta, totalmente bañada en su propia sangre.

“Serpiente negra”, el hermano del jefe de la tribu a la que estaban masacrando en ese mismo instante, con la maldita polla durísima desde que estuvo manoseándole los turgentes pechos a su cuñada en contra de su voluntad, se preparaba para violarla sin piedad.

Itzcoatl agarró la preciosa falda esmeralda que llevaba puesto Jatziri y se lo rasgó con toda su mala hostia, dejándola desnuda de cintura para abajo, con los restos de la prenda destrozados colgándole por la parte delantera de su cuerpo.

-Por todos los Dioses… Menuda hembra – el malvado agresor elogió la excelente figura femenina que estaba a punto de mancillar.

Agarró ambas nalgas y se las amasó, abriéndolas y cerrándoselas con saña, queriendo causarle daño y humillación hasta el máximo extremo posible. “Serpiente negra” sentía profundas palpitaciones de puro gozo en su miembro, iba a disfrutar de aquello como nunca. El malvado ser lamió con deseo el pequeño tatuaje de la silueta de dos pájaros que su cuñada lucía en el omoplato derecho, símbolo habitual con el que las mujeres de ese clan marcaban esa parte de su cuerpo cuando parían un hijo sano. Dos bellas hijas, dos tatuajes.

Las jóvenes hermanas sollozaban. Todavía no podían creerse lo que le estaba pasando a su familia. No lo entendían en absoluto. ¿¿Por qué su tío y su primo se habían vuelto así de locos?? ¿¿Y por qué sentían tanto odio hacia ellos precisamente?? Pero las respuestas a aquellas incógnitas todavía tardarían en llegarles.

-¡Deja a mamá en paz! – exigió Eleuia, la mayor de las hermanas.

Mientras Mazatzin, la más joven, se tapaba los ojos para no tener que enfrentarse a los terribles hechos que estaban sucediendo, y los que todavía les quedaban por vivir.

Itzcoatl de pronto soltó los cachetes deliciosos de su cuñada, se acercó a paso rápido y firme, con el ceño fruncido, a Eleuia y le soltó un tremendo bofetón con la mano girada que no la tiró al suelo porque la sujetaban dos hombres para que no escapara.

¡¡¡PLASSSSSS!!!

-¡AAH! – se quejó “Deseo”, quedándose muda por la impresión.

-¡Como vuelva a oír un solo grito haré que te arrepientas! ¡¿¿Me has entendido, zorra??! -

La mayor de las hermanas asintió llorando copiosamente en silencio. Se sentía completamente aterrorizada. Jamás la habían preparado para algo así. Ella estaba destinada a formar una familia, a engendrar al siguiente líder del clan. A una vida de tranquilidad dentro de lo que cabe. Ahora… ahora todo su mundo se había desmoronado. Todas sus creencias. No podía tener ni idea de lo que pretendían hacerles esos desalmados a sus padres… y menos podía comprender hasta qué punto iba a cambiar su vida y la de su hermana menor a partir de ese instante. Solo tenía claro que aquello no estaba del nada bien y que todos en su familia iban a sufrir muchísimo.

Acto seguido, “Serpiente negra” se giró hacia Mazatzin y le tiró muy fuerte de su pelo rubio oscuro, separándole sus manitas de la cara.

-Y tú más te vale que miras y aprendas lo que un hombre espera de su mujer – le dijo Itzcoatl, fijando sus orbes azabache en los azules de la niña.

-¡¡ME DAS ASCO!! – gritó la pequeña.

-Como si eso me importada demasiado… ¡jajajajaja! – le respondió de manera sarcástica el hombre que casi le triplicaba la edad, y luego soltó una potente risotada.

Sin previo aviso, “Serpiente negra” apretó sus labios contra la jugosa boca de su pequeña presa y comenzó a morrearla con verdadero deseo ardiente creciéndole en las entrañas. La joven “Venadito” le mordió y escupió a su tío en la cara. Escupitajo que Itzcoatl le devolvió dentro de su boquita de niña y que le hizo sentir arcadas. Pero no llegó a vomitar.

-Vosotros aseguraos que no vuelvan a hablar y que vean todo lo que le haga a su madre – les ordenó a sus hombres.

Éstos se afanaron a cumplir con ese mandato. No querían ser ellos los receptores de la famosa ira de Itzcoatl. Así que, mientras unos sujetaban a cada niña tapándoles las bocas, otros mantenían sus cabezas rectas y los ojos bien abiertos. Eleuia y Mazatzin quedaron así incapacitadas para quejarse por nada que pasara, y obligadas a ser testigos indefensos de la tragedia que les ocurriría a sus progenitores.

El malvado semental se acercó a su cuñada y la hizo atar cara a cara abrazada al cuerpo ensangrentado de su marido “Águila blanca” con una cuerda robusta. El hombre que había sido un poderoso líder, ahora se debatía entre la vida y la muerte por la pérdida constante de aquel líquido vital carmesí que iba derramándose sobre el suelo del bosque. Los enamorados se besaron suave en los labios una última vez.

Jatziri intentaba mantenerse firme y no llorar, por su marido moribundo, y sobre todo por sus pequeñas hijitas, que estaban siendo obligadas a mirarlo todo. Debía mantenerse valiente por ellas.

-No puedes llegar a imaginar la de veces que he soñado con poseerte – le dijo “Serpiente negra” junto a su oído, acariciándole al mismo tiempo el cuerpo desde atrás, sus pechos y su estómago, las caderas y los glúteos.

-Haz lo que tengas que hacer maldito cobarde – le replicó rabiosa la mujer a su cuñado.

-Oh, no hace falta que me des permiso, mi querida Jatziri jajajaja – respondió aquel cabrón de ego inflado hasta las nubes.

El salvaje ser se apartó la túnica a un lado, sacó su durísimo pollón elefantino de su taparrabos y la agarró con fuerza apretándoselo. Joder estaba excitadísimo. La polla de Itzcoatl era descomunal. Gruesa como una lata de refresco, y larguísima. Debía llegarle hasta las rodillas. Muy oscura, como el resto de su piel. Inflada hasta el extremo y surcada por multitud de venas hinchadas. El capullo era mucho más grueso que el resto del tronco, como una pera invertida. Sus enormes cojones negros colgándole en la base le hacían juego a aquella cosa imposible, todo ello rodeado por una abundante mata de pelos retorcidos y ásperos.

Además, el tatuaje piel de serpiente que llevaba el violador por todo cuerpo, cara, brazos y piernas, también lo tenía en su polla y huevos. Realmente verla erecta y en la espléndida de su figura aterrorizaría a la más puta de las mujeres. Las jóvenes Eleuia y Mazatzin se sorprendieron muchísimo al ver eso. Habían visto la de su padre, “Águila blanca”, que era de un tamaño generoso, y aquello era un aparato descomunal y monstruoso en comparación. Estaban alucinadas con el tremendo pollón de su tío, como lo habría estado su madre si hubiera podido girarse para ver lo que estaba a punto de caerle encima.

“Serpiente negra” se acercó a su víctima. No se molestó ni en escupirle a la hembra en su coño reseco de puta. Quería que le doliese hasta el alma con cada embestida. Sencillamente la agarró de su cadera y empujó contra ella con toda la mala hostia que llevaba reservándole dentro de su oscura alma durante años, incrustándole su firme miembro viril espantoso, quedando dos terceras partes fuera de su raja.

-¡¡¡AAAAAAAaaaaAAAAAAaaaaaaAAAAAAHH!!! – la mujer rubia soltó un alarido ensordecedor cuando sintió aquella enorme anaconda de puro hierro ardiente atravesándola y desgarrándole su zona más sensible.

-¡CALLA MALDITA PUTA ESCANDALOSA! – exclamó su cuñado el violador.

Mostrando que no tenía piedad, “Serpiente negra” se retiró de su interior y embistió de nuevo contra su vagina dolorida con todavía más saña.

-¡¡¡¡AAaAAaaAAaAAaAAHH!!! ¡¡¡NOOOOOOOOOOOO!!! – aunque Jatziri se había prometido no armar un bochornoso espectáculo a su esposo y sus hijas, no pudo contenerse.

Acto seguido, Itzcoatl inició un folleteo brusco, rudo, animal, con el que pretendía destruir no solo el cuerpo, sino al mismo tiempo también la cándida alma de la zorra de su cuñada. Con cada dura empotrada pretendía ser capaz de profundizar más y más en el rico coño de aquella cerda que tan cachondo le ponía.

Ante semejante espectáculo, el moribundo “Águila blanca” no apartaba sus orbes de los de su amada esposa, intentando mantenerse él firme por los dos. Lo cual era bastante difícil, pues cada vez que el desalmado de su hermano mayor empotraba a Jatziri contra él, podía notar los enormes cojones llenos de leche de “Serpiente negra” golpeándole a él su entrepierna. Toda aquella situación era demasiado… Cualquiera que viviese algo parecido tenía que acabar loco. Y sus hijas allí viéndolo todo… sus queridas “Venadito” y “Deseo”, tan jóvenes, moldeables, indefensas.

Itzcuauhtli se odió a si mismo por saberse el causante del origen del profundo odio y oscuro deseo de venganza de su hermano mayor Itzcoatl. Pero aquel sería un secreto que pensaba llevarse a la maldita tumba. No había mantenido silencio por tantos años para terminar rindiéndose ahora que estaba llegando su fin. Ya rendiría cuentas con quien tuviera que hacerlo en la otra vida.

-¡¡SIIIIIII!! ¡¡QUE COÑO TIENES CUÑADA!! ¡¡ME ENCANTA FOLLARTE!! – “Serpiente negra” elogiaba así a la hembra que mancillaba. Realmente estaba disfrutando de lo lindo violándola.

-¡¡AAAAaAAAAaAAAAaAAAAaaAAHHH!! – la pobre Jatziri no hacía más que aullar como una perra.

Al tener su vagina completamente seca, cada vez que su cuñado arremetía contra ella, insertándole su duro y enorme pollón negro ya casi hasta los putos huevos, la desafortunada hembra notaba como el interior de su zona más íntima y sensible se rajaba, se desgarraba a cada embiste de aquel hijo de la gran puta, que la martirizaba con su descomunal rabote, causándole un grandísimo dolor punzante.

-¡¡¡NNGGGGHHHAAAAAAGGGHH!!! – la mujer del moribundo jefe comenzó a soltar potentes quejidos guturales.

Y cuanto más se quejaba ella, más lo disfrutaba él.

-¡¡APRENDE LO QUE ES FOLLADA POR EL RABO DE UN VERDADERO SEMENTAL Y NO POR ESE RIDÍCULO GUSANO QUE LE CUELGA A TU MARIDO ENTRE LAS PIERNAS !! – le dijo Itzcoatl.

-¡¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH!! – más gritos desgarradores como respuesta.

Sus embestidas eran bestiales y tremendamente dolorosas para Jatziri, que deseaba morir en ese preciso instante, para no tener que soportar ni una sola penetración más. “Serpiente negra” violentaba su orificio con sadismo, sintiéndose tan caliente que creía que perdía la cabeza. Agarró a su víctima por el cuello, ahogándola con una mano y la otra la puso en su cachete, aprisionándolo con saña entre sus firmes dedos.

La sangre que manaba del coño de su cuñada comenzó a actuar como lubricante, lo que permitió por un lado que las brutales penetraciones no resultasen tan increíblemente dolorosas para la mujer de pelo castaño claro, pero en contra su violador ahora podía meterle más profundo aquella gigantesca anaconda negra que tenía por rabo.

-¡¿¿TE GUSTA MI REGALO PUTA DE MIERDA??! ¡JODER COMO VOY A DISFRUTAR PREÑANDOTE QUERIDA CUÑADA!! – espetó el negro.

-¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO!!!!! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!! ¡¡¡¡ITZCOATL NO POR FAVOOOOOR!!!! – Jatziri sacó fuerzas de donde no las tenía para lograr responderle a aquel animal salvaje que la violaba.

“Serpiente negra” empotraba a su cuñada con una violencia descomunal. El sonido de sus enormes y colgantes cojones oscuros golpeando contra el cuerpo de ella y de su hermano menor era constante, cada vez más rápido e intenso. El bastardo agarró a la mujer de su coleta castaña clara y tiró con fuerza hacia atrás, para que levantara la cabeza.

-¡¡¡MIRA A TU MARIDO CERDA!! ¡¡¡QUIERO QUE LO MIRES MIENTRAS TE PREÑO!!! – dijo el malnacido, aumentando cada vez más y más la velocidad a la que se follaba a la esposa de su odiado hermanito.

Jatziri fijó sus pupilas marrones en los orbes negros de “Águila blanca” y lloró en silencio. Se había rendido. Itzcuauhtli también lloraba mirando a su esposa siendo mancillada y torturada de aquella cruel manera por ese hombre que era sangre de su propia sangre, y sabiéndose culpable de todo. La vida escapaba de él con cada chorro de sangre que caía al suelo de su multitud de heridas abiertas.  Susurró un:

-Perdóname… - sin apartar la mirada de su amada Jatziri.

-¡¡¡NO ES ELLA QUIEN TE TIENE QUE PERDONAR HIJO DE LA GRANDISIMA PUTA!!! – rugió “Serpiente negra”, y acto seguido añadió – ¡¡YAOTL, AHORA!! – avisando a su hijo de algo que tenían planeado de antemano.

El joven sádico de orbes bicolor, que había permanecido atento a la espalda del jefe del clan “Águila Blanca”, arrancó el taparrabos a su tío, y apartó su larga capa ensangrentada. Así pudo situar la larga lanza blanca con plumas que le ha quitado a aquel bastardo, bien firme con ambas manos, y con el extremo más afilado de la flecha contra su culo. Estaba claro lo que pensaba hacer.

-¡¡¡¡ITZCOATL NOOOOOOOOOOOOOOO!!!! ¡¡TE LO RUEGOOOOOOOOOO!! – suplicó Jatziri, que podía ver claramente las sádicas intenciones de su cuñado y su sobrino, por cómo estaba amarrada.

-¡¡QUE TE CALLES PUTA DE MIERDA! ! – le replicó su violador.

Entonces, en un acto de extrema maldad, “Serpiente negra” sacó su gigantesca anaconda negra dura como una maldita piedra, la extrajo del todo del coño ardiente de su cuñada. Vio lo hinchado, enrojecido, ensangrentado y dilatado hasta lo máximo posible que lo tenía y se alegró.

-¡VOY A FOLLARTE TAN DURO CERDA QUE JAMAS VOLVERAS A SENTIR NADA SI NO SOY YO QUIEN TE PENETRA CON MI DURA POLLA DE SEMENTAL! – amenazó él.

Tras aquello, Itzcoatl agarró las caderas de su hermosa cuñada rubia de orbes celestes, y embistió contra ella con la misma saña de antes, pero ahora al estar más dilatada y lubricada, consiguió ensartarle su elefantino trabuco hasta las putas pelotas de un solo embiste.

-¡¡¡AAAAAaaaaaaaaAAAAAAAAAAaaaaaaaaAAAAAAAAAAAHH!!! – ella comenzó a aullar de nuevo, adolorida hasta el infinito una vez más.

-¡¡ASI CERDA DEL DEMONIO!! ¡¡¡GRITA MAS ALTO!!! ¡¡ME PONES A MIL!! – fue la respuesta que recibió de su cuñado de piel oscura y orbes azabache.

-¡¡¡AAAAaAAAAaAAAaaAAAAaAAAAaAAAaAAA!!! – gritos y más gritos de Jatziri.

“Serpiente negra” inició entonces una follada intensa, profundísima, tenía que estar destrozándole el puto estómago a esa zorra. La empotraba con tal rabia que parecía que quisiera sacarle el jodido capullo por la boca. La velocidad de sus penetraciones era vertiginosa. El semental furioso rugía como un animal salvaje. El dolor que sentía Jatziri al ser violada con esa monstruosidad de rabo era inhumano. Insoportable. Le ardía todo por dentro, sufría punzadas incesantes en su útero y su vagina, y sentía su conducto tan lleno y expandido por la imposible cantidad que estaba cobijando dentro y a lo bruto, que le daba la sensación de que, en cualquier momento, ese malnacido la rajaría partiéndola en dos por la violencia salvaje de sus acciones.

Yaotl tenía que esperar a que su padre se corriera para empalar al cerdo de su tío, pero no pudo estarse quieto.  Sin pensárselo dos veces, de golpe penetró el estrecho ano de “Águila blanca” con el extremo afilado de la flecha de su propia lanza, sodomizándole y torturándole con ese afilado objeto que le destroza las entrañas. El jefe no quiere morir de manera indigna, así que se aguantó las tremendas ganas de gritar que sintió. Solo esperaba que ese cabronazo terminase pronto con todo aquello, y rezó a los Dioses que tuvieran la bondad de llevarse pronto con ellos también a su esposa Jatziri, y a sus hijas Eleuia y Mazatzin, para que no tuvieran que sufrir terribles tormentos a manos de esos psicópatas de su propia familia. Pero esa última petición no fue atendida.

Cuando llegó el momento que “Serpiente negra” ya no pudo soportarlo más y notó que le venía el clímax. Empotró una última y bestial vez a su cuñada, clavándole su pollón enorme larguísimo hasta lo más hondo de su raja de puta y comenzó a correrse con el gustazo más enorme de su vida directo a su útero.

-¡¡AAAAAAAAAHHH!! ¡¡SIIIIIIIIIIII!! ¡¡¡JODEEEEEEEEEEER!!! – exclamó el violador en éxtasis. Tras tantos años esperando y planeando su venganza, por fin la estaba llevando a cabo, y las sensaciones que recibía a cambio eran increíblemente intensas y retorcidamente placenteras.

-¡¡¡NONONOOOOOOOOOOO!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!! – la de pelo castaño claro se hundió en la impotencia cuando notó como aquella polla monstruosa comenzaba a soltar literalmente lo que parecían ser litros infinitos de leche.

Itzcoatl, inundó el coño de su hermosa cuñada con potentísimos chorretones de lefa. Tanto se corrió en su interior, que la barriga de Jatziri había quedado visiblemente abultada.

Al ver que su padre se corría, el sádico con peinado mohicano, empujó con toda su maldita fuerza la lanza dentro del culo de su tío, apoyó el extremo inferior contra una roca y agarrando el cuerpo del jefe de la tribu “Águila blanca” para tirar de él hacia abajo y atrás, consiguió empalarlo en tiempo récord.

-¡AAaAAAaaAAGHHhhHHhhHH…! – fue todo lo que pudo decir el jefe empalado.

El de orbes bicolor era tan sumamente sádico, que al ver lo que había hecho casi se corre del puto gusto él también. Pero prefería reservarse para lo que vendría a continuación, que sería de largo muchísimo más placentero que eso.

Cuando Jatziri se dio cuenta que a su marido le salía el extremo afilado de su propia lanza por la boca, y entendió que él había muerto a manos de su sobrino, mientras el indeseable de su hermano mayor se corría dentro de ella con intención de preñarla, se quedó completamente en shock. Pálida y muda, sin poder apartar la mirada de su amado “Águila blanca”, a quien seguía forzosamente abrazada por las ataduras.

“Serpiente negra” se apartó medio paso y dejó que su anaconda se fuera retirando del cálido interior del coño de la puta de su cuñada poco a poco. A medida que su larguísimo pollón de negro se iba desinflando, de la raja temblorosa y maltratada de Jatziri manaba como una jodida fuente de espesa leche de semental que el bárbaro había dejado en su interior. Cuando finalmente se la sacó del todo, su coño palpitante continuó chorreando esperma un rato más, hasta que su barriguita quedó desinflada y ella vacía y destrozada, tanto física como emocionalmente.

-A ELLA NI TOCARLA. LA QUIERO VIVA - ordenó el violador a sus hombres.

Su intención inicial había sido matar a la cerda de su cuñada tras violarla. Pero había gozado tanto torturándola con su polla, que decidió conservarla para futuros placeres violentos y lascivos.