Admiradora secreta
La vecina de al lado
ADMIRADORA SECRETA
Era uno de esos días “perros” en los que uno sabe que tiene que hacer las cosas, pero no encuentra el momento ni las ganas para hacerlas.
Tenía que enviar al día siguiente, sin falta, el fichero con el artículo quincenal para la revista, lo tenía hilvanado y encajado, pero no daba con la forma adecuada de reflejarlo. De cualquier manera me senté ante el ordenador decidido a terminar, como fuese, con mi trabajo.
Acababa de levantarme de la siesta, por lo que andaba sólo con el bóxer, pero eso no importaba porque por aquí nunca aparece nadie sin avisar.
Pero me había enfrascado en la escritura, consiguiendo sacar adelante el relato a trancas y barrancas, cuando llamaron a la puerta.
Tan enfrascado, y ofuscado, estaba con el artículo de las narices que ni me di cuenta de que fui a abrir casi desnudo. Tomé consciencia del hecho cuando vi que quien llamaba era una mujer, concretamente mi vecina del piso de arriba, a la que algunas veces había visto en el ascensor, pero con la que nunca había cruzado palabra.
Perdón -, dije. No sabía…
No tiene importancia – Aseguró, es culpa mía por presentarme así de improviso. Verás, es que se me ha ido la luz y quería saber si tú tenías.
Pues ya ves que sí. Si quieres me esperas, me visto y vamos a ver qué puede pasarte, aunque seguramente te habrá saltado el limitador.
Te lo agradecería infinito. Mi marido está de viaje y yo no entiendo nada de estas cosas.
-Pues pasa y siéntate un momento mientras me pongo algo encima.
En unos minutos estaba listo y nos dirigimos a su piso.
Efectivamente, el limitador había saltado, pero cuando intenté restablecerlo seguía saltando constantemente.
-Debes tener demasiadas cosas conectadas, trata de parar algo de lo que tengas en marcha.
No sé, porque el ordenador lo he apagado porque me fallaba en algunas cosas.
El ordenador apenas consume, mira a ver cosas con resistencias.
Bueno, lo quito todo y pruebas de nuevo.
Así lo hizo y, efectivamente, la palanca del limitador se mantuvo y el alumbrado volvió a funcionar.
-Muchas gracias –Dijo, para añadir-: Oye, ¿Tú entiendes algo de ordenadores? Por ver si ya que estás aquí podías mirar que le pasa al mío.
-Alguna noción tengo, y podemos mirarlo, pero no te prometo nada, no soy un experto.
Fuimos a donde tenía el equipo y lo puse en marcha, arrancó sin ningún problema.
-Esto parece que funciona bien –Dije-. ¿Qué es lo que te falla?
-Pues verás, algunos accesos directos del escritorio.
-Dime cuales, a ver si puedo solucionarlo.
-Éste, por ejemplo – Pinchó en uno de los iconos y ante mí se abrió una ventana ¡CON TODOS MIS VÍDEOS! Incluso los más eróticos. No supe que decir más que:
-Funciona bien.
-Sí ¡Muy bien! Prueba este otro.
En este caso fueron todos mis relatos los que se reseñaron en la pantalla.
-Vale – Comenté- ¿Me dices que significa esto?
-Como a estas alturas ya habrás adivinado, lo de la luz ha sido una excusa provocada por mí para intentar hacerte venir a mi casa. Y lo del ordenador para que vieses que tengo todas tus cosas, que soy una admiradora tuya.
-Te agradezco la deferencia.
-Te lo agradezco yo a ti. ¡No sabes la de pajas que me hago con tus vídeos y tus relatos!
-¡Ummm! Eso me encanta.
Evidentemente se había ido acercando a mí y ya apretaba y frotaba su cuerpo contra mi brazo. Yo también había metido la mano por debajo de su falda y acariciaba sus muslos.
-Ahora quiero que me folles, porque llevo meses soñando con eso, pero más adelante quiero que grabes vídeos nuestros y los pongas por ahí para que alguna se muera de envidia. Y quiero vivir contigo todos tus relatos, o los que sean posibles.
Me había abierto la bragueta y sacado la polla que acariciaba suavemente mientras crecía y crecía.
-¡Oh! ¡Creo que no llego a la cama! ¡Estoy chorreando! ¡Métemela aquí mismo ahora! ¡Me muero por tener mi primer orgasmo contigo dentro!
Se desprendió rápidamente de la ropa, a mí me bajó los pantalones y calzoncillo y sentándose sobre mí a horcajadas se la metió hasta dentro de un solo golpe.
Apenas había hecho cuatro o cinco movimientos con ella dentro cuando empezó a gritar:
-¡Me corro! ¡Me corro! ¡No puedo aguantar! ¡Me corro como una cerda! ¡Ah, qué gusto por Dios!
Yo ni siquiera había empezado a sentir un principio de orgasmo.
Tras unos momentos en que se quedó quieta, aunque con la polla dentro, dijo:
-Venga, vámonos a la cama que ahora te voy a dar lo tuyo y tú me vas a dar a mí más.
Efectivamente, en la cama hicimos de todo. No quedó un centímetro de su cuerpo que yo no recorriese con mis manos, mi lengua, mi pene; ni agujero alguno en que no lo introdujera.
Ella demostró también ser una experta en las artes del sexo. Sabía ralentizar y acelerar cuando era preciso para retrasar mis eyaculaciones, que a pesar de todo fueron tres en las primeras dos horas de “batalla”.
Y digo las primeras porque hubo más. En lo que pudiésemos considerar el “intermedio”, ella fue a preparar unas copas para acompañar a los correspondientes cigarrillos. Al poco me dijo:
-¿Recuerdas que te he dicho que quería vivir contigo todos tus relatos? Pues ahora mismo podemos empezar con uno: Ese en que la chica habla por teléfono con alguien mientras otro se la está follando.
-¿Y a quién quieres llamar?
-A mi marido, naturalmente. ¿Te importa? Es que me da un morbazo de muerte pensar que me escucha mientras me corro pensando que es con él.
-No tengo ningún inconveniente.
Cogió el teléfono, marcó un número y cuando le contestaron dijo:
-¿Alfredo? Soy Verónica –Entonces me enteré de su nombre que antes no me había dicho- Es que he estado pensando en ti y me he puesto muy cachonda vida. ¿Me ayudarías por teléfono a hacerme una paja?...
FIN
© José Luis bermejo (El Seneka).