Agente sexual (7)
Andanzas de un agente secreto de lo más follador. He auto-censurado algunas partes. Tienen 46 capítulos, donde elegir. Relato en 72 trozos.
AGENTE SEXUAL
(7-72)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados
El negro, viendo como gritaba la muy zorra de su jefa en ciernes, aceleró las embestidas al máximo, finalmente se corrió dentro suyo. Así estuvieron durante un rato para coger resuello, hasta que se salió por sí sola.
Los dos tíos una vez terminamos de corrernos, entregamos nuestras pollas para ser limpiadas. Ninguna de las dos estaban acostumbradas a limpiar semen y excrementos de la polla de un hombre, pero a partir de ese día lo iban a hacer, vaya si lo iban a hacer, por los cojones de su abuelo. Haríamos que les supiera a gloria el dejar limpia las pollas de sus amantes enculadores.
Al igual que hice con el negro la noche anterior, las mujeres durmieron con nuestras pollas metidas en sus culos hasta el día siguiente.
Dichas pollas despertaron a las enculadas con una descarga de semen mañanero. Había que empezar el día con buen pie. A partir de ahora, las mujeres serían muy amables con sus libertadores y folladores.
El día amaneció con la tormenta que habían predicho los meteorólogos. Sería complicado el viaje, pero no podían quedarse allí, sería un suicidio colectivo.
. - gracias Nkomo -dijo Evelin- esta ha sido la mejor noche de mi vida-.
. - yo también he disfrutado de un sueño reparador, Sr. Abel Muzorewa –me dijo la preñada-.
. - no os preocupéis -dijo Nkomo- habrá más repeticiones. ¿No es así, Sr. Abel?
. - sin duda, sin duda alguna…
Como no las iba a tener todo el rato desnudas, les dí sus ropas, pero con un añadido, les hice cortes circulares allí donde los pechos y sus coños. No le hizo gracia a ninguna de las dos, pero tuvieron que aguantarse, no iban a ponerse a coserlos, pues ni había agujas, ni yo lo permitiría.
Nos protegimos los ojos de la arena. Avanzamos como pudimos. Hasta al mediodía no paramos. Nos cobijamos en una oculta cueva que encontramos. Al fondo manaba un poco de agua, paredes abajo, la cual aprovechamos para llenar nuestras cantimploras y saciar nuestra sed.
Dado que estaba bastante oculta y fuera corría un vendaval, no importaría que saliera humo a la superficie ya que sería diluido inmediatamente por el viento, por lo que esta vez comimos algo caliente.
Nuestros cuerpos agradecieron la comida cocinada en su punto. Cocinamos judías y tocino, todo un manjar. Esta vez sí nos hinchamos. Reposamos durante un par de horas. Después proseguimos camino. A ratos despejaba, para luego volver a estropearse el tiempo.
El guía estaba seguro que por allí había una especie de oasis con una edificación de cemento dejada por los antiguos misioneros anglicanos que pululaban por estas tierras. Estos evangelizadores pronto se fueron de aquí, no podían subsistir por sí solos, dada la escasez de alimentos en la zona y se fueron a zonas más ricas, allí evangelizaron lo suyo. Y es que, en este país, el 50% de la población practica actualmente el sincretismo, una mezcla de credo cristiano y creencias indígenas.
Al final el guía dio con el oasis. Las viviendas hechas por los misioneros parecían medio derruidas, aunque pudiera haber alguna habitación donde guarecerse.
Para sorpresa de todos, cuando estábamos bastante cerca, a pesar de la tormenta, divisamos cuatro dromedarios atados a unas palmeras. Fuera no se veía a nadie vigilando.
Los hombres hicimos detenerse a las mujeres, nos sacamos las mochilas de encima y nos aprovisionamos de armamento ligero.
Las mujeres quedaron custodiando el material, mientras los hombres hablábamos entre nosotros.
. - mucho cuidado ahora -le dije al negro- si son turistas perdidos, no les hagamos daño, pero si son más delincuentes, acabemos con ellos, menos a uno. Necesito saber si hay más por los alrededores y así poder evitarlos en lo posible-.
El negro asintió. Luego fuimos gateando y vigilando los alrededores. Llegamos a las viviendas derruidas. Se oían a lo lejos voces de varias personas. Al menos dos de ellas por el tono gutural eran negros locales, según me informó Nkomo.
Con sigilo nos acercamos a la entrada del edificio de donde salían las voces. Los dos negros iban armados, además había una mujer blanca y dos jóvenes también blancos y esposados juntos para que no pudieran correr.
Ante una mirada al negro-guía para que estuviera al loro, me abalancé hacia el negro de mi derecha y Nkomo lo hizo con el de su izquierda. Ambos le dimos un fuerte culatazo en las respectivas cabezas de los negros armados.
Callaron desmayados ipso facto. Seguidamente inspeccionamos el resto de la casa. No encontramos a nadie más. De todas maneras, preguntamos a los encadenados si había alguien más por los alrededores. La respuesta fue negativa. Estaban aterrorizados y al mismo tiempo aliviados.
Las esposas fueron abiertas. Los raptados dieron efusivas gracias a sus libertadores.
Salí a avisar a las dos mujeres, para que se acercaran. Les ayudé con las mochilas a entrar a la derruida vivienda.
Cuando se presentaron a los raptados, éstos no pudieron dejar de ver los agujeros en sus vestiduras, con los pechos y conejos a la vista.
. - ¿por qué están así vestidas? –preguntó la señora, que dijo llamarse Gertrudis Fleming y que sus dos hijos eran Mariel y Pátrick.
. - son gustos particulares, señora Fleming -dije-.
. - me parece que no tienen perdón de Dios ir por ahí enseñándolo todo. Hijos, no miréis a esas señoras.
. - querida señora –dije- no hemos venido a rescatarlas a ustedes, nos hemos encontrado con ustedes por casualidad. Por lo tanto, cuando nos vayamos quedaran aquí a la espera de que la rescate alguien que las estuviera buscando-.
. - por Dios, no puede dejarnos aquí, nos moriríamos de hambre. Aquí solo hay cocos y si salimos fuera, acabaría la sed con nosotros. Sería un asesinato por su parte. Por otro lado, llevamos secuestrados 3 meses y muy lejos de donde nos raptaron esos facinerosos.
. - pues señora, solo queda una solución, que cumplan a rajatabla nuestras condiciones si quieren viajar con nosotros.
. - si nos sacan de aquí las cumpliremos. ¿Cuáles son esas condiciones?
. - recortar sus ropas como las señoras que nos acompañan. Recibir nuestras pollas en su vaginas y culos sin rechistar, incluido los chicos. Solo eso.
. - pero, ¿ustedes están locos?, son ustedes unos degenerados. Nosotros somos una familia muy religiosa. Mi marido es el capellán de la catedral de Worcester, somos muy decentes muy señor mío.
. - muy buena perorata, pero si no cumple con lo que le he dicho, se quedan aquí. Tienen de tiempo hasta que termine de interrogar a estos señores y para que no le coja de improvisto, pienso matarlos cuando acabe con ellos.
. - ya usted ve, en cuanto a esos facinerosos no me importa lo que les pase, son mala gente.
. - vaya con la beata, hay que tener cojones, uy perdón señora, ja, ja, ja…
La buena señora, de unos 65 años bien llevados, con un cuerpo que hubieran deseado más de una joven, se acurrucó junto a sus retoños, que por cierto no eran sus hijos, sino sus nietos. Tenían unos 20 años cada uno, parecían gemelos univitelinos u homocigóticos. Esto último me lo he inventado, a joderse toca, que para eso soy el escritor que escribe esta novela… bueno, sigamos y no divaguemos más de lo necesario…
Nkomo y yo atamos en la habitación de al lado a los dos reos con las manos a la espalda. Fueron interrogados a base de bien. Tortas, patadas, culatazo en todos los huevos, etc., todo valía con tal de que soltaran prenda y la soltaron.
Según ellos, eran los encargados de custodiar a los secuestrados dentro de su organización. En estos momentos estaban trasladándolos de guarida porque el ejército se les estaba acercando demasiado. El lugar donde estaban solo era una zona de paso necesaria para llegar a la siguiente casa segura del grupo de secuestradores, la cual estaba a unos 23 kilómetros de allí, más al sur.
Viendo que no soltaban más prenda, directamente les iba a pegar un tiro cuando ellos suplicaron y suplicaron.
. - vamos a ver, ¿que tenéis para salvar vuestra miserable vida?
. - somos pobres, el único que si tiene pasta es nuestro jefe.
. - no me vale, pero si os folláis aquí y ahora mismo el uno al otro, me pensaré si os pego un tiro o no.
. - de acuerdo, de acuerdo, lo haremos, pero no nos matéis por favor.
Fueron soltados y vigilados a dos metros de distancia, las armas les apuntaban. Ellos se desnudaron y fueron siguiendo las indicaciones de los dueños de sus vidas.
Uno se la chupó al otro, luego se dio la vuelta y le ofreció su culo. El otro lo enculó a lo bestia. El recibidor gritó de lo lindo. Luego le tocó al otro chupar y ser enculado. También gritó el muy maldito. Sus culos…
(el siguiente párrafo está auto-censurado)
Al regresar del entierro, nos sentamos y comimos tranquilamente. El resto de comensales tenían los ojos como platos de asustados por lo que habían oído en la habitación de al lado.
La señora mayor viendo que no saldrían vivos de allá si no aceptaban la propuesta de aquellos bárbaros que los liberaron, aceptaron mis condiciones.
. - aceptamos las condiciones impuestas -dijo la anciana-.
. - acercaros a mí –dije-.
Ella fue la primera que lo hizo. Saqué unas tijeras. Primero le palmé las tetas y luego recorté tela. Lo mismo hice con su conejo, un conejo muy peludo.
Con los chicos hice lo mismo. Los pezones de la chica eran voluminosos y muy mamables, su conejo estuvo afeitado en algún momento, pero ya de eso hacía tiempo, seguro que por los meses que llevaban secuestrados. Aun así, se le notaba el corte primigenio. Le pasé el dedo por allá, ella sintió algo como una corriente, algo no sentido antes.
Su hermano tenía una buena polla, la tenía ya media empalmada. Se le veía apetitosa al paladar de un experto como el mío. No pude resistirme y le dí una rápida mamada de un segundo. Luego comimos todos.
El negro, después de comer copiosamente, se dedicó a la vieja de lleno. La puso en el suelo y le comió el chumino. Ella no se lo podía creer, una persona de su condición social dándole a comer su conejo a un puto negro desconocido. Ella, que rezaba todos los días varias veces al señor misericordioso. Que le estuviera pasando esto…, no se lo podía creer…
Aun a su pesar, dio suspiros de gozo, pues, aunque odiaba al que la violaba, no podía dejar de gozar de la chupada de coño de este jodido negro cabrón. Sus fluidos corrían hacia su orto. Si la viera su marido en esta posición y con un negro mamándola y encima ella disfrutando de algo que su querido marido nunca le había hecho en su puñetera vida, seguro que el muy beato del Sr. Fleming se moría del disgusto.
Seguidamente invité a las dos mujeres acercarse a la vieja y le chuparon cada una la teta que tenía más cerca. Luego la preñada le puso una teta en su boca para que mamara la vieja.
Bebió la leche de la preñada mientras soltaba orgasmos tras orgasmos.
El negro dejó de seguir comiéndole el chumino a la vieja y yéndose hacia la nieta de la mujer, se sacó su polla y se la dio a mamar a la chica. Ésta rehusaba repetidamente, pero viendo su abuela el rechazo de la chica y de que allá o todos o nadie, la convenció de que era lo mejor para todos ellos. Finalmente, la chica aprendió a mamar polla negra.
Nkomo cuando la tuvo tiesa, regresó con la vieja y se la encasquetó a la abuela en su vagina con rápidas embestidas.
Yo, que ya estaba que ardía viendo las escenas de los demás, dije al chico que me chupara mi pollazo. El chico, visto lo visto, no puso impedimento alguno para satisfacer a su abuela y de paso al tipo del cipote gordo.
Posteriormente hice sentarse a la vieja sobre la polla de Nkomo. Así encajada, ella subía y bajaba mientras el negro le agarraba fuertemente de las tetorras hasta retorcérselas. El disfrute del negro era mayúsculo, pues, además, les daba unas mamadas a aquellos grandes pezones de la vieja, más unas comidas de boca que lo estaba disfrutando de cojones.
Yo le puse mi tranca en la boca a la vieja. La recibió de buen grado, no le quedaba más remedio.
Cuando creí llegado el momento de encular un culazo, me dije que el de la vieja estaba de fábula y me puse detrás de ella. La hice agacharse lo máximo y abriéndole el ojete con los dedos en primer lugar, luego se la encajé hasta los huevos. La vieja gritó igual que cualquiera que recibiera tremenda polla en un culo virgen.
Las entradas y salidas en su culo y en su vagina se sucedían. Nunca creyó la vieja puritana que iba a tener polla por delante y por detrás y que encima le gustara el recibirlas de aquel modo, o en eso estaba, pues el enculado de mi polla la había dejado hecha polvo, pero, aun así, el disfrute subía enteros rápidamente, frente al dolor producido. Y como se suele decir, todo es empezar y si la cosa iba de recibir pollas y más pollas, allá estaba ella para recibirlas. Al menos hasta llegar hasta su querida tierra, que luego allá no se iba a comer ni una rosca de su beato marido.
Como por allí había otra polla a la que no se le estaba dando uso, la vieja decidió ser la primera en estrenarla, no en vano era su querida abuela del alma.
Pidió a su nieto que se acercara. El chico ya tenía la polla más que empalmada, dado lo visto con su abuela.
Ella se apoderó de su pene. El chico consintió, toda vez que estaba muy excitado y quería que alguien, el que fuera, se la mamara para soltar lastre y su abuela tenía una boca como cualquier otra persona de los presentes.
La vieja tragaba polla por todos lados. Las explosiones de corridas se sucedieron consecutivamente. No sabía que se podía disfrutar del sexo tan bestialmente. Los orgasmos salían a borbotones uno tras otro. Quedó casi desmayada encima del negro de tanto placer recibido.
Aún tenía mi polla incrustada en su ano, la de Nkomo en su vagina y la del nieto en su boca. Éste se había corrido el primero, pero ella no quería soltar tan lindo presente, hasta que ya no tuvo más remedio al quedársele flácida y escapársele de su sedienta y lujuriosa boca de abuela.
Esta vez fue a la nieta a quien encargamos nos limpiaran las pistolas folladoras. La chica no acostumbrada al semen, tuvo que aprender rápido y corriendo. Tragó todo lo que les pudo sacar a las pollas usadas en el combate con su abuela, incluida la de su hermano, que mamó con más énfasis si cabe. Hasta su abuela se dio cuenta de ello y sonrió.
Evelin se acercó a Mariel, la nieta de la vieja. Ella retrocedió hasta la pared. Hasta allá llegó. Evelin se apoderó de su boca. Jugó en su interior con su lengua. Ella miró a su abuela y tuvo que aceptar el envite y participó. Luego Evelin bajó hacia los pechos de la chica, eran espléndidos, pues estaban en su plenitud. Succionó como si les fuera a sacar leche. Después se dirigió con la lengua con destino sur, hacia su virginal vagina. Ella tembló de gusto lo que le estaba haciendo aquella mujer, algo nunca sentido ni en sus mejores sueños pornográficos.
Su hermano se unió al baile. La besó largamente con mucho deseo y lujuria acumulada por toda su cara.
. - hermanita, largo tiempo he estado espiando este cuerpo del pecado que tienes.
. - pues te ha llegado el momento que esperabas. Soy toda tuya. Ya no puedo preservarlo más, pues la abuela ha dado el pistoletazo de salida.
La abuela la oyó y no se quedó atrás.
. - hija, déjame disfrutar de tu chochito, por favor. Ahora que he probado la lujuria desenfrenada, no me puedo detener, deseo chuparte todos tus fluidos. Saciarme de años de mojigatería estúpida que tu abuelo me ha metido en la cabeza.
. - abuela yo quiero también saciarme con esas tetas maravillosas que tienes. Utilízame como quieras. Estoy a disposición de todos. Disfrutemos del momento, pero por favor, hacedlo con cariño y cuidado, soy una novata en esto del sexo.
Todos, sin excepción, se apoderaron de Mariel. La chuparon, mamaron y finalmente, la perforaron. Esto sí que era: “todos para una y una para todos”. Todos sus agujeros fueron ocupados. Su boca recibió dos pollas al mismo tiempo, lo mismo que su vagina. Su culo solo recibió la mía y con esa era suficiente para ver las estrellas del dolor y del disfrute.
La leche de la preñada Jósefin fue generosamente repartida. Mi polla se sirvió de su sabroso ano, que para eso era el jefe de esta expedición fornicadora y liberadora.
Yo, después de cogerme con fuerza de sus cántaros de leche, ahora vacíos y que el buen Dios le había dado, fueron estrujadas con inusitada violencia intentando sacarles alguna gota más de su delicioso alimento.
La preñada fue puesta a cuatro patas y sin miramiento alguno pese a su estado, y aún con los ruegos de ella de que tuviera cuidado por el bebé que esperaba, se la incrusté en su virgen ano. Gritó, sí. Vaya si gritó. Lo hizo espeluznantemente. Se cagó en la puta madre del tipo que parió al que inventó el dolor culero, fuera quien fuera y, por ende, se cagó en la madre de un servidor. Pero qué disfrute, Dios mío. Dolor y gozo todo en uno.
. - vamos cabrón, a ver lo que sabes hacer, hijo de la gran chingada. Dame duro, venga joder, más fuerte, más fuerte ostia…
A un servidor no le hacía falta que lo invitara ninguna puta preñada, mis instintos embrutecidos por los deseos de liderazgo de la manada hizo que me follara a aquella primeriza culera como si la vida me fuera en ello.
La vieja se enganchó de su preñada vagina y le succionaba todos los fluidos que soltaba la muy puta. La chupaba como queriéndole sacar al crío antes de tiempo.
Y ocurrió lo que tenía que ocurrir. La muy zorra rompió aguas en aquel momento en que era follada traseramente y mamada frontalmente. A la vieja le cayó encima de su cara más líquido del que había esperado recibir. Su cara y resto de su cuerpo era todo un poema. Todos quedamos asombrados, anonadados y expectantes.
La vieja fue la primera en reaccionar. Se limpió como pudo de encima aquella mierda y buscó ropa limpia que puso entre las piernas de la chica. El recién nacido salió volando de su envoltura interior. La preñada casi ni se dio cuenta de que soltaba lo que llevaba en sus entrañas. Por suerte, allí estaba la vieja para recibir al crío.
Al ver el tremendo espectáculo, empecé a sacar mi polla de donde la tenía, pero de eso nada. Ella, la reciente mamá no quería perderse el mayor disfrute tenido nunca en su puta vida y me pidió que continuara, ahora más que nunca.
. - no pares ahora joder, acaba con lo que empezaste, puto maricón. Rómpeme por dentro, continúa clavándome esa polla que Dios te ha dado. Disfrutaré toda mi vida de esta follada trasera. Como se pondrán mis amigas de envidia, las muy putas. Más rápido, más rápido, aaahhh, aaahhh, aaahhh, aaahhh, sí, sí, sí...
Los chorros de sudor eran bestiales, tanto por parte de la follada como del follador. Al final llegó la descarga final que inundó su cueva perforada.
La vieja cortó con un cuchillo, que había puesto segundos antes al fuego, el cordón umbilical, y después limpió al bebé, que, por cierto, era más feo que su difunto padre que debió ser el hermano gemelo de la mona Chita. Seguidamente la vieja se lo entregó a su madre en una toalla más o menos limpia, ya que no había otra cosa por allí más higiénica.
El problema momentáneo era que estaba vacía de leche y el crío tendría que esperar a que se reabasteciera.
Ella comenzó a llorar de felicidad y de disgusto al mismo tiempo. Aquel no era el lugar más adecuado para venir al mundo, pero ya que estaba allí, pues bienvenido sea.
Tuvieron que pasar 30 minutos de relativa tranquilidad en la casa, para que la madre fabricara unos pocos mililitros de su leche mamaria. Con dicha mini-leche, el chico mamó y mamó, aun después de que se hubiera tomado la poca leche que fabricó. Al menos, estaba tranquilo, mientras mamaba unas tetas sin leche. Al poco, cerró los ojos y se durmió, aunque no sabíamos por cuanto tiempo, pues tenía pinta de ser un gran mamador, un empedernido mamador.
Decidimos descansar todos hasta el día siguiente, ya decidiríamos qué hacer mañana.
El bebé fue el despertador del grupo. Hacia las 8.00 de la mañana empezó a berrear. Su madre despertó y le dio la teta. El niño se hizo dueño de ella, no soltándola hasta dejarla seca. La otra teta se la ocultó para la siguiente toma láctea. Como era primeriza, no sabía las veces que el niño quería mamar.
El ser madre le empezaba a gustar. Cuando el niño mamaba, su dolorida entrepierna soltaba fluidos de satisfacción. Fue el negro el primero en hablar después de ver mamar al crío.
. - con la preñada recién parida no podremos avanzar nada. Lo mejor es que le demos otro día más para que se recupere, aquí nos protegeremos mejor de las tormentas de arena.
. - creo que tienes razón –dije- revisemos el oasis por si encontramos algo que nos pueda servir. Hay que comprobar si están bien atados los animales y alimentarlos bien, porque los usaremos para salir de aquí. Pasado mañana nos iremos temprano, sí o sí. No podemos estar más tiempo aquí, pues si vienen los amigos de vuestros captores –dije mirando a los ex presos, lo de la última hornada y los primeros también- lo vamos a pasar difícil y no es plan-.
Los dromedarios estaban junto a una pequeña laguna, agua no les faltaba. La poca hierba que rodeaba el agua estaba verde. La recogimos y dimos de comer a los animales con ella. Guardamos una buena cantidad para el camino, llenando las alforjas que llevaban los animales. Toda la que pudiéramos llevar era poca, pues estos animales son insaciables cuando empiezan a comer.
El viento no paraba de soplar. Gracias al fuerte viento, varios cocos cayeron al suelo. Los recogimos y trasladamos a la casa. Hoy habría banquete de coco. Guardamos varios para el largo camino de mañana.
El guía Nkomo se subió al datilero y cortó varios racimos. Nos aprovisionamos de una buena cantidad. Por lo demás, el oasis no ofrecía ningún otro alimento, así que decidimos quedarnos el resto del día en la casa bien protegidos del viento.
Sentado en el suelo y apoyado en la pared, me dirigí a Pátrick.
. - oye chico, con el jaleo de ayer, no recuerdo si he estrenado su culito. ¿Qué me dices si lo hago ahora?
. - miedo me da de recibir tremenda polla, pero si no es ahora, será otro día y quisiera pasar este trance lo antes posible.
. - así se habla, con dos cojones, chico. ¿Qué edad tienes, Pátrick? –dije acercándome al chico-.
. – 19 años.
. – la mejor edad para tener una polla en tu culo. Verás como acaba gustándote.
Lo llené de besos. Estaba para comérmelo vivo. Lo fui desvistiendo, chupándole cada recoveco al chico, el cual estaba la mar de caliente. Al verle su tiesa polla, me desvestí rápidamente y le ofrecí mi culo para que se sirviera cuánto quisiera.
El chico no pudo esperar más, iba a reventar en cualquier momento. Me encasquetó su dura polla. No tardó ni un minuto en correrse dentro de mí. Con mis movimientos hice que el chico disfrutara aún más con su polla.
Me dí la vuelta y le mamé su flácida polla, que se la dejé seca y limpia. El chico gozó con el trato de Vip que recibía. Sus huevos fueron mamados, luego dirigí mi lengua a su prieto culo, algo desequilibrante para mí. En esa posición algo forzada no tenía mucho acceso a su ano. Le separé las piernas al chico y profundicé con la lengua primero y un par de dedos después.
El joven gozó y gozó de mis mamadas. Su polla empezaba a ponerse dura de nuevo. Se salió de encima de mí y me la puso de nuevo en la boca. Hizo un mete y saca bucal y brutal. Cuando se corrió de nuevo, el disfrute fue total para el chico, mínimamente, pero brutal.
Su leche alimentó al jefe de la expedición. Mantuve su polla dentro de mi boca durante el máximo tiempo que pude. Quería disfrutar hasta el último segundo.
Luego puse al chico a cuatro patas, le abrí las piernas y me comí su ano. Con mi lengua taladré su agujero. El chico respiraba satisfactoriamente. Gozaba con lo que le estaba haciendo con la lengua.
Luego vino un dedo, dos dedos y por último el principio de su desvirgamiento a manos de todo un profesional en la materia.
El chico apretó el culo. Con mi polla un par de centímetros dentro de su ojete, el dolor empezaba a ser insoportable, así que apretó los dientes. Seguí perforando en busca de petróleo. Los gritos aumentaron de decibelios.
Viendo como sufría el chico, Nkomo le puso su polla en su boca, así tendría algo con que entretenerse y no pensar en el dolor que recibía por su ano. Lo malo era que el dolor era infernal y no había nada que hiciera que lo olvidara. Lo intentó, sin duda, agarrándose de las nalgas de Nkomo y chupando con fuerza su negra polla.
Por último, la polla de un servidor llegó hasta dentro del todo, mis huevos chocaban con el trasero del chico. Hice como que paraba un momento, pero solo era para despistar. De repente empujé desaforadamente, cogiendo desprevenido al joven. Sus gritos llegaban a Tombuctú. Alaridos sin freno, pero yo, ni puto caso.
Las mujeres creían que iba a matar al chico e intentaron frenar mis empujes.
. - de eso nada, tiene que aprender a recibir de todas las maneras posibles, algún día será él quien se folle a otro de esta forma.
Los gritos de Pátrick fueron aminorando de nivel, hasta llegados un momento empezaba el tío a disfrutar de mi enculado brutal. Finalmente pidió más rapidez. El gozo ya superaba el dolor y subiendo.
. - más, más rápido, quiero sentirla toda dentro.
El enculador le dio bien por culo, luego terminé corriéndome en su boca. El chico se asfixió de la cantidad de leche que soltaba este cabronazo. Un oportuno golpe en la espalda, le desatrancó el gaznate y pudo tragarse todo mi semen.
El chico fue limpiado y cuidado por su hermana y su abuela con sumo cuidado, pues de su culo manaba un hilillo de sangre. Fue taponado y besado amorosamente. Lo dejamos descansar. Su ano estaba pidiendo a gritos un largo reposo.
La abuela se envició pronto. Quería disfrutar ahora lo que no disfrutó en toda su aburrida vida. Allí estaba ella en una esquina con un dedo en su clítoris y otro en un pezón. Se estaba masturbando.
. - abuela –dijo su nieta- si te viera el abuelo, te excomulgaría-.
. - calla tonta, me estoy poniendo a tono. Tu abuelo sabía mucho de religión, pero de las necesidades de una esposa, nada de nada. Anda cómete el chochito de tu abuela.
. - claro abuela, pero yo también quiero disfrutar.
Colocó a la vieja tendida en el suelo y se colocó para hacer un 69 entre las dos. Era el primero que ambas hacían. Estas cosas eran pecado en el ambiente donde ellas se movían.
El chichi peludo de la abuela tuvo que sortearlo su nieta con su lengua para llegar a la cueva de Ali Babá. Cuando lo consiguió hizo estremecer a la vieja. Le corrían unos goterones de fluidos vaginales que eran absorbidos según los veía llegar.
La chica tampoco se quedó corta en relación a fluidos
corporales, su abuela encontró rápidamente su clítoris. Olía a corridas anteriores, de no lavarse el chumino, aunque para decir la verdad, el que quien peor olía era el de la vieja. Olía a estercolero.
Pese a los olores, sus lenguas penetraron profundamente y profusamente en sus interiores vaginales, sus orgasmos se sucedían uno tras otro. Las mujeres se saciaron de orgasmos por el momento.
Cuando regresaran a casa, habría muchas cosas que cambiarían. Por de pronto la abuela sería follada las veces que quisieran los nietos. Habría orgías diarias. El incesto sería pan de cada día. Para más morbo obligaría al abuelo a follarse a sus nietos y si rehusaba, peor para él.
Llegada la noche, el tiempo se calmó totalmente. Todo estaba tranquilo, demasiado tranquilo. Sin duda, en cualquier momento volvería a soplar el vendaval. Así era el tiempo en esta zona, totalmente cambiante.
Quise aprovechar esta tranquilidad y obligué a todos a darse un buen baño en la laguna, ahora que podían.
. - señores y señoras, apestamos de lo lindo. El tiempo se tranquilizó un momento. Todos a la laguna a darse un baño.
Uno tras otro nos desnudamos totalmente y fuimos saliendo hacia la laguna. Yo llevé la única pastilla de jabón que teníamos.
Nos metimos en el agua, la cual nos llegaba hasta las rodillas. Me froté enérgicamente con el jabón por todo mi cuerpo, sobre todo por mis huevos, culo y polla. Luego pasé el jabón al resto para que hicieran uso de él.
Hubo tiempo para tres enculados. Yo a la abuela, Nkomo a Evelin y Pátrick a su hermana Mariel. Posteriormente nos re-limpiamos de nuevo las partes usadas. Una vez todos limpios, vimos que a lo lejos llegaba, una vez más, la puta tormenta de arena. A paso ligero nos metimos en la casa, cerrando la puerta como se pudo. Ahora estábamos limpios y satisfechos de habernos conocido.
Añadir también que la preñada y su hijo también recibieron la bendición del jabón limpiador.
El calor era bochornoso en este momento, por lo que nadie se puso ropa alguna. Todos seguíamos desnudos.
Cenamos algo caliente, junto con los dátiles y los cocos del día anterior. Luego tendimos las mantas y nos acurrucamos todos juntos unos con otros. Hasta parecíamos una familia feliz.
Nos dimos las buenas noches con un largo beso al que teníamos más próximo y luego al resto. La compenetración se había completado. Ya no había malos rollos entre nosotros. Todos disfrutaban de sus cuerpos sin traumas de ningún tipo. El follar para ellos ahora era de lo más normal del mundo. Las mujeres, menos la mamá, durmieron con una polla en sus entrañas. Así estarían más calentitas hasta mañana.
Al día siguiente el tiempo continuaba tormentoso, pero no podíamos demorar por más tiempo el irnos de allí.
Informé a las mujeres que se pusieran ropa que no tuvieran los agujeros. Ya no hacía falta que enseñaran nada. Ya estaban amaestradas sexualmente, como si dijéramos.
Desayunamos copiosamente, porque no volveríamos a comer hasta la tarde. Luego nos subimos a los dromedarios y nos largamos con el viento soplando cada vez más fuerte.
El negro y la abuela en uno, los dos hermanos en otro, Evelin y la preñada en otro y yo en otro dromedario.
Yo encabezaba la marcha. De vez en cuando detenía a los de atrás y me adelantaba para investigar si había algún peligro más adelante, luego hacia una señal y los demás se reunían conmigo.
La tormenta seguía igual de tozuda y apenas veíamos a lo lejos. El viajar en estas condiciones era harto complicado. Hacia mediodía paramos el tiempo suficiente para beber un poco de agua, sobre todo por las mujeres. Luego continuamos. No se veía mucho, pero no podíamos parar. El guía informaba hacia dónde ir, yo en el GPS lo marcaba y tomaba la ruta indicada.
Al atardecer estábamos agotados. Divisé una cueva, una bendita cueva en un montículo. Allí podíamos cobijarnos esta noche. Nos aproximamos a ella. Entramos con los animales, no fuera que se nos escaparan, entonces estaríamos jodidos.
La cueva era bastante profunda, estaba fresquita. Engullimos un poco de comida, la cual tuvo que ser racionada, por si las moscas. Por lo menos de cocos y dátiles estábamos bien pertrechados.
Uno de los animales era hembra, intentamos ordeñarla, pero la muy jodida no se estaba quieta. Tuvimos que atarla como pudimos, una vez inmovilizada, fue fácil sacarle la leche. Todos nos saciamos de ella.
Según el guía y el GPS, dentro del siguiente día llegaríamos a una población de tamaño mediano. En él podríamos recibir ayuda de las autoridades y ser repatriados después de contactar con el Sr. Roschild.
Como teníamos tiempo suficiente hasta el día siguiente, quise aprovecharlo sexualmente.
. - chicas, ¿quién quiere que le metamos dos y quizás tres pollas en su vagina?
La única que se atrevió fue la vieja, las demás creían que era demasiado peligroso experimentar con semejante pack de pollas.
. - bien, una valiente. Acérquese, por favor.
Nos desnudamos del todo los tres hombres y la abuela. En los preliminares, la vieja fue lengüeteada por todo su cuerpo, soltando fluidos a mansalva y de paso lubricando sus agujeros a ocupar por nuestras pollas.
Para ir abriendo apetito, fue envaginada por una polla para ir calentándola un poco. Fue su nieto el ganador.
Una vez que la abuela estaba bien engrasada internamente, los machos ya estábamos más que preparados para la función de mayores de 18 años. A la abuela la colocamos de tal modo que su vagina estaba a unos 45 grados del suelo. La acomodamos bien. Las chicas se situaron detrás de ella sujetándola y abriéndole las piernas para que no obstruyeran a los follantes.
Como la mía era la más grande y, por ende, más sabrosa, fui el primero en introducirme en su raja vaginal. Luego siguió el negro, su polla se pegó a la mía, introduciéndola con dificultad. La vieja ya empezaba a pensar que no fue una buena idea, pero…
A su nieto le tocó ahora el turno. Aunque era la más pequeña, no por eso fue fácil meterla, toda vez que el hueco ya estaba todo ocupado. Tuvimos que dilatarle con los dedos la vagina, como cuando tuvo a sus hijos.
Con no poco esfuerzo, se unió a la fiesta y apretó cuanto pudo su tranca, llegando a unirse a las nuestras. Con las tres pollas dentro al mismo tiempo, era el momento de hacer los movimientos característicos hasta corrernos dentro de la abuela.
Los tres acompasamos las pollas. La abuela creía romperse interiormente, pero no dijo nada, a pesar del dolor, empezaba a disfrutar de la triple follada.
Fuimos acelerando el ritmo de metida y sacada. Cuando el ritmo era frenético, cada polla disfrutó de la vieja como pudo. Al poco empezamos a corrernos uno tras otro.
La vieja cada vez que recibía una lechada soltaba un orgasmo triple. Cuando acabaron las corridas, las pollas fueron sacadas con cuidado, las teníamos doloridas y flácidas. Se las ofrecimos a las chicas como premio de consolación, regalo que aceptaron. Nos las dejaron limpitas y escurridas.
. - esta experiencia no se paga con dinero. Cuando se lo cuente a mi marido, se pondrá contento. Cuando os repongáis quiero saber cuántas pollas me caben en mi trasero. Tomaos el tiempo que necesitéis. No me voy de aquí hasta que me perforéis el intestino grueso.
No tuvo que esperar mucho la nueva ninfómana en ciernes. Pobre marido cuando lo cogiera. A lo sumo, 20 minutos para que los tres recargáramos pilas de nuevo.
Situamos a la abuela en la posición adecuada para ser culeada. Esta vez se puso de rodillas con la cabeza entre sus piernas. Su culo ligeramente levantado. Así, de esta manera, estaba ya lista para recibir quizás dos o tres pollas. Lo íbamos a averiguar enseguida.
Los machos nos untamos con aceite las pollas de nuevo, echándole un buen chorro en el ano. Con los dedos fuimos agrandándole el agujero. Uno, dos, tres y hasta cuatro dedos fueron horadando y haciendo cada vez más grande el ojete del culo.
Las chicas sujetaron a la vieja. Luego se le puso un palo entre sus dientes.
(el siguiente párrafo está auto-censurado)
Seguidamente se la saqué y le introduje la polla hasta tres cuartas partes de su longitud. La vieja resistía. Luego Nkomo empezó a introducirle la suya, le costaba avanzar los primeros 5 centímetros.
La vieja hacia rechinar los dientes, gritando como podía, pero no impedía la cogida de culo. Nkomo continuaba metiéndole su rabo y el dolor aumentaba por momentos. Con lentitud, pero sin parar, la polla de Nkomo llegó a su destino.
La abuela creía morirse de dolor, pero se juró a sí misma, aguantar el máximo.
Con las dos pollas intricadas, nos detuvimos y esperamos que se recuperara la vieja enculada.
. - si te parece lo dejamos en dos pollas.
. - ni hablar, ahora que he llegado hasta aquí, quiero comprobar si puedo recibir tres pollas. Desde luego ésta será la última vez que intente tamaña locura. Adelante querido Pátrick.
. - para que Pátrick pueda siquiera intentar meterla aquí donde la tenemos nosotros, tendremos que hacerle un hueco. La única manera es con nuestras pollas abrir el agujero un poco más.
. - adelante chicos, acabemos ya.
La pareja de enculadores empezamos a mover nuestras pollas hacia los lados intentando agrandar el agujero. La dilatación era lenta y extremadamente dolorosa para los tres implicados. Poco a poco se veía un pequeño hueco que se iba haciendo entre las dos pollas.
. - Pátrick -dije- es el momento.
El chico, con la ayuda de las mujeres libres, se situó en posición e introdujo su polla entre las dos que ya había en el agujero. Era poco el espacio.
Una de las mujeres añadió un buen chorro de aceite entre las dos pollas metidas. Pátrick comenzó su faena. Su polla empezó a deslizarse cueva abajo. Presionaba a las dos pollas hacia los lados para ocupar parte del anhelado agujero.
La vieja gritaba tremendamente, casi no se le entendía, pero hacía gestos de que continuáramos.
El chico, una vez metida la cabeza de su polla, fue más fácil deslizar el resto. Lento pero seguro. Al poco ya tenía toda la polla dentro.
La abuela se desmayó del dolor. Todos paramos. Solo cuando se recuperó de su desmayo, cogió resuello e indicó un momento de descanso.
Cuando la vieja lo decidió, comenzó el mete y saca. Era lento a más no poder, hasta coger un ritmo lento, poco a poco.
No quisimos poner la marcha rápida en ningún momento. Eso sí, no paramos de darle por culo cuanto y como podíamos. La vieja no paraba de gritar con cada embestida y fueron muchas y sin parar. Así, al final las descargas lecheras de nuestras pollas se fueron sucediendo y descargadas en el culo viejo de la abuela. Todos respiramos. Poco a poco fuimos retirando las pollas descargado del agujero cagón.
Cuando no quedaba ninguna polla introducida, vimos como el agujero se mantenía abierto. Era enorme. Sin las pollas metidas parecía el agujero de una enorme gruta. Curiosamente no manaba sangre de él. Debió haber sido por el aceite introducido para lastimar lo mínimo su interior.
A la vieja la tuvimos que acostar de lado. Tendría que descansar un largo rato para recuperarse algo. Desde luego no sé si fue valiente o una soberana estúpida el dejarse meter un trío de pollas en su ano. Por lo menos la historia cuando se la contara a su marido era para no perdérsela.
. - más nunca, más nunca lo volveré a hacer. Ni loca. He llegado a romper el palo con los dientes del dolor que sentía. Era como si me metieran por el culo un hierro candente. Más nunca, más nunca…
Y de nuevo se volvió a desmayar. La dejamos descansar hasta el día siguiente, se lo había ganado a pulso, la muy puta.
Al día siguiente seguimos camino hacia la población que esperábamos encontrar pronto. Parecía que había aminorado la fuerza del viento, tanto mejor.
Estuvimos cabalgando hasta mediodía, luego me adelanté. Estuve un buen lejos de ellos. Llegué con buenas noticias.
. - más allá de aquellas montañas –señalé unos picos que estarían a unos 4 kilómetros- está la población que buscábamos-.
Todos alegraron sus caras. Por fin iban a salir de aquel infierno.
Tardamos más de dos horas en llegar a la entrada de la ciudad. Era como todas las de África, bulliciosa y sucia, llena de tiendas de techo de tela o latón. Conforme avanzábamos, las edificaciones iban siendo más decentes.
Lo primero que hicimos fue acercarnos al puesto de policía más cercano. Allí informamos de quienes éramos y lo que necesitábamos.
Primero que nada, fuimos instalados en el mejor hotel de la ciudad, el cual no debía tener muchas estrellas por como era su servicio, pero menos da una piedra, nos dijimos. Pedí una sola habitación, la más grande. No los quería fuera de mi vista. Todavía era responsable de su seguridad.
Después de ducharnos y comer hasta saciarnos, llamé al viejo Roschild.
. - Sr. Roschild, tengo a su nieta Evelin. Envíe un avión al aeropuerto más cercano a la dirección GPS que le daré a continuación. Estamos en el hotel Mamadú. La policía está al corriente. Han puesto seguridad en la entrada del hotel, por si acaso.
. - felicidades señor mío. Veo que ha cumplido. ¿Qué ha decidido en cuanto a la recompensa?
. - será el dinero. Su nieta es preciosa, pero yo no me veo como hombre casado, no podría atenderla como debería ser. Ella se merece algo mejor. Aparte de que no soy muy avaricioso -dije con sorna-
. - como usted quiera, inmediatamente ingresaré en su cuenta el dinero pactado una vez mi nieta esté en el avión con los hombres que le mandaré. Cuídela hasta que lleguen.
. - los pasajeros serán siete personas. Por el camino rescatamos a varias personas secuestradas también. Una de ellas estaba preñada y tuvo a su hijo por el camino.
. - veo que no perdió el tiempo. Su número no lo perderé, por si lo necesito de nuevo. Adiós y gracias.
. - adiós Sr. Roschild.
Informé a los interesados del envío del avión.
. - solo nos queda esperar a la gente de su abuelo, Evelin. Los recogerán a todos y los trasladarán a casa, un lugar mucho más seguro que éste. Yo, por mi parte, una vez los entregue, sanos y salvos, me iré en dirección diferente.
. - ¿no sigues con nosotros? –dijo Evelin, llorosa-.
. - no, mi trabajo termina aquí.
El resto se entristeció también.
. - no sabe cuánto le agradecemos el habernos liberado de aquellos salvajes, y también, liberarnos de nuestras propias vergüenzas. Ahora soy más libre que cuando llegué a África, créame usted, querido –dijo la abuela-.
. - me alegro de ello, abuela. Debéis continuar con vuestras vidas. Yo también quiero agradeceros los días de gozo y placer que me habéis hecho pasar entre todos. Tú también Nkomo. He disfrutado con esa herramienta tuya tan sabrosa.
. - al principio me pareció un loco, pero con el tiempo me ha enseñado que hay que darle tiempo a la gente. Usted me enseñó que se puede disfrutar entre dos hombres hechos y derechos. Su enorme tranca la recordaré siempre, no en vano la he disfrutado y mucho, todos estos días.
Sonreí y le dí un largo beso en sus labios.
. - si se pasa por mi tierra –dijo la vieja- yo y mis nietos lo acogeríamos muy bien, quizás para entonces hayamos convencido a mi marido para que disfrute con sus nietos y usted pueda darle por culo como se merece-.
. - tomaré buena nota de ello, abuela –dije acercándome y comiéndole la boca mientras la sobaba bien-.
Uno tras otro nos fuimos morreando de lo lindo, hasta mamé de Jósefin y sus espléndidas ubres mamarias.
La cosa marchaba. Llamé a un aparte a Nkomo.
. - necesito tu dirección, quiero enviarte una sorpresa, te lo mereces. Has sido fiel y cumplidor.
. - no se merecen. No es necesario.
. - insisto.
Nkomo me anotó su dirección en un trozo de papel que me guardé en un bolsillo.
. - Sr. Abel -dijo la abuela- el grupo desea una última follada de despedida decente y no un simple morreo, ¿puede ser, querido semental?
. - agradecido estaría por ello.
Todos empezamos a desnudarnos, incluido Nkomo. Se acercaron a mí al unísono. Fui lengüeteado por todo mi cuerpo. El disfrute fue general. En un momento dado me senté encima de la polla del negro, mientras recibía una mamada a cargo del nieto de la abuela inglesa.
La preñada me puso de nuevo una teta para que me despachara a gusto. Luego la sustituyó la abuela, ofreciéndome su chumino para que me deleitara comiéndoselo.
Mariel, la nietísima, se sentó encima de la boca de Nkomo. Sus fluidos vaginales fueron bebidos por él.
Evelin se adueñó del coño de la preñada. Aún no estaba en estado óptimo, pero su lengua no entendía de cuarentenas post-parto.
Intercambié con el negro, saliéndome de su tranca, para luego yo darle polla en aquella misma posición.
El nieto aprovechó para meterme la polla por el culo y disfrutarlo como Dios manda. Así estuvo un buen rato. Luego de cansarse de darme polla, la sacó y empezó a disfrutar de nuevo metiéndome… (auto-censurado) …en el mismo culo. Esto no me lo esperaba, pero pronto me puse el micro-chip de enculado manual y aguanté el tipo. Dolía, joder si dolía, pero no iba yo a exteriorizarlo cuando la vieja se había metido tres pollas y… (auto-censurado).
Ante el dolor intenso que recibía mi trasero, aceleré la cogida con el negro. Solté la teta de la preñada y cogí las dos de la vieja. De ellas me agarré con fuerza. Su dueña agradeció el manoseo bestial.
Finalmente fuimos corriéndonos el grupo, vía pene y vía vagina. El último fue el nieto, el cual… (auto-censurado) …y me puso la polla en la boca. Chupé y chupé hasta que el chico explotó en mi garganta. La materia prima de la polla fue tragada sin contemplaciones, luego sequé la polla del negro con mi boca, sacando las últimas gotas de carburante que aún tenía. La abuela limpió mi polla con esmero.
El grupo quedó satisfecho de los resultados. Seguidamente fuimos uno tras otro dándonos una larga ducha.
El resto del día fue esperar la llegada del enviado del Sr. Roschild.
Yo me acerqué a una tienda cercana y me compré algo de ropa para poder viajar decentemente en una línea aérea local.
Cuando ya era noche cerrada y todos estaban expectantes, llamaron a la puerta. Sacamos las armas los dos hombres y ordené que se parapetaran las mujeres, no quería fallos estúpidos a última hora.
. - sí, ¿quién es?
. - nos envía el Sr. Roschild. “qué verde era mi valle, es una gran película. Me corrí de gusto”
Abrí la puerta. Allí había cuatro individuos cortados con la misma tijera. Sin duda eran militares sudafricanos los enviados por el Sr. Roschild. Buena elección.
. - buenas noches, venimos a recoger a la Srta. Evelin y al resto del grupo. Nuestro avión está a 20 minutos de aquí.
. - muy bien, son todos suyos. Los acompaño hasta la aeronave, y si no les importa, déjenme en un aeropuerto internacional.
. - será un placer Sr. Muzorewa.
Montamos en tres vehículos todo-terrenos de gran cilindrada. Eran como los del servicio secreto americano. Buenas máquinas, sí señor, aunque éstas fueran japonesas, también eran buenos cacharros. Lo que no sabía era de donde las habían sacado. Luego lo supe, pues habían llegado con ellos en un avión militar donde cabían perfectamente.
Los sudafricanos iban armados hasta los dientes. Un poco exagerados, pero era mejor prevenir, que curar. Una vez dentro de la aeronave, todos respiramos aliviados. Luego recibí un paquete con mis papeles.
El vuelo fue corto. Llegamos a un aeropuerto más grande. Allí me bajé. Después de los besos castos pertinentes, ellos continuaron camino. El agradecimiento de sus caras era suficiente para mí, aunque tampoco venía mal el pastón que me iban a pagar.
Tomé un avión de Air France que puso rumbo a Orly, París. Desde allí tomaría otro a Madrid. Una hora después de arrancar el avión sonó mi teléfono. Era el banquero.
. - buenos días Sr. Muzorewa, la remesa de dinero ha llegado. Se ha hecho el reenvío como usted ordenó. Los papeles han salido a la dirección que indicó.
. - muchas gracias, en cuanto compruebe todo, recibirá lo prometido, lo cual no podrá ser antes de una semana, ya que estoy lejos de esa dirección que le dí.
. - espero noticias suyas, muchas gracias y adiós.
. - adiós y gracias.
Fin capítulo 9
Capítulo 10
Ayudando a los ancianitos
Madrid, mi querida Madrid. Que se jodan los envidiosos. Lugar de multi-culturas, capital en constante bullicio, aquí vienen de todas las partes del reino a hacer sus manifestaciones, como los mineros, agricultores, putas, gays, todos vienen a tocar los huevos a Madrid. Raro es el día en que no hay una manifestación por una cosa u otra. Bueno, sigamos con las andanzas de un servidor, el espía follador…
Desde el aeropuerto me fui directamente a la Central. Informé a mi superior. La verdad es que no fui creído en absoluto. Un día desaparezco por ensalmo y luego aparezco con una historia difícil de creer. Hasta yo creería que me estoy cachondeando de mis superiores.
La Central, que no es tonta, se informó con los datos que le dí. Al final hasta me pidieron perdón.
Se habían puesto en contacto con el Sr. Roschild, el cual informó positivamente de las andanzas de este agente. Se disculpó por haberme secuestrado para que hiciera el trabajo. Nada dijo del dinero pagado al rescatador. Mucho mejor.
Fui reintegrado al cuerpo. Se me concedió un mes de vacaciones pagadas, para que estuviera descansado para la próxima misión, cosa que agradecí profundamente.
En cuanto pude, salí pitando de allí. No sin antes coger un portátil y un móvil, ambos trucados para no ser detectados. También cogí un detector de micrófonos y localización. Quien hace la ley, hace la trampa.
Cogí varios autobuses y un par de trenes subterráneos para despistar a posibles vigilantes de la Central u otras agencias, pues no tenía ganas de volver a ser secuestrado. Aunque si me lo iba a pasar tan bien y de paso cobrar un pastón, hasta me gustaría, pero por si acaso, cojámoslo con tranquilidad, que seguramente la próxima vez que me atrapen, a lo mejor no es para nada bueno.
Una vez que estuve seguro, alquilé un vehículo con una de mis tapaderas y me dirigí a la dirección que le dí al banquero para recoger el paquete, con los datos de las cuentas.
Una vez recogido el paquete, estaba en la consigna del metro, alquilé una habitación en un hotelucho de mala muerte. Puse en la cama todo el material que había cogido prestado de la Central. Abrí el paquete, allí estaban las cuentas numeradas con las contraseñas correspondientes.
Usé el ordenador y el móvil para comprobar que el dinero estaba donde debía estar. Allí estaba la pasta toda repartida. Todo correcto.
Ordené a los bancos correspondientes abrir una nueva cuenta e ingresar el dinero y anular la primera de ellas. Así hice con todas las entidades. Una vez terminé, respiré tranquilo.
Envié el dinero prometido al banquero, 50.000 dólares. También envié la misma cantidad a Nkomo a su casa por correo seguro.
Antes de marcharme de mi puesto de trabajo, pedí un favor a la Central. Quería descansar, sí, pero no tirado en una hamaca. Para variar quería ayudar desinteresadamente y qué mejor que en una residencia de ancianos. Allí los abuelos se sentían muy solos, yo los podría, “consolar”, adecuadamente, por unos días…
(Parte 7 de 72)
FIN