Agente sexual (6)

Andanzas de un agente secreto de lo más follador. He auto-censurado algunas partes. Tienen 46 capítulos, donde elegir. Relato en 72 trozos.

AGENTE SEXUAL

(6-72)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Estando con ella de pie y dentro de la bañera, mientras me restregaba la espalda, su chumino no pude evitar comérmelo con un hambre que no sabía que tenía. Ella agradecía en el alma que una vieja como ella fuera así de querida, con sus colgajos superiores e inferiores, algo que no me importaba comerme, pues eran colgajos que tenía su historia y yo me estaba empapando de ella, una historia que hablaba de abundancia en sus años mozos y ahora en su madurez.

Una vez lavado, fui yo quien decidió lavarla a ella, pero con la lengua. Se la pasé por todas sus partes más íntimas, vamos, una segunda parte de lo que ya había hecho, pero esta vez sin que ella moviera un dedo para lavarme.

Tanto gozaba la vieja, que decidí secarla y secarme y salirme de la bañera, para luego tender una manta en el suelo de madera y la tumbé. Luego continué con mi lengua por todo su cuerpo.

Ella vibraba con cada lametón que recibía de su joven amante. La lengua se la introduje profundamente y profusamente también, en su vagina. Sus fluidos fueron expulsados con violencia de su escondite y recibidos con agrado.

Luego metí mi extra gorda polla en la vagina de la anciana puta. Se la metí como un misil, pues estaba súper lubricada de tanta lengua.

El mete y saca a toda velocidad fue agradecido por ella, que me besaba sin cesar, introduciéndome su lengua en mi boca. Le saqué la polla al rato, bien lubricada con los fluidos de ella y le dí la vuelta. Ella ya estaba deseando ser enculada, no en vano lo pidió vehementemente la otra vez.

Le abrí el ano un poco y lo ensalivé bien. Seguidamente, y sin advertirla, pues era prerrogativa de todo enculador que se precie, se la clavé hasta los huevos a la pobre y vieja puta. El alarido que dio se oyó en toda la casa.

Corriendo llegó Felipe, por si le había pasado algo a su cocinera tetuda. Cuando lo vi, le dije que se acercara.

Viendo Felipe que solo era un enculado en toda regla, se tranquilizó. En eso, le saqué la polla al chico y se la comencé a mamar.

Al mismo tiempo, recomencé los movimientos de enculamiento. La vieja no dejaba de gritar de dolor, aun así, continué dándole por culo mientras chupaba la polla del chico. Al rato ella empezaba a gozar de mi penetración anal, que no banal.

Pedí a Felipe ser enculado por su polla. Así lo hizo el chico. Se puso detrás de mí y me la clavó sin misericordia en mí ya acostumbrado culo receptor de pollas de todas las tallas y medidas.

Nos acompasamos al unísono. Los tres disfrutábamos cantidad. Finalmente nos corrimos en batería al mismo tiempo. La vieja no podría caminar derecha en varios días.

Mientras le ponía la polla en la boca a la vieja para que terminara el trabajo, hice lo mismo con la polla de Felipe, quedando todos bien satisfechos del trabajo realizado.

Matilde estaba en el corral de las gallinas, les echaba comida a los bichos. Cuando se agachaba para llegar al pesebre, sintió a su hermano, Alberto, detrás.

. - hermanita, no te muevas, que te quiero encular aquí mismo.

Ella también estaba dispuesta a ello, por lo que se bajó las bragas y esperó la polla de su hermano mientras seguía dándoles de comer a los animales.

La polla de su hermano llegó de repente. Fue enculada de un golpe, gritó, pero aguantó el encaje anal. Alberto, con las dos manos en su cintura, embestía bestialmente. Tardó poco en correrse. Ella se dio la vuelta y se la chupó para sacarle todo el jugo que le quedaba. La chica quedó insatisfecha, pues a ella no le había dado tiempo de correrse. Vio a su otro hermano en el campo arando con los bueyes, hacia allí se dirigió sin bragas.

. - Felipe, Alberto me la metió por el culo, pero se corrió tan pronto que ni me dí cuenta y ahora estoy caliente como un macho. Usa tu polla conmigo y fóllame, anda.

. - hermanita, ve abriéndote de piernas, me acerco y te la encasqueto ahora mismo. Si no llegas a venir se la hubiera metido a los bueyes aquí y ahora.

La chica se tendió en el suelo de espaldas y se abrió de piernas como pidió su hermano. Éste, se bajó del arado y mientras se acercaba, se sacaba su polla. Cuando llegó ante ella, se la metió ipso facto en la vagina caliente.

. - toma, putita mía, recibe mi golosina dentro de ti.

. - más fuerte, más fuerte, ostia. Estoy recaliente.

El chico aceleró sus movimientos. Así estuvieron un rato. Luego se la sacó y le dio la vuelta, para volver a metérsela esta vez por su ojete anal. Ella gritó más que antes, pues la polla era más grande que la de su otro hermano.

Él, sin compasión, se la metía una y otra vez, mientras el ano de la zorrita de su hermana se enrojecía a marchas forzadas. Finalmente se corrió dentro de ella, quedando extenuado. Él, aún con la polla dentro de ella, cogió resuello, luego se la sacó para que se la limpiara. Cuando acabaron, cada uno se volvió a su trabajo anterior.

En la cocina estaba Samara, yo quería beber un vaso de leche. Le pedí a la cocinera ser ahora yo quien la ordeñara para llenar el vaso. Ella estuvo de acuerdo.

La señora Sofía llegó y se sentó en un banco, se abrió de piernas y se hacía una paja delante de nosotros.

Me situé detrás de Samara y puse una gran escudilla para no desparramar nada. Luego le saqué ambas tetas a la vieja. Cogí sus pezones y empecé a ordeñarla, igual que si fuera una vaca lechera, porque es lo que era, una vaca lechera de las de toda la vida.

La escudilla se fue llenando, cuando hubo suficiente, paré y después de limpiarle los pezones con mi boca, le guardé las tetas donde antes estaban. Luego me senté, acercando la silla hacia donde estaba la pajeadora de Sofía.

. - ahora Sofía, necesito un poco de leche descremada de sus orgasmos. Cuando le venga uno me avisa que le pongo el vaso debajo.

. - bien pronto me va a venir, aaahhh, aaahhh, ponlo ahora, que ya me viene…

El vaso recibió la leche de Sofía. Pero como quería más leche, se la pedí a Leopoldo que entraba en ese momento. El hombre estuvo a mi disposición para lo que hiciera falta.

Le hice una mamada fenomenal, cuando se corrió fue a parar al vaso. Quise compartirlo con los demás, ninguno rehusó, tomaron un tragó de leche de tetas y corridas. Finalmente, el vaso quedó vacío.

. - necesito –dije- que a la mujer que reciba mi leche en su vagina, para aumentar las posibilidades de fertilizarlas y queden preñadas, pongan las piernas en alto, con el cuerpo tendido, durante al menos 25 minutos y bastante más tiempo la abuela Samara. Con ella ingresaré varias corridas sin que se mueva de postura. Será molesto, pero así habrá más posibilidades de éxito.

No vieron inconvenientes en ello y lo pusimos en práctica. Para la abuela ideamos un artilugio donde las piernas quedaban en alto, con su vagina a la altura de mi polla. Con las demás fue más sencillo, ellas eran más elásticas.

Con la vieja en posición, me acerqué y me la follé vaginalmente, corriéndome dentro de ella. Luego recordé que la vieja no tenía parentesco alguno con los hombres de la casa, por tanto, todos podían follársela y meterles el semen de cada macho en su vagina sin problemas. Así fue como la abuela se fue llenando de semen de machos blancos. Estuvo toda la noche recibiendo leche de toda la familia masculina.

Al final decidimos dejarla allí, con su consentimiento, pues era ella la primera que quería quedar preñada, toda la noche. Le pusimos cojines para que estuviera lo más cómoda posible. Su vagina fue tapada con una toalla humedecida.

No quise dejarla sola en ese estado y me acosté junto a ella. Abrazados amanecimos los dos. Allí mismo le volví a dar su ración de leche y ella a mí, la mía.

Cuando llegaron los demás, la ayudaron a descabalgarse del aparato. Estaba con las piernas totalmente entumecidas. Al darle la vuelta y ponerse de pie, salió gran cantidad de semen de entre sus piernas. La llevaron con cuidado a la bañera y la lavaron con mimo. De aperitivo, Leopoldo le puso la polla en su boca para que se desayunara con su leche. Ella lo agradeció con la mirada. Los demás nos hicimos una paja también.

Cuando uno se corría en su boca y se tragaba el semen la vieja, otro ocupaba su lugar y volvía a descargar en su boca, así los cuatros la dejamos bien satisfecha por el esfuerzo que había hecho la noche anterior.

La llevaron a la cama y la dejaron descansar todo el tiempo que quiso, se lo merecía por puta. Lo siento, lo tenía a huevo.

Desayunamos y volvimos a las tareas diarias. En un momento de descanso, vi a Felipe que intentaba hacerse una auto mamada. Aún le faltaban unos cinco centímetros para llegar. Al percatarse de mi llegada, Felipe intentó desenredarse.

. - tranquilo, sigue con lo que estabas haciendo. Yo, cuando no tengo una vagina cercana que follar, me la suelo mamar yo mismo. Se trata de ser lo más flexible posible.

. - pues yo no lo he podido conseguir nunca, me falta poco, pero no termino de llegar.

. - lo que necesitas es práctica y alguien que te ayude.

. - si me ayudas te lo agradecería.

. - ponte en posición.

El chico se enrolló intentando mamarse su propia polla. Me puse a su lado. Con una mano en su nalgar y la otra en la cabeza, acerqué ambas partes suavemente. Llegó a rosar la polla ligeramente, pero no era suficiente.

. - puede ser que no esté lo suficientemente empalmada, dejame chupártela un rato, veremos si crece algo más.

Dicho y hecho, se la mamé un rato, estando aun enrollado. La polla creció algo más y entre una cosa y la otra, llegó a chuparse su propia polla.

. - este es el momento de que te folle, así disfrutarás doblemente.

Me la saqué y se la dí a chupar un momento, luego se la introduje a Felipe hasta los huevos. Ahora sí que se tragaba toda su polla, y la mía, también. Finalmente se corrió en su boca, para yo, después de que lo hube follado y disfrutado un buen rato, también entregarle el fruto de mis huevos. Disfrutó de lo lindo el cabroncete y más que lo haría de ahora en adelante con sus auto mamadas.

Ya de noche, me acosté con Sofía y Leopoldo en su cama. Quería darle su leche a la dueña de la casa y de paso recibir de su marido un buen enculado.

Puse a Sofía acostada sobre la almohada, con los pies encima de mis hombros. Le dí unos cuantos lengüetazos a su vagina, clítoris incluido. Luego se la metí a 220 por hora. Cuando descargué, Sofía se mantuvo el tiempo acordado con las piernas en alto.

Mientras ella hacia eso, los dos machos nos besábamos con lengua. Hicimos un sabroso y perfecto 69. Yo para ponérsela dura y él para descargarme y limpiarme la polla corrida. Seguidamente me subí encima de la polla de Leopoldo para disfrutarla durante una eternidad. Cuando se corría, le pedí su leche, la cual recibí en mi boca, deleitándome con tan rico manjar.

Yo, toda vez que volvía a tener ganas de descargar, me acerqué de nuevo a Sofía y volví a follármela. Su nueva remesa de espermatozoides fue directa a sus ovarios.

Luego continué el juego amoroso con Leopoldo. Éste volvió a encularme. Finalmente fueron tres corridas las que recibió Sofía. Su marido, que también podía follársela, no la podía dejar preñada al quedar estéril después de coger una de esas raras enfermedades tropicales.

A la mañana siguiente, en el comedor, se la metí a la pequeña de la casa. Me corrí largamente en su vagina. La chiquilla se puso en la posición acordada. Cuando bajaron los padres y la vieron en esa posición, sonrieron y continuaron a la cocina para desayunar.

Una hora después, fue Fabiola a quien encontraron en el prado en esa posición. La cosa marchaba bien.

Una tarde, estando todos en el porche de la casa viendo el anochecer, vieron a lo lejos humo proveniente de alguna hoguera. Los de la casa se pusieron tensos.

. - o es que se ha incendiado el prado o alguien ha acampado y ha hecho una hoguera. Ninguna de las dos cosas es buena para nosotros. Tenemos que investigar. Las mujeres y los dos machos más pequeños, quedaos en la casa y recoged todos los animales. Cerrar todo y protegeros dentro.

Leopoldo fue a su cuarto y saco una caja con armas. Dio una a Felipe y otra a mí, él se quedó con otra. Las demás eran para las mujeres y chicos que se quedaban. Realmente, tenían un pequeño arsenal, algo necesario si se vivía tan apartado como lo estaba aquella familia belga.

Al verme el viejo que miraba tantas armas, el viejo sonrió y me replicó sin yo haber abierto la boca.

. - nunca se sabe, es mejor prevenir que curar, ¿no te parece? –dijo el viejo-.

Asentí, dándole mi respuesta sin mover los labios. El viejo dio un beso a su mujer y a los hijos que quedaban en casa. Yo le dí un beso a Samara en la boca y otro al resto de la familia.

. - regresaremos cuanto antes, os lo prometo –dije-.

. - ya sabéis lo que tenéis que hacer si viene alguien con malas intenciones –dijo Leopoldo-.

Nos adentramos en el prado. El humo estaba bastante lejos, a unos 4 kilómetros de la casa, así que decidimos, por indicación mía, que no sabía por qué, me desenvolvía muy bien con el arma en la mano, no ir en línea recta, sino haciendo una curva, por si era una trampa.

Sin hacer ruido, nos acercamos por la zona contraria por donde habíamos venido. La fogata estaba en medio de un claro en el bosque. Allí había cinco negros bebiendo alcohol. Más allá había una docena de críos atados de pies y manos.

. - son guerrilleros que han secuestrado a los chicos para que sirvan en sus filas. Los enseñan a matar sin piedad, los hacen drogadictos y los vuelven peor que ellos –dijo Leopoldo, yo asentí-.

Si descubrían la hacienda nos harían una visita e intentarían llevarse a los que les sirvieran y matarían al resto. Teníamos que hacer algo. Leopoldo parecía leerme el pensamiento.

. - tenemos que cargárnoslos a todos, si alguno escapa, volverán con más gente y estaremos acabados.

. - estoy totalmente de acuerdo –dije- lo haremos de la siguiente manera. Leopoldo y yo nos ponemos en este lado, separados 20 metros. Tú, Felipe, te pondrás en el lado contrario. Te meterás en cualquier agujero para que ninguna de nuestras balas te alcance. En caso de que alguno intente escapar hacia tu posición, te lo cargas. Cuidad de no darles a los niños.

Así lo hicimos. Apuntamos cuidadosamente a los guerrilleros. Yo dirigí una mirada a Leopoldo, asintiendo con la cabeza.

Al poco se produjo una ensalada de tiros. Los guerrilleros fueron cayendo uno tras otro. Entre la borrachera que tenían encima y que el ataque los cogió por sorpresa, al final solo quedó uno que se escabulló en dirección a donde estaba Felipe. Éste le apuntó al pecho y disparó. Cayó como un fardo al suelo. Se acercó al tipo y vio que estaba tieso.

Los chicos estaban aterrados. Lo primero que les preguntamos fue si había más guerrilleros por la zona. La respuesta fue negativa. Eran solo esos cinco.

. - ¿de dónde sois?

. - de un poblado a varias semanas de aquí.

. - debéis volver con vuestras familias.

. - nuestro poblado fue quemado y nuestras familias asesinadas delante de nosotros. Si no nos uníamos a ellos, nos matarían como a ellos.

. - entonces, ¿no tenéis a dónde ir?, ¿algún familiar?

. - todos muertos en la aldea.

. - ¿cómo fueron a parar estos cabrones por aquí? –dijo Leopoldo dirigiéndose a los muertos-.

. - se perdieron hace una semana. Estaban buscando el cauce de un río, para ir hacia arriba, hacia su poblado -dijo uno de los chicos-.

. - yo tengo una hacienda cerca de aquí, donde vive mi familia. Si queréis os puedo dar cobijo por un tiempo, pero solo si obedecéis todas y cada una de nuestras órdenes. Tendrán que ayudarnos en las faenas de la finca. La comida no será un problema.

Los chicos se miraron. Por un segundo perdieron el miedo, parece que habían tenido suerte por una vez.

. - estamos de acuerdo, haremos todo lo que usted mande. No habrá problemas con nosotros.

. - muy bien, enterremos a estos y no dejemos nada aquí que pueda dar una pista de lo que les pasó -dije-.

Terminamos de enterrar a los muertos y lo dejamos todo como lo encontraron ellos cuando llegaron al descampado. Luego nos dirigimos a la hacienda.

Cuando nos vieron llegar, salieron a recibirnos.

. - estos chicos se quedarán un tiempo con nosotros, su aldea fue arrasada y mataron a todas sus familias.

. - tendrán que obedecer nuestras reglas, se lo habrás dicho –inquirió Sofía-.

. - algunas sí, las demás con el tiempo.

Samara se quedó en el porche y llamó a los chicos, que, por cierto, eran doce, la mitad eran niñas, todos entre los 5 y los 12 años.

. - chicos, los que tenéis hambre acercaros a mí.

Todos se acercaron a la vieja. Ella se sentó en un banco de la entrada y se sacó las tetas y se las ofreció a los niños. Aunque al principio se extrañaron, se fueron turnando en las mamadas. Todos tomaron leche de la abuela Samara.

Leopoldo contó a la familia lo que había pasado allá lejos. Samara, cuando la dejaron seca, ordenó a los chicos:

. - poneos en fila todos.

Los chicos se colocaron rápidamente.

. – chicos, me llamo Leopoldo y mi esposa, Sofía. Ya iréis sabiendo el nombre de los demás. Tengo que deciros unas normas que debéis acatar todos. Como no tenéis donde ir y estamos solos en muchos kilómetros, he hablado con mi esposa y hemos decidido que os quedéis con nosotros el tiempo que queráis.

La alegría en las caras de los chicos fue patente.

. - ahora bien, como dije, hay normas, que debéis respetar. Haréis lo que os mandemos, como estudiar, ayudar en lo que podáis en la finca, y lo más importante, no difundir nada de lo que suceda en esta finca. Y lo digo porque en esta finca se folla y se folla mucho. No solo yo con mi esposa y ella conmigo, sino con mis hijos e hijas.

Las caras de los chicos eran de sorpresa en algunos, pero no en la de los mayores, que, en sus aldeas, allí se follaba a lo grande, se quisiera o no.

. - lo que quiero decir es que seguiremos follando cuanto nos dé la gana. Cuando seis mayores, vosotros también podéis hacerlo si así lo deseáis, pero no ahora. Vale. Eso es todo, ahora iros todos al río, que está por allí y daros un largo baño hasta que no oléis a nada más que a limpio -chicos, por sus hijos- id con ellos y llevar armas, por si las moscas, que se duchen bien, luego, cuando los traigáis, ya tendremos algo de comida para ellos. Vamos, vamos, largo de aquí -dijo Leopoldo con una sonrisa-.

Los chicos, machos y hembras y sus hijos, riendo, salieron por patas hacia el río.

Al rato volvieron y entraron en la casa y los llevaron a la cocina. Allí Samara les dio de comer en abundancia. Los chicos se tragaban todo a toda prisa, como si fuéramos a quitarles el plato de delante de las narices. Debieron pasar mucha hambre durante su cautiverio.

Unos días después, cuando ya los chicos se habían hecho al paño de vernos follar a todas horas y ellos cumplir con lo que les dijo Leopoldo, empecé a recordar quien era, e informé de ello a la familia.

Un par de meses después de mi llegada a la granja, las mujeres estaban todas preñadas. Aun así, siguieron siendo folladas por todos y por ambos lados hasta que no se pudiera hacer por sus vaginas, pero para eso aún faltaban meses. De sus culos no se iban a librar ni pariendo. Esa fue la norma que impuso Leopoldo-.

A la abuela Samara le costó algo más, pero con varias sesiones con el artilugio, fue finalmente inseminada con esperma blanco. Sus tetas nunca dejaron de dar leche a quien la quisiera.

Los niños, a lo suyo, entre juegos y ayuda en la hacienda, fueron algo más felices que cuando estaban con los suyos, pues allí la alimentación no era muy variada, que digamos.

A los cinco meses las barrigas eran bien gordas. A partir de esos meses, solo se permitía dar por culo a las hembras. Era lo que hacíamos todos los machos.

Decidí informarles de que me marcharía cuando todas hubieran parido.

A los ocho meses, algunas parieron prematuramente, sobre todo las más pequeñas. Alguna hasta fue sietemesino el crío.

Sabiendo que me iría según parieran todas, Fabiola decidió probar por última vez la polla de grueso calibre que me colgaba. Pidió que cuando estuviera pariendo, fuera enculada. Quería disfrutar de los dos dolores al mismo tiempo. Los demás trataron de disuadirla, por lo peligroso que era, pero ella no desistió en su empeño.

Cuando llegó el momento del parto, se puso a cuatro patas. Mientras ella hacia fuerza para sacar al bebé, yo enculaba a la primeriza. El dolor era inaudito. Maldijo todo lo maldecible, pero impidió que sacara la polla de su agujero anal la muy bruta. La cosa duró para ella una eternidad. Finalmente expulsó al crío, que, por cierto, era más feo que su puta madre. No se parecía ni a ella, ni a mí, más bien, a su padre.

Aceleré la cogida, luego me corrí dentro de su ano. Los dolores de ella fueron disminuyendo. Fue una experiencia que nunca olvidaría en su vida. El niño salió bien, sin problemas aparentes. Se lo pusieron a mamar en ese momento. Yo me adueñé de la otra teta y también quise probar su leche, dejándola seca bien pronto. Luego dejamos descansar a la madre y al hijo.

Durante el siguiente mes fueron pariendo el resto de preñadas. La casa se llenó de niños blancos y mestizos, por la abuela, que tenía unos genes del copón, para parir a su avanzada edad.

Hicieron una fiesta de despedida por mí. Todos querían catar por última vez mi sabrosa polla. Hasta los negritos recién incorporados, pero se les denegó, ya estaba bien que follaran hijos con padres, como para encima…

Una vez disfruté con cada uno de los Céulemans, me duché y me vestí. Me despedí de todos y me fui hacia el río, allí cogí una vieja barca y me deslicé río abajo, la corriente del afluente me llevaría al río madre. Así estuve navegando un buen rato.

Con el culo aun dolorido, pero contento de haberme conocido, divisé a lo lejos la unión del afluente con su río madre. Seguí hacia abajo y me encontró en un recodo con una lancha de turistas. Luego todo fue más fácil a partir de allí. Fui repatriado a mi país por el consulado. Éstos estuvieron buscándome mucho más arriba hacía casi un año, dándome por desaparecido finalmente.

En la Central informé de mis vivencias amnésicas, menos las folladas realizadas, claro está.

Les dije que cuando me recobré de la amnesia, me despedí de la familia belga y puse rumbo hacia España.

Me dijeron que me tomara unas semanas de vacaciones y así lo hice. Pero no me fui hacia casa, sino que después de llamar a mi familia para tranquilizarla, me dirigí a…

Fin capítulo 8

Capítulo 9

Secuestrado y bien pagado

Me dirigí a… ningún lado…

Sentí un pinchazo en mi pierna derecha. Un paseante con un paraguas se había tropezado conmigo.

. - lo siento mucho señor, no le había visto.

Segundos después sentí mareos, y también sentí que era introducido en volandas dentro de un auto. De repente todo era oscuridad.

Cuando desperté, sentí que ya no estaba en mi tierra natal. Olía diferente y hacía un calor del demonio. Me encontraba en una habitación decorada con materiales de la edad media. Había yelmos, espadas, banderas, escudos, etc.

Al poco apareció un sirviente, vestido como un camarero del mejor restaurante de Madrid.

. - buenos días, el Sr. Roschild le está esperando. Si es tan amable de seguirme…

Atravesé varios pasillos. Por lo que podía ver, parecía un castillo medieval.

Entré, seguido del sirviente, en una sala mucho más amplia. Al fondo se encontraba un anciano con canas.

. - le pido disculpas, Sr. Julio Santander por haberle traído de esta manera. No podría perder tiempo tratando el asunto con sus superiores. Sabemos que usted es un joven agente español al que suelen dar trabajos peliagudos. También sabemos que sabe solventarlos satisfactoriamente.

. - ¿a qué se debe esto señor mío?, por cierto, ¿dónde nos encontramos?

. - estamos en Botsuana, en el desierto de Kalahari, en mi fortaleza. Somos autosuficientes en varios productos y otros los importamos. Estamos en un oasis rodeado por el mismo desierto, aislado de todo y todos.

. - ¿por qué me ha traído aquí, si se puede saber Sr. Roschild?

. - necesito que localice y me devuelva sana y salva a mi nieta Evelin Roschild IV. Es la heredera de la fortuna familiar. En un viaje al parque nacional de Ngezi en el vecino Zimbabue, su avión desapareció. Fue visto en el radar por última vez sobrevolando el parque nacional de Sebakwe.

. - ¿me está diciendo que me secuestra en el otro lado del mundo y me trae aquí para buscar a una persona que puede hasta estar muerta?, ¿no tendría que utilizar alguien que conozca la zona, o la misma policía local donde se produjo la desaparición?, yo desconozco totalmente esta zona.

. - lo que me interesa de usted es que cumple con lo que le encomiendan. Tengo muy buenas referencias suyas y necesito al mejor. De todas maneras, le acompañará un guía local de nuestra total confianza.

. - ya que me ha traído hasta aquí a la fuerza, no quisiera perder el viaje de turismo que me ofrece. ¿Cuánto vale su nieta para usted?, tendrá que pagarlo muy bien si quiere que lo lleve a término.

. - el premio le gustará. Lo principal es que solo cobrará si me la trae con vida. La recompensa será la mitad de su futura herencia, la cual está valorada en 230 millones de dólares o la mano de ella, a elegir por usted.

. - me parece que no le entiendo. Con la mitad de su fortuna podría comprar un ejército de mercenarios y localizarla, en el caso de que esté viva. Y eso de la mano de ella, ¿es que su nieta no tiene nada que decir al respecto?

. - con respecto a los mercenarios, en la zona donde creemos que pueda estar es una zona de bandidos. Hemos enviado ya dos grupos armados a buscarla, los dos han desaparecido. No queremos arriesgar más su vida, serían capaces de sacrificarla si se vieran acorralados. Porque creemos que está con vida, ya que, si no, no se explica la desaparición de los grupos enviados a su rescate. Necesito alguien que pase desapercibido y la localice. En cuanto a lo de la mano o el dinero, ella tendrá que obedecerme o no recibirá un centavo. Usted elige lo que quiera, que yo cumpliré mi palabra.

. - ¿no han pedido rescate?

. - eso es lo que más me ha extrañado, a no ser que no sepan quién es.

. - bien, necesito ropas locales y otros materiales, así como un pasaporte a nombre de digamos… Abel Muzorewa. Luego tráigame al guía y otra cosa, dígale al guía que haga sin rechistar lo que le ordene, en esta expedición solo habrá un jefe, yo.

. - descuide, hará lo que usted mande, lo que sea. Deje eso de mi cuenta.

. - el número de cuenta del banco a ingresar se la entregaré al piloto, él se lo traerá cuando vuelva. Una cosa más, en caso de elegir la recompensa a la mano de su nieta, me iré directamente a mi país cuando la tenga en un lugar seguro. Usted enviará a las personas que usted crea conveniente para que la protejan camino a su castillo. Yo se la entregaré a quien me dé esta frase:

Busqué en la mesa un boli y papel y escribí una frase que me inventé sobre el terreno y que dí al anciano.

. - no pierda ese papel. Déselo a quien vaya a recogerla en el punto que yo le indicaré en su momento. Óigame bien Sr. Roschild, si intenta echarse atrás en nuestro trato, e intenta eliminarme, le devolveré a su nieta en trocitos.

. - tráigame a mi nieta y yo le haré inmensamente rico.

Los dos nos dimos un largo saludo mirándonos a los ojos.

Yo, a partir de este momento y caracterizado como tal, pasaría a llamarme Abel Muzorewa.

El guía tocó en la puerta de mi habitación.

. - buenos días, ¿le puede decir al señor que está aquí el guía? –dijo el tío mirándome a la cara-.

. - pase Sr. Nkomo, yo le haré unas preguntas antes, si no le importa.

. - estoy a su disposición, sr…

. - Abel Muzorewa –le dije al guía, que obviamente no me había reconocido por estar caracterizado de lugareño-.

. - ¿nos va a acompañar usted también?

. - yo seré el único que le acompañará, Sr. Nkomo.

. - creo que era un hombre blanco quien se iba a encargar del rescate de la Srta. Evelin.

. - así es, yo soy ese hombre blanco.

Nkomo se fijó más detenidamente en su interlocutor y se dio cuenta superficialmente que era un blanco disfrazado.

. - le felicito, Sr. Abel, si me ha engañado a mí que soy de la zona a donde vamos, lo hará también con los demás.

. - le agradezco el cumplido. Vayamos al grano. ¿Recibió órdenes del Sr. Roschild con respecto a mí?

. - así es, estaré a su entera disposición para lo que guste mandar, sea lo que sea.

. - perfecto, pues empezaremos ahora mismo, veamos si es fiel cumplidor de su patrón.

Con una señal con el dedo anular le hice acercarse.

. - haga el favor de arrodillarse delante de mí y sacarme mi polla, luego me hace una mamada. Posteriormente se da la vuelta, se baja los pantalones o cómo diablos se llame eso que lleva puesto. Yo se la clavaré en el culo y no emitirá ni un solo grito.

. - es usted muy bromista, Sr. Muzorewa.

. - no estoy bromeando. Si no está dispuesto a hacer lo que le diga, llame al Sr. Roschild y que me mande alguien que obedezca.

Nkomo se quedó lívido, pero no podría defraudar al Sr. Roschild, le debía demasiado, aparte, la niña perdida la había criado él y su mujer. Sus padres habían muerto a temprana edad. Decidió hacer lo que le pedía aquel blanco loco disfrazado.

Se arrodilló y me sacó mi polla, mi gorda polla. Me la estuvo chupando hasta que me la dejó tiesa. Se volvió y se bajó los pantalones. Se puso a cuatro patas y esperó la polla en su culo.

No tuvo que esperar mucho. Fue culeado de improviso y con nocturnidad. Apretó los dientes. Yo, que la tenía gorda de verdad, encina su culo era virgen. Sus dientes rechinaron, pero aguantó. Me agarré de sus hombros y apretaba con fuerza. Finalmente disminuyó el dolor. Yo jadeaba, pero no paraba de meterla y sacarla. Al final se la saqué.

Nkomo creyó haber terminado la sodomización, pero no, faltaba un pequeño detalle. Le dí la vuelta al negro y le metí la polla en su boca. Allí me lo follé también. Por último, me corrí dentro.

. - trágueselo todo, no desperdicie nada.

Así lo hizo él.

. - límpieme la polla con su boca, por favor.

Me la dejó como la patena de limpia.

. - vístase, que nos vamos enseguida.

Llevaron los pertrechos a un pequeño aeródromo cercano. Después me sacaron un par de fotos para el pasaporte, me lo entregaron en una hora. Eficiente el Sr. Roschild. Lo que hace el puto dinero…

Subimos al avión y partimos hacia el noreste, hacia la reserva nacional Sebakwe, en Zimbabue.

Nkomo tenía el culo dolorido de la follada, pero no se quejaba.

En el avión, solo cabían seis personas, aparte del piloto. Estos estaban separados por una mampara metálica.

Me acerqué al piloto:

. - antes de ir a Zimbabue, diríjase a la ciudad más próxima donde haya un banco decente que haga transacciones internacionales.

Una hora después llegamos a una sucursal del banco de Parodia. Era un banco de sudeste asiático, que tiene sucursales alrededor del mundo.

Abrí una cuenta en el banco. Luego pedí hablar con el director. Me hicieron pasar a su oficina.

. - buenos días, me llamo Abel Muzorewa.

. - buenos días, ¿en qué puedo servirle?

. - en unos días, entre una semana y 15 días llegará un ingreso de varios millones a esta cuenta –le dí el número de cuenta. Necesito me los reenvíe a 10 cuentas de bancos distintos, a elegir por usted, donde el fisco no pueda meterles mano. Todo legal, por supuesto. ¿Puede hacer este servicio a sus clientes?

. - por supuesto, pero como usted comprenderá ello generará una serie de gastos…

. - los gastos bancarios no son problema. Los descontará del dinero que entre. Cuando esté todo hecho, me envía los datos de las nuevas cuentas a esta dirección –dije entregándole otro papel- si se hace todo a mi satisfacción, sabré recompensarlo con una gratificación extra para su cuenta particular-.

. - muchas gracias por confiar en nuestro banco para sus transacciones internacionales. Quedará satisfecho de nuestros servicios.

Nos saludamos y me largué de allí. Volví al avión y dí al piloto, un sobre con el número de la cuenta para el ingreso futuro ingreso.

. - dele este sobre al Sr. Roschild cuando regrese.

. - descuide señor.

El vuelo se reinició. Cuando estábamos a gran altura, me desabroché el cinturón y me acerqué a Nkomo. Este me miró curioso. Me arrodillé delante de él. Esta vez fui yo quien le bajó la cremallera y le saqué su polla. El negro no decía nada.

Se la empecé a chupar, el negro empezó a sudar de gusto. Cuando la tuvo bien empalmada, me bajé los pantalones y me senté encima de la polla, encasquetándomela en mi culo. El pobre negro, no daba crédito lo que le hacía este puto blanco.

Agarrado de los reposabrazos del asiento, subía y bajaba, hasta que el negro se corrió dentro de mí. Al final, fui yo quién le limpió su polla negra.

Seguidamente le cuchichee algo al oído y subiéndome en su asiento, le puse el ojete para que me lamiera la leche que salía de mi culo. Lo hizo, claro. Luego me limpié el trasero con un pañuelo y me subí los pantalones, para finalmente, guardarle su propia polla en su bragueta, cerrándosela después. Luego me fui a mi asiento a descansar un poco, que esto de ser enculado, hasta cansa si uno lo hace todo.

El negro no sabía si sacar la pistola y pegarme 3 tiros o pegarse él mismo un tiro allí mismo. Decidió que al final del viaje ya arreglaría cuentas con este capullo blanco. Lo primero era lo primero y su ahijada Evelin era lo primordial y no sería él quien echara al traste su liberación si este blanco de los cojones, conseguía lo que los otros, no.

La avioneta aterrizó cerca del punto de donde desapareció el avión de Evelin, fuera de la vista de todos, en una pequeña hondonada. Bajamos todo el material que llevaríamos en sendas mochilas. La nave partió hacia donde había salido esa mañana.

Eran las 17.00 horas, todavía había algo de luz. El cielo estaba encapotado, amenazaba lluvia torrencial como era frecuente en la zona. Llovía poco, pero cuando llovía, lo hacía torrencialmente durante un breve espacio de tiempo.

Con un GPS digital, me dirigí junto a Nkomo al punto de desaparición teórico del avión. Allí no había nada. Decidimos escalar una pequeña montaña que se veía a lo lejos.

Cuando nos acercábamos vimos dos vehículos todo-terrenos bastante viejos, se dirigían hacia la misma montaña que nosotros.

Nos ocultamos como pudimos. Luego seguimos ascendiendo con extremada precaución. Cuando llegamos a la cima, divisamos lo que parecían los restos de un avión McDonald Douglas DC-3, modelo nacido hacia 1935, que aún hoy sigue volando en varias partes del mundo. Lo más curioso era que estaba camuflado para no ser descubierto desde las alturas. Por eso no podíamos dar con él. Sin duda, habían desconectado el localizador que poseía la nave. Estos tíos no eran tontos, no señor.

La parte superior de la montaña era una perfecta circunferencia, lo que los expertos llaman una caldera y era bastante pedregosa. Allí podría caber una ciudad completa de mediano tamaño, de lo grande que era.

Los bandidos, porque eran eso, de los todo-terrenos, estuvieron husmeando alrededor del avión siniestrado. Le estaban quitando lo que les pareció interesante, seguramente para revenderlo.

Después de casi una hora y a punto de empezar el aguacero encima de nosotros, los de los coches decidieron largarse con viento fresco.

Ese fue el momento en el que nos aproximamos al avión. Cuando llegamos, empezó el aguacero. Pudimos cobijarnos en el mismo avión, pues había sitio suficiente para protegerse del agua.

La noche se nos echó encima de golpe. Sacamos algo de comida fría y nos la despachamos a gusto y en silencio.

Tendí una manta en el suelo, luego me desnudé y mandé desnudarse también a Nkomo, éste así lo hizo. Lo atraje hacia mí y le metí la lengua en su boca. Luego hice que el negro correspondiera con su lengua. Después de saciarme, continué con mi lengua hacia los pezones del negro.

Esto hizo que al negro le entraran unas corrientes de gusto. Su polla se puso tiesa.

Puse al negro para hacer un 69. Las mamadas mutuas sirvieron para que nuestras pollas soltaran líquido pre-seminal.

Luego me puse en posición de penetración frontal. Mientras lo besaba y metía mi lengua, mi polla era introducida en el ano del negro. Así cogidos, el negro resoplaba de gusto. Nuestras lenguas no descansaban, tampoco el movimiento pélvico de ambos.

Antes de correrme y como era de mi agrado y costumbre, se la saqué y se la puso en la boca al negro. Tragó semen del bueno, luego le tocó al negro encularme.

La escena fue calcada de la anterior. Mientras me follaba frontalmente, nuestras lenguas volvían a hacer un combate infernal. El negro me imitó, e hizo que me bebiera toda su corrida. Lo que no sabía el negro era que a mí me gustaba cualquier tipo de semen. Tragué y se la limpié.

Los dos quedamos bien satisfechos. Quedamos juntos uno al lado del otro, sin decir nada.

Un rato después sentí que su polla volvía a la vida. Se la mamé al negro de nuevo, cuando estuvo como tenía que estar, cogí las mantas y nos tapamos los dos juntos. Puse al negro delante de mí, le abracé y besé, para luego meterme su polla en mi culo. Allí la dejé mientras ambos cogíamos el sueño hasta el día siguiente.

Al amanecer el negro se despertó al sentir que la polla del blanco entraba y salía en su culo. Hasta que no terminé no pudo separarse. Una vez me la mamó y deslechó, lo dí por terminado. Seguidamente nos vestimos como si tal cosa, no mencionamos las folladas tenidas y por tener.

Revisamos el avión destrozado y no encontramos ningún cadáver. Continuamos mirando por si podíamos encontrar alguna pista de lo que había pasado con aquel avión.

Me fijé en la puerta principal. Había sido despedida. Allí no estaba por ningún lado. Según parecía, el avión se había despresurizado por la pérdida de su puerta. Eso en pleno vuelo es mortal, sobre todo los antiguos aviones como era éste.

. - busca alguna pista de a dónde han podido ir los pasajeros -ordené al guía-.

Éste fue dando vueltas circulares cada vez más anchas en busca de huellas. Al rato me llamó. Fui donde él estaba.

La imagen era dantesca. Allí, amontonados como basura, había al menos 20 personas. La mayoría estaban acribillados a balazos. Saqué la foto de Evelin que tenía en un bolsillo y la cotejé con las mujeres del grupo. Por suerte no estaba entre ellas. Algo es algo, dijo un calvo.

Saqué unas fotos de los cadáveres y apunté la posición con el GPS para la posterior localización de los muertos.

. - intenta localizar hacia donde se fueron los que faltan.

. - las pisadas no pasan de aquí, seguramente subieron a un vehículo.

. - habrá que seguir las huellas de esos vehículos para ver a donde nos conducen. Recojamos y partamos, pero antes de nada borremos las huellas, no quiero que si vuelven, se den cuenta de que ha habido alguien por aquí.

Al rato nos fuimos detrás de las huellas de los vehículos, procurando tener cuidado donde pisábamos, pues el barro hacia impracticable el caminar. Decidimos ir a unos veinte metros fuera de la carretera que seguíamos, por si teníamos que ocultarnos de improvisto.

Por suerte la carretera no era nada transitada. No vimos ningún vehículo en toda la mañana. Al mediodía, con el sol picando bastante, aunque con algunas nubes negras en el horizonte, divisamos una casa de mediano tamaño.

La casa estaba solitaria, no había ninguna otra en los alrededores. Sin embargo, se oían voces que procedían de su interior.

Nos pusimos a distancia de prismático y observamos. Las voces que sonaban eran de 3 o 4 hombres. De vez en cuando sonaba la de una mujer. Parecía la voz de una mujer joven y blanca, por el timbre que tenía. Según pudimos oír, maldecía en algún dialecto local que no entendía, pero que si me ponía a ello…

. - presta atención y dime lo que oyes –le dije al guía-.

Cogí de mi macuto una pequeña parabólica con un micrófono incorporado en el centro y lo dirigí hacia la casa, luego le entregué unos cascos del que usó solo un altavoz, el correspondiente a su oreja derecha.

. - la chica se está cagando en los muertos de sus captores. Dice que cuando su abuelo los encuentre, les van a freír los huevos.

. - vaya con la nietita, sí es que es ella. ¿De qué hablan sus captures?

. - están esperando al jefe. Por lo visto no les han dejado catar la mercancía, palabras textuales. Tienen pensado que pase un tiempo bastante largo para que los que buscan a la chica desistan de ello y la den como desaparecida y así forzar al viejo a soltar la pasta con más tranquilidad.

. - tendremos que intervenir, porque si viene el jefe con más capullos, pueden llevársela a otro lugar y quizás no la podamos localizar en la nueva ubicación.

El negro estuvo de acuerdo. Sacamos las armas. Esta vez cogimos pistolas con silenciador. Dejamos las mochilas a resguardo y cargamos solo con las armas y las municiones necesarias.

Antes de partir hacia la casa, me enganché del negro y lo morreé a conciencia, lengua incluida. Éste correspondió, luego nos separamos. El negro no salía de su asombro, se dijo que este blanco solo funcionaba con sexo, era de locos. Lo bueno era que le empezaba a gustar la cosa y si encima era un profesional como la copa de un pino y cumplía con su cometido y liberaba a su niña Evelin, pues, bienvenido sea.

Nos acercamos por lugares diferentes, sigilosamente. Cuando llegamos a las posiciones previstas, echamos un vistazo dentro con un pequeño espejo.

Allí había no 3 ni 4, sino 6 malditos negros guerrilleros. Dos de ellos estaban durmiendo la mona. Allí se veían varias botellas tiradas por doquier.

Aparte de los dos negros dormilones, estaban los otros cuatro en una mesa jugando a las cartas. Al fondo se veía en una cama desvencijada, atadas de pies y manos a dos mujeres, una preñada de bastantes meses y a una rubia despampanante. Tenían las dos sus tetas y sus conejos al aire, a la vista de todos. Ya que no podían meterles mano, por lo menos podrían disfrutar del espectáculo.

Los esbirros sabían que su jefe les pegaría un tiro si manoseaban la mercancía. Ya lo había hecho con otros colegas cuando custodiaban a otras secuestradas y se habían propasado.

La casa solo tenía una puerta y dos ventanas. A una orden mía, entramos pegando tiros. Los primeros en caer fueron los de la mesa de juego, solo les dio tiempo de mirar a dos intrusos pistola en mano, que escupían plomo a destajo. Cayeron fulminados sin soltar las cartas de las manos. Luego el negro que venía conmigo le pegó otro tiro a uno de los dormilones. El segundo dormilón intentó repeler el ataque, pero una persona dormida no tiene los reflejos de dos tipos muy despiertos. De un balazo en la sien le desparramé el cerebro por el suelo.

Rápidamente, las chicas fueron liberadas.

. - necesitamos ropas –dijeron casi al unísono las mujeres-.

. - no hay tiempo de eso ahora, Nkomo, llévalas cuidando de no dejar huellas en el terreno hacia el norte, espérame a un par de kilómetros. Yo tengo que deshacerme de los cadáveres y pegarle fuego a la casa. Con un poco de suerte, creerán que sus esbirros se las llevaron para hacer ellos mismo el negocio del rescate. Una cosa, no les des ropa alguna, quiero verlas tal como están ahora.

Las mujeres, que me oyeron perfectamente, se interrogaron con la mirada, pero no dijeron nada. Nkomo se las llevó rápidamente.

Uno a uno fui metiendo a los muertos en un agujero cercano, tapándolos después con más piedras y ramas. Luego le pegué fuego a la casa.

Borré las huellas y después de recoger las mochilas ocultas, salí raudo hacia el encuentro de Nkomo. Cuando me vieron llegar, las mujeres me increparon al unísono por lo de las ropas.

. - quiero disfrutar con la vista como los secuestradores, ellos no son mejores que nosotros. ¿Oh sí?

Ante esta estúpida respuesta, se dirigieron hacia Nkomo.

. - Nkomo, mi abuelo es quien te paga, danos ropa inmediatamente.

. - señorita, tengo órdenes expresas de su abuelo de obedecer ciegamente al Sr. Abel Muzorewa, aunque sean equivocadas como ésta -dijo mirándome-.

. - las madres que los pario a los dos -dijo Evelin-.

Saqué el teléfono satelital e iba a pedir que me enviaran la avioneta. Delante de donde estábamos podía perfectamente aterrizar la aeronave. El problema era que estábamos muy cerca de la casa incendiada, así que decidí alejarnos un poco más de allí.

Solo cuando estuve medianamente seguro que era un buen sitio para nosotros y para que aterrizara la avioneta, volví a coger el teléfono para llamar.

Aparte de la posición nuestra, también informé de la posición del avión siniestrado y de los muertos allí localizados. Según me dijeron, la nave llegaría en 6 horas aproximadamente.

Una hora después recibimos una mala noticia. El tiempo pronosticaba vientos huracanados, con visibilidad nula a menos de 30 metros. La nave tuvo que regresar y no podría volver a salir hasta que pasara esta tormenta, la cual no despejaría hasta dentro de varios días, con suerte. Joder, primero la lluvia y ahora una tormenta de arena.

Informé que nos moveríamos a lugares más seguros y que volvieran a llamar cuando se tranquilizara el tiempo.

Las tormentas de arena en Zimbabue eran frecuentes. Algunas duraban muchos días, hasta semanas enteras.

Ante esta noticia, todos se sintieron abatidos, incluso yo, pues se alargaría la espera y los problemas también, pero no podíamos desanimarnos ahora, habíamos hecho lo más importante. Encontrarla y liberarla. Ahora tocaba alejarse lo más posible del lugar hasta nueva orden.

. - aquí no hacemos nada. Pongámonos en marcha. En principio haremos un pequeño rodeo por si nos siguen. Luego enfilaremos recto hacia alguna ciudad grande donde podamos protegernos mejor.

Caminamos durante 3 horas, pero no avanzamos mucho, dado que llevábamos a una preñada con nosotros. A lo lejos se divisó una cabaña, posiblemente sería de algún cabrero que la usaba de vez en cuando, pues no se veía movimiento alguno. Hacia allí nos dirigimos.

Cuando llegamos, la inspeccioné primero, dándoles paso después al resto.

. - no es muy confortable, pero menos da una piedra.

Constaba solo de una pieza, de 3x2 metros aproximadamente. Sin ventanas, era de paja y barro. Parecía resistente. Se notaba que llevaba abandonada desde hacía tiempo. Tanto mejor. Así no tendríamos invitados imprevistos.

. - por esta noche, nos quedaremos aquí. Comeremos sin hacer fuego. El fuego en una noche clara como ésta se ve desde muy lejos. Nkomo, ¿es esta zona muy transitada por pastores o bandidos?

. - los bandidos son impredecibles, ya vio que usaron aquella casa para sus tejemanejes. Aparte de ellos, solo por pastores, pero solo una o dos veces al año, cuando haya hierbas en los alrededores y no estamos en época. Hasta dentro de un mes o más no crecerá la hierba lo suficiente para alimentar a sus animales.

Comimos un poco, luego se tendió las dos mantas que traíamos en los macutos. Las chicas se pusieron sobre la manta en un lado de la cabaña, los machos en la otra. Bien cerca, por cierto, dado el tamaño del cubículo.

. - por favor –dije mirando a las mujeres- quiero que abran las piernas y nos dejen ver sus conejitos y sus tetas y no me lo hagan repetir de nuevo-.

Las chicas empezaban a creer que habían salido de la sartén para luego caer en las brasas. Este tío era tan desalmado como sus captores. Hicieron lo que mandé.

Mientras las miraba, deslicé mi mano por la entrepierna de Nkomo, sobándole la polla por encima del pantalón. Éste sabía que era momento de follar. Me siguió el juego. La visión de los conejos y tetas de las hembras lo estaba poniendo bien caliente, y si era la misma niña que él había educado, la exuberante Evelin, mucho más morbo le daba.

Las tetas de Evelin eran esplendidas, solo con mirárselas, daba ganas de mamárselas sin fin. Las de la preñada, solo con pensar que podían tener leche merengada, se corría uno de gusto y si encima le metías el dedillo en sus partes bajas y lo sacabas húmedo…

Le saqué el paquete al negro a la superficie. Inmediatamente fue engullido. Las chicas miraban expectantes.

Al mismo tiempo que lo mamaba, le terminaba de bajar el pantalón, dejándolo en cueros. Seguidamente le dí la vuelta y le chupé el canalillo de su trasero.

Las chicas se removían inquietas, sus lenguas empezaban a saborear el encuentro homosexual de los dos hombres. A Evelin se le fue un dedo al conejo de la preñada, ésta no puso objeción.

Con dos dedos de cada mano, le abrí el ano a mi amante. El guía se preparó mentalmente para el momento del enculado. Me deshice de la ropa de mis partes bajas y se proyectó como un misil mi pinga extraordinaria.

La preñada se corrió de solo verme el rabo todo tieso. Apretó más todavía la mano de Evelin que estaba jugando con su vagina. Su respiración se oía bien alto en la silenciosa casucha.

Los hombres nos dimos cuenta de ello. Ante una señal mía, los dos les plantamos nuestras pollas a pocos centímetros de las mujeres. Éstas dudaron un segundo. La preñada agarró mi polla primero con timidez, para luego manosearla bien manoseada. Se la llevó a la boca y chupó su cabeza primero y toda ella, segundos después. Una buena polla gorda y deliciosa ya la tenía en toda su boca y yo tan feliz de que así fuera.

Nkomo no tuvo la misma aceptación de su polla por parte de Evelin. Ante este desaire por su parte, le puse la mano en el cuello a la chica y la acerqué a la polla del negro. Primero se resistió, pero yo tenía más fuerza que ella. Finalmente, y poco a poco, fue cediendo y abriendo su boca y probando la polla. Al final se dejó vencer por su libido y se entregó en cuerpo y alma a satisfacer y satisfacerse de esa rica polla que le ofrecía tan ricamente su empleado.

Las tetas de la preñada fueron succionadas, y efectivamente, les saqué leche merengada, así la estuve mamando hasta dejar seca una teta, dejándosela flácida y plana. Luego comencé con la otra. Cuando hube acabado también con la segunda, la puse a cuatro patas, con algo de resistencia por su parte. Le lamí su culito, se lo agrandé y le introduje mi potente polla. Eso sí, poco a poco.

Para mi sorpresa, aquel culito ya había experimentado el enculado en multitud de ocasiones, posiblemente por su marido muerto en la montaña. Esto último era una suposición.

Las embestidas hacían que sus grandes tetas lecheras se bambolearan de un lado a otro. Cómo gozaba la muy puta. Los gritos de placer dejaron asombrada a Evelin. Ya estaba pensando qué efecto haría una buena polla en su propio culo.

El negro ni siquiera se lo preguntó, como si le hubiera oído sus pensamientos, le dio la vuelta y la enculó salvajemente. Ahora era ella quien gritaba y no de placer, precisamente.

(Parte 6 de 72)

FIN