AGOSTO DE 1978_ 5 minutos con Fonso dan para mucho
Nando no para de explorar su sexualidad. En el este episodio, el 3º con Fonso de protagonista, tras Jugando con un adulto y Fonso me arregla el bidet, siguen con sus juegos calientes en el lejano y tórrido verano de 1978. Este vez en los baños del estadio municipal de Balaidos. Saludos!
AGOSTO DE 1978_ 5 minutos en los baños de Balaidos con Fonso.
En esta última semana mis ensoñaciones pajilleras con Fonso en la soledad de mi cuarto habían dado paso a un par de aventuras con él muy intensas y sorprendentes por lo inesperado pero, sobre todo, muy placenteras. Sentirme follado por él había señalado un antes y un después en mis gustos sexuales.
En la primera acabé bañado en leche de la cabeza a los pies después de hacerle una mamada en su habitación. Algo light y muy silencioso visto desde ahora cuando ya había catado su polla en mi culo pero que desató en mí las ganas de seguir catando los platos que me ofreciera Fonso.
La continuación tuvo lugar un par de días después mientras arreglaba una fuga en el bidet de casa. Esa vez fue mi culo el que acabó bañado en leche y yo bañado pero en un mar de dudas.
No lo había vuelto a ver desde hacía tres días, desde la follada salvaje en el baño de mi casa donde experimenté mi primer orgasmo anal de proporciones bíblicas. Sintiendo frío y calor a la vez sin entender de donde me venía esa excitación pero abandonándome a ella y pudiendo gritar libremente pues mi madre había ido a la compra.
Cuando Fonso me folló, mi culo ya no era virgen pues había experimentado con mis dedos un par de veces para probar antes en mí la eficacia dilatadora de una crema que le había robado a mi madre.
Gracias a ese ungüento conseguí follarme a Josema, el hermano pequeño de Fonso y a mi primo Kiko que, después, me desvirgó a su vez en su casa de Aguiño esa misma noche mientras nuestros padres dormían plácidamente.
Antes de estar con Fonso, me gustaba hacer de todo: pajear y que me cascaran, mamar y que me la chuparan, follar y que me metieran pero a partir de ese día había perdido un poco el interés en follarme a Josema pues no había sorpresas.
Con Josema lo hacíamos cuando podíamos. A veces sólo nos la cascábamos o me la chupaba pero no era ya como antes de que Fonso me hubiese hecho ver literalmente las estrellas, un firmamento de escalofríos trepando por mi espalda desde mi más profundo interior.
Fonso era ya un hombre y sabía muy bien cómo poner a cien a un chavalito inexperto como yo y tenía una herramienta que sabía usar tan bien o mejor que la llave inglesa. Usaba su pollón de maravilla. Ya se sabe que la experiencia es un grado
Tuve que esperar muy poco para volverlo a ver pero yo no lo sabía a las 4:30 de la tarde de aquel domingo de partido.
Yo estaba en la cola con mis amigos Isma y Josema para entrar a Marcador a ver el debut del Celtiña en Primera contra el Hércules esa temporada.
-Va a haber un lleno, no?– dijo Isma, que no solía venir casi nunca al estadio y estaba todo emocionado. Hoy están todas las peñas Celtistas.
-Hoy hay que ganar y a ver si no pasamos apuros y no descendemos –comentó Josema ilusionado.
-Mira, tu hermano Fonso viene hacía aquí. - dijo Isma.
-Hombre hoy estáis todos. Vaya tres patas para un banco. ¡Qué miedo dais los tres juntos! Isma no te dejes liar por estos dos que no son de fiar.
-Hoy vine yo con el carnet de mi padre. Están de boda que hoy se casa un compañero suyo de la Citroën.
Fonso saludó a su hermano con una colleja cariñosa que éste le devolvió con gesto huraño. Me quedé viendo descarado a los ojos a Fonso y nuestras miradas se cruzaron un segundo. Me pareció que en un gesto casi imperceptible se ajustaba el paquete. Justo el tiempo para decirme:
-Y tú no dices nada, Canijo. ¿Qué te cuentas?
-Nada nuevo, con ganas de pasarlo bien en el partido. ¿Tú viniste solo o qué? No veo a la niñera –dije bromeando al referirme a mi hermano.
Estoy en la cola más adelante con mi niñera y con el Benja. A vosotros aún os queda bastante para entrar. A ver si entráis a tiempo.
-Te reclaman tus amigos, Fonso –le dije mirándolo otra vez fijamente a los ojos.
-Venga nos vemos dentro. Cómo sempre o de sempre, hala Celta! –dijo antes de irse con ellos.
Era una tarde de calor plomizo. Esos días de verano en Vigo con mucho calor pero con el cielo nublado y que sabes que acababan en tormenta al día siguiente. Yo no tendría que esperar tanto para vivir mi propia tormenta y vaya tormenta.
No hacía día de playa pero hacía buenísimo para ir al partido y el estadio estaba lleno. La gente cantaba, animaba y se divertía en el primer domingo de fútbol de la temporada
Nos dio tiempo a llegar justo para cantar el himno que recibe al equipo desde siempre. En Balaidos el fútbol se vive de pie, básicamente: se canta de pie, protestas al árbitro levantándote y se cantan los goles de igual manera. Abrazando y chocando palmas con todos los que te rodean aunque no los conozcas de nada. Ante todo somos Celtistas.
Nuestras localidades estaban en la parte superior de la grada y las de mi hermano y Fonso más hacia abajo, prácticamente en diagonal con las nuestras. Antes de sentarme eché una visual y vi a Fonso que bromeaba con sus amigos, sobre todo con mi hermano.
Josema era muy futbolero y no paró de cantar hasta que empezó el partido e, Isma, animado por la novedad hacía lo propio. Ellos estaban viviendo el partido como lo solía vivir yo pero hoy era diferente.
Yo esa tarde, en cambio, estaba sobre todo pendiente de Fonso. Con un ojo lo controlaba y con otro seguía el comienzo del partido para no levantar sospechas en Josema que se estaba volviendo muy posesivo conmigo.
Yo sentía un no sé qué en el estómago que, ahora, pasado el tiempo sabría definir muy bien pero que en ese momento me tenía totalmente desconcertado. Nunca lo había experimentado antes: la sensación de estar colgado de alguien.
Empezó el partido y el Celta salió volcado al ataque y pudo marcar en dos ocasiones que fueron coreadas por todo el estadio con sendos uy. Hacia la media hora de juego nuestro delantero Mori desvió de cabeza un centro y la coló en la portería del Hércules. Empezaba bien el partido.
-Goool! Joder un golazo – dijo Benja abrazándose a Josema.
-Este manta de Mori ya era hora que metiera algún gol- gritaba Benja fuera de sí.
Después estuvimos saltando y cantando los tres juntos celebrando el gol.
-El centro no llevaba peligro pero peinó el balón a la puta escuadra – comentó Josema que se las daba de saber de fútbol aunque jugarae bastante mal.
En Balaidos se celebran los goles a lo grande y durante un buen rato las canciones, las palmas, los vítores dan aún más color al partido. Algunos se pasan el partido en pie animando, gritando, cantando hasta acabar afónicos. Esa tarde prometía ser de fiesta y de alegría.
Yo seguía con mis cavilaciones y me volví a sentar bastante rápido ya que desde mi asiento podía controlar hacia donde estaba Fonso. Benja y Josema seguían celebrando el gol de pie y por eso no pudieron ver cuando Fonso me señalaba claramente con la cabeza el vomitorio de salida que estaba cerca de mi asiento antes de desaparecer escaleras abajo hacia el baño. Lo entendí a la primera y les dije a mis amigos haciendo gestos ostensibles:
-Tíos, me meo. Vengo ahora.
Hasta la escalera fui caminando normal para disimular pero al llegar justo al acceso del vomitorio pillé las escaleras y las bajé de tres en tres como una moto para llegar cuanto antes a los baños.
Cuando entré no había nadie en los meaderos, solo vi su cabeza en uno de los excusados apartándose contra la pared para dejarme entrar y poder cerrar así la puerta.
Tenía los pantalones por los tobillos y la polla de fuera pidiendo guerra con la vena azulada a reventar. El glande estaba húmedo de cascársela mientras me esperaba.
-Tenemos que hacerlo rápido-le dije.
-Si quieres pongo el cronómetro del Casio para cinco minutos.
-¡Qué simpático eres! –le dije antes de darle un morreo que desató la tormenta. Me bajó los pantalones y me levantó la camiseta por encima de la cabeza.
-Mira cómo estoy, Canijo. Es verte y se pone contenta. Mírala, dura como un ferrote y húmeda cómo a ti te gusta.
Puso en mi mano su pollón y yo lo toqué, lo sobé y le subí y bajé el prepucio pero sólo un poco antes de agacharme y metérmelo en la boca. Lo agarraba con las dos manos para que no se me escapase. Ese olor a recién meado y a polla de macho me dejó tocado.
Dentro de la boca lo hacía moverse hacia los carrillos y hacia adentro y, con mi lengua iba haciendo los mismos juegos que él me había enseñado cuando nos besábamos, al poco estaba loco de gusto y con la polla a reventar. En un minuto me metí su polla entera hasta el fondo para después chupársela como una ventosa. Era mi helado de chocolate blanco y quería chupármelo entero pero no podía entretenerme más.
-Hostia, Canijo que me haces correr – dijo mientras me agarraba de los pelos y me apartaba la polla que salió toda babada de mí boca.
-Quiero volver a follarte y hoy lo vamos a hacer de pie.
-Joder, no hay casi sitio y puede venir gente.
-Hoy toca en silencio. Agárrate del cuello y yo te sujeto.
Me cogió en brazos apoyando mi espalda contra la puerta. Sus brazos estaban duros como piedras y sus bíceps se tensaron tanto que tenía una vena, como no azulada, que recorría todos los músculos de sus brazos hasta la muñeca. Dios es como un toro, un toro salido y con venas azuladas y me va a follar otra vez.
Cuando me tuvo como un koala colgado de su cuello, fue pasándome la mano ensalivada por mi ano y yo sentía como deslizaba los dedos en mí interior. Uno, y luego dos dedos iban entrando cada vez más adentro sin recrearse con mi agujero. Hoy llevaba prisa. Los dos teníamos prisa.
-Me encanta sentir tus dedos y como me abres.
Me cogió mi mano y la llevó hasta mi culo donde estaba enterrado mi cipote.
-Ves. Está toda dentro. ¿Te duele?
-No dale, dale fuerte. Venga, rápido.
Quería abrírmelo rápido y noté como separaba mi ano con ese glande en forma de seta gorda babeante que tenía y comenzó a clavármelo a lo bestia. No metía sólo la cabeza del rabo y luego la sacaba si no que llegaba hasta el final y así varias veces. En medio de aquel inmenso placer, lo que más me enloquecía era cuando Fonso daba un empujón más fuerte introduciéndola entera y pegando sus huevos a mi culo.
-Déjate caer en peso así se clava más. No tengas miedo que yo te agarro.
Cuando yo caía sobre su polla y él empujaba hacia arriba con las caderas me sentía penetrado hasta el fondo. Nunca había sentido nada igual. Me habría quedado en esa posición durante el resto de mi vida.
-Joder, Fonso qué me estás haciendo – gemía acercándome a su cuello como un koala salido.
En aquel metro cuadrado de baño, él me susurraba cosas al oído, gemía mientras me envolvía ese olor tan suyoentre a sudor fresco y a masilla que lo acompaña y que me volvió siempre loco
-Me tienes cachondo perdido, Canijo. Mis amigos viendo el partido y nosotros aquí en este wáter follando de pie como perros – me confesó.
-Yo tampoco sé qué me pasa contigo. Me pasaría la vida con tu polla clavada toda dentro. -Me encanta como me la metes. Gritaría pero no podemos hacer ruido.
-Joder. Es que me follo a la Tere pensando que te estoy follando a ti. Me corro y veo tu cara. ¿Qué me has dado, Canijo? Me tienes embrujado
-Sigue, por favor. No te pares. Tengo frío en la espalda. ¿Qué me haces?
-Antes me ponía cachondo cuando me la mamaba pero ahora mi polla sólo piensa en esta boquita comiéndome mi rabo – me dijo antes de taparme la boca con un morreo.
-Me vuelves loco cuando me la metes. Quiero dormir contigo toda una noche y dejarte seco, con toda la leche inundando mi culo una y otra vez.
-¿Me estás oyendo, Canijo? Tú me tienes loco ¿estarás contento, no?
-Puedes follarme siempre que quieras. Ahora, ábreme, más y más. Fóllame más adentro. Quiero que puedas meter todos los dedos dentro.
-Toma polla. Joder como la tragas. Estaba apretadito, cerradito y ahora mi polla se mueve por todo tu culo a sus anchas. Mueve ese culo. Contráelo. Dios qué gusto!
-Me voy a correr- le dije entre gemidos. No aguanto. Diossss.
Antes de correrme cerré mi polla con la mano para que la corrida quedase retenida en el prepucio como había hecho cuando espiaba a mi padre y no podía hacer ruido para no despertarlo.
-Aguanta un poco que ya va. Quiero preñarte bien adentro! Dios que viene. Me corrooo¡
Fonso se dejó caer sentado sobre la tapa del wáter rendido por mi peso y por la relajación tras la corrida mientras yo iba decorando con mi lechada los azulejos del baño. Feliz con su polla morcillona aún dentro de mi culo.
-Cuidado, me está saliendo toda la leche. Si sacas tu polla nos vamos a manchar.
Yo recogía con la mano la leche que salía de mi culo y me limpiaba, ahora eran las dos manos lefadas, contra los azulejos. Fonso me vio y me dijo riéndose:
-Toma, anda, límpiate con el papel, guarrillo que para eso está.
Me levanté para poder taponarme bien el culo con papel y evitar que chorreara su lechada en mis pantalones cortos y volviese a bañarme en leche como la primera vez.
Fonso sudaba y se limpiaba el sudor de la frente con la mano. Resoplaba para que le bajaran los colores como cuando acababa de entrenar. Estaba rendido.
-Sudo como un pollo. Oye y esa gota que tienes ahí. Espera no te muevas.
Se agachó, se metió entera toda mi polla en su boca y me la dejó reluciente, sin rastro de leche. Era un gustazo sentir su lengua áspera limpiando mi sable.
-Tienes que ir limpito- me dijo sonriendo y dándome una palmada en el culo.
-Fonso, tenemos que volver. A ver si se van a dar cuenta.
-Joder, si no pasaron ni cinco minutos. Con los cánticos y el jaleo que hay ni se enteraron. Tú tranquilo.
-No conoces a tu hermano. Cómo no suba pronto es capaz de bajar a buscarme.
-Claro que sé cómo es, es mi hermano. Mira la alarma. Cinco minutos justo ahora.
-¿Al final pusiste el cronómetro? Tú no estás bien de la cabeza –le dije riéndome y haciendo el gesto del índice en la sien.
-Claro, hay que tenerlo todo controlado, Canijo.
-Venga, vamos y déjate de rollos.
Sí, pero déjame ponerte el pantalón. Yo te desnudé y yo te visto.
Me subió el pantalón, me colocó en su sitio mi camiseta celeste con el 3 a la espalda y me dio un beso con lengua. Yo ya tenía ganas otra vez.
-Ahora ya puedes salir, Canijo. Anda, mójate la cara al salir que estás rojo como un tomate.
Asomó la cabeza por la puerta del excusado para ver si yo podía salir y antes de volver a cerrarla me dijo:
-No hay moros en la costa, Canijo. Nos vemos.
Me pasó la mano por entre mis nalgas apretándolas como para amasarlas o para dejar su huella en lo que ahora era su propiedad.
En el lavabo me eché agua en la cabeza y me peiné un poco como puede con las manos. Tenía mojada la camiseta. Mejor, así podría justificar mejor ante Josema y Benja el tiempo que había tardado.
Hacía mucho calor y me había tenido que mojar bien la cabeza. Es una excusa perfecta – pensé.
Mientras subía las escaleras me ardían las orejas por la follada pero sobre todo por las cosas que Fonso me había confesado. Un adulto que me quiere follar una y otra vez y que prefiere hacerlo conmigo que con la novia. Estaba confundido, hecho un lío pero feliz y con el culo abierto y rozado.
-Hay qué ver lo que has tardado, Nando. Joder, estás todo mojado.
-No me encontraba bien. Hace un bochorno insoportable. Aproveché para echarme agua.
- Hace un calor de la hostia, eh Nando? – el metepatas de Benja no podía estas callado.
-Me lo parece a mí o ¿el Celta se ha metido atrás a defender el gol? Verás cómo nos empata el Hércules. Fijo –dije cambiando de tema.
-Llevan atacando un buen rato, desde que te fuiste al baño- comentó Josema. Por cierto, no consigo ver a mi hermano.
-Míralo, está subiendo por las escaleras – le dije sin pensar.
- ¿De dónde viene – para rematar con otra pregunta- ¿Estabas en el baño con él?
-En el baño no había nadie. Habrá ido al bar a por una cerveza.
Josema se volvió hacia mí y tocándome la oreja que me quemaba, me ardía más bien me dijo:
-No lleva ninguna cerveza. Eres un cabrón. Ahora entiendo porque cuando estábamos en la cola para entrar, mi hermano te llamó Canijo.