Adios a la ñoña II
...Quise ser más suave, pero tenerla así, oírla lloriquear y ver como literalmente mordía la colcha me enajenó, agarré sus caderas y empujé hasta el fondo de ese culito...
PRIMERA PARTE “Iria”
Estaba excitadísima de rodillas ante ese hombre con su sabor aun en mi boca, había disfrutado poniendo en práctica esos trucos sobre los que tanto había leído, y feliz al ver que realmente funcionaban.
Quería seguir experimentando nuevas sensaciones y esperé paciente su segundo paso.
Un minuto después me ayudó a poner en pie y se quedó unos segundos mirándome, me encantaba como me hacía sentir ver el hambre en su mirada oscura.
-Ven chiquilla –dijo llevándome a una de las dos camitas-
Me tumbó y separando mis piernas se quedó mirando mis braguitas húmedas.
SEGUNDA PARTE “Agustín”
No podía creer en mi suerte, algo muy bueno habría hecho en otra vida para que en esta me regalaran semejante caramelito pensé al ver a esa chiquilla tumbada aun con mi camiseta puesta y mi semen en la comisura de sus labios.
Separé sus muslos y me encanto ver la humedad en sus braguitas. Me arrodillé entre sus piernas y subí mi camiseta para ver el resto de su joven cuerpo.
Me relamí viendo sus redonditas tetas de grandes pezones desafiando al universo. Me lancé a lamerlos como si hubiera encontrado agua en medio de un desierto, mientras de su garganta salían pequeños gruñidos que me instaban a seguir.
Succioné y mordisqueé sus rosas aureolas haciendo que estas se endurecieran al tiempo que mi polla hacia lo mismo allí abajo.
Sin dejar de mirarla recorrí esas preciosas tetas con dos dedos, seguidos de mi lengua. Bajé por su torso y me paré a lamer bien su ombligo mientras mis dedos ya se colaban bajo sus braguitas, busqué entre los pliegues de su carne la hendidura húmeda y caliente que precedían al paraíso de su sexo y encontré su erguido botón, lo friccioné entre ambos dedos masajeándolo hasta que su cuerpo se convulsionó ante un inminente orgasmo que aún no quería.
-No quiero que te corras, no lo hagas aun.
La suplica en sus ojos me hizo adelantar mis movimientos y entonces hundí mi cara, olí su excitación y lamí sus braguitas, mordisqueando su inflamado sexo.
-Por favor… - suplicaba temblando-
-¿Qué quieres niña?-pregunté con malicia-
-Quítame las bragas
Me incorporé, salí de entre sus piernas y le quité las bragas, quería hacerlo lentamente, pero ver su vulva completamente depilada me enajenó y de un fuerte tirón me deshice de la prenda para volver a la postura anterior y esta vez hundir mi cara en su sexo.
Su sabor dulce y picante me encantó y lamí, chupé y me alimenté de sus abundantes juguitos. Cuando su cuerpo se convulsionó, levanté los ojos y vi de nuevo la súplica.
-Por favor –suplicaba moviendo la cabeza-
-Si mi niña, vamos allá
Bajé mis labios y sin dejar de mirar su rostro succioné el clítoris y lamí la rajita notando por sus gemidos que se corría. Como ella había echo no dejé de lamer hasta que su cuerpo se relajó tras el orgasmo.
-Que rico –dijo ella entre jadeos aun-
Me senté en la cama para dejar que se destensara y al momento sentí sus tetas en mi espalda, su boca en mi cuello y sus labios besando mi piel caliente.
La miré y vi que ella miraba mi polla con gula y la besé en la boca.
-¿La quieres mi niña? -dije sobre sus labios-
Ella no contestó, simplemente dándose la vuelta se sentó sobre mis muslos, agarró mi polla y levantándose la llevó a la entrada de su cueva. Se agarró a mi cuello al tiempo que yo con ambas manos aferraba su culo.
-Despacio chiquilla
-Será lo despacio que tú quieras –no la entendía hasta que noté el peso en mis manos-
Ella se abandonó a que fuera yo quien guiara los tiempos y fui bajando mis manos para que ella se clavara en mástil, este rozaba las paredes de su vagina.
-Que rica estas por fuera y por dentro preciosa –dije suspirando-
-Me encanta tu polla, dame más… por favor –dijo como una niña educada-
Era enloquecedoramente sexi su postura de niña buena y me hacía sentirme el mayor de los pervertidos.
Bajé más mis manos hasta clavarla por completo mientras estudiaba su cara de placer al sentirse penetrada.
-¿Te gusta tenerla bien adentro verdad?
-Sí, me encanta que me folles.
-Muévete mi niña
Y bien que me obedeció, empezó a balancear sus caderas de manera rítmica, elevando la temperatura de mi cuerpo, de la habitación y del planeta.
Definitivamente esa niña iba a ser mi perdición.
TERCERA PARTE “Iria”
Sentía mi sangre hervir por mis venas mientras rotaba mis caderas para sentir su polla en cada rincón de mi vagina, luego me movía hacia adelante frotando mi clítoris con su pubis mientras sus dedos se clavaban en mi culo apretándolo mientras me movía.
Entonces empecé a subir y bajar sobre su polla cada vez más gorda y mi cuerpo se tensó sorprendido al instante por un orgasmo que me hizo chillar como una loca mientras el jadeaba.
Justo cuando este acabo y caí rendida sobre su cuerpo, él me levantó y saliendo de mi interior me tumbo en la cama, me puso boca abajo y poniéndose en pie me agarró de las caderas, tiró de mi hasta ponerme como una perrita y sin más volvió a penetrarme de un solo golpe de riñones, grité de placer y sorpresa.
-Madre mía que coñito tienes niña
Salía casi por completo para volver a penetrarme de nuevo entre gemidos, empujaba más y más una vez dentro y salía de nuevo para repetir.
Se agarró a mis hombros y siguió follándome con brío, con fuerza, irritando mi coñito que pedía más y más sin saciarse nunca de esa polla.
Dos minutos después gemía entregada por completo de nuevo.
-No pares –lloriquee al ver que aflojaba las embestidas-
-No puedo más
-No pares por favor Agustín quiero que llenes mi coñito con tu semen, nunca se corrió mi novio dentro y quiero sentirte a ti.
Sabía que él no tenía sexo fuera del matrimonio, me fiaba de él y tomaba la píldora como le expliqué, me sentía segura y deseaba sentirlo del todo.
Sentí un chorrito estrellarse en mi vagina mientras yo también me corría. Ambos caímos en la cama exhaustos.
CUARTA PARTE “Agustín”
Me desperté con los primeros rayos de sol y mientras abría los ojos recordé la noche anterior; sentí el brazo entumecido y miré la preciosa espalda de Iria, bajé hasta ver su redondito culo y sentí un latigazo entre mis piernas. No podía creer que tras la sesión de sexo de la noche anterior mi polla volviera a estar dispuesta, aunque no era raro esa chica era puro vicio.
Tiré del brazo, me incorporé en la pequeña cama y cuando iba a levantarme ella se movió y se tumbó de espaldas, entonces volví a quedarme prendido de esas montañitas adorables, recordé sus gemiditos mientras disfrutaba de sus pezones entre mis labios.
A punto estuve de lanzarme de nuevo, pero me obligué a levantarme para poner distancia entre esa diosa del sexo y mi lívido removida.
Por eso mismo me vestí rápido y salí de mi casa, necesitaba distanciarme de ella si quería salir indemne.
Bajé a tomar el café y me apunté a comer con dos amigos con tal de alejarme de ella.
A media tarde tras pensar mucho en lo sucedido descubrí que el mayor problema no era ella sino en lo que me convertía a su lado. Ella hacia que desapareciera el hombre tranquilo y cabal que era antes de conocerla. No quería dejar atrás lo que quería de la vida, por lo que más deseaba en ese momento, porque los momentos pasan pero la vida sigue, esa vida monótona y fácil que antes me parecía completa. Era fácil deducir que estaba realmente acojonado.
QUINTA PARTE “Iria”
Tras la salvaje e inolvidable noche de pasión vivida con Agustín desperté sola en la pequeña cama, cada rincón de mi cuerpo recordaba sus caricias y anhelaba más; pero él se había ido.
Arreglé la cama, la habitación y borré cualquier huella de la noche pasada y al mediodía al ver que no regresaba decidí que no pintaba nada allí y decidí que si él no quería estar conmigo tampoco iba a obligarlo.
Paseé por los alrededores sin rumbo y terminé volviendo al barrio al decidir que de momento iba a vivir allí y que tarde o temprano volveríamos a encontrarnos.
Comí algo en el bar de abajo, dispuesta a demostrarle que ya había pasado página y que no iba a suplicarle nada si volvía.
Ya era casi media tarde cuando me disponía a ir hacia el aeropuerto y pedí la cuenta. Entonces le vi aparecer, al pasar por mí mesa se paró y antes de que dijera nada mi orgullo me hizo decirle:
-No te sientas obligado a nada, somos adultos y lo que pasó ayer estuvo bien pero eso fue ayer y yo ya he pasado página.
Él me miró extrañado asimilando mis palabras, supongo que aliviado ya que al verme a lo mejor pensó que iba a recriminarle algo.
-Entiéndeme…
-No te preocupes, te entiendo –le dije pagando la cuenta-
-Donde vas a ir
-Donde pensaba ir ayer, solo me queda esta noche, mañana ya viene mi prima.
-Mi sofá sigue a tu disposición, solo es una noche y no es necesario que la pases en un aeropuerto.
En ese momento alguien le saludó desde la barra y yo aproveché que él fue a saludar para largarme.
Deambulé el resto de la tarde; pero atraída como las moscas a la miel volví al bar. Era tan difícil intentar olvidar a alguien que te dio tantos momentos que recordar…
Entré en el bar y parecía haberse detenido el tiempo, de nuevo el charlaba amigablemente en la barra con otros tres hombres de su quinta.
Pedí y le observé desde la distancia, destacaba entre los demás y por más que intentára engañarme en que solo había sido una experiencia con un madurito sabia en el fondo que no era a boleo, era él y no lo que representaba lo que llamaba toda mi atención y más hoy que sabía lo que podía sentir entre sus brazos.
El me vio enseguida, incluso me di cuenta que el que por la tarde nos había visto charlando le avisaba, aun así me ignoró toda la noche. A medida que pasaban los minutos yo me iba encendiendo con su indiferencia, no esperaba que viniera y me sacara en brazos pero si esperaba al menos una mirada cómplice.
Una hora después me cansé de esperar y “la aventurera” salió a flote queriendo demostrarle lo que se perdía.
-Hola chicos, ¿alguno de vosotros fuma? -sabía que el no-
Uno de ellos asintió
-Me prestarías el mechero iba a salir a fumar…
-Yo también, si no te importa te acompaño –dijo este y yo le regalé mi mejor sonrisa-
Salí de allí con ese tipo siguiéndome y me contoneé todo lo que supe. Fuera me dio fuego y conversación.
Le conté por encima que estaba de visita y él me dijo que me había visto la noche anterior, me sentía relajada ya que el hombre no me atraía en lo más mínimo, me enrollé hablando para que los de dentro sospecharan. Él me reía todas las gracias dejándome claro en diez minutos que no le importaría hacer algo más que compartir pitillo en la puerta del bar.
Al segundo cigarro seguido, apareció Agustín.
-Pensé que te habían secuestrado –dijo mirando a su amigo-
-Ojala, pero no lo he conseguido –dijo apagando su cigarro y entrando dándose por vencido-
-¿Qué crees que estás haciendo chiquilla? –dijo furioso-
-Nada
-¿Vas a intentar montártelo con todo mi vecindario?
-preferiría montármelo solo contigo –no me podía creer lo que acaba de decirle-
Me miró con furia en los ojos y eso me puso a mil, pero me dejó allí para entrar de nuevo.
El camarero me trajo otra ronda de lo que estaba tomando y el amigo de Agustín me sonrió desde la barra cuando el camarero me dijo que el señor me invitaba.
Le di las gracias devolviéndole la sonrisa y dando un trago. Eso le alentó y al momento se acercó a mi mesa y tras pedirme permiso se sentó.
Empezamos a charlar sin que yo dejara de mirar hacia donde estaba el, viendo crecer la furia en sus ojos cada vez que nuestras miradas se cruzaban.
Ese juego le estaba gustando demasiado a mi nuevo yo aventurero, descubriendo cosas de mi misma que no creía posibles y que dejarían a la ñoña que era antes avergonzada, ni siquiera podía seguir la conversación del tal Luis, que a duras penas contestaba con monosílabos.
SEXTA PARTE “Agustín”
Esa chica volvía a conseguir sacar esa parte de mí que no quería que saliera y allí estaba muerto de celos al verla charlar animadamente con mi amigo.
-Ese Luis se está complicando la vida con esa chavala que podría ser su hija –dijo otro de mis amigos-
-Si esas chicas a nuestra edad solo traen problemas –dije desde la rabia-
-Bueno no solo problemas –dijo un tercero tras una carcajada-
El uno pensaba que era “complicado” el otro que valía la pena las “complicaciones” si una chavala así tocaba a tu puerta.
Entonces decidí no fundamentar mis decisiones en los consejos de personas que no van a tener que lidiar con los resultados.
Solo estaba en mi mano decidir que quería, por una parte podía intentar captar de nuevo su atención y por otra podía dejar que todo siguiera su curso, y que ella se fuera con Luis esa noche “librándome” de ella.
Nada más pensar en ambas opciones me decidí y aprovechando que ella se levantó para ir al baño mientras Luis la esperaba en la mesa, deseoso de hacer lo que ella le pidiera.
Fingí ir al baño y la esperé en el pasillo. Allí pensé que si lo que buscaba en la vida, valía todo lo que perdía en el camino por miedo.
Cuando salió y paso por mi lado le dije:
-Me voy, lo de mi sofá sigue en pie
-Gracias -dijo pasando de largo-
Ella se paró en la barra a mi lado y pidió un vaso de agua mientras yo pagaba, cogí el cambio y justo cuando me iba volví atrás y le dije:
-Mi cama también –y con el último atisbo de dignidad salí de allí-
Llegué a casa y me puse el pijama, me serví la última pensando en que elegiría. A medida que pasaban los minutos fui rindiéndome a lo evidente, ella le había elegido a él, había elegido la novedad o simplemente lo tenía planeado desde el principio y como me había dicho esa tarde había pasado página sin más y solo sería una muesca en el cabecero de su cama, un polvo más… pero vaya polvo pensé con nostalgia. Ella era ya, de todo lo que nunca había tenido lo que más estaba echando de menos.
Miraba mi vaso a medias cuando alguien tocó al timbre. De un salto me planté en la puerta y abrí.
-Hola, ¿puedo pasar?
Me aparté y la dejé entrar, cerré la puerta y quitándole el bolso lo lancé al sillón más cercano.
-¿En que momento te has planteado si él o yo? -le espeté con dureza-
-En ninguno –me contestó seria-
-¿Te hubieras ido con él?-pedí enfadado, por la espera-
-No –respondió con tranquilidad.
-¿Pero querías que yo lo creyera verdad?
-si –dijo con sinceridad-
-¿Por qué?
-Porque nunca me he excitado tanto como cuando he visto la cólera en tus ojos
-¿Has disfrutado cabreándome? –le dije acercándome a ella-
-Mucho
Desabroché un botón de su vaquero, luego otro, otro y otro sin dejar de mirarla a los ojos. Metí con dificultad mi mano dentro del pantalón y debajo de sus bragas para buscar la evidencia de lo que me decía. Era cierto estaba mojada.
Ella se movió para facilitarme la tarea y le grité:
-¡No te muevas!
Mis dedos apenas podían moverse por el poco espacio que había pero aun así pronto resbalaron entre los pliegues de su sexo, encontré su clítoris y lo masajeé hasta ponerlo durito, luego lo pellizqué flojo y volví a friccionarlo hasta que noté que su cuerpo se tensaba y la humedad mojaba más mis dedos, la oía gemir débilmente mientras se corría en mi mano.
Me dolía la polla bajo el pantalón del pijama y la liberé ante su mirada, empecé a masturbarme ante ella, allí en medio del salón de pie sin dejar de mirarla.
Ella se chupo los labios mientras miraba extasiada el vaivén de mi mano, que recorría mi dura polla, negándosela a ella.
-No te corras así –suplicó mirándome-
-¿La quieres Iria?
-Si
Me puse detrás de ella y de un fuerte tirón bajé los vaqueros junto con sus bragas un poco, solo por debajo de su lindo culo. Sin soltar mi polla le di un fuerte azote que ella aguantó estoicamente pese a la sorpresa inicial.
Le doblé la columna apoyando sus manos en sus rodillas, así su culo y su coñito tenían fácil acceso para mí.
Quería correrme dentro de ella ya, con esos endiablados vaqueros puestos.
Apoyé mi mano en sus riñones y llevé mi polla entre sus piernas, la froté por su rajita, sin pausa la coloqué en la entrada y agarrando sus caderas entre con fuerza, sintiendo como su coñito estrecho envolvía mi polla.
Ella chilló y yo gemí al llegar al final, perdió el equilibrio y no por ello dejé de empujar con fuerza sin salir un milímetro, disfrutando como un poseso del calor de su interior.
Bajé más mis pantalones sintiendo sus vaqueros rozar mis muslos a cada arremetida, sin salir de su cuerpo la giré para que ella pudiera apoyar sus manos en una pared y así poder seguir follándomela.
Supo al instante lo que esperaba y apoyando las palmas de sus manos en la pared, subió el culo y yo flexioné las rodillas para hundirme más aun; dos envites, tres y oí como gimoteaba su orgasmo, sin poderlo retrasar más descargué mi semen en su vagina mientras los coletazos de su orgasmo apretaban mi polla vaciándome por completo.
La apreté contra la pared hasta que mi estaca salió por si misma de su cueva, solo entonces le di la vuelta y apoyé su espalda.
-No te muevas –le pedí-
Era todo un espectáculo tenerla así para mí, entregada y dispuesta. Tenía las mejillas rojas y los ojos brillantes tras el orgasmo, su pecho subía y bajaba por la respiración aun entrecortada, seguí bajando para ver como su camisa terminaba justo a mitad del triángulo de su pubis desnudo ya que tenía los vaqueros bajados a medio muslo. Entonces se me ocurrió una perversidad y me acerqué para tirar del cinturón sacándolo de los enganches del pantalón.
-Sube los brazos y junta las manos sobre la cabeza
Até sus manos con el cinturón ante su mirada curiosa y excitada, agarré sus caderas y la moví hacia la derecha, tiré del cinturón y lo enganché con la puerta del salón cerrándola para que pillara la punta de este y la mantuviera sujeta.
Su respiración se hizo más pesada al sentirse inmovilizada ante la puerta. Ahora sí que era toda mía.
Di dos pasos hacia atrás y volví a contemplarla sin prisas antes de acercarme de nuevo para poco a poco, botón a botón desabrochar su camisa; cuando acabé la abrí para contemplar sus redondas tetas aprisionadas bajo el sujetador, sus pezones duros se marcaban en la tela y bajé la boca a ellos, mordiéndolos y dando tironcitos hasta con la tela, luego la aparté y lamí esas pequeñas protuberancias que parecían pedir más y más.
Lamí dejando un reguero de saliva de sus tetas a su vientre, sin parar hasta llegar a su pubis, me agaché para poder admirar esa hermosura, sin nada que entorpeciera mi escrutinio minucioso y mordisqueé su carne caliente con suavidad antes de sacar mi lengua para colarla entre los pliegues de su vulva.
Le quité los pantalones y coloqué una de sus piernas sobre mi hombro para abrirla, vi su sexo húmedo, rosita y palpitante. Sin importarme el sabor de mi semen me lancé a devorarla, encantado al oír sus gemiditos de placer cada vez que succionaba con fuerza, no paré hasta que la oí lloriquear justo antes de correrse de nuevo.
Pero no contento con eso, junté tres dedos y la penetré con estos con fuerza, ella gritó en mitad del orgasmo y eso me alentó a unir un cuarto y empujar. Mire como ella movía la cabeza descontroladamente y seguí pasando mi lengua hasta que se calmó.
-¿Te ha gustado chiquilla? –le pedí mientras entreabría la puerta un poco para liberarla-
-Sí, muchísimo
La llevé casi a rastras rendida por el esfuerzo hacia la habitación de invitados y allí la deje caer en la camita donde la había poseído la noche anterior.
Ella cayó de bruces sin fuerzas para darse la vuelta y volví a mirar incrédulo por mi suerte, mientras me deshacía del pantalón y arrodillándome a su lado empecé a acariciar su espalda, ella giró la cabeza y agarrando mi polla la llevo a su boca, entreabrió los labios y dejó que mi polla resbalara entre estos hasta colarse en su boca. Yo agarré su cabeza y empecé a moverme lentamente follándome esa boquita enloquecedora, mientras ella seguía aun con sus manos atadas. Cogí de nuevo la punta del cinturón y así como estaba boca abajo la ate al cabecero de la cama entre los barrotes.
Ella no se quejó simplemente se movió como un gusanito para poder acceder más fácilmente a mi polla que no había abandonado su boca.
La sentí crecer dentro de esta y unos minutos después me la agarré y sacándola tiré de ella y dejé ante su boca mis huevos que ella no tardó en darles el mismo tratamiento, sentía como su lengua los levantaba y los movía antes de succionarlos.
Madre mía esa niña me iba a volver majara. Con la mano libre seguía acariciando su espalda, llegue a los riñones y seguí hasta su culo, me estire un poco y ella se quejó, pero se retorció un poco y volvió a llegar a mi sexo. Apreté su culo, me encantaba lo duro y gordito que estaba y decidí que quería conquistar también esas cumbres.
Me puse en pie, separé sus piernas y arrodillándome entre ellas bajé a mordisquearlo, separé sus glúteos y empecé a lamer su rajita, ella se retorcía y cuando lamí su ano vi que mordisqueaba la almohada. Mojé bien la zona y ayudado por mi saliva metí la lengua dentro.
Ella jadeaba cada vez más y le pregunté.
-¿Te gusta pequeña?
-Si
Metí y saque mi lengua de ese agujerito hasta relajarlo y entonces apoyé la yema de mi dedo y presioné, ella se puso rígida pero no se quejó.
Empujé la primera falange y dio un respingo:
-Nunca…
-Tranquila Iria, confía en mi –le dije lamiéndola de nuevo sin sacar el dedo-
Cuando volvió a relajarse empujé de nuevo y empecé a entrar y salir, hice lo mismo con un segundo dedo y después un tercero.
Mi polla iba a reventar viendo como esa chiquilla se retorcía en esa camita, sobre la horrible colcha de flores, que ya no me parecería nunca más horrible.
Me incorporé y sacando con cuidado mis dedos, puse en la entrada mi glande, ella en alerta intento relajarse, pero al notar la intromisión intentó escapar de ella.
-No te mueva chiquilla
Ella gimoteo cuando la cabeza de mi polla venció la primera barrera, tiré de sus caderas haciendo que se apoyara en las rodillas y de paso clavándola un poco más en mi estaca palpitante.
Quise ser más suave, pero tenerla así, oírla lloriquear y ver como literalmente mordía la colcha me enajenó, agarré sus caderas y empujé hasta el fondo de ese culito. Ella gritó y solo entonces paré, acaricié sus corvas con una mano mientras la otra buscaba entre sus piernas, el botón que la lanzara donde yo estaba, a las puertas del cielo.
Froté como un loco mientras temblaba de ansiedad por moverme, cuando noté su agitada respiración no pude más y empecé a moverme, salía un poco y empujaba de nuevo.
-No puedo más cielo. Voy a correrme.
Empujé hasta el fondo casi agonizando y creí morir mientras mi polla descargaba en sus intestinos todo el semen que me quedaba. Cuando grité que me estaba corriendo noté y oí como ella me seguía.
Apenas podía respirar cuando la solté, le quité el cinturón y me tumbé a su lado, ella pegó su cuerpo al mío abrazándose y ahí supe de que estaban hechos los sueños, porque esa niña era un auténtico sueño hecho realidad.
-Despierta dormilón que nos van a cazar –oí aun en sueños-
Abrí los ojos al tiempo que recordaba el súper polvo para ver como Iria se subía los pantalones.
-No sé a qué hora llega tu mujer, pero mi prima ya está en casa y mira como esta todo
En ese momento desee tener su edad para estar igual de activo, pensé sonriendo y totalmente entregado a esa brujilla encantadoramente sexi. No podía ni quería seguir luchando, quería más de lo que ella quisiera darme.
-¿Puedo decirle a mi prima donde me he quedado?
-¿Se chivara?
-Que va
-Lo dejo en tus manos –me oí decir embelesado-
-Ahora tengo que irme, aunque no lo haría –dijo con un mohín de lo más erótico-
-Anda vete –le dije sentándome en la cama-
Retiré la colcha y la puse a lavar, recogí todo y bajé al bar a tomar café con una sonrisa de tonto que tiraba de espaldas.
Cuando media hora después las primas entraron en el local, supe por el saludo de mi vecina que lo sabía todo. Cuando esta fue a la barra dejando sola a la prima me acerqué.
-¿Cómo ha ido?
-Bien
-¿Que va a pasar ahora Iria? –le pedí-
-Lo que tu decidas que eres quien lo tiene más complicado, aceptaré lo que decidas pero quiero que sepas que me encantaría volver a experimentar mil veces lo de anoche.
-A mí también me gustaría –le dije sinceramente-
-Pues esperaré impaciente –dijo mientras llegaba su prima, con mil promesas en su mirada-
Ambas desayunaron entre risas, siendo el centro de atención del bar.
Vaya dos pensé admirando a mi bella chiquilla y a su prima.