Afterwork con sorpresa

Las apariencias engañan...

Hola a tod@s! Soy un joven coruñés lector de todorelatos desde hace bastante tiempo.

Me llamo Marcos, tengo 33 años, me gusta hacer deporte, por lo que estoy en bastante buena forma, creo que soy bastante atractivo, además soy muy bromista y alegre, por lo que, aunque tengo novia, no me cuesta ligar y vacilar, poco a poco me iréis conociendo un poco más en todos los sentidos.

Nunca me había atrevido, pero siempre me había rondado por la cabeza la idea de compartir mis experiencias, y no sé muy bien el motivo (quizás por la fantasía de que surjan otras nuevas), pero aquí estoy.

Todo lo que os voy a contar son historias reales, aunque con nombres ficticios.

Cualquier sugerencia, comentario, inspiración o lo que queráis, no dudéis en escribirme:

marc.coru@gmail.com

AFTERWORK CON SORPRESA

La empresa para la que trabajo, durante un tiempo se asoció con una de Valencia para llevar a cabo un proyecto, de forma que nosotros pondríamos a dos personas para dicho proyecto y ellos a otras dos.

Por parte de la empresa de Valencia los miembros del equipo eran un señor de unos 55 años (Ramón) y una chica joven, que al parecer sólo llevaba año y medio en la empresa (Carmen). En mi empresa el proyecto lo llevábamos un compañero de 43 años (Jorge) y yo.

A lo largo del año mantuvimos varias reuniones, tanto por videoconferencia como presenciales.

El proyecto duró 10 meses, desde septiembre hasta junio del año siguiente. Todas las reuniones fueron muy profesionales y normales, las presenciales habían sido tres en Madrid y habíamos asistido Ramón y yo.

A Carmen solo la veía en las videoconferencias (una cada 15 días aproximadamente) y nunca hablamos en privado. Parecía muy joven, tímida, callada y muy formal. Suena a tópico, pero era la típica chica que parecía empollona, con gafitas y todo.

Como la relación profesional fue buena, cuando quedaban pocos días para finalizar el trabajo, les propusimos a nuestros colegas valencianos que se vinieran los dos a A Coruña para la entrega y que de paso conocieran nuestras oficinas, ponernos cara, comer, etc.

Así fue, llegaban un viernes por la mañana, les enseñaríamos las oficinas, iríamos a comer, por la tarde a dar un paseo por la ciudad y por la noche cenaríamos y a dormir, que al día siguiente se volvían a las 9 de la mañana hacia Valencia.

Cuando llegó el día y aparecieron en la oficina pude observar a Ramón, un señor un poco gordo y a Carmen, bajita, delgadita, vestida con un vestido muy formal, con gafas de pasta negra, pelo liso suelto, también oscuro, y tímida, ni siquiera me dio dos besos al conocerme.

La mañana transcurrió tranquila, en la comida hablábamos entre todos de manera un poco más informal, Carmen tenía solo 19 añitos, era novia del hijo del jefe de la empresa, parecía que no había roto un plato en su vida.

Por la tarde, les enseñé la Plaza del Ayuntamiento y la Torre de Hércules y luego fuimos a cenar a la zona de la Plaza de España.

Después de la cena decidimos ir a tomar algo a un pub de la zona, en el que había donde sentarse y también gente bailando.

Después de media hora, Ramón dijo que ya no estaba para esos trotes y que se iba a dormir, y mi compañero Jorge dijo que tenía que ayudar a su mujer con el niño pequeño, así que, yo que no quería irme para casa aún, le propuse a Carmen quedarnos un poco más:

-      Carmen, ¿a ti te apetece tomar algo más antes de marcharnos?

-      Eeeeh… bueno… vale (dijo no muy convencida)

Fuimos hasta la barra y pedí dos gintonics, que nos sirvieron en dos copas balón.

Cuando íbamos a volver a nuestra mesa, la estaban retirando para dejar más zona de baile, así que nos arrimamos a esa zona, pero nos quedamos de pie, y ante mi sorpresa, Carmen empezó a bailar, tímidamente, pero a bailar.

Yo me moví también enfrente de ella, sin llegar a tocarnos ni a acercarnos. A los 15 minutos empezamos a hablar:

-      ¿Te gustó la ciudad Carmen?

-      Sí, es muy bonita, está bien para pasar un fin de semana.

-      Una escapa con tu chico.

-      O sin él… (y me guiñó un ojo)

Su actitud había cambiado un poco desde que no estaba su compañero de trabajo, era más bromista y descarada, más normal para una chica de 19 años.

-      ¿Eres muy tímida Carmen?

-      Jajajaja… mis amigas no dicen lo mismo!

-      ¿En serio?

-      Si ellas te contaran…

-      Yo te veo muy formal, una niña buena… con novio…

Se me acercó y me dijo al oído:

-      Si tu supieras…

Se puso de espaldas y se puso a bailar con las manos levantando el pelo.

La verdad es que me estaba excitando, la niña buena 14 años más joven que yo, ya no parecía tan buena…

Al poco rato me dijo:

-      ¿Salimos a fuera?

-      Vale, que además me estoy meando

-      Jajaja, yo también!

Ella salió con su copa en la mano y fuimos caminando hasta unos jardines cercanos, en una zona de setos y bancos más o menos alejada de la acera, le dije:

-      Yo voy a mear aquí

-      Espera! – me dijo ella – déjame mear a mi primera, vigila que no venga nadie

-      Que tímida!

-      De tímida nada! Que yo no tengo vergüenza

-      Pues mea! – le señalé mientras me sentaba en un banco mirando para ella

Y ante mi sorpresa, metió las manos por el lateral del vestido, se bajó un tanguita de color verde, se agachó y de frente, mirándome con sus gafitas, se puso a mear.

Tenía un poco de pelo negro en el coño, rizado, pero bien recortado. Al terminar me dijo:

-      ¿Tienes un pañuelo?

-      No

Entonces se pasó la mano por el coño para limpiárselo, se incorporó, se subió el tanga y se frotó las dos manos para secárselas.

-      Joder, que cerda eres! – le dije

Y de repente, sin que yo lo esperara, se acercó a mi y me pasó las manos por la cara! Me levanté corriendo del banco y le dije:

-      Joder! Pero que guarra! A ver si te voy a hacer limpiarme los meos con la boca!

-      Sácala – respondió

-      Si, si, ya te arrepentirás – le dije yo

-      Venga, cuando quieras – contestó toda chulita

Así que, sin pensármelo, me desabroché delante de ella y me puse a mear. Ella miraba atentamente, cuando terminé, sin limpiarme ni guardarme mi polla morcillona, le dije:

-      Y ahora qué?, valiente

Carmen sin pensárselo, se levantó, vino hacia mi y se metió mi pene en su boca, tragando y lamiendo todos los restos de mi meada!

Fue una sensación increíble, jugaba con la lengua mientras mi polla crecía en su boca… de vez en cuando cerraba los dientes agarrando mi glande, apretando lo justo para hacerme disfrutar de una forma increíble.

Cuando ya casi no podía más, se incorporó, me besó y me dijo que me sentara en el banco.

Me senté y ella se subió a él en cuclillas, se remangó el vestido hacia arriba, se apartó el tanga y sin pensárselo bajó sobre mi polla penetrándose, mientras yo notaba todo su calor y su humedad, que no era poca!

Subía y bajaba mojándome toda la polla mientras me besaba con ganas, al poco tiempo, entre gemidos me susurró:

-      Menudo pollón, casi no me entra todo… me encanta… tienes un condón?

-      A buenas horas te acuerdas de los condones, no? – le dije yo (todo esto sin parar de subir y bajar) – no, no tengo

-      Es que no tomo nada, con mi novio siempre follo con condón

-      Jajaja, qué hacemos?

-      Córrete dentro, después vamos a la farmacia

Y eso hice, ella siguió subiendo y bajando apoyada en el banco hasta que me corrí llenando todo su peludito coñito.

Al notar que ya no salía más semen, ella se sacó mi polla, y como estaba en cuclillas, cogió su gintonic que había dejado en el banco, lo arrimó a su coño y dejó que goteara el semen de dentro de su coño en la copa, a continuación, se puso de pie y le echó un trago.

-      Joder Carmen... mira que eres guarra, jajaja