Adiós españolita de mi alma
Una fiesta de despedida puede traer grandes y gratas sorpresas como también desagradables desencuentros.
Andrés me embestía una y otra vez. Con sus dos manos sostenía mis caderas al ritmo incesante de mis gemidos que cada vez eran más intensos. Un profundo suspiro hizo que sintiera como mi vagina atrapaba su pene como un prisionero que entre sus paredes podía liberar toda la nostalgia acumulada de tantos días. Pero su objetivo era otro, así que retiró su pene para volverme a embestir. Esta vez mi culo fue protagonista que con tan solo la humedad que manaba de entre mis piernas se pudo abrir camino.
Excitada y mirando como su fabuloso miembro entraba y salía libremente de mi ano, me detuve por una fracción de segundo para sentir como su semen salía a borbotones inundándome por completa. Con su respiración entrecortada se desplomó suavemente sobre mi espalda jadeando hasta que sus latidos se pudieron sincronizar con los míos.
Una vez que la calma regresó a nuestros cuerpos, pude ocupar mi lugar preferido para disfrutar de esa condición de encontrarse en el mejor lugar del mundo. Su hombro derecho.
Andrés, recostado sobre las almohadas vapeaba su cigarrillo electrónico formando anillos con el vapor que yo rápidamente desarmaba al quererlo traspasar con mi dedo índice.
Podía jugar horas intentando que aquellas figuras fuesen una colección interminable.
Así se nos pasó el tiempo, conversando y haciendo reiteradamente el amor con las ganas de la nostalgia desde que había partido a China.
Pero ya estaba de regreso y eso sin lugar a dudas era el mejor de los regalos.
De pronto miré la hora y no podía creer lo que veía.
-¡Andrés! ¡Son más de las nueve de la mañana y todavía estoy enredada en estas sábanas! ¡Tengo una reunión a las 10 y ni siquiera me he duchado! – exclamé levantándome desnuda a toda prisa.
Una vez bajo el agua sentí las manos de Andrés por la espalda tomando firmemente mis pechos y pellizcando mis pezones.
Que ganas tenía de quedarnos juntos por la eternidad bajo el agua, pero mi sentido de responsabilidad pudo más.
-¡Mi amor! Por favor no me hagas más difícil volver al trabajo. Ya se me acabaron todos los días libres que tenía previsto para tu regreso. Recuerda que las próximas dos semanas seré casi invisible.
-¡Sabes que nunca será suficiente para mí! Estás cada vez más deliciosa. Imposible que me pueda resistir – respondió mordiéndome el cuello.
Cuando estaba por cerrar la llave del agua, Andrés pidió que la dejara correr para continuar bañándose. Mientras me trataba de secar con la toalla, me preguntó.
-¿Fabiola, has pensado cómo vamos a despedir a Muriel?-
-¿Despedir a Muriel? - pregunté extrañada – ¡Que yo sepa, no va a ningún lado!
-¿Dónde tienes tu cabecita, cariño? ¡La próxima semana Muriel regresa a España por otros cuatro meses como lo hace todos los años! Pero quiero que esta vez sea especial. Le tengo que agradecer que haya postergado algunas semanas su regreso para que yo pudiese ir más tranquilo a China. ¡Le debo una! – exclamó con verdadera nostalgia por su amiga.
-¡Esta vez te las tendrás que arreglar solito organizando algo para Muriel porque lo que es yo, con suerte la podré acompañar al aeropuerto y solo porque ella no me lo perdonaría jamás en la vida!
-¿Pero cómo? Exclamó afligido – ¡Sabes perfectamente que no tengo ni puta idea cómo se organiza una cosa así! -
-¡Bueno, esta vez yo tampoco! ¡Así qué tendrás que aprender! - le respondí secándome el cabello.
-¿Y qué hacemos, entonces? ¡Porque algo tenemos que hacer! –
Se quedó pensando en silencio por unos segundos hasta que dijo.
-¿Por qué no le pides a Maite que lo haga? ¡Ella es profesional en organización de eventos! ¡Además no creo que se vaya a negar! ¡Le encanta andar metida en todos los saraos posibles! – exclamó Andrés con satisfacción.
-¡Jajajajajaja, que genial tu idea Andrés! – le respondí sin poder contener la risa – Veo que no te has percatado de un pequeño detalle -
-¿Detalle? – Preguntó desnudo mientras se secaba el cabello. Esa perfecta postal me hacía pensar incluso en la posibilidad de reportarme enferma para meternos en la cama y volvernos a enrollar.
A pesar de los años que llevábamos juntos cada día me resultaba más atractivo. De musculatura firme y tonificada. Sus caderas con ambas crestas iliacas prominentes daban esa estructura triangular propia de su naturaleza masculina.
-¡Fabiola despierta, te estoy hablando! ¡Qué detalle! - insistió tirándome la toalla encima.- ¡Que Maite, bajo ninguna circunstancia le organizaría una fiesta a Muriel! ¿Acaso no te has dado cuenta de la tensión que hay en el ambiente cuando ambas se encuentran bajo el mismo techo?
-¡Los polos iguales se rechazan, Andrés! - le respondí sorprendida al ver que no se había dado cuenta de la guerra desatada entre esas dos bellas doncellas escuderas.
-¿Se llevan mal? – Preguntó extrañado – ¡No tenía idea! ¡Pero como pueden andar con esas niñerías a estas alturas de la vida! - respondió tratando de insistir sobre su brillante idea.
-¡No son niñerías, Andrés! - le respondí seriamente - Son un par de minas terrestres que si das un paso en falso arrasaran con todo a su alrededor.
-¡Par de pendejas! – Exclamó - Llama a Maite y le preguntas como que no quiere la cosa - ordenó Andrés sin mirarme a los ojos - ¡Si se niega, vamos por el plan B! -
Demore un poco en marcar el número telefónico de Maite, porque conociéndola sabía perfectamente cuál iba a ser su respuesta a la petición de organizar la despedida de Muriel.
Así es que a la hora de almuerzo sentada en una mesa improvisada que había instalado el dueño del Food Truck en el parque cerca de la clínica, la llamé.
-¿Alooooo? - Escuché su inconfundible tono de voz al otro lado de la línea – ¡Que linda sorpresa amiga! ¡Pensé que estabas hospitalizada! – exclamó riendo
-¿Hospitalizada? ¿Porque? Pregunté ingenuamente mientras peleaba con los palillos intentando atrapar los fideos de arroz que traía mi porción de comida thai.
-¡Si pues, amiga! Si Andrés regresó de su viaje, te imaginé hospitalizada en traumatología con dislocación ¿cómo se dice? ¿Bilateral de caderas? ¡Así como Bambi!
-¡Maite, si es bilateral! ¡Pero como puedes decir tanta tontería! Le respondí sonrojándome.
-¡Conociendo a nuestro Andrés te puedo asegurar que apenas te dejó respirar y menos te dio permiso para tomar un vaso de agua, amiga! ¡Cómo te debe haber dado, dios mío! – exclamó Maite agitada.
-¡Ya Maite, déjate de bromas y hablemos en serio! ¡Te llamaba, para! … - permanecí en silencio un par de segundos porque no encontraba la forma de plantearle mi solicitud.
-¿Para hacer un trío con Andrew porque llego tan caliente que no das el ancho? - Preguntó por adelantado – ¡Si no te incomoda, por mí no hay problema! -
-¡Ehhh no es eso precisamente, amiga! De eso me ocupo perfectamente. ¡Es para organizar una fiesta!- le respondí sin ánimo de dar más detalles.
-¡Una fiesta, no faltaba más! - Exclamó entusiasmada - ¿Qué tipo de fiesta quieres que organice? Despedida de soltera, cambio de sexo, otro divorcio, cumpleaños, despedida, bienvenida. Una follatera , no se dime tú y de inmediato me pongo manos a la obra.
-¡Una despedida! Es para Muriel - le respondí bajando el tono de voz para suavizar su reacción - La semana próxima regresa a España - continúe - ¡Andrés pensó que sería increíble que nos juntáramos todos para que le hiciéramos una fiesta de despedida! -
-¿La abogada folla amiga tuya? ¡Lo siento, no cuentes conmigo! ¡Ni en mis peores sueños lo haría, linda! - Respondió de manera categórica. ¡Esa mujer parece torero! cada vez que nos vemos mueve su capote toreándome de un lado a otro. ¡Me provoca y si me descuido me clava las banderillas y el estoque de un viaje! ¡Y yo que tengo la sangre caliente, entre otras cosas! – exclamó tajantemente.
-¡Por favor Maite no te puedes negar, es un favor para mí! Si yo lo pudiera hacer no te lo pediría, pero estoy en el grupo que está organizando el próximo Congreso de Obstetricia y Ginecología que se realizará dentro de un mes – Exclamé casi en tono de súplica.
-En lo que a mí respecta que regrese a España es una estupenda noticia – exclamó manteniéndose en su negativa.
-¡Vamos amiga, eres una de mis hermanas! ¿Qué debo hacer para que te pueda convencer? - Le dije con un apenado tono de voz.
-¿Tú? ¡No puedes hacer nada, querida! ¡Aunque vinieras con el Papa, Putin, Obama o el que sea! ¡Pero nuestro Andrew, puede obrar el milagro! – exclamó risueña
-¿Fabiola, de quien fue la idea de pedirme este favor? ¡Porque tuya no fue, eso lo tengo más que claro!- Preguntó algo intrigada.
-¡La verdad, fue idea de Andrés! El me pidió que hablara contigo – le respondí reconociendo el hecho.
-¡Amiga, hermana querida! ¡Si es así, no seas la intermediaria! Quiero que él me llame directamente y me lo pida ¡Ahí veré si acepto o no! -
-¡Estás loca! ¡Andrés no te va a llamar! - Le respondí incrédula meditando su petición – ¡Aunque prometo que lo intentaré, lo prometo! -
Terminé sonriendo a solas con la llamada e intentando por última vez atrapar al trozo de pollo que se escondía tras la rebosante sopa.
Al llegar a casa por la tarde disfrute por un momento la escena de ver el nuevo juguete de Andrés estacionado. Esta vez reluciente, sin una gota de polvo era la clara señal de que lo había mandado a lavar.
Que sensación más agradable era saber que ya estaba de regreso en casa.
Realicé el mismo ritual de dejar las llaves en la mesa del recibidor y fui directamente al estudio donde supuse se encontraría.
Entré sin tocar la puerta, la abrí cuidadosamente y lo vi concentrado en la pantalla de su portátil con los audífonos puestos como era su costumbre así es que pude adivinar que no se había percatado de mi presencia.
Entonces me di el tiempo para quitarme el vestido y el sostén quedando solo con un diminuto colaless color negro y mis zapatos de tacón.
Semidesnuda me acerque acariciándole los hombros y ante su sorpresa me senté sobre sus rodillas.
No logró reaccionar para sacarse los audífonos pero sí para acercar su boca a la mía mientras metía sus dedos bajo mi calzón evidenciando que la humedad de mis entrepiernas era suficiente para inundarlo.
-¡Con este recibimiento quien no quiere estar pronto de regreso en casa! - Susurro Andrés intentando controlar su respiración.
Rodeo mi clítoris con movimientos circulares y poco a poco se fue acercando a mi vagina. Yo me encontraba de espaldas y con las piernas abiertas. Los dedos de Andrés jugaban y se movían haciendo que me retorciera sobre él.
Como pude, me logré zafar de sus manos. Giré y fijando la mirada me fui deslizándo por su tenso cuerpo con la clara intención de quitarle el pantalón.
Su erección era tan prominente que por un rato tuve que hacer que relajara un poco su vientre para poder bajar el cierre del pantalón.
Una vez logrado mi objetivo, apareció ante mis ojos su maravilloso y grandioso pene que parecía estar a punto de explotar.
Lo tome con ambas manos, lo acaricié de arriba hacia abajo con tanta suavidad que poco a poco fue curvando su espalda levantando el culo de su asiento.
-¡Parece que me extrañaste! – le dije mientras mi lengua rodeaba su glande – ¿Cuánto? -
Pregunte con la intención de que sus gemidos fueran la respuesta.
-¡No sabes cuánto! - Respondió alzando la voz y tomándome, bajo los brazos alzándome para que lo cabalgara.
No me resistí, más bien abrí mis piernas complaciente para que me penetrara sin piedad.
Mi suspiro fue casi una súplica poniendo mis pechos frente a sus labios, mis pezones duros buscaban con urgencia su boca.
Hasta que prisionera de la excitación me comencé a mover como si en ello se me fuera la vida.
Andrés me tomó del cabello para aumentar la intensidad hasta que no pude más. Emitiendo un gutural gemido sentí como mi vagina se contraía una y otra y otra vez sintiendo como el pene de Andrés también hacía lo mismo. La sincronía que existía entre su piel y la mía era tan evidente que los dos al mismo tiempo nos hundimos en un orgasmo que nos dejó sin aliento.
Aún con el pene de Andrés dentro de mí y con el pelo revuelto lo bese en ambas sienes y en su frente bajando por su nariz hasta sucumbir en su boca que aún era presa de su agitada respiración.
-¡Mi amor, hablé con Maite al mediodía! - comencé la conversación.
-¿Qué tiene que ver Maite ahora, Fabiola? – Suspiró relajado – ¡Ahora no es tema, déjame disfrutar tranquilamente de este momento! -
-¡Me dijiste que era necesario implementar tu plan B y eso hice! Te advertí que ella se negaría a organizador la fiesta para Muriel - exclamé mientras sentía como se escurría lentamente el semen de Andrés entre sus piernas y las mías.
-¿Se negó? – Preguntó acomodándose en la silla sin permitir que me moviera del lugar - ¿Le dijiste que era yo quien se lo pedía? – volvió a preguntar con una incipiente sonrisa.
-¡Pues sí, se lo dije y aun así no aceptó! – exclamé mientras me movía suavemente de adelante hacia atrás aun con el pene de Andrés introducido en mi vagina. Era una deliciosa sensación sentirlo todavía dentro mío.
-¡Se negó aun sabiendo que yo lo había sugerido!- Insistió incrédulo.
-¡Mmm, no exactamente! - Tomando la actitud que Maite adoptaría para responder y prepare mi respuesta.
-¡Dijo literalmente! “Bueno Fabiola, si es así, quiero que él me lo pida ¡ahí veré si acepto o no!
-¡Perfecto entonces! -- me respondió ayudándome a separar nuestras caderas.
Un reguero de semen quedó cuando su pene salió de mi vagina. Me besó en la boca y tomó su celular para llamar a nuestra particular amiga.
-¿Maite? ¿Cómo estás guapa?- dijo Andrés usando su tono de voz más seductor.
-¿Andrew? ¿Andrés? ¡Andrés! - Pude oír por el altavoz del teléfono – ¿Acaso estaré agonizando que dentro de mi delirio me estás llamando? - Contestó Maite emocionada.
-¡Guapa, claro que soy yo! Qué te parece si te vienes a casa para que conversemos. ¡No nos vemos hace un buen tiempo! ¿Qué opinas? -
-¿Y estará Fabiolita en casa también? - Preguntó con cierto tono de malicia
-¡Por supuesto! – Le respondió Andrés sin poder contener la risa – ¡Ella es infaltable! -
-¡Mmm! ¿Y la españolita también está invitada? - Prosiguió Maite intentando negarse si así fuera.
-¡Muriel, la españolita no está invitada! Porque no es una invitada, si no parte de esta casa y de esta familia. ¡Mi familia! pero si preguntas si estará presente, tranquila que anda de viaje. ¡Bueno! ¿Vienes o no? – preguntó Andrés sabiendo de antemano la respuesta.
-¡Perdón pero creo que oí mal! – Respondió irónica – ¡Escuché Maite, mi amor! ¡Llegue hace poco de China y no sabes las ganas locas que tengo de follarte! -
-¡Algo así! - respondió Andrés sin contener las carcajadas al igual que yo.
-¡Acepto querido! Y prepárate que voy en camino a recuperar todo el tiempo perdido – respondió y colgó el teléfono.
Ambos nos miramos y volvimos a soltar una carcajada. Hasta que me di cuenta de que debía a lo menos vestirme antes de que llegara Maite.
Estábamos ya saliendo de la ducha cuando sentimos que tocaban al timbre.
Con sorpresa exclamé mientras me ataba el vestido.
-¡Creo que nuestra amiga tomó el primer vuelo supersónico! –
-¡Ya lo creo! – Respondió Andrés – Parece que viene con prisa así es que baja de inmediato o si no nos dejará sordos con ese timbre.
Al abrir la puerta, Maite apenas me besó la mejilla y rápidamente emprendió el camino hacia el estudio cuando se encontró con Andrés en medio del pasillo. Llevaba puesto un sugerente vestido corto de una traslucida y delgada tela que si uno se esforzaba un poco, podía ver tranquilamente lo que había tras el estampado.
Tiro su cartera al piso y de un salto se colgó al cuello de Andrés besándolo incansablemente por todo el rostro.
Andrés inmóvil solo tratando de afirmar sus locas manos. Sonreía mirándola con cierta ternura.
-¡Ya basta amiga! ¡Si no fui al cielo y regresé! ¡Solo vengo de China, tampoco exageres! -dijo tratando de calmar la efusividad.
-¡Andrew! Pensé que habías sido secuestrado cuando caminabas por la muralla China o que un par de Geishas estaban tratando de enseñarte cómo servían el té entre otras cosas.
-¡Maite, Maite! - respondió Andrés moviendo la cabeza y besándola en los labios con ligereza.
-¡Y ya que estás hablando de Geishas! Te debo aclarar que son japonesas y no chinas. Y como siempre me acuerdo de ti, cuando estuve unos días en Tokio te compré esto. ¡Te traje un regalo! - le dijo pasándole una caja que traía en las manos.
-¿Un regalo? ¿Para mí? - Respondió emocionada mientras me miraba para cerciorarse de que efectivamente el presente era suyo.
Asentí con la cabeza observándola como casi tiraba la caja para ver su contenido.
Era un hermoso Kimono de seda original de color rojo estampado con flores verdes, azules y doradas que sin duda le quedaría perfecto a su figura.
-¿Esto significa que de ahora en adelante deberé ser tu geisha, Andrew? Preguntó seductoramente mientras caminaba de regreso a la sala.
Una vez que se ubicó muy cerca de Andrés, me levante para ir por unos bocadillos a la cocina. Cuando estuve de regreso vi que Maite se quitaba la ropa entusiasmada con la intención de probarse su regalo.
Dejé la bandeja en la mesa y me senté junto Andrés a observar el improvisado striptease de nuestra amiga.
Andrés aprovechó la oportunidad de persuadirla para que aceptara organizar la fiesta. Maite en ropa interior lucia su cuerpo tonificado y muy bien mantenido que la hacían lucir sumamente atractiva.
Tomó la prenda de seda y la deslizó delicadamente por su espalda para luego acomodarla sobre su cuerpo. Cuando llegó la hora de atar el lazo. Andrés le ofreció su ayuda.
-¡Deja que lo haga por ti! – le hablo al oído a sabiendas que eso la excitaría – ¿Te gustó nuestro regalo? -
-¿Cuál regalo, Andrew? ¿Este? - Respondió tocándole atrevidamente las entrepiernas porque hasta ahora este camisón de geisha se parece mucho al pijama que uso para dormir – ¡Este regalo me gusta más! -
-¡Jajajajajaja pero en Japón no lo usan precisamente para para dormir! – respondió riendo a carcajadas.
-¡Amiga mía ven acá! – Exclamó Andrés señalándole el sillón - Siéntate con nosotros y tomemos una copa. ¡Te quiero pedir un pequeño favor! -
-¿Favor? ¡El que quieras querido!- Le respondió abriéndose el Kimono en frente de Andrés.
-¡Bueno, deseo que organices la despedida de Muriel! – le dijo Andrés sin mayores preámbulos.
-¿Qué acaso tengo cara de organizadora de eventos? – dijo haciéndose de rogar.
-¡La mejor de todas! - Respondí desde el sofá levantando mi copa – ¡Ya pues Maite se buenita aunque sea por esta vez, te necesitamos! -
-¡Pero si la españolita regresará en un par de meses más! – Exclamó - ¡Para que tanto escándalo si al despedirla solo le tendrían que decir coño, olé, joder, adiós y listo! Se sentó frente a nosotros bebiendo su copa esperando que insistiéramos en nuestra petición. Con Andrés nos mirábamos sin encontrar la forma de que Maite aceptara la propuesta pero ella se encargó de encontrar la solución.
Curiosa por cierto. Pero solución al fin y al cabo.
Dejó su copa en la mesa y abrió su bolso de dónde sacó un pequeño envase que contenía un par de preservativos de colores. Tomó la pequeña caja entre los dedos y se acercó caminando como modelo entrecruzando las piernas entre un paso y paso exagerando el movimiento de sus caderas.
-¡Bueno querido amigo! Soy una mujer de negocios. Ustedes lo saben así que si te parece bien podríamos llegar algún tipo de acuerdo satisfactorio para ambas partes - exclamó de forma coqueta.
-¡Me parece perfecto! - Respondí emocionada - Sabía que finalmente no nos dejarías solos con este problema.
-¡Ahhh, pero si aún sabes de que se trata, querida! Te voy a explicar. Esta cajita que tengo aquí - dijo levantando el envase entre los dedos de su mano derecha- Es uno de mis nuevos amigos de seguridad y su página web la publicidad dice que son increíbles.
-¡Preservativos invisibles sabor a plátano natural! -
-¡Como soy fanática del plátano los compré! ¡Pero no tengo como probarlos, he ahí el problema en cuestión! -terminó sentándose simulando frustración.
-¿Y cuál sería el tipo de acuerdo que te gustaría llegar? - Preguntó Andrés guiñándome un ojo sabiendo de antemano cuál iba a ser la propuesta -
-¡Hummm, pues bien! – Exclamó sonriendo - ¡Tú me ayudas a verificar si el sabor de este preservativo es realmente de plátano natural y yo organizo la fiesta para tu Muriel! ¿Qué dices? -
-¡Y tú Fabiolita, si quieres también puedes probar! – Dijo risueña – ¡Tengo de varios sabores, mira! - sacando varias cajas de su bolso – Menta suave, frutos del bosque, Fresas, chirimoya y este que también es nuevo, sabor tres leches -
Maite a pesar de sus atrevimientos era una mujer de una inteligencia superior, más aún de una lealtad incuestionable. Incluirme en su propuesta era la prueba.
-¡Mira lo preparada que estoy! Incluso tengo de diferentes tallas porque sé que eres XXL, cariño – exclamó mostrando uno de los preservativos.
Andrés no paraba de mirar sorprendido a Maite quien entusiasmada jugaba con cada uno de los preservativos que venían en la caja. Mientras tanto Andrés y yo aprovechábamos la ocasión para comenzar a jugar.
Comencé a masajearle la espalda desde su cuello hacia ambos lados en dirección a sus hombros, a lo que respondió dejándose llevar inclinando su cabeza hacia atrás y entre abriendo sus piernas
Una vez que Maite hizo la elección aprovechó la oportunidad de relajo de Andrés, se quitó el kimono y su bralette negro para quedar solo con sus pantaletas de encaje del mismo color.
Se puso de rodillas frente a él y mirándome para pedir mi aprobación deslizo ambas manos entre las piernas de Andrés desde las rodillas a la ingle apretando cada cierto trecho con sus dedos para aumentar la tensión.
Mientras tanto le mordía la oreja para luego pasar la lengua por su cuello y así disfrutar de sus potentes gemidos que hicieron que se excitara en tiempo récord.
Seguí acariciando su pecho desabotonando su camisa mientras Maite ya está haciendo lo suyo bajando el cierre de su pantalón.
Sin grandes maniobras bajo su pantalón y su ropa interior dejando al descubierto su gran pene duro y erecto que lucía en todo su esplendor para el deleite de Maite y el mío.
Ella presa del deseo frotaba sus pecho entre las piernas de Andrés y de vez en cuando deslizaba la lengua por la punta de su glande. Metía los dedos en la vagina y con su propia humedad deslizaba los dedos sobre el clítoris para aumentar su excitación.
Andrés entonces la tomó suavemente del cabello y la acercó a su pene.
-¡Veamos si los sabores que elegiste son los correctos! ¿No crees? - Le dijo Andrés a Maite para que colocara uno de los preservativos.
-¡Mmm, la verdad es que aún no me decido! Déjame comprobar si la talla es la correcta - Comenzando a deslizar sus manos a través de la longitud del pene de arriba hacia abajo haciendo que la tensión de las caderas fuera en aumento. Maite ya decidida se puso de pie y suavemente comenzó a deslizar el preservativo por el pene de Andrés con una lentitud premeditada disfrutando en cada centímetro de sus gemidos. Una vez que estuvo listo, Maite abrió sus piernas sujetándose en los hombros de Andrés para luego ubicar su pene justo en el umbral de su vagina. Bajaba un poco introduciendo solo la punta y volvía a salir. No era su intención que lo metiera de inmediato sino moverlo por todo alrededor de su vulva quedándose por instantes en sobre el clítoris para aumentar el deseo. Su humedad corría a raudales por entre sus piernas. Andrés por su parte me besaba metiendo su lengua en mi boca hasta hacer que la mordiera por el deseo.
Luego tomó los generosos pechos de Maite, acariciándolos y exprimiendo con fuerza sus pezones hasta hacerla gemir. Los introdujo en su boca, los empezó a chupar y morder.
En ese momento Maite se montó desesperadamente sobre el pene de Andrés y lo empezó a cabalgar dejándose llevar por el ritmo de sus caderas.
Curvando su espalda entraba y salía frenéticamente sin dar un respiro. Hasta que se quedó paralizada un instante, contrajo su vagina a tal punto que casi pierde el aliento y grito de forma destemplada.
-¡Ya no puedo más, me voy, me voy, me voy a correr! ¡Me corroooooooo! – cayendo casi inconsciente sin poder respirar sobre el pecho de Andrés.
Dejó que se repusiera, la besó cariñosamente en los labios desmontándola de su pene que seguía duro como piedra y recto como una espada.
Se sacó el preservativo y me dijo.
– ¡Todo tuyo, hazme explotar como solo tú lo sabes hacer! –
Maite se levantó del sillón y aun temblando por el intenso orgasmo se dirigió al bar susurrando alegremente una melodía sirviéndose una copa de espumante.
Aproveché y me coloqué en cuatro levantando mi culo. Andrés untó mi ano con mis propios fluidos hasta humedecerlo por completo. Colocó su pene en la entrada y lentamente me empezó a penetrar hasta introducirlo por completo en mi interior. Entraba y salía sin cesar. Mi piel se erizaba totalmente ante cada embestida. Sentirlo dentro era un placer infinito difícil de describir. Hasta que sentí como mi ano en conjunto con mi vagina se empezaban a contraer una y mil veces anunciando el intenso orgasmo que venía. Me quedé quieta disfrutando de los enérgicos golpes eléctricos que manaban de cada uno de mis poros. Andrés consciente de mi orgasmo se dejó llevar dejando que todo su semen fluyera lentamente dentro mi ano logrando ante cada espasmo de su pene liberar toda la tensión sexual acumulada.
Fui besando a Andrés con calma hasta que tranquilizamos nuestra agitación. Maite nos observaba sonriente sentada en otro sofá. Nos miró y levantando su copa nos dijo.
-¡Creo que el de plátano es el indicado Andrew! - arreglando su cabello – ¡Que suerte que sea mi sabor favorito! -
Maite se vistió y guardó su regalo dentro de la caja. Cuando estuvo lista se bebió la copa de espumante hasta el final.
Luego nuevamente se sentó en el sillón junto a nosotros, tomó su teléfono móvil abriendo el icono de notas para preguntarnos sin rodeos.
-¡Veamos amiguitos! ¿Para cuántas personas sería la despedida? - Exclamó sin disimular su evidente sonrisa.
Tres días después Maite se reunió nuevamente con nosotros para darnos los detalles para la sorpresa de Muriel.
Yo estaría encargada de averiguar si ese viernes ella estaría libre, mientras Maite afinaba los detalles con el resto de las chicas.
Como primera medida ya había hecho el pedido de banquetearía para una docena de personas consistente en comida típica española con barra libre incluida. Paellas, tortillas de patatas y una gran variedad de tapas.
El festejo sería en su casa y como era temporada de verano, aprovecharíamos la terraza y la piscina. Lugar que ya conocíamos y del cual teníamos variados recuerdos.
-¡Bueno, les cuento! La despedida se hará el viernes en la noche, así podremos estar todas. – dijo Maite de pie y muy empoderada de su rol principal.
-¡Josefina dice que no tiene inconvenientes al igual que Constanza y la Berny que ha sido muy difícil de contactar, también tiene su agenda libre el viernes! -
-¡Me parece que nuestra Barbie está viviendo la vida loca! ¡Como se merece, no más! -
-¡Muriel también tiene el viernes por la noche libre! El último encuentro con sus amigos es hoy por la noche así es que le avisaré que mañana saldremos a comer con Andrés como de costumbre.- respondí para zanjar por fin el tema.
-¡Pero yo no puedo mañana! – Dijo Andrés preocupado – ¡Mañana tengo una reunión de negocios con unos clientes que vienen desde Colombia y tenemos programada una cena por la noche! -
-¿No la podríamos cambiar para el sábado? – preguntó Andrés afligido
-¡Imposible Andrew! - Respondió Maite de forma categórica.
– Es el único día que todas pueden venir. Así que tienes dos posibilidades. ¡Una, que postergues tu reunión para el sábado o que los invites a nuestra reunión! No hay problema con la comida, tenemos de sobra - dejándole la última palabra a Andrés.
-¡No es mala idea! - Respondí entusiasmada – Así puedes estar presente, mira que Muriel no te lo perdonaría – ¡Además podríamos conocer a tus amigos! –
-¡No son mis amigos, son mis clientes! ¡Apenas los conozco! - exclamó Andrés que se quedó pensando por unos instantes.
-¡Mala idea no es! ¡Pero tú congregación no se distingue por su buen comportamiento! ¡Para mí, este negocio es importante!- respondió Andrés en tono irónico
-¡Por esta vez haremos la excepción! ¡Nos portaremos a la altura de las circunstancias! - le repetí riendo para calmar su preocupación.
-¡Es más! – Agregó Maite - ¡Te dejaremos como un rey frente de tus clientes! ¡Confía en nosotras! - Terminó Maite riéndose silenciosamente.
-¡Ok, vale! Pero por favor Fabiola, tú serás la responsable. ¡Por esta vez, tus mal portadas deberán ser todo lo contrario! -
-¡Hecho! - Respondió Maite - ¡Muriel y tus amigos no se olvidarán de esa noche!
Durante todo el viernes, Andrés y yo no tuvimos tiempo de tomar contacto como lo hacíamos a diario. Ese era nuestro código íntimo. Al menos una vez al día nos daríamos unos minutos para saber cómo estaba cada uno.
Pero esta vez fue la excepción. No fue hasta la tarde que nos logramos comunicar.
-¿Fabiola a qué hora irán esta noche a casa de Maite? – Preguntó con prisa desde el otro lado de la línea.
-¡Aproximadamente a las nueve quedamos de salir para dar tiempo a Maite de que lleguen todas las chicas e invitados! - le respondí sacando del closet el vestido que usaría esa noche.
-¿Resto de invitados? ¡Pero si Maite sabe que seremos solo tú congregación y mis clientes! - agrego algo preocupado.
-¡Mi amor hablé con ella esta tarde y me insinúo que tuvo una idea pero qué sería una sorpresa! – exclamé de forma misteriosa
-¡Joder! ¡Justamente de eso hablaba cuando les advertí que no quería ninguna sorpresa delante de mis clientes! ¡Sabes perfectamente que de ella podemos esperar cualquier cosa que rompa los esquemas! – insinuó preocupado
-¡Andrés, no seas exagerado! .Tu mejor que nadie sabe que Maite no sería capaz de hacer algo que te incomodara. ¡Tratándose de ti podría servir hasta de alfombra si se lo pidieras! -
-¡Mmm no estaría tan seguro, pero bueno! – Ok nos vemos en un rato más. Voy entrando al restaurante ¡Un beso! -
Al terminar la llamada Muriel entró a la habitación aún en ropa interior reclamado desde que cruzó el umbral de la puerta.
-¿Es necesario tener que ir a buscar a Andrés a la casa de tu amiga, la bestia? - Preguntó buscando entre mi ropa algún vestido.
Insistentemente se probaba una y otra prenda sin que ninguna le gustara mascullando siempre en voz baja.
-¡Deberías llamar al troglodita para que el pase por nosotras! - dijo tratando de tocarme el culo a modo de persuasión.
-¡Basta Muriel, deja de reclamar tanto! Andrés está en casa de Maite firmando el contrato de arriendo de la oficina que abrirá en Concepción -
-¡Vale, está bien! No entiendo la insistencia de salir a comer si saben que estaré de regreso en un par de meses más -
-¡Sabes mejor que nadie como es Andrés! Te quiere agradecerte que te hayas quedado un tiempo más de lo programado por su viaje a China para no dejarme sola -
-¡Jajaja, soy yo quien lo debería sacar a comer y darle las gracias! Tres semanas solas fue como una luna de miel -
-¡Ya mi amor, ponte los zapatos y vámonos! Se nos hace tarde y prepárate porque iremos en mí cacharro - le dije cariñosamente besándola en la boca mostrándole las llaves.
Recorrimos gran parte del camino a casa de Maite recordando la estadía de casi tres meses.
-¡Lo único que lamento es que no me podré despedir de Bernardita! – Exclamó irónica Muriel - Debería haber tenido la oportunidad de volver a ver ese delirante culo como regalo de despedida -
-¿Ah, sí? - Respondí sonriendo – Porfa, no me eches a perder la noche -
Al llegar a casa de Maite me pude dar cuenta que eran más autos de los conocidos que se encontraban estacionados. La casa se encontraba en completo silencio y solo las luces de la entrada se encontraban encendidas.
Muriel miraba atentamente cada uno de los autos sin reconocer ninguno.
-¿Andrés vino en su auto Fabiola? ¡Porque no veo el suyo! -
-¡Ya investigadora privada! Creo que como fiscal serías pésima, porque si hubiera venido en su auto, no lo tendríamos que pasar a buscar ¿no crees? – le respondí acariciando su culo por sobre el vestido – ¡Menos pregunta y vamos por Andrés! -
Al llegar a la puerta vimos que todo estaba a media luz y cuanto tocamos el timbre, Maite nos recibió muy seria.
-¡Maite, hola! Andrés me dijo que estaría aquí. Quedamos de ir a comer - la salude dándole un beso en la mejilla.
Detrás venia Muriel quien apenas sonreía. Saludó a Maite por educación sin comentario alguno. Maite tampoco intentó ser amable y dijo.
-¡Pasen a la terraza! ¡Andrés me avisó que venía un poco atrasado a firmar, que lo esperaran! -
Fuimos por el pasillo que se encontraba en completa oscuridad hasta que al abrir el ventanal se encendieron todas las luces y se escuchó un griterío aplaudiendo.
-¡SORPRESA! – gritaron juntas mis hermanas de la congregación de las Mal Portadas celebrando la llegada de Muriel.
Muriel con los ojos brillantes se quedó estática parada frente a nuestras amigas sin poder creer lo que veía.
Tras ellas pendía un cartel adornado con flores rojas decía en letra cursiva.
“Adiós Españolita de mi alma”
-¡Hostia, puta! ¡Me va a hacer llorar la puta secta! -exclamó Muriel apretando emocionada mi mano logrando decir solo -¡Gracias! -
Bernardita, radiante se acercó para abrazarla al igual que Josefina muy emocionadas. Constanza también se unió al grupo pero Maite y yo tomamos distancia.
Ella estaba muy pendiente de la puerta principal lo que interpreté como la ansiedad ante la llegada de Andrés.
Algunos minutos tardé para darme cuenta que ese no era el motivo de su nerviosismo.
A través de las pequeñas ventanas laterales de la puerta principal se reflejaban las luces de un auto que acababa de llegar.
Salió por un camino lateral del jardín hacia el estacionamiento y a su regreso venía tomada del brazo con dos invitados que no estaban considerados al menos por Andrés y por mí.
Mi molestia fue evidente cuando reconocí que uno de ellos era Alex, el tipo que nos había ayudado bajo un asqueroso y vulgar chantaje a encontrar a uno de los delincuentes que intentaron arruinar la vida de Constanza.
El otro hombre que acompañaba a Maite me parecía conocido. Una vez que se fueron acercando lo reconocí de inmediato. Felipe, otro de los invitados a la fiesta que realizó Bernardita en la casa de la cordillera y que junto a Alex fueron sus compañeros esa noche.
Maite sabía que eso sería un golpe bajo, así que antes de que dijera una palabra ella se adelantó para justificar su presencia.
-¡Fabiola, no pongas esa cara! Esta vez Alex viene en son de paz ¿cierto querido? - Le preguntó sin dar la oportunidad de que pudiera responder.
-¡Que cara quieres que ponga Maite! – le respondí sin dirigirle la mirada a Alex.
-¡Fabiola no seas rencorosa! - dijo Alex extendiendo la mano para saludar - Tu guardaespaldas ya me dio una lección. Por favor, sin rencores –
-¡Alex, al que llamas peyorativamente mi guardaespaldas tiene nombre y se llama Andrés! La verdad no me gustaría estar en tus pantalones cuando llegue esta noche. Recuerda que te prohibió acercarte a menos de 500 metros de alguna de nosotras, bueno a excepción de Maite– exclamé de mala gana e incline la cabeza como gesto de saludo - ¡Pensaba que no te vería nunca más pero veo que Maite se encargó de lo contrario! -
-¡Ya Fabiola! ¡No luces lo bella que eres frunciendo el ceño de esa forma! Alex viene como mi invitado y de Andrés me encargó personalmente. No me gusta que mis amigos estén peleados y en el fondo este idiota es una buena persona.- recalcó con voz suave y reconciliadora.
-¡Parece que bien en el fondo! ¡Ahhh y por favor no te acerques si no quieres volver a sufrir otra humillación delante de todas! – le respondí dándome media vuelta para regresar con Muriel.
Al reunirme con el resto de la Hermandad no pude disimular la incomodidad, pero lo que más me preocupaba era la reacción de Andrés al ver a Alex en la despedida de Muriel.
Maite no le dio mucha importancia a mi molestia y comenzó a presentar a sus invitados a las chicas.
-¡Amigas, hermanas este es Alex! - Antes de que alguien pronunciara alguna palabra se adelantó a los hechos – Y Felipe, ambos amigos de años-
Bernardita en silencio apenas los saludó, Constanza y Josefina tampoco fueron muy efusiva y solo Muriel rompió en algo la tensión con su amabilidad.
Felipe mientras tanto se acercó cuidadosamente hacia Bernardita para quedar muy cerca de ella aprovechando la oportunidad para llevarle una copa.
-¡Bueno, como la fiesta es en mi honor! –Exclamó Muriel levantado una copa - Sean todos bienvenidos y gracias por estar aquí -
El aperitivo comenzó a ser servido por un par de camareros que se paseaban entre la piscina y la terraza con los más surtidos bocadillos y tapas, todos ellos inspirados en la cocina española en honor a Muriel.
Alex comenzó a deambular entre todas hasta que llegó al lado de Muriel. Se arregló el pelo con la mano mientras le decía.
-¡Así que tú eres la guapa española que regresa a su patria! Imagino que por tu color de piel eres del norte de España. ¡A ver, gallega no creo! ¡Catalana ni asturiana hummm, tampoco! quizá vasca, ¿estoy en lo correcto? – sonrió coquetamente.
-¡Mira gilipollas, si fuera realmente vasca te hubiese dado una hostia que ya estarías a la altura de Punta Arenas! Alex no te vengas a hacer el lindo conmigo, conozco tu historia y te voy a dar un par de consejos, los puedes tomar o dejar. El primero, no te acerques a Fabiola y el segundo. Si yo fuera tú, me iría cagando leches de aquí antes de que llegue Andrés. ¡Son gratis cariño, no quiero nada a cambio!- Se dio media vuelta y se marchó de su lado.
Estaba bebiendo el segundo vaso de sangría cuando escuché un grito de alegría que casi nos dejó sordas.
-¡Andrew, Por fin llegas! – Exclamó Maite - ¡Mira que esto ya parece funeral! – dijo colgándose a su cuello y besándolo en los labios para saludarlo.
Como ya nos había avisado, Andrés venía acompañado por sus dos clientes.
Uno de ellos era un hombre alto muy atractivo sin ser deslumbrante, vestido con una camisa de seda con dibujos llamativos y pantalones de cuero ajustados que le hacían lucir una figura irresistible.
Más aún con aquellas botas vaqueras con hebillas plateadas que hacían juego con la de su cinturón.
El otro era más pequeño, pero igual de atlético. Tenía facciones más finas y movimientos más delicados.
Vestía una camisa de seda pero de un solo color y en vez de botas llevaba unos exclusivos zapatos italianos de una reconocida marca.
-¡Pero por favor, chicos adelante!– les dijo Maite seductora – pasen por favor.
Andrés caminó alegremente hacia la terraza para saludarnos. La alegría fue general porque cada una de las hermanas de la congregación lo recibió con aplausos.
Al llegar a Bernardita, la estrechó fuertemente entre sus brazos mientras le susurraba al oído.
-Eres una gran mujer Berny. Tomaste una valiente decisión. Cuanta con todo mi apoyo. ¡Y lo que necesites, sabes que tienes un amigo que te quiere mucho! -
Los clientes de Andrés quedaron sorprendidos ante tal recibimiento. Aunque la cara de Andrés al ver a Alex se convirtió en un poema.
De inmediato me busco con la mirada para entender de qué se trataba y yo a la distancia me encogí de hombros al no tener respuesta.
-¡Chicas, qué gusto de volverlas a ver a todas después de mi largo viaje de tres semanas por oriente! – Largándose a reír - Parece que ha habido muchas sorpresas durante mi ausencia, pero bueno, ya habrá tiempo para conversar sobre eso. Ahora les quiero presentar a unos amigos que vienen desde Colombia y que han decidido acompañarnos esta noche para despedir a Muriel. ¡Jairo, Juan Diego, ellas son Bernardita, Constanza, Fabiola y Maite la dueña de casa! ¡Ah y la que se nos va, mi gran y querida amiga Muriel! -
-¡Y estos otros dos, son…! – Andrés se quedó en silencio saliendo Maite al paso.
-¡Son Alex y Felipe! amigos míos de años – dijo tratando de calmar los ánimos.
Alex estiró su mano para saludar a Andrés, pero este le dio la espalda y se marchó al bar por unos tragos con sus nuevos amigos colombianos.
El desprecio de Andrés no pasó inadvertido, menos por la dueña de casa. Así que Maite de inmediato fue a apagar el incendio que ocurría entre Alex y Andrés.
Ella con todo su encanto lo tomó del brazo e invitándolo a un lado del bar le comenzó a dar explicaciones.
-¡Andrew querido! ¿Por qué no cambias esa cara de lobo feroz? ¡Si no fuera porque nos conocemos podría pensar que me quieres ahorcar! - dijo Maite intentando sacarle a Andrés una sonrisa.
-¡Es exactamente lo que haría contigo! - le respondió sin mirarla siquiera.-
-¡Mira mi amor! Lo más importante es no ser rencoroso – Alex está arrepentido por lo que hizo ¿Por qué no le puedes creer? ¡Vamos cariño! – Dijo Maite queriendo zanjar el tema.
-¡Maite, Maite, el que te traiciona una vez, te traiciona siempre, querida! No recuerdo quien dijo “Si alguien te traiciona una vez, es culpa suya. Si te traiciona dos veces, entonces la culpa será tuya.” Y no quiero ser culpable de nada Maite, dejémoslo así. ¡Mientras no se meta con Fabiola, todo bien! -
Andrés terminó la conversación para volver con sus invitados quienes bebían en la barra haciendo contacto visual con algunas de las invitadas.
Juan Diego, desde que había llegado a la fiesta no le quitaba los ojos de encima a Josefina. Esa noche estaba radiante. Con el cabello suelto y rizado resaltaban más sus rasgos latinos. Esta vez llevaba un vestido más osado que los que acostumbraba habitualmente. Era más corto lo que hacía lucir sus tonificadas piernas y de una delgada tela que le daba un aire más fresco y seductor.
Además estaba singularmente más desinhibida y eso la hacía más atractiva.
Juan Diego se decidió acercar con el pretexto de probar alguna delicia española. Cuando Josefina se volteó para ir a encontrarse con Bernardita se abrió paso pasándole a llevar su mano que sostenía un vaso de sangría la que se derramó totalmente sobre su camisa.
Josefina avergonzada comenzó a limpiar la camisa tratando de disculparse sin mirarlo directamente. Juan Diego la miró ajeno a la acción de limpieza y sonriente le dijo coquetamente.
-¡Ehhh! ¿Pero esto que fue? ¡Me acaba de estrellar el tren del amor! ¿O qué? - Le dijo tratando de encontrar su mirada.
-¡Te pido mil disculpas, la verdad no te vi! ¡Por favor déjame que te ayude con la camisa! – le respondió Josefina complicada.
-¡Espérame un segundo! – Prosiguió Juan Diego con su acento colombiano – ¡Pero mamacita de que planeta saliste, o que! -
-¡Jajajajajaja, que gracioso eres! – le respondió coqueta.
-¡Mamacita pero vos quien sos, cómo te llamas, pues! – insistió sin soltar su mano.
-¿Yo? Josefina, amiga de Andrés ¿tu? -
-¡Mucho gusto, Juan Diego para servirle en lo que necesite! - respondió besándole la mano.
-¡Muchas gracias, señor! Me puedes llamar Jo – le respondió nuevamente, ahora más risueña
-¡Ahhh no mamacita! Aquí tienes días opciones. ¡Me puedes llamar Juan Diego o Papi, como más te guste, tú eliges! -
-¡Esta bien, Juan Diego! Por favor acompáñame a la cocina para poder limpiar tu camisa - le dijo mientras emprendía el camino hacia la casa.
Paso a paso Juan Diego se iba deleitando con la figura de Josefina. Sus caderas se balanceaban ondulantes lo que hacía que su ligero vestido dejara entrever la sugerente ropa interior que llevaba puesta.
Al llegar a la cocina Josefina tomó uno de los paños húmedos y empezó a limpiar la mancha en su camisa.
Juan Diego mientras solícitamente se dejaba atender, le dijo.
-¡Tú sabes que para enamorarse se necesitan 1.4 segundos! ¡Pero yo me demoré 1.3 segundos! ¡Creo que rompí el récord! ¿Cómo la ves? -
Josefina no lograba perder su timidez e intentaba terminar su tarea lo más pronto posible.
-¡Josefinita, por lo menos respóndeme lo siguiente! – preguntó Juan Diego sonriente
-¿Eres casada o no? Mira que si es así yo me retiro de inmediato. ¡No me gustan las cosas ilegales!-
Josefina se quedó pensando por unos instantes y respondió.
-¡No te preocupes! Mi estado civil no es tema -
-¡Pero es que ese acento divino mi parce por dios, ese vestido y esa sonrisa que me enamora! Mis ojos no habían visto nunca, eso pues -
Josefina seguía sonriendo sin poder creer lo que estaba viviendo. Cuando terminó su tarea de limpieza quiso volver a la terraza.
Entonces Juan Diego la tomó de la cintura diciéndole.
-¡Hey, espera mi amor! mira vos. Estamos aquí porque el destino lo quiso. Así que no le podemos hacer el quite al destino -
-¡No me sigas hablando así Juan Diego porque terminaré creyendo todo lo que me dices! – exclamó coquetamente Josefina
-¡Créaselo pues! Porque que salen de aquí ¡Del corazoncito! - le dijo señalando su corazón y acercándose peligrosamente a sus labios.
Cuando Juan Diego estaba a punto de besar a Josefina apareció Bernardita en la cocina muy nerviosa buscándola.
Se pudo dar cuenta de inmediato que había interrumpido un momento íntimo entre los dos, así que se disculpó al instante.
-¡Perdón, perdón! Jo – exclamó juntando sus dos manos - Te busqué por la piscina y la terraza. ¡Pensé que te habías ido sin despedirte! –
-¡Berny! ¿Qué pasa? - Le preguntó Josefina tratando de disimular el acercamiento del que había sido interrumpida.
-¿Nos puedes dejar sola un momento? - Le dijo Bernardita a Juan Diego que aún miraba embelesado a Josefina.
-¡Pero por supuesto pues, qué se la prestó un ratico! Pero le advierto que está mujer es mía, todita. Así es que no me la vaya a perder.- respondió Juan Diego acariciándole las mejillas a Josefina, quien sonrojada no atinaba a pronunciar palabra.
Bernardita se paseaba de un lado a otro rodeando la isla de la cocina intentando ordenar sus ideas, pero no pasó por alto la situación en que había sorprendido a su amiga.
-¡Jo, me perdí de algo o ese colombiano te estaba a punto de! ¿Besar? - Sonrió maliciosamente.
-¡Como se te ocurre Berny! Creo que te deberías comprar anteojos, porque estás viendo cosas donde no son.
-¡Mmm sí, claro! – le respondió Bernardita convencida de que Josefina le estaba mintiendo.
-¡Pero no tiene importancia! ¿Qué pasó? Que me buscabas con tanta urgencia – Preguntó Jo para salir del tema que le incomodaba.
-¿Jo, es que no viste los amigos de Maite? ¡Alex y ese tal Felipe! – exclamó sin poder contener su ansiedad.
-¡Si los vi! creo que Maite nos debió preguntar antes si los invitaba, pero supongo que tendrá sus motivos. No creo que Alex se quiera exponer a pasar otro bochorno como el que sucedió en la casa de Fabiola. Recuerdas que el culo le quedó como para no sentarse en una semana.
-¡Ya lo sé! Solo es la vergüenza de verlos juntos - respondió Berny nuevamente – Yo estuve con ellos dos al mismo tiempo en la fiesta de la cordillera ¿No te acuerdas?
Josefina recién se dio cuenta de lo que decía Bernardita era verdad. En aquella noche loca, Berny había tenido sexo desenfrenado con Alex y Felipe ¡Como lo iba a olvidar!
-¡Ya, calma Bernardita! ¡Pasado, pisado y listo! ¡Ya, levanta esa hermosa carita y siempre digna! Recuerda que una dama tampoco tiene memoria - le respondió Josefina abrazando a su amiga con ternura.
Mientras eso ocurría en la cocina, por otra parte comencé a buscar a Andrés que desde que llegó no había tenido la oportunidad ni siquiera de darle un beso.
Lo encontré en un extremo de la piscina conversando con Muriel, quien al verme no disimuló su sonrisa.
-¡Fabiola! Justo ahora estábamos hablando de ti – dijo Muriel besándome en los labios. Pero su atención estaba en el sofá donde se encontraba Alex pendiente de nosotros.
Cuando vio como nos basábamos dejó caer el bocadillo que se llevaba a la boca. Maite que estaba a su lado no dejaba de reír ante la torpeza de su amigo. Lo más probable es que en ese mismo instante le estaba contando sobre la relación que había entre Andrés, Muriel y yo porque mientras Maite le hablaba, el solo se remitía a asentir con la cabeza sin quitarnos los ojos de encima.
Para aumentar aún más su asombro Muriel me comenzó a acariciar los pechos mientras Andrés, que también se prestó para el juego nos agarraba el culo a las dos.
Alex nos miraba incrédulo mientras conversaba con Maite quien risueña nos saludaba con la mano sin poder contener la risa.
Ante la provocación de Andrés y Muriel no quedamos indiferentes. Más aún la temperatura de los tres comenzó a subir rápidamente lo que hizo que Andrés tomara la iniciativa rápidamente.
-¡Bueno queridas y amadas chicas! Creo que nos deberíamos despedir como corresponde ¿No les parece? - Dijo intentando buscar con la vista un lugar mas privado.
Conocía perfectamente la casa de Maite así es que no fue difícil salir del jardín y dirigirnos al segundo piso donde se encontraban las habitaciones.
-¡Síganme pero en silencio, sin llamar la atención! – les dije tomando a Muriel de la mano y haciendo el gesto de silencio con el dedo índice en mi boca.
-¡No puedo creer que a Fabiola le gustaran las mujeres! - dijo Alex decepcionado.
-¡Pensar que con mi experiencia y arte amatoria la podría hacer cambiar de opinión! ¡Estoy seguro que si me la follo solo una vez lo querrá hacer siempre con hombres! -
-¡Jajajajaja amigo mío! - le respondió riendo a carcajadas Maite que ya había perdido la cuenta de los vasos que le había servido – ¡Andrés te pega mil patadas en el culo en ese aspecto! ¡Él es el mejor de todos los de este planeta y sus alrededores! Upsssssss disculpa, verdad que ya sabes lo que se siente cuando te dan por el culo – término o de decirle ya sin poder dejar de reír.
Constanza estaba sentada en una de las mesas muy concentrada en su teléfono como buscando algo de manera urgente. Cuando le volvió a sonar contestó casi de forma instantánea. Su rostro se fue transformando a medida que pasaban los minutos mientras se iba poniendo de pie con la clara intención de salir lo más rápido que pudiera.
Josefina y Bernardita venían saliendo a la terraza cuando se encontraron con una Constanza muy nerviosa que intentaba articular palabra sin perder el control.
Maite que también se había percatado de la situación se llegó a reunir con ellas.
-¡Pero qué pasa, amiga! ¡Estas pálida! - Preguntó Bernardita preocupada.
-¡Es que me acaban de llamar de la clínica para avisarme que Joaquín tuvo un accidente! - respondió temblando.
-¡Pero que estás diciendo, Cony! – le preguntaron las tres al mismo tiempo - ¿Porque te tendrían que avisar a ti que ese depravado tuvo un accidente? -
-¡Es que vieron su teléfono y yo soy su contacto más reciente! - Dijo evitando que le hicieran más preguntas.
-¡Parece que nuestra hermana no nos ha contado que sigue con su Amo! - agregó Maite sin filtro alguno.
-¡Ya habrá tiempo para eso después! - Dijo Josefina intentando calmar la situación.
-¡Si estás preocupada Cony creo que deberías ir a la clínica! -
-¡Josefina, como puedes decir una cosa así! - dijo Bernardita muy molesta – ¡Tú no vas a ninguna parte! -
-¡Voy a la clínica amigas! ¡Lo siento, necesito saber qué pasó y cómo está! Ya tendremos tiempo para conversar de algunas cosas. ¡Voy por mi bolso! – exclamó Constanza decidida.
-¡Voy contigo! - dijo Josefina sin pensarlo dos veces.
-¡No es necesario, Jo! - le respondió Constanza – ¡Por favor déjenme resolver esto sola y no duden que si necesito ayuda, las llamaré de inmediato! Y por favor despídanme de Muriel. ¡Después le explico a Fabiola y Andrés! -
-¡Claro que si amiga! Vete y por favor cuéntanos lo que pasó - respondió por último Josefina que fue sorprendida por Juan Diego que suavemente la tomó por la cintura con un grado de confianza que no esperaba.
-¡Pero qué pasa mi belleza, pues! ¡La veo preocupada! ¡Pídame lo que quiera y yo le ayudo, vamos! Que este colombiano le trae la luna, no el universo entero si usted lo necesita mi amor -
-¡Juan Diego, no te preocupes! Constanza ya se va y nos quedó de avisar si necesita ayuda. ¡De verdad, muchas gracias! -
-Que eso pues mi amor. Venga a beber un trago conmigo y aprovecha de contarme cuál es el secreto para ser así tan inolvidable. Mire que desde que la deje en la cocina no hago más que pensar en sus lindos ojos. Entre otras cosas – le dijo sin darle oportunidad de que se pudiera negar.
-¡Miren que sorpresita se trae nuestra Jo! Mientras no se deje seducir por la línea blanca, está todo bien – dijo Maite en voz baja.
-¡Pero Maite! - Exclamó Bernardita defendiendo a su amiga - No digas esas cosas ¡Son clientes de Andrés! –
-¡Berny, Berny! Deja de defender a los amigos de Andrew y preocúpate mejor de ese espécimen humano que parece andar en celo. Varonil, divorciado, un poco mayor pero lo suficiente para follar como un potro y además con un culo que dan ganas de comérselo.
-¿De qué me hablas, Maite? – respondió Bernardita sonrojada.
-¡De él hablo amiga! – agregó Maite mientras apuraba el paso para encontrarse con Felipe y tomarlo del brazo.
-¿Estaban hablando de mí? - Preguntó sin dejar de mirar la reacción de Bernardita que lo intentaba evitar a toda costa.
-¡Para nada! ¿Felipe es tu nombre, cierto? - Respondió nerviosa.
-¡Así es, Felipe! ¿Y tú eres Bernardita, si mal no recuerdo? - Contra preguntó sabiendo que estaba en lo correcto - Me enteré que estás divorciada, es una gran noticia - agregó sonriente.
-¡Bueno, divorciada aún no, pero en trámite! Un par de meses para cumplir los plazos, las formas y sería toda la historia. – le dijo con cierto coqueteo.
-¡Amigos, los dejo un momento porque se me ha perdido la festejada! Debe andar haciendo quizá que cosa por la casa. Pórtense bien ¿Me disculpan? - Dijo Maite con la clara intención de dejarlos solos.
Mientras tanto en una de las mesas se encontraba Alex sentado esperando a que uno de los camareros le trajera el trago que había pedido.
Estaba en eso cuando se sentó a su lado Jairo el otro colombiano cliente de Andrés quien le ofreció gentilmente un cigarrillo.
-¿Gusta uno? - Le dijo amablemente mientras hacía funcionar el encendedor.
-¡No gracias! – Respondió Alex con indiferencia – más preocupado porque hacía un buen rato que no nos veía a Andrés, Muriel y a mí por el jardín.
Abrí la puerta del cuarto de invitados asegurándome de que nadie nos viera en el pasillo. A mis espaldas venían jugando de puntillas Muriel y Andrés que no paraban de pellizcarme el culo ante cada paso que avanzaba.
Cuando estuvimos dentro de la habitación, Andrés no me permitió prender las luces porque sería evidente que alguien estaba dentro de la casa así es que nos quedamos solo con las luces que se reflejaban en las ventanas.
Muriel y yo nos tendimos en la cama mientras Andrés se quitaba la camisa y bajaba el cierre de su pantalón.
Muriel se montó encima de mí abriéndome las piernas y desabotonando mi blusa para dejar mis pechos solo cubiertos por el sostén violeta que combinaba con un pequeño calzón. La ropa interior era un regalo que Andrés me había traído de su viaje. Era el momento adecuado para lucirla.
Andrés se unió a nuestra fiesta en la cama ya desnudo, así que se dedicó a quitarnos a las dos la ropa.
Deslizó sus manos por la espalda de Muriel recorriendo su cintura para cuando llegó al nivel de sus pechos levantó sus brazos para quitarle el vestido.
Una vez desnuda cedió el lugar a Andrés y se recostó a mi lado para que él se metiera entre mis piernas deslizando sus manos por mis caderas fuera sacando lentamente la pequeña pantaleta violeta que andaba trayendo-
-¡Mmm que bello color para un culo tan delicioso! – susurraba mientras metía su lengua separando mis labios menores.
Cuando ya el calzón había volado por los aires sentí como su boca intentaba succionar el clítoris al punto de hacerme gemir solo de placer.
Entonces Muriel abrió sus piernas para poner su vulva frente a mi cara.
Ella se balanceaba de un lado a otro buscando mi lengua que con locura intentaba alcanzar su vagina.
Inclinada sobre mi cuerpo acariciaba los pechos mientras estiraba mis pezones.
La imagen era surrealista con Andrés chupando mi clítoris y Muriel amasando mis pechos.
Cuando estaba a punto de estallar me pude zafar de Andrés y de Muriel para participar también en las caricias.
Andrés se recostó sobre la cama y aproveché la oportunidad para tenerlo enfrente de mí para saborear su pene de principio a fin.
Fui acercando lentamente mis labios para poder atrapar su glande que ante la imponente erección estaba aún más sensible. Suspiró profundamente e inclinó su cabeza hacia atrás levantando sus caderas de manera de meter aún más su pene dentro de mi boca. Así fui deslizando mi lengua por toda su deliciosa extensión.
Muriel en el otro extremo de la cama dejaba que sus dedos entraran y salieran de su vagina rítmicamente mirando como extasiada gozaba del pene de Andrés.
Fue en ese instante en que Andrés me toma del cabello y me levanta para voltearme de tal forma de dejar mi culo al aire y me dio un suave palmazo. Era tanta mi excitación que pudo evidenciar como la humedad corría como río entre mis piernas. Sus dedos comenzaron a esparcirla a la entrada de mi ano.
Con movimientos circulares fue preparándome para lo que sería una explosión de placer. Cuando estuve lista colocó su pene entre mis nalgas abriéndose camino para encontrarse con un ano complaciente para recibirlo en toda su magnitud.
El glande firme y duro se deslizó dentro haciéndome gemir y contraer mis músculos al punto de hacer que Andrés también gimiera.
Muriel se puso de frente y mordió mi labio inferior. Metió su lengua en mi boca para enredarla con la mía.
Mientras Andrés me embestía con un ritmo delicioso yo disfrutaba los pechos de Muriel que los había colocado en mi boca para el calce perfecto y pudiera morder sus duros pezones hasta hacerla explotar.
Andrés entraba y salía sosteniendo mis caderas hasta que sintió como exprimía su pene haciéndome tener un orgasmo que me dejó jadeante y sin aliento.
Andrés sacó su pené de entre mis nalgas y se sentó en el sofá frente a la cama mirándonos sonriente.
-¡Bueno chicas, el placer es todo suyo! -
Entonces Muriel abrió sus piernas donde pude ver como la humedad recorría sus muslos. Era el escenario perfecto para abrir mis piernas y encontrar su clítoris con el mío. Empezamos a frotar frenéticamente nuestras vaginas hasta explotar nuevamente de placer. A la vez Andrés se masturbaba y eyaculaba dentro de mi boca deleitándome con el delicioso néctar que manaba profusamente de su pene.
Maite había notado nuestra ausencia pero de seguro entendió por qué nos habíamos escapado los tres así es que se dedicó a observar cuidadosamente cómo Alex intentaba sacarse de encima a Jairo, el otro cliente de Andrés.
Cerca de la piscina se podían ver claramente a Bernardita que ya había bajado algo la guardia y Felipe que intentaba llamar su atención de alguna forma.
Se acercaba cada vez que quería iniciar la conversación para tener la oportunidad de tocar su piel.
-Me sorprendió saber que estabas divorciada, Bernardita – dijo Felipe sonriendo ofreciéndole que bebiera de su copa.
Ella esta vez lo aceptó consciente sabiendo que era una invitación al siguiente nivel, no como aquella vez que estuvieron juntos en la cordillera y donde solo tuvieron sexo.
-¡Divorciada en trámite! No olvides el detalle - respondió coqueta
Como había bebido una cantidad de copas suficientes, Bernardita comenzó a mira a Felipe con más atención. Si antes poco lo recordaba aún podía sentir las sensaciones que le causó haber tenido sexo con él.
Josefina sin embargo estaba gratamente complacida con la galantería de Juan Diego. Es como volver al ruedo en lo que se relaciona con las lides de la seducción.
Él la estaba conquistando abiertamente y ella iba cediendo con gusto.
Maite ya estaba aburrida de tanta reunión en pares y decidió animar el ambiente que ya había perdido el sentido de ser fiesta.
Aplaudió constantemente para llamar la atención lo que consiguió enseguida.
-¡Se acabó! Esto parece reunión de cita a ciegas y no es justo que yo, la dueña de casa este más sola que la una, así es que vamos ¡es hora de bailar! ¿Eso se hace en las fiestas, no?
Encendió la música desde su teléfono móvil y fue uno por uno llevando a los invitados al centro de la terraza.
Poco a poco se fueron moviendo Josefina y Juan Diego, Felipe y Bernardita y solo faltábamos Muriel, Andrés y yo que veníamos saliendo de la casa un poco desordenados.
Andrés nos traía a ambas tomadas del culo y nos besó a cada una en la boca bajo la atenta mirada de Maite y el asombro de Alex.
-¡Parece que hubo celebración particular y no me invitaron! - exclamó Maite intentando tomar a Andrés para bailar – ¡Así es que ahora es mi turno lindas, permiso! -
-¡Maite, Maite! ¿aún no me conoces? – Respondió Andrés – Bailar no es lo que precisamente disfruto, así es que esta vez paso -
-¡Pero Andrew si eres perfecto! - le dijo tomándolo de las caderas intentando moverlas al ritmo de la música.
Mientras Maite insistía en lograr lo imposible, Muriel y yo nos lanzamos a la pista de baile saltando y moviendo el cabello con total desenfreno.
-¡Vamos todos, que es mi fiesta! - Exclamó Muriel dando vueltas por la terraza bailando entre el resto de los invitados.
Jairo que estaba sentado junto a Alex lo tomó de la mano con la intención de que se unieran al grupo.
Fue tanta la impresión de Alex que se quedó mirando a Jairo como si no entendiera lo que estaba sucediendo.
-¡Oiga pues, como no va a querer moverse un poquitico! – le decía mientras insistentemente lo animaba a ponerse de pie.
-¿Que te hace suponer que yo quiero bailar contigo? - Le preguntó Alex molesto ante la insistencia – ¡Ya es su suficiente con ver a ese par! – haciendo clara alusión a Muriel y a mí que no dejábamos de acariciarnos mientras bailábamos.
-¡Pero papito si eres tan atractivo! Tienes la oportunidad de lucirte – volvía a repetir Jairo.
Mientras tanto en la pista Juan Diego no dejaba de acercar su cuerpo lo que más pudiera al de Josefina quien al moverse hacía que su vestido dejara ver todo su culo en su máximo esplendor. Se movía desinhibida y feliz, como si solo existieran ella y su colombiano en este planeta.
Bernardita la contemplaba con asombro, porque desde que se conocían no la había visto tan liberada y llegó a la conclusión que la sonrisa era su mayor encanto.
Los ojos le brillaban y se le formaban en la mejilla dos pequeñas margaritas que le daban un toque más juvenil.
Felipe también estaba pendiente de Bernardita. Intentaba traspasar su barrera tratando de hacer contacto con su piel. Rozaba sus brazos e incluso hablarle al oído con tal de que al susurrar le pudiera provocarle alguna sensación.
Y tenía razón, porque cuando le preguntó desde hace cuánto tiempo que eran amigas todas las integrantes de la hermandad se acercó lo suficiente para sentir su perfume, el mismo que había usado la noche en que se conocieron.
Suspiro profundamente para contener las ganas de tomarla entre sus brazos para penetrarla de inmediato.
Más bien se contuvo esperando que con acercarse al oído pudiera obtener alguna señal de que iba por buen camino.
Bernardita si lo sintió. Sintió esa invisible sensación de que su entrepiernas se humedecía con solo hecho de que se acercara Felipe, signo al que no le dio mayor importancia hasta que la tomó por la cintura para dar una vuelta y sus caderas se encontraron con las de él al punto de quedar inmovilizados. Felipe la acercó aún más a su cuerpo para mostrarle lo excitado que estaba con el riesgo de que ella lo rechazara pero Bernardita solo movió su cadera para acomodarse de tal forma que el calce del pene de Felipe con sus entrepiernas fuera perfecto.
Muriel y yo estábamos bailando abrazadas sin sentirnos prisioneras.
Ella con los brazos sueltos solo se movía si yo llevaba el ritmo y de vez en cuando acercaba sus labios para besarme suavemente.
Su boca se acercaba a la mía buscando mi lengua y entrelazadas jugaban ante la vista y paciencia de Andrés y Maite que sentados en el sofá solo se dedicaban a brindar.
-¡No sé cómo puedes estar así de tranquilo Andrew mientras Fabiola y su amiga casi se tragan! – exclamaba Maite negando con la cabeza.
-¡Es lo que menos que me quita el sueño, Maite! Ellas están felices ¿no lo ves? - Le respondió inhalando su infaltable cigarrillo electrónico.
-¡Que mala suerte la mía! Justo cuando te puedo tener todito para… me ha sorprendido la regla y hay una abundante marea roja – comentó sonriendo sin ningún dejo de pudor – ¡Salvo que no te importe mucho ese pequeño detalle, cariño! -
-¡Jajajajaja Pero Maite, que son esas intimidades! - respondió Andrés sorprendido ante la confesión de su amiga.
-Es simplemente para explicarte querido que esta vez te salvaste de que te follara sin piedad ni darte ninguna tregua, salvo para tomar agua – Respondió coquetamente Maite acariciándole el pene por sobre el pantalón.
Pero Andrés no estaba muy pendiente de la conversación con Maite sino de cómo Juan Diego bailaba con Josefina tan pegados que casi se podían follar ahí mismo.
Él la tomaba de la cintura y la hacía mover sus caderas con la excusa de que debería aprender a bailar su baile nacional. La cumbia.
-¡Pero qué bien se mueve mi amor! Parece que todo su fuego está por salir. Muévase así mami péguese a mi pa sentirla toda así, caliente pa’ mi. -
-¡Juan Diego ya me tienes mareada! ¡Y caliente también! - gritaba Josefina creyendo que el volumen de la música era tan alto que no la escucharían.
La hacía dar vueltas sobre sí misma de un lado al otro hasta que Josefina mareada cayó en sus brazos. Y así fue que él la besó desenfrenadamente mordiéndole los labios y recorriéndola con sus manos sin importarle el resto de los asistentes.
Bernardita también siguió bailando con Felipe rozándolo cada vez que se le daba la oportunidad. Sentía como su entrepiernas se humedecía y gozaba con que Felipe al abrazarla le rozara sus pezones. Estos endurecidos hacían que su clítoris estuviera tan sensible que con solo pensarlo, quería que Felipe la penetrara.
Mientras tanto de pronto Josefina tomó a Juan Diego de la mano y colocando su dedo índice en los labios indicándole que guardara silencio para sacarlo del baile.
Recorrieron los rincones de la casa hasta encontrar el cuarto de servicio justo al lado de la cocina, vacío.
Juan Diego ya preso de la excitación no podía coordinar los movimientos para quitarle el calzón a Josefina y empujándola sobre la pared se puso de rodillas para meterse entre sus piernas.
Ella no opuso resistencia más bien lo acariciaba metiéndole los dedos entre el cabello.
Abrió las piernas para que él saboreara toda su humedad hasta hacerla gemir de placer.
Mordía primero sus labios mayores estirándolos con los dientes y después metía la lengua para separar los menores y así llegar a su vagina.
Con ambas manos en sus ingles intentaba dejarla inmóvil porque Josefina se retorcía intentando no llegar al orgasmo tan pronto.
Cuando ya estaba a punto de estallar Juan Diego se detuvo y fue besando sus muslos hasta llegar a su vientre y allí descansar.
Josefina entonces tomó su vestido por el ruedo y levantó los brazos hasta quitárselo quedando solo con su brallette que Juan Diego se ocupó de quitárselo también.
Sus manos fueron amasando sus pechos una y otra vez hasta que los pezones no resistieron la dureza y fueron atrapados por su boca que los mordía y succionaba hambriento de goce.
Josefina no quería dejar pasar la oportunidad de convertirse en la puta que tanto soñaba y ante la agitada respiración de Juan Diego tomó la iniciativa y se dirigió a la cama.
Allí lo empujó para quedar de espaldas y lo cabalgó para quitarle los pantalones.
-¡Ohhh mamacita, que loco me tenes vos! ¡Eres una diosa, deliciosa! -
Josefina no decía ni una palabra solo sonreía mientras le sacaba el cinturón y le bajaba el cierre de su pantalón de cuero.
Cuando ya estaba listo para quitárselo metió su boca entre su ropa interior para buscar con la lengua su pene. Lo encontró erecto y sensible que con solo rozar el glande hizo que gimiera hasta el punto de la desesperación.
Ella se tomó su tiempo, con sus manos lo recorrió suavemente subiendo y bajando hasta que estuvo segura de que al meterlo en su boca el explotaría. Pero Juan Diego gozó de su boca y de su lengua sobreviviendo a la tentación de correrse porque él deseaba más.
Entonces la tomó por los hombros e hizo que abriera las piernas invitándola a cabalgarlo.
Le levantó las caderas para colocar su glande a la entrada de la vagina y la fue bajando lentamente hasta llegar hasta el fondo.
Ahí la dejó sobre él para que ella iniciara la danza. A su ritmo.
Josefina se comenzó a mover sobre él haciendo que el pene de Juan Diego entrará y saliera cada vez con más intensidad.
Él gemía y levantaba la cabeza para intentar chupar sus pezones y apretar sus pechos. Ella se balanceaba de adelante hacia atrás sin darle tregua hasta que sintió como su vagina se contraía al mismo tiempo que sentía como el pene de Juan Diego expulsaba ese delicioso semen que la inundaba por completo.
Ambo gemían y gritaban sin control hasta que hubo un profundo silencio, como si el tiempo se hubiese detenido en ese instante en que se dejaron caer desfallecidos y jadeantes sobre la cama.
Bernardita no se percató de que Josefina había desaparecido de la fiesta, más bien no le dio importancia al hecho de no tenerla en su campo visual porque estaba más pendiente de Felipe.
Él fue lo bastante cuidadoso para no hacer alusión a ningún detalle de su encuentro anterior porque ya se había dado cuenta que la incomodidad de Bernardita era por la presencia de Alex más que por la suya.
Por eso cuando al bailar noto que la distancias se iban acortando decidió tomar la iniciativa y al querer hablarle al oído, porque el volumen de la música no lo permitía de otra forma, le acomodó el cabello tras de la oreja y se acercó lentamente.
-¿Tú crees que nos merecemos otra copa? - Le preguntó mirándola fijamente acariciando su rodilla.
Bernardita reaccionó juntándolas de inmediato como si una onda eléctrica le recorriera hasta endurecerle los pezones.
El vestido que llevaba puesto era de una seda tan delgada que aun usando ropa interior se notaban los cambios en su piel. No pasó mucho tiempo para que se dieran cuenta que la pasión comenzaba peligrosamente a aumentar la temperatura al punto empezar el juego de buscar un lugar para estar a solas.
Maite ya se había dado cuenta de la inevitable atracción y sonreía mientras levantaba su copa para brindar con ellos a la distancia.
Como el servicio de banquetearía se había retirado temprano, Felipe decidió ir a la cocina en busca de hielo. Fue Bernardita quien tomó la iniciativa y lo siguió esperando que nadie se diera cuenta pero Andrés y Maite ya habían predicho las intenciones de la pareja.
-¡Esos dos salen mínimo en 20 minutos más de la cocina! – Susurró riendo Andrés a Maite en el oído.
Sin encender la luz Felipe subió a Bernardita en la mesa de la cocina y la comenzó a besar sin control.
Felipe mordió el cuello de Bernardita al mismo tiempo que metía sus dedos entre su calzón para cerciorarse de que estaba húmeda y caliente.
Ella no se resistió y abrió aún más las piernas echando su cabeza hacia atrás para hacer que sus pechos tomaran protagonismo. A través de su escote se divisaban los pezones duros y sensibles que mostró sin pudor para que él los atrapara entre sus dientes para hacerla gemir.
A su vez desabotonó la camisa de Felipe quien tomó su mano derecha y la metió bajo su pantalón. El solo contacto de sus dedos con su pene hizo que la acercara con rudeza a su cuerpo con la clara intención de penetrarla.
Bernardita con urgencia le bajo el cierre del pantalón y dejó a la vista toda la virilidad de Felipe.
Le quitó el calzón y puso el glande en la entrada de su vagina lo que hizo que abriera la boca y con su lengua buscara la oreja de Felipe para susurrarle.
-¡Que caliente estas! Mmm, me gustas, sigue no te detengas - le repetía jadeando
Entonces la tomó por las caderas y la acercó a su cuerpo para penetrarla con urgencia. Hizo que su pené entrara y saliera ante los gemidos de ella que se movía al mismo ritmo.
Cuando él estaba a punto de estallar, Bernardita lo detuvo, bajo de la mesa para girar de espalda y presentar su maravilloso culo en todo su esplendor.
Felipe aún no lo podía creer y jadeante, lo acaricio con fuerza, lo moldeaba con sus manos y metía los dedos en su vagina para humedecer también su ano.
Mordía su espalda y tiraba de sus pezones.
Cuando ya estuvo lista, entreabrió sus nalgas, puso el pene en el ano de Bernardita y despacio la comenzó a penetrar en movimientos circulares para vencer la resistencia.
Así se mantuvo un tiempo sintiendo como ella levantaba aún más el culo para ser embestida con mayor profundidad.
Felipe ya no estaba en sus cabales. Viendo que Bernardita estaba descontrolada y sin control la comenzó a embestir con todas sus fuerzas. Entraba y salía mirando como el pené tomaba la dureza suficiente hasta que inmóvil se quedó dentro de ella quejándose con sonidos guturales que evidenciaban que estaba acabando dentro.
Bernardita contraía su ano inmóvil con las piernas temblando y la respiración entrecortada.
Pudo sentir como Felipe expulsaba en su interior todo su semen en unos segundos que hubiese querido que fueran interminables.
Una vez que sus respiraciones se fueron normalizando retiró el pene de su ano la que en un silencioso suspiro agradeció por tanto placer recibido. Luego si miraron de frente, se largaron a reír a carcajadas y se fundieron en profundo beso en los labios.
Muriel era incansable. Se daba vueltas por la terraza bailando sola e intentando que Andrés la siguiera.
-¡Vamos Andrés, acompáñame! - le decía tirándolo de ambas manos para que se pusiera de pie como en los viejos tiempos.
-¡Muri, querida! No me molestes a Andrew – le respondió Maite quien retenía a Andrés con su mano derecha entre sus piernas.
-¡Joder chicas, que ya parezco su mascota! – respondió Andrés resistiéndose a tanto tironeo.
-¡Veo que estás muy solicitado esta noche Andrés! – le respondí sentándome a su lado con un vaso de Whisky.
-¡Es exactamente lo que necesitaba! Tu eres perfecta, Fabiola – respondió haciendo el gesto de que me sentara sobre sus rodillas.
-¿Porque no bailas un rato con Maite, Muriel? - Preguntó Andrés sabiendo que para ambas no era una buena idea.
-¡Jajajajajaja, Andrés! Es cierto que esta noche estoy con restricción para follar, pero de ahí a comer bollos, ni con una cava repleta de espumante - Exclamó Maite sin mirar a Muriel.
-¡No es necesario que pruebes lo bollos, querida! – Le contestó Muriel más bien relajada – ¡Ven, yo te voy a enseñar lo que es bailar! -
Muriel tomó de la mano a Maite quien no tuvo cómo negarse y de pasada me quiso llevar con ella. Pero me escude en Andrés para darles la oportunidad de que limaran sus diferencias.
-¡Yo me quedo cuidando a Andrés por ti, Maite, ve! - respondí sin quererme perder ese evento de verlas bailar juntas.
Muriel la tomó por la cintura y la llevó a la orilla de la piscina para comenzar a moverse al ritmo de la música.
-¡Hey, tú! ¿Cómo te llamas? – Alzó las voz para llamar la atención de Jairo – ¡Porfa, puedes subir el volumen de la música! -
-¡Pero por supuesto! – respondió levantándose de su silla sin antes acariciar la espalda de Alex.
Jairo al cumplir la solicitud de Muriel regreso a la mesa para ver si su intención había sido reconocida.
A Alex le pareció una insinuación el gesto del colombiano, pero prefirió guardar silencio.
Por un costado de la terraza aparecieron simultáneamente Josefina y Juan Diego que no podían disimular su estrecho acercamiento porque él la traía abrazada pero con su mano directamente en el culo, mientras ella contornaba sus caderas sin importarle que el resto nos diéramos cuenta.
Lo mismo ocurrió con Felipe y Bernardita que al verlos aparecer tras el ventanal, Maite comenzó a aplaudir sonoramente.
-¡Veo que el par de hermanas se dignó a aparecer! Veo que han hecho nuevamente los votos a la Congregación de las Mal portadas ¿o me equivoco? -
-¡Deja de ser impertinente, Maite! - Le sugirió Muriel tomándola por los hombros para que se comenzara a mover.
Al principio Maite se sintió incomoda. No le podía seguir el ritmo porque era inconcebible que una mujer la estuviese invitando a bailar, pero el contagioso movimiento de su compañera hizo que cediera a la inusual invitación.
Y fue soltando sus prejuicios y enterrando sus miedos para dejarse llevar. Moviéndose con desconfianza a principio fue mirando a Muriel hasta lograr sonreír.
De allí en adelante la fiesta tomó su ritmo. Bailaba con tanta libertad, sin actuar bajo el rol de mujer fatal que hasta se permitió invitar al resto a compartir la pista.
Era increíble verla sonriendo sin esa intención de querer ser dueña y el centro de todo sino más bien de disfrutar del momento.
Andrés y yo no estábamos asombrados tanto como el resto.
Era cosa de tiempo para que ambas mujeres pudieran compartir el territorio sin comenzar una guerra.
-¡Mmm, parece que Muriel por fin logró dominar a la fiera! – dijo Andrés en mi oído metiendo sus dedos bajo mi falda.
-¡Creo que la fiera solo le está dando tregua! - le respondí abriendo mis piernas.
Alex ya estaba a punto de perder la paciencia porque Jairo no perdía oportunidad de hacer contacto físico con él.
Si quería tomar su copa, Jairo la intentaba tomar también para rozarle la mano por lo tanto empezó a sospechar que tenía el claro interés en intentarlo seducir.
Se acercaba más de lo normal para encenderle el cigarrillo y estuvo a punto de tocarle más arriba de la rodilla cuando se cayó el encendedor.
-¡Deje que yo recoja su candela papi, no se me vaya a caer pues! – reaccionó Jairo mientras recogía el pequeño aparato.
Al ir subiendo no dejaba de mirar las entrepiernas de Alex y no pudo evitar la exclamación.
-¡Como lo ves Alex! ¡Con esos cojones yo me quitó el pantalón ahora mismo, pues! Para que vamos a andar con pendejadas ¡Deme una chance para comer su arepa, hombre! – exclamó Jairo mirando fijamente a Alex.
Este incómodo por el evidente interés que tenía el extranjero por él no se podía sacar una loca idea que rondaba en su cabeza y que tenía relación con su enemistad con Andrés.
Ambos intentaron mantener la calma por motivos diferentes. Alex porque estaba convencido de que Andrés tenía algo que ver con lo que sucedía con Jairo y este último sabía que preso de la excitación podría poner en peligro el negocio y el festejo en honor a Muriel.
Entonces de un momento a otro Jairo tomó de la mano a Alex para llevarlo a la pista de baile y unirse a Maite.
-¡Pero hombre que mierda te pasa! ¡Acaso tengo cara de maricón! – Exclamó molesto Alex intentando comprender lo que sucedía – ¿Andrés te pidió que lo hicieras para joderme? -
-¿Que estás diciendo tú, mi amigo? ¿Pero que cosas pasan por esa loca cabecita? Se ve por el cuerpo que tienes, que debes bailar mejor que ese parcito, ¿cómo lo ve? – dijo Jairo indicando a Muriel y Maite.
-¡Porque no me dices la verdad! ¡Que fue tu socio quien te mandó a que me acosaras por venganza! - Exclamó Alex irritado, alzando la voz para que todos lo escucharan.
Fue en ese instante en que Jairo se atrevió a hacer lo que tanto ansiaba desde que vio a Alex por primera vez. Se acercó sin que mediara alguna explicación y lo beso sorpresivamente en la boca. Este último quedó tan sorprendido y paralizado que sentía sin poder reaccionar como el hombre metía la lengua, movía su cabeza de un lado a otro tratando de que le respondiera con la misma pasión.
Cuando el acto fue descubierto por el resto de los asistentes ninguno quedó indiferente y fue Andrés quien comenzó aplaudir efusivamente a la pareja.
Jairo dejándose llevar por el entusiasmo metió una de sus manos entre las piernas de Alex y con la otra frotaba frenéticamente su pene que estaba totalmente erecto.
Fue con ese gesto que Alex perdió el control y de un empujón lo alejó con tanta fuerza que Jairo perdió el equilibrio y cayó directamente sobre la mesa.
Andrés se levantó con la inmediatez que solicitaba la situación y corrió a socorrer a Jairo sin siquiera mirar a Alex.
-¿Jairo, algún problema? ¿Estás bien? -
-¡Estoy de una amigo Andrés! ¡Todo bien, solo que aquí se puso algo nervioso el amigo! ¡Disculpa, me deje llevar por pendejo! - respondió sin dar mayor importancia a la situación.
Alex fuera de si se lanzó sobre Andrés queriéndolo golpear pero Jairo se levantó justo a tiempo para impedirlo.
-¡Ya calma mi amor, pues! – Le decía a Alex – No se me vaya a poner violento miré que se ve más bonito así, rojito y caliente para mí -
Andrés no podía contener la risa mientras se sacaba a Alex de encima.
-¡Mira tú, Alex!- le dijo directamente – No sabía que tú culo no era virgen. De ser así no te habría dado unos latigazos sino que hubiera metido directamente el látigo por el culo. ¡Claro que así no habría sido un castigo! -
El hombre pataleaba y lanzaba golpes hacia todas las direcciones como si estuviera fuera de sí.
Se zafó violentamente de Jairo y empujándolo nuevamente salió lleno de rabia corriendo por el jardín vociferando insultos por doquier.
Después del espectáculo de Alex y Jairo, Juan Diego se acercó a Andrés con una copa en la mano para brindar con él.
-¡Mi amigo, Andrés! Que linda fiesta pues, si hasta mi mujer encontré – exclamó emocionado señalando a Josefina.
Al escuchar eso salte de mi asiento uniéndome a ellos para saber más detalles de la naciente y singular pareja. Lo mismo hizo Muriel y Maite.
-¡Josefina, menuda sorpresa! No sabía que te gustaba bailar la cumbia – dijo Maite mirándola con cierta malicia.
Bernardita y yo estábamos tan asombradas por los cambios sufridos por nuestra amiga Jo que no le dimos importancia a los comentarios de Maite.
-¡Bueno, quizá ahora bailaré cumbia y nada mejor que dejarse llevar por un experto! ¿No creen? – le respondió a Maite sin una pizca de molestia.
-¡Necesitamos una reunión urgente de la Congregación! – Exclamó Maite - ¡Ustedes caballeros siéntanse en su casa! Aunque por lo que he observado ya han hecho uso de nuestra hospitalidad.- término diciendo mirándonos a todos sonriendo.
-¿Pero qué pasa? - Iba preguntando Bernardita mientras intentaba alcanzar al resto del grupo.
Cuando llegamos a la cocina rodeamos la isla sirviéndonos una copa cada una. Maite se paseaba de un lado a otro pensando en cómo abordar el tema, pero como ya la conocíamos no íbamos a esperar mucho para que explicara su reacción.
-¿Josefina me puedes explicar que estás haciendo? - Preguntó con seriedad.
-¿A qué te refieres Maite? Le respondió Jo bebiendo su copa de una vez para luego dejarla sobre la mesa con energía.
-¡Desde cuando follas con un desconocido así tan sonriente! - Reclamó Maite cruzando sus brazos en señal de molestia.
-¡Desde hoy, Maite! Y no te preocupes tanto, estoy bien. Incluso pensando en darme unas vueltas por Medellín – respondió con la mirada luminosa.
-¿Que dices?- Preguntamos todas tratando de contener nuestro asombro.
-¡Que tengo ganas de ir a la tierra del café, eso! - Volvió a responder Josefina moviendo coquetamente el cabello.
-¡No seas ingenua Josefinita, mira que el hombre promete mientras mete! - dijo con cierta lentitud para ser comprendida.
-¿Y? - seguimos atentas sin beber un sorbo.
-¡Que cuando lo metió! ¡Todo se le olvido, pues linda! - Terminó por decir Maite.
-¡Jajajaja! - no dejábamos de reír aunque sabíamos que la intención de nuestra amiga era seria.
-¡Cada una es grande para decidir con quién folla! ¿No creen? - Intervino Bernardita también sonriente.
-¡Claro, como tampoco perdiste la oportunidad de perderte con Felipe! - volvió a insistir Maite.
-¡Ya basta! - Exclamé inquieta – ¡Yo te entiendo Maite! - Le dije acercándome para abrazarla – ¿Estas preocupada por estas hermanas, cierto? -
-¡Cierto amigas! No quiero después andar comprando toneladas de pañuelos para consolarlas - dijo Maite algo más tranquila.
En eso entró Muriel al lugar y al ver que estábamos reunidas no evitó decir.
-¡Veo que la secta está reunida! Pero es muy mal visto que dejen a la festejada sola con los hombres sabiendo que no son ellos precisamente lo que me interesa.
-¡Linda Muri! Acabamos de terminar nuestra oración para que tengas un lindo viaje – respondió Maite en su estilo.
Tomé a Muriel de la cintura para que nos siguiera nuevamente a la terraza.
Andrés, Juan Diego, Felipe y Jairo estaban bebiendo junto a la piscina mientras Alex sentado en un sillón algo alejado no podía contener su incomodidad.
De pronto Jairo se separó del grupo y se puso tan cerca de Alex que este pudo sentir su erección. Fue como si hubiese visto un fantasma porque se movió violentamente para evitar el contacto lo que nos dejó sin palabras.
-¡Ni te imagines que me vas a follar, maricón! – Gritaba alzando la voz – ¿Tú crees que no sé qué estás tramando? - Señalando a Andrés quien lo miraba con cierta mueca de desprecio y satisfacción.
-¡A la mierda con todos ustedes, me voy de esta casa llena de maricones y tortilleras! Y salió estrepitosamente de la terraza sin dar ninguna otra explicación con Maite intentando perseguirlo. No hizo mucho esfuerzo porque en un par de segundos ella estaba de regreso.
Cuando todo volvió a la calma, Andrés pidió la palabra.
-Queridas amigas, amigos, Le vamos a dar la despedida a nuestra Muriel quien nos deja por un tiempo -
-¿Nuestra? - exclamó Maite en voz alta – ¡Tuya será, porque mía no es! -
Andrés la miró con cierta complacencia e invitándola a que se pusiera su lado a lo que Maite accedió de inmediato.
-¿Ahora puedo seguir? - Le preguntó serio –
-¡Por supuesto Andrew! – le respondió coqueta.
-¡Muriel mi querida amiga! Espero tu regreso en un par de meses. ¡Desde ahora empezaré a contar las horas y minutos que faltan porque sabes que te voy a extrañar! -
Andrés hizo el mismo gesto con Muriel para que se acercase y se ubicara al lado opuesto de Maite. Ella accedió con relajo mirando a Maite y sonriéndole sin rencillas.
-¡Vaya Andrés! Que no se te quite lo cursi ni lo troglodita ni siquiera para las despedidas. ¡Gracias a todos! Y…Maite eres una tía muy maja, de otro mundo. ¡Salud por ti! -
Todos quedamos asombrados por el gesto de Muriel que si bien sabía que Maite aún ofrecía resistencia podía reconocer que también se había ganado su beneplácito.
-¡Linda Muri! Gracias por lo de otro mundo pero te informo que aun así tendrás que seguir haciendo méritos para pertenecer a la Congregación. Por lo tanto, te vamos a esperar estos meses para que comiences a hacer los votos.
Todos empezaron a aplaudir mientras con lágrimas en los ojos susurraba casi en silencio - Adiós españolita de mi alma - .