Adiestrando a Isabel 4

Sesión con Lázaro, el cirujano y Vanesa, su enfermera.

Recomiendo leer los capítulos anteriores de la historia para poder entender este capítulo; próximamente iré subiendo más partes de la historia, estad atentos.


La herida de Isabel, por suerte, fue cosa de poco, Lázaro, con ayuda de Vanesa, la enfermera, pudo curarle la herida, que era solo superficial.

Verónica me dijo que había querido probar los límites de dolor de Isabel, por lo que había agarrado un cúter (Una herramienta que se usa para quitar envoltorios de paquetes, por ejemplo) y le había realizado un corte a Isabel, con la idea de probar si le gustaba o no.

Felicité a Verónica por la idea, porque, en el caso de que, Isabel, quisiera seguir siendo adiestrada cuando acabara el mes, se abrían las posibilidades de marcarle por ejemplo la cara, como ya había ocurrido con Alba. (Debajo de la capa de vendajes, lleva marcas hechas en quirófano por Lázaro, cortes en su cara, con la idea de dejarla deformada y marcada de por vida).

Una vez que Isabel ya estaba con la herida tapada con un apósito, Vanesa pidió ser la primera en probar a Isabel, así que, le agarró por el cuello con fuerza, y le ordenó que le empezara a comer el coño.

Isabel tardó un par de segundos en entender la orden, como no se puso inmediatamente a cumplir la orden, recibió un bofetón, con toda la mano, de Vanesa, que, ya sí, hizo que se pusiera de rodillas, y comenzara a lamer, palpando primero hasta encontrarlo, el coño de Vanesa.

Verónica tenía que atender clientes, porque, habitualmente, trabaja turnos largos, que empiezan a mediodía, y acaban sobre las 6 o las 7 de la mañana del día siguiente, hora en la que duerme un poco, antes de empezar otro turno de sexo, y, así, a diario, sin descansos.

Vanesa tardaba en correrse, iba indicando a Isabel lo que tenía que hacer, pues iba demasiado rápida, y, a Vanesa, le gusta que se lo coman con lentitud, sin prisa, para tardar lo más posible en correrse y disfrutar todo lo posible del momento.

Finalmente, Vanesa se corrió, dejando manchada a Isabel con todos los restos de sus líquidos al correrse; Lázaro dijo entonces, que era su turno, agarró por el brazo a Isabel, y, con mi ayuda, la tumbamos sobre la cama, le esposamos las manos al cabecero de la cama, y, Lázaro, sacó cosas de una maleta con equipamiento médico, y empezó a usarlas en Isabel.

Primero le colocó una vía, en la que le introdujo una bolsa con suero, de manera que no necesitara ingerir nada de comida en toda la sesión, después, le sacó sangre, y llamó a otra enfermera, que estaba esperando en el coche la llamada de Lázaro, para que pasara por la habitación a recoger las muestras de sangre para analizar (Ese es un proceso que se haría en cada visita de Lázaro, y que también hace Lázaro con Alba cada semana, para comprobar, semana a semana, la evolución en la salud de las sumisas).

Lázaro le realizó una exploración médica completa a Isabel, le sobó mucho las tetas, revisó las heridas y las marcas por lo ocurrido el día anterior con Ama Mónica y con Jorge, revisó su coño y su culo, y, para finalizar, le colocó tiritas en los agujeros de la nariz, dejando solo la boca libre para que, Isabel, pudiera respirar, y le ordenó que comenzara a chuparle la polla, de modo que, Isabel, no iba a poder casi respirar, cuando tuviera la polla de Lázaro en su boca.

Lázaro sujetó con fuerza a Isabel, de modo que, cuando la polla de Lázaro estaba en la boca de Isabel, ella no pudiera sacársela, y fuera solo Lázaro quien controlase en todo momento cuando respiraba Isabel y cuando no.

Isabel estuvo cerca de marearse en varias ocasiones, pero, superó la prueba, se sintió algo aliviada cuando recibió el semen de Lázaro en toda su cara, y, muy excitada cuando, Vanesa, le fue limpiando con su propia lengua, la cara, para tragarse los restos del semen de su jefe, de Lázaro.

Entre unas cosas y otras, eran las 14:00, Lázaro me dijo que tenía ganas de comer algo, así que, le inyectó a Isabel un sedante suave, para que pudiera dormir durante una hora, más o menos, y, Lázaro y yo, nos bajamos al comedor a comer tranquilamente, dejando a Vanesa al cargo y al cuidado de Isabel.

Ya en el comedor, Verónica, que había atendido a su primer cliente del día, y estaba en un descanso entre clientes, estaba a punto de comenzar a comer algo así que, nos unimos a ella, y estuvimos hablando de cómo veía Lázaro a Isabel, y de las posibilidades que tenía con ella.

Lázaro me confesó que, veía en Isabel, si ella se dejaba, la posibilidad de realizar en ella, cirugías que siempre había deseado poder hacer, pero, hasta ese momento, nunca se había atrevido, podría ser la muñeca totalmente dependiente y en una burbuja, inconsciente del mundo que la rodea por completo.

Le pregunté a Lázaro por lo que me ofrecía, y, su respuesta, me dejó muy sorprendido pero muy excitado a la vez; de llegar a hacerse, Isabel necesitaría al menos 3 enfermeras 24/7 que cuidaran de ella, porque no iba a ser capaz de hacer nada por su cuenta, además, iba a ser totalmente incapaz de comunicarse por ningún método, poco más que iba a quedarse reducida a un cuerpo, con agujeros para follar y ya.

Le respondí a Lázaro que, aunque la idea me excitaba mucho, habría que preguntarle a Isabel, pero, si decía que sí, por mi parte, podría darlo por hecho.

Después de comer y de tomar un café y una copa tranquilamente, como hacía buen día, Lázaro me pidió que fuéramos a la piscina, y siguiéramos allí la tarde de sexo con Isabel y con Victoria, una de las putas del club, que tenía la tarde libre de clientes, y que apareció por el comedor para tomarse un café, y, claro, no tuvo más remedio que aceptar la propuesta de Lázaro, a quien conocía muy bien, y, además, en alguna ocasión, le había preguntado sobre la opción de ser modificada por completo, pues a Victoria le atrae mucho la idea de ser una muñeca, una bimbo.

Yo también tenía ganas de disfrutar del exterior, así que, fuimos a agarrar a Isabel, con la vía puesta y todo, la bajamos hasta la piscina (La de fuera, porque hay dos más dentro del club de alterne, para los clientes que puedan pagar por ese extra).

Al llegar a la piscina, Lázaro le inyectó heroína a la vía de Isabel, para comenzar a convertirla en una adicta a esa droga, y, después, tras darle un bofetón, le ordenó que comenzara a lamerle el coño a Victoria.

Vanesa, por su parte, después de comerse un yogur que le habíamos subido del comedor, se puso un arnés, y comenzó a follarse el culo de Isabel, mientras ella comía el coño a Victoria, que estaba tumbada sobre una de las tumbonas de la piscina, de la zona exterior.

Mientras veíamos como follaban las 3 chicas, Lázaro y yo, nos encendimos y nos fumamos sendos puros, aunque, las cenizas, caían en la lengua de Isabel, que, con cara de asco, se las tuvo que tragar, y a punto estuvo de vomitar.

Victoria está muy entrenada para tardar en correrse, y, además, le encanta hacer

squirt

, por lo que, todo el pis, se fue hacia la cara de Isabel, cuando se corrió Victoria.

Al acabar la primera ronda, se intercambiaron los papeles entre Victoria y Vanesa, por tanto, fue el coño de Vanesa el que, Isabel, tuvo que volver a lamer, y, el culo de Isabel, fue penetrado por el mismo arnés, pero, en este caso, era Victoria quien lo llevaba puesto, y quien le daba las embestidas.

Pasados unos minutos, me sonó mi móvil, la llamada, era de Don Enrique, que quería saber si había turno para probar a Isabel, yo le dije que sí, porque, de hecho, la idea era dejar descansar a Isabel al acabar la sesión de sexo con Lázaro, pero, claro, la idea de Don Enrique, hacía que se acabara el descanso para Isabel, además, a los socios hay que tenerlos contentos, para que cedan o te ayuden en los momentos malos.

Tras la segunda ronda de sexo, Victoria ya se tenía que ir, porque ya sí tenía un cliente al que atender, uno de los habituales que se había presentado casi por sorpresa, preguntando por ella, y no podía decirle que no.

Lázaro dijo que, antes de irse, le daba tiempo a un poco más de sexo, así que, Vanesa con su arnés, por delante, y, Lázaro, con su polla natural, por detrás, se la estuvieron follando en una primera escena, y, después, hicieron intercambio de lugares, para la segunda y última escena de la tarde, antes de la llegada de Don Enrique.

Regresamos a la habitación, Lázaro le volvió a inyectar heroína a Isabel, antes de darle unas cuantas bofetadas, a modo de despedida; quedamos en que, el lunes, volvería a ver a Isabel, para hacerle otra analítica, de contraste, para, poco a poco, ir viendo el deterioro de su salud.

Don Enrique y Lázaro, se cruzaron en la puerta del club, lo que suponía que, Isabel, apenas iba a tener tiempo para descansar entre clientes en esta ocasión...