Adiós Inocencia (3) Final

-Siempre y cuando, tú y ella estén de acuerdo. –Me dijo. Mi papá había perdido toda la inocencia con la que me miraba y me trataba y ahora tan solo deseaba cumplir todas y cada una de sus fantasías. Una de ellas sin duda era estar con sus dos hijas.

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Estaba encima del escritorio, sentada, con mis piernas abiertas. Mi papá estaba en medio de ellas. Nos besábamos con desesperación.

Ese día yo traía una camisa pero mi papá ya la había abierto y apretaba mis tetas, muy fuerte. Abajo, traía puesto un pantalón.

Mi papá había decidido que me daría una oportunidad más para enseñarme nuestro negocio y ese día Olga no había ido a la tienda. Mi mamá también estaba en casa. Aunque la verdad, todo era parte de un plan, el cual consistía en tener tiempo para él y para mí, para nuestra relación incestuosa.

Era cerca de medio día y no habíamos tenido oportunidad de tener un rato a solas ya que el trabajo era mucho. Pero en ese momento se había presentado la oportunidad y nos encerramos en la oficina.

-Patrón. –Tocaron la puerta.

-Chingada madre. –Susurró mi papá separándose de mí.

-Aquí no se podrá mucho. –Le dije y nos dimos un pico. Volvieron a tocar la puerta.

-Jefe, llegó tal proveedor. –Dijo el trabajador.

Se acomodó un poco la ropa mi papá.

-Haremos algo, papi. –Le dije. –Es parte de todo el placer que quiero darte.

-Dime, hija. –Me dijo.

Acomodé un poco la ropa sin hacerlo completamente. Abrí la puerta y sin ver al trabajador, pasé a un lado de él acomodando mi ropa, y mi cabello. “Sin duda, el trabajador se imaginó miles de cosas. Y el peligro que le puse a esto, a mi papá lo habrá excitado demasiado” , pensé.

Caminé hasta donde estaba el proveedor de productos de limpieza. Con un poco más de conocimiento del negocio, atendí yo sola a la persona. En un punto, miré que mi papá me vigilaba desde la entrada del negocio. Reí y me regresó la sonrisa.

Cerca de las 3pm, nos encerramos un rato en el refrigerador donde guardaban las carnes.

Mi papá me recargó contra la pared, estaba helada. Lo tomé de su rostro y nos besamos. Sus manos buscaban mis piernas y levantó una, que rápido la acomodé alrededor de una de sus piernas.

Puso una mano en mis tetas. Gemí. Pegó su paquete en mi entrepierna, y esta rápido le respondió con movimientos torpes, pero dándole a entender que la deseaba dentro.

-Me tienes bien caliente. –Dijo. –El faje de hace rato me dejó ardiendo y luego lo que hiciste después, eso… es increíble. Me siento excitadísimo. Mi cuerpo te está hablando.

-¿Si te gustó? Papi. –Le dije.

-No puedo dejar de estar caliente, te veo caminar para todos lados, moviendo tus nalgas de un lado para otro.

-Si sabes que me muevo para ti, ¿Verdad? Que mis nalgas piden a gritos tu verga. –Bajé mi mano a su paquete y empecé a sobárselo por encima de su pantalón.

-Sí, hija. A pesar de que mi mente me juega malos ratos pensando en que cada que te pierdes de mi vista es porque estas cogiendo con un trabajador…

-Y ¿Eso te caliente mucho más? –Interrumpí. Los besos, caricias, movimientos no paraban. -¿Te calienta imaginar como otros me tienen empinada? ¿Cómo les mamo la verga? –Sus ganas de cogerme aumentaron, empezó a tocarme con más fuerza.

Bajó sus manos a mi pantalón y lo desabrochó. Trató de bajarlo.

-Te necesito. –Me dijo en tono desesperado.

-Y yo a ti, papi. –Lo empujé y se quitó. –Pero ahorita no tenemos tiempo. Alguien puede entrar en cualquier momento y nos puede ver.

-Imagino que tú no tienes problema en que te vean coger.

-Para nada. –Le dije y caminé a la salida. –Pero ahorita somos papá e hija y la gente no lo miraría bien. –Agarré aire para tranquilizarme. –No lo entenderían.

-Hija. –Dijo mi papá.

-Dime.

-Has lo de hace rato. –Le sonreí. Salí del refrigerador acomodando mi ropa y haciéndome notar para que todos voltearan a ver.

Para las 5pm, estábamos en el almacén, en la parte de atrás, escondidos entre las cajas. No era muy grande, pero estaba repleto de cajas. Mi papá ya no había perdido el tiempo, apenas llegamos y me bajó mi pantalón, para luego, meter sus dedos y masturbarme.

-Así, dame más. Dame, no te detengas. –Le decía entre gemidos.

-Hace rato que te perdiste, ¿Dónde estabas? –Me preguntó mi papá que metía y sacaba sus dedos con desesperación.

-Si… te digo que… estaba… en… este mismo lugar y… le estaba mamando la verga… al… encargado del almacén… ¿Me creerías? –Mi orgasmo estaba a punto de llegar.

-No, putita. –Dijo y eso último provocó que me llegara el orgasmo. Era la primera vez que mi papá me llamaba así y me encantó. Mi papá detuvo sus movimientos sin sacar sus dedos mi panocha y se los mojé.

-Muy rico, papi. –Le dije y nos besamos. En eso escuchamos la puerta del almacén abrirse. -¡Sh! –Noté que los ojos de mi papá se encendieron.

-Has lo tuyo. –Me dijo.

Subí mi pantalón y acomodé mi camisa. Salí medio desgreñada. Se notaba mucho que me habían cogido, aunque no lo hubieran hecho. Pero la idea era hacerles ver que si lo había hecho.

En cuanto me vio, dio un brinco.

-Disculpa, Julia. –Dijo el trabajador. –Me asustó. –Solo sonreí. Abroché un par de botones de mi camisa y acomodé mi pantalón de manera muy natural y salí del almacén.

Por más que deseaba ver el desenlace, tenía que seguir el juego de mi papá. Era lo que él quería.

Aun no estaba satisfecha sexualmente hablando, pero el orgasmo que me dio mi papá estaba riquísimo. Sabía de antemano que cuando todos se fueran, en esa tienda iba a coger con mi papá.

Para las 8pm, mi mamá llegó a la tienda y me pidió que me fuera a la casa. Con el dolor de mi corazón y reclamando un poco, tuve que irme. Mi papá, al andar caliente sin duda se cogería a mi mamá. Ella sería la que se iba a llevar el premio mayor y eso me ponía celosa.

Llegué a mi casa ardiendo. En otros tiempos, mi hermana Olga sería la que me quitara las ganas, pero ella, ya era diferente. Mi hermano era otra opción pero lo descarté enseguida ya que no quería arruinar la bonita relación que tenía con él.

Llegué y cené. Eran casi las 9:30pm, y yo andaba como león enjaulado. No tenía con quien coger y no quería masturbarme.

Agarré mis cigarros y la cocaína y salí de la casa. Me fui a sentar detrás del baño, como lo había hecho antes. Esnifé cocaína y encendí un cigarro. Me puse a pensar en todo. Era mi momento de relajación. Aparte, necesitaba calmar mis ganas de coger.

-Sabía que aquí te encontraría. –Escuché una voz que reconocí de inmediato, era el vecino.

-Se ve que me conoces muy bien. –Le pasé la cajetilla de cigarros.

-La verdad es que te estaba viendo por la ventana. –Dijo mientras encendía un cigarro.

-Se nota que no has podido olvidarme. –El coqueteo me salió de manera muy natural.

-¿Que te puedo decir? Uno se hace adicto a lo bueno. – “Sin duda ha mejorado en su forma de ser” , pensé.

-Y ¿Yo lo soy lo bueno? –Pregunté y puse cara de ofendida.

-No, para nada. –Dijo y fumó su cigarro. –Tú eres lo perfecto, lo inalcanzable.

-Pero yo ya fui tuya. –Le dije.

-Pero me quedé con ganas de más.

-¿A poco no has tenido sexo en todo este tiempo? –Pregunté.

-Sí, con mi novia. Pero no es lo mismo. Tú eres diferente. –Y añadió. –Una vez que un hombre está contigo, no hay nada mejor en este puto mundo. Y no lo digo porque estés buenísima.

-¿Entonces?

-Tú cuerpo transmite algo, no sé qué pero lo transmite. Eso provoca que uno, cuando está contigo, disfrute de diferente manera.

-Pues deja te digo, estás jugando muy bien tus cartas. –Le dije.

Acercó sus labios a los míos y nos besamos. Rápido llevó sus manos a mis tetas. Las apretó. Se las quité.

-¿Qué pasa? –Me dijo.

-Vamos a caminar. –Le dije. –Vamos a aquel árbol que está en medio de la parcela.

-Pero está muy oscuro.

-¿Te da miedo cogerme en aquel árbol? –Me levanté. –Iré para allá, te espero. –Y caminé.

-Vamos a mi casa mejor, estoy solo. –Me dijo. No le hice caso y seguí caminando.

Entré a la parcela, escuché unos pasos detrás de mí. Volteé y el vecino me seguía. Corrí entre los surcos de la parcela. Varias veces estuve a punto de caerme.

Llegamos a la isla que estaba en medio de la parcela. Era un mezquite muy fuerte y grande. Me recargué en el árbol, dándole la espalda al vecino y rápido este, pegó su cuerpo al mío.

-Si supieras cuanto te deseé. –Dijo.

-¡Sh! No quiero que hables, tan solo házmelo. –Le dije.

Levanté mis nalgas y las pegué a su paquete. Me moví. El vecino hizo lo mismo agarrándome de las caderas y simulando que me cogía. Luego empezó a bombearme. Me jaló del cabello y me estiró un poco fuerte, esto provocó que levantara mi cabeza.

Me soltó de las caderas, subió sus manos a mi vientre y despacio fue desabrochando mi camisa hasta que se abrió completamente. Bajé mis manos por el tronco del árbol y me empiné más. Seguíamos moviéndonos.

El vecino quitó mi camisa y me acarició la espalda desnuda. Al sentir el calor de sus manos en mi espalda, gemí. Desabrochó el brassier y cayó al suelo. Mis tetas enormes, colgaron. Se inclinó, sentí su cuerpo desnudo en mi espalda y sus dos manos se acomodaron en mis tetas. Seguían bombeándome.

Despacio, sentí su verga dura. Mi panochita se mojó. Lo detuve y me di la vuelta. Quedamos de frente y nos besamos.

Bajó sus manos y empezó a desabrocharme el pantalón. Yo hice lo mismo.

Con mucho esfuerzo, la ropa cayó a las rodillas, abrí lo que pude mis piernas y el vecino metió sus dedos en mí. Yo rápido, empecé a masturbarlo. Nuestros sexos ya estaban húmedos, y ardiendo. Mi mano, subía y bajaba con desesperación. Los dos dedos que tenía el vecino dentro de mí, entraban y salían al mismo ritmo. Y nuestros labios, nuestras lenguas, siguieron el mismo ritmo.

Nos separamos y rápido, nos quitamos la ropa que teníamos encima. Se pegó a mí y sentí su verga parada golpear y sobar mi vientre. Puso sus manos en mis nalgas y yo hice lo mismo. Bajó y se comió mi cuello.

Me separé de él y me acosté en la tierra. Sentí un par de piedras en mi espalda y mucha tierra, pero no me importó.

Llevé una mano a mi entrepierna y abrí mi panochita. El vecino sin perder el tiempo se agachó y empezó a mamarla. Sentía muy rico como pasaba su lengua por toda la rajita, de arriba, abajo. Dejaba mucha saliva en mi rajita y eso me encantó. Luego metió su lengua a la cuevita y con su nariz sobaba encima. Se notaba mucho que al vecino le gustaba dar sexo oral.

-Muy rico, delicioso. –Dije entre gemidos mientras apretaba mis manos contra la tierra, del placer que me provocaba la mamada que me daba el vecino.

Luego de un rato, dejó de hacerlo pero me había dejado preparada para que apenas sentir su verga dentro, tener un orgasmo.

Se levantó y se agachó a su pantalón. Entre la oscuridad, vi que sacó un condón y se lo puso. Se agachó y se puso encima de mí con su verga rozando mi panocha.

-Antes que nada, la seguridad. –Dijo. –No queremos que pase algo más… -No terminó porque mi boca se aventó a la de él. Al instante, empujé mi cuerpo y mi panocha entró en la verga. Soltamos un gemido los dos, que se escuchó como si fuera uno.

Rápido se levantó y puso sus manos a lado de mi cabeza. Empezó a bombearme. Los dos gemimos sin llevar un ritmo coordinado. Mi vecino se movía de manera lenta, pero me la metía muy profunda. Su cuerpo golpeaba el mío muy fuerte. Yo estaba más que caliente y casi con un orgasmo.

Rodeé su cintura con mis piernas y llevé mis manos alrededor de su cuello. Sentí su verga más profunda. Inclinó su cabeza y nos besamos. Al minuto, me llegó el orgasmo que tanto pedía a gritos salir.

Solté mi cuerpo por lo agotada que estaba y mi vecino se dejó caer encima de mí. Puso su cabeza en mis hombros y mientras los mordía, seguía metiéndomela. Para ese momento yo estaba más que satisfecha, pero necesitaba esperar a que mi hombre terminara.

La luna, las estrellas, juntas a un cielo limpio, nos vigilaban. Las pocas nubes se turnaban para vernos y los grillos se unieron a nuestra música. El mezquite empezó a bailar. Yo me movía al ritmo que ponía mi vecino con sus embestidas. Por alguna extraña razón, ese ambiente me hizo olvidar que tenía una verga dentro. “Esto es lo que provocas papá por dejarme caliente y preferir cogerte a mi mamá” , pensé.

Se levantó el vecino, se quitó el condón y apuntó su verga a mi vientre. Empezó a masturbarse con desesperación. “Y ahora me darán una leche que no me gusta de una persona que no me quería coger” . Saltó el primer chorro en mi estómago, luego otro que cayó en mi ombligo y otros tantos más hasta que llenó todo mi frente de semen.

Los dos terminamos agitados. El vecino se sentó y yo hice lo mismo. Encendió un cigarro y me lo pasó. Agarró otro.

Estábamos los dos, frente a frente, desnudos. No dijimos ni una palabra. Solo fumamos. Luego de unos 5 minutos nos vimos y sonreímos.

-¿Qué tal? ¿Lo hice bien? –Me preguntó.

-Has estado muy bien. –Le dije. Y la verdad es que no lo había hecho tan mal, solo que yo podía seguir cogiendo gran parte de la noche y al parecer él ya estaba satisfecho. “Pero bueno, yo no lleno de coger y no todos son como yo. Por eso no los puedo calificar” , pensé.

-Me acuerdo cuando me llevaste a una puta en tu otra casa, ya sabes, en diciembre. –Me dijo y lo recordé al instante. –Hace año y medio. –Tiramos humo. –Me vine bien rápido. –Sonrió apenado. –Pero ya he mejorado.

-La verdad es que tu sexo oral ha sido el mejor que me han dado. Nadie mueve la lengua como tú lo haces y al parecer nadie lo disfruta más que tú hacerlo. –Le dije para levantarle su ego de hombre.

-Sí, me gusta hacerlo. Y deja te digo, he probado un par pero tu entrepierna es la más rica que he probado. –Dijo.

-No necesitas decirme esas cosas para tenerme otro día en tú cama, con el sexo que me diste hiciste que deseara volver. –Ya era toda una experta en el arte de manipular.

-No te lo digo por eso. –Me dijo. –Sino que la panocha de mi hermana sabe un poco agria y la de mi novia no tiene sabor. La de mi ex novia igual no tenía mucho sabor pero la tuya sabe amarga pero muy rica, no sé si sea el olor, o que al final te deja sabor dulce, no lo sé pero es deliciosa. –Fumó. –Suelta un aroma que provoca que no quieras separarte.

Fumé y no respondí. No tenía respuesta a eso, era algo que desconocía totalmente pero quizá fuera un tipo de aroma que mi cuerpo soltaba para atraer hombres. Ese aroma lo soltaba por mi condición de ninfómana. O eso creía.

-Pues… ahí está. –Le dije y reímos.

-Mira mis rodillas, están llenas de sangre. –Las vi y tenía una cortadas mínimas. –Y mis manos igual. Todo por poner el peso de mi cuerpo en ellas y en las piedras.

-Pero ¿Valió la pena? –Pregunté.

-Como no tienes idea.

Estuvimos hablando unos 10 minutos más de temas variados. Luego, nos sacudimos un poco y nos arreglamos. Nos dimos un último beso y caminamos a la casa. Llegando, no separamos y yo fui a mi casa.

Vi que la camioneta de mis papás ya estaba. “Ya llegaron, imagino que mi mamá bien contenta” .

Entré a la casa y rápido vi a mi papá en la cocina. Estaba solo.

-Y ¿Mi mamá? –Pregunté.

-Se está bañando. –Dijo mi papá volteando a verme. “Se está limpiando el semen que le dejaste en su panocha” , pensé. -¿Dónde estabas? –Me preguntó.

-Salí a agarrar un poco de aire. –Respondí.

-¿Por qué traes tierra en tu cabello y tus brazos? –Dijo moviéndome para todos lados para verme.

-¿Qué crees que pensaban las personas cuando me miraban salir de la oficina, del refrigerador y del almacén, mientras me acomodaba la ropa? –Pregunté. Me vio seriamente y noté una chispa mínima en sus ojos. Quité sus manos de encima de mí. –Tú preferiste a mi mamá… te trabajé todo el pinche día para que en la noche me cogieras y la que se llevó el premio gordo, fue ella.

-Y ¿Qué querías que hiciera? –Me preguntó. –Ella es mi esposa, tú mamá y tú eres mi hija…

-Tú amante. –Le dije mientras le ponía un dedo en la boca. –Soy tú amante y mírame como tal.

-Julia…

-Tuve que revolcarme con el vecino porque tú no pudiste amarrarte los huevos y decirle a mi mamá que yo me iba a quedar contigo. –Silencio. –Mientras me la metía, solo te imaginaba a ti y cuando me dio su semen, no es nada rico comparado con el tuyo. A ti te quería.

-Mi amor… -No dijo nada. Me veía con cara de excitación.

-Eso te gusta, ¿Verdad? ¿Qué te diga que otros me la meten? –Le pregunté.

-¿Con quién cogiste? ¿Con el hijo o con el papá? –Me preguntó.

-Con el hijo. –Respondí.

-¿Has cogido con el papá?

-No, nunca.

-Y ¿Ya habías cogido con el hijo antes? –Me preguntó. Ya no se podía detener.

-Desde hace mucho, pero solo fueron par de veces. –Le dije. –Aquí mismo, en esta misma casa. –Mi papá estaba encendido.

-Eres la hija perfecta. Y eres mía totalmente. –Dijo.

-Cuando tengas tiempo para mí, te puedo contar todas mis aventuras. –Me le acerqué y le di un beso tocando un poco sus labios y sus mejillas. Me volteé y salí rumbo a mi cuarto.

Entré. Luego de un rato, me metí a bañar y me encerré en el cuarto. Me acosté en la cama y me puse a pensar. “A mi papá le gusta mucho que le cuente como cojo con otras personas. A mí también. Sin duda de ahí saqué ese gusto” , pensé. Y con este último pensamiento, me dormí.

El sonido de la alarma me despertó. Me arreglé y estuve lista para la hora que nos íbamos. Desayunamos algo y nos fuimos a la tienda pero ahora los tres, mi mamá, mi papá y yo.

Esto provocó que no tuviera un tiempo a solas con mi papá y quizá si pudiera tener algo rápido y a escondidas, pero no iba a arriesgarme a perder lo poco bueno que había ganado con mi mamá por algo que pudiera tener cualquier otro día.

A eso de las 11am sonó mi teléfono y me sorprendió ver el nombre que se mostraba en la pantalla.

-Rebecca. –Dije feliz. –Hola.

-Julia, ¿Dónde andas? –Me preguntó. –He venido a tu casa ya dos días y no te encuentro. ¿Estás bien?

-¡Ay, amiga! –Le dije. –Estoy en mi tierra natal. Te dije, ¿No?

-Tonta, ¿Qué pasó?

-Tuve algunos problemas con personas peligrosas allá. Nada grave, ya estoy bien. –Le dije. –Perdóname por no haberte avisado.

-No pasa nada, lo bueno es que estás bien. –Me dijo. “Mi hermosa amiga” , pensé.

-¿Aun quieres empezar de cero? –Le pregunté.

-¿Cómo? –Dijo. –Ya entendí. –Rápido respondió.

-Te invito a mi ciudad, vente. No te mezclaré con mi gente ni nada. –Le dije. –Te quedas en mi casa un tiempo, consigues o te ayudo a conseguir un trabajo e inicias de cero.

-No es mala idea. –Dijo y se hizo el silencio. –Deja lo pienso y te llamo después. Qué bueno que estás bien, eso me tenía preocupada.

-Bueno, me diste un motivo para esforzarme. –Y escuché como sonrió. –No se me olvida, ¿Eh?

-Entonces me tengo que ir para allá para cumplirlo. –Volvió a sonreír. -Debo cumplir. Tonta.

-Vente, acá esta todo tranquilo. Es una ciudad chica, a comparación de donde vivíamos pero es una ciudad para vivir algo bueno. –Le dije.

-Lo pensaré, Julia. –Y dicho esto, colgamos.

De alguna manera, su llamada me puso de buen humor.

El día pasó muy tranquilo. Noté que mi papá andaba un poco desesperado y cuando nos quedábamos solos, aprovechaba para agarrar mis nalgas o mis tetas. Pero no pasaba de un simple agarrón que no duraba más de 5 segundos.

Para eso de las 4pm, recibí un mensaje de Rebecca diciendo que estaba tomando un autobús rumbo a mi ciudad y que el chofer le había dicho que llegaban cerca de las 8am. Me alegré tanto, sin duda era una persona que deseaba tener en mi vida.

A las 7pm, mi papá se retiró a mi casa y yo me quedé con mi mamá en la tienda y cerca de las 10pm, estábamos cerrando la tienda y saliendo rumbo a la casa.

Cuando llegamos, me sorprendió ver a mi papá asando carne, con el vecino señor y el hijo acompañándolo.

-Buenas noches. –Saludamos mi mamá y yo.

-Hija, no habíamos organizado una comida por tu regreso. –Dijo mi papá. –Queremos festejar tus logros.

-Gracias, papi. –Corrí a abrazarlo. –Te calentó lo que te dije ayer, ¿Verdad? –Le susurré a su oído.

-Bastante, y los invité para que ellos te coman con la mirada. –Me susurró. –Quiero que toda la noche me coquetees para que ellos se imaginen todo.

-Sí, papi, lo haré. Me voy a poner una ropa atrevida. –Le dije y nos separamos. Nos dimos un pico. –Regreso. –Les dije y corrí a mi casa.

Dentro estaban la vecina señora y la vecina niña. Esta tenía una enorme panza de embarazada.

-Hola. –Me saludaron. –Que cambiada estás, July. Hace mucho que no te mirábamos. –Me dijo la señora.

-Sí, bueno. Hice un viaje un poco largo, pero ya estoy aquí. Extrañaba mucho mi hogar. –Vi a la vecina niña y se puso muy seria. Volteó su cara apenada. -¿Cuándo nace el bebé? –Pregunté y le toqué su panza.

-En dos meses. –Me respondió la niña. –Es niña. –Dijo.

-La abuela ha de estar feliz. –Dije viéndola.

-Al principio algo descontenta, ya sabes, por todo lo que tiene que pasar una familia cuando sucede esto pero despacio una aprende a vivir con esto. –Dijo la señora. –Solo espero que no vuelva a cometer este error y madure con esto que le pasó. –Y la señora, mi mamá y yo volteamos a ver a la niña que se moría de vergüenza.

-Ojala. –Dije. Las dejé en la cocina y pasé a la sala. Ahí estaban mi hermano junto con un muchacho que no conocía.

-Hola. –Los saludé. Miré mejor al muchacho y de alguna manera se me hacía conocido. -¿Tu eres…?

-El novio de la vecina. –Me dijo.

-El papá de la niña que viene en camino. –Dijo mi hermano y se dieron un golpe. Mi hermano rio.

-Y ¿Tú eres? –Preguntó y también me miraba como si me conociera de algún lado.

-Soy Julia, hermana de ese tonto hermano. –Dije. –Siento que ya te había visto de algún lado. –Le dije. No dijo nada y entendí rápido. “Quizá me acosté con él pero no recuerdo de donde” , pensé. –Iré a arreglarme. –Les dije y subí las escaleras. Me encerré en mi cuarto. -¿De dónde lo conoces?

Con ese pensamiento me quité toda la ropa junto con mi ropa interior. Quedé desnuda frente a mi espejo. Me miré: mi cabello caía hasta mis nalgas, era hermoso, precioso, era lo que más me gustaba de mi cuerpo. Mis tetas estaban enormes y se colgaban. A pesar de verse hermosas, habían perdido mucha gracia porque colgaban. “Quizá me las opere para que no cuelguen” . Mi cintura ya estaba bien formada y se marcaban en mis caderas. Mis nalgas, despacio, ya estaban agarrando forma y se miraban preciosas junto a mis piernas gruesas.

“¿Han sido tanto hombres que no te acuerdas de él?” . Abrí mi ropero. Me puse un cachetero con un brassier que le hacía juego. Me puse un short de mezclilla, el cual solo tapaba mi panocha y mis nalgas. Arriba una playera blanca, muy casual y encima una camisa color rosa, de manga larga. Todo eso era acompañado con unos tacones blancos totalmente.

”Espera” , pensé. “Ya me acordé, ese muchacho era parte de los 5 muchachos que me trajo el vecino para prostituirme con ellos en su casa. Es el gordito, con el primero que me acosté y que perdió su virginidad conmigo” . “Si, por eso se me hacía conocido, y él también me conoce pero les dije que no era de por ahí cerca. Sin duda verme en ese momento, lo sorprendió. Y no me dijo nada, respeto ante todo” .

Un poco de perfume por aquí y por allá. Abrí la puerta del cuarto y me detuve. “Hay 5 hombres en esta casa: ya cogí con el vecino niño, cogí con el esposo de la vecina niña, se la agarré a mi hermano y cogí con mi papá. Solo me falta el vecino señor” , y me excité. “Y hay 4 mujeres: ya cogí con Olga y la vecina niña. Me falta mi mamá y la vecina señora” . Tiré una carcajada. “No me imagino a mi mamá abierta de piernas para mí y yo mamándole la panocha” . “Aunque quizá la vecina señora si acepte un trío conmigo y su esposo” .

Me calenté y salí lista para pasar una noche increíble con todas esas personas que me deseaban.

Bajé y vi al esposo de la vecina niña solo en la sala.

-Y ¿Mi hermano? –Pregunté. El niño me vio de pies a cabeza sin poder creer lo que miraba.

-E.. E… está en el baño. –Dijo sin poder despistar su excitación.

-Ya me acordé de ti. –Le dije.

-Yo en cuanto te vi, te reconocí. –Me dijo.

-Ni una palabra de esto a nadie. –Le dije y asintió.

Entré a la cocina, agarré tres cervezas y salí a donde estaban mi papá, el vecino señor y el vecino niño. Le entregué una a cada uno. Mi papá estaba pegado al asador, me acerqué a él.

-¿Qué tal me veo? Papi. –Le dije en voz baja.

-Increíble. –Me dijo.

Recordé la última vez que estuvimos en esa misma posición. Mi papá estaba acompañado de su hermano y su cuñado. En esos días, cogí con mi papá borracho, pero él no se enteró. Yo solo lo monté. Pero quien si me dio duro fue mi tío, su cuñado. Y también en esos días, estuve con los hijos de su hermano, los gemelos.

-Papi, me deberías enseñar a asar. –Le dije.

-No tiene mucha ciencia, hija. –Me dijo. –Ahorita solo es cuestión de ver, luego asamos más y despacio, con práctica, te saldrá perfecto.

-Yo me tengo que ir. –Dijo el vecino niño. –Voy a salir con mi novia. –Le dijo a su papá.

-Te acompaño para que te lleves la camioneta. –Dijo su papá. –Ahorita vengo. –Nos dijo. Se levantaron y caminaron a su casa.

-Ya anda algo tomado. –Le dije a mi papá.

-Y el alcohol te levanta el lívido. –Me dijo mi papá.

-Lo sé y con nuestro jueguito, lo calentaremos mucho. –Dije. Volteamos a ver el carbón encendido. -¿No recuerdas nada de cuando vinieron mis tíos? –Le pregunté.

-¿Nada de qué? –Me preguntó.

-Esa noche cogimos tú y yo. –Le dije y mi papá volteó a verme.

-¿En serio? –Asentí. -¿Cómo fue?

-Andabas muy tomado, demasiado. Te metí junto con uno de mis tíos al cuarto. Mi mamá no estaba ni mis tías. Le dije a mi tío que saliera porque te iba a cambiar y cuando nos quedamos solos, te monté. –Le dije.

-Yo recuerdo algo así. –Me dijo. –Me desperté con una cruda enorme al siguiente día, pero estaba seguro que soñé con algo sobre sexo. Pero con tú mamá. –Silencio. –Entonces eso fue. Tú me montaste.

-Te diré la verdad, vi tu verga en un video con mi mamá… tranquilo. El video se borró. –Le dije cuando puso cara de preocupación. –Un día que fuimos a cerrar la tienda Rafa, Olga y yo, lo vimos tú verga se me antojó. Es enorme y preciosa.

-Y no me digas, esa noche terminaste cogiendo con Rafa. –Dijo y su voz sonó algo molesta.

-¿Estas celoso? –Le dije y sonreí.

-Algo.

-Ahora entiendes como me puse ayer. –Asintió. –Te confesaré algo más, ya que estamos en estás y puedo decirte todo.

-Dime, hija. –Caminamos a las sillas y nos sentamos.

-Yo fui con provocó el embarazo de Olga. –Le dije.

-Amor, no te tortures con eso. Ella está grande y tomó sus decisiones.

-No, papá. Yo le permití que se metiera con mi novio. Nunca le puse un alto. –Mi voz por poco se quebraba. –Incluso, yo le enseñé a coger.

-¿Cómo? –Dijo extrañado mi papá.

-Así como lo oyes. –Agarré valor. –Yo también he tenido sexo con Olga, mi hermana. –Y se hizo el silencio. Mi papá me miraba con mucha atención.

-Si esto me lo hubieras dicho antes de hacer ese viaje y que Olga saliera embarazada, sin duda te hubiera tomado como una enferma mental. –Me dijo. En sus ojos aparecieron unas llamas, que atribuí al carbón encendido. –Pero ahorita que te conozco mejor tan solo me excita imaginar a mis dos hijas, desnudas, cogiendo. –Silencio. – ¿Puedo hacerte una pregunta muy pero muy morbosa?

-Hazla, papi. –Le dije.

-Tú crees que si le dices a Olga que tenga un trío con nosotros dos, ¿Acepte? –Me quedé pensando un rato.

-Hablé con ella solo una vez desde que regresé. –Le dije. –Ella ha pasado por mucho. La dejaron sola y claro, yo la dejé más sola. Por lo poco que hablé con ella, ha madurado demasiado. Un bebé sin duda te hace otra persona, te hace empezar de cero. Y por lo que me dijo, ella quiere empezar de cero. –Noté en mi papá una mirada de decepción. Me excité. –Pero, sí así lo deseas, puedo intentarlo.

-Siempre y cuando, tú y ella estén de acuerdo. –Me dijo. Mi papá había perdido toda la inocencia con la que me miraba y me trataba y ahora tan solo deseaba cumplir todas y cada una de sus fantasías. Una de ellas sin duda era estar con sus dos hijas.

-Tú cuñado también estuvo conmigo, cuando vinieron. –Le dije.

-Eso imaginé. –Dijo mi papá. –Bueno, no lo imaginé en ese momento sino cuando estabas en tu viaje. Una vez me dijo que estabas en su ciudad, pero nunca pudo decirme como encontrarte. Cuando supe tus cosas, imaginé que lo estabas callando con sexo y por eso no me decía nada de ti.

-Con un trío. –Le dije. –Una amiga y yo, lo convencimos de no hablar con un trío. –Mi papá no perdía detalle a todo lo que le contaba. Noté un bulto en su pantalón.

-Hace un año te miraba como mi princesa. –Me dijo. –Ahora eres toda una mujer que deseo cogerme todo el tiempo.

-Yo estoy para ti, papi. –Le dije. –Si he estado con hombres que no me gustan para nada pero que es por sacarles algo a mi favor.

-Por ejemplo, ¿Con quién? –La respiración de mi papá cada vez era más agitada. Estaba excitado.

-Con profesores, incluso con el director. –Le dije y vi que ya no se sorprendió como al inicio de la relación. Mi papá ya me miraba completamente como una mujer.

-Platícame como fue con cada uno de ellos. –Le dije.

-El primero fue un profesor gordo de otra escuela. Un amigo me pidió que le hiciera el favor a cambio de que pasara su materia y accedí. –Le dije.

-¿Te gustó? –Me preguntó y su pregunta me tomó por sorpresa.

-En ese momento, yo estaba iniciando con el sexo, me lo hizo muy rico. –Y añadí. –Ahorita pienso y con la mujer que soy, no me hubiera hecho ni cosquillas.

-Ya regresé. –Dijo el vecino señor que gritó desde muy lejos.

-Ahorita voy a ir al baño, te estaré esperando en mi cuarto. –Le dije a mi papá. Este asintió.

–Tenía que darle algunos consejos para que manejara con seguridad. Es noche y está muy peligrosa la carretera. –Dijo el vecino.

-Sin duda. Pero la novia no lo deja en paz, ¿Verdad? –Le dije.

-Ahí andan.

-Iré al baño. –Dije y caminé a la casa. Mis piernas temblaban y estaba ardiendo. Subí las escaleras y entré a mi cuarto. Agarré mis tetas que me dolían de excitación.

Casi al instante, entró mi papá detrás de mí. Volteé y nos comimos a besos. Sus manos rápido apretaron mis tetas y yo jugaba con su entrepierna.

-Te necesito. –Me dijo. –Ya deseo cogerte.

-Y yo quiero que me la metas. –Le dije. –Pero aquí no podemos.

-Tenemos que pensar en una excusa para irnos a coger entre las parcelas. –Me dijo.

-Y podemos invitar al vecino señor. –Le dije entre besos. -¿No te excitaría ver que me toque?

-Si claro, me calentaría mucho ver como otro hombre se coge a mi mujer. –Me dijo. Le faltaban brazos para tocar mi cuerpo. –Y estoy seguro que te lo cogerías.

-Claro, de hecho, de todos los hombres que hay en esta casa, solo él me falta. –Le dije. Mi papá no se detuvo para nada.

-Incluso, ¿Con tu hermano? –Me dijo.

-A él solo se la agarré pero me faltó poco para mamársela. –Le dije.

-¿Qué te lo impidió?

-Mis primos, los gemelos. Creí que sería más tierno darles a ellos su primera vez.

-Y ¿Lo hiciste? Que pregunta tan más pendeja. –Dijo.

-Quiero cogerme al vecino señor, papi. Y quiero que nos veas. –Le rogué.

-Pero, ¿Cómo sería? No creo que quiera participar en algo con nosotros.

-Claro que no, ni tampoco vería con buenos ojos que mi papá me coja o me dé permiso de coger con él. –Separé a mi papá.

-¿Entonces?

-Déjame seducirlo. Tú dijiste, el alcohol hará todo el trabajo por mí. –Le di un pico. –Te vas a tú cuarto, y nos ves por la ventana. –Otro pico. –Quiero que veas como se la mamo y como me empinó para él. –Se hizo el silencio un rato.

-De acuerdo. –Dijo por fin. -¿Me avisarás?

-No, tú te darás cuenta cuando estaré con él. –Salimos del cuarto. Primero él y después de un minuto, yo. Me topé con Olga que hasta este momento no la había visto. –Ho… hola. –Dije un poco nerviosa.

-¿Siempre si seguiste mi consejo de cogerte a mi papá? –Me dijo. – ¿Y ahorita te andabas ganando la tienda? –Noté cierto juego en su voz.

-No, eso ya lo hice ayer. Una mamada me bastó para convencerlo. –Le dije siguiéndole el juego.

-Pues lo dirás de juego pero ahorita que lo vi, salió temblando del cuarto. –Su voz cambió a algo más serio.

-Todo está controlado, no te preocupes. –Le dije y me vio seriamente. -¿Cómo crees que haré algo con mi papá? –Le dije.

-No dije nada. –Dijo. –Solo cuídate. –Y bajó las escaleras.

“¿Se abra dado cuenta de la relación que tengo con mi papá? Por lo visto sí, pero aún guarda un poco de respeto a mi forma de ser” .

Bajé las escaleras y mi hermano, y el esposo de la vecina niña, me comieron con la mirada en cuanto pasé frente a ellos. Salí y fuera estaban mi papá, mamá, Olga, el vecino señor, la señora y la vecina niña. Ya habían puesto una mesa y estaban acomodando todo para comer.

Llegué y tomé un lugar a lado de Olga. Salieron mi hermano y el esposo de la vecina niña y todos nos sentamos en la mesa. En 10 minutos todos nos estábamos sirviendo comida.

Mi papá me dijo unas palabras frente a todos. Luego cada quien empezó su tema con la persona de al lado. Mi plática con Olga fue muy casual. De cuando en cuando, aprovechaba para ver al vecino y le sonreía. Al inicio, no me regresaba la sonrisa, pero después notaba que ya lo miraba e incluso él también seguía mi juego.

Luego de 40 minutos de plática, risas y silencios, nos empezamos a separar. Mi mamá junto con la señora y la niña embarazada empezaron a recoger y llevar los platos sucios a la casa. Luego ya no salieron, imaginé que se quedaron a lavar trastes.

Olga se metió detrás de ellas, con la excusa de ver al bebé. Los muchachos se metieron nuevamente a la sala. Fuera nos quedamos, mi papá, el vecino señor y yo. Inicié mi juego.

-Y usted, ¿Cómo está? Vecino. –Pregunté.

-Bien, hija. –Respondió. –Con mucho trabajo en la fábrica, pero nada que no pueda salir.

-Ándele, que bien. –Dije. –Fíjese, nunca le había preguntado, ¿Es pesado trabajar en una fábrica? Tengo entendido que es usted obrero.

-Las horas son largas y el sueldo más o menos pero, ¿Qué más puedo hacer? –Y eso lo entendí rápido, el vecino no tenía estudios. –Ya le dije a tú papá que me dé trabajo en su nueva tienda.

-Papi, por cierto, ¿Cómo va la otra tienda? –Le pregunté. Desde que llegué, no lo había pensado.

-Si todo sale bien, en dos meses estaría en funcionamiento. –Me dijo mi papá y noté cierto orgullo en su voz. –Y tú, serás la encargada del negocio. Sola.

Grité de felicidad. Me levanté y corrí a abrazar a mi papá. Me puse de puntitas y le di muchos besos en su cara.

-Sí, sí, sí… papi… yo… -Le dije. Lo abracé de la cintura y recargué mi cabeza en su pecho. – ¡SI!

Mi papá me acarició el cabello y me hizo sentir como si tuviera 10 años.

-Voy unas cervezas. –Me dijo mi papá y nos separamos. Me senté en una silla frente al vecino. Me crucé de piernas y se levantó un poco mi falda. Una de mis piernas quedó al descubierto, noté como el vecino de manera distraída bajó su mirada para verme y luego la subió.

-Ha sido un día maravilloso. –Le dije en tono feliz. Y la verdad estaba feliz, muy feliz. –El festejo que organizó mi papá, las noticias que me ha dado, todo, todo, todo me pone de muy buen humor. Solo me falta una cosa para que el día cierre perfecto.

-¿Qué cosa? –El vecino me miraba muy serio y atento. Bebía su cerveza.

-Un buen hombre que me haga sentir mujer. –Le dije y nos miramos fijamente sin mostrar sentimiento alguno. O eso parecía. Mi vecino puso cara de excitado.

-Faltaba más, mija. –Dijo. –Aquí estoy yo.

-Sino fuera amigo de mi papá, y mi vecino, ya estuviera con usted en la cama. –Silencio. –Lástima.

-No tiene por qué enterarse tú papá. –Me dijo. –Igual, podemos irnos a un motel.

-¡Ay no! ¿Cómo cree?

-Disculpa si te ofendí. –Dijo rápido. Se notó desesperación por no quererme perder. –Lo dije solamente para que nadie supiera de esto. Que quedara entre tú y yo.

No era la persona más elocuente. Incluso si me lo encontrara en la calle y quisiera coger, por su forma de hablar no lo aceptaría.

-Hola, papi. –Dije en cuanto lo vi salir de la casa con tres cervezas. Noté que el vecino se acomodó en su silla y se llevó una mano a su entrepierna. “Se le paró” , pensé. Mi papá nos dio la cerveza y me dio un pico. Se sentó a mi lado y pasó un brazo alrededor de mí. –No le incomoda que nos demos besos en la boca, ¿O sí? –Le pregunté al vecino.

-No, para nada. –Respondió. –Desde niñas veo que las dos hacen eso, y tú hermano con tú mamá. Es algo muy natural entre ustedes y sé que lo hacen sin morbo. – “Si supiera…” . Le di otro pico a mi papá.

-Es algo que nos inculcaron, para nosotros es muy normal. Aparte de que mi papá esta guapísimo, ¿Quién no querría besarlo? –Otro pico más.

-Entonces debes sentirte afortunada, ya que estoy seguro que muchas mujeres quisieran estar en tu posición pero ellas con otras ideas.

-Este señor es solo mío. –Y abracé a mi papá. –Papi, dame otro ratito a solas con el vecino. –Le susurré.

Mi papá se levantó.

-Voy al baño. –Dijo y se fue para el baño de atrás.

-Y ¿Su esposa? –Pregunté.

-¿Qué pasa con ella?

-¿Usted estaría conmigo, estando casado? –Mi pregunta lo tomó por sorpresa.

-Es algo de una sola noche, nadie tiene porque enterarse. –Me dijo.

-Me está convenciendo. –Le dije.

-¿Quieres cerrar este día de manera perfecta? Anímate y haré que sea el mejor día de tu vida.

-Pero salir de aquí con usted, llamaría mucho la atención, ¿No? Tendríamos que salir con una excusa y luego otra excusa para justificar porque tardamos tanto en regresar. –Agarré aire. –Aparte, yo puedo salirme de aquí sin problema alguno, irme toda la noche y regresar en la madrugada sin darle explicaciones a nadie, pero ¿Usted? Su esposa no va a darle permiso tan fácil de salir y quizá tenga un problema enorme cuando regrese. –Silencio.

Los dos bebimos cerveza. Me estaba poniendo difícil pero al mismo tiempo, fácil.

-Muy difícil. –Dijo. –Tú que tienes más practica en esto, ¿Qué haces para salirte a coger?

-Normalmente, mis amigos me hablan, quedamos en salir, pasan por mí y nos metemos entre las parcelas. Nunca he ido al motel del pueblo porque siento que todo mundo ve entrar y salir a las personas de ahí y no quiero quemarme. –Le dije.

-Amigos… -Dijo para sí mismo. –Una vez escuché una conversación de los amigos de mi hijo. Hablaban sobre una prostituta, que querían verla de nuevo. Y la estaban describiendo, y la mujer que describieron, era idéntica a ti. –Bebió cerveza. –Le pregunté a mi hijo sobre esa prostituta y nunca me dijo nada. Me interesó más que nada porque cobraba muy poco.

-Si era yo. –Le dije a secas. –Y si me hubiera dado una señal, lo hubiera hecho con usted.

-Pues aquí estoy, te pago. Pero te contrato para mañana.

-La oferta es hoy, y es gratis. Mañana ya no me tendrá ni por todo el dinero del mundo.

-Me las pones muy difícil, Julia. Sabes que no se puede.

-Todos están dentro de la casa. Vamos a su casa, lo hacemos y regresamos rápido. –Le dije.

-Y ¿Tú papá? –Me preguntó.

-Olvídese de él, yo me encargo. Recuerde que soy su princesa. –No perdió más tiempo y salió rumbo a su casa. Yo corrí tras él.

En pocos segundos cruzamos a su solar y cuando menos acordé ya estábamos dentro de la casa. Me agarró la mano y me llevó a su recamara. Se volteó y nos besamos. Sus manos con desesperación levantaron mi falda y agarraron mis nalgas. Su boca bajó a mi cuello y lo besó.

-Estas buenísima. –Me dijo.

-Pero vecino, aquí no. Alguien puede entrar y descubrirnos. –Le dije sin separarnos.

-¿Entonces? –Seguía acariciando y besando todo mi cuerpo.

-Vamos atrás, al patio. Me sentiría más cómoda allá.

-Vamos. –Dijo y así con la falda levantada, salmos al patio.

Apenas cerramos la puerta, pegó contra la pared y bajó a mis tetas que mordió por encima de mi playera.

-Así, sigue, así. –Le dije.

Volteé a la ventana del cuarto de mi casa y no había nadie. “Rápido papá, no tenemos mucho tiempo” , pensé. Los segundos pasaban rápido, mi papá no llegaba y yo tenía que acabar con esto.

Con fuerza, cambié de posición con mi vecino y ahora él estaba pegado a la pared. Me puse de rodillas y empecé a desabrochar el pantalón de mi vecino. Él no se esperó a nada y bajó el pantalón rápido. Saltó su verga de un tamaño promedio pero ya parada. Sin perder el tiempo, abrí mi boca y me la comí. Mientras lo hacía, miraba a la ventana pero mi papá seguía sin aparecer.

-Que rico la mamas. –Me dijo el vecino con sus ojos mirando el cielo. –Chúpala así, lento, sí. –Me agarró de la cabeza y de manera lenta, me movió.

Pasaron otros 20 segundos, volteé a la ventana y vi una cabeza. Mi papá nos miraba sin perder detalle. Hasta abajo noté rojo en sus ojos. Estaba encendido de excitación.

Al instante, mi calzón se mojó totalmente producto de un orgasmo que me había provocado estar en esa posición: le mamaba la verga a mi vecino mientras mi papá nos veía.

Rápido me levanté, mi falda estaba en la cintura de mi cuerpo. Quité mi calzón y lo aventé al medio del patio. El vecino se agachó a agarrar un condón que traía en su pantalón y se lo puso. Yo puse mis manos en la pared y me empiné. “Me encanta estar empinada” , pensé. “Papi, disfruta del espectáculo” .

Sentí una mano en mis caderas y luego la verga abrirse camino entre mis nalgas. Gemí de placer, de excitación. Necesitaba esa verga dentro de mí. Estaba ardiendo como nunca. Mi papá me miraba y quería demostrarle que era una puta que disfrutaba de las vergas sin control.

La verga tardó un poco en encontrar el camino pero lo encontró. El vecino empezó a bombearme. Me agarró de la cintura y dejé que él llevara el ritmo. Sus piernas golpeaban mis nalgas, su verga entraba y salía sin problema. Yo estaba disfrutando. El vecino disfrutaba como loco.

Volteé a la ventana y mi papá no perdía detalle. Y vi cómo se movía como loco y su mano se perdía abajo, donde terminaba la ventana y empezaba su entrepierna. “Se la empezó a jalar” , y me llegó otro orgasmo.

Sin importarle al vecino mis gemidos y de los movimientos que hice cuando llegó el orgasmo, siguió cogiéndome.

-Que rico me coges papi. –Empecé a calentarlo para que se viniera. No teníamos mucho tiempo. –Siento tu verga rozar mis nalgas, las abre muy rico, y entra en mi panocha hasta el fondo. Coges demasiado bien. –Sus gemidos se empezaron a notar más.

-¿Julia? –Al escuchar mi nombre, y la voz de quien lo dijo, mi corazón se me salió del cuerpo. Mi alma voló hasta el cielo y no tenía intención de regresar. Pero mi cuerpo, mi cuerpo no reaccionó, mi cuerpo se quedó quieto. Miré a mi casa, a una ventana que daba al patio del vecino. Pero no se miraba muy bien donde estábamos, al menos claro, que hicieras un esfuerzo para ver a la dirección donde nos encontrábamos. Volteé y vi a mi mamá viéndonos. No la vi claramente, pero la voz de ella me hizo saber que era ella. -¿QUE CHINGADOS ESTAS HACIENDO? –Su voz no solo fue fuerte, sino llena de coraje, rencor, decepción.

Ese grito me hizo reaccionar, rápido me separé del vecino señor y bajé mi falda. Sentí un par de chorros de semen golpear mi brazo. El vecino, con la misma rapidez, subió su pantalón.

Mi mamá desapareció de la ventana.

-¿Qué hice? ¿Qué hice? ¿Qué hice? –Dije muy desesperada.

-Estamos en un problema muy grave. –Me dijo el vecino. –No solo tú, yo quizá pierda a mi familia. –Agarró aire. -TE LO DIJE. –Gritó el vecino. –TE DIJE QUE AQUÍ NO ERA EL LUGAR, QUE NOS ESTABAMOS ARRIESGANDO MUCHO. TÚ SOLO OBTENDRÁS UNA REGAÑADA, PERO ¿YO? PERDERÉ TODO POR TU CULPA.

-¿POR MI CULPA? BIEN QUE QUERÍAS COGER CONMIGO. CUANDO TE DIJE DE ESTO… -Me entró un coraje enorme por la actitud del vecino señor. -¡AY! ERES MUY POCO HOMBRE, DEBERÍAS ASUMIR LA CULPA DE TUS ACTOS.

Sentí una cachetada en mi mejilla. No me hizo caer, solo me volteó la cara. Agarré todas mis fuerzas y las puse en mi mano derecha, cerré el puño y le di en toda la nariz. Me llegó un enorme dolor en mis dedos pero sentí que había valido la pena ese dolor que sentía. El vecino retrocedió unos pasos agarrándose la nariz.

-NO ME VUELVAS A TOCAR. –Le dije en tono fuerte y claro. –SI LO VUELVES HACER, JURO QUE TE MATO. A MI YA NADIE ME TOCA Y MENOS UN PENDEJO COMO TÚ. SOY MAS FUERTE QUE TODOS USTEDES. –Lo miré y noté que no tenía intención de hacerme caso.

Agarró impulso para lanzarme contra mí. Pero yo ya estaba lista para recibirlo y enfrentarlo. “Ningún hombre me volverá a golpear. ¡JAMAS!” .

En eso, se abrió la puerta de la casa que daba al patio. Los dos volteamos a ver a la persona que entró. Era mi hermano menor. Con mucha inocencia, se puso en medio de nosotros dos para cubrirme.

Vi como el vecino señor levantó la mano y golpeó en alguna parte de la cara a mi hermano, este cayó de lado, en los pies de otra persona. Levanté la mirada y mi mamá entró a la escena.

-NO PERMITIRÉ QUE TOQUES A MI HIJOS, CERDO. –Gritó mi mamá, levantando las dos manos y lanzándose contra él. El vecino señor la recibió igual con sus brazos arriba y las detuvo en el aire.

Empezaron un baile de fuerza que los hacía mover de un lado a otro y girando.

Casi al instante, entró la vecina señora que sin pensarlo se lanzó contra mí mamá, la agarró del cabello y le dio un estirón que la hizo caer de espaldas en el suelo. Corrí contra la vecina señora y le tiré muchos golpes mientras me le acercaba. Y cuando lo hice, ella me agarró del cabello. Sin pensarlo hice lo mismo. Y paradas, en medio del patio, empezamos a medir fuerzas para demostrar quien estiraba más fuerte el cabello.

El dolor que sentía era enorme, mi cabeza me ardía y eso provocaba que yo estirara con más fuerza. “No sueltes ni una lagrima, no demuestres debilidad” , pensé.

-AUXILIO. –Alcancé a escuchar la voz de la vecina niña. –YA NO PELEEN.

Pero yo no iba a soltar el cabello de la vecina señora hasta matarla.

Unos empujones nos hicieron caer, afortunadamente yo caí encima de la señora. Seguíamos con nuestra pelea. Los gritos seguían. La solté del cabello y sin pensarlo, con mis dos manos, le di muchos golpes en la cara. Sentí un placer enorme al hacerlo. Sobre todo porque la vecina señora me soltó para cubrirse los golpes. Yo no me detuve.

Mi mamá le gritaba a mi hermano para que se detuviera. Volteé de reojo y el esposo de la vecina niña estaba en medio de mi hermano y el vecino señor, que seguían tirándose golpes.

-¿QUE CHINGADOS PASÓ? –Escuché la voz de mi papá.

-ESTE PENDEJO, ESTABA VIOLANDO A JULIA. –Dijo mi mamá. Volteé y vi a mi papá lanzándose contra el vecino señor y el esposo de la vecina niña, tirando golpes.

Sentí un estirón de cabello que me hizo caer de espaldas en el piso y rápido la vecina señora se puso encima de mí. Nuevamente agarré su cabello e iniciamos nuevamente una batalla.

Se escuchaban gritos por todos lados; la vecina niña y su esposo pedían a gritos que nos detuviéramos. Mi mamá luego de un rato se unió a la causa.

Al estar boca arriba, vi que mi hermano y mi papá se peleaban con el vecino señor. El esposo de la vecina niña no podía detenerlos, también recibía golpes en su cabeza. Nada nos podía detener. “Y pensar que todo esto pasó por mi culpa” , pensé mientras recibía un golpe en mi cara y yo lo regresaba.

-POR FAVOR, AYUDENNOS. –Escuché la voz de Olga, mi hermana. Entraron varias personas, entre hombres y mujeres y empezaron a separarnos.

Rapido separaron a mi papá y a mi hermano. La pelea allá había terminado. Pero mi pelea con la señora vecina no terminaba. Ninguna de las dos quería soltar el cabello de la otra.

-Primero tú, pendeja. –Le dije.

-Tú primero, puta. –Y con cada ofensa, venía una estirón.

Las personas trataban de separarnos pero sin éxito.

Luego de un rato, por fin nos separamos. Todo dolor desapareció y la adrenalina subió al máximo. De un lado estaban los vecinos, en medio estaban las personas que llegaron a separarnos y del otro lado estaba mi familia.

Las ofensas siguieron.

-TÚ HIJA ES UNA PUTA. –Decía la vecina señora.

-TÚ ESPOSO ES UN VIOLADOR. –Respondía mi mamá.

Entre más cosas gritaban. Yo me estaba preparando para decir algunas palabras, pero por el coraje la voz no me salía. Mi papá hizo el intento de ir por el vecino pero lo detuvieron.

-TE DUELE QUE TE HAYA BAJADO A TU ESPOSO. –Grité.

-ERES UNA PUTA, NINGUNA PUTA ME QUITA NADA. –Respondió la vecina.

-EL VINO A BUSCARME, MIRAME. ESTOY MEJOR QUE TÚ, ¿QUIEN VA A QUERER A UNA GORDA COMO TÚ? YO TENGO AL HOMBRE QUE QUIERO Y HOY QUISE AL TUYO Y FUE TAN FACIL. –Se lanzó contra mí pero la pararon. –VEN, TIENES MIEDO.

-LARGATE DE MI CASA, PUTA.

-VECINO, CUANDO QUIERA MÁS Y EN SU CASA NO LO ATIENDAN, YA SABE DONDE BUSCARME. –Dije dándome la vuelta y saliendo de la casa. Fui a la mía y entré. Caminaba de un lado para otro en la sala.

Se abrió la puerta de la casa y vi a Olga con el niño en brazos.

-¿Qué pasó? –Me preguntó. –Escuché a mi mamá gritar y decir que te estaban violando.

-Me descubrieron cogiendo con el vecino, en su patio. –Le dije enojada.

-¡Ay Julia! ¿Qué hiciste?

-¿Qué? ¿También me vas a juzgar? Me dirás que soy una puta sin control. –Le dije y mi enojo incrementaba.

-Tú y yo hemos vivido demasiadas cosas. –Me dijo de manera serena. –Mira, aquí está Luisito. Es el producto de nosotras dos. Es el recuerdo que vamos a tener siempre de lo que pasamos juntas. –Su voz me tranquilizó un poco.

Me acerqué al bebé y lo vi. Era hermoso. “Es de Rafa” , pensé. “Necesito un hijo de Rafa” .

-No puedo detenerme y si te soy sincera, no quiero detenerme. Me gusto como soy.

-Lo sé. –Me dijo. –Una vez te dije que yo quería ser como tú. Te veo, te siento y me siento celosa. Me gusta mucho la relación que llevas con mi papá. El coqueteo es hermoso. Es una relación hermosa de padre e hija, y yo me siento celosa. Yo no puedo ser como tú y llevarme con él de la manera en que tú lo haces. –Respiró. –Y estoy segura, que para él no eres indiferente, te ve como una mujer y creo que es por eso que llevan tan hermosa relación.

-Ya me lo cogí. –Dije.

-¿Qué?

-Sí, hemos estado cogiendo. –Le dije. –Desde que regresé y sabe que soy ninfómana, él ya me ve como una mujer y yo ya me entregué a él. Soy su mujer. –Olga me miraba con cara de no poderlo creer. –No te asustes, tú sabes que para mí es algo normal. –No dijo nada. –Incluso, una de sus fantasías en coger con nosotras dos.

-Yo… no sé… que decir…

-Lo sé. Le dije que hace un año si aceptarías, pero hoy ya no. –Le dije. –Pero piénsalo, por favor. Vamos hacer feliz a mi papá.

-Después de lo que pasó hoy, las cosas cambiarán demasiado. Mi mamá quería hablar contigo de algo muy… fuerte… estaba dispuesta a doblar las manos con tal de tenerte aquí, de ya no perderte… pero después de esto… no sé qué vaya a pasar… -Dijo y su voz se apagó.

-Olga, ¿Qué quería mi mamá? –Le pregunté.

-Que ella te lo cuente. –Y se hizo el silencio.

De todo lo que pasó ahorita, se unió otra preocupación más: la plática que tendría con mi mamá. Luego de 5 minutos, entró mi mamá con mi hermano y con mi papá.

-Déjennos solas. –Les dijo mi mamá. Mis hermanos subieron al cuarto, mi papá fue a la salida de la casa.

-Papá… -Le hablé. Volteó a verme.

-Ahorita no, Julia. –Dijo y salió de la casa.

Mi mamá rompió en llanto.

-¿Qué hiciste? July. –Me dijo. Su voz sonó muy triste. Me desarmó totalmente, no esperaba esa actitud de ella.

-Dis… discúlpame, mamá. –Le dije.

-Prometí que cuando regresaras, te iba a entender. Pero no entender de palabras y esas cosas, tú no necesitas esas cosas.

-No entiendo, mamá. –Le dije.

-Para mí era muy difícil tomar una decisión. Siempre te inculcamos valores, pero tú no los tomaste...

-Pero… -Interrumpí.

-Déjame terminar. –Su voz sonó fuerte. –Entiendo que no fue tú culpa totalmente. Entiendo que tú eres una persona que necesita sexo todo el tiempo. Y eso me preocupaba, ¿Sabes? Que terminaras embarazada, alguna enfermedad. Desde hace mucho sospechaba eso de ti, pero por miedo no me atrevía a hablar contigo. Te dejé sola y no debí hacer eso. –Silencio.

-Mami… -No dije más.

-Cuando te vi llegar, ese plan que tenía, ese de entenderte, era tan difícil de llevar a cabo.

-¿De qué trata todo eso que quieres hacer conmigo? –Pregunté.

-Hija… -Su voz se quebró. –Te iba a permitir que trajeras a todos los hombres que quisieras y que cogieras con ellos aquí mismo. Si querías, mujeres también. Te iba a dar total privacidad en caso de que quisieras un trío o una orgía, aquí la ibas a poder organizar. Siempre y cuando me tuvieras total confianza y así poder ayudarte para evitar embarazos y enfermedades. De esa manera te iba a entender.

Y me solté a llorar.

-Mamá, aún puedo. –Le dije.

-No hija, la verdad, estás descontrolada. No puedo entenderte. –Me dio la espalda. –Te quería aquí conmigo, pero ahorita viéndote con el vecino, la verdad ya no te quiero aquí. Simplemente, no puedo entenderte.

-Mamá… -Se hizo el silencio. Pensé en mi vida. Si me esforzaba poquito, podía disfrutar en mi casa del sexo que tanto quería y me olvidaría de todo lo malo que hice hasta ese momento. Por otro lado, iba a perder una vida que tanto quería. Una vida que me había esforzado tanto en conseguir. No la iba a perder así de fácil. –Creo que tienes razón. No vas a entenderme nunca. –Silencio. –Es mejor que me vaya, y no volverán a saber de mí.

Di media vuelta y salí. Mi papá estaba sentado en una silla. Me vio salir. Caminé directo a él.

-Papá, me voy de la casa. –No dijo nada. –Lo tuyo y lo mío no tiene por qué acabar. Te daré todo el tiempo que necesites, y cuando estés listo, búscame. La pasaremos increíble.

Caminé a donde estaba el auto que me había prestado Edith. Miré por última vez la casa donde viví toda mi vida, arranqué el auto y dejé atrás aquella vida familiar.

Levanté mi cabeza y no me arrepentía de la decisión que había tomado. Marqué el número de Edith:

-Edith, mañana mismo te caigo en el negocio. Ya arreglé mis asuntos.

-¿Todo bien? –Me preguntó.

-Todo perfecto. –Dije. –Te quiero pedir un favor.

-Dime.

-Quiero que me ayudes a conseguirle trabajo a una amiga.

-En mi negocio hay mucho trabajo. –Me dijo. -¿Cómo es ella? –Preguntó.

-No, quiero un trabajo legal, bueno.

-Muy bien, mañana temprano hago un par de llamadas y nos vemos. –Me dijo.

Colgamos. Era cerca de media noche. Fui a un lugar donde vendían alcohol de manera ilegal, compré dos botellas de whisky, me metí entre las parcelas y empecé a tomármelas.

Pensaba en todo lo ocurrido. “Ya olvídalo” . Mi vida había cambiado mucho y esa vez, tomaría la otra parte de mi vida, la que había construido. No dormí y me puse ebria. Cerca de la hora de llegada de Rebecca, como pude me acerqué a la central. Llegaron varios autobuses antes de que ella llegara.

La vi bajar, le toqué el claxon varias veces y llegó corriendo al auto.

-July, buenos… ¿Qué te pasó? Andas muy ebria.

-Nada… que… ver… -Dije como pude.

-Yo manejo, tú solo dame indicaciones para llegar a la casa.

Abrí mis ojos. Estaba en una cama, acostada. A lado estaba una persona. Todo empezó a darme vueltas.

-¿Rebecca?

-Sí, soy yo. –Dijo. –No te levantes. Imagino que la cruda debe estar buena.

-¿Dónde estamos? –Pregunté.

-En el lugar que me dijiste. –Dijo. –Es el mismo donde me mandaste aquella ocasión por dinero.

-Está bien. –Dije. -¿Te importa si me vuelvo a dormir?

-Adelante.

Cerré mis ojos sin pensar en nada más.

Continuará.