Adicto al sexo (Parte diecinueve).

Una semana más aquí teneís parte de una de mis historias. Es la diecinueve de la última que he escrito que, además, es la más larga. Espero que las personas que la lean se vayan enganchando a ella y para bien ó para mal me dejen sus comentario que, de antemano, agradezco.

Mención aparte merece esta última. Paloma era una chica soltera muy mona de cabello moreno, delgada y de altura normal con una muy particular manera de andar, lenta y pausada como si tratara de una modelo que participara regularmente en desfiles, a la que gustaba vestir de una forma elegante y recatada con ropa de marca por lo que siempre me pareció que su mayor pasión era la moda y que llegaba a invertir en ella buena parte de su sueldo. Al contrario de lo que sucedía con Andrea era muy raro verla con pantalones, que sólo usaba los días más gélidos del invierno y cuándo se ponía leotardos, medias ó pantys su peculiar forma de andar hacía que, a cuenta del roce que se producía con la parte superior de sus piernas, emitieran un sonido muy especial por lo que sabía cuándo se dirigía a mi despacho puesto que, desde que llegó, me visitaba con frecuencia para, además de hablar de temas relacionados con nuestro trabajo, contarme y con todo lujo de detalles, lo que la había sucedido durante las últimas horas. Era tal su actitud que mis compañeros decían que resultaba bastante evidente que la chica iba a por mí “a saco” pero, a pesar de que siempre la escuchaba, no la hacía demasiado caso ya que, aunque físicamente me gustaba y mucho, me parecía bastante especial y rara y entre las largas felaciones de Andrea y las pajas que me efectuaban Fátima y Julia me consideraba bastante bien servido en el terreno sexual. Además, el hecho de que entre Andrea y ella existiera una especie de pique me favoreció puesto que su frecuente presencia en mi despacho, que continuaba compartiendo con la primera, para hablarme largo y tendido sentada en una silla frente a mi ó en la mesa con la falda ligeramente subida y con las piernas cruzadas para mostrarme sus bonitas rodillas ocasionó que Andrea, a la que los celos y la envidia la corroían, optara por facilitarme un relación sexual mucho más completa y frecuente. Pero Paloma tenía mucha paciencia, sabía esperar el momento más idóneo y no se daba fácilmente por vencida por lo que un día y para ponérmelo a huevo, me comentó delante de Andrea que, mientras su hermana mayor paría un hijo tras otro y en pocos años de matrimonio se había juntado con tres por lo que había comenzado a pensar en hacerse la ligadura de trompas, ella, además de sufrir una malformación congénita en los ovarios que la imposibilitaba para tener descendencia, estaba tomando anticonceptivos orales para, de acuerdo con su ginecólogo, intentar reducir su excesiva lubricación vaginal.

Pero, a pesar de que no cesaba de “tirarme los tejos”, no sucedió nada hasta unos días después de fallecer su madre. Aunque conocía que estaba enferma y había visto su esquela en un periódico no quise asistir al entierro. La semana siguiente me topé con ella cuándo salía del cuarto del baño y me lo dijo. Hice como que no sabía nada y la di el pésame. Mientras Paloma me contaba, como siempre, de una manera detallada y pormenorizada como se había producido el óbito comenzó a llorar por lo que la ofrecí un pañuelo para que se limpiara y en cuanto lo hizo, la di dos besos en la mejilla y la abracé para intentar consolarla notando perfectamente como la joven se apretaba a mí. Nos separamos con rapidez y sin devolverme el pañuelo, se empeñó en acompañarme hasta mi emplazamiento laboral provisional ya que estábamos de obras para intentar sacar sitio de donde no lo había. Entré en mi despacho detrás de ella y aunque cerré la puerta instintivamente para que nadie nos molestara, no usé la llave. En cuanto vio que estábamos solos, Paloma me volvió a abrazar y besándome en la boca me fue arrastrando hasta la mesa en la que se tumbó boca arriba para que quedara encima de ella. Aquel contacto originó que la pirula se me pusiera tiesa por lo que, sin pensarlo, me incorporé, me bajé el pantalón y el calzoncillo dejando al descubierto mi miembro viril, la subí la falda, la bajé la braga dejándosela colgando de su tobillo izquierdo, la hice abrir las piernas, se la “clavé” y me la tiré lo que me resultó sumamente delicioso puesto que Paloma lubricaba de maravilla lo que originó que llegara a sentir tanto placer que eyaculé con una celeridad impresionante lo que no fue obstáculo para que la joven, al estar muy salida, alcanzara el orgasmo y se meara de autentico gusto mientras notaba que mi leche la caía en el interior de su seta. Pero no pudimos disfrutar de tan soberbio polvazo puesto que, en cuanto terminé de echárselo, sonó el teléfono lo que me obligó a sacársela para poder cogerlo luciendo un pito impresionante impregnado en su “baba” vaginal, en mi lefa y en su pis que, mientras atendía la llamada y tras girarse en la mesa para ponerse de lado, la joven se introdujo en la boca y comenzó a chuparme. Al otro lado del teléfono un compañero quería saber si Paloma estaba conmigo puesto que nuestro jefe más inmediato la estaba esperando para darla el pésame. En cuanto se lo indiqué, se sacó la polla de la boca, se incorporó y tras volverse a poner la braga y colocarse bien la ropa, abandonó apresuradamente mi despacho.

Pasaron unas cuantas semanas antes de que volviéramos a mantener un nuevo contacto sexual y fue cuándo, después de mucho insistir, logró que fuera con ella al cine en dos ocasiones en menos de un mes. Como siempre dejé que Paloma eligiera las películas que vimos y nuestro emplazamiento, en un rincón de la última fila. La primera vez, con la sala casi llena y con gente a nuestro lado, no sucedió nada puesto que, aunque se había puesto un vestido escotado y no dejó de incitarme a que la “metiera mano” subiéndose cada vez más la falda hasta que quedó al descubierto la parte inferior de su braga en tonalidad rosa, me sentí un tanto cohibido y a pesar de que Paloma se mostró realmente contrariada por ello, decidí centrarme en la interesante película, un thriller con mucha acción, que estábamos viendo. Pero la segunda vez y con la sala prácticamente vacía, decidió tomar la iniciativa y en cuanto comenzó la proyección se dedicó a sobarme el rabo a través del pantalón con lo que comprobó que estaba “palote” y que con sus tocamientos se me ponía aún más duro, largo y tieso por lo que se decidió a bajarme la cremallera del pantalón con el propósito de introducir su mano a través del calzoncillo y sin sacarme la tranca al exterior, procedió a meneármela despacio a pesar de lo cual en veinte minutos escasos logró sacarme dos abundantes y largos polvos con los me puse perdido de leche. En cuanto terminé de soltar el segundo la indiqué que, sin poder hacer nada por evitarlo, iba a mearme por lo que Paloma, abriéndome el pantalón y dejando al descubierto la verga y los huevos, se puso de rodillas sobre la butaca y adoptando una posición bastante complicada, se metió mi miembro viril en la boca y me lo chupó mientras me aprovechaba de su posición para tocarla el culo a través de su ropa. Mi orina salió de inmediato con fuerza y ganas y la joven la ingirió casi íntegra. Al acabar reconoció que nunca había hecho algo así pero que la había encantado recibir y beberse mi pis por lo que podía echárselo en la boca cuándo me apeteciera. Después me ocultó los atributos sexuales dentro del calzoncillo y del pantalón, me subió la cremallera y dejó que me recuperara durante unos minutos antes de hacer que la acompañara al cuarto de baño femenino del local en el que nos encerramos y donde Paloma se quitó la braga mientras me observaba bajarme el pantalón y el calzoncillo. Luciendo mi erecta chorra me senté en el inodoro donde, con la falda enrollada a su cintura y abierta de piernas, la joven procedió a acomodarse sobre mí al mismo tiempo que se iba introduciendo vaginalmente y hasta el fondo mi cipote. Acababa de empezar a cabalgarme cuándo se meó de autentico gusto al más puro estilo fuente y a pesar de que demostró ser bastante inexperta, me lo hizo con tantas ganas, ilusión e ímpetu que consiguió extraerme otro par de polvos y el primero con bastante rapidez, para volver a echarme encima su “cerveza” mientras iba recibiendo el segundo y mi posterior micción dentro de su chorreante almeja. Cuándo se incorporó con intención de extraer mi minga de su abierta y jugosa cueva vaginal, se la comí durante un buen rato haciéndola alcanzar varios orgasmos.

C o n t i n u a r á