Afinidad (2)

Continuación de Afinidad.

Fue extraño, estaba sumida en un profundo sueño cuando sentí moverme, fue un instante, volví a dormirme, o no, no sé

  • Sssh, preciosa mía no te despiertes – me decía David – mientras se acomodaba entre mis piernas.

Estaba encima de mi y sentía como su polla luchaba por introducirse dentro de mi castigado coñito.

  • ¿Sabes? Viendo antes a Marcos como te la metía por el coño he sentido envidia, no te muevas, voy a terminar enseguida, hace mucho rato que estoy muy cachondo pensando en lo mismo.

David comenzó a moverse, sentía su peso sobre mi cuerpecito, estaba tan profundamente dormida hacía solo unos segundos que me costaba moverme aún. Pronto sentí sus jadeos y su aliento en mi cuello. Yo lo sentía entrar y salir de mi con total impunidad. Sentía que se estaba dando una paja con mi coñito, no había tenido tiempo de excitarme ni siquiera un poco.

Estaba comenzando a excitarme cuando sus gemidos precedieron a la lechada que me dejó dentro. Sentía que me embestía con fuerza e intenté correrme, pero era demasiado pronto, no estaba suficientemente excitada.

  • Es mejor que no te corras, mañana tendrás más ganas y vendrás a mi a que te de lo que te mereces.

Era horrible, seguía atada a la cama, ni siquiera podía masturbarme. Sentía toda la leche de David hirviéndome en mi interior, ese era el único alivio que podía sentir.

Entre unas cosas y otras pasé muy mala noche, no sé inquieta, sintiéndome atada. Ya por la mañana sentí como David me liberaba, por fin pude dormir un poco.

A las 3 de la tarde me desperté gracias a una deliciosa olor, estaba hambrienta. David había llamado al servicio de habitaciones:

  • Venga, levántate, necesitas recuperar fuerzas.

No hizo falta que me lo dijera dos veces. Una vez recobramos fuerzas los dos me duche y me vestí, tenía que irme a mi casa. David dejó dinero en mi bolso, lo importante no era la cantidad, eso era lo de menos, lo importante es que así hacía que sintiera que me había pagado para que fuera su puta de compañía.

  • El viernes que viene voy a bajar de nuevo, ¿te gustó lo de ayer?¿quieres seguir con el juego? – me preguntó David.

  • Jajaja, ¿tu que crees que me gustó o que no me gustó?

  • Es un juego delicado, no quiero que te sientas incómoda.

  • Te entiendo – dije mientras me acercaba lentamente a él y acercándome a su oído le susurré – no sé si podré esperar al fin de semana que viene, ¿te vale esa respuesta?

Cogí mi bolso para irme cuando David me cogió de la cintura y me empujó contra el respaldo del sofá por la parte de atrás de este, dejándome boca abajo y con el culo en pompa.

  • ¿No pensarás que te iba a dejar irte sin dejarte un regalito? Has sido muy mala pero aún así te lo voy a dar, a ver si te calmas un poco y se te hace más llevadera la espera.

David tiró tan fuerte de mis bragas que las rompió, comenzó a desabrocharse la ropa torpemente con una mano, con la otra sujetaba mis manos a mi espalda. Se sacó la polla y comenzó a empujarla dentro de mi coñito, una vez dentro se movía con violencia y con la mano que tenía libre acariciaba mi rasurado monte de venus, tenía unas manos enormes y yo un chochete pequeñito, me encantaba sentir que cabía enterito en su mano. Yo creo que eso era una de las cosas que más le gustaban, que tenía un chochete pequeñito donde hundía su enorme polla.

No sé si el punto G como tal existe, yo creo que es más bien la parte interna del clítoris, desde esa postura sentía como la polla de David lo acariciaba desde dentro y sus dedos desde fuera. Eso era matador, todo ese placer era acompañado por la música de sus jadeos, había momentos, justo cuando sentía que me iba a correr y tenía que concentrarme para no hacerlo todavía, que me mareaba, pero de una forma muy dulce. Al recuperarme volvía disfrutar de nuevo, hasta que no pude soportarlo otra vez, y me corrí, uf, no pude evitar chillar y chillar fuerte, pequeños gritos, o el nombre de David rodeados de todo tipo de tacos que no diría nunca en condiciones normales.

David se corrió también, su leche calentita se mezcló con mis fluidos, siempre que me corro desde esa posición no me humedezco como otras veces, me mojo directamente. David salió de mi y se sentó en una silla que tenía cerca, yo resbalé por el respaldo del sofá quedándome sentada en el suelo, estábamos los dos con la respiración alterada.

  • Así que: "David eres un cabrón, no me folles" ¿no? Ven que me vas a limpiar la polla.

Me acerqué, me puse de rodillas delante de él y se la limpié como una perrita sumisa, bebiendo el resto de semen y de mis fluidos mezclados.

Una vez vestidos de nuevo llegó la hora de la despedida, al menos hasta el fin de semana que viene, le di un largo beso en los labios y salí a la calle rezando porque no se hubiera levantado viento, con falda y sin bragas ;)