Adoptado (cap.6)

Pedro comenz{o a comprender el precio que deb{ia pagar a cambio de la vida que se estaba dando...

La cosa para Pedro estaba comenzando a aclararse, ya se estaba dando cuenta cómo funcionaba  la casa.

Comprendió que él y Liliana eran una especie de juguetes sexuales, cada uno con su función estaban pendientes de los placeres de la pareja y tenían que satisfacerlos. Por un lado era lo que había venido a buscar y estaba contento con haberlo logrado y calculaba que Liliana estaba cómoda con su accionar. Pero lo que Pedro no veía aun es que la trama era más compleja y que había más piezas en este juego.

Los días fueron trascurriendo tranquilos, a veces era requerido en la cama de la pareja, pero no era muy seguido, también se visitaban con Liliana, en su habitación o en la de ella y en esos días era más frecuente el sexo entre ellos que con la pareja.

En su trabajo se amoldó enseguida, estaba más para tramites y mandados que otra cosa pero le servía para empaparse del mundo laboral en Buenos Aires y por supuesto, el dinero que ganaba le venía muy bien.

Extrañaba a sus amigos, en especial a Doris, y cada vez que podía los visitaba.

El primer sábado que Vero y Damián salieron a una fiesta él aprovechó para ir a verlos. Llegó a la pensión y Doris lo estaba esperando, recién bañada, con una toalla envolviéndole su moreno cuerpo, su cabellera húmeda y desordenada caía sobre sus hombros cosa que volvía loco a Pedro.

Ella se colgó del cuello del muchacho y le dio un tierno beso en la boca, él la acarició torpemente e hizo que se deslizara la toalla, el cuerpo tibio de la muchacha lo terminó de volver loco y cayeron abrazados en su cama.

Willy se estaba bañando pero ellos no lo esperaron, muy pronto Pedro quedó también desnudo y comenzó a besar ávidamente el cuerpo de ella, deteniéndose en sus dulces pechos y bajando luego hasta su tan ansiada concha, bebiendo sus jugos mientras hacía delirar a la muchacha.

Ninguno de los dos aguantó más y Pedro se incorporó para entrar con su pija dentro de la tibia concha de Doris que al sentirlo estalló en un orgasmo, clavando las uñas en su espalda.

Muy lentamente fue entrando y saliendo, deteniéndose y volviendo a entrar….besándola, acariciando sus tetas,  yendo más fuerte, volviendo a ser lento…haciéndola desear…  en poco tiempo había perfeccionado su estilo, la experiencia que estaba adquiriendo lo estaba convirtiendo en un muy buen amante.

En eso estaba Pedro cuando sintió una húmeda y caliente lengua recorrer su culo, adivinó que era Willy que sigilosamente salió del baño y se les unió.

Este lamió largamente el culo de Pedro, llenándolo bien de saliva y como sabía lo que vendría, puso a Doris en cuatro y volvió a metérsela por la conchita dejándole su culo a Willy que no tardó en entrarle su caliente verga.

Cogieron así un largo rato, cada empellón de Willy hacia que Pedro se la entierre a Doris hasta el fondo y esta gemía con locura… pero alguien perdió el equilibrio y los tres cayeron rodando al piso entre carcajadas.

Doris, que quería más acción, tumbó a Pedro en la cama y lo montó y cuando tuvo la verga del muchacho bien calzada paró el culo para que su hermano lo penetre y así tuvo a sus dos machos bien adentro y no paró de moverse hasta que sus cavidades estuvieron colmadas de leche.

Cuando los muchachos se retiraron sus dos calientes agujeros comenzaron a chorrear leche, ella, risueña, la juntaba con sus dedos y la metía en su boca, saboreándola, ellos no tardaron en introducirles sus lenguas y saborear juntos ese néctar.

Lo más lindo de ellos era que no se cuestionaban nada, no intentaban ponerse títulos, a esta altura se amaban los tres, libremente, se hacían y se dejaban hacer siguiendo solo su deseo y su deseo era grande, eran muy felices los tres juntos desnudos y en la cama y eso los marcaría para toda la vida.

-¿Sos feliz en tu nueva casa? –le preguntó Doris a Pedro

-Acá soy feliz, con ustedes, allá estoy muy cómodo y conforme, es más de lo que soñé, pero acá soy feliz, con ustedes.

Los hermanos sonrieron y comenzaron a besarlo, pronto estaban revolcándose nuevamente  en esa cama… no importaba el roll que tomase cada uno, lo que importaba era que gozaban juntos y acabarían juntos otra vez sin importar quien estuviera dentro de quien.

Los días en la casa eran tranquilos, a Pedro le gustaba levantarse temprano y estudiar tomando unos mates, en su habitación o en el balcón, según se lo permitiera el tiempo. Esa era su rutina  salvo que alguna actividad sexual lo distrajera…

Esa mañana, mientras él estudiaba, llegó una masajista para atender a Vero, era la primera vez que Pedro la veía pero solía venir con asiduidad cuando Vero necesitaba distenderse un poco.

Romina, tal era el nombre de la masajista, era bajita y de buen cuerpo, pelo ensortijado y una sonrisa muy dulce en su cara que la hacía angelical, realizaba un estilo de masaje que se llama californiano, muy bueno para relajar la musculatura y muy sensual en sus movimientos.

Chiquita como era llegó con un bolso y la camilla plegable y Pedro no entendía cómo se las había arreglado para transportar todo eso.

Armó todo en la habitación del matrimonio y se encerraron allí para la sesión.

Esa mañana Pedro estudiaba en el balcón, el amplio balcón que abarcaba todo el ancho d la casa y que daba al hermoso parque del fondo.

Estuvo absorto más de media hora olvidándose de los masajes hasta que le pareció escuchar sonidos sospechosos.

Por el balcón llegó hasta la ventana de la habitación de la pareja y espió, su curiosidad pudo más que la prudencia (en esa casa la prudencia no era una virtud muy practicada…)  vio a Vero boca abajo en la camilla, desnuda y a Romina recorriendo su cuerpo con sus manos bien aceitadas, el muchacho no tenía mucha idea sobre masajes pero quedó hipnotizado por esa práctica. La sensualidad de los movimientos de Romina sobre el cuerpo de Vero era muy excitante ella lo estaba disfrutando y gemía ante cada pasada, esto era lo que había escuchado Pedro y que lo invitó a espiar.

Es ese momento la muchacha masajeaba la generosa cola de Vero y bajaba con sus manos entre sus piernas, perdiéndose entre ellas, sacándole  profundos suspiros… Pedro no podía ver hasta donde llegaban sus dedos pero no hacía falta, era obvio por los suspiros de Vero.

De pronto ella levantó la cola para que la masajista pueda jugar en ella a su antojo, los suspiros se convirtieron en fuertes gemidos cuando Romina la masturbaba como solo una mujer con su experiencia podía hacer.

Vero se dio vuelta, abrió bien sus piernas y Romina se internó con su lengua en ella, mientras estiraba las manos para acariciar sus pechos, así le sacó un profundo orgasmo y no tardaron en estar las dos desnudas revolcándose en la cama matrimonial, disfrutando a morir como dos calientes chicas que eran.

Pedro miraba la escena sin poder dar crédito a sus ojos. Estaba muy excitado y fue poco prudente al no querer ser visto. Vero lo vio y le divirtió el hecho de verlo espiar, le excitaba excitarlo y supuso bien que no había visto a dos mujeres juntas en la cama y eso le dio la idea de su próximo juego.

Cuando se fue Romina Vero se paseó por el balcón con una bata de seda que se pegaba a su cuerpo y  dejaba adivinar toda su anatomía.

Pedro, recostado en una reposera, leyendo un libro, no podía ocultar su erección y ella se movía muy sensualmente para hacerse desear y castigarlo por su osadía, pero también había urdido un plan, ya no para castigarlo sino para instruirlo sobre el sexo entre dos mujeres.

Pasaron unos días y una mañana lo llamó a su habitación, otra vez estaba con su sensual bata de seda y buscó una excusa para entretenerlo y hablarle mientras ella estaba recostada en la cama con su notebook y papeles, trabajando en casa ese día.

Liliana entró trayéndole un té, lo apoyó en la mesita de luz y cuando se iba a retirar Vero la tomó de la mano y la acercó haciéndola sentar en el borde de la cama, lo miró fijo a Pedro y le dijo:

-El otro día te vi muy entusiasmado en saber cómo se aman dos mujeres… (Acariciando lo cabellos de Liliana) está buena esa inquietud, esa curiosidad…(se acercó a Liliana y la besó tiernamente hundiéndole su legua muy profundo en la boca)…te abre a nuevas experiencias…(comenzó a desabrochar el uniforme de Liliana, botón tras botón. Muy lentamente) … porque una mujer puede llegar muy sensiblemente a excitar a otra mujer… (Termina de desatar los botones de Liliana y saca sus abundantes pechos, sus pezones oscuros están muy duros, los lame con mucha ternura)… vení… sentate acá en la cama…disfruta todo en primerísima fila…sacate la ropa y pajeate si queres…pero esto es solamente para nosotras dos…vos hoy solo miras y aprendes…

Pedro le hizo caso, se sacó la ropa y sentado en la cama observo desde muy cerca como las dos mujeres se prodigaban placer.

Ya estaban las dos desnudas besándose y acariciándose, Pedro estaba excitadísimo y no tardó en acariciar su verga, muy dura ya.

Vero rápidamente se dio vuelta y enterró su cabeza entre las piernas de Liliana que al segundo estaba haciendo lo mismo con su patrona. Pronto se sacudieron en un fuerte orgasmo, primero Liliana y enseguida Vero, estimulada por la muchacha. Una experiencia muy fuerte ver a las dos mujeres acabando así…. Pero esto recién comenzaba.

Volvió a darse vuelta y comenzó a comerle la boca a Liliana de una manera muy frenética, las dos mujeres con sus cuerpos empapados de sudor se abrazaban y besaban con mucha pasión….Pedro, enloquecido con el espectáculo, se pajeaba lentamente para durar más.

Las chicas con sus piernas entreabiertas se montaron una en el muslo de la otra y comenzaron a rozarse, de pronto el movimiento era frenético, sus fluidos eran el mejor lubricante para el roce de sus conchas ardientes. Las dos abrazadas, besándose y sacudiéndose con todo no tardaron en acabar una y otra vez, gritándose su pasión a viva voz, desenfrenadas, locas, calientes…

Pedro no daba más, iba a acabar, se acercó a sus caras y mientras las chicas se besaban acabó copiosamente sobre ellas.

Las chicas lamieron toda la leche y Vero le dijo:

-Te portaste mal, no tenías que participar… pero ya está, ya nos viste bien de cerca, ahora andá y dejanos que creo que vamos a jugar un rato más.

Pedro se fue a su cuarto y se metió en el baño a darse una ducha. Estaba enojado, no le gustaba ser tratado así por Vero, aunque entendía que era una pequeña cuota que debía pagar por la vida que se estaba dando, y no le convenía en lo más mínimo perder eso.

Pero el sabor amargo lo tenía igual.

Se quedó bastante tiempo bajo la ducha para no oírlas, trató que el agua que le caía encima le quitara la mufa.

Cuando salió la casa estaba en silencio, bajó a la cocina para calentar agua para el mate y le pareció que Liliana se estaba duchando.

Subió a su cuarto, puso música y se tomó unos buenos mates, así se despejó, no le convenía enojarse, tenía que ser inteligente para poder seguir esa vida.

Pensó porqué lo había enojado tanto una cosa con tan poca importancia, se dio cuenta que no era el hecho en sí lo que lo enojaba sino todo lo que estaba viviendo, pasados los primeros días de euforia sexual y entusiasmo por su nueva vida le quedaba el sabor agridulce de sentirse usado sexualmente.

Pero era exactamente eso lo que él había ofrecido a cambio de la vida que se estaba dando.

¿Estaba enojado con él mismo?  Era probable, solo él se había metido en eso y era el precio justo que tenía que pagar.

Eso, los mates y la música lo calmaron y también su orgullo de no demostrar que estas cosas lo afectaban. Se mostraría sonriente y feliz y llevaría esa vida lo mejor posible hasta lograr su cometido, avanzar en los estudios y tener un mejor nivel económico para adaptarse a la vida en Buenos Aires.

Una tarde en el estudio Damián lo llamó a la oficina y le dijo:

-El viernes es el cumpleaños de Vero y quiero cumplirle una fantasía que tiene desde hace rato. ¿Sabes lo que es un Gang Bang, un Bukkake?

-No –contestó el muchacho con cara de que le estuvieran hablando en chino- ni idea.

-Bueno, imagínate un montón de hombres para satisfacer sexualmente a una mujer, todos a la vez, acabándole en la cara…bueno, algo así –dijo Damián divertido por la cara de asombro del muchacho- esa es la fantasía de Vero, que la lleve a un taller o algún lugar así y que muchos hombres trabajadores, sucios, transpirados, la sometan. Yo no tengo que estar, pero quiere ser filmada, vos la vas a acompañar y la vas a filmar con tu celular. Yo ya arreglé todo con el taller mecánico que esta acá a la vuelta, trabajan siete hombres más o menos de las características que ella desea. Para ella va a ser una sorpresa aunque se lo imagine por el hecho de mandarla a ella a preguntar algo allí. Lo que necesito de vos además de filmar es que estés atento a que no se compliquen las cosas y de ser así me llames urgente que yo voy a estar muy cerca para llegar rápido.

A Pedro le dio mucho miedo esto. Se sentía muy responsable de lo que le pudiera pasar a Vero, temía por lo que esos brutos pudieran hacerle cuando estén enloquecidos por cogerla.

Pero bueno, era más de lo mismo, otra prueba que debía pasar, un pago más por la vida que llevaba y que no quería abandonar.