Afganistán sexual
Como un destino en aquel desierto, provocó que mi vagina disfrutara tanto.
El relato que leeréis a continuación es completamente real, las imágenes no, es para crear ambiente. Disfrútenlo.
Hola, me llamo Natalia y tengo 38 años, soy piloto de súper-puma del ejercito español, un trabajo que me llamaba desde muy pequeña. Mido 1'72 y peso 65kg, cuando no estoy trabajando me ocupo de la casa o estoy en el gimnasio para mantener mi figura, me operé los pechos a los 25 años y gracias a las sentadillas del gimnasio he sacado un hermoso trasero.
Tengo un hijo llamado Ismael de 20 años, aunque cuando ocurrió el relato el tenía 18 (yo 36), nada más terminar sus estudios de Bachillerato se alistó en el Ejercito de Tierra como sargento, algo que no le costó mucho aprobar.
Hace dos años me destinaron 6 meses a Afganistán, estaría allí sólo para transportar a las tropas y sus suministros, algo que me ponía muy nerviosa puesto que los afganos contra los que nos enfrentábamos (Al-Qaedda) podían lanzarnos un cohete sin tiempo de reacción.
Al mes de encontrarme en mi destino veo a mi hijo paseando por la base.
- ¡Ismael! ¿qué estás haciendo aquí?
+ ¡Mama que sorpresa! Como había aprobado para ser sargento me proporcionaron una unidad hace 2 semanas, y ayer llegamos a la base Romeo (nombre falso) y acabamos de llegar.
- ¿Cuánto tiempo vas a estar aquí?
+ Hemos pedido el permiso de año y medio
Mi hijo estaba completamente loco, ¿año y medio en un desierto rodeado de hombres? Por supuesto, a mi aquella situación me excitaba, pero mi hijo no tiene esos gustos.
Cumplidos mis seis meses tuve que volver a casa, un lugar vacío y solitario, donde no paraba de masturbarme viendo porno que encontré en el ordenador de mi hijo, a mi hijo le quedaban todavía 14 meses allí, así que decidí pedir un permiso voluntario, es decir, podía volver cuando quisiera. Al llegar a la base en la que estaba mi hijo fui decidida a buscarlo para darle una sorpresa, pregunté a un joven que si conocía su paradero y este me sugirió que mirara en su barracón de unidad, dónde duermen todos los hombres de su unidad (4hombres) y en algunos todo el pelotón (12 hombres). Abrí la puerta y me encontré a mi hijo de espaldas, completamente desnudo afeitándose su pene.
-¿Por qué te lo afeitas si no tienes intimidad? – Pregunté, nunca habíamos sido abiertos en ese tema, pero fue algo improvisado. Del susto que le tuve que dar, mi hijo se corto un poco.
+ ¿¡ Qué coño estás haciendo tú aquí!? – Decía mientras se tapaba aquella hermosa zona que acababa de ver. - Hay algo que se llama igiene, además, ¿no crees que esto debería estar hermoso para su uso? hay que cuidar el material, tu me lo enseñaste.
Sin tener el control sobre mi agarré la cuchilla y terminé el trabajo, todo ese tiempo su pene estaba erecto, al verlo, mi cuerpo se llenó de orgullo o quizás estaba cachonda debido a no sólo su tamaño sino a su anchura, dejé una pequeña parte de bello púbico coronando su manguera, la misma que debía limpiar el moho de mi tubería.
- Bueno, yo también necesito ayuda para podar el jardín. –Susurré mientras me bajaba los pantalones.
Minutos más tarde todo estaba bien afeitado, hay que admitir que era todo un maestro. Yo no estaba saciada, así que sin previo aviso, mientras el colocaba las cuchillas, me metí aquel pene en mi boca, comencé a jugar con mi lengua sobre su glande para después sacar la polla de mi boca y pasarle la lengua por todo el tronco hasta los huevos, los que también lamía gustosamente.
+ Ma….mamá…. esto no está bien…por…favor.. mmmmm para. –Articuló mi hijo con dificultad debido a la exquisita mamada que le estaba dando.
Pronto la conciencia de mi hijo desapareció, me sacó la polla de la boca de golpe y me tumbó sobre una cama, la suya, en donde había una foto mía, sin cabeza, en la cual se me podía ver teniendo sexo con mi antiguo novio, aquello me puso súper cachonda y sin pensármelo dos veces cogí el falo con la mano derecha y me lo metí en mi mojada vagina.
- La vez que saliste grité, hazme gritar ahora que entras. – Dije con un tono de puta que ni yo misma reconocía. Tenía miedo de que aquella frase ahuyentara a mi hijo, pero esté me levanto y me hizo sentarme sobre él.
No era capaz de describir aquella situación, podía sentir como mi vagina se dilataba para albergar tal hermosa creación y al sacarla notaba que se contraía para después penetrar más fuerte y sacarme gritos de placer, no se como no entraron en la habitación, porque parecía una pelea.
¿Cómo es que estaba mi hijo solo en aquél barracón y no sus compañeros? Aunque esa pregunta fue el menor de mis problemas, me estaban crucificando el clítoris con aquella cruz.
Mis rígidos pechos quedaban estáticos en la cara de mi hijo, que no dudó en chuparme, algo que provocó que mi espalda se arqueara y los flujos producidos por mi orgasmo salpicaran no sólo la cama, sino el suelo; tras ese orgasmo estaba muy cansada, pero quería recibir el néctar de mi hijo, por lo que yo misma comencé un balanceo sobre su pene mientras él continuaba amamantando.
Mi cuerpo estaba muy sudado, podía notarse un gran brillo en mis nalgas y pechos, por no hablar de mi vagina, eso era un espejo, en todo el barracón se podía oír el coche de mis nalgas contra sus huevos.
+ Mami, tienes el paraíso ahí dentro. – Dijo mi pequeño entre jadeos . - ¿Cómo coño estoy….durando tanto?
Su pregunta me proporcionó un objetivo, hacer que aquel semental se corriera de la mayor forma posible, Noé no habría podido construir barca que soportara la riada que mi hijo me daría.
- Cariño….siente esto. – Le dije al oído mientras tenía un segundo orgasmo, mis paredes vaginales apretaron aquella ardiente lanza que me ensartaba para partirme en dos.
Debe ser que aquél orgasmo fue el detonante de “El diluvio”, mi hijo señaló con un par de palmadas en mis nalgas que se iba a correr, clavé mi cuerpo contra el suyo y sentí un manantial, es cual podría contener a mis futuros nietos, entrando en su joven abuela. Automáticamente desmonté de mi hombre y observaba mi vagina, sin pelos, sudada, irritada de tan salvaje follada y ¡ups! Una gotita de semen, no hay que desaprovecharla, la recogí con mi dedo y mirando fijamente a mi hijo me lo metí en la boca.
Pasado mes y medio de aquella primera vez, mi hijo y yo buscábamos cualquier excusa para follar, pero me sentía rara, los alimentos que me proporcionaban me sentaban mal, y eran auténticos manjares, además me dolían los pechos y sentía constantes nauseas. Fui a la doctora del campamento a ver que me ocurría, y sin pensárselo dos veces, me dijo que me desnudara y me acostara en su camilla mientras ella se ponía los guantes.
CONTINUARÁ…..
Este es mi primer relato y agradecería mucho que me escribáis a este correo para enviarme sugerencias o fallos de este relato que podría corregir, la experiencia fue espectacular, escribirla mejor.
Correo: Hincatelo@hotmail.com