Aendiz .-dos

Segundo encuentro con Noel y Noelia. Vamos aprendiendo, parece que cada vez va a ser mejor....

La primera parte está aquí: https://www.todorelatos.com/relato/156147/

Aquellos “unos días” que dijeron se me hicieron eternos pero al fin la llamada se produjo. ¿Qué tal te va el sábado” Y me iba bien, vaya si me iba bien.

Habíamos quedado a media mañana sin precisar demasiado así que a las once estaba tocando el timbre de su puerta. Según sonó el golpe de la puerta al cerrarse, dos bocas vinieron a encontrarse con la mía. Casi dejo caer la bandeja de dulces que traía. “¿no habré llegado demasiado pronto?” pregunté y ambos negaron. “Es buena hora. Íbamos a preparar un café ¿te apetece?” Asentí y un minuto después estábamos sentados a la mesa compartiendo café y dulces.

El que me hubieran invitado por segunda vez y mi aceptación suponía que muchas preguntas estaban contestadas. El día anterior, lo que había sido “una sesión para menores” fue muy placentero para mí y para ellos según me dijeron. Seguramente hoy iríamos más allá.

Noelia cerró las ventanas y encendió una luz muy atenuada. Una acogedora penumbra. “¿has pensado en nosotros?” preguntó Noelia y asentí. “Nosotros también –dijo- y te hemos nombrado mientras follábamos” Me alegó saberlo y así se lo dije. “Nos apeteces mucho -añadió- y a ti….te apetecemos?” Claro que me apetecían y se lo dije. En la habitación, el aire comenzaba a impregnarse de un olor a deseo que ya se sabía sería satisfecho en breve. La mano de Noelia fue a mi entrepierna “esto ya está más que a punto” dijo “a ver” añadió Noel a modo de respuesta llevando su mano al mismo lugar. “Cierto” y tomando mi mano la llevó a su sexo en un “mira a ver qué te parece” Comprobé que tenía un erección más que notable y dije celebrarlo al tiempo que llevaba la otra mano a las rodillas de Noelia quien se apresuró a conducirla por entre sus muslos hasta hacerme notar su humedad aún por encima de las bragas… “hoy eres nuestro y vas a gozar como nunca -dijo Noel continuando con un- ¿vamos a la ducha?” Y allá fuimos sin pérdida de tiempo. Me desnudaron entre los dos, se desnudaron ellos y nos metimos bajo el chorro. Cuatro manos sobre mi cuerpo llenándolo de espuma hasta en sus más recónditos rincones… quise corresponder a su gesto pero me lo impidieron “luego, ya tendrás tiempo…. Ahora disfruta” Y me dejé hacer por la sabiduría de aquellas cuatro manos… Noel estaba detrás de mí y podía notar su erección en mis nalgas. Su mano derecha muy muy despacio me masturbaba y la otra me sujetaba los huevos. “hemos hablado de esto Noelia y yo…espero que sea de tu agrado” Claro que lo era y en grado sumo. Los dedos de Noelia hacían maravillas en mis pezones, acercó su boca a la mía y noté su lengua que, en mis labios, empezaba un camino descendente por mi pecho, por mi vientre hasta quedar arrodillada ante nosotros. Abrió la boca “dámela” dijo no sé a quién de los dos pero el resultado fue que mi polla era frotada por Noel contra su boca “¿te gusta lo que te hace?” No sé ni cómo pude responder que ni en mis mejores fantasías. Noel dejó de meneármela pero la boca de Noelia se hizo cargo y un dedo de Noel se abrió paso entre mis nalgas. “Si lo quieres, tendrás que pedirlo” me dijo apenas rozando el esfínter con la yema del dedo. “Sí, lo quiero… mételo… métemelo”

Aquello duró no sé si un minuto o dos. Bajaron el compás y se detuvieron. Yo recuperé mi ritmo respiratorio normal. Salimos del agua y nos secamos

Me llevaron a lo que creí su alcoba pero era un habitación suplementaria. Una cama grande, muebles rústicos y un enorme espejo ovalado entre columnas de madera que además de soportarlo hacían de eje para ajustar su inclinación. Ante él me colocaron, de pie. Aún en penumbra podíamos vernos perfectamente reflejados. Fue sólo un momento porque medio instante después ellos, los dos, arrodillados me hicieron una mamada a dos bocas que no sé si me esperaba o no pero vaya si me sorprendió. Mi erección ganó puntos a medida que sus bocas besaban, lamian, chupaban… la mano de ella conduciéndola a la boca de su marido, frotándomela en sus labios, dentro de la boca que él abría para engullirla. Mis huevos recibieron la visita de aquellas lenguas que, disfrutándome me hacían gozar como nunca y no es exageración porque era una experiencia nueva para mí. De mis gemidos deducían cuando estaba a punto de correrme y detenían su labor para retomarla un momento después. Yo deseaba correrme tanto como no quería hacerlo para que aquello durase más, un poco más. En una de esas paradas, Noelia se puso en pie “Queremos pedirte algo” me dijo “Lo que queráis” contesté y no como fórmula cortés sino como disposición a lo que quisieran para responder a sus atenciones. “Queremos –dijo- ver cómo te masturbas para nosotros. Ver cómo te haces una paja y nos riegas con tu leche… a los dos… ¿lo harás?” “claro que lo haré…” Y allí mismo, en pie, comencé a meneármela para ellos. Para que me viesen hacerlo, para que mirasen cómo lo hacía. Para mirarme yo mismo en el espejo y verles a ellos de frente a mí y sus espaldas en el cristal…Lo hice tan despacio como pude, separando las piernas lo suficiente para que mis huevos bailasen con cada movimiento atrás y delante de mi mano sujetando mi polla hasta que el final se anunció inminente y lo dije “voy a correrme….” Se acercaron tanto como pudieron y me corrí con sus bocas que se besaban mientras yo me derramaba sobre ellas. No sé que boca me manó mi qué mano me acariciaba, tal vez las dos bocas, las cuatro manos. No quedó una gota dentro de mí. Quedé exhausto, en esa dulce placidez de la felicidad. Me invitaron a sentarme en la butaca y mirar si es que me apetecía. Mirarles a ellos, ver cómo se besaban una vez más y se dejaban caer en la cama. Cómo se giraron para que la boca de cada uno fuera al sexo del otro a lamer, a degustar, a chupar con avidez. Como volvieron a girarse y Noelia se colocó en cuclillas sobre la polla enhiesta de Noel y se la fue metiendo hasta quedar ensartada y cabalgarle entre gemidos de ambos, suspiros de placer…. No sé si follaban así todos los días. Qué energía. Qué pasión en el darse y recibirse. El espectáculo que me estaban ofreciendo casi logró renovar por completo mi erección tan bien gastada unos minutos antes.

Sus cuerpos estaban tan acompasados que el jadeo final fue uno sólo y el cuerpo de Noelia se tendió sobre Noel sin dejar de contenerle entre sus rodillas clavadas en el colchón una a cada lado de su marido.

Hacían falta unos minutos de reposo para ellos y para mí. Creyendo que me adormilaba caí en un sueño profundo del que me sacó la voz de Noelia y una caricia en la mejilla. “Ya está la mesa puesta… ven a comer” No más que medio desperté y tras asearme un poco en el baño me vestí para acudir a su llamada excusándome por haberme dormido y no participar siquiera en la preparación de la mesa. “Eso es porque lo pasaste realmente bien” dijo comprensivo Noel y así era, efectivamente. “tal vez-dijo Noelia- para que nos compenses, después finja que se averió el lavaplatos y así puedas ofrecerte generosamente a fregar” Con una conversación distendida transcurrió la comida y la sobremesa se alargó con un par de cafés y alguna copa.

Noelia pidió “¿pones un poco de música?” y fue complacida. Obviamente lo tenían más que hablado entre ellos y a mí me resultaba fácil y cómodo dejarme llevar. Noelia me invitó a bailar allí mismo, en aquella estancia mitad cocina mitad sala de estar. Acepté y apenas la tomé entre mis brazos “desnúdame” me dijo al oído mientras sus dedos ya me estaban desabotonando la camisa. Ella no llevaba sino una bata así que soltarle el cinturón y descubrir sus hombros era cuanto tenía que hacer, Noelia, simplemente, la dejó caer y me imitó el gesto de descubrir mis hombros. Igual que ella, dejé caer la camisa. Sus manos no perdieron tiempo y aflojaron mi cinturón. Yo me había puesto el slip así que desnudarme fue un poco más trabajoso. Noel retiró nuestra ropa del suelo y bailamos unos minutos. El tacto de su piel me encendía, su respiración me excitaba y mi anatomía respondió debidamente. “Veo que te alegras -me dijo Noelia al oído- lo celebro porque yo también lo estoy” En ese momento deshizo el abrazo en que bailábamos para invitar a Noel a unirse a nosotros, cosa que hizo y continuamos si no bailando si meciéndonos al compás de la música dejando que las manos prodigasen caricias en los dos cuerpos que cada uno tenía enfrente. “¿vais a ser obedientes --- preguntó Noelia y ambos asentimos—porque quiero muchas atenciones pero antes… -detuvo el discurso y aguardamos expectantes, ella fue a mi oído a decirme aunque sin impedir que Noel lo oyera- …antes quiero que se la metas. Quiero que te lo folles y quiero ver cómo lo haces” Mientras hablaba sus manos me acariciaban la entrepierna estimulando lo que ya no necesitaba más estímulo pero eran caricias bien recibidas. Noel no necesitó más que oírlo para colocarse a cuatro patas en el suelo. “Ahora –me dijo Noelia- voy a prepararlo para ti. Le untaré bien de lubricante para que se la metas sin dificultad alguna…” Asentí. Hizo lo que había anunciado. Se puso en los dedos una buena porción de gel y sin prisa alguna le metió un dedo, dos… y le hizo un metesaca que arrancó algún placentero gemido de Noel. Inmediatamente después con otra buena porción de gel en las manos me untó hasta dejármela brillantemente dispuesta. Me arrodillé detrás de Noel y apoyándome en sus caderas intenté la penetración pero yo era torpe. Noelia vino en mi auxilio y con una mano separó un poco las nalgas de su marido y con la otra condujo mi polla ayudándome a comenzar a entrar. La sensación fue tan indescriptible para mí que sólo puedo hablar de extrañísimo placer. “Empuja –oí que me decía Noelia- métesela hasta dentro y fóllale” Más que empujar le atraje tirando hacia mí de sus caderas y comencé a embestir tímidamente intentando oír algún gemido de aprobación. Y así fue. Vi que Noelia –arrodillada junto a nosotros- le pajeaba, le acariciaba los huevos “me gusta ver cómo te folla…. “Acercó la boca a mis pezones y los lamió, los tomó entre los dientes y mordisqueó llevándome a un estado para mí desconocido “Lo estás disfrutando” no sé si preguntó o afirmó, en cualquier caso así era. “Quiero que te corras dentro de él… que le llenes de leche…. ¿lo harás?...” Sólo acerté a decir “sí, sí sí…” cuando vi cómo Noelia tomaba un poco más de gel en un dedo y sonriéndome me lo metió tan dentro como pudo y yo me corrí. Fue la primera vez que me corría dentro de un hombre y me gustó. Noel se dejó caer hacia delante y yo quedé arrodillado con una erección que no disminuía. Noelia me tomó de la mano “ven” me dijo y me dejé conducir por ella a la alcoba de por la mañana. “Acuéstate, Noel vendrá enseguida” Hice lo que me dijo y ella me corrigió la postura. “Mejor al borde de la cama” Me levantó las piernas “así, los pies sobre mis hombros” me dijo y obedecí. Vi como se untaba los dedos de gel lubricante y supe lo que iba a hacer, a hacerme. No me equivoqué, repitió conmigo la misma operación que con Noel. Era un gel que daba algo de calor, muy placentero, cerré los ojos y me dejé hacer. Oí que Noel llegaba. “Ya está cariño, -le dijo- te gustará follártelo” Un segundo después mis pies cambiaron de hombros y recibí la visita de la polla de Noel que sin ayuda alguna entró con más facilidad de la que entraban mis juguetes cuando yo me los metía. La mano de Noelia vino a pajear mi polla aún erecta, ganando erección a medida que Noel me embestía. Noelia acercó la boca y me hizo una mamadita acompasada con la penetración. El cielo debe ser una sensación así, creo. No era posible tan pronto pero notaba que iba a correrme de nuevo. “¿te gusta?” vino a preguntarme Noelia tendiéndose a mi lado. Yo no podía articular palabra así que intenté decirle con la mirada que sí, que mucho, que decir mucho era muy poco para lo que estaba disfrutando. “¿Entonces, quieres que se corra dentro de ti?” sólo pude asentir moviendo la cabeza pero ella, ellos, entendieron. Cuando, un momento después, noté las primeras gotas resbalando dentro de mí, cerré los ojos para disfrutar aún más si era posible de las siguientes. Noel se retiró y yo aún permanecí un tiempo quieto, notando como algunas gotas resbalaban fuera de mí. Hoy, aún no encuentro palabras para describir lo placentero que fue.

Tuve buen cuidado de no dormirme. Me incorporé y a hacerlo vi que Noelia estaba arrodillada ante Noel y le pajeaba con fuerza. “Así…mójame las tetas” decía y le frotaba la polla contra sus pezones. Aún obtuvo algunas gotas.

“Venid –nos dijo Noelia- vamos a lavarnos” y tras ella fuimos. Con esponjas húmedas nos frotamos los cuerpos “mira cómo me ha puesto tu amigo –me dijo Noelia mostrándome sus pechos aún manchado con semen- ¿me ayudas?” y como pude la lavé. Y ellos a mí y cada uno a los otros dos.

Era momento para un café y unos dulces. Sugerí los que yo había traído y esos fueron los que vinieron a la mesa. “¿me puedo pedir este?” preguntó Noelia con cierto tonito pícaro que no pretendió disimular. Me preguntaron por lo sucedido, si había sido de mi agrado y como esperaba. Por supuesto que lo era y así se lo dije. “Es que has pasado del deseo que te excitaba a hacerlo realidad” me dijo Noel y así era. En poco tiempo habíamos tenido dos encuentros, uno de tanteo por ver si mi cuerpo aceptaba o rechazaba y este segundo donde la realidad había dejado al margen a la fantasía. Aun era torpe tanto al dejarme penetrar como al hacerlo, aunque en el fondo era como si alguna de mis parejas me hubiera metido un vibrador pero mi cabeza aún necesitaba procesar todo aquello.

Continuamos un rato de charla entre cafés y dulces “Este que habías reservado para ti..?” pregunté a Noelia quien me respondió “¿lo quieres ahora?” “Creí que lo querías tú, por lo que dijiste…” “Si claro, lo reservé para vosotros” dijo al tiempo que se abría la bata y tomando una porción de nata del pastel con los dedos se untó ambos pezones. No hizo falta decir más. Noel y yo nos dedicamos al que teníamos más cerca y lamimos gustosos la nata. Noelia puso un poco más y repetimos la operación. “Quitad todo de la mesa” casi ordenó y Noel no me dio tiempo a colaborar, él mismo retiró todo excepto el gran pastel de nata que Noelia había cogido. Se untó con él cuanto pudo, pechos, vientre, pubis, muslos… y se tendió en la mesa. Noel y yo lamimos golosos hasta no dejar ni rastro. Ambos repasamos el trabajo del otro por si algo hubiera quedado sin retirar pero no, no quedaba nada, sólo nuestro deseo de lamer aquel cuerpo que reclamaba nuestras lenguas en cada milímetro de su piel. Y eso es lo que le hicimos. Noelia abrió las piernas para que nuestras cabezas cupieran entre ellas y nos regaló sus néctares de hembra, cálido y abundante. Lo compartimos y nuestras lenguas coincidieron primero y se buscaron después mientras la mujer jadeaba de satisfacción.

Cuando ella se repuso nos sugirió un juego que aceptamos…. Pero eso, os lo contaré otro día si queréis.

Como siempre, si os apetecer decirme algo: sucre@gmx.com