Agente en el camino del mal (fragmento)

Es la traducción de un fragmento (excerpt) que la web de Pink Flamingo ofrecía gratuitamente a sus visitantes. No hay más partes disponibles gratuitamente

Agente en el camino del mal (fragmento)


Título original: Agent In Harm's Way

Autor: Don Winslow (c) 2001

Traducido por GGG agosto de 2002

Liberadas de sus mordazas las chicas ejercitaron sus mandíbulas y labios, y se lanzaron mutuamente miradas reconfortantes. Mallory quería asumir el mando, intentar razonar con el hombre, pero pensaba que era más inteligente aguardar el momento propicio. Esperaría su oportunidad. Luego escucharon el ruido sordo y amortiguado de los motores diesel del yate; sintieron la tranquila fuente de poder de las entrañas del vapor, el inconfundible movimiento. Las prisioneras comprendieron, con un sentimiento de hundimiento, que estaban en camino. Cada milla la alejaría más de toda esperanza de rescate.

"Ahora. ¿Cuáles son vuestros nombres?"

"Mi nombre es Mallory Channing. Soy agente federal y está..."

Su mano levantada la hizo detenerse.

"Contestaréis a lo que os pregunte, nada más. Y os dirigiréis a mí como 'Señor'. También os dirigiréis al resto de mi tripulación como 'Señor'. Ahora probemos de nuevo. ¿Cuáles son vuestros nombres?"

"Mallory Channing... Señor." Encontró inquietante su intensa mirada.

"¡No! Y solo os lo voy a decir esta vez, y solo una vez. Habéis abordado mi barco sin permiso. Según todas las leyes del mar, es derecho del Capitán tratar como le plazca a los polizones. Así que ya veis, sois mías para que haga con vosotras lo que guste. Ahora empezaremos con ello. No me importa cual fuera vuestro nombre. Cambió en el minuto en que pusisteis el pie en este barco. Aquí solo usamos apodos. Protege al inocente," añadió con un atisbo de sonrisa; una risa apagada vino de los dos tripulantes. "De ahora en adelante serás conocida como Coño 9, ¿entendido?" Habló lenta y cuidadosamente.

El hombre miró a Mallory con la expresión de una serpiente estudiando su presa. Sintió que un escalofrío la recorría y, por primera vez, sintió miedo; un miedo palpable, que oprimía el corazón. Tenía la garganta seca mientras intentaba hablar.

"Sí... Entendido... Señor." Añadió lo último rápidamente mientras parpadeaba la mirada de él.

"Bien. Ahora, ¿cuál es tu nombre?"

Mallory sintió una urgencia loca por reírse de él. ¡Todo era tan absurdo! Sin embargo la mortal tranquilidad y la intensidad de su mirada, la convenció de que no debía jugar con este hombre. Se escuchó decir las palabras ordenadas.

"C... Coño... 9, Señor", susurró, ardiendo de profunda humillación.

Repitió la fórmula con Kip, que pronto fue bautizada como Coño 10. Kip obedeció, con la cabeza despeinada colgando baja, los ojos estudiando la alfombrilla.

"Tendremos que hacer algo con vuestros modales. Levantad la cabeza. Miradme cuando os hable."

Siguió un interrogatorio detallado. Volvían una y otra vez a lo mismo. El hombre parecía intentar sonsacar lo que sabían, como habían llegado a sospechar del Gran Wizz, y que otras personas sabían que estaban a bordo. Hablaba con voz calmada y escuchaba sus respuestas con mirada inexpresiva. Aunque seguía habiendo algo inquietante en sus duros ojos azules. Las agentes sabían que tenían que tener mucho cuidado.

Al principio Mallory mantuvo sus respuestas lacónicas, aunque a tiempo, intentaba convencer al hombre de que la embarcación era bien conocida por la policía; estaban bajo sospecha de una multitud de detectives que sabían que ellas estaban a bordo. Haría mejor soltándolas antes de que se le cargara el rapto de agentes federales.

Durante un momento buscó su cara con sus ojos azules. Luego en un gesto destinado a mostrarle lo que temía sus amenazas implícitas, cogió sus etiquetas identificativas y con indiferencia las tiró por una portilla.

"Todavía no entiendes, Coño 9. Este barco está ya en aguas internacionales. Tu agencia no tiene jurisdicción." Se inclinó sobre la mesa acercando su cara a ella. Su voz era baja y mortal.

"Y no eres la señorita Mallory Channing, agente del gobierno. En este barco eres un coño... el Coño 9 - y yo soy tu dueño. Un coño bien parecido, lo confieso, pero uno que, por el momento, está en serios problemas. Podía limitarme a atarte y tirarte por la borda, pero ese dulce culo tuyo te ha salvado, al menos de momento. Tengo la sensación de que tu culo puede serme 'útil', así que voy a dejarte viva. Ahora si tú, y aquí tu hermanita, sois realmente buenas chicas, y si sois obedientes y agradables conmigo y mi tripulación, entonces tal vez, solo tal vez, viváis para ver puerto."

Se dio la vuelta y se sentó, echándose atrás en la silla, y encendió un cigarrillo.

"Ahora, las dos, poneos en pie," ordenó tranquilamente.

Así lo hicieron, quedando en pie delante de su captor.

"Desnudaos." Los ojos mortíferos no parpadearon.

Kip miró a Mallory, pero la agente más veterana miraba hacia otra parte. No tenían opción. Pusieron las manos en sus pantalones. Mallory se desabrochó el cinturón y abrió su holgado pantalón sujetándolo como si fuera reacia a dejar que se deslizara por sus largas piernas desnudas. Kip abrió su vaquero bermudas ceñido y pasó los pulgares por delante, empujándolo por debajo de las caderas, las rodillas y hasta los pies, que luego sacó de los pantalones caídos. Mallory siguió su ejemplo dejando caer los pantalones hasta los tobillos y saliendo de ellos. Ahora ambas muchachas estaban en bragas delante de su mesa, esperando.

Las bragas color salmón de Mallory colgaban por debajo de sus largas y esbeltas caderas; el oscuro vello púbico difusamente visible a través de la tensa entrepierna. La ropa interior de Kip era de algodón amarillo pastel, adornada con elástico blanco, cortada por las caderas, con perneras de crestas de amplio arco que se curvaban por debajo para dejar su pequeño trasero sobresalir de forma insolente a cada lado.

"Sigamos. ¿A qué estáis esperando?"

Mallory percibía la tensión, el rubor de la vergüenza - ¡la sensación de rechazo que esto le podía estar produciendo! Mantuvo los ojos en la pared que estaba tras él, bien por encima de su cabeza, llevó las manos a las bragas, enganchó los pulgares en su cintura y, respirando profundamente, se bajó las bragas rosa oscuro por las piernas, doblándose hacia delante y librándose de ellas en un único movimiento rápido.

Simultáneamente Kip se quitó sus bragas delicadamente y las alejó de una patada.

La elegante morena se quedó en pie y erguida, con los ojos perdidos en algún distante horizonte. 'Dejemos que miren estos bastardos," pensaba, la barbilla alta con supremo desprecio por los lascivos machos. No tan beligerante, Kip se sonrojó y mantuvo la cabeza inclinada; los ojos en la alfombra.

Durante un instante nadie dijo nada. Las dejó allí en pie delante de su mesa.

Los hombres sonreían al ver la figura desnuda de la orgullosa mujer de pelo oscuro, sus elegantes líneas, las pequeñas tetas de pezones prominentes, el largo torso con la huella de los huesos de las caderas definiendo el vientre plano, y en la base, una cuña de vello púbico, rizos oscuros y exuberantes de suave pelo de coño. Las esbeltas líneas se fundían en caderas escasas y aquellas impresionantes piernas, de contornos marcadamente femeninos que se estrechaban en los finos tobillos y largos pies delgados. A su lado, la ligera figura de la chica más baja resultaba casi pubescente, con curvas menos desarrolladas. Sus manos podían rodear fácilmente la estrecha cintura, tocándose las puntas de los dedos, y si se deslizaran más abajo se podrían curvar para contener aquellas nalgas perfectamente redondeadas. Las pequeñas y retozonas tetas de la chica le añadían un atractivo fresco, juguetón, mientras tímidamente escondido entre sus muslos redondeados, un pubis suavemente abultado lucía una leve salpicadura de bonitos y oscuros rizos.

"Los hombros atrás, los brazos a lo largo del cuerpo, las palmas hacia delante, las piernas juntas."

Las dos prisioneras adoptaron la pose que se les ordenaba. Mallory giró las muñecas de forma que las palmas miraran hacia delante, levantó la barbilla y juntó los tacones. Kip hizo lo mismo.

"Muy bien. Creo que están aprendiendo," dijo el Capitán a su amigote rubio. De nuevo las dos mujeres desnudas fueron sometidas a este humillante momento de escrutinio, las estudió con ojos impasibles, incluso cuando sus secuaces sonrieron con placer y autosatisfacción. Luego el Capitán se agitó, se levantó y aplastó el cigarrillo.

"Ahora abajo. ¡De rodillas!"

Mallory sintió que se hundía. Sabía que es lo que venía ahora, y le aterraba. La vista de su 38 sobre la mesa le había dado un rayo de esperanza. Estaba cerca de ella. Tan cerca.

Se puso de rodillas, mientras el Capitán daba la vuelta alrededor de la mesa para ponerse delante de ella. A grandes zancadas llegó a su altura y plantó los pies en una postura abierta. Estaba solo a unas pulgadas con las manos en las caderas mirando su pelo oscuro. Ante sus ojos vio el revelador bulto de sus pantalones, esperándola.

"Vamos. Ya sabes lo que hay que hacer." Su tono era uniforme, como de negocios, como un forma distanciadora de la visión erótica del bello desnudo que se arrodillaba a sus pies. Pero no pudo evitar la pequeña mueca que se formó en la comisura de sus labios cuando vio aquellos dedos exquisitos alcanzar la parte delantera de sus pantalones en forma de tienda de campaña.