Adiós virginidad, bienvenido seas placer.
Como una noche de aburrimiento y una simple charla por messenger me llevó al momento más placentero de mi vida... Hasta ese momento.
Era una noche de verano de 2008, una noche como cualquier otra, tranquila y hasta cierto punto aburrida, ya era algo tarde y yo debía dormir porque a la mañana siguiente tenía que trabajar pero en lugar de eso decidí encender la computadora una vez más, ya que el sueño ni por accidente se aparecía.
Lo primero que hice fue abrir el Messenger (descanse en paz) como siempre que encendía la computadora, no pasaron ni 2 minutos cuando una ventana se abrió para empezar esa conversación que cambiaría mi vida por completo. Su nombre era Marco, tenía 26 años y nunca lo había visto en persona, era uno de esos contactos con los que te encontrabas en el mIRC, charlabas un rato de sexo o cualquier cosa e intercambiabas correos para “seguir en contacto”, contacto que rara vez se volvía a dar. En fin, esta vez estaba ahí charlando con él, recordando de donde habíamos intercambiado cuentas de correo y demás cosas, hasta que llegamos al tema del sexo. Me preguntó que me gustaba y que cosas había hecho, le confesé que lo más que había hecho era tocar a otro chico y que alguna vez me habían dado sexo oral pero no me había atrevido a darlo, supongo que esto le agradó ya que de ahí en adelante me empezó a platicar de algunos de sus encuentros y si su objetivo era calentarme, debo decir que lo logró, pues mientras más me contaba mi erección se hacía más grande y dura. Entre tanta charla no noté que ya eran casi las 3 de la mañana y yo debía levantarme muy temprano, así que me despedí…
-¿Por qué te vas? ¿No te gusta lo que te estoy contando?
-No es eso, pasa que tengo que ir a trabajar temprano.
-Qué lástima. ¿Y a qué hora sales del trabajo? La verdad me gustaría conocerte en persona.
-¿Ah sí? ¿Quieres conocerme solamente?
-Sí. Bueno, debo confesar que el hecho de que seas virgen me ha calentado mucho. ¿No te gustaría mamar tu primera verga?
-¡Jajaja! ¿Es en serio? Pues sí, si me gustaría…
-¿Y si vienes mañana a mi casa? Tengo la casa sola disponible unas dos horas por la tarde.
-¿Y si mejor vienes a la mía? Yo la tengo disponible todo el día…
No podía creer lo que acababa de hacer, había invitado a un completo desconocido a tener un encuentro sexual en mi casa, la cual tenía a mi entera disposición ya que mi familia se encontraba fuera de la ciudad por esos días. Mi excitación era tal en ese momento que no me importaba nada más que el conocerlo y sentir por primera vez una verga en mi boca. Marco sin pensarlo aceptó la propuesta de venir a mi casa, y ambos coincidimos en que entre más pronto mejor, así que nos citamos a las 9 de la mañana en mi casa, le di la dirección, intercambiamos números telefónicos y nos despedimos, apenas y pude dormir de la emoción y la excitación que sentía en ese momento.
Por la mañana me reporté enfermo al trabajo para no tener ningún problema, estaba bañándome cuando recibí un mensaje de texto de Marco informándome que ya estaba en camino. A los pocos minutos recibí una llamada, era él de nuevo, quería que lo ubicara por que se había perdido un poco, lo guié hasta la puerta de la casa, abrí la puerta y lo hice pasar, después de un rato de charla noté como se frotaba por encima de los pantalones y su bulto comenzaba a crecer cada vez más hasta que alcanzó tremenda erección que no podía contener más bajo su ropa.
-¿Te molesta si me abro el pantalón? Es que de repente comienza a apretarme.
-No, para nada, adelante.
Yo estaba muy nervioso y se notaba hasta en mi voz, no podía creer que justo frente a mí tenía tan rico manjar y era todo para mí. Marco abrió su pantalón y ahora la frotaba por encima de su ropa interior, lo que yo sentía en ese momento era una mezcla de excitación y miedo, no sé cómo describirlo exactamente, pero moría por tocarlo, “¿lo quieres ver?” preguntó y yo solo logré afirmar con la cabeza, él se puso de pie y lo sacó por completo, lucía riquísimo, eran unos 17 centímetros aproximadamente, gruesa, circuncidada y depilada totalmente, con unos huevos que se veían igual de ricos que su verga. “¿Por qué no la tocas?” dijo enseguida, un poco temeroso me acerqué y la toqué, la tomé entre mis manos, la acaricié y comencé a masturbarlo, él terminó por sacarse los pantalones y se sentó en el sillón nuevamente, yo sentado junto a él seguí masturbándolo, me pidió que yo también me sacara la ropa y así lo hice, apenas me tocó alcancé la erección total. Después de un par de minutos masturbándonos me miró y sin decir una sola palabra me indicó lo que seguía, entendí rápido el mensaje y con más nervio y temor que otra cosa, me puse de rodillas frente a él, tomé su verga con las manos y poco a poco me la llevé a la boca. La rocé con mis labios y le pasé la lengua por la punta, pude sentir su sabor, era muy rico, hasta puedo decir que algo dulce; poco a poco la metí más y más a mi boca, con cuidado de no lastimarlo con los dientes, él de a poco me guiaba, tomaba mi cabeza con sus manos y la movía a su antojo, entre más se la mamaba más lubricaba y era algo delicioso, así pasaron los minutos hasta que…
-¿Podemos pasar a tu cuarto para estar más cómodos?
-Sí, claro…
Fuimos a la recamara y nos acostamos en la cama, algo me pasó ahí que me transformé por completo, volví a mamarle la verga pero ahora con más ganas, pasaba mi lengua por todo su tronco, sus huevos y la punta, me la comía toda, no quería dejar de chupar tan delicioso manjar, duro y caliente, me lo quería devorar. Después de un buen rato de mamarlo me dijo:
-La mamas riquísimo, pero quiero comerme ese culo, ¿me dejas?
No lo dudé ni un instante y le dije que sí, me puso en 4 sobre la cama y me empezó a lamer las nalgas, a morderlas y a pasar su lengua por mi ano, fue delicioso, yo no quería que terminara, pero después de un par de minutos se detuvo y dijo:
-No aguanto más, te quiero coger, te la quiero meter. ¿Quieres? Traigo condones.
-Sí, si quiero, ¡dámela!
Enseguida sacó un condón y se lo puso, me lamió el culo e intentó meterla, no pudo. Preguntó si tenía lubricante y le dije que no, a lo que contestó que con crema humectante sería suficiente. Me puse en cuatro, con el culo bien levantado, me puso un poco de crema y se colocó un poco en la verga, comenzó a empujarla poco a poco pero la crema hizo demasiado bien su trabajo y lubricó de más, provocando que me entrara toda su verga de golpe, me dolió tanto que entre gritos le pedí que la sacara y así lo hizo, se disculpó y comenzó a buscar su ropa para vestirse, le dije que no lo hiciera, que sólo me diera un momento para recuperarme y lo intentábamos de nuevo. Al escuchar esto su rostro cambió y su erección retomó dureza, volví a ponerme en 4 al borde de la cama y volvió a meterla, ahora si poco a poco, igual dolía pero fue suave y delicado, por un instante creí no aguantar más:
-No, no, no, mejor sácala, me duele, no la aguanto.
-Tranquilo, ya te entró toda, relájate para que sientas rico, no aprietes.
Así se mantuvo por un momento, sin moverse, esperando que me acostumbrara a tenerlo dentro, en unos segundos ese dolor fue transformándose en placer y poco a poco empezó a moverse dentro de mí, adentro, afuera, adentro, afuera… Yo gemía como quinceañera siendo desvirgada y no era para menos, jamás había tenido un pene dentro de mí y mucho menos uno tan largo y tan grueso, era un mar de sensaciones indescriptibles, sólo puedo decir que fue la cosa más deliciosa que he sentido en la vida.
Así estuvo dentro de mí un buen rato, a ritmo semi lento, hasta que decidió subir a la cama también, la sacó por un momento y antes de que mi ano perdiera su dilatación, volvió a empujarla hasta el fondo, tal como lo había hecho la primera vez, bombeándome ahora a un ritmo acelerado, desvirgando ese culo que lo había puesto más duro que nunca. Mis gemidos probablemente podían escucharse en casa de los vecinos pero poco me importó, yo sólo alcanzaba a pedirle más y más y él me complacía. Así me estuvo dando hasta que me dijo que ya no aguantaba más e iba a acabar, me dijo que quería acabar en mi boca a lo cual dije que sí con voz entrecortada, la sacó de mi culo y se quitó el condón para después buscar mi boca y eyacular en ella; su leche era caliente, de un sabor dulce, delicioso. Acabó en mi boca pero sus chorros alcanzaron a bañarme la cara y el pecho. Yo no podía creerlo, no sólo había probado mi primer verga, sino que también me habían cogido y además ahora estaba bañado en leche, definitivamente había valido la pena faltar al trabajo ese día.
Después de tan rica cogida ambos nos bañamos, comimos algo y nos despedimos, no sin antes fijar fecha para nuestro próximo encuentro ya que tendría casa totalmente a mi disposición por el resto de la semana.