Agente herido

La amada del inspector Dick Gumshoe, Maggey Bridge ha sido secuestrada. Tras crear un plan para liberar a la joven, las cosas no salen como se esperaban.

18 de Febrero 03:00- Comisaría de policía.

Un hombre toca con insistencia la puerta del departamento de asuntos criminales.

  • Adelante. – Se oye una voz desde el interior.

El hombre abre la puerta con velocidad y entra.

  • ¿Qué sucede? – Pregunta un inspector vestido con una vieja gabardina verde.

  • Inspector Gumshoe, es él, el secuestrador. Está llamando de nuevo a la familia de Maggey.

  • ¿Estáis rastreando la llamada? – Preguntó preocupado.

  • Por supuesto jefe.

  • Bien, vamos a ver que está pasando.

Los dos hombres salieron del cuarto y se dirigieron a una sala llena de ordenadores y sistemas de alta tecnología.

  • ¡Infórmenme de la situación actual! – Gritó Gumshoe nada más entrar en la sala.

  • El secuestrador tiene pensado hacer hoy el intercambio. Han quedado en la fábrica en ruinas de

  • ¡Lo tengo! – Gritó un joven que no paraba de aporrear las teclas de su portátil.

  • ¿Qué es lo que tienes? – Preguntó Gumshoe impaciente.

  • Acabo de localizar la señal de su teléfono móvil. Esta llamando desde el viejo hospital.

  • Perfecto. – Dijo Gumshoe saliendo de la sala. – Reúna a mis hombres en 5 minutos. Nos vamos.

  • Entendido jefe. – El hombre salió corriendo por los pasillos de la comisaría.

Gumshoe fue a su taquilla y cogió sus herramientas de trabajo. Mientras se colocaba todo le vinieron imágenes de la mujer que estaba secuestrada. Era Maggey Bridge, su discípula, habían trabajado más de 3 años juntos. Le había enseñado todo lo que sabía sobre este oficio y hacía tres días se le partió el corazón al enterarse de que había sido secuestrada. Ahora ya sabía donde se escondía el cobarde que había secuestrado a su chica y pagaría por el daño que le había hecho.

Una vez tenía todo salió de la comisaría allí se encontró a sus hombres preparados iban en dos coches normales, querían pasar desapercibidos para poder coger por sorpresa al secuestrador. Gumshoe montó en uno de los coches y salieron rumbo al viejo hospital.

No tardaron demasiado en llegar al lugar. Era un edificio totalmente en ruinas, tenían pensado derrumbarlo pero el ayuntamiento no decidía la fecha de la demolición. Tenía 5 pisos y en uno de ellos se escondía el secuestrador con Maggey.

  • Ya sabéis como hay que actuar. – Dijo Gumshoe a sus hombres. – En cuanto tengáis cualquier noticia decirla por el talkie.

  • Entendido jefe.

Los 8 hombres entraron al edificio y Gumshoe con varias señales con los brazos separó a los hombres. Gumshoe subió al último piso junto con un compañero. Tenía la sospecha de que no encontraría nada allí ya que sería absurdo esconderse allí ya que no podría escapar una vez lo localizaran. Una vez llegaron allí un sin fin de puertas y pasillos aparecieron ante ellos.

  • Yo iré por el derecho, tu ve por el izquierdo. Nos encontraremos al final. – Dijo Gumshoe.

Cada uno tomó su camino. Gumshoe fue abriendo cada una de las puertas pero no encontraba nada más que camas vacías y en su gran mayoría destrozadas por el paso de los años. De pronto en una de las habitaciones encontró algo que le llamó la atención, era una mochila bastante moderna. Se llevó la mano al talkie y susurró a sus compañeros el hallazgo. En ese momento un sonido atronador llenó la sala y una ráfaga de calor atravesó el brazo de Gumshoe, ya había sentido esa sensación en otra ocasión. Le habían disparado. Gumshoe se lanzó al suelo escondiéndose detrás de la cama. Se oyeron varios disparos más que impactaron contra la pared.

  • Largaros o me cargo a la chica. – Se oyó en la habitación de en frente.

Gumshoe se asomó levemente y vio como el secuestrador apuntaba a Maggey en la cabeza con su pistola. No podía moverse, un paso en falso sería la muerte inmediata de su chica. Pero en ese momento lo vio todo claro, se fijó en la pistola del secuestrador y vio que estaba sin balas. Tenía que actuar con tranquilidad para que la situación no se fuera de las manos. Gumshoe se llevó su mano a la pistola, le dolía una barbaridad el hombro derecho con lo que tuvo que agarrar la pistola con la mano izquierda. Se puso de pie y apuntó al secuestrador.

  • Suelta a la chica. – Dijo Gumshoe convencido.

  • Déjese de estupideces inspector. O no me dejara otra alternativa.

En ese momento Gumshoe se abalanzó sobre el secuestrador. Éste apuntó al inspector e intentó disparar, entonces se dio cuenta de la situación en la que estaba. Maggey también entendió la situación actual y propinó una coz en las partes nobles del secuestrador, en ese momento Gumshoe cayó encima del hombre y tras propinarle varios puñetazos en el rostro quedó fuera de combate. Gumshoe se llevó la mano al talkie y avisó a sus compañeros de lo que acababa de suceder. Maggey cogió el talkie y pidió una ambulancia.

  • Túmbese inspector, está herido.

El inspector hizo caso a su discípula y se tumbó en la vieja cama del hospital. Maggey comenzó a andarle en la herida, estaba perdiendo mucha sangre cosa que propició que Gumshoe perdiera el conocimiento.

Cuando abrió los ojos se encontraba en un hospital. Le dolía el hombro al mínimo movimiento que realizaba pero parecía que todo había salido bien. Había un médico a su lado y hablaron de cómo había ido la operación. No había habido ninguna complicación en la operación y la bala ha salido sin problemas. El médico continuaba comentándole los detalles de la operación y de la futura rehabilitación pero Gumshoe en lo único que pensaba es en donde y como se encontraba Maggey. No sabía nada de ella desde que arrestaron al secuestrador.

  • ¿Dónde está Maggey? – Preguntó Gumshoe impaciente.

  • ¿Perdona? – La pregunta cogió por sorpresa al médico.

  • La chica a la que secuestraron.

  • Ah, ha estado a tu lado todo el tiempo pero ha tenido que irse ya que iban a operarte, creo que aún está en el hospital.

  • Podría buscarla por favor, necesito verla.

  • Bien, haré todo lo posible,

  • Muchas gracias. – Dijo Gumshoe con una sonrisa en la cara.

El médico abandonó la habitación dejando a Gumshoe solo allí. Gumshoe comenzó a pensar en las palabras que el médico había dicho de Maggey. Sabía que estaba totalmente enamorado de esa mujer aunque el sentimiento no fuera mutuo. Se alegraba de por lo menos tener una gran amistad con ella. De pronto se abrió la puerta y allí apareció su amada. Llevaba una sudadera negra totalmente abierta, tras ella se veía una camiseta blanca que tapaba un vientre plano y unos bonitos y redondos senos. También llevaba unos pantalones piratas y sus gafas negras. A pesar de tener 23 años Maggey tenía el aspecto de una niña de 15 ya que es un tanto bajita y no estaba demasiado desarrollada.

  • Buenos días inspector, ¿Qué tal se encuentra? – Preguntó Maggey mientras abrazaba a su mentor.

  • Pues la verdad que no se muy bien como me encuentro ya que no llevo mucho tiempo despierto.

  • Muchas gracias por haberme salvado ayer.

  • Solo hacía mi trabajo.

  • No te hagas el duro. Quería agradecerte de verdad todo lo que has hecho por mí. – Dijo acercando su cara a la de su mentor.

  • De verdad, no hace fal… - No pudo terminar la frase ya que la joven le tapó sus labios con los de ella dándole un dulce beso.

Gumshoe se quedó petrificado, la mujer de su vida estaba besándole en ese momento. Poco a poco comenzaron a mover sus lenguas de manera más lasciva. Maggey se fue subiendo a la cama encima del inspector y así pudo notar el duro miembro de su mentor clavándose en su sexo. También se dio cuenta de eso Gumshoe y decidió acabar con todo.

  • Bájate de ahí, podrían pillarnos. – Dijo Gumshoe preocupado.

Maggey obedeció pero tan solo en parte ya que comenzó a moverse alrededor de la cama.

  • Tranquilo grandullón he hablado con tu médico, vamos a tener un par de horas de paz. – Tras decir eso se metió dentro de las sábanas.

Bajó los pantalones de Gumshoe con la ayuda de éste, hizo lo mismo con los calzoncillos. El miembro erecto de su mentor salió como un resorte. Maggey no tardó en ponerse manos a la obra. Acercó su boca al cipote de Gumshoe y comenzó dándole dulces besos por toda la base del rabo. El inspector comenzó a estremecerse, no podía creerse lo que estaba pasando en aquella habitación. Maggey no tardó en sacar su lengua y comenzó a jugar con el tronco de Gumshoe. Lamía de arriba abajo la base del pene de su mentor, poco a poco se acercaba al capullo al que daba dulces besos y tímidos lametones. Poco duró la timidez de la joven ya que no tardó en agarrar la polla con una mano y comenzar a pajearla al mismo tiempo que se metía todo el capullo en la boca. Hacía círculos con la lengua sobre la punta del cipote mientras movía rítmicamente la mano de arriba abajo. Gumshoe no podía creerse lo que estaba sintiendo jamás se imaginó que su alumna tuviera esa habilidad con la boca.

Maggey comenzó a seguir el ritmo de la mano con la boca, comenzó a tragarse gran parte de la polla de su jefe, mientras le masturbaba con una mano, con la otra aprovechaba para masajearle las pelotas. Maggey había conseguido esta habilidad gracias a su anterior novio. Éste era un fanático de las mamadas, la joven pasó más de media relación arrodillada frente a su novio. No sabía los litros de semen que se había tragado en los 3 años que tuvo de relación.

Ahora estaba cumpliendo una fantasía que siempre había tenido, montárselo con su mentor, pero no había podido llevarla a cabo ya que ella tenía novio y a pesar de todo era una mujer fiel.

Continuo tragándose el miembro de su mentor, le costaba tragársela un poco ya que esta era más gruesa que la de su ex-novio. Pero eso la ponía más cachonda, no había cosa que más la calentase que verse comiendo una polla. Gumshoe no paraba de gemir, sin duda estaba recibiendo la mejor mamada de su vida y eso se notaba ya que no paraba de estremecerse y susurrar el nombre de su amada. Maggey se introdujo el miembro entero en su boca, era una sensación muy agradable para la joven notar el palpitante miembro de su maestro tapar cada centímetro de su boca. Podría quedarse así eternamente pero tenía el coño chorreando y ya era hora de darle uso.

Se sacó la polla de la boca y se incorporó encima de su mentor. Empezó quitándose la sudadera y tras eso se quitó la camiseta, sus senos salieron a la luz ya que no tenía sujetador. No eran unos senos grandes pero al menos tenía. Gumshoe intentó incorporarse pero un intenso dolor le golpeó en el hombro.

  • Tranquilo jefe, ya tendrás tiempo de hincarles el diente. – Dijo con una sonrisa pícara en la cara.

Maggey continuó desnudándose al quitarse tanto los pantalones como unas infantiles braguitas rosas.

  • Tú no te muevas, déjame trabajar a mí. – Decía eso mientras se sentaba encima de la polla de su mentor.

Gumshoe sintió como su miembro se introducía dentro del coño de su alumna. Sentía como el coño de Maggey se tragaba lentamente su polla, estaba muy estrecho a la vez que muy caliente. La joven esperó hasta que sintió todo el miembro dentro de ella, entonces comenzó a dar pequeños botes encima del miembro. Se empezaron a escuchar un pequeño chapoteo debido a los flujos vaginales que inundaban el coño de Maggey. Gumshoe comenzó a gemir con fuerza, la joven agarró la mano izquierda de su mentor y se la colocó en una de sus tetas. Éste comenzó a masajear lentamente el pecho de su alumna que tenía los pezones totalmente duros. La joven continuó cabalgando encima de su jefe. La polla entraba y salía a una velocidad vertiginosa y Gumshoe no paraba de acariciar el pecho de Maggey. Gumshoe comenzó a mover las caderas intentando así introducirle más y más su miembro a su chica. La cadera de Maggey parecía que iba a dislocarse ya que la movía a una velocidad endiablada cosa que el rabo de Gumshoe no pudo aguantar.

  • No puedo más, no puedo más… - Decía Gumshoe entre gemidos.

Maggey se bajó de un golpe del miembro de Gumshoe y comenzó a mamarlo con avidez. Gumshoe se quedó alucinado al ver a Maggey tragándose sin ningún problema la totalidad de su polla. Metía y sacaba su polla entera en su boca, notaba como llegaba hasta la garganta de la muchacha. Empezó a temblar levemente, clara señal de que estaba a punto de correrse.

  • Maggey no puedo más, me voy a venir. – Decía con la intención de que la joven sacara su miembro de la boca, pero no fue así.

Gumshoe comenzó a lanzar varios chorros que golpearon contra la garganta de Maggey que parecía no importarle que su jefe la inundara con litros de semen su boca. La joven continuó masturbando el miembro de su mentor con la intención de exprimirlo hasta el extremo. Un hilillo de semen salió por la comisura de los labios de ésta que se introdujo de nuevo en la boca ayudándose con el rabo de su mentor. Una vez tenía todo el semen en la boca comenzó a tragárselo, le hubiera gustado que su jefe se hubiera corrido en su cara pero no faltaba mucho tiempo para que el médico llegara y tendría que estar todo como lo había dejado para que no hubiera problemas. Tras tragarse todo el semen que su jefe le había regalado dio un dulce beso al capullo de éste y le introdujo su miembro ya flácido dentro del pantalón. Maggey se bajó de encima de su jefe y se puso la ropa con velocidad, temía ser descubierta y tener que dar alguna explicación. Por suerte no apareció nadie en varios minutos y la joven no tuvo ningún problema. Al rato apareció una enfermera con una bandeja llena de comida, la dejó al alcance del inspector y volvió a salir de la habitación.

  • Come bien, que tendrás que reponer energías. – Dijo la joven.

  • La verdad es que estoy agotado y eso que yo no he hecho nada.

  • Bueno yo voy a la máquina expendedora a sacarme algo, ahora vuelvo. – Tras decir eso le dio un tierno beso en los labios y salió de la habitación.

Gumshoe comenzó a comer con lentitud ya que solo podía utilizar la mano izquierda, por suerte toda la comida estaba ya cortada. Gumshoe no podía creerse lo que acababa de vivir junto a Maggey. El pensaba que Maggey era una inocente adolescente que vivía en un mundo totalmente infantil y la verdad era que su Maggey se había convertido en una máquina sexual capaz de satisfacer a cualquier hombre. Sabía que él era 7 años mayor que ella pero sin duda Maggey acababa de enseñarle una valiosa lección de buen sexo.

Maggey volvió a entrar en la habitación estaba comiendo un sándwich mixto y se sentó junto a su jefe. Le arrebató el tenedor y comenzó a darle ella de comer. Maggey era una mujer paciente y no le importó la lentitud con la que su jefe comía el filete que le habían servido. Ella comenzó a fantasear en la idea de que pasadas un par de horas su jefe le estaría comiendo otra cosa. Pasado un rato Gumshoe terminó de cenar y el médico entró en la habitación, le pidió a Maggey que abandonara la sala ya que iba a analizarle, ésta aprovechó para ir al baño. Mientras dentro de la habitación el doctor comenzó a analizar la herida del brazo del inspector.

  • Se le ve muy contento. – Dijo el médico.

  • La verdad que ha sido muy agradable la visita de Maggey.

  • Ya le habrá comentado que ha pedido poder pasar la noche a su lado.

Ese comentario dejó totalmente fuera de juego a Gumshoe pero consiguió improvisar sobre la marcha.

  • Si, ya me ha dicho. La verdad que necesito a alguien a mi lado.

  • Bueno, esto va bien, en una semana estará totalmente recuperado si es que no pasa nada raro.

  • Muchas gracias doctor.

  • No es nada. – Dijo mientras salía de la habitación.

Allí se encontró con Maggey que esperaba en la puerta. El médico no entendía cual era la relación que había entre ellos, sería tío y sobrina ya que ella no aparentaba más de 15 años y Gumshoe acababa de cumplir los 30. Se saludaron con la cabeza y cada uno tomo su camino. Maggey entró en la habitación y se encontró a Gumshoe en la misma posición que lo había dejado. Se acercó a él y se sentó a su lado.

  • ¿Qué es eso de que vas a pasar la noche conmigo? – Preguntó Gumshoe intrigado.

  • ¿Acaso no quieres? – Dijo mordiéndose el labio inferior.

Aquella imagen hizo que el miembro de Gumshoe se erectara, no podía creer lo zorra que era su alumna. Sin duda la discípula había superado a su maestro.

  • Claro que quiero pasar la noche contigo, solo que me ha sorprendido que no me hayas comentado nada.

  • Era una sorpresa, pero veo que te la han chivado. – Tras decir eso colocó su mano encima del miembro del inspector, la joven no tardó en notar la erección que tenía este. – Madre mía jefe, parece que me echas de menos, ¿eh?

Entonces Maggey desenfundó el miembro de Gumshoe y se lo llevó a la boca sin titubear. Empezó a mamárselo a un ritmo suave, colocó sus manos en su espalda y tan solo utilizó la boca para su trabajo. Metía y sacaba más de la mitad del miembro en su boca y lo acompañaba de dulces caricias con su lengua. Gumshoe estaba en el séptimo cielo, pero aún no se hacía a la idea de ver a su alumna chupándole la polla como si de una muerta de hambre se tratara. Para Maggey las mamadas eran casi parte de su dieta ya que no había día en el que no se arrodillara frente a su novio y sin decir nada comenzara a chuparle la polla hasta que este descargaba todo su semen en ella. Después continuaban su vida normal como si nada hubiera pasado.

Pero esta mamada era diferente, la polla que tenía en la boca era la de su mentor. Aún no se creía que se acabara de follar al inspector Gumshoe y menos aún que en estos momentos estuviera con su miembro en la boca. Poco a poco comenzó a desnudarse. Estaba demasiado caliente, necesitaba quitarse la ropa para apaciguar ese calor. Una vez sus braguitas cayeron al suelo Maggey se subió encima de la cama y colocó su rajita en frente de la cara de Gumshoe. Éste se quedó impresionado al ver la belleza que tenía delante, era una raja perfectamente depilada, en un tono rosado y de la que fluían unos apetitosos jugos vaginales. La joven movió la cadera de manera que colocó su coño a escasos milímetros de la cara de Gumshoe. El olor que fluía invitó al inspector a probar el dulce manjar que se encontraba ante él así que sacó su lengua y comenzó a lamer de arriba abajo el dulce coño de su alumna. La joven empezó a gemir, gemidos que quedaban un tanto ahogados ya que la polla de Gumshoe le tapaba la boca. Maggey comenzó a restregar su coño por la cara, estaba demasiado excitada, necesitaba tener ya su primer orgasmo. Gumshoe no podía casi respirar, tenía el coño de su alumna restregándose por toda su cara y eso lo ponía a cien. Él no paraba de mover la lengua, el flujo vaginal le estaba inundando la boca así que de vez en cuando se tragaba aquel manjar que le entregaba su alumna. Maggey también estaba ocupada con el rabo de su maestro. Estaba pajeándole a toda velocidad a la vez que movía su cabeza de arriba abajo tragándose gran parte de la polla. Había babas de Maggey por toda la base y varios hilos de saliva iban desde el capullo hasta la boca cada vez que se la sacaba. La joven se movía cada vez con más velocidad ya que cada vez notaba más calor en su sexo, de pronto vio que ya había llegado su hora. Comenzó a mover las caderas con velocidad y su coño empezó a restregarse sobre la lengua de Gumshoe entonces Maggey soltó un pequeño grito y acabó por correrse sobre la cara de su jefe que gustosamente aceptó todo los jugos que cayeron sobre él. Iba a comenzar a lamerse cuando de repente Maggey se dio media vuelta, se puso cara a cara con su jefe y ésta comenzó a darle lametones en la cara como si de una gata se tratase, mientras con su mano indicaba al cipote de Gumshoe cual era su siguiente objetivo.

Tras colocar la polla en la entrada de su coño, Maggey fue bajando las caderas de manera que el miembro de Gumshoe iba penetrando la rajita de su joven alumna.

  • Vamos inspector, déme fuerte con su aparato percutor.

En ese momento las caderas de Gumshoe se convirtieron en un taladro que perforaban con velocidad el agujero de la joven. El inspector miraba de vez en cuando de reojo a la puerta ya que tenía el miedo de que ésta se abriera y su médico o cualquier enfermera vieran lo que estaba pasando. Maggey no tenía ese miedo ya que había hablado con el médico pidiéndole que no entraran en la habitación a menos que Gumshoe lo deseara.

El inspector estaba un poco cansado de tanto mover las caderas y poco a poco fue aminorando el ritmo, cosa que su alumna notó y no tardó en ser ella la que comenzara a moverse. Se tumbó encima del torso de su maestro y comenzó a menear las caderas a una velocidad endiablada, la polla de Gumshoe entraba y salía gran velocidad, al igual que los jugos vaginales de la joven. Estuvieron varios minutos en esa posición, el cipote del inspector entraba totalmente en la cavidad y salía totalmente encharcado. Maggey veía que había llegado su hora iba a ser su segundo orgasmo. Le sorprendió bastante el aguante que tenía su acompañante pero no le dio más importancia, lo único que quería en ese momento era disfrutar de su orgasmo, y así fue. Maggey comenzó a gritar a la vez que movía las caderas con violencia. De pronto comenzó a besar a su maestro, un beso lleno de lujuria, se veían las dos lenguas entrelazarse e intercambiarse saliva. En ese instante la joven introdujo el miembro de Gumshoe por completo dentro de sí misma y lanzó un grito de satisfacción. Había sido el mejor orgasmo que había tenido en años. Se quedó tumbada en el pecho de su mentor, aunque sabía que esto no había terminado ya que Gumshoe también querría su orgasmo.

  • Maggey, no irás a dejar esto así. – dijo Gumshoe tocándole la cabeza.

  • ¿Qué quieres que te haga? – dijo haciéndose la tonta.

  • Hay alguien allí abajo que tiene un regalo que darte.

  • Que guay. – dijo poniéndose cara a cara contra el rabo de su maestro.

Maggey se quedó mirando varios segundos el miembro de Gumshoe, estaba empapado en su flujo y totalmente tieso, a la espera de que Maggey le diera todo su amor. Esa espera no fue demasiado larga ya que la joven no tardó en acercarse y tragarse el capullo que tanto la miraba. Se lo sacaba y metía con velocidad a la vez que su lengua no paraba de juguetear con él. La mano derecha de la joven se posó en el mástil y empezó a pajear el miembro a buen ritmo. Un gran placer comenzó a relajar todos los músculos de Gumshoe que no dejaba de mirar a su alumna. Ésta cada vez se tragaba más y más polla, de pronto sintió como algo la empujaba más adentro. No tardó en averiguar que era una de las manos de Gumshoe, eso le encantaba a la joven que fuera su maestro el que cogiera las riendas de la situación. Maggey dejó de usar las manos ya que tenía que tragarse casi totalmente el miembro de Gumshoe. El inspector sabía que no tardaría en correrse así que comenzó a mover la cabeza de su discípula a toda velocidad. Maggey tragaba gustosamente la polla de su maestro que estaba empezando a palpitar.

  • Tómalo todo, tómalo todo… - decía Gumshoe entre susurros.

Maggey se sacó la polla y comenzó a masturbarla con velocidad, abrió levemente la boca y se pasó la lengua por los labios, tras un gemido de su maestro del rabo de éste comenzaron a brotar varios chorros de semen a presión. El primero impactó en uno de los cristales de la gafa de la joven los demás fueron golpeando en diferentes lugares de la cara de Maggey que intentaba cazarlos con la boca. Poco a poco fueron aminorando el número de chorros hasta finalmente parar. Maggey miró a su maestro a la cara, tenía el rostro lleno de esperma. Gumshoe esbozó una sonrisa, aquel día había sido el mejor de su vida pero parecía no haber acabado ya que su alumna volvió a meterse el miembro en la boca se lo introducía lenta pero profundamente con la lengua hacía pequeños círculos. El miembro de Gumshoe estaba agotado y poco a poco iba perdiendo fuerza, Maggey continuó mimándolo hasta que éste quedó totalmente flácido. Después se llevó un dedo a la cara y empezó a llevarse todo el semen a la boca que tragaba gustosamente, la verdad es que le agradaba el sabor del zumo que acababa de exprimir. Una vez tenía la cara más o menos limpia se incorporó colocándose frente a su maestro.

  • ¿Te ha gustado? – le preguntó después de darle un dulce beso.

  • Me ha encantado. – respondió el inspector exhausto.

  • Pues vete acostumbrándote. – y tras decir eso, se levantó y fue rumbo al baño.