Adiestrando a Isabel 2

Ama Mónica comienza a adiestrar a Isabel. Presentación de Laura, una sumisa peculiar.

Recomiendo leer las partes anteriores de esta historia para poder entender todo bien.

Próximamente iré subiendo más partes de esta historia, estad atentos.


-” ¡Despierta, pedazo de mierda, no es hora de dormir!”

Ama Mónica gritó eso a Isabel mientras le daba dos bofetadas, que, rápidamente, despertaron a Isabel, que se había quedado dormida, por el cansancio del viaje y de la sesión de sexo de unas horas atrás.

Isabel no podía ver de dónde venían las órdenes ni los gritos, pero intuyó que iba a sufrir mucho, lo que hizo que, inmediatamente, su coño, comenzara a chorrear, preparándose para lo que le iba a pasar.

Ama Mónica sacó un

strap-on

del maletín que siempre lleva consigo, con aparatos de BDSM para jugar con

l@s

sumis@s

a los que domina, y se lo puso encima del

catsuit

de látex que llevaba, se trataba de una polla de casi 25 cm de largo, capaz casi de romper un culo inexperto, y levantó a Isabel de la cama, la puso contra la pared, dejando su culo a punto para ser penetrado, y, sin más, le comenzó a meter el arnés en el culo a Isabel, que gritaba del dolor.

Ama Mónica, le dio otra bofetada a Isabel, y le gritó que, por mucho que gritara, nadie iba a poder ayudarla ni rescatarla, cualquier esfuerzo por gritar, por su parte, iba a ser totalmente inútil.

Isabel siguió gritando, así que, Ama Mónica, tras darle otro sonoro bofetón, sacó una máscara de cuero, con una enorme mordaza con forma de polla para la boca, y se la colocó a Isabel en la cabeza y en la cara, camuflando por fin sus quejidos y sus

ayes

de dolor.

Ama Mónica siguió metiendo y sacando el arnés del culo de Isabel, que no tardó demasiado en correrse, debido a la excitación que llevaba, pese a todo.

Al acabar, Ama Mónica, le ordenó a Isabel, tras quitarle la mordaza, pero mantenerle la máscara puesta, que chupara el arnés, como si fuera una polla real, y no de plástico duro; Isabel, tardó unos segundos en obedecer, hasta que encontró la polla y la pudo empezar a chupar; Ama Mónica la tuvo así a Isabel, durante casi 20 minutos.

Después, Ama Mónica, agarró de un brazo a Isabel, y yo, agarré del otro brazo, y la llevamos hasta uno de los instrumentos de tortura que había mandado instalar en la suite para poder adiestrar a Isabel, una especie de barra, colgada del techo, y con esposas con las que sujetar a la persona sumisa, Isabel en este caso, y poder darle latigazos, por ejemplo, pudiendo permanecer la persona atada, de pie, en todo momento.

Esposamos las dos manos de Isabel, a los enganches de la barra, y, después, Ama Mónica, tras beber un poco de la Coca Cola que se estaba tomando mientras adiestrábamos a Isabel, sacó un látigo del maletín de juegos BDSM, y comenzó a pasárselo a Isabel por el cuerpo, provocando, al principio, el rechazo del cuerpo de Isabel, que siguió chorreando por su coño, al notar el olor del cuero del látigo. (La máscara, disponía de agujeros para respirar, aparte de llevar ya la parte de la boca, abierta).

Ama Mónica comenzó a dar latigazos por el cuerpo desnudo de Isabel, que chillaba y gritaba, por cada golpe con el látigo, a veces lo agradecía, pero, en otras, se le olvidaba, o lo decía con voz baja, lo que hacía que, el siguiente latigazo, fuera más fuerte que el anterior.

Estuvimos durante cerca de una hora, dando latigazos a Isabel, su cuerpo comenzó a llenarse de marcas, se puso rojo, e, incluso, en algunas zonas, comenzó a sangrar un poco, lo que provocó tener que hacer una parada técnica para que, Rosario, que había estado observando toda la escena, sentada tranquilamente en un sillón de tipo relax, y masturbándose por la excitación al verlo todo, tuviera que intervenir y le empezó a curar las heridas que sangraban, y le puso algún apósito, para tapar las heridas.

Cuando ya Isabel estaba de nuevo operativa, Ama Mónica tenía una última prueba para Isabel, en este caso, el arnés, lo usaría para follarse su coño, bastante lastimado y dolorido por los golpes producidos por el látigo.

La polla de plástico de Ama Mónica, comenzó a atravesar el coño de Isabel, que, de nuevo, tuvo que ser amordazada, en esta ocasión, fue ella misma quien lo pidió, pues no iba a poder parar de gritar por el dolor y el placer que sentía.

Isabel se corrió en poco tiempo, sus jugos y un poco de pis, pues no había meado en mucho tiempo, mancharon el suelo de la habitación, así que, antes de acabar la primera sesión seria de adiestramiento con Ama Mónica, Isabel tuvo que limpiar, de rodillas en el suelo, lo que había manchado con sus jugos y su pis, con la dificultad de no poderlo ver.

Dejamos a Isabel tumbada de nuevo en la cama, toda dolorida, ya sin la máscara pero con los ojos bien vendados, y, Ama Mónica y yo, fuimos a mi despacho, para que, ella, me diera un informe de lo que le había parecido Isabel, y de las opciones que tenía con ella; la reunión en mi despacho con Ama Mónica, iba a ser breve, porque, minutos después, había una pareja de Amo y sumisa que iban a querer también usar a Isabel, y, de hecho, el Amo había pagado toda la noche, aun así, no había tiempo que perder.

Ama Mónica, me dijo que no estaba nada contenta con lo que había visto, más allá de que, Isabel, había aguantado sin desmayarse, todos los latigazos, había mucho trabajo, pero, aun así, se ofreció a ayudarme, aunque, a Isabel, le iba a costar mucho dinero pagar sus servicios (La hora de dominación de Ama Mónica, rondaba un alto precio).

Quedé con Ama Mónica en que nos veríamos el sábado a la hora de la comida, cuando ya, Ángel, estuviera de regreso en Marbella, con Alejandra, para poder seguir el adiestramiento, todos juntos.

Mientras me despedía de Ama Mónica, vi que, Jorge, el Amo que había pagado la noche entera de Isabel, estaba ya dispuesto, junto con Laura, su sumisa, para empezar la fiesta.

Laura es una esclava muy especial, pues vive a ciegas las 24 horas del día, usando unos parches en los ojos y un bastón blanco de ciegos, para orientarse en la calle, además, lleva tapones en los oídos, y va rapada al 0 con la cabeza afeitada casi cada día, al acabar la ducha, aparte de no tener tampoco cejas ni pestañas, y, cuando usa ropa, es toda de cuero negro, muy corta y escotada, para marcar sus enormes tetas y su culo, ambos operados; tiene prohibido hablar, a menos que se le pregunte, y se le entiende poco, por el aparato dental que es obligada a usar; numerosos piercings y tatuajes, algunos muy extremos, cubren casi por completo su cuerpo, y, para impedir que pueda mover el cuello y que se pueda agachar, llevar un collarín ortopédico y un corsé de cuero que solo se quita para la ducha.

Subimos, Jorge, Laura y yo, a la habitación; Jorge y yo, por el ascensor, dejando la escalera para Laura, que ya sabía manejarse muy bien sin ver, porque no le quedaba de otra; llegamos casi a la vez a la suite donde se encontraba Isabel, por suerte para ella, no se había quedado dormida en esta ocasión.

Cuando llegamos a la suite, ya nos estaba esperando una botella de champagne francés de las caras, brindamos por una noche especial, y, después, los tres nos metimos sendas rayas de cocaína, y, Laura, le tuvo que dar una raya a Isabel, que probó esa droga por primera vez, de la excitación, se le olvidó agradecerlo a Jorge, y, éste, le dio la primera bofetada, que dejó a Isabel algo dolorida.

Laura se tumbó, por orden de Jorge, al lado de Isabel, y, Jorge, también le ordenó a Isabel, que comenzara a comerle el coño a Laura, para ver cómo lo hacía y qué tal se le daba.

A Isabel le costó un montón dar con el coño de Laura, cada movimiento de su cuerpo, le costaba un montón, le dolía todo, pero, al final, y con varios azotes de Jorge, como manera de que se diera prisa, al ir tan lenta, logró conectar su boca y su lengua con el coño de Laura.

Jorge y yo, nos encendimos y nos fumamos unos puros, mientras veíamos la comida del coño a Laura por parte de Isabel.

Laura gemía poco, apenas se podía escuchar su voz debido al aparato dental, pero parecía estar disfrutando, mientras veíamos eso, Jorge y yo comentamos el proceso por el que, Laura, se estaba convirtiendo en una máquina de follar.

Había sido relativamente sencillo, lo primero fue la operación en las tetas, la primera de varias que iban a tener lugar, hasta conseguir llegar al máximo que se pudiera, sin perjudicar al máximo su salud, después, el proceso de los tatuajes y los piercings, que aún estaba a la mitad, pues la idea de Jorge era tatuarla por completo, al estilo de una modelo de Australia, toda tatuada, aunque, en este caso, con coloridos tatuajes, y, con el extra de la ceguera, conseguida con parches y esparadrapo, aparte de una venda de crepé para sujetar todo bien y que no entrara nada de luz en los ojos de Laura en ningún momento.

Laura tardó mucho en correrse, Isabel se encontraba ya desesperada porque llegara el momento de recibir los jugos del coño de Laura, cuando finalmente lo hizo, y, Laura se corrió, Jorge le ordenó que siguiera lamiendo el cuerpo de Laura, cada una de sus partes, hasta conseguir otro orgasmo de Laura.

Jorge y yo, fuimos cenando algo, una de las chicas del club de alterne, nos subió una bandeja con algo de cena desde el buffet, y, mientras íbamos cenando, disfrutamos de una sesión de sexo lésbico.

Al acabar la cena, Jorge decidió que era el momento de probar él mismo a Isabel, así que, le ordenó a Laura, que se quedara de rodillas, y que me la empezara a chupar a mí, mientras, Isabel, hacía lo propio con la polla de Jorge.

Disfrutar de una mamada de Laura, era un privilegio, siempre bromeaba con Jorge con la posibilidad de que me la cediera durante un tiempo, aunque, evidentemente, Jorge, siempre se negaba, pues le había costado encontrar a Laura, y no estaba dispuesto a dejarla marchar ni a prestarla, era algo para toda la vida.

Laura me la estaba chupando, e Isabel, se la chupaba a Jorge, yo tardé unos minutos en correrme, Jorge, aguantó unos minutos más, y, al acabar, dejó todo su semen por el cuerpo de Isabel, que estaba a punto de no poder más, y eso que, la noche, apenas acababa de empezar.

Llegó el turno para Jorge, de probar el culo de Isabel, como ya no me dejó probar el culo de Laura, porque era su parte preferida, y prefería que nadie que no fuera Jorge se la tocara, me tocó dejar a Laura, de rodillas, como si fuera un objeto, y encerrada en la jaula para una sola persona, que había mandado instalar, para dejar allí a Isabel cuando se portara mal, y follarme por el coño a Isabel, a la vez que, Jorge, se la follaba por el culo.

Estuvimos unos minutos más follando, Jorge y yo, a Isabel, nos corrimos a la vez en su culo y en su coño, sin dejar que, Isabel, llegara al orgasmo, cuando ya casi estaba a punto de conseguirlo.

Isabel suplicaba que la dejáramos descansar un rato, y se quejaba cada vez que la rozábamos, así que, decidimos darle un descanso, primero le dimos en la boca, las sobras de la cena, apenas un poco de pescado, ya frío, que, Jorge, no se había terminado, y un poco de mayonesa que yo me había dejado sin comer, para acompañar al pescado.

Al acabar de darle de cenar a Isabel, hicimos un intercambio, pillamos a Laura masturbándose en la jaula, la sacamos de allí, agarrándola del brazo con fuerza, y metimos a Isabel, a quien le dijimos que, si la encontrábamos dormida o masturbándose al volver a por ella, sería castigada.

A Jorge le apetecía probar con Laura la barra del techo, Laura también lo estaba deseando, pues le encanta ser golpeada y marcada, como símbolo de pertenencia a un Amo tan sádico como es Jorge.

Colocamos a Laura las esposas, y, Jorge, agarró una pala, que estaba por la habitación, en un pequeño armario equipado con diferentes juguetes de índole BDSM, y comenzó a dar suaves golpes de pala en el culo y en el coño lleno de piercings y algo hinchado de Laura.

Laura iba agradeciendo y contando en voz alta, cada golpe que, Jorge, le iba dando, tuvimos que interrumpir la tortura de Laura unos instantes, porque, aparte de que me estaba meando y necesitaba ir al WC, tuve que solucionar un pequeño problema con un cliente del club, que había tenido un incidente con una de las chicas, por suerte, nada grave.

Al regresar a la habitación principal, Jorge dijo que quería descansar unos minutos, para poder seguir la juerga más tarde, así que, se tumbó en la cama, y me dejó a mí que siguiera golpeando a Laura con la pala, durante un buen rato más; antes de comenzar a golpear a Laura, le di un poco de cocaína, para que se la metiera por la nariz, y también le di un poco de chocolate, de los restos del brownie que había sobrado de mi cena.

Jorge se metió otra raya de cocaína, y se bebió un vaso de whisky de un solo trago, antes de continuar con Isabel, a quien sacamos de la jaula, para volver a dejar a Laura allí, Jorge le ordenó que descansara un poco, y que, ya vería cuando la sacaba de allí, en función de lo que pasara con Isabel.

Jorge y yo, nos intercambiamos los papeles, a mí me tocó follar el culo de Isabel, y, a Jorge, follársela por el coño en esta ocasión; Isabel suplicaba que no nos la follásemos más, pero, no escuchamos sus lamentos, pues así lo había pedido antes de comenzar, nada de palabras de seguridad, ni de escuchar sus súplicas, cuando quisiera abandonar.

En esta ocasión, Isabel, se corrió con cierta rapidez, antes que nosotros dos, se notaba que estaba muy cansada, y que necesitaba dormir, pues casi llevaba un día sin hacerlo, así que, al acabar de follar con ella, decidimos darle algo de descanso, y dejé que durmiera unas horas, lo que suponía que, Laura y Jorge, se tuvieran que ir a la mitad, por lo que, el tiempo no consumido, por culpa de Isabel, aparte de adeudárselo a ella, se disfrutaría en otro momento, con otra noche de dolor para Isabel y de placer para Laura y para Jorge.

Yo también estaba algo cansado, así que, me tumbé en la cama, junto con Isabel, cuando ya se habían ido los dos (Laura y Jorge), y me puse a dormir, dejando a Isabel durmiendo desnuda y destapada, agotada, pero, en su fuero interno, con más ganas de follar.

Sin embargo, pasados unos minutos, me di cuenta de que, el mejor sitio para que, Isabel, tuviera bien claro cuál era su lugar, era la jaula, así que, desperté a esa aprendiz de puta, y la llevé a la jaula, para que pasara allí la noche y se empezara a acostumbrar a ella lo antes posible.