Adiestrando a Isabel 5

Don Enrique, con la ayuda de Javier, sigue adiestrando a Isabel.

Recomiendo leer las partes anteriores de esta historia, para comprender lo que viene; próximamente iré subiendo más partes, estad atentos.


Lázaro, antes de irse, me había dejado heroína suficiente como para que, Isabel, pudiera consumirla a lo largo del fin de semana, también le había dicho a Rosario, la enfermera que cuidaría a Isabel, las dosis que le tenía que administrar, y habían calculado el horario de administración de las mismas, para ir, poco a poco, consiguiendo el objetivo de convertir a Isabel en una adicta a la heroína, entre otras sustancias/drogas.

También se le había quitado a Isabel la vía, y no se le iba a poner otra hasta la siguiente visita de Lázaro, el lunes siguiente.

Don Enrique llegó, con su cara de amargado, sin apenas saludarme ni decirme buenas tardes, como era lo habitual en él, de malas maneras, fuimos subiendo a la habitación donde se encuentra Isabel, y, una vez allí, Don Enrique, se empezó a desnudar, dejando al aire su polla, de buen

tamaño,

aunque floja, y con poca potencia a la hora de follar.


Breve reflexión y descripción de Don Enrique, antes de continuar con la historia:

Ya sé que, quizás, Don Enrique, no era el mejor candidato para entrenar a Isabel, y que sería mejor un negro con una polla enorme, que le rompiera el culo a Isabel, pero, la amistad que me une a él, y, aparte, la humillación para Isabel de ser follada por un anciano en no muy buenas condiciones, es razón suficiente como para considerar a Don Enrique y dejar que se follase a Isabel, que se diera un pequeño gusto en la vida.

Resulta que, Don Enrique, está enamorado de Agustina, una profesora del mismo colegio en el que, él, fue director durante unos cuantos años, pero, el problema de tener votos religiosos, le impedía acercarse a ella, de manera oficial, de intentar ser pareja, por lo que se tenía que conformar con mis putas, a espaldas de sus superiores en la congregación religiosa a la que pertenecía (Al parecer, con cierto prestigio, pues contaba con algún escándalo de algún impresentable, ya fallecido, con amigos muy influyentes en el mundo del fútbol, por ejemplo).


Don Enrique empezó, sin ningún juego previo, a meter su polla por el coño de Isabel, que no se lo esperaba, y soltó un grito de dolor, ahogado con rapidez por una bofetada que le dio Don Enrique, mientras le decía, gritando:

-” Isabel, te voy a echar un polvo, que no te se va a olvidar” (Sic)

Sí, a pesar de haber sido el director de un colegio durante años, Don Enrique, se expresa así.

Don Enrique no tardó demasiado en correrse, algo de lo que, Isabel, se alegró en parte, porque pensaba que suponía el final, por ese día, de la aventura sexual, sin embargo, tras esperar en torno a 30 minutos a que, Don Enrique, se recuperase, la sesión sexual con él, continuó.

Para no dejar descansar a Isabel, me tocó a mí usarla un rato, le ordené, tras darle una bofetada, que me la chupara, y que no parase de hacerlo hasta que me corriese y se hubiera tragado todo mi semen, y me dejara bien limpio.

Isabel me pidió que le dejara esnifar una raya de cocaína, así que, le pedí a Don Enrique, que se tumbara en la cama, le coloqué la raya de cocaína a Don Enrique sobre su tripa, e, Isabel, la fue esnifando, como pudo, y me agradeció que le hubiera dejado meterse la raya, pues la empezaba a necesitar para poder seguir con la sesión sexual.

Ya con la cocaína en su cuerpo, yo me abrí una lata de Red Bull, le di un sorbo a Isabel, y, mientras ella me la iba chupando, yo me fui bebiendo la lata, para recuperar también energías.

Me corrí en su boca, Isabel se tragó todo mi semen, y, para premiarla por lo bien que me había hecho la mamada, le di, de un trago a Isabel, lo que quedaba de la lata de Red Bull, más o menos, la mitad.

Al acabar, Don Enrique, ya se había recuperado, y se quería follar a Isabel por el culo, así que, levantamos a Isabel, (Que se movía con dificultad después de todas las folladas que había tenido en su cuerpo, aparte de los golpes que había recibido, y las drogas y el Red Bull que había sido forzada/obligada a consumir), y la preparamos para ser follada; Don Enrique dijo que era mejor usar la barra con esposas, para poder manosear bien las tetas de Isabel, mientras se la follaba por el culo, así que, de nuevo, Isabel fue esposada a la barra, y comenzamos a abusar de ella otra vez.

Don Enrique se la iba follando, le iba rompiendo el culo como podía, y yo, le sobaba las tetas, se las retorcía, tiraba de sus pezones, y le daba en las tetas con una pala que saqué del cajón de juguetes BDSM.

Isabel gritaba de dolor, pero también lo hacía de placer, imploraba con sus gritos que siguiera pegándola y que, Don Enrique, siguiera rompiendo su culo.

Don Enrique se corrió en pocos minutos, su edad le impedía hacer demasiados esfuerzos, dejó el culo de Isabel bastante destrozado, y, a Isabel, con ganas de más sexo, pese al cansancio que llevaba acumulado por los dos días seguidos de estar follando.

Mientras Don Enrique se iba vistiendo, hablé con Ángel, que me comunicó que, al día siguiente, sábado, llegaría Alejandra, para empezar su adiestramiento, conjuntamente con Isabel, para tener, con mi ayuda, dos putas, dispuestas a trabajar en mi club (En el caso de Alejandra, porque, en el de Isabel, los planes, eran otros).

Quedé con Ángel, en que nos veríamos un poco antes de la hora de la comida, en el club, y también me dijo que conocería a Lara, una nueva conquista suya, y que prometía mucho; hablé con Ama Mónica, que me dijo que, a la hora de la comida, estaría en el club, para conocer tanto a Ángel como a Lara.

Don Enrique se despidió de mí, hasta la semana siguiente, en la que me dijo que se pasaría para ver a alguna de las putas de mi club a las que se follaba habitualmente.

Isabel me rogó que no la dejara irse a la cama, y que le diera con el látigo hasta que saliera sangre de su culo, y eso fue lo que hice.

Agarré el látigo, y comencé a darle latigazos en su culo, fácilmente fueron más de 100, algunos, se los dio Rosario, que se ofreció voluntaria para colaborar en el entrenamiento que, Isabel, había demandado.

Al acabar, su culo comenzó a sangrar, así que, Rosario, agarró un poco de Betadine, y se lo puso por el culo, para desinfectar las heridas, y, después, le cubrió los cachetes del culo, con apósitos.

Era ya de noche, tenía hambre, así que, dejé a Isabel en la jaula, boca abajo, para que no presionara el culo dolorido y herido, y bajé al comedor a cenar algo.

A pesar de que, alguna de las putas que estaban en el comedor, al verme, vinieron a ofrecerse, como estaban entrenadas, por si me apetecía follar con alguna, les tuve que decir que no, porque estaba cansado, y necesitaba dormir en cuanto que acabara de cenar.

Y eso fue lo que hice, subí a la habitación, y me dormí, pensando en lo que ocurriría al día siguiente con Ángel y con Ama Mónica...