Agarramela con la mano

Aquel joven vendedor de una casa de deportes, dos clientes habituales increible.

AGARRAMELA CON LA MANO

Todas las veces que el venía a la tienda, yo terminaba con la pija dura llorando lágrimas de deseo, y al rato me dolían los testículos. Ese chico me gustaba demasiado, me excitaba, me convertía en un títere. Yo lo miraba, con su cuerpo trabajado, espaldas amplias, cuello grueso, torax robusto, piernas largas y gruesas, zapatillas deportivas, sus ojos grises, su pelo matizado de rubio y aquellos labios rosados y carnosos y moría de ganas. El orto se me abría con solo pensar en sus brazos musculosos, en sus biceps marcados, en la tabla de lavar de su abdomen. Era atractivo y estaba consciente de su belleza. Caminaba con orgullo y su culo era una burbuja de jabón redonda y desafiante.

Siempre venía con un hombre mayor. Un cincuentón con cuerpo de fisicoculturista muy desarrollado, cara y cuerpo muy bronceados, maneras poco simpáticas. Pero el caballero este, era muy buen cliente y yo trabajaba a comisión : cuánto más vendía más ganaba, y ese musculoso era un comprador consecuente y no reparaba en gastos.

Les conoci el nombre escuchándolos hablar entre ellos, el joven se llamaba Paul y el otro Edgar. Pertenecían, supe después a un club de basket en el que el maduro era entrenador de las divisiones inferiores. Paul tenía 21 , dos años mas que yo.

Edgar era un apasionado por la ropa deportiva cara, y se compraba con frecuencia nuevos equipos, zapatillas, medias y hastas suspensores de marcas internacionales y pagaba sin pedir ningun tipo de descuentos. Su acompañante se sentaba en los asientos mullidos de fuera de los vestuarios y exhibía para mi calentura sus largas piernas bronceadas y suavemente peludas con vellos rubios demasiado grandes para sus shorts blancos y muy ajustados. . Flexionaba esas piernas y y a mi se me paraba la pija. Eran piernas gruesas, musculosas : brillaban y prometían tesoros que sus cortos shorts y suspensores ocultaban pero que eran previsibles. Al principio, cuando comenzó a venir con Edgar, Paul no me prestaba la menor atención. Una mañana nuestros ojos se enfrentaron y desde entonces no dejamos de mirarnos intensamente. Miradas mudas de dos hombres que no se conocen y nada saben del otro. Miradas que eran seductoras y seguras de su parte, seducidas y temblorosas de la mía.

Miradas que desnudan y proponen. Miradas calentonas, orgullosas, brillantes. Miradas anteriores a una buena cogida.

Se sentaba con las piernas abiertas y mi atención se desviaba hacia aquel triángulo que formaban y al tesoro que ocultaban. Me imaginaba su garcha gruesa y sus huevos rubios, la belleza de sus ingles y del interior de sus muslos, y me parecía sentir en mi boca el jugo blondo de la transpiración de su piel..

A veces Edgar lo llamaba al probador para conocer su opinión sobre algún equipo, y el ingresaba sin pedir permiso, observaba, daba su opinión y luego salía, satisfecho con la compra de su amigo. Yo lo miraba, y la sola visión de semejante macho a pocos metros de mi me calentaba horrores. El solo ver sus zapatillas grandes y varoniles me provocaba una erección rotunda.

Un dia , mientras estaba atendiendo a Edgar, sin querer ingresé al vestuario antes de lo previsto, y vi a Paul, bajándole los pantalones a Edgar, con delicadeza y cuidado, y me dije que eran amantes. Pero lo borré de mi mente ante el espectáculo de aquel culo escultural y aquellas manos que lo habían estado acariciando. Guauuuuuuu

Esa mañana Paul me convidó con goma de mascar y me guiñó un ojo , lo que me pareció una actitud amistosa, pero nunca las cosas se extendían mas allá de lo estrictamente profesional.

Aquella mañana la operación de compra continuó normalmente hasta que con bolsa en la mano, Edgar caminó hacia la salida y Paul me lanzó una de esas miradas cargadas de mensajes que lo hacían más hermoso aún. Una mirada que decía, me gustás mucho bebé, desde que te vi que te quiero coger con locura. Si te agarro ese culito te lo reviento. Esa tarde corrí hasta mi casa al cerrarse el negocio y tuve la paja más copiosa de mi existencia.

En una oportunidad, apareció Paul solo por el negocio y me asombré. Era sábado por la mañana. Seria una buena oportunidad para que conversáramos pensé. Se acercó a mi, para que yo lo atendiera, pero un colega mayor me ganó de mano, para su evidente disgusto y el mío.. Al poco rato mi colega, Ulises, me pidió que acompañara "al joven" a nuestro sótano de ofertas.

Es la parte que yo consideraba mas desagradable del negocio: húmeda, con manchas en las paredes, algo oscura y fría guardaba la mercadería de temporadas anteriores, prendas de fabricación discontinuada o de segunda selección. Encendí las luces y unas estufas, y me dirigí a mi cliente para requerirle que necesitaba y el me indicó que buscaba unas zapatillas de marca que habían tenido éxito en temporadas anteriores y que estaban a precio rebajado. Lo hice sentar en un sillón antiguo frente al espejo y cuando con el par de zapatillas en la mano me senté en el banco especial para ayudarlo a calzarse, casi me desmayo de la impresión, por fin tenía frente a mi a mi oscuro objeto del deseo, con sus enormes muslos abiertos de par en par , con sus bellos músculos brillando en la semipenumbra del sótano

Sacó sus zapatillas y pude percibir su olor a limpio, su fragante olor tan sensual y atrayente y mientras le alcanzaba la zapatilla derecha tras pasar muy simplificadamente los cordones, el las tomó de mi mano, y el roce de la suya me erizó la piel y me hizo emitir un suspiro que el no percibió. Calzó la otra zapatilla , elevando su pierna lo que me permitió ver mas de su piel y hasta algo del suspensor que llevaba y sentí que mi pija golpeteaba contra mi slip del deseo que el chico me producía. Antes de que se incorporara para caminar con ambas zapatillas puestas, se quedó mirándome y entonces ya no pude más y lo miré provocativamente primero a los ojos y luego hacia el bulto impresionante de su pija tamaño olímpico. El abrió mas las piernas y me preguntó si había algo que me gustara. Quise decir tu garcha pero no me animé.. Pero le bastó con ver mis ojos llenos de lágrimas, mi piel temblorosa, mi lengua babeando para advertirlo y como si no quisiera la cosa me dijo "Agarrámela con la mano". Y eso hice, no sin antes apagar las luces que daban a la planta alta, o bajar esos shorts que cubrían sus joyas de familia, y luego, cuando aquella poronga impresionante con su par de huevos enormes vió la luz y perfumó aquel ambiente con su olor a leche joven, me tiré al suelo y agarrando aquel portento de pija con la mano, comencé a chuparla y chuparla y chuparla, hasta que mi boca se cansó de hacerlo, hasta que los músculos ya no me respondían, hasta que mi lengua se secó de placer, justo en el momento en que el acabara terminantemente contra el pelo de un maniquí en una esquina.

Completamente desnudos nos metimos en uno de los probadores, y ahí pude sentir por primera vez la intensidad de sus besos , la dulzura de aquellos labios, la tersura de aquella lengua , y el comenzó a hacerme exámenes de próstata con sus dedos largos y gruesos, y el placer fue tanto que debió cubrirme la boca on la remera que llevaba. Y me empujó contra el extremo del probador y levantando levemente mi culo, me lo chupo con desesperación, barriendo con su lengua enorme todos los restos de mi desdicha. Y cuando me la puso grité grité pero el seguía amortizando la inversión, cogiéndome como nunca me habían cogido, padreee. Primero con infinita paciencia esperó que me fuera abriendo y luego con menos paciencia intentó abrire la puerta y me la puso sin asco. Quedate quieto chiquito me decía, relajate, no te contraigas, abrite a mi , muñeco, abrite , dejame que te la ponga hasta lo mas profundo y podamos sentir el mayor de los placeres. No grites, no llores, voy a hacerte el amor como tu piel quiere que lo haga, asi , abrite a mi pija, dejame penetrarte , si si asiiii, y bombeo y bombeó , hasta que su leche saltó por todos los rincones oscuros y sobre los pantalones de $29,90. Se hizo envolver uno, y yo fui a la caja con el importe.

Cuando se fue, mi colega me dijo, que cliente insoportable ese no, dos horas para llevarse un pantalón de $29,90. Yo conteste algo mientras en mi culo, la leche caliente de aquel machito me quemaba aún como fuego.

galansoy

Gracias a todos los lectores que me escriben , que comentan mis relatos o que los califican. Me alegra que les gusten. Besos. g