Adivina quien viene esta noche a cenar
La vida de Juanita se trastoca cuando conoce al novio de su hija
-¿Cuándo me vas a presentar a tu novio?
-Ay, mamá. No sé. Un día de estos
-¿Pero qué pasa? A los otros me los presentaste sin tantos problemas. ¿Tiene algo... raro?
-Pues claro que no.
-¿Entonces?
Lorena llevaba meses saliendo con ese chico. Su madre, Juanita, ya se empezaba a mosquear. Su hija no solía ser tan reservada con sus novios.
-Está bien, mamá. Te lo presentaré.
-Bien, ya era hora. Si quieres tráelo a cenar mañana
-Vale. Íbamos a ir al cine. Iremos a una sesión anterior y sobre las nueve estaremos aquí.
Del misterioso novio sólo conocía su voz. Una voz profunda, muy varonil. A veces cuando él llamaba a Lorena por teléfono al número fijo, ella lo cogía. Él parecía muy amable y educado. La saludaba y le pedía por favor si Lorena se podía poner.
Que fuera así era una novedad. Los anteriores novios de su hija habían sido todos, como solía decir su difunto marido, unos 'peludos'. Para él, cualquier chico con el pelo por debajo del cuello ya era un peludo.
Hacía ya cuatro años desde que él murió. Falleció cuando Lorena tenía 19 años, así que llegó a conocer a un par de peludos. Juanita siempre recordará a un tal Pablito. Además de peludo, llamaba papi a su marido, y eso lo sacaba de quicio. Menos mal que duró poco, porque un día le dijo a su mujer.
-Como el peludo ese, el greñas, me vuelva a llamar papi, lo voy a sacar de casa a trompadas. Por muy novio de la niña que sea.
-Jajaja. No seas bobo. Creo que lo hace para fastidiarte.
-Pues que se vaya a fastidiar a su madre, coño.
Esa misma tarde, cuando el desaliñado muchacho tocó a la puerta y el padre de Lorena abrió, dijo.
-Hola papi. Dile a Lorena que salga, que llegamos tarde.
Juanita llegó a tiempo de parar a su esposo, que se disponía a lanzarse sobre el chico, que lo miraba con cara de bobalicón.
-Lorenaaaaaaa - gritó Juanita - Ya llegó Pablo. Sal o tu padre lo mata - dijo, sin dejar de reírse mientras su marido hacía aspavientos.
Momentos después, cuando Lorena y el peludo se habían ido, su padre, sentado en el salón, se preguntaba.
-¿Pero qué coño le verá Lorena a ese tipo?
-Ay, mi amor. Son otros tiempos.
-¿Otros tiempos? Mano dura es lo que necesitan los jóvenes de hoy en día. Mano dura y una buena rapada.
-¿Mano dura? ¿Cómo la que le has dado tú a Lorena?
Lorena era el ojito derecho de su padre. Su sol, su cosita linda. La mimó desde el día que nació y la crió lo mejor que supo, entre algodones.
-Ella es una mujer decente, inteligente. No ha necesitado mano dura. Pero ahora... mira con quien sale. Ay, dios mío. Por lo menos no es negro.
-Bruto.
-¿Qué? Dime ahora que si te aparece con un novio negro saltabas de alegría.
-Pues, saltar de alegría no. Pero si es lo que ella quiere.
-Sí, sí. Eso dices ahora.
+++++
Juanita se esmeró en preparar una buena cena. Quería quedar bien ante su hija y ante su novio. Sobre las cinco él llamó.
-Buenas tardes, Dña. Juana.
-Hola Quin. Lorena está ya a punto de terminar de arreglarse.
-Ah, perfecto... Y muchas gracias por la cena. Ya era hora de que nos conociéramos.
-Eso le vengo diciendo a Lorena desde hace mucho. Al fin se ha decidido. Tengo ganas de conocerte.
Lorena se despidió de su madre y se fue en busca de su novio. Juanita se pasó el resto de la tarde preparando las cosas, haciendo la comida, vistiendo la mesa.
Cuando todo estuvo preparado, sobre las 8:30, se duchó y se vistió. Se maquilló ligeramente. Se miró al espejo. Ya no era como fue de joven. El tiempo no pasa en vano. Había cogido unos kilitos. Pero para 48 años no estaba mal, se dijo.
Desde que murió su marido eran pocas las veces que se arreglaba. Salía menos. Sólo con las amigas de siempre. Y a reuniones familiares.
Quedaban cinco minutos para las nueve. Se sentó en el salón a esperar.
Sobre las 9:05 oyó la puerta.
-Mamá, ya estamos aquí - dijo Lorena desde la entrada.
Juanita se levantó y fue a recibirlos. Y cuando, por fin vio al sonriente Quin, se quedó petrificada. Su sonrisa era perfecta, con unos dientes blancos perfectos. Con un traje azul marino perfecto. Unas manos...negras. Una cara... negra.
-Mamá, este es Quin. Joaquín, mi madre.
Él, sin dejar de sonreír, se acercó a la petrificada Juanita, que aún no había reaccionado. Le cogió la mano derecha, se la llevó a los labios y la besó suavemente.
-Encantado de conocerla, Dña. Juana.
En la puerta, Lorena miraba a su madre, que seguía como congelada. Sabía como era su padre, las cosas que pensaba, pero también sabía que su madre no era así. O, al menos, eso esperaba. Por eso había tardado tanto en presentarle a Quin. Temía ese momento.
Juanita se quedó mirando aquellos ojos negros. Hacían que el blanco del ojo resaltara aún más. Por fin, reaccionó.
-Ho...hola...Quin. Encantada. Pasa, pasa, por favor.
Lo llevó al salón, en donde había preparado unas bebidas. Él esperó de pie a que Juanita le indicara que se sentara. Era un hombre alto, fuerte, guapo...y...negro. Negrísimo.
Cuando Ella empezó a servir las bebidas, Quin se levantó.
-Por favor, Dña. Juana. Permítame.
La hizo sentar y él terminó de preparar las copas y las repartió.
Estaba claro que no era un peludo. Era un hombre muy bien educado. Pero tan... negro.
-Y bien, Quin...o Joaquín. ¿Cómo quieres que te llame?
-Quin, por favor.
-Lorena me ha hablado muy poco de ti. ¿De dónde eres?
-Nací en Canadá, pero llevo ya muchos años en España.
-¿Y eso?
-Por mi padre. Trabaja en la embajada.
-Ah, ya veo.
Juanita se dio cuenta de que Quin era un hombre de conversación fácil. Pensó en su marido. Si levantara la cabeza seguro que le daba otra vez el ataque al corazón que se lo llevó.
Recordó lo que él le dijo una vez. Que si saltaría de alegría si Lorena le presentaba a un novio negro. No, no había saltado de alegría. Pero seguía pensando lo mismo. Si su hija lo quería, ella no iba a decir nada.
Y tenía que reconocer, que de todos los novios que su hija había tenido, Quin era el más presentable. Sólo tenía el 'pequeñito' problema del color.
A la media hora de estar hablando, Juanita se había olvidado de ese color. Estaban sentados en el comedor.
-Dña. Juana, permítame decirle que este asado está exquisito.
-Oh, gracias, Quin. Pero no me digas Dña. Juana. Me recuerda a mi abuela. Juanita, por favor.
-Bien, Juanita. ¿Más vino?
-Claro.
-Mamá. Que te vas a poner piripi.
-Quita, quita. Por un poco de vinito - dijo, sosteniendo la copa mientras Quin se le llenaba y también sirvió más a Lorena.
Terminaron la cena y después volvieron al salón, a por la última copa. Las dos mujeres se reían de las ocurrencias de Quin, que contó varios chistes sobre negros que hicieron llorar de risa a Juanita.
-Bien, señoras, se hace tarde y mañana debo madrugar.
Lo acompañaron a la puerta. Quin volvió a coger la mano de Juanita para besarla.
-Muchas gracias, Juanita. Ha sido una cena estupenda. Y ha sido un placer conocerte.
-Igualmente, Quin.
Juanita vio que Lorena y Quin se miraban, como con miedo a acercarse. Comprendió.
-Bueno, os dejo solos. - les dijo, y volvió al salón.
Cuando Juanita se fue, Quin se acercó a Lorena y la abrazó.
-¿Ves? Tu madre ha sido muy simpática conmigo.
-Sí. Uf, menos mal. Tenía mucho miedo de que pusiera mala cara. Pero ya ves. Ha sido estupenda. Aunque cuando te vio se quedó paralizada unos segundos. Jajaja.
-Jajaja, sí, la pobre. Pero... ¿Por que soy negro o porque soy muy guapo?
-Ah, presumido.
Se besaron. Quin le metió la lengua en la boca y Lorena se la chupó. Ella gimió cuando él le llevó sus grandes manos a su culito y se lo acarició, presionándola contra él.
-Se te va a poner dura.
-Ya se está poniendo durita. ¿La notas?
-Uf, claro que la noto. Pero ella está ahí mismo. Y tienes que irte.
No la soltó. La siguió besando y le metió una mano por debajo de la falda. Le acarició el culo sobre las braguitas y después, por debajo de ellas. Le pasó uno de sus largos dedos a lo largo de la hendidura que separaba las nalgas y le acarició el apretado anito.
-Ummm Quin, Quin... me estás poniendo cachonda, cabrito.
Él se separó.
-Me voy, preciosa.
-Eres...malo.
-Jajaja. Sólo un poco.
Lo despidió y volvió con su madre al salón.
-Mamá ¿Qué te parece Quin?
-Uf.
-¿Cómo Uf?
-Me tenías que haber avisado de que era negro. Seguro que puse cara de boba.
-Jajaja. Sí, un poco. Pero tenía miedo.
-¿Miedo de qué?
-Ya sabes como era papá.
-Sí, lo sé. Pero era casi todo de boquilla. Aunque le hubieses traído un marciano, al final lo hubiese aceptado. Además, yo no soy él.
-Ya lo sé. Pero tenía miedo de que no lo aceptaras.
-Tontita. Si es el novio más presentable que has tenido. ¿Recuerdas cómo llamaba tu padre a los otros?
-Peludos. Jajaja.
-Sí. Jajaja. Quin desde luego no es un peludo. Es educado, amable, simpático.
-Y muy guapo.
-Sí, bastante guapo.
La cabeza de Juanita le empezó a dar vueltas.
-Uy, creo que estoy un poco piripi. Demasiado vino.
-Jajaja, Te lo dije. Yo también estoy algo mareadilla.
Se sentó en el sofá junto a su madre.
-¿Le quieres mucho?
-Con locura, mamá. Es un hombre maravilloso.
Las mejillas de Juanita estaban un poco coloradas por el vino. Se sentía muy a gusto, con ese puntito simpático que da el alcohol si no se toma en exceso. Quizás por eso, sin pensar lo que decía, preguntó.
-¿Es cierto lo que se dice?
-¿Lo que se dice sobre qué?
-Ya sabes, mujer. Sobre...la gente de color - dijo, haciendo un claro gesto con las manos.
Lorena miró a su madre, con los ojos abiertos.
-¡Mamá!
-Jajaja. Es sólo curiosidad. Pero tienes razón. No es asunto mío.
-Sí.
-Oh, perdona.
-Digo que sí. Que es verdad lo que dicen.
Las dos mujeres se miraron, con cara seria. Y de repente, estallaron las dos en una sonora carcajada que les hizo saltar las lágrimas. El vinillo las tenía a las dos contentas. Les soltaba la lengua.
-Uf, mamá. La primera vez que se la vi casi salgo corriendo.
-Jajaja. Exagerada.
-Jajaja. Te lo aseguro. Creí que era una serpiente y que me iba a picar.
Juanita no podía soportarlo. Le empezaba a doler la barriga de tanto reír.
-Jajaja, una serpiente...jajaja de un solo ojo...jajaja
Lorena estaba tan feliz de que su madre hubiese aceptado a Quin tan bien. Estaba bromeando con ella. También su cabeza daba vueltas. Y las caricias de Quin la habían dejado caliente. También le salieron las palabras sin pensar.
-¿La quieres ver?
-Jajaja ¿El qué? - preguntó su madre, secándose las lágrimas.
-La... cosa de Quin.
-¿Queeeeeeeeeeeeeeeee?
-Tengo fotos en el móvil.
-¡Coño! ¿En serio?
-Sí.
-Pues...No sé... ¿Tú crees?
-Sí, solo una.
-Vale. Quiero ver esa... serpiente. Jajaja.
Lorena cogió su móvil y buscó la foto. Le pasó el teléfono a su madre. Juanita cogió el aparato, con una pantalla grande a todo color, de alta definición. Sus ojos se abrieron como platos.
-Madre del amor hermoso. Vaya peazo polla.
-¡Mamá!
Era la primera vez que Lorena oía a su madre decir polla. El alcohol la tenía desinhibida.
-No me extraña que quisieses salir corriendo. Pero si parece un brazo. Dios mío.
Juanita no apartaba los ojos de aquella polla. Negra, larga, gruesa, surcada de venas. Su difunto marido no estaba mal dotado, pero aquella cosa era inmensa.
-Joder, Lorena. ¿No te rompe?
-Jeje, no. Es muy delicado.
Juanita se empezó a mojar. Sintió que los pezones se le ponían duros. Hacía mucho tiempo que no se ponía cachonda.
-¿Tienes más fotos? - preguntó.
Lorena le cogió el teléfono.
-Sí, pero son... más íntimas, ya me entiendes.
-Ah, claro. Uf mi vida. Me he quedado impresionada.
-Jajaja. Ya se ve. Se te abrieron los ojos como platos.
-Jajaja. ¿Y a quién no con esa impresionante.... cosota?
-Impresionante... polla
-Jajaja Sí. Esa impresionante polla.
Volvieron a reír con ganas las dos.
-Bueno, mamá. Me voy a la cama. Que el alcohol me está haciendo decir burradas.
-Jajaja, sí, y a mí. Buenas noches, mi amor.
-Hasta mañana.
Juanita también se fue a dormir. Pero no podía. No se podía sacar de la cabeza la enorme polla de Quin. Se sentía mojada, cachonda. Hacía muchos años que no se masturbaba. Pero esa noche tuvo que hacerlo.
Se llevó una mano hasta las empapadas bragas. Las metió por dentro y recorrió la babosita raja de su coño. Gimió suavemente al sentir el olvidado placer. Su otra mano la llevó hasta sus tetas y se las acarició al tiempo que se frotaba el clítoris con las yemas de dos dedos.
Acostada sobre su cama, boca arriba, con las piernas abiertas, Juanita se masturbó pensando en la foto que había visto. La foto de la polla de Quin. ¿Cómo sería tenerla entre las manos? ¿Y sentirla clavada en su coño? La rompería por dentro. Era tan grande.
Pero era eso lo que la excitaba más. El enorme tamaño de aquella barra negra. Se corrió entre gemidos y espasmos, levantando el culo de la cama, tensa. Sus dedos se llenaron de los flujos que su coño destiló.
Jadeando, se dio la vuelta, poniéndose de lado en la cama.
Ella no era así. Su vida sexual con su marido era satisfactoria, normalita. Cuando él murió, esa parte de su vida se fue con él. Y ahora, esa foto la había despertado de golpe. A lo grande.
+++++
Dos días después, una tarde, sonó el teléfono. Lo cogió Juanita.
-¿Dígame?
-Hola Juanita. Soy Quin.
-Ho...Hola Quin. ¿Cómo estás? - respondió la mujer, sintiendo un escalofrío que recorría su cuerpo.
-Muy bien gracias. ¿Está por ahí Lorena? La podría llamar a su móvil, pero siempre me insiste que si llamo de un fijo, llame a este número.
-Y tiene razón. Que los de la compañía telefónica son unos ladrones. Al menos las llamadas de fijo a fijo no las cobran.
-No me gustaría molestarte.
-Pues claro que no me molestas.
-¿Te importa que vaya a buscar a Lorena a tu casa?
-Pero...Pero...Quin. ¿Cómo me va a importar?
-Ah, pues no le digas que se ponga. Ya paso a recogerla.
-Vale. Hasta ahora.
Juanita colgó el teléfono. Estaba nerviosa. ¿Qué haría cuando él apareciese? ¿Cómo evitar mirarle el paquete? La imagen de su polla volvió a aparecer en su mente.
-¿Quién era, mamá?
-Quin. Dice que viene a buscarte.
-Coño. ¿Ya? Uf, y yo con estos pelos.
A los diez minutos sonó el timbre de la puerta.
-Mamá, abre tú, por favor. Yo casi estoy.
-Vale.
Juanita abrió la puerta. Allí, delante de ella, alto, fuerte, guapo, Quin.
-Buenas tardes, Juanita. Ahora que tenemos más confianza, te puedo decir que ya sé de donde sacó Lorena su belleza.
Sintió que las mejillas se le sonrojaban ligeramente.
-Calla, calla, adulador. Pasa. Lorena ya está casi a punto.
Casi se cae de culo cuando él le dio dos besos, uno en cada mejilla.
Lo llevó al salón y se sentaron cada uno en un sofá. Los ojos de Juanita miraron con disimulo la entrepierna del muchacho.
"Coño. ¿Donde meterá lo que tiene? No se le nota nada" - pensó.
-Bueno, Quin. Puedes venir a buscar a Lorena siempre que quieras. Estás en tu casa.
-Muchas gracias, Juanita, de verdad. ¿Sabes? Tu hija tenía mucho miedo en que me conocieras.
-Sí, lo sé. Quizás por su padre. Era un buen hombre, pero algo anticuado.
-Tú no eres así.
-Bueno, no creas que no me sorprendí al principio. Pero confío en mi hija. Si ella te ha elegido, bien está.
"Seguro que la enorme polla que escondes tuvo que ver", se dijo.
-Ojalá todos fueran como tú. Aunque no lo creas, aún existen muchos prejuicios. Gracias a dios, cada vez menos.
-¿De qué habláis? - Dijo Lorena entrando en el salón.
-De la vida - dijo Quin, levantándose.
Lorena se acercó a su novio y le dio un beso en los labios. Pero fue un besito, corto.
-Ay, mi niña -dijo su madre - Por mí no te cortes. Dale un beso como es debido.
-Ya has oído a tu madre.
El siguiente beso fue un beso en toda regla. Pegando bien los labios. Juanita le echó otra rápida mirada al paquete de Quin.
"¿Se le pondrá dura?", pensó.
Lorena se separó.
-Uf, jeje. Vámonos antes de que demos un espectáculo.
Cogió al muchacho por una mano y tiró de él.
-Adiós mamá.
-Pasadlo bien.
-Eso intentaremos - respondió Lorena, mirando a su madre.
"Joder. Se lo va a follar."
Cuando oyó la puerta, abrió las piernas, se metió una mano por dentro de las bragas y se empezó a masturbar. Tenía el coño mojado desde que entró Quin. Con los ojos cerrados recordaba la foto. La polla, negra, dura. ¿Cómo sería que le metieran algo así en el coño?
Se arqueó sobre el sofá y se corrió, apretando los dientes para no gritar.
Vio un rato la tele. Cenó. Vio una película y se fue a acostar.
Y se volvió a masturbar. Imagino que ahora su hija estaría gozando de Quin. De la polla de Quin. De esa barra negra que la estaba empezando a obsesionar.
++++++
Quin empezó a venir a buscar a Lorena a diario. Hablaba mucho con Juanita. Ya no eran vergonzosos. Se besaban sin problemas, pero siempre dentro de un orden. Juanita lo invitó a comer un par de veces, y él aceptó encantado. Lorena, feliz de que su madre hubiese aceptado a su novio.
En una de esas invitaciones, Juanita estaba en la cocina y ellos dos en el salón. Se acercó con una bandeja con cosas para ir picando y oyó besos.
Se acercó sin hacer ruido y miró por una rendija.
Lorena estaba sobre Quin, y se besaban con pasión. Las manos de él le acariciaban las tetas, y una mano de Lorena le acariciaba la polla sobre el pantalón.
-Uf mi amor - susurró Lorena - Se te está poniendo dura, y esto no se puede disimular. Después te compenso.
-Sí, mejor lo dejamos. Que si tu madre me ve así le da algo.
Lorena recordó la cara que había puesto su madre cuando le enseñó aquella foto. No se lo había contado a Quin. Se separó de él y se recompuso la ropa.
Juanita volvió a la cocina, con el coño palpitándole. Esperó unos segundos a relajarse.
-¿Puede venir alguno a echarme una mano? - gritó.
Deseaba que fuese Quin el que viniera. Quizás aún tendría la polla dura y podría verlo. Pero apareció Lorena, ligeramente despeinada.
-Coge esta bandeja. Yo llevo los refrescos.
Cuando entró al salón, Quin se levantó ayudarla. Los ojos de Juanita echaron una rápida mirada a su entrepierna. El corazón dio un vuelco cuando vio que el bulto eras más patente que las otras veces.
En cuanto los novios se fueron, se masturbó hasta aplacar, por un rato, la fuerte calentura que sentía.
Antes de dormirse, sus dedos consiguieron un nuevo orgasmo.
+++++
Se despertó de madrugada. Oyó la puerta cerrarse. Lorena había llegado. Miró el reloj. Las 2 de la madrugada. Oyó el baño, luz en el pasillo y después nada. Lorena se había ido dormir
Intentó volver a dormirse, pero no conciliaba el sueño. Seguía pensando en la polla. En como Lorena se la había tocado en el salón. En la tímida erección que él tenía.
Recordó que Lorena le dijo que tenía más fotos. Quería verlas. Necesitaba verlas. Pero no se lo podía pedir a Lorena. Si quería verlas, tendría que ser de otra forma. Pero se asustó. Ella no era así.
Sobre las tres de la madrugada ya no pudo más. Se levantó, a oscuras, sigilosamente. Sin hacer ruido se dirigió al cuarto de Lorena. La puerta estaba entreabierta. Se asomó y la vio dormida, sobre su cama. Entraba un poco de luz por la ventana.
Se quedó allí, mirando a su hija. El corazón le latía con fuerza. Su mente luchaba. Una parte de decía que se fuera, que no estaba bien lo que quería hacer. Otra parte, le decía lo contrario. Que no pasaba nada. Que nadie lo sabría.
Ganó esa parte. Entró, con pasos lentos, mirando hacia Lorena por si se despertaba. Si lo hacía, le diría que había hablado en sueños, como cuando era niña, y que había venido a ver si estaba bien.
Llegó junto a la cama. A tientas, buscó el móvil. Sabía que su hija lo dejaba siempre junto a la mesilla. Lo encontró y lo cogió. Regresó a su dormitorio y cerró con llave. El corazón se le iba a salir por la boca.
Tocó la pantalla del teléfono. Se encendió la pantalla. Un cartelito decía que pasara el dedo para desbloquear el teclado. Había visto a Lorena hacerlo muchas veces. Alguna vez había cogido el teléfono de su hija, con ella delante, para ver fotos de amigas de Lorena. Sabía más o menos como usarlo. Buscó la aplicación para ver fotos. La abrió.
Aparecieron muchas fotos pequeñitas. Amigos, amigas, sitios. También había carpetas. Y una de esas carpetas se llamaba Quin.
La abrió. Y lo que apareció ante sus ojos la hizo estremecer. Eran más fotos de aquella enorme polla. Y Lorena salía en esas fotos. Pulsó sobre la primera, la que Lorena le enseño. Se hizo grande, ocupando toda la pantalla.
El coño le chorreaba otra vez.
-Joder. Vaya polla. Vaya polla. - susurró para si.
Con deslizó el dedo índice sobre la pantalla, y la siguiente foto apareció. Una mano agarraba la polla. Era la mano de Lorena. Asombrada, Juanita vio como los dedos no conseguían abarcar todo el grosor de aquel monstruo.
-Uf...
Se quedó mirando unos segundos la foto. El coño le ardía. Deslizó el dedo para pasar a la siguiente foto. Y se quedó sin aire.
Lorena sonreía, pero apenas se le veía la cara. La polla de Quin descansaba sobre su rostro. Abarcaba toda la cara, y sobraba polla por arriba.
-Madre del amor hermoso.
Juanita tuvo que llevar su mano derecha hasta su coño. Se frotó mirando la foto. El teléfono lo sostenía con la mano izquierda, y con el pulgar, pasó a la siguiente foto.
-Aggggg...dios...mío...
En la nueva foto, Lorena miraba fijamente a la cámara. En su boca, a punta de la polla. Y el resto de la impresionante verga, agarrada con las dos manos de Lorena. O faltaban manos o sobraba polla, pensó Juanita.
No pudo más, y se corrió. Intensamente, mirando a su hija con la polla en las manos y en la boca. El teléfono se la cayó de las manos sobre la cama. Todo su cuerpo temblaba, presa de un arrollador orgasmo.
Aún jadeante, aún con espasmos, cogió el teléfono y pasó a la siguiente foto. En ésta, Lorena tenía la punta de la polla en la boca, pero no la agarraba con las manos. La siguiente impresionó a Juanita. Lorena se había metido parte de la polla, pero poco. Era imposible que cupiera más. La boca abierta al máximo y parte de la polla dentro.
Siguió frotándose, pasando poco a poco las fotos. La lengua de Lorena recorriendo la polla. Chupándole los enormes huevos. Chupándosela con ganas.
Llegó a una foto en la que Lorena estaba con los ojos cerrados. Una mano de Quin se agarraba la polla. Con la otra, sostenía la cabeza de de Lorena.
-Joder, se lo va hacer. Se lo va hacer. Dios.
Juanita se corrió desde que vio la siguiente foto. De la polla de Quin salía un chorro de semen que caía sobre la carita de su hija. En pleno orgasmo consiguió pasar a la siguiente foto. La cara de Lorena surcada por dos chorretones de leche blanca, espesa. Desde la frente hasta la barbilla. Incluso su pelo había recibido parte.
En la siguiente foto Lorena tenía la boca abierta y sobre la lengua otro chorro de semen. Otro movimiento del pulgar y otra foto. La cara de Lorena cubierta de semen. La polla goteando un hilito de leche. Y Lorena, con los ojos cerrados, sonriendo.
Pasó a la siguiente. Lorena tenía los ojos abiertos, mirado a la cámara. Agarraba la polla, de la que seguía colgando el hilillo. La siguiente foto mostraba como, con la lengua llena de semen, recogía y limpiaba la punta de la polla.
Juanita estalló en otro intenso orgasmo, que la dejó rota sobre la cama. Sólo quedaban dos fotos más. En una, los largos dedos de Quin llevaban el semen de la cara hacia la boca.
En la última, una sonriente Lorena mostraba su cara brillante, pero sin semen.
Juanita se quedó unos minutos quieta, reponiéndose del placer que había sentido. Estaba agotada. Recordó sus noches de sexo con su marido. Ella solía chuparle la polla a menudo. A él le encantaba y a ella le gustaba complacerlo. Muchas veces él le pidió que le dejara correrse sobre su cara, pero nunca le dejó. Le decía que era algo sucio. Sólo le dejaba de vez en cuando correrse dentro de su boca.
Pero ahora, al ver las fotos de su hija, no le pareció algo sucio. Le pareció muy erótico. Algunas fotos le parecieron incluso hermosas. Las volvió a repasar, una a una. Pero estaba demasiado agotada para volver a excitarse.
Tenía que volver a dejar el teléfono donde estaba. Se levantó y como hiciera antes, se acercó a hurtadillas, se cercioró de que Lorena seguía dormida y dejó el teléfono en la mesilla.
Volvió a su cama y se durmió en el acto.
+++++
-¿Cómo te van las cosas con Quin? - le preguntó a su hija durante el desayuno.
-Ummm, mamá, muy bien. Es un hombre maravilloso.
-Sí, parece un buen chico.
-Jeje. Al menos no es un peludo.
-Jajaja. Menos mal. Si fuese peludo y negro tu padre se levantaba de la tumba.
-Siiiiiiiiiiiiii. Jajaja.
Terminaron de desayunar. Lorena se acercó a su madre,
-Oye mamá. Ya sé que has aceptado mi relación con Quin. Pero.... ¿Y si vamos a más? ¿Y si... te damos un nieto mulatito?
-Por mí, como si es verde. Será tu hijo. Será mi nieto.
Lorena abrazó a su madre, con los ojos llorosos.
+++++
Días después, de madrugada, Juanita se despertó, sobresaltada. Estaba sudando, y muy caliente. No recordaba que estaba soñando, pero debía ser un sueño erótico. Sentía los pezones duros, el coño mojado. Se llevó los dedos a su rajita y gimió al sentir ese íntimo placer.
A su mente acudieron las imágenes que la tenían obsesionada. Las imágenes de la polla de Quin. Quería volver a verlas. La polla en la mano de Lorena, en su boca. La leche de Quin sobre la cara de su hija.
-Estoy loca. Estoy loca - se dijo, levantándose
Se aseguró de que Lorena dormía y le sisó el móvil. Mientras regresaba a su dormitorio, se preguntó si habría nuevas fotos. Nerviosa, buscó. Pero no encontró nuevas fotos. Eran las mismas.
No le importó. Esas fotos la seguían calentando tanto que se corrió dos veces mirándolas. Acostada, boca abajo. La mano derecha frotando con fuerza su coño. La izquierda pellizcando sus pezones. Delante de sus ojos, el teléfono, y en su pantalla, la foto de la polla de Quin en la boca de Lorena. Juanita, en la cúspide del orgasmo imaginaba que era su boca la que chupaba la inmensa polla.
Devolvió el teléfono con el mismo sigilo con que lo había cogido.
+++++
Juanita empezó a cogerle el teléfono a Lorena con asiduidad. Por lo menos tres veces en semana. Deseando ver nuevas fotos. Masturbándose como loca mirando las conocidas. Deseando ser ella la protagonista.
Hasta que una noche...
Se había corrido tres veces mirando las mismas fotos. Después, como siempre, fue al cuarto de Lorena a devolver el teléfono. Entró en la habitación. Estaba ya cerca de la mesilla de noche cuando la luz se encendió.
-¿Mamá?
-Ho...Hola...Lorena.
-¿Qué pasa?
-Nada... Es que.... hablabas en sueños. Vine a ver si estabas bien.
Lorena aún adormilada, vio que su madre escondía algo. Y que estaba nerviosa.
-¿Qué pasa? ¿Qué llevas ahí?
-No es nada.
Su hija se incorporó en la cama. Miró alrededor. Y no vio su teléfono. Siempre lo dejaba en el mismo sitio.
-¿Has cogido mi teléfono?
-Yo...
-¿Pero por qué? ¿Para qué?
Juanita había sido descubierta. Se sentía fatal, humillada. No había excusa para lo que había hecho. Con la mano temblorosa, le devolvió el teléfono a su hija. Lorena entonces comprendió.
-¿Lo cogiste pare mirar las fotos?
-Oh, Lorena...lo siento...lo siento.
-¡Mamá! ¿Por qué?
Juanita estaba al borde del llanto.
-No lo sé. No lo sé. Tenía curiosidad. Perdóname. No lo volveré a hacer. Oh, dios mío.
Se dio la vuelta y salió corriendo de la habitación de su hija. Se encerró en su cuarto y se echó a llorar sobre la almohada.
Lorena aún no había reaccionado. Su madre le había cogido el teléfono para mirar las fotos que se había hecho con Quin. Había invadido su intimidad. Recordó el día en que le presentó a Quin. Como después le había enseñado una foto de su polla. La cara que puso su madre. Le dijo que tenía más, pero que eran más íntimas.
Todo fue culpa de la copas de aquella noche. Las dos estaban desinhibidas. No fue culpa de ninguna de las dos. Pero una cosa era eso y otra muy distinta cogerle el teléfono a escondidas. Estaba enfadada. Muy enfadada.
Se levantó y se dirigió al cuarto de su madre. Se acercaba a la puerta cuando la oyó llorar. Entró sin llamar.
-¿Estás bien?
-Lorena... perdóname... lo siento tanto. Me siento tan avergonzada - dijo su madre con la cara llena de lágrimas.
Se acercó a la cama. Se sentó. Ver llorar a su madre le rompía el alma. Pero necesitaba saber por qué.
-¿Por qué lo hiciste, mamá?
-No sé. No sé. Me volví loca. Cuando me enseñaste la foto...aquel día...
-Sí. Recuerdo que te impresionó.
-No me la podía quitar de la cabeza. Y... no puedo decírtelo. Me da mucha vergüenza.
Lorena acercó una mano al cabello de su madre. Y la acarició.
-Dímelo mamá. No pasa nada.
-Es que...sentí cosas que hacía mucho que no sentía. Desde que...
-¿Murió papá?
-Sí. Algo se despertó en mí. Me... uf...me excité mucho. Creí que esa pate de mi vida quedó atrás, pero esa noche... regresó.
-¿Te masturbaste?
-Lorena... esto es muy difícil. Me da vergüenza hablar contigo de esto. No son cosas que una madre hable con su hija.
-Bueno, tampoco que una hija le enseñe a su madre la foto de la polla de su novio.
-No, eso tampoco.
-Y por eso me has cogido el teléfono. Para ver las fotos y... masturbarte.
Juanita enterró la cara en la almohada.
-Sí.
-Bueno, tampoco es tan grave. Es como cuando un chico le coge a su padre las revistas porno. Pero al revés.
Juanita miró a su hija. Sintió la necesidad de confesarlo todo.
-Lorena... No es la primera vez que cojo el teléfono. Han sido varias.
-¡Mamá!
-Lo siento, lo siento.
-Bueno, está bien. No pasa nada - dijo, sonriendo.
Juanita se tranquilizó un poco.
-¿Y qué te parecen las fotos?
-UF. Son... no sé. Muy explícitas, pero no las encuentro ofensivas. ¿Por qué las hiciste?
-Es algo que nunca había hecho antes. Tenía ganas de verme, ya sabes, con esa enorme...
-Polla.
-Jajaja. Si. Con esa enorme polla. Me gustaron y no las borré. ¿Sabes? Yo una vez también me masturbé mirándolas.
-¿En serio? Pero si la tienes al natural.
-Fue una vez que Quin estuvo unos días fuera. ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Claro.
-Hace ya cuatro años de lo de papá. ¿No echabas de menos el sexo?
-Hasta lo de la foto, no.
-¿Y ahora?
-Mucho.
-Aún eres joven. Podrías rehacer tu vida.
-Quita, quita. Ahora estoy muy bien como estoy. No quiero liarme con un hombre.
-Mujer, no te digo que te cases. Sólo que tengas...amigos - le dijo guiñándole un ojo.
-¡Lorena!
-Jajaja. ¿Qué? ¿Qué hay de malo en echar un polvete de vez en cuando?
-Uf, no sé. Tu padre ha sido mi único hombre. Además, no sé si a estas alturas estoy yo para atraer a nadie.
-Pues Quin me dijo que estás muy bien, que como era que no tenías pareja.
Juanita se quedó sorprendida.
-¿Eso te dijo?
-Sip.
-¡Coño!
-Jajaja. Aún eres joven, mamá. Seguro que hay fuera hay muchos hombres maduritos de buen ver que estarían encantados de salir contigo.
-¿Tú crees?
-Claro que sí. Y más de un jovencito también.
Las dos mujeres se miraron, con cara seria. Lorena levantó las cejas dos veces, en rápido movimiento y las dos estallaron en una sonora carcajada.
-Bueno, mamá. Me voy a dormir. Hasta mañana
-¿Me perdonas por lo del teléfono?
-Claro, tonta. No pasa nada. Chao.
-Hasta mañana, mi amor.
Juanita se quitó un gran peso de encima. No se sentía bien entrando a hurtadillas en la habitación de su hija para cogerle el teléfono. Sin embargo, eso significaba que ya no volvería a ver la enorme barra negra.
Tendría que usar a partir de ese día su imaginación.
Lorena volvió a su cuarto. Vio el teléfono sobre la mesilla. Lo cogió y buscó las fotos. Hacía tiempo que no las miraba.
La foto de la polla de Quin. Ella agarrándola. Chupándola. Entonces se dio cuenta de que su madre las había visto. Que su madre la había visto chupándole la polla a Quin. Que había visto como se corría en su cara.
Lejos de hacerla sentir pudor, lo que sintió fue excitación. Se supone que una madre no debe ver a su hija teniendo sexo. Su madre no sólo la había visto, sino que se había masturbado mirándola.
Lorena se puso muy cachonda. Se llevó una mano entre las piernas, por dentro de las bragas y mirando las fotos se masturbó hasta correrse, apretando los dientes, luchando por no gritar.
+++++
Pasaron unos cuantos días. Juanita no volvió a sisarle el teléfono a su hija, pero por las noches, todas las noches, tenía que acariciarse hasta estallar, rememorando las fotos.
Quin iba muy a menudo a buscar a Lorena. Juanita sentía como el coño se le mojaba cada vez que lo veía. Y no hacía más que echarle furtivas miradas a su entrepierna.
Una noche, Lorena estaba en el apartamento de Quin. Él estaba sentado en un sofá. Ella, desnuda, sentada encima de él, clavada en su polla. Quin la besaba mientras que con la mano izquierda le acariciaba las tetas y con los dedos de la derecha recorría la rajita de su culo. Cuando encontró su apretado ano, lo penetró con uno de sus largos dedos.
-Aggggggggggg, Quin... No sé a quien quiero más. Si a ti o a tu polla.
Lorena no se movía. Le bastaba estar así, sintiéndose llena de dura polla. Completamente llena. Al borde del orgasmo, si Quin empezaba a mover el dedo que tenía enterrado en su culito, se correría. Él lo sabía. Empezó a follarla con el dedo y sintió como Lorena se tensaba, como su estrecho coño tenía espasmos alrededor de su polla y como ella resoplaba en su boca.
Después e correrse, Lorena abrió lentamente los párpados y miró los blancos ojos de su novio. Seguía muy caliente.
Recordó de repente lo que había pasado con su madre y el teléfono. Sabía que ella no lo había vuelto a coger. Sin saber por qué, a su mente le vino la imagen de su madre mirando las fotos mientras que con una mano se frotaba el coño hasta correrse.
¿Cómo lo haría ahora que ya no miraba las fotos del teléfono? ¿Se seguiría masturbando? Le había dicho que desde que vio la foto de la polla su deseo sexual había regresado. Y ella le había quitado de golpe la fuente de su deseo.
Miró a Quin con ojos sensuales y le dijo.
-Mi amor. ¿Quieres sacarme más fotos?
Notó como la polla de Quin tenía un pequeño espasmo dentro de ella. La otra vez él se había excitado mucho al hacerlas, y parecía que la idea de tomar más le gustaba.
+++++
Sobre las dos de la madrugada, Lorena llegó a su casa. Todo estaba oscuro. Su madre debía ya de estar durmiendo. Pero las madres nunca se duermen hasta que no oyen como sus 'pollitos' llegan a casa.
Se acercó a la entornada puerta del dormitorio materno y tocó.
-¿Estás despierta?
-Sí, mi vida. ¿Pasa algo? - preguntó, algo preocupada.
Lorena abrió la puerta y entró. Juanita encendió la lamparilla de la mesa.
-No, no, tranquila. Todo está bien.
El corazón de Lorena latía con fuerza. Se acercó a la cama de su madre y le dio el teléfono.
-Toma mamá. Hay fotos nuevas. Míralas si quieres.
Los ojos de Juanita se abrieron como platos. El corazón también se le aceleró, pero no se movió. Estaba petrificada. Se quedó casi sin respirad mientras Lorena dejaba el teléfono sobre su regazo.
-Bueno, que las disfrutes.
Aún sin reaccionar, vio como Lorena se daba la vuelta, salía de su habitación y cerraba la puerta. En ese momento, sus pulmones volvieron a coger aire.
Tenía las mejillas acaloradas. Miró hacia la colcha, en donde descansaba el teléfono. Con dedos temblorosos lo cogió.
¿Debía ver las fotos? Eran cosas íntimas de su hija. Pero había sido Lorena misma la que le dio el teléfono. Tenía su permiso. Era como si en ese momento tuviera tres corazones. Uno latía en su pecho. Otro en sus sienes. Y otro más latía en su coño. Lo sentía palpitar, mojándose cada vez más. Los pezones duros como puntas de diamante.
Con el dedo pulgar le dio al icono de las fotos. De allí, abrió la carpeta llamada Quin.
La primera foto que apareció era la ya conocida de la polla. Empezó a pasarlas una a una. Llegó a la última de las ya conocidas. La siguiente sería una foto nueva. Anhelante, deslizó el dedo por la pantalla. Y al ver la foto, se mordió el labio inferior.
Lorena estaba arrodillada entre las piernas de Quin, que estaba sentado en lo que parecía un sofá. Tenía agarrada la enorme polla por la base. La polla brillaba, parecía como mojada. Lorena sonreía a la cámara. Le sonreía a ella. Y estaba desnuda. Juanita metió una mano por debajo de las sábanas y la llevó directamente a su empapado coño. Pasó a la siguiente foto.
-Ummmmm Joder...Joder... que polla
Lorena, mirando a la cámara, tenía los labios alrededor de la gorda cabezota de la verga de Quin. Las siguientes fotos mostraban como Lorena se metía cada vez más la polla. Era impresionante verla con la boca abierta al máximo, un buen pedazo dentro de la boca y fuera aún más polla.
La siguiente foto hizo que Juanita se corriera intensamente, mojando sus dedos y sus bragas, apretando el teléfono con los dedos. Lorena se había puesto la polla entre las tetas, como haciéndole una paja cuba. Lo más impresionante de la foto es que sin agachar la cabeza, Lorena estaba lamiendo la punta de la polla.
Fue un orgasmo largo y placentero, que la hizo estremecerse sobre la cama sin dejar de mirar la pantalla.
Respiró hondo unos segundos, recuperándose de la soberbia corrida que acababa de tener. Al pasar a la siguiente foto, la excitación le volvió de golpe.
Lorena se había acostado boca arriba en el sofá. Tenía las piernas abiertas. Juanita se fijó en el coño de su hija. Lo tenías completamente depilado. Se veía húmedo, mojado, brillante, con los labios abiertos.
El corazón de Juanita latió aún más fuerte de lo que la hacía. ¿Se la iba a follar? ¿Le iba a meter esa polla imposible en aquel coñito tan pequeño?
El dedo le temblaba de ansiedad cuando lo deslizó sobre la pantalla. La imagen mostró a Lorena agarrando la polla y acercándola a su coño. Otro movimiento del dedo mostró la punta de la polla rozando los labios vaginales de Lorena
La foto que seguía mostraba ya la polla entrando en el coño, que se veía abierto, como estaba la boca cuando se la mamaba.
-Agggggggggggg se...le está...metien...do.
Juanita estaba otra vez al borde del orgasmo. Pasó foto tras foto. En cada una se veía menos polla, por lo que en cada foto Su hija tenía el coño más lleno.
Cuando vio al pasar el dedo una foto que mostraba la cara de Lorena con los ojos cerrados, los dientes apretados y los músculos tensos, Juanita notó que llegaba al punto sin retorno. Y así, mirando una foto de su hija corriéndose mientras Quin le metía la polla en el coño, Juanita estalló.
La espalda se le separó del colchón. No pudo retener el teléfono en la mano, ni dejar los ojos abiertos. Con los dientes apretados, como Lorena en la foto, se corrió.
-Aggggg aggggg dios...mío...agggggggggg
Estuvo más de un minuto sin moverse, respirando por la boca a grandes bocanadas. Pero quería ver más. Necesitaba ver más. Cogió el teléfono y pasó más fotos.
Vio como la polla salía del coño brillante, llena de los jugos de Lorena. Había toda una serie de imágenes con la polla a distintas profundidades. Se dio cuenta de que nunca se la metía del todo. Siempre quedaba un trozo fuera.
-Uf... no le cabe toda. Seguro que la punta choca contra su útero.
Frotándose el clítoris, empezó a pasar las imágenes despacito. Disfrutando de cada una.
Se mordió con fuerza el labio inferior cuando en la pantalla del teléfono apareció la polla fuera del coño. De la punta salía un hilillo de semen que colgaba hasta el coño de Lorena, que aparecía abierto. Quin se había corrido dentro.
El tercer orgasmo, el más intenso, el más arrollador lo obtuvo con la última foto. Era un primer plano del coño de Lorena. Ésta se lo abría con los dedos y se veía una gran cantidad de semen saliendo, bajando por la raja del culo hasta el sofá.
Juanita quedó agotada de tanto placer. Descansó unos minutos y se levantó a devolverle el teléfono a su hija.
La puerta estaba entornada. La luz apagada. Con la luz del pasillo entró en la habitación, sin hacer ruido. Se acercó a la mesilla de noche y dejó el teléfono sobre ella. Se dio la vuelta y se dirigió a la puerta.
-¿Te han gustado, mami?
-Oh, creí que dormías.
-No. Quería saber que te parecieron las fotos.
En la semioscuridad no se veían las caras. Lorena no pudo ver lo sonrojada que estaba su madre. Juanita, al no tener que mirar a su hija a los ojos, dijo.
-Sí, me han...gustado.
-¿No las encontraste muy fuertes?
-Oh, no... no. Están bien.
-¿Te....? Ya sabes.
-Sí.
-¿Te corriste?
Juanita estaba totalmente sonrojada, pero Lorena no lo podía ver.
-Uf, cariño. Tres veces.
Juanita tampoco vio la sonrisa en la cara de Lorena. Ni como la sábana se movía al ritmo con el que su mano acariciaba su coño. Su madre se había corrido tres veces mirando como Quin se la follaba.
-Me alegro, mami.
-Buenas noches mi vida.
-Hasta mañana.
Antes de que Juanita llegara de vuelta a su cama, Lorena se había corrido, enterrando la cara contra la almohada para no gritar.
+++++
Al día siguiente las dos actuaron como si nada hubiese pasado. Antes de irse, Lorena le dijo.
-Ah, mamá, se me olvidaba. He pasado las fotos al ordenador. Están en una carpeta del escritorio. Chao.
Juanita no pudo ni hablar. En cuanto Lorena se fue salió corriendo hasta donde tenían el ordenador. Estaba encendido y vio la carpeta.
Si la enorme polla de Quin resultaba espectacular en la pantalla del teléfono, verla en monitor de 21 pulgadas del ordenador era apoteósico. Las puso en pase de diapositivas, haciéndolas pasar automáticamente cada pocos segundos. Así tenía las dos manos libres.
Una para su coño. La otra, para sus pezones. Los orgasmos de esa mañana fueron maravillosos.
Juanita estaba feliz. No sólo ya no tenía que cogerle el teléfono a su hija, sino que podría ver las fotos cuando quisiera. Bien grandes y en todo su esplendor.
Ese medio día, durante la comida, Lorena estaba nerviosa. Quería preguntarle algo a su madre, pero no se atrevía. No sabía como se lo tomaría. Respiró hondo y se lo preguntó.
-Mamá... ¿Quieres que me haga más fotos?
Juanita la miró. Claro que quería más fotos. Quería pedírselo a Lorena, pero no encontraba las palabras. ¿Cómo le pide una madre a su hija que se haga fotos follando con su novio para después dejárselas para que se masturbara mirándolas? Pero fue Lorena la que le dio pie.
-Bueno. Si tú quieres. No me gustaría que te molestases conmigo.
-No me molesta, mamá. Las hago encantada. Se ve que te gustan mucho y que... te estimulan.
-Uf, sí - contestó Juanita, ruborizándose levemente.
Lorena no le dijo a su madre que la idea de que la viera la excitaba mucho. Que saber que su madre miraría las fotos y se masturbaría la tenía muy cachonda.
-Pues vale. Esta tarde he quedado con Quin.
Madre e hija se miraron unos segundos.
"Ummmm" - pensó Juanita, sintiendo como su coño se empezaba a mojar - "Esta tarde van a follar otra vez y Lorena se sacará más fotos".
Sobre las seis de la tarde estaban las dos en el salón y sonó el timbre. Lorena se levantó corriendo.
-Debe de ser Quin.
Fue abrir la puerta y ni esperó a que entrara. Se le tiró en brazos y lo besó con pasión.
-Hola mi amor. Que ganas tenía de que llegaras.
-Hola preciosa. Vaya recibimiento.
Allí mismo, en bajo el arco de la puerta de entrada, Lorena llevó una mano hacia la polla de Quin y empezó a acariciarla.
-Uf, Lorena. ¿Qué te pasa? Estás muy caliente.
-Ummm, sí. Estoy desenado que me lleves a tu apartamento y me folles bien follada.
La polla de Quin se empezó a levantar, a ponerse dura.
-Será mejor que dejes de tocarme o tu madre va a notarlo
-Jajaja. Seguro que no. Ella...no se fija en esas cosas.
Lorena le cogió de la mano y lo llevó al salón.
-Mamá, es Quin
-Hola Quin
A pesar de tener la polla a medio levantar, tapándose con disimulo Quin se acercó hasta donde estaba Juanita para darle, como siempre, dos besos. Dos besos que la hicieron estremecer. Y se volvió a estremecer cuando echó una fugaz mirada hacia la polla de Quin.
"Uf, la tiene dura".
Lorena se dio cuenta de que su madre había mirado hacia la polla de Quin.
-¿Nos vamos, mi amor? - dijo él, deseando irse lo antes posible.
-Vale. Adiós mamá.
-Adiós, pareja. Pasadlo bien.
Lorena miró a su madre a los ojos.
-Es espero. Chao.
Durante el trayecto hacia la casa de Quin Lorena no dejó de sobarle la polla sobre el pantalón. Quiso sacársela, pero él no la dejó.
-¿Estás loca? Hay mucho tráfico y lo mío no se puede esconder muy fácilmente.
-Jajaja. Pues que se chinchen.
-Espera a llegar a casa y será toda tuya.
-Ummmm. ¿Toda para mí?
-Toda.
-Acelera.
+++++
Juanita no pudo dormirse. Se acostó pero no hacía más que agudizar el oído, esperando oír el ascensor y luego la puerta. Esperando que Lorena le trajese nuevas fotos.
Sobre la una de la madrugada, lo oyó. Y el corazón se le aceleró. Estaba ansiosa, pero no quería que Lorena la viese así, por lo que se dio la vuelta como si estuviese dormida.
Oyó la puerta abrirse. Después, cerrarse. Luces encenderse. Pasos acercarse. Golpes en su puerta.
-¿Mamá?
-Sí, pasa querida. ¿Lo habéis pasada bien?
-Muy bien, mamá. Hemos dado una vuelta, hemos cenado...
-Ah, bien. Me alegro, tesoro.
"¿Y Fotos? ¿Me has traído fotos? Coño, no me tengas en ascuas"
-Y...hemos follado.
Se miraron a los ojos. Una queriendo preguntar si había sacado fotos. La otra, deseando que se lo preguntara. La primara en hablar fue Lorena.
-No he sacado fotos.
La cara de Juanita fue todo un poema. Intentó que no se le notara, pero no pudo evitar que la más profunda decepción se reflejase en su rostro.
-No importa. No pasa nada.
-No saqué fotos, mamá. Saqué... videos.
-¿Vídeos? - dijo Juanita abriendo los ojos como platos.
-¿Quieres verlos?
-Sí - respondió rápida como un rayo.
-Pero en el ordenador. Se verán mejor.
Juanita siguió a su hija por el pasillo. Para cuando llegaron al ordenador, su coño ya era un mar de jugos.
Lorena encendió el aparato y conectó el teléfono con su cable. Seguidamente traspasó los videos a la carpeta del escritorio en donde estaban las fotos. Se levantó y le cedió la silla a su madre.
Juanita esperaba que Lorena se fuera y la dejara sola, pero en vez de eso cogió otra silla y se sentó a su lado.
-Venga mamá. Dale al primero.
Juanita tenía más ganas de verlo que vergüenza por hacerlo con Lorena delante. Hizo doble clic en el primero.
A toda pantalla y con una nitidez asombrosa, apareció la imagen de Lorena sonriendo, mirando a la pantalla mientras le sobaba la polla por encima del pantalón a Quin
-Ummm, mi amor. ¡Qué dura tienes la polla!
-La tengo dura desde que me la sobaste en casa de tu madre. Espero que no se diera cuenta.
-Sí se dio cuenta. Vi como te la miraba con disimulo.
Juanita miró a Lorena. Su hija se limitó a sonreír. Volvió a mirar a la pantalla
-Uf, ¿Qué habrá pensado tu madre?
-Seguro que se le mojó el coño imaginando que había debajo del pantalón.
-¿Tú crees?
-Sí. Es mi madre, pero es una mujer. Y hace mucho que no cata una buena polla. Y menos como la tuya.
Lorena miraba de reojo a su madre, esperando ver alguna reacción negativa. Pero tenía los ojos fijos en el video.
-Si no me la sacas ya me vas hacer correr en los pantalones, mi amor. Me has puesto muy cachondo.
-¿Sí? ¿Yo i la idea de que mi madre te mirara la polla?
-Las dos cosas
La Lorena del video sonrió. Juanita s estremeció de pies a cabeza. Juntó las piernas y se las frotó con disimulo. Si Lorena no estuviera allí ya tendría las piernas abiertas y los dedos clavados en su coño.
Se volvió a estremecer cuando vio y oyó como Lorena le bajaba la bragueta a Quin para seguidamente, con destreza, sacarle la polla.
-Uf...Lorena...aún me parece más grande así.- dijo Juanita.
Mirando fijamente a la cámara, Lorena se agachó un poco y empezó a lamer la punta de la polla, dejándola brillante. Quin le acariciaba el cabello
-Ummm, Lorena, que boquita tienes- gimió Quin
Las dos mujeres se quedaron mirando como en el video Lorena le hacía una lenta y sensual mamada a Quin. Se la chupaba, se la lamía. Se pasaba la polla por la cara, mirando siempre a la cámara. Se oían los sonidos de rechupeteo y los gemidos del chico.
Lorena vio como su madre se frotaba los muslos.
-¿Estás cachonda, mami?
-Uf, mi vida. Mucho.
-Tócate el coñito. No me importa.
-No sé...me da cosa.
-Venga mujer. Que ya somos mayorcitas.
Juanita estaba demasiado caliente. O se tocaba o se moría. Se le encendieron las mejillas, pero llevó su mano derecha debajo de su camisón y la metió por debajo de las bragas. Gimió cuando se pasó los dedos a lo largo de su babosita raja.
-Aggggg... que rico...
-¿Ves? ¿Mejor así, no?
-Si...
-Aggggg, sí, mejor...ummmmm
Lorena se giró. Lorena también se estaba tocando el coño.
-Yo también estoy cachonda, mamá.
Las dos mujeres volvieron a mirar a la pantalla. Lorena seguía chupándole la polla a Quin, que cada vez gemía más.
-Ummm, así, mi amor...sigue chupándome la polla y te daré tu premio.
-¿Mi premio? - preguntó Lorena, mimosa.
-Sí, tu premio. Leche calentita y espesa.
-Ummmm, lechita rica. Me encanta tu leche, Quin. Pero...
-¿Pero qué?
-Hoy quiero otra cosa.
El video se paró. Juanita se quedó como se quedaría un niño al que se le escapa su globo.
-¿No hay más?
-Sí, hay más.
Lorena usó la mano izquierda para poner el siguiente video. La derecha no la separó de su coño.
Ahora era Lorena la que sostenía el teléfono. Estaba sentada en un sofá, desnuda, con las piernas abiertas. Arrodillado, entra ellas, Quin.
-¿Quieres que el negrito te coma el coño?
-Sí sí sí, negrito. Cómele el coño a la amita blanca.
Quin sacó la lengua y la mostró a la cámara.
-Joder. ¡Pero si también tiene una lengua larga! - exclamó Juanita.
-Sí mami. Y no veas que bien la usa.
Juanita miró con la boca medio abierta como Quin acercaba su boca al rasurado coño de su hija. Se la empezó a lamer. Los gemidos de placer de Lorena la excitaron.
-Agggg, mi vida...qué bien me comes el coño... Nadie me lo hace como tú.
-Me encanta como sabe. Estás tan rica.
Juanita recordó el placer que sentía cuando su marido se lo hacía. Su lengua, sus dedos. Todo. Se preguntó cómo sería con una lengua como la de Quin.
En la pantalla, Quin tenía la boca pegada al coño. Lorena se movía y gemía cada vez más fuerte.
-Mira mamá. Ahí tiene toda la lengua dentro de mi coño, y la mete y saca como si fuera una polla. Me hizo correr enseguida.
Juanita clavó los ojos en la pantalla. Su hija se tensó y apretó la cabeza de Quin contra su coño. Juanita estaba viendo como su hija se corría. Y se corrió con ella.
Lorena le llenó la boca a Quin con sus jugos y Juanita sus dedos con los suyos. Se oían los gemidos de las dos.
Quin levantó la cara. Juanita la vio brillante, llena de la corrida de Lorena. No dejó de frotarse el coño.
-Fóllame ya, mi amor. Méteme esa enorme polla tuya y sácamela por la boca.
Quin se incorporó. Lorena vio que también estaba desnudo. Se maravilló de su cuerpo. Fibroso, musculado. Era un Adonis de ébano. Sus ojos se quedaron fijos en la polla, que Quin se agarró con una mano y la acercó al coño de Lorena.
El video terminó.
-¿Qué? ¿Cómo lo cortaste ahí? - preguntó Juanita
-Jajaja, mamá. Tranquila. Dale al siguiente.
Juanita usó la mano con que se acariciaba el coño. El botón del ratón quedó mojado.
Quin sostenía el teléfono y lo enfocaba hacia el coño de Lorena. La polla estaba a escasos centímetros de la entrada.
-Mira como me la mete, mamá. Mira como me clava su pollón en el coño
Fue como a cámara lenta. La polla se fue acercando, se frotó un poco por la rajita y enseguida encontró el camino. Y centímetro a centímetro fue entrando en el coño. Hasta que se paró cuando quedaban fuera sus buenos cinco centímetros.
-Uf, mamá. Me llegó al fondo. Hizo tope con el fondo de mi coño.
-Ummm, Lorena.... ¿Qué se siente al tener todo el coño así, lleno de polla?
-Ummm, mamá. Es algo maravilloso. Tienes que probarlo.
-Ya me gustaría. Pero no tengo un novio con una polla como esa.
-¿Sí? ¿Te gustaría tener una polla como esa dentro de ti?
-Agggg, Lorena... no seas mala...
-Dímelo mamá. ¿Te gustaría?
-Sí... Lo deseo... Oh, Lorena...
-Mira la pantalla mamá. Mira como Quin me folla. Imagina que no soy yo. Que eres tú.
-Ummm...Lorena...
En la pantalla Quin se estaba follando a Lorena bien fuerte, entrando y saliendo de ella cada vez más rápido. Ella gemía y se contorsionaba de placer.
El video terminó.
-Aggg, Lorena...pon otro, por dios. Pon otro.
Lorena se acercó a su madre. Y le susurró al oído.
-Umm, mamá. El siguiente es el último En él se ve como Quin se corre dentro de mi coño. ¿Quieres hacerte una pajita mientras miras como a tu hija le llena el coño a rebosar el negrito?
Juanita no contestó. Movió la cabeza arriba y abajo varias veces, muy rápido. Estaba al borde del orgasmo. Lorena abrió el video.
Quin estaba sentado en el sofá. Lorena, sentada sobre él, pero dándole la espalda. El teléfono debía de estar en una mesa delante de ellos. Quin tenía sus manos agarrando las tetas de Lorena, pellizcando sus pezones. Ella tenía la cabeza girada hacia él y se besaban, se chupaban las lenguas.
Lo que Juanita miraba era la polla, clavada dentro del coño. Lorena subía y bajaba, haciendo que la enorme verga entrara y saliera de su coño.
La habitación se llenó de los gemidos de Lorena y Quin en el video, y de Juanita en la habitación.
-Mira su polla, mamá. Mira lo mojada que sale de mi coño.
-Sí, se ve que estabas muy cachonda.
-Mucho mama. Como ahora - le dijo, casi rozando sus mejillas con sus labios.
Juanita sabía que no tardaría en correrse otra vez. Y que iba a ser un intenso orgasmo.
-Mira, ahora es cuando Quin se va a correr. Mira su polla. Mira como se hincha y tiene espasmo. Cada espasmo en un inmenso chorro de leche que se estrella contra el fondo de mi coño. Me corrí con él.
La Lorena del video gritó y se quedó quieta, tensa, con la polla casi toda enterrada dentro de ella. Entonces, como había dicho Lorena, la polla de Quin empezó a tener espasmos. Fueron como siete y ocho.
Al cuarto Juanita no pudo más y se corrió. No fue consciente de que Lorena, a su lado, también se estaba corriendo. Ahora, los cuatro gemían de placer.
Los ojos de Juanita, casi cerrados por el orgasmo, se abrieron otra vez cuando vio como del coño de Lorena empezó a salir semen. Lorena se había levantado un poco, teniendo sólo media polla dentro. Y por cada lado salía un reguero de leche, que bajaba por la polla hasta el pubis de Quin.
-Ummm, me llenó toda, mamá. Creo que nunca se había corrido así. Creo que le calentó saber que le miraste la polla.
-¿Tú crees?
-Creo que sí.
Lorena se levantó un poco hasta sacarse la polla del coño. Ahora, sin 'tapón', Juanita se quedó mirando como del abierto coño de su hija empezó a manar una impresionante cantidad de semen.
-Madre del amor hermoso. Podría preñar a mil mujeres con toda esa leche - dijo.
-Jajaja. Sí.
En la pantalla, Lorena y Quin se besaban tiernamente, con amor. Al minuto, Lorena se levantó y se acercó al teléfono. El video terminó.
-¿Te ha gustado?
-Lorena, mucho. No lo dejes escapar nunca. No creo que encuentres nunca a otro hombre como ese.
-Jajaja. No te preocupes, que no tengo intención de dejarlo escapar.
-Oye, Lorena...esto.... Gracias.
-¿Por qué?
-Por dejarme ver los videos. Y las fotos.
-No hay de qué, mamá. Además...
-¿Además?
-No sé, pero...la verdad es que me excita que los veas. Me excita mirar a la cámara del teléfono sabiendo que después vas a mirar lo que grabe. ¿Te parece raro?
-Pues... no sé. No menos raro que una madre se corra mirando como se follan a su hija.
-Jajaja. Tienes razón. Somos tal para cual.
-Jajaja. Bueno, pues me voy a dormir. Que estoy agotadita.
-Yo también. Hasta mañana, mamá.
-Hasta mañana, tesoro.
+++++
Un par de días después, cuando Quin vino a recoger a Lorena, se fijó. Y sorprendió a Juanita mirándole el paquete un par de veces.
En una de ellas, sus miradas se encontraron. Las mejillas de de Juanita se enrojecieron.
-Esto... ¿Queréis algo de la cocina? - preguntó Juanita levantándose, huyendo.
-No, gracias, Juanita.
-Yo tampoco, mamá.
Cuando salió del salón, Quin se aceró a Lorena.
-Tu madre me ha estado mirando la polla.
-Jajaja. No me extraña. La pobre va muy necesitada.
-Coño, que se busque un novio. Aún está bastante buena.
Lorena llevó su mano hacia la polla y la empezó a acariciar
-¿Sí? ¿Así que te gusta mi madre, eh?
-Sólo digo que podría encontrar sin problemas a un... amigo
-Ummmm, pues tu 'amigo' - dijo Lorena, apretándole la polla - se está poniendo muy duro.
-Sí, será mejor que dejes de tocarlo o cuando tu madre vuelva se llevará un susto.
-Vete a la cocina y pídele un vaso de agua.
-¿Estás loca? No puedo ir así.
-¿Por qué no?
-Porque tengo la polla dura.
-¿Y?
-¿Cómo que y? ¿Qué te pasa, Lorena? Últimamente estás muy salida.
Cuando oyeron los pasos acercarse, Quin le quitó la mano a Lorena de su polla. Juanita volvió a sentarse, luchando por no mirar.
Lorena estaba cachonda, muy caliente. Deseaba irse a la casa de Quin para que se la follara bien follada y hacer unos buenos videos, pare después verlos con su madre. Esa idea la calentaba. La mirada de su madre mientras miraba la pantalla, el deseo en sus ojos.
-¿Y si en vez de fotos y vídeo la mirase en vivo? ¿Y si su madre la mirase mientras Quin se la follaba? Juntó las piernas y se las frotó. Los pezones se le marcaban en la camisa. Las pupilas las tenía dilatadas.
Juanita volvió y sentó en un sofá frente a los chicos. Luchó por no mirar hacia le entrepierna de Quin.
-Oye mamá.
-Dime tesoro.
-Quin tiene un problema. ¿Te importa si lo soluciono aquí mismo?
Quin la miró, extrañado. No tenía ningún problema, que él supiese.
-¿Problema? ¿Qué problema? - preguntó Juanita, preocupada.
-Pues...que tiene la polla dura.
Quin dio un respingo en el asiento. Juanita se quedó sin habla. Los dos miraron a Lorena como si estuviera loca.
Ninguno reaccionó cuando Lorena llevó una mano hacia el pantalón y empezó a sobarle el bulto.
-¿Ves mamá? Le tiene dura. Seguro que le molesta ahí encerrada. ¿Te importa si se la saco para que le dé el aire?
-¡Lorena! ¿Pero qué haces? ¿Te has vuelto completamente loca? - preguntó el asombrado Quin
Y más se asombró cuando Juanita, roja como un tomate, dijo:
-No, sácasela, sácasela.
A Quin todo aquello le pareció irreal, surrealista, pero la polla se le puso aún más dura. Se quedó quieto mientras Lorena le bajaba la bragueta, metía la mano dentro y le sacaba la polla.
-¿Ves? Así está mejor, más libre - dijo Lorena empezando a mover la mano arriba y abajo.
Quin miró hacia la madre de Lorena. Juanita tenía clavado los ojos en su polla. Y se mordía el labio inferior, con fuerza.
-¿Has visto la polla que tiene mi novio, mamá?
-Uf, sí. Es...enorme.
-Ummm, sí. Y está muy dura. A que es bonita.
-Es... preciosa.
-Quin, mi amor. A mi madre le gusta tu polla.
Juanita vio como Lorena le susurraba algo al oído a Quin. El negó con la cabeza, pero Lorena insistió. Entonces, Quin, dirigiéndose a Juanita, le preguntó.
-¿Te gusta mi polla, Juanita?
-Quin...yo....uf...sí...es una polla....preciosa.
Lorena aceleró el ritmo de la paja. Quin empezó a gemir.
-Mami, ven aquí. Siéntate al lado de Quin. Así la verás mejor.
-¿Puedo? No quisiera que Quin se molestara.
-¿Te importa mi amor? ¿Te importa que mi madre se siente a tu lado para poder ver tu polla de más cerca?
Aquella situación imposible y cargada de morbo le estaba empezando a gustar a Quin.
-No, claro que no me molesta. Acércate, Juanita.
Se levantó y se acercó. Con cuidado, se sentó a la derecha de Quin. Él quedó en el medio, con Lorena al otro lado. Juanita tenía ahora el enorme pollón a menos de un metro de ella. La mano de Lorena subía y bajaba.
-Quin... ¿Dejas que mi madre te toque la polla para que vea lo dura que está?
Quin miró a Juanita. Ella le miró con ojos implorantes. Parecían pedir a gritos su permiso.
-Puedes tocarla, Juanita.
No se lo tuvo que repetir otra vez. Juanita llevó su mano hasta la polla y la agarró. No la abarcó con los.
-Uf, es verdad. Está muy dura. Y caliente.
Por instinto, Juanita empezó a mover su mano al ritmo con que Lorena lo hacía. Quin estaba recibiendo una estupenda paja a dos manos.
Juanita miraba la polla y se mordía el labio inferior. Lorena miraba a su madre. Y Quin, encantado, las miraba a las dos.
Lorena la soltó, pero Juanita no. Siguió con la paja. No quería soltar esa polla jamás. Su hija se bajó del sofá y se arrodilló entre las piernas de Quin.
-No dejes de tocarle la polla. Se la voy a mamar.
El placer de ver como Lorena le chupaba la polla mientras su madre le hacía una paja era tan intenso que los ojos se le cerraban, pero luchaba por mantenerlos abiertos. No quería perderse detalle.
-Aggggg, chicas...que placer...me vais a matar.
La boca de Lorena chupaba y sorbía la punta de la tremenda polla mientras al tiempo que su madre subía y bajaba a lo largo del duro tronco. Quin gemía cada vez más fuerte. Lorena miró a su madre. En sus ojos vio deseo. Se sacó la polla de la boca.
-¿Me ayudas mami? Vamos a vaciarle la polla entre las dos.
Juanita miró a Quin, volviendo a pedirle permiso.
-Toda tuya, Juanita.
Sin soltarla, Juanita se arrodilló junto a su hija.
-Ya verás que rica, mamá. Chúpala.
Juanita estuvo a punto de correrse cuando se metió la gorda cabezota de la polla en la boca. Volvió a sentir en su boca la suavidad de un glande. Lo recorrió con la lengua, mientras agarraba ahora la polla por la base, con las dos manos. Lorena lamía resto de la polla
Y Quin, con los ojos entornados, gozaba del espectáculo. Siempre había tenido, como la mayoría de los hombres, el deseo de tener a dos mujeres chupándole la polla a la vez. Ni en sus más locas fantasías imaginó nunca que serían madre e hija las que le dieran ese placer.
Se quedó mirando como Lorena subió hasta la punta de su polla y empezó a 'pelearse' con su madre por chupársela. Las dos lenguas lamían a la vez, se rozaban entre sí.
Una de esas veces, Lorena chupó la lengua de su madre. Juanita se giró hacia ella y Lorena la besó. Con la polla apoyada en sus mejillas, las dos mujeres empezaron a besarse.
Juanita se estremeció al sentir la boca de Lorena en la suya. Aquello eran tan prohibido, pero tan placentero y morboso. Hacía tanto tiempo que no la besaban así. Ella también buscó la lengua de Lorena.
Se miraron a los ojos. Y se sonrieron. En seguida continuaron con la mamada. A los poco segundos Quin se empezó a poner tenso, a gemir entrecortadamente.
Lorena notó en la base de la polla un fuerte espasmo, y casi inmediatamente, un borbotón de leche caliente se estrelló contra su mejilla y la de Lorena. Ésta, con rapidez, se metió la polla en la boca. La mano de Juanita contó dos espasmos más. Casa espasmo era un chorro de leche que la dura polla lanzó dentro de la boca de Lorena.
Con rapidez, antes del cuarto chorro, Lorena se sacó la polla de la boca y se la pasó a su madre. Se tragó el semen que tenía en la boca y dijo.
-Trágate su leche mamá. Verás que rica.
Apenas se metió la punta de la polla en la boca sintió un potente chorro estrellarse contra su paladar. Otro espasmo en su mano y otro chorro caliente contra su lengua.
Tragó. Sintió claramente el semen bajar por su garganta. Pero la poderosa polla seguía corriéndose. Tuvo que volver a tragar otra vez
Juanita no podía más. Un leve roce en su coño bastaría para hacerla correr
-Sigue chupándosela, mamá. Sigue mamándole la polla al negro - dijo Lorena al tiempo que metía su mano por debajo de la falda de su madre.
Juanita notó la mano de su hija acariciar sus muslos. El corazón le latió con más fuerza. La mano se acercaba lentamente a su coño.
"Dios mío...me va a tocar...me va a tocar el coño. Y si lo hace me correré. Me correré con los dedos de mi hija", pensó Juanita con la boca llena de polla.
Lorena se acercó a la boca de su madre. La besó al tiempo que le metía los dedos por debajo de la empapada braga y le recorría la raja del coño con dos de los dedos.
En el acto se le llenaron de jugos. Su madre cerró las piernas, atrapándole la mano y empezó a resoplar alrededor de la polla que tenía en la boca. Lorena miró como su madre se estaba corriendo.
Fue un orgasmo largo, intenso, agotador. Por la comisura de sus labios bajaron sendos regueros de saliva que bajaron por la larga barra de carne que era la polla de Quin.
Él, en una nube, con los ojos entornados, vio como Lorena lamía el semen que había en la cara de su madre, y como después, Juanita, hizo lo mismo con el que su novia tenía. Las miró besarse después largos segundos.
Juanita no había soltado la polla desde que la agarró. Lorena se levantó y se sentó al lado de Quin. Lo besó con pasión.
-¿Te ha gustado, mi amor?
-Uf, Lorena. Ha sido lo más caliente que me ha pasado en la vida.
Los dos miraron a Juanita, que miraba a la polla, embelesada.
-Parece que a mi madre le vuelve loca tu polla.
Juanita los miró. Y se ruborizó ligeramente. Pero no soltó su presa.
-Quin, hace más de cuatro años que a mi madre no le meten una buena polla, y la tuya está claro que le gusta. ¿Te quieres follar a mi madre?
Juanita dejó de acariciar la polla. Dejó de respirar. Si Quin decía que no, le daría algo.
-Si ella quiere... dijo Quin.
-¿Quieres mamá? ¿Quieres que mi novio te meta su enorme polla en el coño?
-Sí por favor... sí...
-Ya la has oído, Quin. Fóllate a mi madre.
Juanita por fin soltó la polla. Se levantó y se quitó las bragas. Nada más. Estaba demasiado caliente, demasiado ansiosa. Lorena se levantó del sofá y ella se tumbó boca arriba. Abrió las piernas, descubriendo su frondoso coño, abierto de deseo, mojado, empapado.
Quin no se quitó tampoco nada. Con la polla saliendo por su bragueta, se puso encima de Juanita, guió la polla hasta el coño y empezó a metérsela.
-Aggggggggggg - gimió Juanita al sentir las paredes de su coño abrirse al pasa de la dura verga.
Centímetro a centímetro Quin se la fue clavando. El coño estaba cerradito, tras el poco uso. Fue una delicia meterle la polla. Y para su asombro, sintió como llegaba al fondo justo cuando la base de su miembro chocó contra el pubis de la mujer.
-Umm, Juanita, te he metido toda mi polla...completita.
Juanita se arqueó sobre el sofá, cerró los ojos y apretó los dientes. Se corrió como nunca, sintiéndose por primera vez llena, completamente llena, de polla.
Lorena empezó a masturbarse mirando como Quin se follaba a su madre. Empezó con movimientos lentos, que arrancaban gemidos a Juanita. Acercó la boca a la de ella y la beso. La poderosa y larga lengua de Quin se le metió en la boca y ella la chupó con pasión.
Quin aceleró sus embestidas. Le sacaba la polla hasta la mitad y se la volvía a clavar hasta el fondo. Juanita volvió a correrse.
-Aggggggggg dios...mío...no...pares....fóllame...follameeeeeee.
-Sí mi amor. Fóllate a mi madre. Enséñale lo que es ser follada por un negrazo como tú.
Quin se apoyó con las manos en el sofá, levantándose un poco. Y entonces empezó una follada salvaje, dura, intensa. Las tetas de Juanita, encerradas en el vestido y el sostén, se bamboleaban al ritmo de las embestidas.
Lorena vio en la cara de su madre una mueca de placer. Vio los nudillos de sus dedos blancos de tan apretadas que tenía las manos. Se estaba corriendo una vez más. No respiraba. Sólo cuando el orgasmo terminó el aire llenó sus pulmones y pudo gritar.
La frente de Quin se perló de sudor, pero no dejó de follarse intensamente a la madre de su novia. No disminuyó el ritmo hasta que la mujer se corrió por última vez. Fue tan intenso que se quedó unos instantes como ida, y después se quedó floja.
Quin, con cuidado, le sacó la polla. Brillante, llena de jugos. Lorena se la miró con ojos libidinosos.
Juanita estaba como en una nube. Poco a poco empezó a recobrar sus sentidos. Lo primero que sintió fue movimiento. Después, oyó gemidos.
Abrió los ojos y vio a Lorena sentada sobre Quin, cabalgándolo, besándolo, abrazándolo.
Sin decir nada, se quedó mirando a la joven pareja hacer el amor. Fue precioso, intenso. Lorena con los ojos cerrados se abrazaba a su amado, subiendo y bajando, enterrando y desenterrando su polla de su coño.
Esa polla que le acabada de dar el mayor placer de su vida. Y todo gracias su hija, que había compartido con ella a su hombre.
Vio como juntos llegaban al orgasmo. Y como después estuvieron largos minutos besándose con ternura.
Después, Lorena se bajó de Quin y se sentó a su lado. Juanita también se incorporó. Madre e hija se miraron. Acercaron sus bocas y se besaron. Un beso suave, tierno.
Cuando sus bocas se separaron, Lorena vio que los ojos de su madre estaban llenos de lágrimas. Se los secó con los pulgares.
-¿Qué pasa, mamá?
-Nada, hija. Que soy feliz. Inmensamente feliz.
Quin se levantó. Se había guardado la polla.
-No sé vosotras. Pero yo me muero de hambre. Las invito a cenar.
-Oh, gracias Quin, de corazón. Pero no. No debo. Sal con Lorena, tenéis que tener intimidad.
-¿Seguro mamá? No me importa que nos acompañes.
-Seguro. Salid, pasadlo bien.
Los fue a despedir a la puerta. Se estremeció cuando Quin la despidió con un beso en los labios. Cerró y se fue al salón.
Estaba confundida con todo lo que estaba pasando. Había sido maravilloso. Demasiado, quizás. El deseo que sentía por la polla de Quin ahora no haría más que crecer. Pero aquello era peligroso. Él era el novio de su hija. Quizás su próximo marido. Ellos necesitaban su vida, y ella no debía inmiscuirse.
¿Pero cómo renunciar a volver a tener aquella polla entre sus manos? ¿Cómo renunciar a la sensación de sentirse llena?
+++++
-Eres incorregible - le dijo Quin a Lorena una vez se subieron al coche.
-¿Yo? ¿Por?
-¿Cómo que por? Pero si has hecho que me folle a tu madre.
-Jeje. Dime ahora que no te ha gustado.
-Uf, la verdad es que me ha encantado.
-Y a ella.
-¿Por qué lo hiciste?
-Ummm, sé que ella lo deseaba.
-¿Cómo lo sabes?
-¿Recuerdas la primera vez que viniste a casa?
-Sí.
-Cuando te fuiste le enseñe una foto de tu polla. Las primeras que nos hicimos.
-¿Queeeeeeeeeeee?
-Es que las dos estábamos piripis. Empezamos a hablar, a bromear, y cuando me quise dar cuanta, le estaba enseñando tu preciosa polla.
-Coño.
-Le dije que había más fotos, pero no se las enseñé.
-¿Por qué no? Ya puestos.
-No sé. En aquel momento no me pareció bien. Pero...
-¿Pero?
-Ella empezó a cogerme el teléfono por las noches y se lo llevaba a su cuarto para mirar las fotos y masturbarse.
-Joder.
-Hasta que un día la pillé.
-Jaja. Pobrecita. ¿Y qué pasó?
-Se sintió avergonzada. Me prometió que no lo haría más. Pero los días siguientes la noté, no sé. Triste. Además, la idea de que mi madre me viera y se masturbara con mis fotos...me calentó.
Quin miró a Lorena, asombrado.
-¿No me digas que...?
-Sí, cuando te pedí que nos hiciéramos más fotos eran para ella. Y el video.
-Coño, coño, coño.
-Sólo quise que supiera lo que se siente con tu polla de verdad. Si supieras como miraba las fotos, el video. Sus ojos eran puro deseo.
-Lorena, eres una hija estupenda. Una mujer maravillosa.
-Jaja. Gracias, adulador. Y ahora llévame a cenar.
+++++
Después de la cena se fueron a tomar unas copas y a bailar. A Lorena le encantaba como las demás mujeres la miraban, llenas de envidia al verla en los brazos de su dios de ébano.
Sobre la una de la madrugada, le llevó a su casa. La acompañó en el ascensor. Lorena se le echó encima y lo besó con pasión. Le empezó a sobar la polla para ponérsela dura.
Abrió la puerta de la casa. Todo estaba oscuro.
-Tu madre debe de estar dormida. ¿Vamos a tu cuarto?
-Seguro que está despierta. Yo te espero en mi cama. Pero antes... ¿Por qué no vas a su cuarto y le echas un buen polvo? Guarda la lechita para mí.
-¿Estás segura?
-Claro que sí. Ve.
Lorena se fue a su cuarto. Quin se dirigió al cuarto de Juanita. Tocó a la puerta.
-¿Ya llegaste, Lorena?
-Soy Quin. ¿Puedo pasar?
-¿Quin?
Él abrió la puerta. Juanita estaba en la cama, con un camisón.
-¿Pasa algo? ¿Está bien Lorena?
-Sí, todo está bien. Ella está en su cuarto.
Quin se acercó a la cama de Juanita. Y vio como los ojos de ella bajaban hacia su polla. La tenía dura, formando un gran bulto en su pantalón. No hacía nada por disimularlo. La madre de su novia se mordió el labio inferior. Quin se sentó en la cama, le cogió una mano y se la puso sobre la polla.
-Lorena me lo ha contado todo. Me ha dicho que te gusta mi polla. ¿Te gusta mi polla, Juanita?
Se puso roja. Tembló ligeramente.
-Uf, sí, Quin. Tu polla es... Me encanta.
-Sácamela.
Le costó, pero consiguió sacarle aquel misil negro. Lo agarró y empezó una suave paja. El coño le palpitaba.
-Ummm, Juanita. Me calientas mucho. Te voy a follar otra vez.
Se echó sobre ella y la besó. Llevó sus manos a sus tetas y las sobó, notando sus duros pezones. La mano de Lorena subía y bajaba.
-Oh, Quin... cómo te deseo... Cómo deseo sentir tu polla dentro de mí.
-¿Sí? ¿Eso quieres? ¿Quieres que te folle?
Juanita iba a gritarle que sí, que eso era lo que quería. ¿Pero después qué? Si lo hacía, luego querría más, y más. Lo querría como hombre, para ella. Y eso no podía ser. Él pertenecía a Lorena. Y era mejor pararlo todo allí, antes de seguir y que alguno resultara dañado.
Con todo el dolor de su corazón le soltó la polla.
-Quin, será mejor que te vayas.
-¿Por qué? ¿Es que no me deseas?
-Ese es el problema. Que te deseo demasiado. Esto no puede ser. Eres el novio de mi hija. Ojalá seas su marido algún día. Yo sólo debo ser tu suegra. Nada más.
-¿Estás segura, Juanita? Lorena está de acuerdo en esto.
-Lo sé. Pero yo no. Lo siento.
-Está bien. Creo que lo entiendo.
Quin se acercó y la besó en la boca.
-Es el último beso en tu boca, Juanita.
Ella le miró. Le cogió por la nuca, lo acercó hasta ella y lo besó con pasión, buscando su lengua. Después de unos segundos, se separó.
-Gracias por todo, Quin. Hoy me has hecho inmensamente feliz.
-Fue un placer, Juanita.
Se levantó, se guardó la polla y se fue. Cuando cerró la puerta, Juanita enterró la cara en la almohada y se echó a llorar.
Lorena se sorprendió de que Quin apareciese tan pronto.
-¿Ya?
-No. Ella no quiso.
-¿Cómo que no quiso?
Quin le contó a Lorena lo que su madre le había dicho. Entonces ella comprendió. Si seguían con esa relación, su madre podría llegar a tener sentimientos más profundos hacia Quin. Había sido muy juiciosa al querer detenerlo todo.
-Espero no haberle hecho daño a mi madre.
-Tranquila. No lo creo.
-Pero le hemos dado a probar un caramelo y ahora se lo hemos quitado.
-Ummmmmm.
-¿Ummm?
-Jejeje.
-¿Qué pasa?
-Pues que se me acaba de ocurrir la solución.
Cuando Quin se la contó, Lorena se tiró sobre él y lo besó.
+++++
Por la mañana Lorena encontró a su madre triste, aunque intentando que no se le notara.
-¿Estás bien, mamá?
-Sí, tesoro. Muy bien.
La despidió con un beso y se marchó a trabajar. Lorena se quedó sola.
A media mañana se sintió excitada. A su mente volvieron las maravillosas sensaciones que Quin le había regalado el día anterior. La dureza de su polla en su mana. La suavidad del glande en su boca. El sabor de su semen. Y, sobre todo, como llenó su coño.
En el ordenador tenía fotos, videos. Podría hacer como siempre, ir a verlas y masturbarse. Pero no fue. Aquello tenía que acabar. Tenía que olvidarse de esa polla. Tenía que ver a Quin sólo como el novio de Lorena.
Poco a poco su calentura se fue pasando.
Al medio día sonó el teléfono.
-¿Sí?
-Hola mamá.
-Hola tesoro.
-He invitado a Quin a comer. ¿No te importa, verdad?
-Claro que no tonta. Estoy encantada de que venga a comer.
-¿Tienes comida suficiente?
-De sobra.
-Perfecto. Hasta ahora.
Juanita colgó. Sonrió. Eso era lo mejor. Lo normal. Una hija que traía a su novio a comer. Respiró hondo y se dispuso a prepararlo todo.
A los quince minutos oyó la puerta. Ya habían llegado. Fue a recibirlos, y se quedó parada. Estaba Lorena, Quin y otro hombre. De color, sobre los 50 años, muy parecido a Quin.
-Hola mamá. Te presento a John, el padre de Quin.
-Ho...hola. Encantada.
John se acercó y le cogió la mano, besándosela con delicadeza.
-Es un placer, señora.
-Pase, por favor.
-Gracias.
El padre de Quin era un hombre bastante atractivo, maduro. Quin lo llevó al salón mientras Lorena cogía a su madre del brazo y caminaban hacia el salón.
-Ya era hora de que las dos familias se conocieran. Creo que Quin y yo vamos en serio.
-Uf, me has cogido por sorpresa. Tenías que haberme avisado.
-Jejeje, así es más emocionante. El padre de Quin es viudo.
Lorena se acercó a la oreja de su madre y le susurró.
-Quin me dijo que es igualito a su padre. En... 'todo'.
Lorena se estremeció. El coño se le empezó a mojar.
Aquella comida fue el comienzo de su nueva vida.
Varios meses después se celebró una boda doble.
FIN
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