Adiestrando a mis compañeras de clase (2)
Continúo sometiendo a mis compañeras. Ahora es el turno de Helena.
Para cuando Marta y Helena volvieron de comprar, Paula ya se había cambiado y volvíamos a estar viendo la tele en el salón como si nada hubiera pasado.
Tan pronto como entraron dejaron todo lo que habían comprado y se relajaron también en el sofá sirviendo otra ronda de cervezas.
La verdad es que no soy un gran bebedor, pero soy bastante más grande que ellas, que no debían llegar a los 50 kilos, y a estas alturas ya estaban bastante perjudicadas mientras yo aún me mantenía sereno, lo cual jugaba en mi favor.
Después de un rato de conversación banal la conversación se desvió hacia el sexo, y tal y como había previsto empezaron a discutir acerca de con quien se acostarían y cual de ellas conseguiría a los chicos más codiciados.
Por supuesto esto desembocó en una fiera competición entre las tres de la que me pensaba aprovechar. A pesar de que yo no podía tomar parte, Paula pasó un rato halagando y acariciando a las otras dos entre risas.
Cuando el ambiente era adecuado fui a la cocina y dije a Marta que ya deberíamos empezar a cocinar la cena antes de que se hiciera tarde, dejando a Paula y Helena coqueteando.
Tras ayudarla a preparar la comida saqué mi móvil y repase las cámaras del salón a espaldas de Marta. Como habíamos acordado Paula se aseguraría de tener algo en contra de Helena, y mientras Paula la besaba recordé lo religiosos que eran los padres de Helena. Ahora sólo era cuestión de esperar y sería mía.
-¿Crees que esto servirá?- Oí de repente frente a mi y alcé la vista para encontrarme a Marta mirándome inquisitivamente con una olla en la mano.
-Si, supongo que si- Le contesté encogiendome de hombros y agradecido por que no hubiera sentido curiosidad por lo que veía, mientras ella se daba la vuelta y volvía a los fogones.
A no ser que quisiera echarlo todo a perder no podía permitirme otro error como este. Con más atención a mi alrededor esta vez volví a mirar mi teléfono.
Ahora las cosas se veían mucho más claras, a pesar de no poder oirlas con la puerta cerrada no hacía falta para entender que estaba pasando.
Las dos se habían quitado las camisetas y Paula lamía los turgentes pechos de Helena. Ver esas tetas perfectas, coronadas por dos pequeños pezones rozados me provocó una erección terrible que tenía que disimular a toda costa.
Mientras esperaba a que los planes marcharan bien en el salón me concentre en la comida que tenía entre manos, aunque la verdad es que era difícil.
Entre la escena que estaba teniendo lugar a pocos metros de mi y las ganas que tenía de agarrar el culo de Marta era difícil que pareciera concentrado en la tortilla que tenía entre manos.
Cuando de alguna manera conseguí acabar con la tortilla en un plato sin destrozarla volví a mirar mi pantalla, Helena estaba llorando y Paula me hacia señales, era mi momento.
-Marta, voy un momento al baño, échale un ojo a esto, que no se queme.- Dije mientras me iba hacia el salón.
Una vez allí el panorama era de lo más extraño. Helena, completamente desnuda y con las piernas abiertas sobre el sofá gemía y lloraba. Paula por contra estaba a su lado, igualmente desnuda, pero su sonrisa de oreja a oreja anunciaba que las cosas habían ido bien.
-¿Por que nos haces esto? ¡Eres un cabrón!- me susurró Helena nada más cerrar la puerta.
-Eso es lo que dice amo, pero la muy cerda se ha corrido tres veces antes- me dijo Paula entusiasmada.
-Esta bien, escúchame Helena. No te vamos a obligar a nada, si no quieres participar en esto encierrate en tu habitación y aquí no pasa nada-
-Ya claro, ¿y puedo salirme de esto sin que pase nada?-
-Por supuesto tus padres sabrán que eres una lesbiana, y con lo religiosos que son supongo que puedes olvidarte de ver la luz del sol hasta que cumplas los 30. Pero si, nosotros no haremos mucho mas, así podrás volver a masturbarte y ligar con críos que no saben que hacer contigo.- la amenacé poniendo mi voz más inocente.
-¿Y si me quedo?- me preguntó Helena entre sollozos.
-Si te quedas te convertirás en mi putita. Harás lo que te diga sin rechistar, aunque eso sea traicionar a tu amiga Marta. Pero me asegurare de que no te falte polla y de que tus amigas te sigan comiendo el coño.-
-Entonces... Supongo que sólo puedo quedarme- nos dijo, algo más calmada.
Asentí con la cabeza, con un rotulador escribí mi nombre en sus tetas y finalmente le saqué una foto con mi móvil.
-Paula, no tengo tiempo ahora para esto, hazle lo mismo que yo hice contigo para asegurarte de que obedece. Tienes 10 minutos.- Ordené a Paula tirándole su móvil.
Me di la vuelta y volví a la cocina después de ver como Paula se lanzaba sobre la cabeza de su amiga y se frotaba en su cara con los ojos en blanco.
Cuando volví a la cocina Marta me estaba esperando sentada en la mesa. -Vaya, si que has tardado para ir al baño.-
-Si bueno cuando volvía estaban discutiendo Paula y Helena y no se muy bien como he acabado yo por medio- Le respondí mientras preparaba la última tortilla imaginando la escena que estaba teniendo lugar en el salón.