Admirador secreto

Recibir un anómino por e-mail a veces puede ser algo bueno

María Luisa, Luisi para los amigos, vivía con su hija en un edificio de las afueras de Madrid. Los que la conocían la tenía por una mujer alegre, casi siempre con una sonrisa en la cara. A sus 42 años, toda su vida era su hija. Los hombres... Bueno, uno le hizo mucho daño, la engañó prometiéndole cosas que nunca cumplió y por eso ahora era desconfiada.

Un día recibió un e-mail de una dirección desconocida. Como todos, recibía mucho spam, vendiéndole de todo. Desde viagra hasta la felicidad eterna si le mandaba el correo sobre una niña de una aldea de Perú con una extraña enfermedad a 10 contactos.

Por supuesto, no hacía caso de esos correos. Pero ese le llamó la atención porque la nombraba a ella. El título decía "Buenos días, María Luisa". Así que lo abrió.

"Hola María Luisa.

No puedo decirte quien soy. Sólo decirte que me pareces una mujer muy atractiva y que cada vez que te veo me asaltan pensamientos...impuros.

Un admirador"

Al principio se rio. Seguramente sería una broma de algún amigo. Iba a borrarlo cuando sin saber por qué, pulsó en responder.

"¿Pensamientos impuros?

¿Quién eres? ¿Un cura? A ver, dime, ¿Qué pensamientos son esos?"

Pulsó en enviar, riendo. A ver que  respondía el bromista. A los pocos minutos ya se había olvidado del asunto, hasta que al día siguiente le llegó otro correo.

"No, no soy ningún cura. Aunque creo que muchos tienen la mente más sucia que la mía. Pero eso es otro asunto.

Los pensamientos que te comento son los pensamientos que cualquier hombre tendría al ver a una mujer como tú. Por ejemplo, ayer estabas preciosa con aquel pantalón blanco.

Ante todo, soy un caballero. No quisiera decirte nada que te pudiese molestar. Pero que sepas que te seguiré admirando cada vez que te vea.

Tu admirador."

Luisi leyó el correo con detenimiento. El bromista, si lo era, tenía que estar muy cerca. Ayer, efectivamente se había puesto un pantalón blanco. Y sólo había ido al trabajo y por casa, por lo que su admirador tenía que ser algún compañero de trabajo o algún vecino.

¿ Qué mujer no se siente halagada cuando le dicen que estaba preciosa? Quien quiera que fuera no parecía el clásico bromista. Uno de esos ya le habría mandado un mensaje obsceno. Éste no. Se definía como un caballero.

Se puso a pensar en quien podría ser. ¿Alguien de la oficina? No se imaginaba a ninguno de ellos mandándole un anónimo así. Uno obsceno sí, a más de uno, pero no uno como ese. En cuanto a los vecinos, tampoco se le ocurrió ninguno. O eran demasiado jóvenes o casados.

Además, el correo se lo enviaban a su correo personal, el cual sólo lo sabían pocas personas. No tenía ni idea de quien podía ser. Quiso seguir con el juego un poco más, y le respondió.

"Gracias por lo que has dicho, pero me gustaría más si supiera quien eres. Da la cara.

Ah, no soy ninguna niña,  no creo que lo que me digas me moleste, a no ser que sea algo irrespetuoso."

Esta vez estuvo atenta a la respuesta. Le empezaba a picar la curiosidad.

Llegó por la noche. La abrió y se puso a leer.

"Llámame cobarde, si quieres, pero no puedo decirte quien soy. Soy bastante cortado para estas cosas, y si me he atrevido ha sido por el anonimato que me permite el correo electrónico.

Me encanta que siempre estás sonriendo. Siempre pareces feliz.

¿ Si te digo que tus tetas me encantan y que siempre te las miro con disimulo lo considerarías irrespetuoso? Espero que no. Si es así, te pido disculpas.

Besos.

Tu admirador"

Vaya, pensó Luisi. La cosa empezaba a ponerse interesante. No dejaba de preguntarse quien podría ser su secreto admirador. No tardó en contestarle.

"Hola, admirador.

Hasta ahora no has dicho nada que me moleste. Más bien al contrario. Una siempre agradece que la piropeen, aunque en persona me gusta más.

Si no me quieres decir quien eres, al menos dame una pista. Sé que tienes que ser alguien de la oficina o algún vecino de mi edificio.

Luisi"

Iba a mandarlo cuando se lo pensó y añadió "PD: Esos besos que me mandas...¿Dónde me los darías?"

Si él quería jugar, jugarían los dos.

La respuesta no tardó en llegar. Él debería estar conectado. La abrió con rapidez. Le empezaba a gustar el jueguito.

"Dar pistas es peligroso, porque podrías...pillarme. Pero sólo te daré una. No trabajo contigo.

Ahora que me has dado pie, te diré que no sólo me gustan tus tetas. También tu culito. Me gustan así, rotundos, como el tuyo. Un culito en donde...agarrarse mientras.... Bueno, quizás otro día te diga mientras qué.

Los besos. Ummm, los besos. Pues en tus labios, mirándote a los ojos mientras te abrazo y te acaricio. Me gusta ir despacito. Siendo sincero, los primeros serían en los labios. Los demás serían en donde tú me dejaras.

Más besos....por ahora, en los labios

Tú admirador"

No trabajaba con ella. Así que sólo podría ser un vecino. Empezó piso por piso, haciendo mentalmente dos listas. Una con posibles candidatos y otra con candidatos imposibles. Los posibles eran bastantes, así que le resultaría muy difícil saber quién era.

De la lista de posibilidades, a su vez, hizo dos listas. Una de candidatos rechazables y otra de candidatos aceptables, de hombres que le parecían atractivos, que le gustaban. Esta lista era más pequeña, pero aún así eran como seis o siete.

Luisi era una mujer libre, sin compromiso, que a raíz del engaño que sufrió había dejado a los hombres en un segundo plano. Y ahora éste le empezaba a interesar. Pero más como un juego que como algo serio. No sabía quien era. Todo podría ser un broma pesada. Aún así, la curiosidad le picaba.

Se fue a la cama con una sonrisa. Tenía sueño, era ya tarde y se levantaba temprano.

Al día siguiente, en la oficina miró su correo varias veces, esperando encontrar un mensaje de su admirador, pero no llegó ninguno. Se sintió un poco decepcionada, y se dijo a sí misma que era una tonta por sentirse así

Por la tarde, cuando no lo esperaba, le llegó. Lo abrió enseguida.

"Buenas tardes.

Espero que hayas tenido un buen día, gatita.

Hace unos días subimos en el ascensor juntos. Había más gente. Te miré, como siempre lo hago. Y en mi cabeza me atreví a parar el ascensor. En mi cabeza no había nadie más, solos tu y yo.

Me mirabas extrañada. Me acercaba a ti. Mi cuerpo se pegaba al tuyo. Ibas a hablar, pero te tapé la boca con un dedo. Lo quité y acerqué mis labios a los tuyos.

El beso fue...largo y apasionado. Nuestros cuerpos se sentían el uno al otro y tú notaste como me excitabas. Besé tu cuello y te sentí estremecer, gemir.

Una de mis manos empezó a subir  por tus muslo, bajo tu falda.

¿Quieres que siga contándote lo que imaginé?

Besos.

Tu Admirador"

Le gustó mucho la manera de expresarse de él. El detalle de llamarla gaita le encantó. Así solían llamar a la gente de la capital. Luisi era una mujer apasionada, y le gustaba leer novelas eróticas. Así se evadía de los malos recuerdos vividos e imaginaba hombres perfectos, amantes maravillosos. Y este admirador empezaba a gustarle. En seguida le contestó.

"Claro que quiero que continúes. ¿Cómo se te ocurre dejar a una mujer así, a medias? Eso no se hace, jajaja.

Besos,

Luisi."

En seguida le llegó las respuesta. La debería tener ya escrita, a la espera de que ella se lo pidiese. Con una sonrisa en los labios, empezó a leer.

" Mi mano llegó a tus braguitas. Noté como te estremecías, como gemías en mi oreja. Abriste las piernas, en una clara invitación a que siguiese adelante.

Volví a besarte. Nuestras bocas se abrieron y nuestras lenguas se encontraron, se entrelazaron.

Mis dedos recorrieron tu rajita, sobre las bragas. Las noté calientes, las noté mojadas. Yo también estaba muy excitado, y te lo demostré apretando más mi dureza contra ti.

Gemiste mi nombre. Me gustó oírlo. Repítelo, te dije. Repítelo.

Mi mano subió un poco más, y se introdujo por dentro de la tela de tu braga. Noté la suavidad de tu vello. Bajé más.

Gatita...Ummmmm recorrí con mi dedo corazón toda la rajita de tu coño. Estaba babosita, caliente. No dejabas de gemir, y cuando con la yema de mi dedo empecé a frotar suavemente tu clítoris, te abrazaste con fuerza a mí.

Besé tu boca. Comí tu boca, y te masturbé con más fuerza, con más pasión, hasta que tu cuerpo se tensó de repente, presa de un arrollador orgasmo. Te sujeté con fuerza para que no te cayeras al suelo. Tu cuerpo había queda flojo tras el inmenso placer.

Abriste lentamente los ojos y te encontraste  con los míos. Nos sonreímos y nos besamos nuevamente.

Sentí tu mano buscar eso duro que se apoyaba contra ti Mi polla, Luisi, dura por ti, deseándote. La recorriste con tus dedos, la apretaste, mientras nos besábamos.

Y justo cuando tu mano bajó mi bragueta, el ascensor se puso en marcha otra vez.

Nos arreglamos, como si allí no hubiese pasad nada. Una furtiva mirada tuya hacia mis pantalones te hicieron sonreír. El bulto era claramente visible.

El ascensor se paró y se abrió la puerta. El portero apareció y nos preguntó si estábamos bien. Desapareciste, pero antes de doblar la esquina, me miraste y me sonreíste.

Besos

Tu admirador"

Cuando Luisi terminó de leer, se dio cuenta de una cosa. Estaba excitada. La corta historia de su admirador había conseguido introducirla en ella. Sentía los pezones duros, el coñito mojado. Empezó a leerla otra vez, despacito, pero ahora, acariciándose, imaginando que sus dedos eran los de ese desconocido que había logrado encenderla. También ella tenía el coño babosito, con en el email. También ella gemía al pasar sus dedos a lo largo de su coño.

Y también ella se corrió con el cuerpo tenso, con los ojos cerrados y recorrida por latigazos de placer. Un placer que hacía mucho tiempo que no sentía.

A los pocos minutos, cuando su cuerpo se relajó, le escribió.

"Hola. Tu correo me ha...gustado mucho.

¿Por qué no me dices quien eres?

Besos"

La respuesta no tardó en llegar.

"Hola otra vez, gatita.

No puedo decirte quién soy, de verdad. Me moriría de vergüenza si lo supieras. No soy libre, y nunca había hecho nada como ésto.

Pero te vengo deseando desde hace mucho tiempo y no pude evitar escribirte.

Ahora estoy en mi casa. Si quieres, podríamos chatear. Pero nada de skype o msn, que dejan muchas huellas. Create si quieres una cuenta en gmail y por ahí podemos hablar.

Besos

Tu admirador"

Una nueva pista. No era libre, por lo que o era casado o vivía con una mujer. O un hombre, nunca se sabe en estos tiempos. Pero no. Tenía que ser con una mujer. Eso reducía la lista un poco más.

Se creó la cuenta en gmail y le escribió. En pocos minutos tenía a su admirador en línea.

-Hola

-Hola gatita.

-¿Cómo te llamas?

-Jeje. No puedo decírtelo.

-¿Por qué? ¿Temes que le diga a tu mujer que te dedicas a escribirle cositas subidas de tono a tus vecinas?

-Coño. No te he dicho que estoy casado. ¿Cómo lo sabes?

-Jajaja. Sé quien eres.

Hubo una larga pausa.

-¿Sigues ahí? - preguntó Luisi.

-Sí, aquí sigo. ¿De verdad sabes quién soy?

-Jajajaja. No tonto. Ojalá lo supiera. Pero no. No tengo ni idea. Pero te aseguro que lo voy a averiguar.

-Uf, que susto me has dado, Luisi. Aunque no lo parezca, no estoy preparado para que sepas quien soy. Pero has adivinado que estoy casado, sí.

-No lo he adivinado. Me lo has dicho tú.

-¿Yo? Cuando

-En tu correo. Dijiste que no eras libre.

-Joder. Tengo que ser más cuidadoso con lo que digo.

-A lo mejor fue tu subconsciente que me manda menajes. A lo mejor quieres que sepa quien eres.

-No, no. Te aseguro que no.

-Me gustó lo que escribiste. A ver si lo continúas. Me gustaría saber como termina.

-Bueno, eran pensamientos. Cosas que me imagino que pasan.

-¿Sólo las imaginas?

-Por ahora sí. Quizás algún día se hagan realidad.

-Si supiera quien eres te podría decir si pueden o no llegar a hacerse realidad.

-No insistas, Luisi. No te voy a decir quien soy.

-Oh..que pena.

-Y...¿Cuánto te gustó lo que te escribí?

-Digamos que bastante.

-Sí...pero..ya sabes.

-No, no lo sé. Se clarito

Si lo sabía, pero quería jugar un poco.

-Quiero decir que si leyéndolo llegaste a....

-¿A...? ¿A... Guadalajara?

-Coño. Que si te pusiste cachonda.

-Jajajaja. ¿Tan lanzado que parecías en el correo y ahora te cortas?

-Ya ves. Soy un poco cortadillo, sí.

-Pues sí. Me excité leyéndolo. ¿Y tú?

-Yo no lo leí

Ahora el que jugaba era él

-Ajá. Cabrito! jajajaja.

-Ahora la cortada eres tú, parece.

-¿Te pusiste cachondo escribiéndolo?

-Sí. Y aún lo estoy

La cosa comenzaba a tomar otro cariz. Algo que lo que Luisi había oído hablar pero que nunca había practicado. Cybersexo. Sintió un agradable cosquilleo en el estómago, y también que volvía a excitarse. Sabía que al otro lado había un hombre. No sabía quien era, como era. Joven, viejo, guapo, feo. Pero sus palabras la habían excitado.

Cuando oía hablar del cybersexo siempre pensaba que era una tontería. No entendía como había gente que lo hacía, en vez de buscar una relación real. Pero ahora, en su situación, se dio cuenta de que no era tan tontería. Era algo sin compromiso, una válvula de escape. Una relación sin peligro.

-¿Y tu mujer no se mosquea porque estés así delante del ordenador?

-Ella está en el salón viendo la tele. Yo estoy sólo en el cuarto del ordenador.

-Jajaja. A ver si te va a pillar con las manos en....la masa.

-Jeje, nop. La vería venir sin problemas.

-Así que tienes las manos en la masa.

-Ahora mismo no, pero la masa está en su punto. ¿Y tú? ¿Cómo tienes tu...?

-Ya estamos otra vez con insinuaciones.

-¿TIenes el coño mojado?

-¿Ves? No es tan difícil

-No has contestado.

-Si, está mojadito. No sé porque, pero esto me excita.

-Ummmm y a mí. ¿Seguimos con lo del ascensor? Pero sin que se hubiese puesto en marcha otra vez.

-Nunca he hecho esto antes. No sé si sabré.

-Tú sólo déjate llevar.

-Vale. Empieza. Yo te sigo.

El cosquilleo del estómago aumentó. Los pezones se marcaban claramente bajo su camisa, tenía la cara sonrosada. Si su hija aparecía, se daría cuenta de todo. Pero eso, lejos de acobardarla, le daba más morbo. El peligro de ser descubierta, como cuando joven lo hacía en el parque con su novio. Le vino a la mente la vez que llevaba una amplia falda y se sentó sobre él, en un banco, sobre su polla. Se la metió y estuvo moviéndose lentamente largo rato. La gente pasaba por allí y ellos disimulaban.

En la pantalla empezaron a salir frases.

-Besándome me bajas la bragueta. Siento como tu mano se mete por la abertura y empiezas a acariciar mi polla, primero sobre el calzoncillo y luego por dentro. La notas dura, caliente. Me haces gemir.

Cerró los ojos y se imaginó la escena. Acariciándole la polla a ese hombre sin rostro, besándolo. Hubo una larga pausa. Esperó que él siguiera escribiendo.

-¿Estás ahí, Luisi?

-Sí.

-Pues escribe. Te toca.

-Ah, perdón, perdón. Jeje, ya te dije que nunca había hecho esto antes. Así que ahora escribo yo.

-Sí, así es la mecánica. Cada uno escribe una frase y vamos construyendo la fantasía entre los dos.

-Vale.

Se puso a pensar. Si estuviera de verdad en ese ascensor, besándose con él, acariciando su polla, ¿Qué haría?. Empezó a escribir.

-Sí, la noto dura, muy dura. La recorro con mi mano, y luego, con cuidado, la saco. Te sigo besando mientras mi mano la recorre, masturbándote lentamente. Es una polla...Oye, ¿Cómo es tu polla? Jajajaja

-Bueno, nunca he tenido quejas en ese aspecto. Creo que tiene un tamaño más que adecuado.

-Jajaja. Siempre igual. Hombres. Presumiendo de tamaño. Lo que importa es que sea juguetona, no el tamaño. Que la sepas usar.

A los pocos segundos le llegó un email, con un adjunto. Era de él.

-Ábrelo.

Era una foto. La foto de una buena polla, bastante grandecita y gruesa. Una señora polla.

-¿Eres tú?

-Sí, ese es mi amigo pequeño.

-Jajajaja. Bueno, tan pequeño no es. Pero no nací ayer. Si buscas en Internet encontrarás miles de fotos. Podría ser la de un neocelandés calentorro.

-Ummm, eres de las desconfiadas, ¿Eh?. Espera un momento.

Esperó y los pocos minutos llegó otro mensaje, con otra foto de la misma polla, pero esta vez  aparecía la mano del hombre, sosteniendo un papelito escrito a bolígrafo que ponía: Luisi, de verdad que es mi polla.

-Wow. Me has dejado sorprendida. Linda polla, sí señor.

-Gracias. Está así por ti, Luisi. Por tu linda cara, por tu rubio cabello. Por esas enormes y redondas tetas. Por ese culazo que tienes. Te deseo, Luisi.

-No es justo. Tu sabes quien soy, pero yo no sé quien eres. Dímelo. No se lo diré a nadie.

-No puedo, de verdad.

-¿Por tu mujer?

-Sí.

-Pero no te ha importado mandarme una foto de tu polla. Ni decirme todas esas cosas.

-Es complicado. Pero tienes razón. No es justo. Será mejor que lo dejemos. Siento haberte molestado. Adiós.

-Ey ey. Espera. No vayas tan rápido.

Luisi no deseaba dejarlo. Se había propuesto averiguar quien era su admirador. Además, le gustaba el juego, y, por que negarlo, esa linda polla.

-¿No quieres que lo dejemos?

-Ummmmm, no. Jeje. Me empieza a gustar.

-Ya has visto mi polla. ¿Me mandas una foto de tus tetas?

-Ni loca. Sin saber quien eres, no.

-Pero nadie lo sabría nunca. No tienes que enseñar la cara. Sólo las tetas.

-Sí me dices quien eres, me lo pensaré

-Está bien.

-¿Sí? Cuenta cuenta.

-No, quiero decir que me conformo sin verte. Seguiré imaginándomelas.

-Tú mismo.

-Eres mala.

-Jajajaja. Si las quieres ver, ya sabes.

-Entonces, de una foto de tu coño ni hablamos, no?

-Jajajaja. Noooooooooooooooo

-Luisi...sigo muy caliente. ¿Seguimos con lo del ascensor?

Ella también estaba caliente. Así que prosiguió.

-Vale. Me tocaba. A ver por donde íbamos...Ah, sí. Te masturbo lentamente, excitada por tu dura y gorda polla. La miro, y luego te miro a ti. Con los ojos me dices lo que deseas. Yo también lo deseo, así que empiezo a arrodillarme, hasta quedar con tu polla delante de la boca. Te miro a los ojos mientras acerco lentamente mis labios a la punta de tu duro miembro y le doy un besito en la punta.

Luisi metió su mano por dentro de las bragas y empezó a acariciarse, a frotar con suavidad su otra vez empapada hendidura. Se imaginaba realmente arrodillada delante de aquella polla. Tenía la foto con su nombre abierta en la pantalla, y la miraba en espera de la respuesta de él. A ella el gustaba mucho hacerlo. Disfrutaba haciendo disfrutar a un hombre con su boca. Se lo enseñó su primer amor. Y ahora hacía tanto que no lo hacía. Cerró los ojos y se imaginó aquella polla entrando en su boca. La yema de uno de sus dedos trazó círculos alrededor de su clítoris y empezó a gemir. Un pitidido le indicó que llegó la respuesta. Abrió los ojos y leyó.

-Te miro. Estás tan linda, con la punta de mi polla en tus labios, mirándome fijamente. Se ve que sabes lo que le gusta a un hombre, y cuando te empiezas a pasar mi polla por la cara, sonriendo, me estremezco. Siento tu lengua subir desde mis huevos hasta la punta y cierro los ojos cuando empiezas a metédmela en la boca, pero lo vuelvo a abrir. Tengo que verlo. Tengo que ver como te comes toda mi polla.

Mientras leía, se metía dos dedos en el coño y con la otra mano se acariciaba las tetas. Estaba muy excitada, y si hubiese seguido se habría vuelto a correr. Pero le tocaba. Tenía que escribir.

-Tu polla me llena la boca. Me le meto casi toda, hasta que la noto en mi garganta, y entonces empiezo a mover mi cabeza hacia adelante y hacia atrás, chupando con fuerza, succionándote, mamándote. Tus gemidos me animan a seguir. Una de mis manos acaricia tus redondas pelotas, rascándolas con mis uñas. Tu expresión de placer me da placer a mí.

Placer que estaba sintiendo de verdad, pero quería esperar. No quería correrse aún. Quería leer más.

-Ummmm Luisi, que bien me la chupas, te digo acariciando tu cara, tu pelo. Te la sacas de la boca, brillante, llena de tu saliva. Pasas la lengua a lo largo de todo del tronco, me chupas los huevos mientras que con la mano me masturbas deprisa. Yo no dejo de gemir. El placer es tan intenso que noto que estoy a punto de correrme. En ese momento, te la vuelves a meter en la boca, reanudando la mamada. Te digo que pares o que me harás correr en tu boca.

Luisi empezó a escribir enseguida.

-Sí, sí..córrete en mi boca. Dame toda tu leche caliente.

No puso más. Estaba a punto de correrse y quería leer lo que él ponía. Estaba en ese punto en que si frotaba su clítoris con fuerza estallaría en el acto. Por eso lo hacía muy suave, apenas tocándose, manteniéndose en ese punto.

-Cuando me dices eso, que me corra en tu boca, casi lo hago en el acto. Meto mi polla en tu boca, agarro con suavidad tu cabeza con mis manos y empiezo a mover mis caderas, follando tu boca. Tus ojos clavados en los míos. Siento mi cuerpo empezar a tensarse hasta que el placer estalla y mi polla explota dentro de tu caliente boca. Chorros y más chorros de mi leche se estrellan contra tu lengua, contra tu paladar, llenando tu boca. Y cuando oigo como tragas el placer llega al máximo.

Cuando Luisi leyó cómo él describía la manera de llenarla la boca de semen, de como la oía tragarlo, se corrió, gritando de placer, frente al ordenador, llenando sus dedos de sus propios jugos. Fue un orgasmo intenso, largo, como hacía mucho tiempo que no sentía. Su cuerpo se tensaba y relajaba, recorridos por latigazos de placer.

A su mente volvieron recuerdos del pasado. Recuerdos del hombre que le enseñó los placeres del sexo. La manera como le enseño a chuparle la polla, lentamente, mirándolo a los ojos. Cómo él le acariciaba el coño mientras ella se la chupaba, y cómo él aguantaba hasta que ella se corría, y entonces se dejaba ir y se corría con ella, llenándole la boca de su rica leche. En todos sus recuerdos siempre se corría mientras se bebía su leche. Y él, acariciándola luego, siempre le decía que le gustaba oírla tragar.

Lo mismo que su admirador había dicho. ¿Sería él? No...no podía ser. Era un vecino.

Abrió los ojos, lentamente. Aún sentía los restos del intenso orgasmo. El corazón desbocado, la respiración agitada. El cursor parpadeaba en la pantalla. Le tocaba a ella. Iba a empezar a escribir cuando oyó la puerta de la casa.

-Mamaaaaaaa, ya estoy en casa.

Rápidamente tecleó en su teclado.

-Lo siento, tengo que dejarte, ha llegado mi hija. Me ha encantado hablar contigo. Besos.

Lo mandó y cerró. Se arregló la ropa y fue a saludar a su hija.

Se notó contenta, feliz. No sólo por el placer que había sentido. Sino por saberse deseada por un hombre. Lástima que fuera casado. Pero por otra parte, eso suponía que no había compromiso. Que la relación podría ser solo sexual. Y juzgando el placer que había sentido, le iba a gustar.

Por la noche, antes de acostarse fue al ordenador para ver si había algún mensaje de su secreto admirador. Deseaba que lo hubiera. Abrió su correo, y sintió una gran desilusión cuando comprobó que no le había llegado nada de él. Iba a apagarlo para irse a dormir, cuando recordó la nueva cuenta. Quizás le escribió a gmail en vez de a yahoo. Abrió su nuevo correo y sonrió.

Había un nuevo correo, de él. Y con un fichero adjunto. Lo abrió enseguida

"Hola gatita.

Ummmmm no sabes lo caliente que estaba esta tarde. Me ha encantado hablar contigo. Te mando un regalito. Algo que hice cuando te despediste.

Espero que te guste.

Besos

Tu admirador"

El fichero adjunto era un video. Cuando lo abrió, se excitó en el acto. Se veía a un hombre. Bueno, de cintura para abajo, sentado en una silla. Tenía los pantalones y los calzoncillos bajados, y mostraba una dura polla. Era la polla de él, no cabía duda. La reconoció por la foto. Además, en el video él acercaba un papelito que decía: "Luisi, para ti". Luego soltaba el papel, se agarraba la polla y se empezaba a masturbar.

Luisi sintió como su coño se mojaba, como su flujo acudía a su vagina, a sus labios. Quería tocarse, masturbarse mirando la pantalla, mirando como su admirador se hacía una paja para ella. Pero con su hija en casa tenía miedo. Aunque ya se había ido a la cama, podría salir y pillarla.

Así que sólo juntó las piernas y se frotó los muslos, mirando como la mano subía y bajaba a lo largo de aquella dura polla. El vídeo no tenía sonido. Seguramente él no quería que reconociera su voz. La mano al principio iba lento, pero poco a poco aumentó el ritmo. Luisi vio como su estomago empezó a tener espasmos. Se iba a correr. Juntó con fuerza los muslos y miró con atención como la mano se detenía de repente y la polla tenía un espasmo, seguido por un chorro de semen que cayó sobre los dedos. Otro espasmo y otro chorro. Y así hasta cuatro o cinco.

La visión de aquella corrida le pareció muy erótica a Luisi, porque era para ella, solo para ella. Un hombre la deseaba y se corría para ella. Le contestó rápidamente.

"Me ha encantado el video. Ummmmmm como me has puesto. Ahora mismo voy a mi camita a hacer lo mismo.

Besos

Luisi"

Y eso es lo que hizo. Apagó el ordenador y se fue a su cama. Apagó la luz, llevó su mano a su coño y en menos de un minuto se corrió, reviviendo en su mente la imagen de aquella polla corriéndose. Un orgasmo intenso, que la obligó a apretar la cara contra la almohada para ahogar su grito.

Aún después del estupendo orgasmo, seguía caliente, así que siguió masturbándose, ahora con más calma, con menos prisas, disfrutando de las sensaciones que sus dedos le proporcionaba. Imaginando que eran los dedos de él. Su admirador. Su hombre sin rostro.

Su segundo orgasmo la dejó satisfecha, y al poco, dormía.

Al día siguiente en la oficina, lo primero que hizo fue abrir su correo de gmail. No había nada de él. Aún. Pero a media mañana le llegó.

"Ummmm ¿De verdad lo hiciste? ¿De verdad te hiciste una rica paja pensando en mi?

Eso me excita, Luisi. Estoy en mi oficina y estoy excitado.

Besos

Tu Admirador"

La contestación fue inmediata.

"No. No me hice una pajita. Me hice dos.

Tu vídeo me dejó muy...cachonda. Uf, saber que lo hacías para mi es muy excitante.

¿Nos vemos esta tarde?

Besos

Luisi"

No hubo contestación, pero el piloto verde de él se encendió y se abrió una ventanita de chat.

-Buenos días, gatita.

-Hola. Esto no es justo.

-¿El qué?

-No poder llamarte de ninguna manera. ¿Cómo te llamas?

-Jeje. Llámame como quieras. ¿Así que dos? Ummmmm pensar en eso me pone.

-¿Te pone cómo?

-Cachondo, Luisi.

-¿Estás sólo?

-No, tengo más compañeros cerca, pero no pueden ver el bulto que tengo ahora mismo. Pero como me levante, doy el cante. ¿Y tú?

-Jajajaja. No, tampoco. Sólo a ratos.

Estuvieron hablando largo rato, interrumpiendo la conversación de vez en cuando por cosas del trabajo. La hizo reír mucho. Menos mal que en esos momentos estaba sola. Ese hombre, además de excitarla la hacía reír. Era divertido, ocurrente. La clase de hombre que no le importaría conocer. La clase de hombre por el que podría volver a intentarlo. Pero estaba casado. Nada es perfecto.

Quedaron a las cinco de la tarde para volver a chatear. Esa tarde y casi todas las tardes. Se convirtió en una agradable rutina. Charlaban, se contaban cosas, se rían, y sobre todo, se excitaban. Fantaseaban el uno con el otro. Él le mandaba fotos y videos, los cuales ponían tan cachonda a Luisi que terminaba masturbándose una y otra vez mirándolos.

Él insistía una y otra vez en que ella le mandase fotos, pero Luisi le respondía siempre lo mismo. Que lo haría si le decía quien era. Y la respuesta de él siempre era la misma, que no podía.

Se fueron conociendo. Las cosas que les gustaban, las que no. Sus más íntimas fantasías. Luisi le contó todo sobre su vida, sobre el hombre que la había engañado, que la había hecho sufrir. Él le contó también su vida. Le contó que amaba a su mujer, pero que sexualmente no era feliz, y que por eso buscaba fuera de casa lo que no tenía dentro. Que no quería serle infiel a su mujer, al menos en la realidad.

Durante varias semanas todo fue igual. Ambos se satisfacían el uno al otro, pero Luisi deseaba más. Cada vez tenía más claro que deseaba estar con ese hombre, tocarlo, que la tocara, sentirse la piel. No leer como le comía el coño, sino sentir su lengua lamiéndola. No leer cómo se corría en su boca, sino sentir su polla estallando dentro. No leer como le traspasaba el coño con su polla. Sentirla taladrándole.

No se lo decía abiertamente, sino con sutilezas, y él las esquivaba, con habilidad. Así que Luisi se conformó con lo que tenía. Tenía placer, alguien con quien hablar, con quien reír. Y no sabía quien era.

Hasta el día de la asamblea de vecinos.

Recibió la carta del administrador, convocándola a la reunión ordinaria, con el orden del día. Ella no solía ir mucho, pero a ésta si que asistió. Como suele ser habitual, la reunión se llevó a cabo en el garaje.

Fueron bastantes vecinos. El administrador leyó el acta de la reunión anterior y luego le día la palabra al Presidente de la Comunidad, Fran, que siguió el orden del día, dio cuenta de lo que se había hecho y de las cosas que estaban pendientes.

Fue lo que dijo el Presidente al final, lo que le encendió una lucesita a Luisi.

-Como recordarán, en la anterior asamblea les pedí sus correos electrónicos. Los mantendré informados de como van las cosas. Así nos ahorraremos gastos de papel. Hay que cuidar el planeta y ahorrarnos unas perrillas.

Se había olvidado. En la anterior reunión, hacía seis meses, los vecinos con correo electrónico lo habían apuntado en una lista que le dieron al Presidente. Había recibido después varios correros de la comunidad, pero ni los abría.

Fran estaba en su lista de posibles candidatos. Era casado, era vecino, y conocía su e-mail. Tenía que ser él.

Lo miró. Su cuerpo concordaba con lo que había visto en los vídeos. Era un hombre en la cuarentena, interesante. Y ahora que sabía como era, le gustó más.

Pensó en acercarse y decirle que lo había descubierto, pero prefirió  callar y ponerle una trampa. El corazón le latía con fuerza.

A la media hora de habar terminado la reunión, ya estaba sentada en su ordenador, a la espera de que él llegara.

-Hola gatita.

-Hola. ¿Qué tal?

-Muy bien, deseando hablar contigo.

-¿Has ido a la asamblea de vecinos?

Hubo una pequeña pausa. Fran sopesó si decirle o no que había estado. Pero como la reunión había sido muy concurrida, pensó que no había peligro.

-Sí, fui. Estabas muy guapa.

-Cabrito. Tu mirándome y yo sin saber quien eres. No es justo.

-jajaja. La vida es así, gatita.

Entonces, Luisi preparó su jugada.

-Oye, voy a cambiar mi dirección de correo. Para seguir recibiendo las noticias de la comunidad, la nueva dirección...¿Te la doy a ti o al administrador?

-Dámela a mí - dijo Fran, sin pensar.

Te pillé, gritó Luisi. Estaba exultante.

-Tú también estabas muy guapo, sr. Presidente.

-¿Qué?

-Jajaja. Ya sé quién eres, Fran. Y no trates de negarlo.

-Joder.

-Jajajaja. No sé como no caí antes. Eres el único vecino que podría conocer mi e-mail. Y caíste en la trampa.

-¿Qué trampa?

-No dudaste en decirme que te enviara mi cambio de dirección.

-Joder. Contesté sobre la marcha. ¿Y ahora?

-¿Cómo que ahora?

-Estoy acojonado, Luisi.

-Fran...pues yo estoy ahora más caliente que antes. Ahora te puedo por fin poner cara. Ahora sé quien es el dueño de esa polla preciosa. Ahora cuando me imagine que te chupo la polla mirándote a los ojos, serán tus ojos los que vea.

-Luisi...y ahora que sabes quien soy...me puedes mandar al fin una foto.

Ahí tenía razón Fran. La excusa que tanto le había puesto ya no tenía sentido.

-Uf, Fran, me da vergüenza.

-Vengo mujer. Si supieras cuanto deseo verte.

-Fran, te voy a preguntar algo. Y quiero que me digas la verdad.

-De acuerdo.

-Sí tus circunstancias fuesen otras..¿Querrías acostarte conmigo? ¿Harías el amor conmigo?

-Si Luisi. Sin dudarlo.

-Ahora sé quien eres, y yo también lo deseo. Desde que te conozco me has hecho sentir viva, deseada. Me has hecho volver a sentir deseos. Fran, te deseo. Deseo que me hagas el amor. Y no me importa que estés casado. No te voy a mandar ninguna foto, ningún video.  Lo que voy a hacer es dejar la puerta de mi casa abierta. Si quieres verme, ven. Me tendrás toda para ti. Si de verdad me deseas, ven. Ahora estoy sola

Cerró el chat. Ya estaba todo dicho. El corazón se que quería salir por la boca. Se levantó y fue a la puerta, la abrió y la dejó entreabierta. Luego, fue al salón a esperar. Se sentó en el sofá. Casi temblaba, de excitación y de miedo.

Lo deseaba tanto, pero temía que él no viniese. Que se acobardara y que no apareciese, y que ahora que sabía quien era, dejase de escribirle. Ella no quería eso, quería seguir con eso, aunque nunca llegasen a hacerlo en la realidad.

Pisos más arriba, Fran se devanaba los sesos. Una mujer a la que deseaba lo había invitado. Todo lo que había imaginado, fantaseado, podría hacerse realidad. Sólo tenía que bajar.

Pero...su mujer...¿Cómo hacerle eso a su mujer? Apretó los puños. Llevaba demasiado tiempo intentando que las cosas cambiaran, pero no lo hacían. Sólo sentía frustración. La amaba, sí, la deseaba, sí, pero no le daba lo que él necesitaba. Y unos pisos más abajo había una mujer que sí estaba dispuesta.

Se levantó. La decisión estaba tomada.

Habían pasado más de diez minutos. Luisi se derrumbó. No iba a venir. Ese momento, oyó su puerta cerrarse. ¿El viento? ¿Su hija?

Fran apareció. Se miraron. Se sonrieron. Él se acercó a donde estaba ella. Le tendió su mano y Luisi la tomo, poniéndose en pie. Cogidos de la mano recorrieron  la distancia que los separaba del dormitorio de Luisi. Entraron y cerraron la puerta.

-Has venido, Fran. Ya pensé que no venías.

-Me costó, pero...te deseo tanto, Luisi

La abrazó sus labios se  juntaron. El primer beso real, no imaginado. Ahora podían sentir sus cuerpos pegados. Abrieron sus bocas y sus lenguas se buscaron la una a la otra. Gemidos reales, no letras, llegaron a sus oídos.

Fran llevó sus manos hasta el culito de Luisi. Lo acarició y lo apretó contra él, haciendo que ella notase  contra su barriga la dureza de su polla.

-Ummmm que dura la tienes, Fran...

-Es por ti Luisi, siempre está así por ti

Ella llevó su mano a la bragueta de Fran y empezó a tocarle la polla por encima del pantalón Al fin sentí su deseada polla. Pero quería más. Le bajó la bragueta y se la sacó. Su calor, su dureza, la hicieron estremecer.

-Si supieras cuantas veces he soñado con tenerla de verdad en mi mano. Miro y remiro tus videos. Y ahora....por fin... es mía.

-Y yo gatita. Y yo.

-Siempre me decías que te gustaba el sonido que hacía al tragarme tu leche. ¿Quieres oír como me trago tu leche?

-Agggg Luisi...sí...sí...lo deseo.

Sin soltarle la polla, lo llevó hasta su cama, lo hizo tender boca arriba y ella se tumbó a su lado, con su cabeza la altura de la deseada verga. Se puso de tal manera que Fran, alargando la mano podía acariciarle.

No hizo falta que se lo pidiera. En cuanto se metió la polla en la boca, el metió su mando por debajo de la falda y la llevó hasta sus bragas.

Fran cerró los ojos por el placer que la cálida boca le daba. Luisi cerró los ojos por el placer que los dedos le proporcionaron. Unos dedos que no eran los suyos. Abrió más sus piernas para dejarle el camino libre, y él aprovechó para meter la mano por dentro de las bragas. Encontró aquel coño caliente y mojado, muy mojado.

-Ummmm que mojadito tienes el coño, Luisi. ¿Es por mí?

No le contestó. En vez de eso abrió los ojos y lo miró, metiéndose más y más de la polla en la boca. Fran empezó a masturbarla al mismo ritmo que ella imponía en la mamada. Si iba lento, él apenas acariciaba, solo rozaba con las yemas de sus dedos. Si iba rápido, frotaba su clítoris o le metía dos dedos en el coño.

Los dos amantes gemían de placer. Luisi deseaba correrse con él, compartir el placer, peor ya no podía más. Sentir la polla en la boca, una dura polla, después de tanto tiempo, y a la vez en su coño aquellos mágicos dedos era más de lo que podía resistir.

Empezó a menear las caderas, a gemir más fuerte, a mamar con más ímpetu y de repente, se tensó y estalló en uno de los orgasmos más intensos de su vida. Los dedos de Fran quedaron bañados en sus jugos. Ver y oía a aquella desead mujer correrse fue el detonante del orgasmo de Fran, tensando también su cuerpo estalló dentro de la boca de Luisi.

Le rica y espesa leche que inundó su boca provocó que Luisi tuviese otro orgasmo sin que hubiese terminado en anterior. Casi no podía, el cuerpo no le respondía, pero hizo un esfuerzo para tragar, haciendo ruido, para que él lo oyera. Cada chorro lo tragaba, mirándolo. Cada chorro hacía que sus párpados se cerrasen ligeramente. Fran la miraba sin respirar, sintiendo que con cada espasmo de su polla todo su cuerpo se estremecía.

Se quedaron quietos. La polla dentro de la boca. No dejaban de mirarse. Lentamente, Luisi retiró la cabeza, liberando la polla, brillante. La apretó con la mano desde la base hasta la punta y extrajo un poco más de semen. Lo recogió con su lengua.

-Cómo echaba de menos este sabor, Fran. ¿Te ha gustado?

-Wow Luisi...creí que me ibas a sacar el cerebro por la polla.

-Jajajaja. Así es mejor que por Internet ¿Eh?

-Ven aquí.

Se abrazaron y se besaron, con ternura, dulcemente. Luisi se sentía flotar. No hay nada comparable a sentir la piel de otra persona, su calor, y, por qué no decirlo, sentir pegada contra su barriga una buena y dura polla.

-Fran, mi puerta estará siempre abierta para ti. Espero que vengas a verme de vez en cuando.

-Luisi, ahora que ya he dado el paso, no hay vuelta atrás. Y ahora, déjame verte bien.

Ella se quedó tumbada boca arriba, sonriendo. Fran se apoyó en un codo y admiró su cuerpo. La miró desde la cara hasta los pies, lentamente, acariciándola con las yemas de sus dedos. Sentía la piel de ella erizarse, los pezones endurecerse cuando los acarició. Cuando acarició su pubis, ella gimió. La desnudó completamente, y luego él también se quitó toda la ropa.

-No soy una chica de 20 años, mi cuerpo ya no...

-Shhhhh Yo no quiero una chica de 20 años. No le escribí a ninguna chica de 20 años, ni de 30. Le escribí a la mujer que más me atraía. Te escribí a ti, Luisi.

La volvió a besar, ahora con más pasión, mientras subía su mano desde su rodilla hasta su coño, lentamente, siguiendo  la cara interna de los muslos, suaves, calientes, que Luisi abrió cuando la mano llegó arriba del todo. Ella gimió en la boca de él cuando sus dedos nuevamente empezaron a pasearse por su hendidura, a acariciar, a frotar, a llenarla de placer.

Los besos pasaron a las mejillas, a las orejitas y luego, al cuello, que llegó a morder ligeramente haciéndola estremecer. Siguió bajando...su clavícula, sus tetas y, finalmente, sus pezones. Eran como dos botoncitos duros, que chupó como si fuera un bebé, con ganas, pasando la punta de la lengua alrededor, una y otra vez, mientras Luisi, con los ojos cerrados, gozaba de las caricias.

-Agggg Fran...me vas a hacer correr otra vez...Fóllame....por favor...fóllame....necesito sentir tu polla dentro de mí.

Se subió sobre ella, que lo esperaba con las piernas abiertas, totalmente entregada a aquel hombre, a aquel admirador que la hacía vibrar. No hizo falta que guiara la polla con la mano. La acercó a aquel anhelante coño y encontró el camino a la primera. Lentamente, entró en ella, mirándolo a los ojos, gozando de su expresión mientras su dura polla invadía su cuerpo.

Cuando la tuvo toda dentro, se quedó quieto. Se miraran.

-Al fin, Luisi. Si supieras cuando he deseado este momento.

Ella llevó sus manos a la nuca de Fran y lo  acercó a su boca. Los labios se abrieron y las lenguas empezaron una lucha de amor, al mismo tiempo que las caderas de él empezaban un lento vaivén, haciendo que la polla rozara las paredes de la vagina. Luisi se sentía llena, completa, feliz. Besaba a aquel maravilloso hombre, lo sentía dentro de ella, poderoso, enérgico pero suave a la vez.

Fran empezó a follarla con más ímpetu, más profundamente. Entrelazaron los dedos de sus manos. Le besaba la boca, la frente, las mejillas, la barbilla. Todo. Y cada vez, le clavaba la polla más fuerte, mas a fondo. Luisi no dejaba de gemir, se sentir el placer invadir su cuerpo, subir de intensidad. Sabía el resultado final. Un intenso orgasmo que se estaba formando.

-Ummm Fran....que placer....Córrete...córrete conmigo...Lléname de ti.

-Agggg Luisi...lo intentaré...pero....

Se había corrido no hacía mucho, y sabía que esa segunda vez le costaría más. Pero el placer y la excitación que aquella mujer le daba eran muy grandes, y notaba que también estaba a punto de correrse.

-Por favor...córrete conmigo...lléname de tu leche caliente...aggggg como...como tantas veces me decías...

-Luisi...Sí, sí, sí.... me voy a correr....dentro de tu coño...¿Y sabes lo que haré después?

-Aggggggggggg Fran....Dímelo...dímelo....

-Cuando....ummmm me haya corrido dentro de ti, cuando tu coño rebose mi leche caliente...bajaré....aggggg hasta él.....y....te lo comeré. Me comeré tu coño lleno de mi leche....Luisi....

Eso se lo había contado en varias ocasiones, y siempre la excitaba. Y ahora se lo decía al oído, mientras la follaba. Ya no pudo aguantar más. El orgasmo estalló en su ser, haciendo que su espalda se arqueara sobre la cama, que su cuerpo se tensara y que su coño vibrase, se contrajera una y otra vez alrededor de la dura polla. El placer era intenso, total, pero aumentó cuando lo sintió a él tensarse también y el repentino calor que llenó su coño. La polla soltaba su carga dentro de ella pero seguía moviéndose, como un pistón a toda marcha. Luisi lo abrazó con sus brazos y con sus piernas, apretándolo contra ella, como queriendo impedir que se escapara.

La tensión terminó, y dio paso a la relajación. A la ternura. A las caricias. Esos momentos maravillosos, sintiendo el peso de un hombre sobre ella, sintiendo en su vagina el calor de su semen, en sus labios sus besos, eran, sin duda, los mejores.

Pero no había terminado. Fran empezó a besar su cuello, bajando lentamente. Cuando no pudo bajar más sin salirse de ella, sacó su polla, que empezaba ya a menguar, y siguió su camino. Pasó por las tetas, por la barriga, y llegó a su pubis, mojado de sudor y de su flujo, y siguió bajando.

Luisi seguía excitada, y su excitación subió aún más cuando él empezó a darle besitos en su monte de Venus.

-Ummmmm Luisi...que bien huele tu coñito.

-Agggg Fran..cómo te deseo....

Él abrió los labios del coño. Un coño precioso. Sonrosado, mojado, hinchado de excitación, rezumando flujo y semen mezclado. Lo que iba a hacer lo había fantaseado muchas veces, y se lo había contado a Luisi en sus conversaciones, pero era su primera vez. Sacó la lengua y lamió, desde la goteante vagina hasta el inflamado clítoris. Su boca se llenó del sabor, de la mezcla.

-Ummm que rico Luisi...que rico.

Ella no dijo nada. Cerró lo ojos y gozó de las caricias, de la lengua que recorría sus labios, que trazaba círculos alrededor de su clítoris. Gozó de los labios que besaban, de la boca que chupaba, que sorbía sus jugos. El placer volvió a su cuerpo. Llevó sus manos a la cabeza de Fran y acarició su pelo, enredó sus dedos en él y lo apretó contra ella.

-Agggggggg Fran...me matas...

Él siguió comiéndole el coño, empeñado en matarla, pero de placer. Cada vez que atrapaba el clítoris entre sus labios y le daba golpecitos con la lengua Luisi levantaba el culo de la cama, hasta que no pudo más y estalló contra aquella boca maravillosa, llenándola de jugos, de semen, que Fran bebió con gusto. Ella se quedó sin respiración, azotada por espasmos de placer que recorrían su cuerpo, irradiados desde su coño.

Cuando el orgasmo pasó, quedó sobre la cama, con los ojos cerrados, satisfecha. Fran le besaba con suavidad la cara interna de los muslos, y de allí fue subiendo, besando cada centímetro de su piel hasta que llegó a la boca.

La besó y luego pasaron largos minutos sin hablar, sólo sintiendo sus cuerpos abrazados.

-Fran...¿Y ahora?

-Luisi...sabes que te deseo, pero...yo...

-Está bien. No digas nada. Sólo dime una cosa...¿Volverás?

-Siempre que me abras la puerta, aquí estaré.

Su relación continuó. Se seguían viendo en Internet, chateando. Y siempre que Luisi abría su puerta, el acudía. No podía ser suyo del todo, pero se conformó con lo que tenía.

Era feliz. Al menos, más que antes.

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