Adiestrando a Isabel 3

Tras una noche de mucho follar, por la mañana, veo a Alba tras mucho tiempo sin hacerlo.

Recomiendo leer las partes anteriores de esta historia para poder entender todo bien.

Próximamente iré subiendo más partes de esta historia, estad atentos.


A las 06:00, llamaron a la puerta de la habitación, era una de las putas, encargada de llevarme la taza de chocolate a mi habitación, para despertarme y arrancar el día de la mejor manera posible.

Mientras me encendía un cigarrillo, fui a la jaula, desperté a Isabel, que dormía profundamente, y a la que le dolía todo el cuerpo, tras la sesión de sexo y dolor del día anterior.

Isabel tenía alguna dificultad para caminar erguida por completo, así que, se me ocurrió llamar al doctor que iba a venir más tarde para continuar su adiestramiento, en este caso, con juegos de tipo médico, y pedirle que trajera algún collarín, para el cuello de Isabel, de manera que siempre lo tuviera bien inmovilizado.

Lázaro, el médico, me dijo que no habría problema, de hecho, ya había pensado en ello, me dijo lo que le iba a hacer, y quedamos en que nos veríamos sobre las 11:00, con la idea de pasar todo el día jugando con Isabel a los médicos, acompañados también por una enfermera de Lázaro, bastante sádica, por cierto.

Había dejado a Isabel tumbada en el suelo, hice que se pusiera de rodillas, y comenzara a chupar mi polla, para que, mi semen, fuera su desayuno.

Isabel estaba en realidad deseando seguir con su adiestramiento, así que, a pesar del cansancio, empezó con muchas ganas a chuparme mi polla, y, cuando me corrí, se tragó todo mi semen, y no se olvidó de agradecerme que le hubiera permitido chupar mi polla.

Al acabar de correrme, y cuando, Isabel, me hubo limpiado todo bien, llamé a Verónica, una de las mejores putas del club de Marbella, que se encargaría de adiestrar a Isabel durante esa mañana, hasta que llegara Lázaro con su enfermera, y empezara el tratamiento médico de Isabel.

Verónica, con sus tetas operadas, su cuerpo bastante tatuado, con piercings en el coño, y un carácter sumiso con hombres, pero muy dominante con mujeres, estaba cansada tras haber estado toda la noche follando, pero, ella sabe que, cuando yo la llamo, el cansancio hay que dejarlo a un lado, y, el placer, puede más.

Al llegar, Verónica dijo que, antes de ducharnos juntos, tenía ganas de mear, yo le dije que usara a Isabel de WC humano, así que, Verónica, agarró del brazo a Isabel, se la llevó como pudo hasta el baño, la lanzó contra el suelo, le ordenó, casi vociferando, que abriera la boca, y, el chorro de pis,

salió

de su coño en dirección a la boca de Isabel, que no se lo esperaba, y escupió un poco, dejando el suelo sucio.

Verónica siguió meando, Isabel recogió lo que pudo de su pis, aunque mucho se derramó por el suelo, al acabar, a Verónica también le entraron ganas de cagar, así que, las tetas de Isabel, se llenaron con la caca de Verónica, que aprovechó, al acabar, para, usando las manos de la propia Isabel, untar su caca por el resto de su cuerpo.

Le ordené a Isabel que, sin limpiarse, agarrase una fregona, y fuera limpiando los restos de pis de Verónica, para no dejarlos en el baño; Isabel tardó un buen rato en localizar la fregona y en poder limpiar el baño, pero, gracias a las instrucciones y a los golpes de Verónica, cuando fallaba, en pocos minutos, todo quedó bien limpio de nuevo.

Dejamos a Isabel tumbada de nuevo en el suelo, bien esposada para que no pudiera masturbarse, cosa que iba a hacer, según dijo, si no la dejaba bien atada, y, Verónica y yo, fuimos a la ducha.

En la ducha, me follé por el culo a Verónica, que, a pesar de la noche de sexo que había pasado, tenía ganas de seguir la fiesta por la mañana, la cocaína, sin duda, ayudaba mucho, pues, antes de empezar a ducharnos y a follar, ambos nos metimos sendas rayas, para tomar energía.

Al acabar la ducha, Verónica me secó, pero dejé a Verónica, sin secar, húmeda, y regresamos a la habitación, donde me esperaba encontrar ya un buen desayuno, para Verónica y para mí, para cargar energías.

Sin embargo, me encontré una escena que no me esperaba, Isabel se había meado, porque, desde el día anterior por la mañana, no había hecho pis, no había dejado que fuera al baño, y, claro, tenía ganas de mear, tras un día entero sin poder hacerlo.

Verónica y yo, propinamos a Isabel varias bofetadas, y le ordenamos, a voces, que lo limpiara con la fregona, y que, después, se volviera a tumbar en el suelo, porque ya no iba a tener derecho a desayuno. (Mi idea era darle de desayunar alguna cosa, con ella de rodillas, comiendo del suelo, pero, ya, ni eso, se me quitaron las ganas).

Mientras Isabel limpiaba como buenamente podía el suelo de la habitación, Verónica y yo, fuimos desayunando, tomamos una tortilla, un poco de

bacon

, algo de fruta, y bollos con chocolate; a Verónica se le cayó un poco de tortilla al suelo, pero, Isabel, la recogió con la lengua, por orden de Verónica, y se la comió, ese fue su único desayuno, junto con mi semen y el pis de Verónica.

Cuando acabamos de desayunar, Verónica dijo que se quedaría con Isabel, entrenándola en sexo oral, mientras yo, me pasaba por mi oficina de Marbella, para mirar unos asuntos con un socio; apenas disponía de dos horas, antes de que, Lázaro, llegara al club de alterne con la enfermera, para comenzar el tratamiento médico de Isabel.

Me puse un chándal y salí del club de alterne, agarré el coche, conducido por el chofer y con el equipo de seguridad siempre conmigo (En el club de alterne, el equipo de seguridad, comparte habitación, en la suite de al lado donde duermo yo, y, evidentemente, para hacer más sencilla la espera a mis salidas, las putas, van pasando, una por una, por la habitación, y van follando con el equipo de seguridad).

Llegué a Puerto Banús, donde tengo un piso enorme, y que es mi sede central cuando no duermo en el club de alterne, ya en esa casa, me senté en mi despacho, y me puse a revisar papeles durante unos minutos, mientras Alba, la puta que se encarga de cuidarme la casa de Puerto Banús cuando yo no estoy, me hacía una mamada; el hecho de que no pueda ver nada, gracias, por un lado, al vendaje que lleva en toda la cara, dejando solo libres agujeros para poder respirar, y, por otro lado, a una cirugía en los ojos que se tuvo que hacer por orden mía, ayuda a que se centre en darme placer y se olvide del mundo exterior; fue esa cirugía una de las mejores inversiones de mi vida, junto con todas las demás cirugías que se ha hecho en su cuerpo, para dejar a Alba como una muñeca, que vive permanentemente encerrada en la casa de Puerto Banús y que no sale nunca para nada; así lleva ya varios años, y, a pesar de todo, disfruta más que el primer día.

Al estilo de Laura, Alba lleva también collarín y corsé, pero, mucho más rígidos ambos, y, como Alba nunca se ducha (Un

manguerazo

una vez por semana, y listo), nunca se lo puede quitar.

Don Enrique, es el socio con el que mantuve la reunión, un hombre de casi 80 años, con los votos religiosos hechos, pero que, en realidad, es uno de mis mejores clientes del club de alterne, a pesar de todo, vive amargado, porque está enamorado de una profesora del colegio donde dio clases durante muchos años, y a la que no se atrevió nunca a decirle nada sobre sus sentimientos.

Estuvimos hablando del negocio que llevamos entre ambos, aunque, en realidad, solo somos la cúspide de la pirámide, en realidad, para que el negocio funcione, hace falta mucha más gente.

Al acabar, Don Enrique descargó su frustración, con el látigo, sobre el cuerpo de Alba, que agradeció por gestos a Don Enrique, que le hubiera dado los latigazos. (Alba tampoco puede hablar ni oye nada, debido a más cirugías que lleva).

Dejé a Alba en la jaula donde vive, en una pequeña y oscura habitación de la casa de Puerto Banús, vigilada constantemente por cámaras y por una de las asistentas, que se encarga de darle de comer de vez en cuando, las sobras de la comida, (Eso, a veces, si s e porta bien, porque, para el día a día, una sonda nasogástrica y la comida asociada a esa sonda, le sirve para poder ir sobreviviendo) y de que, una única vez al día, vaya al baño a hacer pis (Vaciar la sonda vesical que lleva, para no tener que ir al baño ni siquiera) y caca.

Bajé al garaje, donde me estaba esperando el coche, y regresé al club de alterne, donde Lázaro, que es el cirujano que consiguió dejar a Alba en su situación actual, ya me estaba esperando, junto con Vanesa, una atractiva y muy joven enfermera, recién salida casi de la facultad, pero con muchas ganas de aprender y de realizar cualquier procedimiento médico que, Lázaro, le ordenase, por extremo que fuera.

Subimos los 3 a la habitación principal, donde, Isabel, sangraba porque tenía una herida a la altura de la zona abdominal...