Adicto al sexo (Parte once).

Parte once de la última historia que he escrito que, además, es la más larga. Espero que las personas que la lean se vayan enganchando a ella y para bien ó para mal me dejen sus comentarios que, de antemano, agradezco.

“Durante los meses siguientes mi actividad sexual se centró casi exclusivamente en mi cónyuge que parecía haber recuperado su apetito sexual y de nuevo, deseaba pajearme y hacerme felaciones a todas horas y sobre todo, que por la noche se la metiera una y otra vez por vía vaginal y a días alternos, por el culo. Pero aquella época de furor sexual no duró demasiado y en cuanto comenzó a decaer, volví a buscar satisfacción en compañía de jóvenes colegialas uniformadas. En pocas semanas logré tener a mi alrededor a media docena de chavalas en buena disposición para complacerme, a cambio de mis gratificaciones económicas y de ir adquiriendo experiencia sexual, esmerándose cada día más en chuparme la polla para que las diera “biberón” que todas llegaron a aceptar recibir en su boca para ir haciéndose al sabor de la leche aunque muy pocas la ingerían, por lo que me decidí a mantener con cada una de ellas relaciones sexuales completas un día a la semana” .

“Además de “cascármela” y de efectuarme felaciones luciendo sus encantos y permitiendo que las sobara hasta la saciedad, llegué a “clavársela” con regularidad, desvirgándolas tanto por vía vaginal como anal, a cinco de aquellas jóvenes durante casi un año hasta que una tarde los familiares de Lorena, una de las crías a la que llevaba meses echándola leche dentro de la boca, el chocho y el culo, nos sorprendieron en plena acción cuándo me la estaba cepillando en su habitación. Sorprendentemente y después del descomunal enfado inicial de su madre que hasta intentó agredirme, sus progenitores decidieron mostrarse indiferentes a nuestra relación y permitir que me la siguiera follando regularmente en su domicilio la tarde de los viernes pero sin saber que habían colocado cámaras en la habitación para tenernos controlados. Con las grabaciones obtenidas comenzaron a chantajearme diciéndome que estaba pervirtiendo a su hija y que si hacían públicas aquellas imágenes me hundirían para el resto de mi vida. Al principio me pedían unas cantidades de dinero razonables a cambio de mantener las grabaciones guardadas pero, poco a poco, mis aportaciones económicas cada vez fueron más frecuentes y después de subir a cierta página web extranjera dos ó tres vídeos de unos diez minutos de duración en los que, a pesar de que se nos había distorsionado la cara, se apreciaba claramente la actividad sexual que desarrollaba con su hija e incluso en uno de ellos se me veía “explotar” en su boca, llegaron a ser tan elevadas que no tuve más remedio que denunciarles lo que, únicamente, sirvió poder librarme de sus chantajes y conseguir retirar de la página web los vídeos cuándo, el que menos, había recibido más de tres mil visitas. Lo sucedido llegó a afectarme de tal forma que, además de deprimirme y quitarme de golpe las ganas de tirarme a más colegialas, comencé a tener serios problemas con la erección y como no se me ponía tiesa, no había eyaculación. Seguí varios tratamientos para resolver aquel problema sin ningún éxito y aunque intentaba evitar todo tipo de contacto físico con mi esposa, en ocasiones esta me pedía que la diera satisfacción y al ver que no la hacía caso ya que no la podía complacer, comenzó a tontear con otros varones por lo que, antes de que llegara a ponerme los cuernos, pensé que era preferible meterla de lleno en el sexo lesbico” .

“Un conocido me habló de Estíbaliz que resultó ser una joven bisexual que, influenciada por su prima Alicia, se había convertido en una bollera pervertida y viciosa que, a cambio de dinero, estaba dispuesta a mantener cualquier rollo lesbico. Aunque Belén no se mostraba partidaria de permitir que otra mujer la sobara, la juventud, experiencia y sensualidad de Estíbaliz influyó en ella de tal manera que no tardó en abrirse de piernas para ella permitiendo que la hiciera todo lo que deseara con tal de darla gusto hasta llegar a mantener relaciones completas con algunos de los perros que una conocida de su prima adiestraba para que se acostumbraran a lamer a conciencia a las féminas antes de proceder a penetrarlas por delante y por detrás con sus gigantescos miembros que Estíbaliz, a la que la gustaba ver aquel tipo de espectáculos, la obligaba a chuparles tras sus eyaculaciones. La joven que, además de acudir a sus citas acompañada por uno de estos perros, la penetraba a diario con la ayuda de una braga-pene que previamente la obligaba a chupar durante un buen rato, no tardó en conseguir consolidar aquella relación para, semanas después y a cambio de darla más dinero, ofrecerla la posibilidad de participar en las orgías lesbicas que Alicia organizaba y dirigía y en las que Belén disfrutaba tanto y se ponía tan sumamente cachonda que decidió romper su matrimonio para, llevándose a sus hijos, irse a vivir con dos jóvenes bolleras que eran tan asiduas como ella a participar en tales orgías” .

Al terminar su relato Aurelio me hizo ver que si Estíbaliz seguía acudiendo a días alternos a mi oficina para poder “cascarme” y chuparme el rabo era porque había comprobado que tanto mi miembro viril como mi potencia sexual merecían la pena y pretendía mantenerme lo más satisfecho posible para que tanto su prima, que siempre había antepuesto el dinero al placer, como ella pudieran recurrir a mí cada vez que no podían disfrutar de una hembra dotada de una buena “delantera” y de un húmedo coño de la que poder obtener algún tipo de beneficio económico ó de un hombre dispuesto a pagarlas por vaciarle los huevos a base de menearle la tranca mientras iban sometiéndole por lo que me aconsejó que me olvidara de ellas cuanto antes ofreciéndose a encontrar a otra persona que pudiera darme mucha más satisfacción que ese par de zorras.

Lógicamente, pensé que lo que Aurelio me estaba proponiendo era el cepillarme regularmente a otra guarrilla por lo que, después de darme cuenta de que Alicia y Estíbaliz me habían sacado un montón de polvos pero que muy pocos habían terminado dentro de su seta, me presenté en su domicilio. Las encontré ocupadas con un hombre de mediana edad y mientras observaba como Alicia le forzaba analmente con su puño al mismo tiempo que le insultaba y Estíbaliz le “cascaba” la verga, que no terminaba de ponérsele tiesa, las dije que no estaba dispuesto a seguir pendiente de ellas a menos que, además de meneármela y chupármela a diario en la oficina, me las pudiera follar, juntas ó por separado, de tres a cuatro veces cada semana. Las dos primas se miraron y permanecieron unos segundos en silencio. Estíbaliz, olvidándose de la chorra, procedió a azotar al hombre los glúteos con la hebilla de su cinturón al mismo tiempo que, enfadada, le recriminaba que fuera incapaz de volver a alcanzar la erección tras su primera eyaculación mientras Alicia, que seguía forzándole analmente con su puño, me prometió hacer todo lo posible por complacerme puesto que era uno de los pocos varones que realmente valía la pena con lo que logré que, durante casi tres meses, se turnaran para acudir a diario a mi centro de trabajo con intención de “cascármela” y de efectuarme felaciones mientras que, al acabar mi jornada laboral, volví a tirármelas con bastante más asiduidad y pasando de ser el dominado al dominador, sin permitir que me cortaran más de lo necesario la descarga ya que, para entonces, habían conseguido que retuviera al máximo la salida de mi leche para disfrutar de un gusto más intenso y largo al echarla y que mis eyaculaciones tardaban lo suficiente en producirse como para que acabaran reventadas de placer después de echarlas a cada una y con total libertad dentro de la almeja, un par de polvazos y su posterior meada además de prodigarme en provocarlas orgasmos “eléctricos” y meadas utilizando un pequeño “juguete” a pilas que cada día me agradaba más usar con ellas, lamerlas a conciencia el ojete intentando realizar una buena limpieza de su conducto rectal con mi lengua y forzarlas analmente a ambas al mismo tiempo con los dedos y con los puños favoreciendo que vaciaran su intestino y que me facilitaran el poder darme un verdadero atracón ingiriendo su caca según iba apareciendo por su ano.

Pero, en cuanto volvió a aumentar su clientela, me dejaron de lado y me enfadé. Pasados varios días y para intentar solucionar nuestra situación, Estíbaliz, mostrándose muy cariñosa, acudió a mi oficina y me dijo que, aunque estaba de lo más apetecible, me encontraba bien dotado, echaba una gran cantidad de “lastre” cada vez que “explotaba” y disponía de una potencia sexual impresionante, estaba tan atada a Alicia, a una práctica sexual lesbica continuada y últimamente, a dar satisfacción a hombres a través de la humillación y del sometimiento que, a pesar de que la encantaría que me la cepillara todos los días, no podía comprometerse a continuar complaciéndome en la forma que pretendía pero que, aunque fuera en solitario y aparte de “cascármela” y chupármela en la oficina los días en que la correspondía hacerlo, iba a intentar que, al menos, una vez a la semana me pudiera vaciar con ella a mi antojo. Como su oferta me pareció insuficiente para poder cubrir mis necesidades, rompí definitivamente con las dos primas.

C o n t i n u a r á