Adolescente humillado II

La chica de una joven pareja de veinte años se busca un amo que la satisfaga, y decide convertir a su novio en el esclavo de su amo. Segunda parte.

-          Hoy nos vamos de fiesta nosotros dos. Ya hablaremos. Nos vemos. Te quiero.

Después de decir eso, me besó y salieron por la puerta.

Esto es lo que, por lo que me contaron después, pasó.

Al poco de salir por la puerta, Amo  ordenó a Claudia a quitarse el tanga (llevaba falda) y el sujetador y a entregárselos.

-          Voy a convertirte en mi puta de uso particular, y te usaré como quiera. Debes llamarme Amo, al igual que el maricón ese. ¿Entendido?

-          Sí, amo.

-          Pues obedéceme siempre que te lo ordene, y ya verás cómo te conviertes en poco tiempo en una buena putita.

Cuando llegaron al centro, fueron eligiendo bares y follando en los baños. El castigo vino cuando Claudia se quejó de que le dolía el coño de tanto follar. Se fueron a una discoteca y la obligó a meterse en el baño de los chicos de rodillas y empezar a comer pollas, a 7 euros la corrida. Como la verdadera puta barata que eres, le dijo. El dinero recaudado (175 euros, 25 pollas que le follaron la boca a mi amor) se lo quedó Amo para comprar material necesario para cuidar bien de su zorra.

Y tras ello se fueron a casa. Todo esto me lo contó Claudia al día siguiente por teléfono.

Esa misma semana, cuando quedamos Claudia y yo, fuimos a una mercería, y estuvimos eligiendo tangas para ella (por supuesto, los pagué yo) que le pudieran gustar al Amo. Luego me llevó a otra distinta y pidió ella expresamente bragas de mi talla a la dependienta, que alucinó al saber que las iba a usar yo. Además, tuve que elegirlas yo, con el visto bueno de Claudia, y por supuesto, pagarlas.

El sábado, Claudia vino a mi casa, a pasar el día juntos. Traía una bolsa de la mano. Me dijo que había una caja que le había dado el día anterior el Amo después de (en palabras textuales) atravesarla el coño, pero que no sabía qué había dentro. El Amo había dado instrucciones precisas de no abrirla. No venía con ella porque estaba fuera de la ciudad, pero nos ordenaba presentarnos en la ropa interior adecuada ante la webcam a su señal. Yo estaba nervioso, era mi primera orden, pero estaba además excitado. Nos preparamos en habitaciones diferentes (para que yo no le viera el coño) y al poco dio un toque a Claudia. Ella llevaba un tanga negro y yo unas bragas rojas de encaje. Con la cabeza agachada (como me había indicado Claudia), saludamos a Amo.

-          Hola putita, hola maricona. ¡Qué bien te sientan esas bragas! ¿Qué tal están mis dos zorras?

-          Deseando cumplir tus órdenes- dijo Claudia. Yo no pude contestar

-          ¿No contestas? Encima te que te he dado un regalo…

-          ¿Un regalo, Amo?

-          Sí. Claudia me comentó que eres virgen. Así que, para demostrarte que tus agujeros me pertenecen, igual que los suyos, y que hago con ellos lo que quiero,  tienes en la caja que ha llevado Claudia una réplica exacta de mi polla, en silicona negra. Ponte a cuatro patas, como la perra que eres, y espera.

-          Claudia, abre la caja. Saca el consolador negro. Quiero que le bajes las bragas y se lo metas entero, y por tu bien espero que sufra bastante. Es el precio de ser puta y además, marica.

Y así fue. Claudia me bajó las bragas y me ordenó apretar el culo todo lo que pudiera. Lo hice (estaba excitadísimo, aunque mi pequeña polla no diera más de sí), y una vez bien apretado, Claudia empezó a darme cachetadas. Eran bastante fuertes, y no paró hasta que no tuve el culo bien rojo. Después, recordándome que debía apretar el culo, me mandó ponerlo en pompa. Y empezó a apuntar con aquel pedazo de consolador a mi virgen ano. Y me lo metió con todas sus fuerzas, mientras yo, puta de mí, seguía apretando el culo y chillaba de dolor. Entró solo la punta. Y paró. “¿Quieres más?” preguntó. “Claro”, contesté. “Entero”. Y causando que saliera sangre de mi culo, lo metió hasta el fondo. Todavía no me explico cómo me entró. Solo sé que me retorcía de dolor y suplicaba que parara. Pero precisamente por eso, Claudia empezó a retorcerlo dentro de mí. Cuando se cansó, lo sacó y lo volvió a meter de golpe. Y para finalizar, me volvió a azotar el culo. Y así me dejó, mientras yo sollozaba. Claudia se puso en pie, y se dirigió a nuestro Amo.

-          Ya está

-          No está mal, pero podrías haberlo hecho mucho mejor. Tendrás un leve correctivo. Marica, levanta, ponte las bragas y vete de la habitación, que le voy a trabajar el coño a tu novia.

Obedecí. Andando como buenamente pude, salí de la habitación. Me tiré a ver la tele en el sofá donde había aceptado aquella situación, con el culo lleno con la copia de la polla de mi Amo, excitado por ello y humillado sabiendo que mi novia estaba siendo usada sexualmente por un amigo. Por lo que sé, esto es lo que pasó.

-          ¿Se ha ido ya?

-          Sí, Amo.

-          Bien. Ponte de pie y empieza a tocarte el coño por encima de la tela. Siempre que contactemos así, deberás actuar de esta manera mientras te doy órdenes. Date la vuelta y pon el culo en pompa, que lo vea yo bien. Pero no dejes de tocarte, puta. Acabas de aumentar tu castigo. Vuelve a darte la vuelta. Y ahora di: “Me llamo Claudia, soy una puta, deseosa de polla y quiero que me follen a voluntad de mi Amo Daniel, porque soy su esclava y es lo que me merezco como la buena zorra que soy”. Dilo bien, sin dejar de tocarte, que lo voy a grabar y lo voy a usar de tono de llamada en mi móvil. También saldrá una foto de tu culo que te acabo de hacer.

-          Amo, por favor, no me haga eso.

-          Te has negado. Tu castigo sigue creciendo. ¿Quieres decirlo o no?

Tras una pequeña pausa, Claudia dijo lo que Amo le había ordenado.

-          Y ahora que hemos resuelto el asunto… empieza tu castigo. Quítate el tanga, zorra.

Coge de la caja la copia blanca de mi polla y empieza a comértela como si fuera la de verdad, y pudiera darte la leche que tanto te gusta. Que se vea bien desde la cámara, porque lo estoy grabando en video. Ya sabes qué pasará si te niegas. Sigue comiendo. Tócate mientras te la tragas. Trágatela más. Buena zorra. Siéntate y abre bien las piernas, que se te vea bien el coño desde la webcam.  Métetelo hasta el fondo y activa el botón que hay en la base, es para que vibre. Tócate. Vas a estar así diez minutos, sin correrte. Cuando pase el tiempo, te lo sacas, lo paras, lo pones de pie en el suelo y lo dejas bien limpio sin usar las manos. Después te lo vuelves a meter (apagado), y ahí se queda hasta nueva orden. Tienes prohibido para siempre correrte si yo no estoy físicamente delante.

Parece ser que mi novia aguantó a duras penas. Ni diez minutos aguantaba sin correrse, y no estaba follando de verdad. No quería saber cómo debían de ser en la cama.

Una vez “vestida” debidamente, Amo me hizo llamar, para darme órdenes a mí.

-          Tienes prohibido para siempre tocarte, y más prohibido todavía correrte. Siempre que me entretenga con tu novia, ella te lo contará. Deberás pagar una cuota mensual de 50 euros para mantener mi relación con Claudia, y los condones que gastemos correrán a cuenta tuya. Que sepas que las copias de mi polla las pagué prostituyendo a Claudia  en un parque, y que no soy el único que se la ha follado, y que he grabado nuestra diversión de ahora y que si me da la gana, la venderé a una empresa de pornografía para que la distribuya como quiera. No te quites el consolador hasta las once y media de la noche. Encárgate de usar la lengua para que quede bien limpio, como ha hecho tu novia. Siempre que te presentes ante mí, deberás llevarlo puesto. A ti Claudia, te ordeno quitarte el vibrador en la calle Ranas del Pantano y llevarlo de la mano hasta tu casa. Puedes guardarlo en la caja antes de entrar. ¿Entendisteis los dos?

-          Sí, Amo-contestamos a la vez. Tras ello, se desconectó.

Claudia estaba algo asustada por tener que hacerlo en la calle, para colmo, en una calle que hacía esquina con una bastante concurrida, aunque no quedaba muy lejos de su casa. Además, yo no entendía por qué no dejaba de tocarse el coño por encima del tanga (hasta que me contó lo que había hecho con Amo). Cuando nos hubimos vestido (yo no me quité las bragas, lo que me valió una gran burla por su parte), y me contó lo que habían hecho, estuvimos viendo una película como una pareja normal, con sus besos, y sus abrazos (con cuidado por mi parte, por donde tocaba). Claudia me puso al día de su entresemana con Amo (folleteo normal, excepto lo del parque) y me confesó que sabía cómo podía haberme hecho más daño, pero que ella quería el castigo. “No te he evitado dolor por ti. Lo hice por mí. Te amo”.  Al acabar la peli, Claudia se fue.

Cumplió a rajatabla las órdenes de Amo, al igual que yo. Me dijo que se había cruzado con dos veinteañeros “macizorros” que le habían preguntado qué hacia una tía tan buena con un vibrador de la mano. “Me lo acabo de sacar. Es que soy puta” “¿Cuánto cobras?”, preguntaron. “Gratis, pero necesitáis permiso de mi Amo”. Llamó a Amo. Sonó cierto tono de llamada (Amo estaba con unos amigos nuestros en una discoteca, que vieron cierta foto) (evidentemente, la reconocieron, y la relacionaron conmigo. Cuando Amo les puso al día, se debieron de reír bastante de mí, además, vieron el vídeo). Claudia pidió permiso para follar, que Amo concedió, dando órdenes expresas de que no le usaran el culo, pero que por lo demás, hicieran lo que quisieran con ella. Creo que fueron a la pared de su casa (una calle por la que no pasa nadie) y se la follaron contra la misma, los dos a la vez en su coño, y se corrieron en su falda.

Amo llegó a un pacto con nuestros amigos…