Agasajada en el motel
Puede ser que no fuera lo que imaginaba, pero lo gozado, ¿quién me lo quita? Parodia de "La casada infiel".
AGASAJADA EN EL MOTEL
Me engañó como a un bendito,
pues la creí virgencita
y ya sabía hasta chino.
Fue una noche muy cachonda
la que escogí para el rito,
en que picaban los moscos
y molestaban los grillos.
Al motel los dos llegamos
cuando había anochecido
y empezamos el desmadre
quitándonos los vestidos.
Yo me quité el pantalón
y después los calzoncillos;
ella, la blusa y la falda,
luego el calzón y el corpiño,
quedándonos en pelotas
cual niños recién nacidos.
Nos fuimos hacia la cama,
sin tiempo de desperdicio,
metiéndome presuroso
entre sus muslos macizos.
Le clavé toda la verga
en su coño enfebrecido,
mientras sentía en mi espalda
el roce de sus tobillos.
Empezamos a movernos
hasta llevar bien el ritmo,
con unas ganas tan locas
que enseguida nos venimos.
Después del primer derrame.
propuse cambiar de estilo:
se colocó en cuatro patas
y la cogí "de a perrito",
encontrando en esta pose
su culo, de pelos limpio,
tan redondo y apretado,
que así, otro no había visto,
sin poder en ese instante
sustraerme de su hechizo,
desenchufando su coño,
se la clavé en el chiquito.
¡Qué placer! ¡Que gloria inmensa
fue ese orgasmo tan divino!
y con tan grande venida
hasta perdí los sentidos.
Percibiendo en las narices
un agradable olorcillo,
desperté, pues la gran puta,
me dio a mamar su coñito.
Practiqué el "sesenta y nueve"
como maestro instruido,
y le mamé la papaya
mientras me chupaba el pito,
me sobaba los cojones
y les daba de pellizcos,
y yo jugaba sus tetas
y le hurgaba en el chiquito,
hasta que los dos a un tiempo
nuevamente nos venimos.
Muy agotados los dos
y después de haber dormido,
nos dimos un fresco baño
y luego nos despedimos.
Me porté como quien soy:
como un cabrón bien nacido:
le di una verga de hule
para sus noches de frío,
y no quise enqueridarme
porque creyéndola virgo,
me la encontré destapada
¡hasta de los dos oídos!