Adolescentes gemelo y gemela (15) follan a menudo
La sesión de TupperSex de Diana ha comenzado... y continúa... sólo fue el inicio, se esperan grandes disfrutes, entre ellos, varios orgasmos colosales.
Andrés, descansaba tras la tremenda eyaculación producida dentro del chisme hecho con “plástico de bolitas” que simulaba al Egg Spider, que Diana había enseñado de su muestrario y que dio comienzo a la sesión de TupperSex que quería disfrutar con sus amistades.
Rosa también descansaba (pero por breve tiempo, aunque lo desconocía) por haber sido la mano que movía dicha vagina-invento, o como quiera llamársele que hizo correrse al muchacho, observaba como los chorros recién salidos del cuerpo del joven resbalaban del interior de aquel objeto inventado para la masturbación, cayendo al suelo, para después tomarlo con los dedos y llevárselos a la boca, estaba ansiosa por experimentarlo todo, y lo saboreó, y parece ser que le gustó puesto que no puso cara de asco, sino al contrario, sus pezones, mostraban vida propia, pues volvían a ponérseles duros.
Diana observó como actuaba el cuerpo de Rosa y se atrevió a sacar un pequeño botecito, que tenía truco, era un vibrador del tamaño de un dedo, que podía ser utilizado para llevarlo dentro de su vagina, y que por medio de un control remoto, podía obtener placer en cualquier momento estuviese en el lugar que se encontrase, y se lo acercó a su amiguita...
Diana: Toma Rosa, te voy a prestar algo que seguro que te va a encantar, es uno de mis muchos juguetes favoritos –entre sus juguetes favoritos se encontraban consoladores y vibradores de todos los tamaños y colores–, con esto no tendrás necesidad alguna de moverte, simplemente lo colocas en tu caliente chochito y verás como disfrutas, si lo alternas con tus dedos, será lo más grande que hayas vivido refiriéndome a la masturbación íntima de cada una.
Rosa lo tomó y lo observó, desde lo lejos Diana apretó un mando pequeñito que hizo que el objeto vibrara, y casi se le cae de las manos, al resto de personas le dio la risa, con algún reflejo consiguió que no se cayera al suelo.
Rosa: ¿Qué hago con esto? ¿Me lo tengo que introducir? ¿No me prometiste un buen pene caliente para experimentar la desfloración?
D: No guapa, esto es simplemente para que, una vez abierta de piernas, cómodamente como más te guste, te acaricies tu clítoris y los labios, si no te lo quieres meter, que puedes hacerlo, pero antes te aconsejaría que fuera un buen pene lo que te entrara por supuesto.
Y Rosa obedeció como si fuera su esclava, ardiendo de pasión como estaba tras la masturbación brindada a su nuevo amigo, se abrió de piernas, las apoyó en dos sillas estratégicamente colocadas, y mostrándose al resto de participantes, se abrió en primer lugar los labios de su chochito, muy lentamente, que se encontraba con el brillo especial de la lubricación que se experimenta antes de alcanzar cualquier tipo de placer o al estar en perfecto estado calenturiento y loca por tener algo dentro de si misma.
Comenzó con una lenta caricia girando con dos dedos alrededor de su clítoris, muy lentamente siempre, acercando algún que otro dedo a la entrada vaginal, abriéndose para que vieran su interior, sin llegar a introducirse nada, seguía con los círculos sobre su clítoris, su ano comenzaba a abrirse y cerrarse, era evidente que lo estaba pasando muy bien, tomó en sus manos el objeto vibratorio y lo acercó a su clítoris...
R: Diana... dame el mando... que quiero tener mi propio ritmo..., siento que me vendré muy pronto...
Así fue, en cuanto acercó el pequeño vibrador al clítoris, que ya estaba bastante masajeado por sus propios dedos, lo puso en marcha, y no pudo aguantarse, en menos de diez segundos, todo el mundo observó como tanto su vagina como su orificio anal se abría y se cerraba, síntoma de que el placer era inminente, al no poder aguantar tanto placer, tuvo que alejar un poco el vibrador y, tratando de relajarse, tuvo un orgasmo inmenso, su respiración acelerada lo decía todo...
R: Aaaahhh..., ooohhh, cuanto placer... nunca tuve algo parecido... que me hiciera alcanzar el orgasmo de manera tan rápida... lo siento pero... quiero volver a sentirlo...
Y sin pensarlo, comenzó de nuevo a acariciar con su mano toda su vagina, esta vez, a los labios mayores y los menores, no le quedó rincón que fuera acariciado por las yemas de cada uno de sus dedos, era evidente que a su edad, la calentura era febril, como toda la de cualquier adolescente que comienza una relación masturbatoria compulsiva...
A esa altura de la fiesta, Sandra, que ya estaba también comenzando a tener los picores típico de “lo que he visto me ha calentado un montón”, se encontraba abierta de piernas, como si de un duelo se tratara, frente por frente a su nueva amiga Rosa, y comenzó a acariciarse, pero Andrés, que estaba al acecho, hizo un intercambio de manos, alejando la de su hermana y acercando la suya propia, que conocía bastante bien el chochito de su hermana y sabía también como proporcionarle un placer inmediato...
Ahora eran dos las que estaban a punto de alcanzar el placer, todo el mundo se quedó en silencio, sólo se escuchaban los gemidos de Sandra y Rosa, las dos chicas que estaban destinadas a disfrutar de un nuevo orgasmo, una con sus manos, y la otra con la mano de su hermano.
Rosa comenzó a moverse de manera compulsiva, instintivamente, como si estuviera follándose algo, subía y bajaba su cadera, sentía que algo le entraba por completo para después salirle, estaba observando a Sandra, que su hermano le metía los dedos en su totalidad, alcanzando así el punto G, que conocía muy bien Andrés, y sentía que también estaba siendo penetrada por dichos dedos, de ahí el movimiento que tenía.
S: An...drés... no te detengas ahora... que me está llegando... debe ser... por lo que estoy viendo frente a mi... esa chica... es un putón verbenero... uauuu... ¡¡¡me llega!!! ¡¡¡me llega!!!
A continuación y tras realizar dos movimientos bruscos con sus caderas, acercó las manos a su vagina, agarró los dedos de su hermano, que se encontraban meneándose en su interior palpando exactamente donde tenía que hacerlo, el susodicho punto G, y sin poder evitarlo, atrapó con sus muslos los dedos que tanto placer le proporcionaba.
Rosa no podía más, sus movimientos eran cada vez más bruscos, miraba al miembro de Andrés, que volvió a tomar rigidez, totalmente erecto como estaba, a Rosa le pasaban tremendas ideas por su cabeza, en un par de ocasiones se introdujo sin saberlo la mitad del vibrador que tanto placer le estaba facilitando, no llegó a dañarse el himen porque no tenía un tamaño desproporcionado, al contrario que el gusto, que si que lo era.
R: Diosss... ¡¡¡esto debería estar prohibido...!!! –eran palabras que había escuchado decir a sus padres en frenético acto sexual cuando la madre había alcanzado el máximo placer–.
A continuación tensó todas sus extremidades, atrapó el cacharrito en su clítoris al ponerse en posición fetal y se corrió largamente, haciendo que se le saltaran dos regueros de lágrimas de sus ojos, por sentirse tan feliz.
Sin saberlo dejó su orificio anal al descubierto, un orificio... que también era virgen... y también iba a dejar... de serlo...
Al unísono, todos se rieron a carcajada limpia, por la expresión soltada, divirtiéndose como estaban de los placeres que estaban obteniendo.
Andrés, no pudo evitar, en cuanto se liberó de los muslos de su hermana, el ponerse de pie y dirigirse a tan rico ojete que le estaba diciéndole “ven a investigar esta cuevita”, no se lo pensó dos veces, sin tomar ningún tipo de precaución, y mientras Rosa, absolutamente relajada e inexperta por ese sitio, dejó que con la lengua, le lamiera el chico, al sentirse tan relajada, dejó escapar un pedo, que Andrés se lo tomó a risa, los demás también rieron, en cuanto le pasó un par de veces más su lengua por el ano, se incorporó, apuntó con su tieso pene, y de un fuerte empellón, prácticamente y sin pudor, le rompió el culo a la joven chica.
El grito que dio Rosa fue enorme, Andrés, un poco aturdido, se quedó quieto, con toda su polla dentro de ese virginal agujero, sólo se le veían los testículos, cuando vio las lágrimas de dolor que salía de la joven, se quedó sin palabras, tenía su pene en un culo recién partido, por la pasión y brusquedad de la ocasión, despacito, entre lágrimas de Rosa, fue sacándolo... hasta que por fin liberó el orificio anal.
R: Ya que lo tenías dentro... podías haber terminado... cabronazo... que no me esperaba esto todavía...
D: Nooo, Rosa, tranquila, ha sido un momento de exaltación del momento, todos estábamos extasiados viendo como obteníais los orgasmos vosotras dos y al final no ha podido aguantar el muchacho.
Mientras le decía eso, Rosa, sentía como un tremendo vacío en su interior, al quedar desocupado el espacio de su trasero, que había sido invadido segundos antes de esa manera tan brutal por esa sobredimensionada polla.
Diana se acercó a Andrés, con unas toallitas, que sirvieron para limpiarle los restos de excrementos que arrastró al sacar su miembro del culito de Rosa y les explicó.
D: Antes de realizar el acto sexual por el culo, es conveniente una muy severa higiene, tanto por una parte como por la otra, para no transmitir infecciones, así que Andrés, recuerda que te tienes que lavar tu pene y al mismo tiempo usar preservativo, es lo más recomendable, y nosotras, las chicas, que vayamos a sentir un miembrazo como este –lo sopesaba con sus manos al tiempo que lo aseaba– debemos haber evacuado la mierda que nos sobre, o restos que queden, de haber hecho la digestión, o como precaución, los gays son muy precavidos para eso, siempre se asean antes de una relación sexual, a no ser que sean unos asquerosos, pero eso no lo somos nosotras ni este pedazo de semental ¿verdad? Al mismo tiempo siempre debemos usar vaselina, será más fácil para la penetración.
Andrés: Lo siento compañeras, no he podido evitarlo, sabía lo de la vaselina, pero es que lo tenía tan a tiro, que no he podido evitar reventar ese culo que se me estaba ofreciendo, no sé qué me ha pasado, me he vuelto loco. Te pido disculpas Rosa.
Y tras esta dura penetración sin término, pero con el pene tieso todavía por el trato que le estaba dando Diana a la erecta carne que poseía Andrés entre sus piernas, retomaron un nuevo momento de descanso, el único que no lo hacía era el semental, como lo llamaba Diana, que, por cierto, tomó de nuevo el muestrario, para no enfriar el ambiente, y se dirigió a una página en la que se veían consoladores, dildos de distintos tamaños, generalmente grande, y unos precios demenciales, inalcanzables para ninguna de las presentes, aunque Diana, ya tenía pensado qué podía utilizar en lugar de esos dildos y consoladores... al tiempo que no abandonaba las caricias que le proporcionaba al único macho allí existente, pero eso... es otra historia.