Adicto a la webcam
Después de un tiempo de explorar el sitio web, me di cuenta que yo también podía hacer mis transmisiones en vivo, podía exhibirme y hacer calentar a otros, y eso me excitaba demasiado.
Desde siempre me ha gustado el morbo del sexo virtual, fantasear con lo que lees o dices, y en ocasiones hasta ver a alguien y ser visto por la webcam.
Hace varios años descubrí casi por accidente un sitio de webcams donde había muchísimos modelos transmitiendo, tanto chicos como chicas y eso para mi fue como descubrir el paraíso; ver sexo y masturbaciones en vivo era una locura, algo totalmente nuevo para mí, y decidí crearme una cuenta para seguir ingresando de vez en cuando.
Después de un tiempo de explorar el sitio web, me di cuenta que yo también podía hacer mis transmisiones en vivo, podía exhibirme y hacer calentar a otros, y eso me excitaba demasiado. La verdad es que no tengo problema con que me vean, de verdad lo disfruto y me excita saber que otros se excitan al verme teniendo sexo o masturbándome, como ya me ha pasado antes en algún cine porno.
Una vez que la pandemia y el confinamiento comenzaron, empecé a buscar alternativas de entretenimiento que no implicaran salir y fue donde me refugié de lleno en las webcams, viendo y transmitiendo al mismo tiempo, y de vez en cuando intercambiando cuentas de Skype para hacer cam2cam, más en privado.
En una de esas me agregó un chico para vernos en privado y después de un buen rato de masturbación y charla, me preguntó si tenía algún juguete para verme en acción o algo que me pudiera meter, a lo cual contesté que no pero que iba a buscar. Unos días después encontré un desodorante que tenía la forma perfecta, con tapa redonda, aunque algo pequeño pero que servía para jugar un poco.
Cuando volvimos a coincidir en línea, lo sorprendí mostrándole lo que encontré para jugar y la verga se le puso dura en un instante; le puse un condón al desodorante y comencé a meterlo en mi culo mientras me ponía de lado frente a la webcam para que lo pudiera apreciar; ver la imagen de mi culo penetrado y su verga dura al mismo tiempo me excitó demasiado y no pasó mucho tiempo para acabar mientras él lo hacía también, fue algo realmente placentero.
Unos días después volvimos a charlar, esa vez no pudimos hacer nada porque realmente me encontraba ocupado, pero me dijo que le había gustado mucho lo que hicimos y que quería repetirlo, así que le pusimos fecha y hora a nuestro siguiente encuentro virtual. El día del encuentro llegó y quise sorprenderlo, así que decidí intentar algo diferente y en lugar de hacerlo en mi casa fui a un motel y de camino hice una parada por el supermercado para comprar un “juguete” nuevo, además de lubricante y preservativos.
Cuando llegué a la habitación preparé todo: Conecté la laptop a la pantalla y la ubiqué cerca de la cama, me di una ducha y dejé todos listo para comenzar. Cuando él se conectó charlamos un rato y después encendimos la webcam, le mostré donde estaba y no lo podía creer, además de que le excitó la idea; comenzamos a masturbarnos y después de un rato me preguntó si tenía listo mi juguete a lo que respondí que le tenía una sorpresa, acto seguido le mostré mi nuevo “juguete” en la pantalla… ¡Un pepino! Si, un pepino, mucho más grande y grueso que el desodorante de la última vez y al tipo se le puso durísima solo de imaginarlo. Procedí a colocarle el condón al pepino y bañarlo en lubricante para después llevarlo a la entrada de mi culo para lubricar la zona, me puse de lado con las piernas un poco abiertas y el culo levantado para poco a poco introducir el pepino en mi culo. Era una sensación demasiado placentera (ahora mismo mientras escribo esto me ha dado una erección de solo recordarlo), sentía como el pepino se abría paso en mis entrañas y al mismo tiempo mi verga se iba poniendo dura, y mientras eso pasaba yo gemía como tenía mucho que no lo hacía, era como perder la virginidad nuevamente, una sensación totalmente nueva. Mientras, del otro lado de la pantalla, mi amigo tenía esa verga durísima y muy mojada, y sus gemidos me decían que estaba disfrutando muchísimo el show que le estaba brindando; después me pidió que me pusiera en 4 y obedecí, poniéndome de culo frente a la cámara mientras aceleraba el ritmo de las penetraciones del pepino, luego me pidió ponerme con las piernas levantadas para imaginar que las tenía en sus hombros mientras me cogía y obedecí, mi verga no necesitaba que la tocara para mantenerse erecta con lo excitado que estaba y unos minutos después no aguanté más y comencé a eyacular salpicándome todo, y al mismo tiempo él también comenzó a tirar chorros y chorros de leche que me habría gustado recibir en la boca y sobre mi cuerpo. Una vez que acabamos, nos quedamos recostados, él en su sillón y yo sobre la cama, sin decir nada, solamente con el ruido de nuestra respiración agitada como forma de decir que nos había encantado. Después de una ducha, volvimos a charlar y quedamos para vernos otro día.
La verdad es que después de ese día, me volví un poco adicto a tener encuentros por la webcam, al grado que tuve que ir a una sexshop por un dildo para jugar de vez en cuando con mi amigo y con otros más que he ido conociendo en este tiempo.
¿A alguien más le ha pasado algo parecido con el confinamiento? ¿Han descubierto nuevas formas de seguir explorando su sexualidad de forma segura? Me gustaría saber que opinan.