Adolescente zoo.

A partir de mis 12 años comence a descubrir que era la zoofilia

ADOLESCENTE  ZOO

Mi nombre es Flor, esto que les relatare sucedió hace varios años, en esa época era una niña,  delgada de 1, 52 m,  mis padres practicaban el nudismo, tanto en casa como en la  playa, en la que por supuesto yo también participaba de esa experiencia.

Al ser hija única, se me concedían todo, dada mi insistencia en tener un perro, me regalaron un cachorro de pastor alemán, que por supuesto fuimos creciendo  juntos, jugueteando desde esa edad hasta casi un tiempo atrás.

Era costumbre del animal lamer mi cara como su demostración de cariño, no solo a mí sino a mi madre también, que a pesar de rechazarlo, con el tiempo lo fue asimilando. Eso se convirtió en algo habitual, que poco a poco esas lamidas se fueron extendiendo por algunas partes de nuestro cuerpo, pero jamás pasó por mi cabeza,  en que podría traer  aparejada ciertas connotaciones.

Los días de mucho calor, mis poros  expedían sudor, que por su gustillo algo salado, hacia que esas lamidas fuesen más extensas, que me producían una sensación muy placentera y hoy diría llena de sensualidad.

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Una tarde mientras mis padres tomaban sol en sus respectivas reposeras, jugaba plácidamente con mi perro, en un momento paso su lengua por mis tetitas, entonces lo tome del cuello volcándolo sobre el césped, continuando haciendo otras cosas, como que inconscientemente, me gustaba esa sensualidad que se iba constituyendo.

Por supuesto que eso se iba acrecentando, el ejemplo fue otro día que estaba sentada sobre el césped, con mis piernitas abiertas, y delante de mí estaba Jerry, mi mascota, observándome, cuando con su cabeza apoyada en el pasto se acerca intentando introducir su hocico entre ellas.

Sacando su lengua lamiéndome mi entrepierna, produciéndome no solo un cierto cosquilleo sino una especie de excitación, que por supuesto inocentemente me reía, por esa provocación que me hacia Jerry.

Si bien en ese momento no me daba cuenta, el perro se estaba alterando, hasta notar que comenzaba a surgir su polla roja, algo que me produjo no solo curiosidad, sino una especie de arrebato.

Aunque no paso nada, mi padre se levanto para separarme del animal, llamándome la atención, cuando vi su miembro algo erecto, mientras el perro se quedo lamiendo su sexo. Hasta ese momento a pesar de haber tenido algunas perturbaciones, no tenía idea de esa insinuación, pero hoy comprendo que el hecho de imaginarse al animal lamer mi sexo, fue motivo de excitación, de mi padre..

El tiempo fue transcurriendo, seguía con mis juegos con el perro, a veces vigilado por mis padres y otras libremente. Si bien continuaba practicando el nudismo, a veces no lo hacia delante de mi padre, posiblemente porque estaban creciendo mis tetitas, que ya se notaban bastante, lo que probablemente me daba  algo de vergüenza ante mi papá, donde ya estaba comenzando a descubrir el sexo.

Pero una tarde que estaba con mi madre, el perro, fue más concluyente, estábamos ambas recreándonos con Jerry, hasta que metió su hocico entre las piernas de mi madre, dándole algunas lamidas, donde me llamo la atención la exclamación de ella, que hoy me doy cuenta que fue un gemido de excitación.

Mi madre cortó con eso inmediatamente, sorprendiéndome su actitud, pero no hice ningún tipo de reclamo por esa intervención. Aunque eso se fue repitiendo, diría con un poco más de tiempo, donde sus lamidas se iban acrecentando, terminando mi madre por aceptarlas y hasta permitir que las recibiese moderadamente.

Hasta el momento todo eso era para mí algo natural, con ese dejo de placer, donde la sexualidad estaba implícita, en esos episodios que inocentemente los efectuaba, pero no así para mamá.

En general no siempre estaba mi padre, donde mi madre, no solo también accedía moderadamente a esos encuentros, sino cada vez dejaba que me fuese involucrando. Recuerdo que esa tarde me sentía distinta, por supuesto hoy lo entiendo, tenía una cierta excitación, en las que sin pensarlo demasiado,  abrí mis piernitas, mientras pareció que Jerry, percibía mi estado, pues se acerco rápidamente a tratar de meter el hocico entre ellas.

Sintiendo que su husmeo se fue modificando a una serie de lamidas, no solo por mi entrepierna sino por mi ingle, volcándome  sobre la manta separando más mis piernitas. Cuando sentí su lengua en mi cosita, donde mi cuerpo, comenzó a alterarse, inconscientemente levanté mi culo, como para dar mejor acceso a su lengua.

Rápidamente esas vehementes lengüetazos, muy placenteros, me perturbaron bastante, ese extraño arrebato, desconocido para mí, me transportó a una sensación ignorada.

Al punto que por mi expresión, mi madre paró el “juego”, sintiendo la necesidad de que ese contacto continuase, a lo que después de un brevísimo momento, me fui al baño instintivamente a tocarme, sentándome en el inodoro llegando a tener mi primer orgasmo, algo que a pesar de ser desconocido, fue muy satisfactorio.

Todo se fue acrecentando, al punto que me hacía gracia, cuando le crecía su miembro, producto de tocárselo, y permitirle lamer mi cosita, a lo que mi madre me observaba, y a veces tocando su vagina.

No paso mucho mas durante ese tiempo, empecé a entender ciertas cosas, una era que el perro con su lengua me excitaba, y a mi madre tanto como a mi.

Si bien en un principio me reía de lo sucedido entre mi madre y Jerry, como si fuese algo natural, Comencé a disfrutar ese juego cada vez mas voluptuoso y provocativo, me encantaba cada vez sentir como mi vagina se humedecía, hasta sentía que mis pequeños pezones se crispaban. Por supuesto que se estaba conduciendo a algo muy voluptuoso, donde mi madre lo debía de percibir, aunque desde mi punto de vista, era algo muy cautivante y seductor.

Es de aclarar que no solo era de nuestro lado, Jerry también captaba ese clima, en donde su verga comenzaba a surgir esporádicamente, algo que me llamaba la atención, al punto de tocar con mis manitos, esa polla dura, grande y jugosa, invitando a mi madre a hacerlo, con el tiempo entendí que a ella también le agradaba, aunque ya no lo veía tan inocentemente.

Esa tarde el sol estaba bastante fuerte, mi madre me embarduno con un protector cremoso, con un aroma muy perfumado, y sugestivo, que rápidamente Jerry captó esa fragancia. Estaba boca arriba cuando se acercó, acaricie su cabezota, esperando su contacto oral, que por supuesto no se hizo esperar. Iniciando las lamidas desde los pies, subiendo por mi pierna, mi  entrepierna, sin dejar de concentrarse en mi vagina, era algo alucinante, mis hormonas no tardaron en alterarse. Así continuo hasta  lamer mis tetas , sintiendo como mis pezones se erguían, al acorde de sus efectivos lengüetazos.

Debe haber absorbido toda la crema, subiendo y bajando por mi cuerpo, cuando me giré para que continuase por mi parte trasera, aprovechando ver a mi madre que dormitaba ignorando lo que estaba haciendo.

Así siguió por mi espalda hasta llegar a mis glúteos, pasando de uno a otro de una manera precipitada y atolondrada, recorriendo mi división hasta concentrarse en mi ano, al que me hizo elevar mi culo, para obtener  un mayor deleite, transportándome a una alocada enajenación.

Admito que no estaba deseando ser penetrada por mi mascota, pero sentía una inexplicable excitación, en ese alterador momento, hasta que percibí su cuerpo, moviéndose como para intentar penetrarme, cuando oí:

“Jerry” en un grito autoritario, al que me di vuelta, viendo al animal con su verga bastante crecida, deteniéndose ante esa exclamación.

A partir de ese día, las cosas cambiaron, o más bien ya no nos manteníamos desnudas solas, lo hacíamos cuando estaba mi padre presente, aunque aún mantenía mi reservas ante su presencia, no porque me viese desde la óptica de mujer sino que estaba creciendo y deseaba mantener mi intimidad. Por desgracia un día un auto atropello a Jerry, y con mucha pena hubo que sacrificarlo, que a pesar de mi insistencia no quisieron adquirir un nuevo animal. Era común acariciarle la cabeza del perro mientras lamia a mi madre, que no tenía dudas de  que disfrutaba el contacto de su lengua, que la incitaban tanto.

Mi madre trato de limitar esos encuentros, aunque era algo difícil de cortar, dado que a los pocos días, se retomaba. No sé si mamá tuvo relaciones con Jerry, pero hoy no me caven dudas que su contacto la excitaban, recuerdo ver su vagina bastante húmeda, después de haber jugueteado un rato con mi mascota, y no creo que fuese por el sol, pero sí lo hizo, la aplaudo, solo lamento no haberla visto, me hubiese gustado.

Con el tiempo olvide a Jerry, o lo recordaba esporádicamente,  después de terminadas las clases, me invitaron a pasar unos días en casa de unos tíos que vivían cerca de Tandil, una localidad de la provincia, si bien me gusto ir, dado que ellos no tenían hijos, me llenaban de atenciones, aunque había momentos en que me aburría. Tenía unas amigas que vivían en el pueblo, a unos 15 km de la estancia, a las que veía en escasas oportunidades, por consiguiente me la pasaba sola la gran parte del tiempo, a pesar de usar la pileta, andar a caballo y entretenerme con los quehaceres del campo.

En mis cabalgatas, me acompañaba una perra llamada Lola, después de una media hora llegábamos a un pequeño bosquecito, muy cerca de un arroyo poco caudaloso, donde descansábamos un rato dormitábamos y finalmente regresábamos a la finca. Así lo repetíamos casi todos los días, hasta que en una de esas incursiones, aconteció un hecho, que de buena forma me transporto en el tiempo Habíamos arribado al bosquecito, nos preparábamos para nuestro habitual descanso, ya me había quitado las zapatillas, cuando de pronto surgieron varios perros, que supongo eran de algún vecino cercano.

Me llamo la atención y me atemorizaron un poco, por su aspecto y tamaño, mientras no dejaban de observarnos acercándose lentamente fundamentalmente a Lola, que así se llamaba la perra, comenzándola a oler, hasta iniciar lamidas en su sexo, estaba sorprendida por lo que pasaba, y algo impresionada, cuando unos de ellos trato de montarla, intente espantarlos, pero no me hicieron demasiado caso, en poco segundos uno de ellos ya estaba bombeándola, y Lola muy tranquila lo consentía.

Si bien jamás había participado de un apareamiento perruno, comencé a mirarlo detenidamente, proporcionándome una especie de alteración hormonal, estaba tan concentrada en lo sucedido, que no preste atención, cuando uno de los animales se me acercó, lamiéndome los dedos de los pies, me estremecí al sentir su contacto, al que quité inmediatamente, pero rápidamente vino a mi mente el recuerdo de Jerry.

Apenas Lola termino su acople, regresamos a la casa, aunque mi mente estaba sumida en lo ocurrido. Esa noche, tuve un sueño bastante voluptuoso, donde había perros y cosas extrañas, difícil de describir, aunque desperté con mi vagina totalmente humedecida.

Apenas me levante, desayune y decidí volver al bosquecito para ver si se reiteraba lo del día anterior, llegamos con Lola, y después de una larga espera, llegaron dos perros al lugar. El acople fue casi inmediato, contemplarlos volvió a excitarme, así que me desprendí el pantalón, y comencé a tocarme suavemente, rozando mis jugosos labios vaginales y mi clítoris, hasta producir un fabuloso orgasmo.

Después de un rato sentí que  mi vejiga parecía estallar, así que me baje los pantalones y mi bragas, y en cuclillas comencé a evacuar mi orín, sentía un alivio al descargar mi órgano, cuando uno de los perros se me acerco, trate de levantarme, pero termine cayéndome, como consecuencia del poco equilibrio que conservaba, al desplomarme, me moje las piernas, y quedé con el culo para un costado, en el momento que la lengua del animal, comenzó a olfatearme y lamer la raya de mi trasero.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo, trate de levantarme apresuradamente, para evitar que continuase, aunque no puedo negar que me agrado lo que me había hecho. Volví a colocarme los jeans, aunque me atraía la idea de de ver que sucedería, dado que me traía a le memoria cosas pasadas.

Como estaba sola, protegida por la espesa arbolada, mi loca cabeza comenzó a funcionar a mil. Me quité las zapatillas y me baje un poco el jeans, dejando mi braga a la vista. Su hocico se arrimo mas a mi vagina, ya bastante más acuosa, así que la desplace para liberarla de mi intima prenda. Fue en ese instante que sentí como un golpe eléctrico al percibir su lengua áspera en mi sexo. Baje todo lo que pude mis pantalones tratando de no perder su contacto y disfrutar ese delicioso lamido.

Parecía entender a la perfección, lo que esperaba, porque ni lo pensó dos veces, acercando su frio hocico a mi sexo, percibiendo, como su larga lengua entrar en mi vagina, directo hasta el fondo, lamiendo mi parte intima, desde mi ano hasta mi clítoris, parecía ser que mi sabor le encantó, porque cada vez lo hacía con mayor intensidad, como queriéndome devorar, tratando de comerme, como si fuese un trozo de carne, para un depredador hambriento, mientras le rascaba su cabeza en señal de aprobación.

Por último  me quite los jeans y las bragas y me volqué sobre la hierba, quedando mi parte inferior libre de prendas. Me senté siguiendo acariciando la cabeza al animal, que por supuesto buscaba mi sexo, que mi humedad había invadido la superficie. Me giré y levante mi cola, para ofrecer más libremente mi raja, y disfrutar ampliamente de lo que me proporcionaba esa lengua, gemía mientras su rugosidad recorría mi intimidad, hasta llevarme al éxtasis total. Mis extremidades templaban, y mi cuerpo parecía recibir impulsos eléctricos, sentía hincharse mis pequeños senos. Me sentía liberada al recibir nuevamente ese sexo oral, con total libertad, donde su gran lengua le permitía, tocar puntos que jamás me había palpado, así que estaba por tener un rico  orgasmos en mi corta y escasa vida sexual.

Mis convulsiones no se hicieron esperar, al venirme me desplomé sobre la hierba, donde permanecí varios minutos intentando recuperarme de la maravillosa sensación que acababa de experimentar, mientras Lola permanecía  acoplada con su amante temporario.

El cielo estaba bastante negro, asomaba una tormenta en poco tiempo así que opte, por regresar rápidamente, aunque posiblemente hubiese preferido quedarme. Regrese con Lola a la casa, pensando en lo sucedido, algo tan lascivo y morboso.

Esa noche, mientras intentaba conciliar el sueño, mi mente se lleno de fantasías, a las que no sabía si llegaría a cumplirlas, solo logré excitarme de sobremanera, para finalizar volviendo a llevar mis manos a mi sexo, ya húmedo, producto de mi emanación de flujos, como consecuencia de mis pensamientos tan lascivos y aberrantes.