AGOSTO DE 1978_En cama de mi primo Kiko en Aguiño.
Cuarta entrega de las aventuras de Nando. En este episodio su primo Kiko le rompe el culo en el silencio del amanecer del 15 de agosto de 1978 en Aguiño. Espero qué lo disfrutéis.Gracias por vuestros comentarios.
AGOSTO DE 1978_En cama de mi primo Kiko en Aguiño.
-Primo ¿estás dormido? Me zarandeaba ligeramente mientras me preguntaba una y otra vez al oído si estaba dormido.
Sólo recibió por respuesta el leve ronroneo de mi respiración y mis ojos aún cerrados.
-¡Nando! Me decía mientras esperaba mi reacción en silencio. Me hablaba al oído pero yo dormía o eso creía.
-¡Despierta, los mayores ya duermen. Hazme sitio.
Mi cuerpo se desperezó y se incorporó en la cama con cierto temor. Era evidente que no estaba muy acostumbrado a que alguien interrumpiera mi sueño. Me hice a un lado para que se acostara a mi lado. Sudaba y temblaba a la vez. De nuevo me volvió a sorprender el intenso calor que emanaba ese cuerpo semidesnudo. Giré mi cabera hacia adelante. Mi mano acarició ligeramente su pecho sin rastro de vello. Me puse a juguetear con mi lengua en la enredada pelusilla de su sobaco y aspiré el olor a sudor fresco de niño que ha sudado corriendo y no se ha lavado. Le comí los sobacos y los vellos que crecían en esa parte pero, en lugar de detenerme un poco más para lamerlos, me lancé a lengüetear sus durísimos pezones. Deje que mi mano bajara, rápidamente rozando su ombligo hasta dejarla parada en los alrededores de su vello púbico y terminé agarrándole el paquete con una mano. Se lo agarré notando cómo su polla vibraba entre mis manos. Me abalancé sobre su rabazo que ya babeaba y el gustillo amargo que rezumaba la punta de su endurecido capullo no me supo, a rabo de niño. Olía como los calzoncillos de mi padre.
-Eso está mal. ¿No?- me preguntó Kiko.
Necesitaba que le confirmase su hombría. Aquel primo del pueblo era un inocentón, quizás tenía también algo de miedo, pero finalmente se terminó relajando y lucía un empalme primoroso. Me embadurné la mano con su líquido pre seminal y me la pasé por mi culo aún pringoso de la crema que me había aplicado antes. Todo ayuda, pensé. Así entrará de cine.
-Comparado con el tuyo es pequeño. Vaya cacho pollón te gastas, primo-me dijo.
-Soy mayor que tú, es normal que mi polla sea más grande- le contesté. Pero la tuya es grande y gorda para tu edad.
-Sabe dios cuántas pollas ya habrás conseguido meter dentro de este culazo que tienes, primo. Joder es suave pero está durísimo. Cómo me estás poniendo me susurraba al oído para que sólo yo pudiese oír cómo estaba de salido.
-No muchas- le mentí. No sabía si decirle la verdad o seguir fingiendo una experiencia como pasivo que yo aún no tenía.
- No me digas ahora que es tu primera vez, porque no te creo.
-¡Lo creas o no es la verdad!-Le dije ofendido. Tenía un poco de miedo al dolor- El nabo de Kiko era mucho más gordo que el de Josema pero mis ganas de comer polla y ser taladrado por primera vez y por un buen nabo terminaron actuando por mí.
-He aquí, tu añorado culito- murmuró antes de comenzar a pasar la lengua por mi raja. Cuando dio con mi ojete le soltó un lametón, y lanzó un leve escupitajo. Uno de sus gordos dedos se aproximó en exceso a esa hendidura y con la ayuda de un nuevo y placentero lametón comenzó a presionar.
-Ve despacio que esta algo cerradito-le dije yo mientras soltaba un ligero gemido.
Mi culo no tardó en abrirse pensando que no había nada malo en dejarse lamer por esa lengua, un poco más dentro. Pero el dedo invasor le advirtió de que tal vez no hubiera sido tan buena idea seguir babando el ojete para que se abriese aún más.
-Dame por el culo, primo. Rómpeme el ojete como haces con esos amigos del barrio. Lléname de leche.
Comenzó a girarlo de un lado a otro haciendo que mi culo se fuera dilatando a marchas forzadas. Sentía dolor pero necesitaba tener su polla dentro de mí. De todos los regalos que me había hecho mi primo esa noche éste era sin duda para mí el que más placer me estaba dando.
-¿Así preparas a tus amiguitos antes de ensartársela toda dentro?
Mi primo aprovecho mi desesperación por saber de su vida para meter tres de sus gruesos dedos en mi ojete y comenzó a girar la mano de un lado a otro logrando que mi culo fuera dilatando con más rapidez de la esperada.
Grité al notar como ese grueso capullo intentaba hacerse paso y Kiko volvió a darme un par de lamidas mientras me decía.
-No hagas ruido, Nando. Vas a despertar a los mayores.
Mi ojete necesitaba algo de lubricación antes de ser profanado por semejante obús. Volvió a escupir y ya no había dudas de que mi pasadizo estaba casi listo para alojar su larga y venosa polla. Mientras iba calzándomela centímetro a centímetro me confesó al oído:
-Es que siempre has tenido mucho vicio, primo. Cuántas pajas me he hecho este año pensando en tu polla. El verano pasado, tú creías que yo dormía pero te oía gemir mientras te pajeabas. Cuando te dormías yo también me la cascaba pero pese a mis esfuerzos no me salía ni gota. Ahora ya me sale leche, verás cómo te voy a inundar ese culazo.
- Qué sorpresa más agradable ver cómo te ha crecido la polla! A mis amigos no le sale ni la mitad de leche.
-Voy a follarte, primo. Verás la de leche que me sale!
-Lo estoy deseando, Neno. Dale.
La polla empezó a enterrarse mientras mi cuerpo se retorcía. La espalda se me arqueo a medida que su rabo se metía en mi prieto culo.
-Ay, joder-Grité.
-No grites. Solo un poco más. Tengo que abrírtelo porque lo traías bien cerradito
-¡Te lo dije!- Grité al ver como la lenta penetración me partía el culo en dos. Soy virgen-le confesé aunque estaba convencido de que no me creía y seguía taladrando mi interior agarrándome por la cinturas con toda la fuerza que le permitían sus brazos musculosos .
A pesar de lo hinchado y lo gordo que era ese nabo, su polla empezó a deslizarse hasta que sus pelotas dieron con mis los prietos cachetes de mi culo.
Me los abrió y empujó un poco más. Sentí sus huevos rozarme el perineo
-Aquí la tienes, primo. Toda tuya –dijo entre susurros entrecortados.
-Dios, la noto toda dentro. Déjame ver- le dije mientras alargaba la mano hasta su polla para comprobar que estaba toda enterrada. Hasta la base.
Su fuerte brazo me rodeaba el pecho haciendo imposible cualquier intento por apartarme. Notaba su caliente aliento dándome en la nuca y su respiración algo entrecortada.
Agité el culo para lograr un acople pleno y el suspiró me llenó de un gozo que nada tenía que ver con el que experimenté días atrás tocándome yo sólo con mis dedos.
-Que culazo tienes, cabrón.
Empezó un lento mete saca haciendo que todo mi ser se estremeciera y seguí apretando su polla con los músculos interiores de mi culo.
-Qué gusto por dios. Estoy sudando y siento escalofríos- le confesé.
-¡Y más lo vas a sentir!, cabronazo. Me dijo él mientras yo arqueaba mi espalda dejando que su gordo nabo metido hasta los huevos empezara a depositar su caliente descarga. Fueron tres trallazos que fui contando mientras un escalofrío de placer obnubilaba mis entendederas. ¿Qué me estaba pasando?
Dejó finalmente que su sudado y desnudo cuerpo cayera sobre el mío y permanecimos así durante un tiempo notando como su polla todavía seguía dentro de mí. Al apartarse mi ojete escupió su cálido y pegajoso semen que comenzó a resbalar por mis huevos mojando la sábana de mí cama. Dios cómo olía allí dentro.
-Primo, joder que gusto. Parece que te he preñado bien preñado- Me dijo él mientras recogía los restos de su corrida con la yema de los dedos y los acercaba hasta mi boca para que se los lamiera.
-‘¡Tendremos que repetirlo más veces para asegurarnos!- le dije yo mientras chupaba sus dedos manchados de lefa antes de lanzarme a morrear para compartir con él su lechada.
Mientras caía rendido por todo lo vivido en esa jornada tan intensa pensaba:
Estaba claro que a partir de ese momento, de ese amanecer del 15 de agosto de 1978, la leche de Kiko entraría a formar parte de mi dieta. Por lo menos hasta el domingo 19 de agosto.