Agatha 3

puertas 5 y 6, falta sólo el final...

Puerta 5

Ante mis ojos se reveló, un espectáculo increíble, no podía creer lo que estaba mirando, pensé por un momento que alucinaba, pellizque uno de mis brazos para comprobar si me encontraba en la realidad o quizá en algún momento mientras cruzaba la puerta me había dirigido a otro sitio.

Un inmenso jardín se encontraba ante mis ojos, flores, árboles, aves, mamíferos, todo lo que una se pueda imaginar, un sonido llamó mi atención, no podía dar crédito, un río corría dentro de esa inmensa habitación, había escuchado de personas que podían convertir un simple salón en todo un bosque tropical, al mirar hacia arriba pude notar que no tenia techo sino una especie de malla, que quizá servia para que las aves he insectos no escapasen.

Al volver de mi asombro, distinguí una especie de casa cerca del río, decidí dirigirme hacia ella suponiendo que en ese lugar se encontraría la persona que habitaba esa "jungla", di 2 leves golpecitos, de inmediato escuche los pasos de la persona en el interior que atendía a mi llamado. Un hombre robusto abrió la puerta, la verdad era bastante joven tal vez un poco mayor a mí, pero su cuerpo delataba que definidamente se tomaba su tiempo para ir al gimnasio. Me miro de arriba abajo, sonriendo mientras lo hacia, "Pasa, eres bienvenida", cada vez me extrañaba menos las cosas que se encontraban en ese lugar. Me senté junto al hogar que ardía con suficiente fuerza como para dar un calor confortante.

"Bueno, como puedo observar tu eres la enviada de Bielka, en verdad tiene un buen gusto" dijo mientras observaba una de las esquinas de la casa, levantando luego el dedo pulgar de su mano derecha como signo de aprobación. Solo esto me faltaba un loco excéntrico que habla con las pareces, me dije mientras lo observaba. De inmediato volteo hacia mi como si lo hubiese llamado, "OH que mal educado soy, me llamo Bastos y este es el paraíso" decía mientras abría sus manos para emular la solemnidad del lugar. "Yo soy Agathha, y no se que hago aquí" acerté a responder, una carcajada descomunal provocaron estas palabras en mi anfitrión, " vaya niña, como me haces reír, pero bueno no podemos perder el tiempo, tenemos que trabar rápido para poder aprovecha el tiempo ¿vale?", no me queda de otra que obedecer, le dije.

"Sígueme, vamos al paraíso a probar los placeres que nos puede otorgar", caminamos en medio de esa jungla, por unos 5 minutos, ese lugar era más grande de lo que yo me podía imaginar, me ofreció miel que, manaba de un árbol, y no voy a negar que estaba muy buena. Llegamos al fin a un tipo de cabaña mas pequeña que la anterior, en el exterior había todo tipo de animales caseros, desde gallinas hasta caballos, cerdos, perros y gatos, cualquiera hubiera jurado que se encontraba en el arca de Noé.

Entramos en dicho inmueble, adornado como una casa de campo cualquiera, pero por lo visto no se utilizaba como vivienda, mi acompañante se dirigió a un libro que se entraba sobre una mesa y me pidió que me sentara en la alfombra, según el para hacer mas ameno el ambiente. " Mira, te voy a mostrar este libro, y quiero que escribas en una hoja los animales que mas te gusten, de acuerdo?" Me tumbe sobre la alfombra mientras mordisqueaba una galleta que muy amablemente me ofreció, me cedió una hoja de papel y un lápiz para iniciar mi labor, no hice preguntas, de todas formas nada tenia sentido en ese lugar.

Abrí el grueso libro, que para mi sorpresa tenía solamente fotos de animales mamíferos y de unas cuantas aves de gran tamaño y algunos reptiles, cuantos debo poner, pregunte, "pon 5, pero en realidad solo necesitamos tres", ¿necesitamos?, "Tranquila preciosa, solo escoge".

Escribí los números del 1 al 5 al margen de la hoja, y busque minuciosamente en el libro, después de 15 o 20 minutos, ya tenia la lista completa, la cual quedó de la siguiente manera:

  1. Caballo

  2. Perro

  3. Cabra

  4. Mono

  5. León

Acerqué la hoja a Bastos, que miró con mucho detenimiento tachó al león y al mono después de pensarlo un rato, "son excelentes", excelentes ¿para que? pregunté ansiosa, "es mejor que lo veas, a que yo te lo explique", en mi humilde opinión no entendía al tipo para nada. "Bueno preciosa, es hora de ir por tus mascotas", a ver a ver, yo no quiero tener ninguna mascota, no pensé que fuera para eso la lista, " tranquila serán tus mascotas solo por hoy, no te preocupes" Nos dirigimos al exterior, me llevó a la parte trasera donde había una especie de mini establo, que estaba equipado de todo tipo de artefactos extraños de madera, el único que pude reconocer fue un potro, y una especie de silla.

"OK con quien comenzamos, mmm si, Cerbero y yo con Polar" murmuró, dirigió su mirada y dijo sin escrúpulos "¿Alguna vez, te has dejado hacer algo por algún animal, no se, como una mamadita?"¿Una ma....ma... con un que? Mi rostro se desfiguró de inmediato; por todos los cielos, me dije, que no sea lo que estoy pensando, ¡la lista, era para fornicar con un animal! "Por tu cara me doy cuenta de que no, hoy será tu primera vez, verás que rico, no te preocupes yo te ayudaré". Mi mente estaba en blanco, en buena hora a mis neuronas se les ocurría irse de vacaciones acompañadas de mi amiga la razón. Un sonido quebrantó la tranquilidad que reinaba en aquel lugar, Bastos silbaba fuertemente mientras gritaba " Cerbero, Polar" en pocos segundos llegaban a nosotros un enorme gran danés café y una cabra blanca como la nieve, "Te presento a Polar(la cabra ) y Cerbero (el perro) serán nuestros compañeros de diversión". Estuve a punto de saludar, pero la idea de inmediato me pareció absurda, el perro con solo verme empezó a babear copiosamente, Bastos acercó a mi la silla y me pidió que me desvistiera, no me preocupaba su petición, sino que aquel enorme perro me mordiera, ya que no apartaba sus ojos de mi "No temas, te quiera mas de lo que te puedas imaginar" me dijo Bastos al ver lo incomoda que me encontraba.

Ya desnuda, me puso boca abajo sobre la silla, y me amarró a ella, atando mis manos y piernas en cada pata de la silla dejando descansar mi vientre sobre la parte plana, de esta manera quedaba a la misma altura del asiento. Ya bien atada, pude ver como Bastos se esforzaba en alejar al perro de mi, que por lo visto al verme en esa posición estuvo a punto en tirárseme encima. Lo amarró a un poste que se encontraba tras de mi, permitiéndole la soga solo acercar un poco el hocico a mi trasero, y esto lo supe porque podía sentir el calor de su respiración, en mis nalgas.

Durante todo este tiempo permanecí en silencio, era algo que en mi vida me había imaginado, lo único que le pedía al reino celestial era que ese animal no me hiciera daño, estando en estos pensamientos un dolor vino a mi corazón, desde que estaba allí había cometido todo tipo de pecados, que en mis 5 sentidos jamás hubiera podido imaginar, había fornicado con muchos hombres, y para empeorar la situación iba a agregar a mi lista a los animales, todo aquello que mis padres con mucho esfuerzo se habían empeñado en inculcarme poco a poco se había venido por el suelo, estaba conciente de que no lo hacia a propósito, pero porque razón ya no me sentía como al principio, hacia pocos minutos ese hombre me había pedido que me desnudara y siquiera me sonrojé, me perdía en un pozo sin fondo, y ocurría algo en mi interior que todavía no podía identificar, un sentimiento, o mejor dicho como una presencia interior.

El sonido de los pasos de Bastos me devolvió a la realidad, mansamente tras de el venia Polar, sin intercambiar una sola palabra se colocó frente a mi, y sin mucha alharaca quedó desnudo frente a mi, su sexo quedaba a la altura de mi rostro y pude sentir su aroma, ese olor a semental, empezó a tocar sus testículos con una mano mientras con la otra introducía su dedo índice en mi boca, el cual lamí sensualmente, dejó sus pelotas y emprendió las caricias a su falo, que soberbiamente en cuestión de segundos se encontraba duro como un poste, lo acercó a mi boca, que abrí para recibir el delicioso órgano, apenas estuvo dentro lo mame con tal avidez que logré soltar varios halagos, "Mmm que rico mamas""Mas fuerte""Chúpamelo todo", de pronto lo sacó, metiendo de nuevo su dedo, pero esta vez, colocó un poco de mi saliva en la entrada del sexo de Polar, esta al sentir la caria pareció emocionarse en sobremanera; no aparte mi mirada ni un solo instante, eso era algo nuevo para mi.

Como alguien con mucha experiencia y que sabe lo que hace, inicio la copula con aquel animal, la penetró despacio buscando que se acostumbrara, pasaba sus manos sobre el lomo para darle leves caricias que el animal recibía con placer, lo introducía lentamente para no ocasionarle daño, no entiendo como Polar permanecía tan tranquila cuando era evidente la diferencia en las proporciones, seguro que en otras ocasiones ya la habían hecho. El ritmo de la copula fue aumento, Bastos cerraba los ojos para aumentar su concentración y focalizar su placer.

Mis ojos no perdían detalle, cada movimiento que hacia para penetrar, provocaba un cosquilleo en mi entrepierna, leves quejidos, suspiros salían de la boca de mi actor, Polar en cambio parecía inmutable, solo de vez en cuando se movía pero era claro que no por dolor, de un momento a otro apretó fuertemente las podaderas de la cabra para darle unas estocadas bestiales, la pobre trató del escapar pero el hombre era demasiado fuerte y la retuvo con facilidad, de improviso Bastos me miró fijamente, sus ojos rebosaban lujuria "Mírame, mírame, se que gusta, deseas que te haga lo mismo, que te ponga como la bestia que eres y te de" estas palabras sonrojaron de inmediato mis mejillas, Cerbero enloqueció, ladraba sin cesar, intentaba soltarse, Bastos sonrió, dio a Polar 2 envestidas mas y se acercó a mi boca "Límpiala", al principio me dio un poco de asco pero sujetó mi cabeza obligándome a obedecer, el sabor no me pareció muy grato, para mi salvación me dejó para ir con Cerbero. Buscó en una de las gavetas de un mueble cercano a mi, 2 pares de una especie de guantes pequeños, por lo visto de cuero, lo seguí con mi mirada dirigirse al perro que estaba a punto de volverse loco tratando de liberarse de sus ataduras.

"Venga muchacho, no seas tan impaciente" decía mientras colocaba en las patas del animal los guantes, que le quedaban como anillo al dedo, asegurándolas con un pequeño nudo, le desató teniendo el cuidado de sujetarlo del collar, babeaba sin cesar, su respiración era agitada; yo opté por no moverme, imaginaba lo que me esperaba por lo que no hice reprobación alguna, cuando estuvo cerca de mí Bastos ordenó a su perro a que me lamiera el coñito, sentí su hocico húmedo, cuando una lengua rasposa hizo su aparición, se sentía diferente, debo aceptar que mejor que los otros que me la habían comido, lengüeteada mi clítoris, pasaba por mi rajita, podía sentir como su amo abría mis glúteos para el can pudiera dar el mismo tratamiento a mi ano.

La saliva caía a caudales, no podía dejar de mover mis caderas incitando a mi fiel amante a que continuara proporcionándome ese placer, no sentía dolor sino un cosquilleo delicioso, después de un rato Bastos le colocó frente a mi, en mi adentros le maldecía que me hubiera alejado del placer que estaba sintiendo, "No solo debes recibir, cariño, el también quiere que lo consientan", mientras decía estas cosas colocó una de sus manos en el pene del perro, y le estimuló lentamente, poco a poco fue emergiendo una puntita roja brillante, que crecía a cada instante hasta poder contemplarla en su máxima expresión, no podía creer que semejante cosa se encontrara tan bien escondida, me quedé sin palabras era, simplemente, grande. "Vamos, dale unos cariñitos, lámelo", le acercó lo suficiente para que estuviera al alcance de mi boca, dejé mi mente en blanco para evitar pensar en el sabor que tendría, con la punta de mi lengua roce la cúspide dando sutiles lamidas; entrando mas en confianza introduje cada vez mas hasta que lo tuve por completo en mi boca, y pude dar dos mamadas como dios manda, pero el perro no soportó mas y su instinto animal lo llevó a pensar que mi boca era una hembra en celo. " A si me gusta, vamos a disfrutes amigo mío", dijo Bastos mientras lo halaba con esfuerzo a mi parte posterior.

En instantes sentí como Cerbero colocaba sus patas delanteras en mis caderas en un intento de atraerme hacia el, por dicha sus patas se encontraban cubiertas, de no ser así me hubiera lastimado mucho. Antares procuraba atinarle, pero sus esfuerzos eran fallidos, voltee para mirar, y note como su amo le ayudada a encontrar el camino correcto, de un empujón Antares logró introducirlo, la sensación fue intensa, movimientos rítmicos y rápidos le continuaron, me sentía en las nubes, si hubiera tenido conocimiento de que podían coger así quizás lo hubiera intentado antes. Las penetraciones eran profundas y rápidas, y sin darme cuenta estaba jadeando como una perra o mordiendo mi labio inferior, le escuchaba jadear cerca de mi oído lo que me excitaba, movía mi cuerpo de manera que la penetración fuera mas fuerte, esa sensación que ya conocía surgió de la nada, un orgasmo fuerte provocó un quejido y que me aferrara a la silla fuertemente para poder canalizar esa energía que recorría mi organismo, dejé que todo el peso de mi cuerpo recaer sobre la silla mientras me recuperaba de ese intenso estremecimiento, en cambio, Cerbero seguía en su faena, de pronto sucedió; podía sentir como algo crecía en mi interior aceleradamente, crecía ,creía y crecía sin parar, asustada busque con la mirada a Bastos, y lo único que pude percibir en su rostro fue una simulación de sonrisa, el can quiso separase de mi pero esa "cosa" se lo impidió, un dolor agudo acompañaba cada intento de el para zafarse, Bastos lo tranquilizó posicionándolo de manera que nuestros traseros quedaron juntos, yo sabia que los perros prensaban a las hembras, pero jamás imagine que fuera tan fuerte. Al cabo de unos minutos el bulbo perdió tamaño hasta que pudo aflorar con facilidad, parecía que me orinaba, una cantidad colosal de liquido fluía de mi vagina, todo obra del mejor amigo del hombre, que se hecho a lamer su pene como felicitándolo por la buena obra.

Bastos estaba visiblemente orgulloso de su mascota, dándole leves palmaditas y unos cuantos "bien hecho". Era una experiencia única, le había encontrado otro uso a las bestias además de alimentarnos y ayudarnos en nuestras labores, después de esto cualquier criatura de la naturaleza que tuviera un buen tamaño seria sexualmente apetecible. Tumbada sobre la silla, trataba de ordenar ideas y recuperar el control de mi cuerpo, ya que solo el hecho de pensar en mover una mano me daba fatiga. Estuve un buen rato con los ojos cerrados, para descansar mente y cuerpo, despertándome al sentir como unas manos desataban los lazos que me aferraban a la silla, "no puedes negar que te ha gustado, tienes una cara de boba y placer que no se puede disimular", es cierto me ha gustado muchísimo, es tan diferente a un hombre, dije entre suspiros. Me colocó bajo un árbol, ofreciéndome una manzana roja como la sangre "come un poco, que nos falta la mitad del camino", no pregunté nada en verdad no me interesaba estaba disfrutando mucho y comía ansias por lo que vendría.

Bastos se retiró por un momento a ordenar las cosas, y por lo que vi preparar el potro, aproveché ese momento para dar un pequeño paseo, mientras daba grandes mordiscos a la manzana, sonreí al recordar el génesis donde Eva se la ofrece a Adán pero en mi caso fue lo contrario, el sentir la hierba entre los dedos de mis pies me relajaba muchísimo y como me encontraba totalmente desnuda el viento acariciaba cada centímetro de mi cuerpo, "Agathha, Agathha" ¿si? Respondí de inmediato "Ven acá chica, que todo esta listo", camine lentamente respondiendo al llamado. De primera entrada lo que vi puesto fue el potro en donde estaba la silla unas cuantas correas, y el ya por mi conocido frasco de vidrio sobre el mueble donde anteriormente habían sacado loa guantes.

Con un asertivo movimiento de ojos Bastos me indicó que me acostara sobre el potro, cosa que hice quedando boca arriba, "no preciosa, voltéate, necesito que tu culito mire hacia arriba", siguiendo la mandato me voltee, de inmediato me ató manos y pies juntos debajo del potro, por dicho este era bastante ancho, permitiendo un buen balance de mi cuerpo y que pudiera reposar sobre el segura sin miedo a caerme.

"En un momento vuelvo", gritó bastos mientras se alejaba un poco, en pocos minutos volvía con un inmenso caballo, negro como algunas almas humanas, sus ojos profundos como el océano, simplemente con un porte impresionante. "Este hermoso caballo se llama Antares, como la estrella de la constelación de escorpión" decía Bastos mientras le acariciaba, "le puse ese nombre porque es muy grande en todos los aspectos" dijo soltando una leve risilla, " en fin, manos a la obra".

Acercó el rocín de manera que quedé debajo de él, el potro tenía la altura perfecta dejando ligeramente despegada mi espalda del vientre del animal, Antares relinchaba y movía sus patas como expresando alegría, me dió un poco de inquietud mas que todo por el tamaño del animal, su falo quedaba al nivel de mi boca, todo estaba sin lugar a dudas fríamente calculado. No hice esperar y a como pude estiré la lengua con afán de atraer hacia mi ese tuco, Bastos captando mi iniciativa, me ayudó acercándolo a mí, mientras le masturbaba, esta era nuestra situación yo chupaba con hambre mientras mi compañero le masturbaba de película, el equino no tardó en exhibir una erección que me dejó con la boca abierta ( y no especialmente por estarlo mamando), no puedo explicar con palabras lo que sentí al ver emerger una verga tan descomunal. No cabía en mi boca, así que opté por meter hasta donde fuera posible y mamar, y los lugares donde no podía llegar los lengüetea.

Bastos al notar que logró excitar al animal, corrió por un banquito que colocó tras el corcel, pude notar mientras se alejaba que disfrutaba ya de una erección completa, estando acomodado a la altura de las nalgas con ayuda del empezó a follarlo por el culo. Yo estaba que daba gusto, mi coñito babeaba de placer y pedía a gritos que lo perforaran. Antares empezó a taladrarme por la boca, Bastos percatándose de lo que abajo sucedía no dudo en poner manos a la obra, tomó al caballo por las riendas y lo llevó a mi entrada posterior, pero antes paso uno de sus dedos sobre mi rajita y saboreó los jugos que allí emanaban "MMM, de los mejores que he probado, como me caes bien te voy ayudar", dijo mientras acercaba su glande a la entrada de mi sexo, hasta que todo estuvo dentro, suavemente movió sus caderas para follarme, no pude dejar de escapar un cuantos suspiros, pero me di cuenta que lo que realmente hacia era lubricar su herramienta para luego inspeccionar en mi culo. Antes de perforarme, introdujo 1 dedo, luego 2 y mi esfínter seguía cediendo, y como no lo haría, si no hacia mucho tiempo 4 hombres me lo habían reventado, el tercero si me provocó un respingo, todavía me dolía de la cogida pasada, pero para ser sincera me había vuelto tolerante al dolor, " Pues no se que decir, o eres una puta consagrada, o el hueco del culo es el mas flexible que he visto", yo le guiñe un ojo, para que explicar.

Sin tiempo que perder, me clavo su verga, embestidas que sacudían mi cuerpo a pesar de encontrarse atado, en un momento pensé que saldría disparada por lo fuerte que me daba. "Uf, que buena estas" exclamaba, yo podía sentir el sudor como caía sobre mi espalda, de un momento a otro paro, pude apreciar como acomodada a Antares en línea de combate.

Apreté muy fuerte mis labios, sabia que lo que se aproximaba no seria fácil, pero lo deseaba, con todo mi ser. Sentí al enemigo como con ayuda de Bastos se abría paso entre mis deliciosas carnes en mi pobre vajinita, como explicar lo que sucedió, el semental perdió la paciencia, el monstruoso órgano me penetró hasta donde mi útero le permitió, pero no conforme con eso, deseba seguir hasta traspasarme por completo, un grito desgarrador se dejo escuchar, mientras la bestia iniciaba sus brutales envestidas, a pesar que no me entraba toda el maldito animal decidió sodomizarme aunque fuera con medio miembro, no conforme con lo que me hacia, se reafirmó sobre sus cuartos traseros para coger con mas fuerza, fueron suficientes 6 envestidas, para que yo estuviera pidiendo auxilio con todo lo que me daba mi quebrada voz, para mi suerte Bastos tuvo compasión de mi ( o al menos pensé en ese instante), cuando sentía como alejaba al caballo, pocos minutos de piedad fueron esos, no lo hacia para ayudarme sino para ayudar al equino a clavarme por el ano, traté en vano de soltarme, movía mis manos con desesperación, todo intento fue fallido.

La verga tocó mis esfínter, de esta pensé no saldría de esta viva, maldita la hora que desee todo aquello, de un solo empujón introdujo todo lo que cabía, era el infierno en la tierra, podía sentir con cada cogida como mis entrañas eran arrancadas de tajo, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 9 hasta que perdí la cuenta, como último recurso mi cuerpo libero endorfinas para aplacar mi dolor, hasta que pude sentir como mi interior se hinchaba, había acabado, estaba eyaculando, la cantidad era tal que se sentía peor que una lavativa, Bastos haló el animal haciéndolo a un lado, me dio 2 envestidas mas para correr rápidamente a depositar en el frasco su cremosa sustancia mezclada con la del corcel.

Todo había finalizado, Antares se alejaba casado, yo por mi parte era solo una pieza de carne que a duras penas conseguía respirar, Bastos desatándome y llevándome en brazos hasta la cabaña cuido de mi, aplicando bálsamos que curaron mis heridas rápidamente. No se cuanto tiempo estuve así, pero me repuse totalmente, Bastos era un hombre muy amigable y atento.

Cuando estuve totalmente repuesta Bastos se acercó a mi "Toma esto, te lo ganaste", decía mientras lo ponía en uno de los orificios, supongo que vienen `por mi, le dije con un poco de nostalgia, en realidad me gustaba mucho ese lugar " tienes 20 minutos, si lo deseas puedes salir a dar una vuelta".

Y así lo hice, me dirigí directamente al río, refresque un poco mi rostro con su cristalina agua, vi mi rostro reflejado en él, ya casi no me reconocía en tan poco tiempo había cambiado tanto. "Llegaron por ti" escuché, sin prisa me dirigí a la salida, me despedí de Bastos con un agradecido adiós.

Como ya era costumbre los 2 hombres me guiaron hasta llegar al gran salón circular, la luz del sol se colaba delicadamente, dándole un aspecto acogedor, casi por inercia me dirigí a la 6 puerta, pero uno de mis centinelas me detuvo por el brazo indicándome que no era tiempo y que deberíamos esperar allí. Era la primera vez que se demoraban en llevarme a una puerta así que le pregunte que si podía echar una ojeada, no me lo negaron, seguro sabían que no buscaba escapar.

Me dirigí a la primera puerta, donde aquel estúpido me había engañado vilmente, hasta que algo llamo mi atención, cada puerta tenia un pequeño grabado en la madera como de el tamaño de un cuaderno, me acerqué para observarlo mejor, grande fue mi sorpresa al notar allí una virgen que tenia una mano sobre otra colocadas a la altura del corazón, el típico gesto que hacemos al estar enamorados, corrí a la segunda en esta encontré la imagen de un hombre que alaba de los cabellos a una doncella mientras la amenazaba con matarla, me dirigí a la tercera en ella pude mirar un árbol genealógico, la cuarta lucia un globo terráqueo y la quinta por la que recientemente había pasado figuraba un paisaje natural, no quise esperar y me dirigí a la sexta, pero los guardias no me lo permitieron "Te permitimos ver las anteriores porque ya pasaste por ellas", mire a mi alrededor, era en total eran 20 puertas negras y 1 dorada, estaba desconcertada, si por cada puerta que pasaba me daban un diamante y eran 7 los orificios, que tenían las otras 14?, así que me acerqué a uno de los que me custodiaban y le hice la pregunta, reflexionando un poco y tras de consultarlo con su compañero me respondió "Tienes razón, en realidad son solo 7 puertas solo que cada 1 se repite 3 veces a excepción de la primera, esto significa que por ejemplo que hay 3 habitaciones numero 2 en donde vas a encontrar 3 hombres diferentes que hacen el mismo trabajo." Eso contarían 19 ¿y las otras 2? "esas se encuentran vacías, si por algún motivo alguna de las habitaciones necesita ser reparada, se utilizan mientras tanto"

Me senté en el piso, mi cabeza giraba sin cesar casi provocándome dolor, de pronto escuche unos pasos que cruzaban el gran salón con prisa pero seguros, era Bielka que cruzaba por allí, su rostro despedía llamas, pude ver como los hombres temblaron al verla, su fiel lazarilla le seguía con ojos que pedían compasión, Bielka se detuvo justo a la mitad del camino y miró a su asistente "Mátala" ordenó sin pestañear, mientras asesinaba con la mirada a la asustada mujer, continuó su camino sin mirarnos. Ambas desaparecieron tras la puerta por la que habíamos entrado e ese lugar las otras chichas y yo. Acababa de ver al mismo Lucifer caminar en falda frente a mi, un torrente frío corrió por mi cuerpo, ¿soy yo verdad?, pregunté casi llorando "No, tranquila", fue su respuesta. La vida volvió a mi cuerpo.

Pasados 15 minutos un móvil sonó "Si, como ordene, ya estamos aquí afuera", "Vamos chicha es hora de que entres" , caminé despacio, pensaba quien sería la víctima a la cual Bielka había sentenciado a muerte. Estaba tan distraída que cuando quise notar el grabado de la puerta fue demasiado tarde y como era de suponerse no me permitieron voltear a mirar.

Debo portarme bien decía en mi interior, mientras caminada mirando el piso, no quiero que me asesinen, estaba tan consternada por lo que había escuchado y visto que no había notado la infraestructura del lugar donde me internaba.

Puerta 6

Al abrir la puerta el aire frío y cargado de humedad me golpeó con fuerza las fosas nasales.

Mis pies desnudos se posaron sobre la fría piedra de lo que parecía ser un castillo medieval. La amplitud de ese salón era tal que la luz de la araña que colgaba en el techo apenas llegaba al suelo.

Seis grandes columnas de piedra enmarcaban el salón, y al frente mío un conjunto de escaleras se iniciaba en línea recta para luego separarse en dos brazos que formaban un hermoso óvalo hacia la segunda planta.

Avancé hacia las escaleras y la poca luz de la araña en el techo empezó a develarme algo que desde la puerta de entrada no pude notar: en la parte alta de la escalera estaba un hombre, fornido y alto, con una especie de traje de gladiador romano y un báculo de madera simple con un cono de unos quince centímetros de alto por unos doce de ancho en su base, que además tenía una especie de canal a su alrededor como adorno.

No tuve siquiera que pensar, subí lentamente las gradas sin quitar mi mirada de aquel hombre. Al llegar a la parte alta recibí dos sorpresas: la primera es que el traje de gladiador dejaba a la vista los genitales de aquel inmenso adonis que tenía frente a mí y, segundo, que era un japonés de quijada cuadrada y casi dos metros de alto, cosa que nunca pensé que existiera pues tenía la idea de que los asiáticos eran todos bajos y poco dotados.

Sin decir una palabra me tomó de la mano y me llevó hacia una habitación de aquel palacio. La humedad y el frío calaban mis huesos, pero recibí el agradable calor de la habitación a la que entré, pues tres grandes pebeteros de metal ardían en aceite y llenaban la habitación de luz y calor.

Apenas entramos a la habitación mi gran samurai me tomó de la cintura y con una de sus inmensas manos tomó mis dos muñecas y las levantó sobre mi cabeza. Tuvo que agacharse un poco para besar mi boca y yo respondí gustosa al sentir su delicioso aliento.

Ni cuenta me di de cómo me llevó hacia una de las paredes del cuarto, forrada de un grueso terciopelo negro que acarició mi piel justo antes de que mi carcelero atara mis manos a una anilla gruesa que colgaba de una cadena desde el techo.

El tener las manos atadas me dio una extraña sensación de sumisión y miedo que me erizó la piel. Sin embargo el suave beso que recibieron mis pezones de a boca de aquel dulce carcelero me convenció de rendirme a sus juegos sin temor.

Su boca siguió descendiendo por mi abdomen y mis piernas, sólo para separar mis pies y atarlos a unas anillas, similares a la que sostenía mis manos, fuertemente sujetas a la piedra del suelo.

Cuando mi amado sensei se levantó y vendó mis ojos, no pude menos que sonreír pensando en las deliciosas sensaciones que despertaría en mí, sin con sólo besarme ya me tenía derretida a sus pies.

Escuché el estruendo del metal contra el suelo y atiné al pensar que acercaba uno de los pebeteros hacia nuestro rincón de placer. El calor se hizo cada vez más fuerte y en algún momento pensé que estaba acercando el pebetero demasiado, pues incluso mi cuerpo empezó a sudar copiosamente.

El ruido del látigo en el aire no fue suficiente para que mi mente previera el golpe contra mis pechos de dos finas tiras de cuero bañadas en aceite, como supe más adelante.

Apenas mi cerebro había recibido la orden del dolor cuando mis muslos recibieron similar caricia de mi torturador.

Mis gritos y lamentos no aplacaron sus fuerzas y recibí con furia sus golpes una y otra vez. El ardor de los golpes y el calor de la hoguera que ardía cerca de mí me hicieron sudar con fuerza, y el salobre líquido que brotaba de mi cuerpo ardía contra las heridas que infringía aquel maldito sobre mi cuerpo.

Cuando se detuvo yo jadeaba horrorizada, pues por la experiencia de las puertas anteriores, sabía que esto apenas comenzaba.

Cuando me quitó la venda no pude dejar de extrañarme al ver su inexpresiva cara frente a mí. Miré mi cuerpo con temor y me sorprendí al verlo rojo por los golpes y bañado en sudor y aceite, pero sin una sola herida que lamentar.

De repente sentí y pequeño tirón en una de mis piernas y me di cuenta de que el japonés trataba de separar mis piernas por medio de unas poleas a ras del suelo. La apertura de las mismas comenzó a ser dolorosa, y lo peor de todo es que dejaba descansar todo mi peso sobre mis brazos pues me dejaba colgando de los mismos, y a pesar de mis temores el se detuvo para darme tiempo de acostumbrarme a la nueva postura, mientras recorría mi cuerpo con sus manos, hasta llegar a mi entrepierna y comenzar a masturbarme con  dos de sus inmensos dedos, lo que hizo que olvidara momentáneamente mi dolor y me entregara a su oriental caricia.

La apertura de mis piernas ya no me incomodaba y mi amante de turno estiró aún más mis ataduras hasta que la postura de mi cuerpo era obscenamente abierta y entregada.

El sadismo de mi carcelero volvió a aflorar sin que su cara cambiara ese gesto, que al principio adiviné tierno, y ahora me parecía anodino e irreal. Sentado debajo de mi cuerpo comenzó a penetrarme con sus dedos, uno, dos, tres, cuatro, hasta que sentí que mi vagina se partía en dos por la extremada dilatación que estaba alcanzando y no dudé que iba a terminar con toda su inmensa mano dentro de mi vagina, sin embargo se detuvo… Cuando acercó su báculo a mi cuerpo comprendí el porqué del adorno superior y temí terminar empalada como en las historias de Drácula por el sádico japonés.

Sin embargo mi temor fue excedido por mucho al comprobar que mi vagina no era el lugar escogido apara alojar semejante instrumento de tortura. La lentitud de la introducción no hizo menor el sufrimiento, y sin embargo un gesto del japonés me ayudó a hacer más llevadera la tortura. Antes de comenzar a introducir el báculo por mi culo, puso frente a mí un gran espejo que me devolvió la imagen de mi cuerpo colgante, sudoroso, tenso y un poco más delgado y atlético que cuando comencé esta locura.

No pude dejar de aceptar que mi imagen era obscena, pero sumamente sensual, y el ir observando como el báculo se perdía en mi interior estimuló mi cerebro al punto de casi llevarme a un orgasmo, el que no pude alcanzar porque esa dilatación tan grande de mi pequeño orificio me mantenía pendiente de un desgarro que se me hacia fatal.

Ver mi culo tan dilatado, tenso, con sus músculos rojos y tirantes por la dilatación me tenía en las nubes. El orificio de mi vagina quedaba totalmente expuesto, pero se achicaba conforme se agrandaba el de mi ano.

Cuando el cono del báculo llegó hasta el canal de la base mi ano lo envolvió contra mi voluntad, y mi sodomita amante pudo soltar el báculo que se sujetaba sólo en mi interior. Grité como loca al ver que dirigía su inmensa verga a mi orificio vaginal, que se veía diminuto por haber cedido para la dilatación anal y sin embargo fui penetrada. La verga del japonés, inmensa como pocas, entró hasta mi abdomen (o al menos eso sentía yo) y la furia de sus movimientos contrastaba con su cara inexpresiva.

Cuando salió de mí para depositar su semen en el recipiente que correspondía, pensé que todo terminaba. Sacó el báculo de mi culo, que quedó boqueando como pez fuera del agua bajo mi atenta mirada al espejo.

No me di cuenta de las intensiones de mi macho hasta que lo vi llegar con un consolador, similar en tamaño a su pene y una pequeña bandeja con dos huevos. Empapó mi vagina de aceite e introdujo los huevos en ella, cosa que no me hizo sentir nada particular, hasta que comenzó a meter el consolador también.

Sentir como presionaban los dos huevos dentro de mi vagina para darle paso al consolador fue delicioso, pero el horror comenzó cuando el salvaje masturbador comenzó a mover el dildo con fuerza dentro de mí. Los huevos se reventaron y a pesar de que la yema y clara eran excelente lubricantes, los pedazos de cáscara se clavaban con furia en las paredes de mi vagina llenándome de dolor.

En algún momento de aquel suplicio el consolador salió de mí para dar paso, nuevamente a la mano de mi amante, que no tuvo piedad y la metió entera en mi cuerpo, removiéndome las entrañas con furia hasta que me desmayé.

Al despertar me encontraba en el salón inicial, bañada y más o menos repuesta. Con mis dedos hurgué en mi vagina y no quedaban restos de los huevos, instintivamente mire la cruz que pendía de mi cuello, con una nueva piedra, pero mi cara se ensombreció al recordar que quedaba una puerta más.

Era la primera vez, que me poseían sin mediar palabra, era extraño pero fue una experiencia interesante. Al despertar aturdida no había notado que mis fieles acompañantes que me recogían después de cada aventura se encontraban tras de mi, "Vaya, bien hecho, nunca habíamos visto salir a una mujer, tan fresca de ese lugar, la mayoría llora o se encuentra en estado de shock", solo sonreí como señal de orgullo.

Me levante cautelosamente sorprendiéndome, como mi cuerpo se había recuperado después de semejante tortura, en un momento llegué e pensar que no era humana, dando pequeños pasos me acerqué a la puerta para poder observar mejor el grabado, era simplemente un hombre delgaducho, totalmente desnudo y con una mujer que sangraba a su lado, esto me desconcertó realmente, no entendía nada de aquellos diseños.

Bueno, suspire solo falta 1, mi corazón latía tan fuerte que llegue a pensar que saldría de mi pecho, me dirigí a ella, no espere que me guiaran , no pretendía escapar , baje la mirada, tampoco quería mirar el tallado, lo que me esperaba allí, lo afrontaría como en las puertas anteriores, sumido en el misterio y alimentado de ansiedad.