Agente sexual (8)
Andanzas de un agente secreto de lo más follador. He auto-censurado algunas partes. Tienen 46 capítulos, donde elegir. Relato en 72 trozos.
AGENTE SEXUAL
(8-72)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados
La Central hizo unas gestiones y encontraron una residencia que necesitaban un enfermero para un mes en sustitución de uno que le tocaba las vacaciones. Dicho y hecho. Para allá me fui.
Llegué a un edificio a las afueras de Madrid. No era muy grande, pero si hermoso. Con ribetes y arcos por doquier. Se le notaba al edificio que había sido renovado recientemente. Tenía un gran jardín con césped y muchos árboles. También había una fuente de la que manaba agua cristalina.
El nombre que me pusieron para la ocasión fue mi alias de siempre, era el de Salvador Morales Santana, que la verdad, me reconocía más con ese nombre que con el original que mis padres me pusieron, no en vano la vida me iba en ello con cada misión que realizaba.
Entré por la puerta principal, tipo arco del triunfo. Allí encontré un mostrador con una señora de unos 65 años, se le notaba con pinta de mandona.
. - buenos días, me llamo Salvador Morales Santana, me envía la agencia de colocación para suplir a un enfermero durante un mes.
. - bienvenido a la residencia “La Paloma de la Paz”. Soy la directora, me llamo Alejandra.
Nos dimos un cordial saludo.
. - me alegro que lo mandaran tan pronto. Llega en el momento justo, ahora mismo estamos saturados de trabajo. Dejemos el papeleo para más tarde. Ahora acompáñeme, que va a empezar ahora mismo.
Me fui detrás del trasero de la directora, la cual parecía que tenía un consolador introducido en el culo por la manera de caminar. Vamos, como si le hubieran dado por culo recientemente y aún no le hubieran sacado la polla…
Por el camino recogió unas hojas de un estante y me las entregó.
. - estas son las obligaciones de todo enfermero que trabaje aquí. Apréndaselas de memoria.
Llegamos a una habitación bien espaciosa, donde había un baño, ropero y todo lo necesario para los clientes del centro. Se notaba que el edificio era muy completito en servicios.
Allí había una señora tendida en la cama, de unos 60 y pocos años.
. - Josefita, aquí te presentó al sustituto por este mes de Feliciano. Se llama Salvador Morales, pórtate bien, él te dará hoy el baño.
Se dirigió a mí, la jefa.
. - encárguese de su baño, luego la lleva al jardín para que tome el aire. Yo me tengo que dedicar a otras tareas.
La directora cogió puerta y se fue.
. - bueno, Sra. Josefita, la voy a llevar al baño, pero antes voy a inspeccionarlo por si tengo que llevar algo antes.
. - mi niño, no me llames de señora, que me hace más vieja de lo que soy. Llámame Josefita, como los demás.
. - de acuerdo, Josefita –sonreí-.
Me dirigí al baño. Estaba pensado para personas que no se podían valer por sí mismas. Tenía un gran plato de ducha, que abarcaba toda la mampara, que era opaca, sin escalones. Solo se verían sombras y nada más. Allí había un asiento especial donde sentar al cliente o paciente.
Para mí que eran clientes, ya que pagaban sus buenas perras como si estuvieran en un hotel de 5 estrellas.
Salí fuera y me acerqué a la anciana, aparté la manta y fui a cogerla entre mis brazos cuando vi una mancha en la sábana.
. - parece que se ha orinado encima. No se preocupe, luego le cambio la sábana.
La vieja me echó los brazos al cuello, la cogí por la espalda y su trasero y la acerqué al plato de ducha.
. - ¿se desnuda usted, o la desnudo yo?
. - usted hijito, usted. Le aconsejo que haga como los otros y se ponga cómodo, porque se va a mojar toda esa ropita que trae.
. - gracias señora, así lo haré.
Salí del baño y cerré la puerta de fuera. Saqué un slip de mi bolsa y me cambié ipso facto. Luego entré de nuevo a la mampara. Cerré la puerta de la mampara y empecé a desvestir a la señora.
La señora tenía un zagalejo puesto, se lo saqué por encima. Quedó en ropa interior. Ella sonreía. Seguidamente se sacó ella misma el sostén. Los pechos cayeron por inercia. No estaba tan mal la vieja. Luego la sostuve un poco y se quitó las bragas mojadas.
Saqué fuera la ropa de la señora.
. - ¿qué te parece como estoy, Salvadorcito querido?
. - la veo que muy bien, Josefita.
Mientras ella sonreía, comencé a mojarla para luego ponerle champú. Le eché agua por doquier, incluido debajo de sus brazos y entre sus piernas, donde la vulva fue anegada de agua tibia. Ella se removió de gusto.
Iba a echar el champú en la esponja para restregarla, pero ella lo detuvo.
. - no hace falta que uses la esponja, directamente en tus manos. Quedaré más limpia.
Así lo hice, empezando por el cuello, bajando hacia los pechos. Los restregué bien restregados y bajo ellos. Ella cerró por un momento los ojos, se notaba que disfrutaba del momento. Y es que una buena sobada con las manos era mejor que una sobada de esponja.
Sus pezones se le pusieron duros, lo noté perfectamente y me dirigí expresamente a las aureolas para aplicarles una limpieza especial. La abuela respiraba con dificultad, gozaba del masajeo que le estaba haciendo y era totalmente gratis. Yo también empezaba a notar que mi polla empezaba a despertarse.
Continué hacia abajo, la vagina me esperaba. Mi polla ya quería escapárseme de mi escueto slip, de echo sobresalía la punta por encima, yo, ni me dí cuenta.
Me dediqué a la vagina de la abuela. Con un dedo introducido en ella, la recorría a todo a lo largo. Ella resoplaba, no pudiendo esconder un orgasmo largo y gustoso.
La mujer abrió un segundo los ojos y vio lo empalmado que estaba y además vio algo de mi polla que ya sobresalía un poco más que la punta.
. - veo que no soy yo sola quien está disfrutando del baño.
. - disculpe señora, pero es que usted me está poniendo a cien.
. - no tienes que disculparse, hijo. En todo caso sería yo quien tendría que agradecerte el placer que me estás dando y sería completo si me dejarás probar esa ricura que le sale del slip.
Me dí cuenta de ello y sonreí ahora más abiertamente. Me puse de pie y se la saqué del todo. Estaba que reventaba.
. - formidable –dijo la vieja con los ojos como platos de que le ofrecieran algo tan sabroso-.
Me la cogió y se la introdujo en su boca. Lo hacía como toda una profesional. Yo le cogí la cabeza por detrás y hacía el mete y saca bucal. Después de un rato, se la saqué a la vieja de la boca y alzándola, me puse a besarla por todos lados, entreteniéndome en las tetas y por supuesto, en su viejuna vagina. Ella soltaba resoplidos, pues hacía años no tenía un macho, como un servidor, a su entera disposición.
Un rato después me detuve, la levanté en volandas, para luego sentarme en el banco y poner a la vieja encima de mi polla. Su vagina encajó perfectamente como un guante. Ella dio un suspiro de triunfo. Subía y bajaba a la abuela. Los dos disfrutábamos de la follada que ninguno esperaba se produjera cinco minutos antes.
Las tetas de la vieja fueron pasto de mi boca. Aun con un pezón en mi boca, hacía subir y bajar a la mujer sobre mi tranca.
. - no puedo más, me corro, me corro Salvadorcito –gritaba la mujer toda sudorosa y bien corrida-.
Decidí correrme también en aquel momento, el éxtasis fue por partida doble. Quedamos ambos desmadejados uno encima del otro. Luego senté a la vieja de nuevo y le ofrecí mi polla para que me la limpiara bien.
Ella era como una aspiradora y se tragaba mi rabo como si la vida le fuera en ello. Yo sentí varios micro-orgasmos toda vez que no soltaba mi ya menguada polla y así la dejé, que se divirtiera cuanto quisiera, pues yo también lo estaba haciendo.
Una vez me la dejó sin sustancia alguna, me dediqué a comerme el chichi de la vieja, haciéndola correrse varias veces más, no en vano había acumulado años de orgasmos sin explotar.
Una nueva comida de sus pechos y después de un buen morreo de su boca, lo dejé para otro día, que, si la cosa marchaba, aquella mujer me iba a dar placer hasta hartarme, y claro, yo a ella también. Ya estaba pensando donde metérsela la próxima vez y no era por su vagina, ni por su boca…
. - gracias hijo, muchas gracias, ni mi difunto marido me había hecho sentir lo que tú.
. - me alegro que haya disfrutado tanto como lo he hecho yo. Y por favor, señora, no cuente esto a nadie o me darán la patada del centro. Acabo de empezar aquí.
. - descuida hijo, será nuestro pequeño secreto…
Finalmente la duché y vestí con un traje que saqué del armario. La senté en su silla y le dije que esperara un momento mientras le cambiaba las sábanas. Todo ello aun estando desnudo, pues tenía yo un punto de exhibicionista y ella tan contenta de tener a un maromo en pelotas haciéndole la cama.
Aquello me volvió a poner si no a cien, si a cincuenta y ya mi polla despuntaba a medio gas. Ella se dio cuenta y sonrió halagada que una vieja como ella fuera la causante de aquella revelación.
Una vez que el cuarto quedó en orden, acerqué a la señora al baño de nuevo y le dijo a la señora:
. - por favor, me la puede mamar de nuevo, todavía me queda algo de leche y no quisiera desperdiciarla.
. - claro hijo, siempre estaré dispuesta para una buena mamada a un guapo mozo como tú.
La buena señora se puso a ello. Después de un rato eterno, pedí que se la tragara, toda, todita. Ella nunca la había probado, pero nunca es tarde si la leche es buena.
Se tragó mi corrida. Me succionó de nuevo la polla dejándomela limpita de restos. Me incliné y la besé, para luego recoger los restos lácteos que le resbalaban por la comisura de sus labios. La vieja estaba de un contento que no veas.
Me puse de rodillas, le subí la falda e hice a un lado las bragas de la señora. Le limpié con la lengua toda su vagina, la cual se había mojado de nuevo y no precisamente de orines.
Una vez acabamos, me duché rápidamente y me vestí. Luego le arreglé el vestido a la anciana y salimos hacia el jardín.
Ella puso su cara de todos los días, no quería echar a perder a un cacho tío como era un servidor. Sus días en la residencia acababan de mejorar notablemente. Nos despedimos con educación. Ella tenía un brillo especial en sus ojos que decía de lo mucho que había disfrutado. Al rato se quedó dormida y es que un buen polvo hace dormir hasta a las fieras.
Se me acercó una compañera de trabajo de unos treinta y tantos años y se presentó.
. - hola querido, me llamo Julieta, veo que ya conoces a Josefita. Seguro que se volvió a mear en la cama.
. - así es, ya le cambié las sábanas. ¿Puedo echarte una mano?
. - pues ya que lo dices, Rufus se ha hecho caca en sus pantalones, por favor, atiéndelo tú, yo tengo a otra con diarrea.
. - al momento atiendo al Sr. Rufus.
. - gracias amor, el capullo de Feliciano me hubiera mandado al cuerno.
. - no veo por qué si éste es nuestro trabajo.
. - tú y yo nos vamos a llevar muy bien. Además, me caes simpático y encima estás buenísimo. A lo mejor pierdo la soltería contigo –y se echó a reír-.
. - muy graciosa. Sí, muy graciosa…
Me dirigí hacia donde se encontraba el tal Rufus. Ella me lo señaló, era un hombretón bien grande. Estaba detrás de un grueso árbol.
. - buenos días Sr. Rufus, soy el nuevo enfermero. Julieta me ha pedido que le ayude con su problema.
. - gracias hijo, hacerse viejo es una puta mierda y nunca mejor dicho. Ayúdame, por favor.
Le ayudé llegar al baño de su habitación. Lo llevé directamente al plato de ducha. Le dije que esperara un momento. Busqué un par de bolsas de basura donde poder echar la ropa cagada del viejo.
Luego cerré la puerta exterior de la habitación y le pasé la llave, luego también la del baño, pero sin pasarle el cerrojo. Me desvestí totalmente y me introduje en al plato de ducha con el anciano.
. - es para estar más cómodo y no ensuciarme yo también.
El viejo no dijo nada, pero se fijó en tremenda serpiente que me colgaba sobre los huevos.
Desvestí al abuelo totalmente e introduje en una bolsa su ropa limpia, luego eché en otra bolsa, la que estaba excretada. Vamos, la que estaba cagada y que eran los calzoncillos, solamente, para llevarla luego a la lavandería.
Con papel higiénico limpié la mierda del anciano que tenía pegada. Para ello había puesto al abuelo con las manos en la silla, luego le separé las piernas hacia afuera y hacia los lados. Allí estaba el viejo con los huevos y la polla colgando.
Cuando le había quitado lo principal de su trasero, cogí el teléfono de la ducha y le eché el agua por todo su trasero y su polla, incluyendo los huevos. Luego, usando una esponja con mango, eché un buen chorro de champú y le quite cuanta pude. Lo siguiente fue echarme otro tanto en ambas manos desnudas y le restregué su trasero, sin olvidarme el ojo del culo. Allí metí mis buenos 2 dedos, hurgando a conciencia. El viejo respiraba desacompasadamente. Su polla se iba poniendo por momentos, de lo más empenicada.
Luego me eché más líquido limpiador, metí la mano entre sus muslos y agarré la polla del viejo, haciéndole una paja limpiadora, sus huevos no se escaparon. Me entretuve sobremanera en sus partes. El viejo jadeaba y era que la paja que le estaba haciendo el enfermero era de agradecer.
Me unté el dedo índice izquierdo con detergente y se lo introdujo al mismo tiempo en el ano del abuelo. Con el movimiento al unísono de ambas extremidades el viejo resoplaba de gusto. Yo también paré un segundo para coger resuello.
. - no pares ahora joder, que me está gustando la limpieza a fondo que me estás practicando.
Le dí la vuelta, lo senté y le dirigí una mirada a los ojos al viejo. Entendió perfectamente. Me agaché lo justo y después de echarle agua a su polla, seguidamente me la tragué y comencé a mamársela al viejo, el cual, estaba en el cielo.
El viejo no se lo podía creer, aquel nuevo enfermero era la ostia puta. ¿Pues no le estaba mamando su polla el muy condenado?, oh como le gustaba lo que le estaba haciendo el muy maldito. A ver si resultaba que él era maricón y no lo sabía. Si otro tío le hacía disfrutar así comiéndole el rabo y encima le gustaba, pues sería maricón, se dijo.
El abuelo se corrió en mi boca. Me tragué toda su leche vieja. Luego me levanté y lo puse de espaldas como antes, pero con el culo más levantado. Le comé a lengüetazos su ano y se lo abrí con un par de dedos. Eché aceite corporal en su agujero cagón y otro poco en mi polla. Hacia allí dirigí la pinga. El viejo esperó el momento de la clavada. No sabía el resultado de si le gustaría o no, pero estaba dispuesto a experimentar con este nuevo enfermero, que más que enfermero, era todo un semental que lo hacía disfrutar.
La polla le fue entrando en su culo. Al principio no sintió nada, pero seguidamente comenzó a llegarle un fuerte dolor anal. Empezaba a gritar algo alto, así que le dí el mango de madera de un peine para que lo mordiera.
Con el peine entre los dientes, aceleré e introduje toda mi polla en su viejo culo. Allí me detuve un momento para que mi rabo se amoldara bien al estrecho agujero. Luego y sin previo aviso, la saqué un poco y empecé el mete y saca reglamentario. Al viejo le salían unos lagrimones por los ojos del dolor culero que sentía. Éste putón verbenero le estaba rompiendo el culo y encima con su consentimiento.
Poco a poco fue bajando el dolor y aumentando el gozo por el enculado. Al final soltó el cepillo y pidió más rapidez de follada. Le obedecí sin demora. El segundo orgasmo que tuvo el viejo fue apoteósico, pese a haberse corrido hacía poco. De nuevo explotó en otra corrida y es que llevaba mucha acumulación de leche entre sus huevos sin haberse desprendido de ella desde hacía demasiado tiempo.
Se la saqué y le dí la vuelta. Le metí la polla en su boca e hice que me la mamara. El viejo obedeció. Ya que había llegado hasta aquí, lo quería probar todo. Mamó la polla de un servidor, que era gorda y muy sabrosa. Casi no le cabía en su boca, por lo que hizo lo que pudo recibiendo al final la corrida reglamentaria en su vieja boca.
Por supuesto hice que se la tragara. No le saqué la polla hasta que lo hizo. Luego se la hice limpiar a lametones por toda ella, huevos incluidos, cosa que el viejo obedecía sin rechistar.
Cuando terminó la follada, besé al viejo por largo rato, hurgando en su boca con mi lengua en búsqueda de mi semen.
El viejo nunca había tenida una experiencia homosexual. Nunca había estado con un tío, pero viendo lo visto y lo sentido, de ahora en adelante se iba a poner las pilas con el maricón de la habitación del fondo, pues según todo el mundo, era un marica de tomo y lomo.
El viejo fue limpiado a conciencia, perfumado ligeramente. Luego le metí un dedo en el culo y me lo llevé a mi boca, sabía a limpio. Luego me metí otro dedo en mi culo y se lo dí a chupar al abuelo. Éste lo probó y le cogió gusto al tío. Él mismo me metió otro dedo suyo en mi culo y lo saboreó de nuevo. De nuevo nos besamos con lengua por largo rato.
El viejo debió ser en su día un fuera de sería empalmando o pudiera ser que fueran los años de abstinencia sexual que de nuevo empalmó. Sonreí y me dí la vuelta ofreciéndole mi culo.
El viejo no se hizo de rogar y me la encasquetó a toda mecha y a toda mecha me folló el culo, para bien pronto, la corrida llegar al poco. Se quedó sin aliento apoyado en mi espalda y con la polla aun dentro de mi culo. Luego se la saqué y se la limpié con la boca, dejándosela bien escurrida y libre de semen por ahora. Una vez finiquitado el asunto, dimos por terminada la follada, que no la ducha, pues le dí unas nuevas friegas en su polla y en su culo, dejándolo limpito del todo. Yo me duché también, una segunda vez.
Nos vestimos y volvimos al jardín. El abuelo, mientras se iba con sus amigos, me dirigió una mirada que solo yo entendí, los ojos le brillaban de un modo especial.
Como con Julieta, al viejo le había pedido máxima discreción. Ellos eran los más interesados en cerrar el pico y abrir el culo, pues si no, no habría más disfrute, así que les interesaba callarse celosamente nuestro secreto sexual.
Como Julieta estaba en la fuente sentada con otro enfermero, hacia allí me dirigí.
Cuando me vieron llegar, Máximo se levantó, tendría unos 19 años, aunque aparentaba más joven aún.
. - buenos días, soy Máximo –se presentó el tío-.
. - buenos días, soy Salvador, el nuevo.
. - veo que te estás amoldando perfectamente al centro.
. - aquí donde lo ves -dijo Julieta- ya ha atendido a dos amigos, a Josefita y Rufus. ¿Te han dado problemas?, porque Josefina nunca le ha gustado que la bañe el capullo de Feliciano y de Rufus no digamos.
. - la verdad es que no me han dado problemas, ninguno de los dos. Han sido encantadores y simpáticos conmigo.
. - por sí que es raro –dijo Máximo- al Rufus nunca le he caído bien, no sé por qué. La Josefita sí me es simpática y no causa problemas, solo sus meadas diarias en la cama-.
. - la prueba de fuego para todo nuevo enfermero es Edelmira, la muy puta siendo la más vieja, se mueve más que las más jóvenes. Es atravesada a más no poder, cada vez que tengo que atenderla tengo problemas con ella. Si te hicieras cargo de ella te lo agradeceríamos infinitamente los dos.
Al decir esto, se abrió de piernas disimuladamente. En la posición en que estaba, pude ver perfectamente que no llevaba bragas. Su vagina estaba afeitada, sin pelos que obstruyera la vista.
. - si te ganas a la vieja y te haces cargo de ella, mi chochito te estará agradecido eternamente.
. - se agradece el detalle. Se ve muy sabroso. ¿Y tú que me ofreces, Máximo? –dije mirando a la cara al chico-.
. - en eso estaba pensando, veo que tienes una buena tranca, te haría mamadas y lo que quisieras durante tu estancia aquí. Lo que sea con tal de no tener nada que ver con esa puta vejestoria.
. - de acuerdo, acepto el reto. Una cosa, ¿qué piensa la directora de Edelmira?
. - la directora –dijo Julieta- está hasta los ovarios de la vieja, espera que la palme de una puta vez. No da más que trabajo al personal. Si por ella fuera, la echaría a patadas, pero mientras paguen su estancia aquí, no puede hacer nada. Eso sí, se le trata como al resto, o eso procuramos, porque la cabrona nos lo pone muy difícil.
. - ¿y dónde está esa buena pieza?
. - nunca sale de su habitación –dijo Máximo, tocándose un huevo-.
Sonó un suave timbre, era el almuerzo. Todos iban entrando a la casa, menos las que no podían hacerlo, éstos eran llevados por los enfermeros en sus sillas de ruedas.
La residencia tenía 12 habitaciones. En el comedor estaban once ancianos, luego en otra mesa estaba la directora, el jardinero, el de mantenimiento, había también otras dos personas, que según me dijeron luego, eran el doctor del centro y su enfermera.
Me fui hacia ellos y me presenté a todos, educadamente. Después de las presentaciones, comimos, a excepción de algún anciano que tuvo que ser ayudado. A algunos de estos me ofrecí a alimentarlos. Recibí el agradecimiento del resto de compañeros del centro. Así ellos podrían comer tranquilamente.
Pedí la comida de Edelmira a la señora que servía a los comensales. Ésta, llamada Amadita, le echó un ojo a Julieta, que afirmó con la cabeza. Me entregó la comida y después de pedir el número de la habitación, me dirigí hacia la ogra de la mansión del terror.
Toqué con educación con los nudillos y recibí permiso de entrar. Allí estaba la fiera de mi niña. Era una mujer viejísima, su cara lo decía todo, toda avinagrada. Debía tener algo contra el resto de los mortales.
. - y tú, ¿quién eres, mocoso? –me dijo ásperamente.
. - soy Salvador, el nuevo enfermero por sustitución de Feliciano, que está de vacaciones.
. - he estado llamando al timbre sin parar. El desgraciado de Feliciano se olvidó de bañarme ayer, cuando regrese me va a oír el muy hijo de puta. Apesto a sudor, quiero ducharme antes de comer. Prepara la ducha inmediatamente.
. - más tarde enviaré al de mantenimiento para que arregle el timbre, no podemos estar sin avisador para la más guapa de la residencia.
. - déjate de zalamerías, que no me van esas mierdas y prepara la ducha.
Me dirigí al baño a revisar temperaturas y demás útiles necesarios. El agua salía calentita y no faltaba nada a la vista.
. - permítame señora –me acerqué a ella cogiéndola y alzándola, la llevé al baño. La puse en la silla ad hoc, y empecé a desvestirla-.
. - quiero ahí parao, capullo. Todavía me puedo desvestir por mí misma. Salga un momento y cámbiese. Ya le avisaré cuando tiene que entrar.
Después de cerrar la puerta exterior esperé en slip la llamada de la bruja pirula.
. - adelante, pase ya.
Entré y cerré la puerta tras de mí. Luego entré al plato de ducha y cerré la puerta. La señora estaba sería, con una mano se tapaba el conejo y con la otra sus colgantes pechos resecos.
Yo, por si acaso me comía, cual dragón, utilicé la esponja. A primera vista parecía más rasposa que la que había en la otra habitación. Eché líquido limpiador y comencé a frotar suavemente. La vieja me paró con un gesto de su mano.
. - esa esponja raspa demasiado, ya le dije a Feliciano que me trajera otra. El muy jodido se fue y no me la cambió. Cuando lo coja…, busque otra.
Busqué por todo el cuarto de baño, pero no encontré ninguna más.
. - lo siento, tendré que salir a buscar otra esponja, en todo el baño no hay otra.
. - ni se le ocurra salir del baño, no me va a dejar aquí sola, me suelo resfriar con facilidad. Entre y límpieme con sus manos, pero mucho cuidado con las manos largas, ¿eh…?
. - descuide señora, lo haré muy suavemente, verá cómo le gusta como la baño.
. - a ver si es verdad. Lo estaré vigilando…
Comencé con mucha suavidad. La espalda de la abuela fue suavemente restregada con mis manos, mientras mi paquete se acercaba peligrosamente a la cara de la vieja. Ella no decía nada. Con los movimientos de la limpieza, la polla se acercaba y se alejaba constantemente.
Cuando le tocó la parte baja de la espalda, mi paquete se rosaba con las manos que protegían sus tetas, allí me quedé un rato restregándole los bajos de la espalda. Luego me dediqué al cuello y fui bajando.
Con suavidad fui quitándole la mano de la vieja de sus tetas, ella la puso junto a la otra, en su conejo.
Me eché más champú y me dediqué a los pechos de la buena mujer. Perdón, ha sido un lapsus, quería decir. la muy puta. La vieja empezó a respirar entrecortadamente, pero no decía nada.
Mientras le cogía un pezón de la vieja con mi mano izquierda y con la derecha empezaba a sobarla desde la base hacia fuera a hacerle una suave paja tetil a la vieja. Ella cerró los ojos, pues estaba disfrutando la muy puta, aunque ella no quisiera admitirlo ante un tribunal de viejas putas.
Con la otra teta hice lo mismo y yo volvía a tener la polla inhiesta y otra vez volvía a salírseme parte de ella por encima del slip, esta vez sí me dí cuenta, pero no hice nada, la dejé allí a su libre albedrío.
En un momento dado me fijé que entre las manos de la vieja y con las que se tapaba el chichi, salía un líquido característico de la calentura de la mujer. Lo que es la naturaleza, con 99 años, que debía tener la muy bruja, y todavía se podía correr la muy puta.
Decidiendo dar otra vuelta de tuerca a la cuestión, me levanté y me eché más champú en mis manos. Luego volví al trasero de la señora. Estando en esa posición, le pegué la polla a la cara de la mujer para restregarle el trasero. Y digo mi polla porque estaba ahora media polla fuera del slip.
La vieja abrió por un segundo sus ojos y vio aquella cosa en su cara. No pudiéndose reprimir, quitó las manos de donde las tenía y apoderándose de la polla del enfermero, un servidor, se dijo que fuera lo que Dios quiera.
Disimulé dando un sobresalto y me separé ligeramente de la vieja.
. - por favor señora, no me haga eso, que estoy trabajando y no quiero problemas con la empresa.
. - ay hijo, no le prives a esta vieja de tan rico manjar. Llevo 50 años de abstinencia desde que murió mi esposo, solo me hago pajas. Se bueno y hazle un favor a esta vieja gruñona.
. - bueno, podemos hacer un trato a cambio de mi herramienta, la usará cuando yo quiera y donde yo quiera.
. - ay hijo, vale, acepto, pero dámela ahora, por favor… -dijo anhelante-.
. - un momento Sra. Edelmira, hay otras condiciones.
. - ¿quieres dinero?, también te daré, pero déjamela que la disfrute, por favor.
. - no se trata de dinero, sino de cosa más sencillas.
. - adelante, dime lo que sea, las acepto ya las que sea.
. - bien, éstas son las condiciones para que mi polla sea suya cuando yo lo diga. Primero, bajará a comer al comedor como el resto, irá al jardín a coger solito, será amable con los trabajadores del centro y con los demás residentes y, por último, no dará problemas al centro con tonterías. También hará lo que le manden los compañeros y saldrá de viaje cuando lo haga el resto. Cumpla usted y yo la tendré satisfecha con mi lengua y mi polla.
. - ay hijo, ¿dónde estabas metido hasta ahora?, llevo esperando alguien que me ponga firme, desde hace 50 años. Mi marido me tenía derecha como un palo. Desde que falta, odio todo y a todos, y no sé por qué, la verdad. Cumpliré mi parte del trato. Ahora fóllate este viejo cuerpo y haz feliz a esta vieja.
Con una sonrisa la besé largamente con lengua. Luego me dediqué a sus tetas. Ella cerraba los ojos disfrutando del momento.
Luego la senté en la silla de manera que tuve su coño a disposición de mi lengua. La vieja respiraba como cuando su difunto marido se la follaba por detrás. Este chico sabía lo que se hacía, se decía la mujer.
Luego de comerme su viejo y colgante chichi, le llené el conejo de aceites, añadiendo otro tanto a mi polla, luego me senté y la senté sobre mi dura verga que miraba al cielo desde hacía rato. La vieja gritaba de placer. Así estuvimos largo rato hasta que la vieja dijo que se corría y así lo hizo. Le saqué del conejo el pene y se lo ofrecí para que me lo mamara. Sin problemas, la vieja era una experta mamadora de pollas, yendo mi corrida a su garganta, tragándoselo todo como lo hacía en los viejos tiempos. Qué disfrute, qué gusto, qué follada. Esta vieja sí que era toda una experta tragando pollas.
Después de lavados ambos y ambos vestidos, la señora se comió todo lo que le había traído en la bandeja sin rechistar y era que el follar daba hambre canina.
Cuando devolví la bandeja vacía a la cocina, la cocinera quedó con los ojos como platos.
. - ¿cómo es posible?, si ésta es la comida que más odia, ¿cómo lo has hecho, hijo?
. - he tenido una charla amistosa con la buena mujer.
. - ¿buena mujer?, la muy puta lleva toda la vida jodiéndome con la comida. Nada le gusta. Para celebrarlo te voy a freír mi mejor chuletón de carne, y si continúa la vieja gruñona el buen camino, quizás pueda añadir algún aliciente más... –dijo la gorda cocinera pícaramente-.
. - agradezco su bondad para conmigo y en cuanto a los extras, espero ganármelos muy pronto –dije sonriéndole-.
Ella se corrió de gusto, de hecho, había mojado sus bragas y solo por haberle dicho aquello tan bonito. ¿Cómo se pondría cuando me ofrezca los extras…?, se dijo para sí misma.
La verdad era que a la cocinera le sobraban kilos por todas partes, seguro que pesaba más de 150 kilos, pero pensé que había que probarlo todo, y no le haría ascos a tan rico manjar. Si los cerdos están gordos y sebosos y saben muy bien, probaría otro tipo de cerdo más apetitoso. La apuntaría en mi lista de recomendadas.
Llevé mi plato con el chuletón y demás condimentos a la mesa de los enfermeros. Allí quedaba Máximo, que estaba terminando de comer.
. - ¿qué tal la Edelmira? -me dijo en voz baja.
. - se va a portar bien de ahora adelante.
. - eso habrá que verlo.
. - lo verás muy pronto –y en voz baja añadí- ve preparando esa pollita tuya que la voy a disfrutar muy pronto-.
. - ya veremos, ya veremos –dijo Máximo.
Máximo pensó para sí mismo, que dónde se había metido, si es que a él le gustaban las tías. ¿Cómo se le ocurrió ofrecerse a chupar polla en la apuesta?, si yo cumplía con la vieja gruñona, tendría que hacerlo él también. No podía echarse atrás ahora, no había más remedio que hacerse el maricón y seguir adelante con lo apostado y mamar pollas y resto apostado.
Terminados de almorzar, los abuelos se retiraron a descansar un rato. Yo también descansé una hora. El día estaba siendo largo de cojones. Me tenían seco, de energías y de semen. Lo bueno era que me reponía con facilidad. Eso es lo que tiene la juventud y si encima follas cantidad como un servidor, tu cuerpo fabrica con más rapidez aún. Como con la leche de las madres, que suelen fabricar más que la que necesitan sus hijos para alimentarse. Así pueden alimentar también a sus maridos si a éstos le va tragarla directamente del pezón.
Al ser habitaciones individuales, no había problemas entre los inquilinos del centro. Solo había algún que otro problema en la sala de juegos por tonterías.
A eso de las ocho, hora de la cena en el centro, todos se quedaron pasmados. Por la puerta entraba Edelmira, vestida muy coqueta ella. Con el andador se acercó a la mesa del resto de vecinos.
Me acerqué muy solícito a ayudarla a sentarse en la silla.
. - buenos tardes a todos –dijo con una sonrisa de oreja a oreja, la muy puta-.
Nadie respondió, pues no esperaban que Edelmira apareciera a comer y mucho menos que saludara al resto de comensales tan efusivamente.
Los empleados no salían de su asombro. El menda había ganado la apuesta.
Me dirigí a la cocina y pedí una bandeja para Edelmira. Se la llevé y después de darme las gracias, comenzó a comer tranquilamente. El resto acabó respondiendo a destiempo a las buenas noches de Edelmira. Poco a poco el ambiente volvió a la normalidad.
La directora me llamó.
. - ¿cómo consiguió que Edelmira bajara a comer y encima con tan buena educación de saludar al resto?
. - con mucha paciencia, no crea. Me llevó un buen rato, al principio me llevé unos buenos insultos, antes de que la hiciera entrar en razón.
. - acérquese por mi habitación a eso de las 24.00 horas que se lo voy agradecer, pero que muy bien, se lo prometo. Lo que ha hecho por el centro no tiene pago posible, pero haré lo que pueda. Nos tenía martirizados a todos los presentes con sus insultos contínuos. No se olvide, a las 24.00 horas le estaré esperando.
. - no faltaré, Sra. doña Alejandra.
. - para ti, solo Alejandra…
Le sonreí y me fue a mi mesa. Allí estaban Julieta y Máximo. Me senté entre los dos.
. - chicos ahora a cumplir lo pactado. ¿Estamos de acuerdo?
Julieta, con una sonrisa, aceptó, y Máximo también, pero de mala gana.
Luego y mientras comía, deslicé mi mano derecha y se fue directamente a la vagina de Julieta. Ella no hizo nada por impedírmelo, es más, se abrió de piernas de manera que pudiera maniobrar con más facilidad.
La enfermera empezó a recibir orgasmos. Con la cuchara de la sopa lista para sorber su contenido, se detuvo. La mano le temblaba del placer que estaba obteniendo, por lo que el contenido de la cuchara se desparramó dentro del plato. Sus ojos entornados daban fe de que estaba disfrutando de la cena sexual. Luego saqué mi mano de su vagina y me llevé dos dedos a mi boca, Julieta y Máximo me vieron disfrutar de los fluidos de la vagina femenina.
Yo continué comiendo, para luego dirigir mi mano izquierda a la entrepierna de Máximo. Bajé su cremallera y metí mi mano dentro de sus calzoncillos. Su polla estaba ya empalmada por lo que había notado.
Le hice una paja con disimulo. El dueño de la polla no se lo podía creer, el nuevo lo estaba pajeando con la directora del centro en la mesa de al lado. Pero no se lo impidió, estaba cogiéndole gusto a la paja y pronto se correría.
Máximo cerró los ojos por un momento al correrse en mi mano. Luego, cuando la saqué, estaba llena de su semen. Con disimulo eché la leche del chico en mi sopa, luego me limpié la mano con una servilleta y volví a meter la mano y cogerle nuevamente el rabo al chico. Se la escurrí bien y volví a sacar mi mano con un poco de lecho extra en un dedo.
Máximo se guardó su polla y yo me pasé por mi boca los restos de semen de Máximo. Como quien no quiere la cosa comencé a beberme mi sopita de fideos con leche de polla.
En un momento dado, Julieta intercambió su plato de sopa con el mío y se bebió toda mi sopita lechera. A la directora le extrañó, pero no dijo nada.
La cocinera comprendió que Edelmira había sido domada por el nuevo y quiso agradecérmelo. Llenó dos vasos de leche del tetrabrik y luego se retiró a la vista de todos, allí se sacó una de sus tetazas de 5 kilos por lo menos y se ordeñó como una vaca lechera que era. Llenó el vaso vacío de su ahora querido Salvadorcito con su propia leche, luego se hizo una paja allí misma y recogió fluidos que añadió a la leche. Cogió la bandeja con los tres vasos y se acercó a la mesa donde estaba.
. - aquí les dejó la lechita. Ésta para Julieta. Ésta para Máximo y ésta, que es muy especial y con un añadió extra, para mi Salvadorcito. Gracias, con lo que has hecho con la bruja de Edelmira –esto último lo dijo en voz baja-.
Los tres reímos por lo bajini. Cuando me bebía la leche, sentí un leve sabor a hembra. Miré a la gorda Amadita y ésta se señaló disimuladamente una teta y su coño y me guiñó un ojo.
Sonreí y me tragué de un golpe toda la leche de Amadita y nunca mejor dicho, de Amadita. Ella me lo agradeció lanzándome un beso con disimulo.
Una vez terminamos de cenar, la mayoría se fue a ver la televisión. La cocina quedó desierta. Entonces me acerqué a la cocina y le pedí otro vaso de leche especial a Amadita, ésta me hizo una señal y me llevó a la despensa, allí no entraba más que ella. Una vez dentro, cerró la puerta tras su trasero.
Amadita se sentó en una gran caja, yo lo hice a su derecha.
Le dí sendos besos lengüeteros, ella aceptó el reto y nos trabamos las lenguas como si fuéramos dos serpientes pitón. Luego le saqué la gigantesca teta más cercana y la succioné descaradamente.
. - mama, mama, querido, toda para mi niño. Has disfrutar a esta puta gorda.
Le saqué la otra teta, aunque seguí chupando de la misma, quería dejarle seca sola una mama. La otra se la sobaba bien y ella disfrutaba de lo lindo. Yo quería disfrutar viéndole seca una teta, frente a la otra llena de leche merengada.
Mientras chupaba teta, mi mano derecha estaba hurgando entre la morbidad de su cuerpo buscando la vagina, me costó, pero la encontré. Allí metía mis dedos en la vagina de la gorda cocinera.
. - oh, cuanto me gusta lo que me haces condenado, sigue, sigue, métemelos todos, todos dentro de mi coño.
Seguí con mi empeño de dejarle seca la teta y meterle todos los dedos en la vagina, a la vaca burra de Amadita.
Los orgasmos de la mujer ayudaban a lubricar mis dedos, los cuales, ya estaban todos metido dentro de ella.
Ella, con los ojos cerrados por el placer, disfrutaba al máximo de la penetración manual. Sus orgasmos eran como una ametralladora, tenía uno tras otro. Estaba en la gloria.
La teta que mamaba ya estaba seca, la dejé plana, si hubiera tenido una cámara, hubiera gastado el rollo entero.
Sin sacar los dedos de su vagina, obligué a la gorda a pasar su pie derecho por encima de mí, de ese modo podía seguir metiendo los dedos, y estaría en posición de encular el tremendo trasero grasiento de la vaca lechera.
Mientras continuaba introduciendo los dedos, me bajé los pantalones y me saqué la polla, la cual, la tenía dura de nuevo. Sin preparativos, se la metí por el culo. Ella respingó, pues no esperaba tamaña osadía en el primer encuentro sexual, pero, aun así, aceptó las acometidas de mi polla.
Entre una cosa y otra, la vieja sudaba a chorros. En el suelo había un pequeño charco de diferentes fluidos, todos de ella.
La señora se dijo que en toda su puta vida había recibido tanto por tan poco. Si lo hubiera sabido, ella misma se hubiera introducido todos sus dedos. Sus gritos eran silenciados, porque le tenía la boca tapada con mi mano izquierda, solo podía respirar por la nariz y eso hacía que el disfrute aumentase a escalas antes no alcanzadas en su vida.
Al final me corrí en su culo, y poco a poco le saqué los dedos de su interior. Cuando los tuve todos fuera, al fin pudo respirar la vieja. La polla fue limpiada por ella, como no podía ser de otra manera. Nos arreglamos las ropas y después de que la respiración volviera a su velocidad normal, la vieja salió primero, echó un vistazo y me avisó. Luego me fui a mi habitación y me dí una buena ducha, cambiándome de ropas, las otras estaban manchadas de los fluidos de Amadita. Luego me reincorporé al resto de compañeros del centro.
La jornada laboral era harto fatigosa. Se trabajaba 24 horas seguidas y se descansaba al día siguiente, y así, sucesivamente. La mayoría de los empleados vivían fuera, se iban a sus casas cuando acababan, yo decidí vivir en el mismo centro de trabajo, pero con algo de flexibilidad.
A las 21.00 horas era cuando se acostaba a los pensionistas. Decidí hacer la primera guardia, los demás se fueron a dormir. A la una de la madrugada le tocaba relevarme Máximo, y luego Julieta a él.
Cuando todas las luces estaban apagadas, hice una ronda y revisé las habitaciones. En la quinta revisada no estaba uno de los abuelos, seguí revisando en busca del abuelo perdido. Lo encontré en otra habitación encima de una abuela, se la estaba follando y por lo que pudo ver, con su expreso consentimiento, pues estaba disfrutando la mujer.
Ellos seguían dale que dale, no me habían visto aún. Sin encender luz alguna me acerqué a la cama. La claridad que entraba por la ventana y que provenía de una farola cercana, era suficiente para ver bien toda la habitación. El viejo le manoseaba las tetas, las tenía al aire, eran grandes y carnosas. Le estaba clavando la polla a la vieja, ella gritaba muy bajito. En ese momento se dieron cuenta de que no estaban solos en la habitación. Me vieron e intentaron separarse, yo lo impedí.
. - no, por favor, pueden continuar. Mientras sea consentido por su pareja, no diré nada, siempre que ustedes tampoco digan nada, me juego el puesto de trabajo –como si me importara una mierda el trabajo-vacaciones-.
. - gracias, Sr. Salvador –dijeron al unísono.
. - no sé si pedirles esto…
. - adelante hijo, díganos qué desea –dijo la abuela que seguía con la polla del viejo en su coño-.
. - quisiera participar, si no les importa.
. - bueno, en agradecimiento de que no nos ha denunciado a la directora, adelante, ¿verdad, querido?
. - bueno, no es muy ortodoxo, pero si ella consiente, por mí no quedará.
. - gracias, continúe usted con lo que estaba haciendo por favor, que yo haré lo que pueda.
Los abuelos siguieron con el mete y saca, yo me puse detrás del viejo y le metí la lengua en su ano. El viejo dio un respingo, pero como había dado su consentimiento, tuvo que dejar hacer al nuevo.
Le metí el dedo más largo, el anular, en todo su culo, allí hurgué agrandándolo un poco. Al viejo le empezaba a gustar. Cuando le tenía ya grandecito el agujero, le acerqué la polla y se la fue introduciendo al viejo. Se aguantó el dolor anal y continuó follándose a la vieja. El bocadillo empezaba a dar resultado para el viejo, ahora disfrutaba doblemente, y eso que nunca había tenido el rabo de un tío en su culo, pero si era como el que tenía enterrado y además le gustaba, pues bien venido fuera.
Un buen rato después le saqué la polla al viejo y se la dí a chupar a la vieja, que se reincorporó un poco para hacerlo con comodidad. A la vieja le gustaban las dos pollas y quería recordar viejos tiempos. Pidió al viejo que se pusiera debajo de ella, así el nuevo invitado se la metería por su prieto culo. Los machos aceptamos, cómo no.
Una vez ella encima, me dediqué en un principio a chuparle sus colgantes tetas. Extrañamente era más joven que el resto de inquilinas y me parecía conocerla de algo, al día siguiente supe que se trataba de Zadiuska, la actriz del destape de los años 70 y 80.
Había oído y leído de ella que estaba en la calle pidiendo limosna. Por lo visto el centro tenía dispuesta una habitación para casos como éstos. También había oído que se había vuelto loca y que tomando fármacos recobró algo de cordura, después le perdí el rastro en los periódicos y revistas.
Allí estaba ella, sin yo saber todavía que se trataba de Zadiuska, chupando sus suculentas tetas. Ella daba a veces un gritito ahogado de disfrute. Luego me dirigí a su vagina desde su trasero. Cuando se levantaba para clavarse la polla del viejo, que resultó llamarse Bartolo, yo le chupaba el chumino a la hembra y a la vez la polla y los huevos al macho.
Seguidamente me dediqué al ano femenino. Se lo ensanché primero, luego se lo ensalivé bien. La punta de mi polla se fue directa al agujero, y toda vez que ella ya estaba más que lubricada, le ensarté mi pinga en su rico culo.
Si no llega a ser porque le había puesto la mano en la boca, habría despertado al resto de los contribuyentes. Todo quedó en un ahogado grito.
Me la seguí follando hasta que el viejo decidió que había llegado el momento de la corrida. Yo me uní a él. La leche corrió a raudales por el interior de su cuerpo antes perfecto, agradeciéndonos ser alimentada tan bien.
Posteriormente le limpié el pito al viejo a base de una buena mamada, y también el ojo del cuclo de la hembra, de la misma manera.
Estando todos contentos de conocernos, decidí disolver la reunión amatoria y mandé al viejo a su cama, no sin antes pedirle que me limpiara mi polla extra-gorda.
Con un beso en los labios me despedí de los dos amantes. La habitación quedó en regla y proseguí con la ronda.
Cerca de la media noche y viendo que todo estaba tranquilo, me dí una ducha rápida. No quería ir a la cita oliendo a culo y coño de otra persona.
La habitación de la directora estaba alejada de todas las demás, lo que allí hiciéramos no se oiría en ninguna otra habitación del complejo residencial de la tercera edad.
Llegué a la habitación de la directora, la tal Alejandra. Toqué en la puerta. Dio su permiso y entré. La encontré de espaldas con el ordenador encendido en una página porno donde se veía a un negro con un pollón de cojones, el cual lo tenía metido en la boca de una preñada.
Cuando se volvió, pude ver que solo llevaba un negligee transparente. Las aureolas de sus pezones ,que eran negro azabache y bastantes grandes, se veían perfectamente. Así como entre las piernas se le veía el pubis, afeitado al cero. Tenía una sonrisa de puta redomada la muy jodida.
. - acércate querido, deseo hablar primero un momento contigo.
Entré y me senté en la única silla que había en la habitación, aparte de la del ordenador donde ella tenía sus posaderas que pronto iba a catar y disfrutar. Al menos esa era mi intención, sería también la de ella, ¿no?
Acercó su silla a la mía y se me puso de frente mirándome a los ojos con evidentes ganas de comerme vivo ¿o eran imaginaciones mías?
. - he estado mirando tus papeles y son más falsos que judas.
. - veo que me ha descubierto -dije levantándome-.
. - siéntate, por favor. Que me intentaras engañar con un falso currículum vitae me hizo ponerme de mala ostia. Estuve a punto de denunciarte a la policía.
Yo me removía en mi asiento. ¿Cómo podían haber fallado tan estrepitosamente en la Central con los papeles?, ya arreglaría cuentas con el responsable.
. - de todas maneras, quise darte un margen de confianza, para ver cómo te desenvolvías en las dependencias. Y visto lo visto, la verdad es que me importa un pito lo que ponga o deje de poner en los papeles. Una persona que hace cambiar de arriba a abajo a Edelmira se merece un puesto en la residencia y si encima se gana en un solo día a compañeros y residentes, no puedo más que pedirte que continúes con nosotros. Cuando venga el Feliciano, ya veremos cómo campeamos el temporal. Le diré que se jubile anticipadamente y tú lo sustituirás en adelante.
. - agradezco su confianza en lo de los papeles, pero no puedo seguir después de finalizar el mes. Otros asuntos me reclaman y no puedo darles de lado.
. - si es por dinero, te lo subo y te lo doblo. Aparte de otros incentivos –dijo mirándose las tetas-.
. - no insista por favor, no puede ser.
. - vale, es una pena, pues eres un elemento que necesito en el centro para que amanse algunas fieras, si cambias de idea…
Terminada la cháchara, era momento de disfrutar.
. - lo prometido es deuda –y diciendo esto se quitó el negligee, quedando totalmente desnuda.
Me apoderé de su boca, la cual recorrí todos sus recovecos internos. Ella ayudó en mi exploración.
Mis manos no estuvieron quietas en ningún momento. Estrujaron sus tetas grandes y gordas. La chupé y chupé. Todo ello encima de la alfombra central que había en la habitación. La cuestión era que no podía tardar mucho en cepillarme a la vieja, se acercaba la hora del relevo.
La hice tenderse en la alfombra y recorrí todo su cuerpo con mi lengua, deteniéndome en su raja, que chupé con fruición. Sabía muy bien la condenada. Mi lengua la penetró en profundidad, acompañada de dos de mis dedos.
Ella gritaba del placer que recibía del impostor. Aunque fuera el terrorista más buscado no se lo iba a dejar ir de la residencia. Otro como éste no lo encontraría en la vida. Servía para el trabajo con las residentes y para calentarle la cama a la directora, ¿qué más podía pedir?, pero no podía ser, las folladas en su culo tenían fecha de caducidad. Una pena porque estaba cañón la muy puta.
Le metí el pepino en su chochito depilado hasta el fondo, ella me lo agradeció. El mete y saca fue brutal y apoteósico. Me la follaba con extrema violencia, como a un servidor le gustaba.
Luego le dí la vuelta colocándole el ojete a la altura óptima para mi rabo.
. - oh sí, reviéntame el culo. Sí, hazlo deprisa, macho mío.
Dado que se me acababa el tiempo se la encasqueté directamente en su culo. La muy puta no gritó en demasía, parecía que ya tenía el culo acostumbrado a recibir rabos, seguramente serían mayormente del tipo consolador y alguna polla que otra de los viejos residentes, pero como la mía, seguro que no, ni en sueños.
Con mi rabo en su culo, la removí bien en círculos que hizo gritar a la puta directora.
Con todas mis fuerzas, se la metía y sacaba una y otra vez de su culo. Cuando ella pidió que me corriera, se la saqué y se la introduje en su boca.
La leche fue desparramada por toda ella, la que no pudo tragarse se dirigió hacia sus tetas.
Con mi rabo en su boca, seguí follándomela, así hasta que fue limpiado bucalmente por la zorra madre del gallinero que era aquel antro de perversión. Luego le limpié las tetas del semen desparramado, con mi lengua, tragándome cuanto semen encontraba.
Terminado el acto, me vestí y salí, dejando a otra mujer satisfecha de la vida.
(Parte 8 de 72)
FIN