Agarrando mis manos

Algo me decía que debía entrar por esa puerta, que debía ser yo la que tomara las riendas de esa situación.

Agarrando mis manos

Ya nada podía salir peor ese día, después de hablar con los proveedores y se negaran aprobar los presupuestos, que los directivos echaran todo mi trabajo a la basura por culpa de un irresponsable, tropezara con Bea que estaba tomándose un café y manchara mi traje de chaqueta, ya nada podía salir peor.

Encima Juanjo no vendría a buscarme por lo que me quedaba 1 hora en autobús hasta mi casa. Y para colmo Alberto, mi vecino, estaba en el mismo autobús que yo, siempre observándome con su mirada, sabe de sobra que me intimida y me pone muchísimo y a sabiendas de que tengo pareja sigue buscándome, retándome e insinuándose conmigo.

El autobús estaba lleno y por ahora tenia la tranquilidad de que le tenia lejos pero seguía con la tensión de tenerle cerca, así que me puse a mirar la ventana mientras casi sin querer, recordaba los pequeños momentos que hasta el día de hoy había tenido con Alberto.

La primera vez que coincidí con el estaba abriendo la puerta de casa, al ser una puerta antigua cuesta mucho abrirla, se colocó a mi espalda poniendo su boca cerca de mi oído y susurrándome que cuando yo quisiera me podía empujar un poco mas hacia la puerta para poder notar todo lo que le excitaba, mis manos y todo mi cuerpo se quedaron paralizados, aun no sabia ni como era Alberto cuando me dijo eso pero parecía que el si me había observado bien. Termine de abrir la puerta de casa y me despegue de el mientras conocía por primera vez su mirada, cerré de un portazo sorprendiéndome a mi misma de haberme excitado con las palabras que acababa de escuchar, aunque realmente me sorprendí mas cuando fui a la habitación y me masturbe pensando en como me follaría aquel desconocido contra la puerta de mi casa. Unos días mas tarde coincidí en el ascensor con un vecino y el, no paro de mirarme me sentía acosada pero hasta cierto punto me gustaba. Creí morirme cuando vi que el vecino se bajo 3 pisos antes que nosotros y me quedaba a solas con Alberto en aquel espacio tan pequeño. Se acerco a mi y pego su nariz a mi pelo, en ese momento sentí como iba mojando mis braguitas, esta vez fui yo la que perdí los papeles intentando besarle pero cuando me acerque el se aparto y me dijo que las chicas buenas no deberían  besar a un desconocido teniendo novio. Esa noche después de follar con Juanjo me masturbe pensando en lo que podía haber pasado si Alberto me hubiera seguido el juego en el ascensor.

Después de ese día no volví a saber nada de Alberto hasta 2 semanas después, por las vecinas supe que se había ido a un ciclo de conferencias, debo confesar que estaba deseando que volviera para volver a coincidir con el.

Tras 2 semanas y media me encontré con el  en unos grandes almacenes, solo con verle a lo lejos ya estaba nerviosa y excitada, se me cayeron los paquetes de galletas de la mano cuando vi que me miraba desde el final del pasillo, me agache para recoger las galletas y cuando me levante se había esfumado. Pensé que no le volvería a ver pero me quede petrificada cuando al ponerme en la fila de caja tenia en la cesta un conjunto de lencería rosa que tenia una nota pegada: “A las chicas buenas les va muy bien el color rosa en la cama, y el rojo en los labios…” Me di la vuelta y fui a la sección de cosméticos del centro y compre el lápiz de color rojo que era mas llamativo, esa tarde pensé en Alberto cuando le comía la polla a Juanjo y me corrí haciéndolo bajo la asombrada mirada de mi novio.

Después de lo que paso en el centro comercial cada día me arreglaba mas para ir a cualquier sitio con la esperanza de encontrarme con Alberto, y cada día  intentaba ponerme lencería rosa, ya que empecé a coleccionar lencería de este color, y por supuesto adornaba mis labios con un tono carmín. Absorta en mis pensamientos no me di cuenta de que el autobús se había quedado medio vacío, tan vacío que no me di ni cuenta de que Alberto se había bajado.

No se porque me puse a pensar en mis encuentros con el, ahora esta excitada, mojada y decepcionada de que no hubiera hecho nada por acercarse a mi. Me baje en mi parada y acelere el paso, con el paso del día ya no estaba ni bien peinada, ni maquillada ni nada y estaba deseando llegar a casa para poder relajarme ya que Juanjo hoy trabajaba de noche. Al llegar al portal mire a todas partes buscando a Alberto. Ni rastro de el. Llame al ascensor y  pulse el botón que marcaba mi piso, mientras veía como se cerraban las puertas esperaba que de un momento a otro apareciera Alberto abriéndose paso entre las puertas que iban cerrándose. Pero no paso nada.

Cuando salí del ascensor fui buscando a tientas el interruptor de la luz del pasillo, mi sorpresa llego cuando al encender la luz vi la puerta de Alberto entreabierta, en ese momento mi curiosidad empezó a crecer vertiginosamente, algo me decía que debía entrar por esa puerta, que debía ser yo la que tomara las riendas de esa situación.

Tenia las llaves de mi casa en la mano, y no paraba de moverlas mientras pensaba lo que iba a hacer, mi corazón retumbaba en mis oídos y no supe muy bien lo que hacia hasta el momento en el que abrí la puerta del piso de Alberto.

Al entrar por el pasillo no se podía ver casi nada, solo la tenue luz de unas velas iluminaban temblorosamente mi camino, el aire olía a tabaco y café cosa que me sorprendió mucho ya que nunca le había visto fumar y entonces pensé que quizás no vivía solo. Al pensar esto mis pasos se hicieron mas cautelosos, comenzaba a respirar aceleradamente mientras seguía andando hacia la luz que  me proporcionaban esas velas. Al llegar al final del pasillo me incline un poco hacia el lado de donde provenía la luz y fue cuando me volví a cruzar con su mirada, no supe reaccionar, no sabia como defenderme de la curiosidad que se apodero de mi haciéndome entrar por su puerta, note como se encendían mis mejillas bajo la atenta mirada de Alberto:

- Llevo esperándote un rato, la verdad es que si te bajas 2 paradas antes y coges por el callejón de la frutería se llega antes al bloque de pisos.

- Perdona, no se porque entre, simplemente vi la puerta y…

Ya le tenia casi encima de mi, y respiración se entrecorto mis manos soltaron sin querer el bolso, y casi sudando no sabia donde ponerlas. Ver sus ojos mirarme entera, casi devorándome me ponía tan nerviosa que solo pude agachar la cabeza. De repente subió su mano hacia mi cara y deslizo los dedos entre mi pelo, apretándolos cada vez mas mientras yo notaba la presión que mi pelo hacia sobre mi cabeza. De pronto tiro de mi pelo hacia atrás:

-Mírame. Quiero que veas como te miro…

Levanto mi cara hacia el, cogio mis manos y las puso a mi espalda, me sentía tan indefensa bajo su mirada, intentaba bajar la cabeza pero no podía hacerlo, su mano con fuerza me lo impedía tirándome del pelo, obligada a seguir mirándole. Poco a poco comenzó a acercarse a mí, poniendo sus labios muy cerca de los míos, empecé a desesperarme, quería besar esos labios, tire de mi pelo para poder rozar esos labios, pero su mano me retenía de nuevo mientras Alberto sonreía por mi desesperación. Note como iba mojando mis culotes mientras me moría de ganas por besarle, tirando de mi pelo, haciendo fuerza para poder liberar mis manos y  darle mis más lascivos besos.

Mi pecho subía y bajaba cada vez mas rápido, casi rozaba mis labios con los tuyos, saque la lengua para poder rozarlos, fue entonces cuando soltaste mis manos y me beso por fin, ahogando todos mis suspiros y gemidos mientras mis manos se perdían por su cuerpo desnudándole arrancando la ropa que se ponía por en medio. Sus manos arrancaban los botones de mi blusa, se colaban entre mi pantalón y mi culote deshojándome de todo lo inservible para el en ese momento. Cuando observo la ropa interior que llevaba, me cogio de las manos y las entrelazo detrás de mi espalda invitándome a que no las moviera de ahí a menos que el me lo dijera. Recorrió mi espalda con las yemas de los dedos hasta llegar a mi cuello y volvió a besarme mientras sus manos bajaban desde mi cuello hasta mis pechos, eso hace que gima más pero sabia bien como callarme a besos mientras me encontraba completamente excitada ante ti.

Sus dedos empezaron a meterse entre mis pechos y el sujetador, pasas tus dedos por mis pezones y sonríes al sentirlos duros, y a cada roce suelto un gemido que retumba en tu garganta al salir de mi boca mientras me besas. Mis manos siguen entrelazadas detrás de mi espalda, sigo aguantándolas contra mi voluntad mientras tus manos ya han sacado mis pechos por encima de mi sujetador, yo noto mi coño bien mojadito y mi cuerpo tiembla deseoso de tus caricias.

Me miras a los ojos, acariciando mis brazos y negándome con la cara, cierro los ojos y aprieto más mis manos. Ahora tu boca me besa el cuello y se acelera mi respiración al sentirte mas cerca de mis pechos, tu boca se posa en uno de ellos abarcando todo mi pezón, absorbiendo toda la carne que puede mientras noto como roza con el cielo de tu boca y tu lengua no para de recorrerlo llenándolo de saliva. Mis gemidos aumentan a la par de mi excitación, ya noto mi clítoris hinchado. Pasas al otro pezón y notas como me estremezco y como a causa de tu boca flexiono un poco las rodillas mientras me muerdo los labios. Tu mano empieza a bajar por mi vientre, posándose encima de mi culote ya húmedo, tu sonrisa de picardía me indica todo lo que te gusta verme así y sin parar de mirarme dibujas con fuerza la raya de mi sexo en los culotes, dejándola completamente marcada.

Lucho conmigo misma para no soltar mis manos, empujarte hacia el suelo y follarte aguantando tus manos contra el suelo, muerdo mis labios mientras me resigno a ser tuya.

Ahora tu mano se introduce por encima de mi culote y la figura de mis labios vaginales desaparece, pero tus manos se acercan a mi coño notando la temperatura y la humedad que has provocado, mis manos tiemblan igual que mis rodillas mis gemidos llenan la habitación bajo tu atenta mirada.

Abro las piernas un poco mas para que hagas lo que quieras conmigo, dejándote todo el camino libre y tus manos se posan en mi coño, empiezan a moverse y siento como tus dedos resbalan de lo mojada que estoy, noto como se hunden llevándome al borde del orgasmo, pero al igual que con mis manos me resisto al orgasmo ya que quiero disfrutar aun mas de tus manos. Tu mano sigue moviéndose y la otra baja desesperadamente mi culote para buscar mi clítoris, abres mis piernas y aun no te decides a tocarlo rodeas con tus dedos, mientras sigo gimiendo, sigo esforzándome por no soltar mis manos y obedecerte. Ahora te decides a  pellizcarlo suavemente, a notar como se hincha cada vez mas entre tus dedos, retorciéndolo despacio y tirando de el. Mis piernas tiemblan, noto que me voy a correr y te lo digo, que ya no puedo más, mis gemidos se prolongan mas y ahora es tu boca la que se encarga de llevarme al cielo, pero aun así te despegas de mi y dirigiéndome la mirada mas autoritaria que nunca me han brindado me dices:

-Ni se te ocurra correrte hasta que yo te lo diga…

Muerdo con más fuerza mis labios, aprieto más mis manos mientras presionas un poco mas mi clítoris. Veo como te pones de rodillas, y metes tu cara entre mis piernas, suspiras ahí tan cerca de mi coño palpitante y al borde del orgasmo. Sigues acercándote, mi respiración ya no sabe coger aire si no es gimiendo, tus labios se acercan mas separando mis labios vaginales y humedeciendo tu cara, tu lengua esta a punto de salir de tu boca y entra en mi hasta que casi te haces daño en el final de tu lengua que choca con tus dientes, saboreándome entera.

De repente te separas un poco aunque yo no puedo dejar de gemir, y me miras de nuevo pidiéndome que me corra para ti. Tu lengua vuelve a estar dentro de mí, ahora no me reprimo nada, y grito aun mas, noto como absorbes toda mi corrida, mientras sigues moviendo tu lengua dentro de mí. Mis manos agarradas tiran de mi cuerpo porque noto que mis rodillas dentro de muy poco no podrán con mi peso, mi cuerpo se contorsiona mientras me deshago en mi orgasmo. No paro de mirar como mueves tus manos recorriéndome entera, hasta que llegan a mis brazos y los separas, entonces agarro tu pelo y hundo tu cara en mi coño, castigándote por haberme tenido así, moviendo mi cadera y casi ahogándote mientras noto como intentas despegarte de mi. Abro mis piernas un poco mas y giro tu cabeza un poco para ver como relames bien mi coño, tiro de tu pelo un poco mas, hasta sacar tu cabeza de mi entrepierna, y ver como tienes la lengua fuera intentando lamerme. Vuelvo a meter tu cara en mi coño apretándote un poco mas, echo mi cabeza al cielo y restriego tu cara, mojándola bien de mi. Me voy a correr otra vez, y sin soltar tu cabeza vuelvo a gemir mientras siento lo bien que me estas limpiando el coño, mientras me corro mis piernas se flexionan cada vez mas, mis manos se aflojan soltando tu pelo pero tus manos siguen haciendo fuerza en mis caderas para seguir bebiéndome. Pero mis piernas ya no aguantan y voy deshaciéndome entre tus manos que van recorriéndome mientras caigo al suelo de rodillas junto a ti, empapada de tu saliva y tiritando.

Cojo tu cara entre mis manos y te beso mientras tus manos se pegan a mi cuerpo de nuevo y me haces el amor en el suelo entre toda nuestra ropa, y  de la manera más dulce que nunca me lo ha hecho.

Desde aquel dia Juanjo sigue con sus viajes de trabajo y confía en mí, no me atrevería a dejarle después de tantas cosas que hemos pasado juntos.

Pero necesito engañarle con Alberto, necesito sentir como es capaz de que le obedezca, necesito sentir como puede sorprenderme cada día mas, y eso no significa que no pueda quererle a el también.

Desde aquel día Alberto deja la puerta entreabierta y enciende velas a la hora que vuelvo de trabajar, después de habernos visto en el autobús y de bajarse 2 paradas antes para llegar antes que yo.