Adiestrando a Isabel. Capítulo 1

Isabel llega a Marbella y empieza, sin ningún descanso, su adiestramiento como puta, por parte de Javier y de varios personajes que irán encargándose de convertir a Isabel en toda una puta de categoría.

Recomiendo leer las partes anteriores de esta historia, que se encuentran en mi perfil, para poderla entender mejor.

En mi casa de La Moraleja, jueves, por la mañana temprano.

Me levanté en torno a las 06:00, una asistenta me despierta cada mañana, llamando a la puerta de mi habitación, (Una enorme suite que cuenta incluso con jacuzzi en el baño), con una taza de chocolate caliente, o un vaso de té frío (En función de la temperatura exterior), y para preguntarme por lo que voy a querer desayunar.

Esa noche, había preferido dormir solo, a pesar de que, conmigo en mi casa, viven un par de putas, la rubia y la morena de la que, Ángel, ya os habló cuando os contó lo que pasó en su casa el día en el que conocí a Isabel, y, justo por ella, fue que quería pasar solo esa noche, me estaba reservando para poder putear y adiestrar al máximo a Isabel, con quien tenía un mes por delante para poder convertirla en toda una sumisa, y, con suerte, sacar dinero por ella, explotándola como puta en alguno de mis clubes de alterne.

Tras tomarme el chocolate, me fui a la ducha, ahí sí que pedí la asistencia de una de las putas, llamé a la rubia, para follármela en la ducha, y, de alguna forma, despedirme de ella por el momento, porque, durante el siguiente mes, iba a tener que vivir en Marbella, sí o sí, para adiestrar a Isabel.

Me follé a la puta rubia, y recordé cómo había sido el proceso con ella, cuando llegó a mi vida, apenas un año antes, casi era virgen, pero, con un aumento de tetas, un cambio de vestuario, y mucho follar, aparte de golpes y algo de dolor, y castigos, había conseguido convertirla en una de las mejores putas, así que, aunque el listón estaba muy alto, mi idea con Isabel, era que, la puta rubia, fuera una mierda a su lado, pese a ser toda una puta.

Salí de la ducha, tras correrme en el coño de la puta rubia, y me empecé a vestir, siempre me gusta ir muy bien vestido, y llevo chaleco antibalas, por lo que pueda pasar, ya en alguna ocasión me ha librado de recibir algún balazo de algún rival en mis negocios.

Ya vestido, bajé al comedor de la casa, donde, las dos putas, ya me estaban esperando para desayunar todos juntos, es algo que siempre que estoy en mi casa de La Moraleja, trato de hacer, incluso si no hemos dormido por la noche por haber estado de fiesta.

Me gusta desayunar de manera copiosa y nada sana, en plan americano, y, además, me encanta meterme alguna raya de cocaína y un buen vaso de whisky, ya desde por la mañana, para comenzar la jornada de la mejor manera posible.

Ángel me llamó cuando ya estaba en el coche, un Mercedes Clase S de los nuevos, que me habían entregado, de hecho, la semana pasada, y que estaba estrenando en carretera, para ese viaje; además, siempre me acompaña un Mercedes Clase E por delante y otro por detrás, a modo de escolta, cuando voy con más gente, hago que viajen en una Mercedes

Sprinter

, a todo lujo.

Pero, en esta ocasión, al ser un objeto (Isabel), lo que se iba a trasladar, lo mejor era hacerlo en un camión, de ahí que eligiera un Mercedes

Actros

, con una buena caja, en la que mandé instalar un buen asiento para Rosario, la enfermera que cuidaría a Isabel durante todo el adiestramiento, (Se encargaría de administrarle las medicinas que fueran necesarias, así como de inyectarle drogas, para tratar de hacerla una adicta lo antes posible, y de curar las heridas físicas que se le fueran produciendo en su cuerpo, por los golpes recibidos).

Comenzamos el viaje desde mi casa de La Moraleja, hasta la casa de Ángel en las inmediaciones de El Retiro, había algo de tráfico, pero llegamos sobre las 07:00, con la idea de llegar a Marbella antes de la hora de comer, hay casi 6 horas en camión, que va más despacio y tiene que hacer una parada a las 4 horas de viaje, más o menos.

Al llegar a la puerta del edificio donde vive Ángel, llamé por teléfono, y esperé a que, bajara con Isabel, aunque no me esperaba encontrarme con Carlota, a quien no conocía, y que, Ángel me presentó como una sumisa a prueba; no me gustó demasiado, tetas demasiado pequeñas, pero, pienso que, con un poco de esfuerzo, podría incluso acabar de puta en alguno de mis locales.

Isabel llevaba los ojos vendados completamente y de manera profesional (Vendaje hecho por Carlota), e iba esposada de manos, como ropa, solo llevaba un abrigo largo de cuero, uno de mis fetiches, y que hago llevar cada día, incluso en verano, a las putas que me acompañan personalmente, que, Carlota, le quitó nada más subir a la caja del camión.

Carlota le dio una pastilla, con un sedante a Isabel, y, también, yo mismo, le di un trago de un vaso de vodka, para que se relajara aún más.

Me despedí, por el momento, de Ángel y de Carlota, quedé con ellos en que nos veríamos ya en el club de alterne en Marbella, si no ocurría nada más, e iniciamos el viaje hasta allí.

La primera parada, fue en una gasolinera a la altura ya casi de Toledo, quería ver cómo iba de incómoda Isabel, y, de paso, que me hiciera una mamada, para que la excitación de Isabel durante el viaje, fuera lo más alta posible.

Mientras Rosario miraba, Isabel me la empezó a chupar, no lo hizo demasiado bien, debido a la falta de experiencia y a los nervios del viaje, aparte de la sedación y el vodka, que ya empezaban a hacer sus efectos. (Rosario se encargó de ir dándole

shots

de vodka a lo largo del viaje, al llegar, se había bebido casi media botella).

Continuamos viaje, tuvimos que hacer otra parada, para mear, (Por primera vez, Isabel, tuvo que hacer de WC, aunque no se bebió todo mi pis, por desgracia) y tomar algo, me compré una botella de dos litros de Coca Cola, le di un poco a Isabel, y, el resto, me la fui bebiendo a lo largo de lo que quedaba de viaje.

Finalmente, en torno a las 12:45, llegamos todos al club de alterne, nada más llegar, subimos a Isabel a la que iba a ser su habitación durante el siguiente mes, la suite principal del club de alterne, por la que irían desfilando los clientes de máxima confianza mía, previo pago de una abultada tarifa por hora de servicio de Isabel, y, por supuesto, ella, no vería nada de los beneficios obtenidos (Iríamos a medias, Ángel y yo, con lo que saquemos, una vez descontados los pocos gastos originados por Isabel, y que, ella misma, asumiría, como deuda).

Por supuesto, hablando de no ver nada, tampoco tendría Isabel ninguna visión de lo que le fuera a pasar, en todo el mes, salvo por el cambio semanal de vendaje en los ojos que, Rosario o Carlota, le realizarían, para tratar de no dañar sus ojos.

Carlota y Ángel apenas estuvieron en el club de alterne unos minutos, no llegó a una hora, porque se tenían que regresar a Madrid, y, antes de eso, quería Ángel comer con Carlota en Benalmádena, pero, a pesar de todo, sí que me dio tiempo a ver a Carlota desnuda, porque, Ángel, le pidió que se desnudara y comenzara a masturbarse, delante de nosotros dos, y de Isabel que, claro está, no lo veía, pero sí escuchaba los gemidos, y quería unirse ya la fiesta y empezar a ser ella la protagonista.

Cuando ya se marcharon, llegó Don Luciano, uno de mis mejores clientes, ya entrado en años, pero que, cada semana, acudía al club de alterne, al menos, un par de veces, y se pasaba allí las horas, follando a las putas de mejor calidad, que se podía pagar sin problema porque, al ser constructor, estaba forrado de dinero, que prefería gastarse en putas, en lugar de que se lo gastaran su mujer y sus hijos en tonterías.

Físicamente, el hombre, se cuida bastante, está más delgado que yo, y con la ayuda de cierta pastilla de color azul, y mucha cocaína, aguanta las sesiones de sexo, sin muchas dificultades.

Don Luciano había pagado para pasar dos horas con Isabel, había accedido a que estuviera presente, la condición que iba a poner a cada uno de los clientes que quisieran probar y entrenar a Isabel, para poder llevar a cabo ese entrenamiento, es decir, para poderse follar a Isabel; por supuesto, ninguna medida anticonceptiva se le iba a ofrecer al cliente, era totalmente libre de protegerse o no, aunque, usar condón, suponía pagar un suplemento.

Isabel, fue palpando el pantalón de Don Luciano, y se lo fue bajando como pudo, iba muy lenta, porque no estaba acostumbrada a no poder ver nada, así que, Don Luciano, le metió una bofetada, para que espabilase, que dejó a Isabel aún más desorientada.

Al final, pudo encontrar su calzoncillo, bajarlo, y agarrar la polla de Don Luciano, de tamaño medio, aunque ya erecta y deseando que fuera chupada por Isabel, que comenzó, como pudo, con cierto asco al principio, a chupársela.

Don Luciano tardó unos minutos en correrse, cuando lo hizo, dejó toda la cara de Isabel llena de semen, pero, como el tiempo apremiaba, y había pagado el suplemento de follar por el culo, no tenía el hombre ni un minuto para perder.

Don Luciano se encendió un puro, yo me encendí otro, y, entre los dos, nos empezamos a follar a Isabel, yo por el culo, y, Don Luciano, por el coño, hasta que nos corrimos dentro, casi a la vez, escuchando los gemidos de placer de Isabel, que acabó algo cansada.

Algo que considero muy importante, y que le enseñé a Ángel, es que, cuando una sumisa recibe alguna sustancia tuya, es su deber, agradecérselo a la persona de la que ha recibido esa sustancia, pero, Isabel, no lo había hecho, así que, le di un bofetón, para recordárselo.

Aún faltaban unos minutos de las dos horas apalabradas con Don Luciano, pero, él me dijo que, el rato que faltaba, lo seguiría en otro momento, cuando, Isabel, estuviera algo más entrenada.

En el rato que faltaba hasta el siguiente cliente, dejé a Rosario al cargo de Isabel, le esposé las manos al cabecero de la cama, para que no se pudiera ir a ningún sitio, y, Rosario, se encargó de darle de comer un bocadillo de algún embutido de mala calidad, de marca blanca de supermercado barato, junto con un poco de refresco, para que repusiera fuerzas entre sesiones.

Yo bajé al comedor del club de alterne, y me preparé una especie de plato combinado, con cosas del buffet libre, que está siempre abierto y con los mismos platos, para poder desayunar, comer y cenar, a cualquier hora del día o de la noche, porque nunca se sabe

cuándo

puede entrar hambre...

Eran las 17:00, más o menos, cuando llegó la siguiente clienta, sí, una mujer, experta en BDSM, y con muy mal carácter, que iba a conocer a Isabel, y a ver qué se podía hacer con ella, para convertirla en una de las mejores putas.

Ama Mónica, a sus apenas 25 años, es ya una experta en BDSM, una mujer despampanante, con muchos tatuajes en su cuerpo, unas tetas enormes, operadas varias veces, y un carácter de mil demonios, en sus días buenos, así que, en un mal día, es realmente un problema.

Físicamente, impresiona con su 1.80 de a¡ltura, su melena pelirroja natural, y sus numerosas pecas, acentuadas esos dos rasgos, con el negro habitual de su indumentaria, ya sea de cuero o de látex.

Ama Mónica apareció, vestida de látex de color negro, y acompañada de su asistente personal, un hombre sumiso llamado David, que hacía de chofer, y que se encargaba de soportar su mal humor, es un amigo de mi padre, con gusto por la sumisión, que llegó a ganar millones de € al mes, y que, al conocer a Ama Mónica, se casó con ella, y, todas las ganancias de las empresas, ahora, son de Ama Mónica.

Subimos Ama Mónica y yo, a la habitación donde se encontraba Isabel, que se había quedado dormida al disponer de unos minutos de descanso, y, al llegar, Ama Mónica, la despertó con una sonora bofetada...


Próximamente habrá más capítulos, tanto de esta parte de la historia como de la que os está contando Ángel.