Adiós a la niña tímida

Yo siempre he sido muy tímida, las pocas experiencias sexuales que he tenido siempre han sido con hombres mayores que han llevado el mando a cada paso mientras yo, tímida y vergonzosa me entrego a ellos. Pero esta vez será diferente, está vez voy a ser yo quien lleve la voz cantante.

Ya hace más de un mes que no te veo, las video llamadas y los chats están bien... pero nada como sentir tus manos acariciandome. Se que volverás a mi. Porque te encanta sentir como mi cuerpo reacciona al tuyo. Me rio mientras recuerdo como la primera vez que estuvimos juntos y entraste en mi húmeda vagina, me miraste seriamente y preguntaste:

-¿Cuantos años es que tienes?

-23

-Demonios, estás tan apretada como una nenita, cómo es que se me dió la suerte de tenerte en mi cama

Recuerdo que me reí y cubrí mi cara con mis manos, me avergonzaba y me halagaba saber que te gustaba como mi vagina apretaba tu pene. Apreté más y oí tu gemido bajito mientras seguías zambuyendote en mi. Nuestra relación es muy caótica, entre tus viajes por trabajo y mis clases apenas tenemos tiempo para vernos, pero eso si, cuando nos vemos recuperamos todo el tiempo perdido.

Yo siempre he sido muy tímida, las pocas experiencias sexuales que he tenido siempre han sido con hombres mayores que han llevado el mando a cada paso mientras yo, tímida y vergonzoza me entrego a ellos. Pero esta vez será diferente, está vez voy a ser yo quien lleve la voz cantante. Quiero tenerte suplicando por mi. Quiero que te quedes, esta vez, quiero que te quedes.

Nerviosa termino de preparar mis maletas para irme al hotel donde te veré, por suerte llegaré antes que tú, lo que me dará tiempo de prepararlo todo. Ato mi pelo castaño y rizado en una cola, me pongo mis lentes y salgo arrastrando mi equipaje. Al llegar al hotel la misma chica sonriente de la otra vez me entrega la llave y me dice que está a mi orden si necesito algo. Le doy las gracias y camino lo más calmada que puedo hasta llegar a la habitación.

Dentro, me dirijo a tomar un baño y me observo en el espejo de cuerpo completo que cubre una de las paredes. -Bueno Marie, hoy es el día. Me desnudo y comienzo a apreciar mis curvas, no era la chica más delgada del mundo, pero soy una latina a toda regla: cintura pequeña, nalgas grandes y unos pechos que no estaban nada mal. Mi piel bronceada por el sol se hacía blanca en los espacios donde siempre estaba cubierta. Si, soy bonita. No de otro mundo, pero si lo suficiente. Pensé mirando mis ojos marrones almendrados y mi boca carnosita. Hoy vas a sacar a la Marie seductora que llevas dentro.

Luego de ducharme y ponerme la lencería especial que compré para la ocación me dediqué a esperarte. Casi salté de la alegría cuando se abrió la puerta y entraste tu. Alto, con tu barba con canas y los ojos cansados por el viaje... Dios mio, me muero por comerte.

-Hola preciosa, espero que no hayas tenido ningún problema para llegar.

-No, para nada todo fue super rapido, y tu? Cómo estuvo tu viaje?

-Un poco incómodo como siempre, pero ha valido la pena. Puedo ver el deseo en tus ojos mi niña, deja que me de una ducha y volveré a darte lo que quieres. ¿Te parece?

Asentí rápidamente con la cabeza y él entró en el baño dejando sus maletas en uno de los sillones. Esta es la noche, todo va a salir bien. Solo relajate y respira.

Lo vi salir del baño con una toalla colgando de su cintura y sentí el impulso de ir a quitarsela. Mi hombre, porque pienso en el como MI hombre caminó hacia mi y me besó como si se le fuera la vida en ello. Yo me puse de pie y mirandolo lo más seriamente que pude le dije:

-Hoy vas a hacer lo que yo quiera amor mio, hoy yo guío el juego.

Su cara se iluminó con una media sonrisa y un poco de sorpresa mientras se sentaba en la cama apoyandose en sus manos. Yo me coloqué entre sus piernas y lo besé como tenía semanas queriendo hacer. Lo miré fijamente y supe que el podía ver el deseo en mis ojos, en mi cuerpo.

-Cariño, quiero que me toques, como he estado soñando que hacías.

Tomé sus manos y con ellas comencé a acariciarme. Lo único que se interponía entre sus manos y mi piel era una pequeña bata de seda negra con bordes de encaje sobra la cual hice que me acariciara guiando sus palmas con las mías hasta llegar a mis pechos. Apreté y sentí mis pezones ponerse duros mientras su mirada se oscurecía con deseo. Lo besé, retirandome un poco tan pronto como nuestras lenguas iban a encontrarse y allí, parada entre sus piernas le dije

.-Anda, toca mis nalgas. Sé que lo deseas

Sus manos recorrieron mi cintura y la curva de mis caderas hasta llegar a lo que él había denominado "La joya de la corona" mi trasero grande y respingón. Podía sentir la humedad de mi vagina y como se contraía deseando sentir su pene en ella mientras yo lo besaba y sus manos volaban por mi cuerpo. Se apartó y me pidió que le desnudara. Mi primer instinto fue hacerlo, pero eso rompería la magia de estar guiando yo. Así que lo mire con toda la chulería de la que era capaz y dije

-No cariño, todavía no acabo de jugar contigo.

Me senté de espaldas a el sobre sus piernas, recostada sobre su pecho y con las piernas abiertas.

-Haz que me corra, tócame, ¿que no ves que estoy encharcada por ti?

Sentí su risa lobuna haciendome cosquillas en la oreja y sus manos ásperas por el trabajo subir mi  corta batita para revelar mi pubis depilado. Acarició toda mi vulva, explorandome como si nunca lo hubiese hecho y cuando arqueé mi espalda acercándome a su mano la levantó y dió una palmada en mi clitoris llevando corrientes de placer por todo mi cuerpo.

-Así que mi niña quiere jugar, quiere correrse. Bien cariño, agarrate porque hoy te vas a correr como nunca.

Su mano comenzó a moverse sobre mi clitoris, resbalando con los fluidos que salían de mi vagina mientras mis gemidos llenaban la habitación, cuando estuve casi a punto de correrme volvió a darme una palmada en mi centro de placer y llevo dos dedos dentro de mi causando una explosión en mi interior. Sentía que todo daba vueltas y que mis piernas no funcionaban así que agradecí estar sentada sobre él mientras convulsionaba gritando mi placer para él.

Cuando mi orgasmo se calmó el besó mi mejilla y susurró

-Bien princesa, ya te divertiste. Ahora es mi turno.

Me levanté y otra vez deseandolo me arrodillé ante él para terminar de quitar la toalla que se había movido con mi extenso orgasmo. Ahí estaba, la razón de mis desvelos, su precioso pene. Me incliné para lamerlo pero el me detuvo antes de poder haccerlo.

-Quieta bonita, solo lo tendrás cuando yo lo decida.

Comenzó a masturbarse frente a mi, mirando mis tetas, mi pelo revuelto y mi cara de golosa que se moría por porbarlo. Su pene estaba duro y ya dejaba ver el líquido preseminal. Oía como gemía y sentía su mirada férrea sobre mi hasta que ya casi al borde se paró. Tomó mi cara y la estampó contra su miembro llenando mi boca por fín de el. Empezó a follarme la boca para que pudiese sentir como se corría dentro de mi hasta casi hacerme ahogar con su semen. Cuando terminó, se retiró de mi y volvió a sentarse en la cama.

-Estas hermosa cubierta en mi leche y con los ojos llorosos. Podría cojerte de nuevo si no estuviese tan cansado. Ven cariño, sube a la cama conmigo.

-Si señor. Respondí mientras me levantaba y me subía en la cama aún con rastros de semen en la cara para acurrucarme con mi amor, mi señor, el hombre que me hacía estremecer con solo una palabra.