Adiestrando a mis compañeras de clase (1)
Poco a poco transformo a tres jovencitas arrogantes en mis sumisas putas.
Desde qué comenzó el curso me he arrepentido de la carrera que escogí. Siempre he sido un apasionado de la informática, pero si las probabilidades de ligar en este mundillo son ya de por si escasas, toda esperanza de un romance universitario al estilo de las películas americanas se había evaporado al darme cuenta de la escasa presencia femenina en la facultad.
Concretamente se trataba de tres, Paula, Marta y Helena; que, para colmo compartían piso.
Las pocas féminas que estudiaban conmigo, además, veían su ego potenciado por la ventaja que les daban sus escasos números haciendo que se permitieran despreciarnos al resto. De esta manera sólo se juntaban entre ellas y se dedicaban a aprovecharse del resto de estudiantes, que se hacían ilusiones con ellas.
Sin embargo, al llegar los exámenes finales algunas de ellas fueron víctimas de su descuidada vida durante el año, y tuvieron que pedirme ayuda para copiar.
Debo reconocer que en aquel momento, tras haber sufrido su fría indiferencia durante un curso entero, me provoco un placer indescriptible verlas implorándome desesperadas que las ayudase.
Marta era una chica realmente espectacular, su culo era famoso en toda la facultad y todos habíamos fantaseado alguna vez con tenerlo a nuestra disposición.
Helena, en cambio, tenía una preciosa melena rubia que caía sobre sus voluminosos pechos que se aseguraba de lucir siempre con escotes vertiginosos.
Paula por contra era la más modesta de las tres, lo más destacable era su cara de no haber roto un plato, a pesar de lo que se había oído sobre ella.
Viendo esos tres cuerpos frente a mi decidí que tenía que aprovechar aquella situación para hacerlas mías.
El plan era realmente sencillo, tratándose de una asignatura que yo había aprobado el semestre anterior ellas harían una foto al examen y me lo enviarían para que les diera las respuestas, así que accedí pensando ya en como podría sacar partido de la situación.
Les impuse como condición que después del examen debían invitarme a cenar a su piso como agradecimiento a lo que algo reacias accedieron.
Por supuesto el día del examen no hubo complicación alguna, las preguntas eran realmente simples y podrían haberlas respondido simplemente estudiando un poco, así que les envíe las respuestas y las espere a la salida, para ver como marchaba mi plan.
Al poco tiempo se abrió la puerta y desfilaron hacia mi, que ya imaginaba como podría disfrutar de sus cuerpos desnudos; tras comentar el examen nos despedimos y quedamos el viernes para la prometida cena.
El día siguiente lo dediqué a propagar rumores de que alguien había vendido las respuestas del examen, por lo que los profesores aseguraron que si encontraban a los tramposos se asegurarían de expulsarlos. Unos minutos después todas comenzaron a hablar conmigo, prometiéndole que ellas no habían dicho nada y a todas les respondí tranquilizador que yo era el único que podía delatarlas.
No tuve más noticias de ellas hasta la noche del viernes, cuando piqué a la puerta de su piso. Abrió la puerta Marta sorprendida, vestida con unos shorts y una camiseta corta que dejaban muy poco a la imaginación.
-No te esperábamos tan pronto- Me espetó bruscamente nada más saludar.
-Si bueno, no estaba haciendo gran cosa en casa y pensé en adelantarme para echar una mano, pero he traído algo por si acaso- Respondí mostrando un par de botellas de vino que había traído.
Me invitó a entrar y se dio la vuelta, caminando por el pasillo. Realmente tuve que esforzarme por contenerme y cerrar la puerta en vez de poner mis manos en aquellas caderas que tanto tiempo había imaginado mientras se alejaba por el pasillo.
La seguí hasta el salón y salude a las demás que ,vestidas del mismo estilo, dejaban claro que no esperaban visita y las salude. El resto de la tarde lo pasamos charlando entre cerveza y cerveza, lo que hizo que unas horas después ya no fueran tan frías conmigo.
Ellas, confiadas ya hablaban delante de mi sin pudor alguno y la conversación fue subiendo de tono. Una vez me asegure que el alcohol había hecho efecto deje caer el tema del examen como quien no quiere la cosa.
Tras dejar claro que yo no tenía nada que ganar delatandolas empezaron a discutir sobre que harían si las descubrieran.
-Pues yo estaría dispuesta a hacerle una señora mamada a Enrique con tal de que no me expulsara.- Aseguró Paula confirmando los rumores de que era una guarra de cuidado.
-En todo caso tendrías que hacérsela a Juan.- Le contestó Helena para mi deleite.
Las tres se rieron mientras yo me esforzaba por evitar una erección y después Helena y Marta se marcharon a comprar la cena mientras Paula iba a cambiarse de ropa.
Tras esperar un tiempo prudencial abrí la puerta de la habitación de Paula que me miró sorprendida y desnuda.
-Dime Paula, que dirían tus padres si te expulsaran de la universidad- Le dije antes de que tuviera tiempo a decir nada.
-¿Estas loco? ¿No estarás pensando en decirle a Andrés que fuimos nosotras no?- Preguntó hecha una furia.
-Bien Paula, de ti depende, si me ayudas es posible que mantenga la boca cerrada.- La corté antes de que siguiese con su retahíla de preguntas.
Tras amenazarla le expliqué parte de mi plan para el fin de semana y la convencí de que participar en el era la única forma en que sus padres no la mataran por expulsarla de la universidad después de lo que habían invertido en ella.
-Ah si- Añadí -Necesitare algo más de ti para que esto pueda funcionar.-
Ella me miró atemorizada y furiosa y pregunto de que se trataba a lo que le pedí aquella mamada que había ofrecido antes.
Sabiendo que no tenía alternativa se arrodilló delante de mi y me sacó la polla del pantalón, que estaba ya a punto de reventar.
-Y recuerda que quiero que seas una auténtica golfa.- Le recordé mientras sacaba mi móvil y empezaba a grabar.
-¿Que coño haces? No habíamos hablado nada de grabar.
-Esta es mi garantía de que harás lo que te diga. Así que dime quien eres. - Le dije mientras se decidía a meterse mi paquete en la boca.
Lentamente la engulló toda y comenzó a rodearla con su lengua mientras yo empezaba a jugar con sus tetas.
-Soy Paula Rodríguez, 18 años, estudiante de informática- Dijo dejando de chupar.
-Vamos, dime lo puta que eres y quien es tu amo.- Me atreví a decirle mientras se la volvía a meter entera en la boca.
Ella me miró con un destello de rebeldía al que respondí pellizcando sus pezones haciéndolo desaparecer y provocando para mi sorpresa que se empezara a masturbar.
-Soy la puta de Juan García- Dijo introduciendo un dedo en su ya húmedo sexo.
Verla así, arrodillada y sumisa ante mi acabó con la poca contención que aún me quedaba, haciendo que le empezase a follar la boca a lo que ella no opuso resistencia alguna.
-Te gusta que usen tus agujeros como la guarra que eres, ¿verdad que si? - le gritaba mientras apuñalaba su garganta con mi pene mientras que ella, presa de la excitación que le producía el verse sometida, se masturbaba ya frenéticamente.
Finalmente no aguante más y me corrí en su cara mientras ella gemía enloquecida por el placer que se estaba dando, alcanzando el orgasmo segundos después.
Mientras trataba de recuperar el aliento ella me miraba relamiendose, con mi semen todavía goteando entre sus labios y cayendo sobre sus tetas.
-Jo, debería odiarte, pero la verdad es que creo que podría acostumbrarme a esto- Me dijo Paula mientras recogía con un dedo los restos de semen que no alcanzaba con la lengua.
-Y lo harás zorrita, no creas que después de esto te voy a dejar ir sin más- le respondí lanzándole una camiseta. -Vamos, ve a lavarte eso antes de que vengan tus amigas.-
Paula se levantó del suelo y se fue tarareando hacia el baño, mientras tanto me dediqué a colocar un par de cámaras en todas las habitaciones de la casa. Estaría loco si no fuera a grabar lo que iba a pasar allí esos días.