Adicto a la polla del viejo de la ferranchina.
Él al ver que yo no reaccionaba y no me movía del sitio, volvió a llevar mi mano a su entrepierna diciéndome, tócala, no seas tonto, mira lo que te pierdes, yo sé que te gusta, me decía haciendo que mi mano volviera a palpar aquel bulto que al viejo le colgaba. Ya verás cómo te va a gustar más qu
Hacía años que no iba a una ferranchina, desde mis años de adolescente en el que íbamos a vender cobre, plomo, cartón, etc. A la ferranchina que había en mi barrio, no había vuelto a ir. La verdad es que nunca había necesitado ir, pero un día la casualidad hizo que tuviera que acudir a ella, se me había estropeado un pequeño transformador, y al no poder comprarlo, ya no existía ese modelo, el mismo vendedor de la tienda, me dijo que la única solución era rebobinarlo a mano y que en el barrio, eso me lo podía hacer el viejo Leonardo, el dueño de la ferranchina, pues el sabía hacerlo y se dedicaba a realizar trabajos de ese tipo.
Cosa que efectivamente resultó ser cierta. No solo era un manitas en esos trabajos, sino que además resulto ser un follador nato al que le encantaba romper y sodomizar culitos de jovencitos, cosa que yo no sabía.
La verdad es que cuando acudí a él, yo no lo conocía, ni por la imaginación se me había pasado que el viejo de la ferranchina tuviera esos gustos, nunca lo había visto por los aseos públicos, ni había oído hablar de él a nadie conocido. Pero él sí, sí sabía de mis gustos y de mi condición sexual, y así me lo dijo el primer día que me rompió el culo y sodomizó con su verga.
Se había enterado de mis gustos, por el zapatero de mi calle, ellos eran conocidos de toda la vida y el cabronazo del zapatero, le había contado lo nuestro. A saber, cuanta más gente por el barrio lo sabría, joder con el hijo de puta del zapatero, me había dicho que estuviera tranquilo que él no iba a decir nada, pero claro, eso me lo dijo para aprovecharse de mí, y poder disponer de mi culito a su antojo.
El día que fui a la ferranchina y le comenté el problema que tenía al viejo, Leonardo, ya estaba a punto de cerrar el negocio, pero, aun así, con una sonrisa en la cara, al verme me atendió con mucha amabilidad.
Me dijo que pasase, que iba a cerrar pero que me atendería igualmente. Me sorprendió su gran amabilidad y lo atento que era conmigo, claro que luego caí en la cuenta y supe el porque de aquella mirada que me había echado y el manoseo que tenía para conmigo. El viejo sabía de mis gustos sexuales, y no iba a desaprovechar la ocasión que se le presentaba, quería ver como reaccionaba yo, y ver si tenía oportunidad de hacerme suyo, quería romper aquel joven culito.
Su estilo era romperle el culo al maricón de turno, dejarlo bien satisfecho, luego ellos solitos ya vendrían en busca de más polla con la que satisfacer sus hambrientos y calientes culitos.
Mientras le iba contando el problema, el viejo sin quitarme la vista de encima, estaba atento a todo lo que le iba diciendo, cuando terminé de contarle el problema que tenía, se quedó pensando mientras me miraba de arriba abajo, diciéndome al cabo de unos segundos en los que ambos habíamos quedado en completo silencio. Espera que cierre, luego déjame que tome unos apuntes, eche cuentas y te digo.
Se giró yendo a cerrar el negocio, quedándome yo allí en espera del viejo, el cual después de haber cerrado el portón de este, volviendo a donde yo estaba, puso una mano sobre mi espalda a la vez que me decía que sí se podría hacer, que todo iba a ser cosa de que nos pusiéramos de acuerdo en el trato, me iba diciendo, dándome palmaditas en la espalda.
Ven, me dijo apoyando su mano al final de mi espalda haciendo que me girara, quedando su mano tocándome el culo, mientras me llevaba con él.
Fuimos hacia un costado del local donde tenía a modo de despacho, una mesa con un par de sillas. Me ordenó que me sentara, haciendo él lo mismo. Luego de estar escribiendo un rato y estar haciendo cálculos, me dijo lo que me iba a costar aquello, y si me interesaba.
Bufff, suspiré quedando pensativo en el precio que me había dado.
Él al ver mi reacción, se levantó y acercándose a mí me dijo, ya sé que es algo caro, pero es que eso me va a llevar toda una tarde y… decía moviendo sus manos como dándome a entender que era lo que había.
Tu compréndeme, me decía poniendo una mano sobre mi hombro, son muchas horas y… decía dándome unas palmaditas, poniéndose luego a acariciarme el lóbulo de la oreja de manera muy cariñosa.
Me sorprendió el trato tan afable y cariñoso que tenía, pero en esos momentos solo estaba pensando en que hacer, el rebobinado del carajo del transformador me iba salir por un ojo de la cara y no sabía que hostias hacer.
Me levanté de la silla, quedándome allí de pie apoyando una mano sobre la mesa, mientras pensaba que hacer.
Él al ver que yo quedaba pensando sin decidirme, volvió a decirme mientras cogía mi mano con la suya, mira, hay otra solución si tu quieres, pero que no te parezca mal. Yo solo te cobro el material y te regalo la mano de obra, pero tú a cambio…
Me iba diciendo a la vez que me sujetaba la mano acariciándola, mientras con la otra apretaba el cachete de mi culo, dándome a entender que lo que quería era que le diera mi culito.
Como vio que yo seguía sin entender a lo que me estaba proponiendo, llevó mi mano a su entrepierna, haciendo que le palpara aquel bulto que le colgaba debajo de aquel buzo de trabajo, que llevaba puesto.
Yo sin darme cuenta, agarré con mi mano aquel bulto empezando a palparlo inconscientemente, hasta que empecé a comprender en esos momentos lo que el viejo Leonardo, me estaba proponiendo. Quedé paralizado agarrándole la polla por encima de aquel buzo de trabajo, abriendo la boca como si no diera crédito, a la vez que le miraba a los ojos, retirando en esos momentos mi mano rápidamente de su bulto, como si me acabara de dar un calambrazo.
Que te parece, seguía diciéndome sin quitar la vista a mis ojos, mirando mi reacción a lo que acababa de proponerme, pudiendo ver mi desconcierto y palidez.
Yo no daba crédito a lo que estaba escuchando, me había quedado mudo y pálido, al escuchar aquella propuesta que acababa de hacerme el viejo de la ferranchina, Leonardo.
Él al ver que yo no reaccionaba y no me movía del sitio, volvió a llevar mi mano a su entrepierna diciéndome, tócala, no seas tonto, mira lo que te pierdes, yo sé que te gusta, me decía haciendo que mi mano volviera a palpar aquel bulto que al viejo le colgaba. Ya verás cómo te va a gustar más que la de tu amigo el zapatero.
¿Qué dices?
¿no quieres probarla?
Dios, ahora todo encajaba, seguro que el hijo de puta del zapatero le había contado lo nuestro y por eso aquella propuesta.
Viendo que seguía sin moverme, que me había dado perfecta cuenta del alcance de su propuesta y no había reaccionado mal, siguió animándome a que le dijera que sí, que sí aceptaba y me dejaría dar por el culo.
Tócala, anda cógela con la mano, ya verás cómo te va a gustar, ya verás cómo vas a disfrutar y gozar con ella cuando te la meta por este lindo culito que tienes, me decía apretando el cachete de mi culo.
Mirándole a los ojos, sin decir nada, empecé a palparle la polla por encima de aquel buzo que llevaba puesto, pudiendo notar el gran bulto que tenía, empezando a excitarme.
Así, cógela con la manito, asiií, asiií, decía viendo como mi mano iba palpando su bulto y yo claudicaba a su propuesta.
Viendo que ya me tenía en sus garras y me dejaba manosear, me fue llevando con él hacia el fondo de la ferranchina, a la vez que iba manoseando mi culito con su mano, mientras yo iba agarrado a su verga con la mía. Iba palpando y manoseando mi culo, mientras me iba diciendo lo bueno que estaba y lo mucho que me iba a hacer disfrutar.
Ven, me decía apretando el cachete de mi culito, ven, vamos para aquí, ya verás que bien lo vamos a pasar los 2 solitos. Verás que rico vas a sentir cuando te meta la pollita en este delicioso culito y te deje mi semillita en él.
Poco a poco me fue llevando hasta el final de aquel bajo, justo donde en una esquina, había un pequeño cuarto, que cuando abrió la puerta del mismo, pude ver que allí además de un aseo y ducha, había un camastro con una pequeña televisión, además de una especie de taquilla, donde encima de esta se encontraba colocada la televisión.
Me hizo pasar a aquel cuarto, yo miraba para donde me estaba llevando el viejo, revisando nervioso todo lo que había en aquel cuartucho. Pude ver en primer lugar aquel viejo camastro, recorriéndome por todo el cuerpo un escalofrío, sabía que allí era donde el cabronazo me iba a follar y a hacer suyo, en esos momentos la polla me dio un respingo, excitándome aún más. Noté como el viejo se pegaba más a mí, sin dejar de meterme mano, era como un pulpo abrazando su presa, dispuesto a hacerlo suyo. No decía nada, solo me abrazaba sin dejar de magrear todo mi cuerpo. Me tenía abrazado por la espalda pegando mi culito a su entrepierna, a la vez que iba magreando mis genitales con sus manos. Notaba su aliento resoplando en mi nuca, sintiendo como su polla se restregaba por mi culo y sus manos magreaban mi polla y genitales.
Poco a poco fue girándome hasta ponerme cara a él, empezando a morder los labios e ir comiendo la boca a besos, mientras empezaba a desnudarme. Primero empezó a aflojarme el cinturón sin dejar de morder y saborear mi boca, mientras yo trataba de palparle la polla con mi mano.
Cuando ya me tuvo aflojado el cinturón y hubo desabrochado el pantalón, abrazándome con uno de sus brazos por la cintura, mientras seguía mordiendo los labios y saboreando mi boca, con la otra mano empezó a bajarme el pantalón.
¡Ohhh que bueno estás! Decía metiendo su mano por dentro de mi pantalón y slip a la vez que tiraba de ellos para abajo y empezaba a manosear mi polla y genitales.
En cuanto hubo bajado un poco el pantalón y slip, llevó su mano al medio de mis piernas, metiendo su mano por debajo de mis huevos buscando con lujuria el agujero de mi culito. Tan pronto lo hubo palpado, empezó a presionar con su dedo, viendo como yo apoyaba mis manos en sus hombros y gemía notando como su dedo entraba en mi culo.
¡Ahhh aaahhh! Exclamé mientras me estremecía al notar como aquel dedo abría mi esfínter, dándome un pinchazo en el culo, al entrar este sin haber usado lubricación alguna.
Ya ya, ya está, ya está, me decía el viejo tratando de calmar acariciando mis genitales, mientras retiraba su dedo y seguía bajándome el pantalón y slip.
Cuando estos cayeron a mis tobillos por el efecto de su propio peso, tirando de mi camiseta para arriba, sacó esta, quedándome ahora prácticamente desnudo delante de él. Ya me tenía en pelota picada, solo le faltaba quitarme los zapatos y calcetines y terminar de sacarme el pantalón junto al slip, y me tendría como Dios me trajo al mundo, desnudo por completo y listo para ser follado.
Joder, quien se lo iba a decir, tenía en su pequeño camastro donde tantos culitos había roto, al mariconcito del que le había hablado y estado presumiendo el maricón del zapatero, después de que lo había descubierto viendo cómo se lo estaban follando 2 tíos debajo del viaducto. Y lo tenía desnudo y listo para follarlo y hacerlo suyo. Otro culito más que iba a romper, para la colección. Ahora había que hacerlo gozar y que el mariconcito volviera a buscar más polla. De momento ya lo iba a tener al menos un par de veces, una ahora, y otra cuando le diera el transformador al que se había comprometido, si al mariconcito le gustaba la verga, él se encargaría de darle verga, le iba a dar toda la polla que quisiera.
Yo veía como el viejo miraba quedándose, contemplando mi cuerpo, teniéndome desnudo delante suya. Dios, aquel tío era todo un depredador, le veía la cara de lujuria y lascivia que emanaba de su rostro. Era todo él un auténtico macho, un macho dispuesto a saltar por su presa y devorarla haciéndola suya. Y esa presa era yo, yo era esa presa a la que él iba a devorar haciéndome suyo.
Viendo como me miraba, en esos momentos un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. El cuerpo me ardía y la excitación iba cada vez en aumento, miraba para él y no sabía que hacer, ni siquiera sabía donde colocar mis manos, cuando de repente el se empezó a mover hacia mí, llevando su boca a la mía, empezando a devorarla. Mordió mis labios, luego pasó su lengua por ellos, metiendo finalmente su lengua en mi boca, saboreando cada rincón de ella. Mientras él devoraba mi boca, yo nervioso y cada vez más excitado y caliente, busqué con mis manos la cremallera de aquel buzo de trabajo, empezando a bajarle la misma. Iba en busca de su polla, quería tenerla en mis manos y ver aquello que tanto estaba empezando a desear. Deseaba acariciarla y tocarla, lo estaba necesitando y moría por hacerlo, así que nervioso y temblándome las manos y piernas, metí mis manos por dentro de aquel buzo, en busca del preciado tesoro.
Dios, que sensación tuve al meter mis manos y tocar su piel, el cabrón no llevaba nada por debajo del buzo, nada más meter mis manos ya pude tocar la piel de su abdomen, encontrándome al momento con aquel largo y deseado trofeo, que, erguido como el mástil de una bandera, se dejaba asomar por la abertura de aquel buzo.
¡Ohhh ooohhh! Que sensación más placentera y que escalofrío recorrió mi cuerpo al tener entre mis manos aquella hermosa verga. Dios, era bien larga, no se lo que podría medirle, pero yo creo que rondaría los 17 centímetros, no era muy gruesa, pero toda ella era como un cilindro de carne, de igual anchura, tanto en la base como en el glande. No estaba circuncidada, tenía un prepucio que recubría el glande, pudiendo apreciar como este ya se asomaba enrojecido como un apetecible fresón.
Después de estarlo acariciando un rato, llevé mis manos a su pecho, donde pude acariciar el mismo, empezando a dejárselo al descubierto mientras se lo iba acariciando.
Él al ver que yo intentaba quitarle el buzo, facilitó la labor, dejando que le sacara el buzo deslizándolo por sus brazos, terminando por caer este al suelo.
Dios, el cabronazo del viejo era todo una escultura, no tenía un gramo de grasa, era como un atleta, fibroso y musculoso.
Ahora ya estábamos los 2 igual, desnudos por completo, él con el buzo sobre sus tobillos, y yo con mi pantalón y slip, a los pies de los míos.
Mirándome a los ojos, llevó sus manos a mis pezones que ya los tenía erectos por la excitación, empezando a acariciarlos a la vez que los apretaba y retorcía, mientras yo caliente y excitado, acariciaba su larga polla y palpaba sus pelotas, viendo como al viejo le brillaban los ojos llenos de lascivia. Pasaba mi mano a todo lo largo de aquella polla, sabiendo que muy pronto toda aquella verga me la iba a meter por el culo, haciendo que mi cuerpo se estremeciera al imaginarme toda aquella verga dentro mía.
Sin decirnos nada, puso una mano sobre mi hombro empujándome hacia abajo, con la clara intención de que le chupara la polla. Cosa que entendí, por lo que sin decir nada, empecé a agacharme, llevando mi boca hacia aquella verga que esa tarde iba a romperme el culo en el camastro de aquella ferranchina.
Abrí la boca mientras me sujetaba a sus caderas con una mano, y sujetando la polla con la otra, llevé aquella verga a mi boca, empezando a chuparla.
¡Ohhh! Gimió al notar mis labios empezar a chuparle el glande, ¡ooohhh ohhh! Volvió a gemir notando como su verga iba entrando en mi húmeda boca, empezando a ser succionada por mí.
Colocó sus manos sobre mi nuca, empezando a mover mi cabeza, deseando que tragara toda aquella barra de carne. Quería meter toda su verga en aquella joven boquita, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Asiií, asiií, Gemía moviendo su pelvis a la vez que empujaba con sus manos mi cabeza, tratando de meterme toda la polla en mi cavidad bucal.
Yo tratando de tragarme todo lo que podía aquella verga, abría mi boca y acariciaba los huevos al viejo, disfrutando del sabor de aquella polla.
Asiií, asiií, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba el viejo Ferranchinero, sujetándome por la cabeza mientras introducía una y otra vez su verga en mi boca.
Notaba los pelos de su pubis rozar una y otra vez mi cara, y como sus pelotas pegaban en mi barbilla, cada vez que yo tragaba todo lo que podía la polla del viejo.
Joder, había ido a la ferranchina a solucionar el problema del transformador, y ahora me encontraba en aquel cuartucho, desnudo delante del ferranchinero, agachado, chupándole la polla y a punto de ser sodomizado.
Una vez el viejo se cansó de que le chupara la polla, sabiendo que yo ya era suyo, viendo que todo lo que le había contado el zapatero sobre mí, no solo era cierto, sino que además de ser bien maricón, y estar bien pero que bien bueno, tenía un culito que le encantaba. Aquel joven y sexi culito que tenía el mariconcito iba sí o sí, a ser suyo, iba a darle una follada y hacer gozar y gritar tanto al maricón aquel, que iba hacerlo rogar por que le volviera a follar, lo iba a hacer adicto a su polla. Aquel culito era toda una tentación y era una pena no aprovecharse y a hacer de aquel mariconcito, su nenita, donde poder descargar la leche que contenían sus pelotas, lo iba a preñar bien preñado y hacer que rogara por su polla.
Sacándome la verga de la boca, mientras me erguía ayudado por él, me ordenó que terminara de quitarme la ropa, cosa que empecé a hacer, viendo como él también se empezaba a quitar por completo aquel buzo de trabajo. Podía ver cómo le colgaba aquella polla, larga y brillante que acababa de estar chupando, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera al ver lo que muy pronto aquel viejo ferranchinero, me iba a meter por el culo.
Una vez ambos nos hubimos despojado de toda la ropa, agarrándome por la mano me acercó a él, y mientras yo llevaba mi mano a su verga acariciando aquella polla que me estaba empezando a trastornar, él empezó a morder los pezones haciéndome estremecer de gusto. Poco a poco fue subiendo por mi cuello, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera, empezando yo a temblar y soltar leves gemidos.
Viendo como todo mi cuerpo vibraba con lo que me estaba haciendo, fue bajando su mano hasta mis genitales, y luego de manosear mi polla y huevos, viendo lo caliente que yo ya estaba, fue buscando mi agujerito. Una vez sus dedos palparon mi entrada, notando que mi esfínter se encontraba muy cerradito, llevó su mano a mi boca, haciendo que le chupara 2 de sus dedos, llevándolos de nuevo hasta la entrada de mi ano, donde luego de hacerme que me abriera de piernas, empezó a presionar con ellos, consiguiendo meterme uno de los dedos, mientras yo emitía un leve gemido a la vez que me sujetaba a él.
¡Ohhh! Gemí abrazándome a él, notando como mi esfínter se abría, dándole paso a aquel dedo que se introducía por mi culo, haciendo que mi esfínter se fuese dilatando.
Así, asiií, abre un poco las piernas y relaja el culito, me decía empezando a dilatar la entrada de mi ano. Metía y sacaba una y otra vez aquel dedo, haciendo que mi agujerito se fuese abriendo cada vez más.
Cuando comprobó que su dedo ya me entraba sin dificultad, intentó meter un segundo dedo, comprobando la estrechez de mi ano, al meter aquel otro dedo en mi culo, por lo que después de haberlo metido, empezó a abrir ambos dedos como si de una pinza se tratase, haciendo que mi agujerito se fuese abriendo como si de una flor se tratara.
Yo que notaba como sus dedos iban abriendo cada vez más mi culo, me abría cada vez más de piernas, mientras me sujetaba a él, a la vez que jadeaba y gemía, notando como sus dedos hurgaban dentro de mi culo, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba aferrándome a él.
Una vez me tuvo bien dilatado, sacándome los dedos del culo, me dio la vuelta, haciéndome poner a 4 patas sobre aquel viejo camastro.
Asiií, decía acariciándome el pecho y abdomen con sus manos, mientras yo me ponía a 4 patas sobre el camastro. Una vez me tuvo en la posición que quiso, mordiendo mis cachetes, me decía el buen culo que tenía.
¡Ohhh maricón que culito! Que culito más rico tienes cabrón, decía mientras me acariciaba el abdomen con sus manos. Luego de darme unas palmaditas en las nalgas y hacer que mi pecho se recostara sobre el camastro, elevando un poco más mi culito, colocó la punta de su verga en la entrada de mi ano, empezando a presionar, pudiendo notar yo como mi agujerito se iba abriendo, y el esfínter dejaba que se fuese colando aquella verga que empezaba a entrar por mi estrecho culo.
Nada más consiguió meter el glande, sujetándome por las caderas, dio un movimiento a su pelvis a la vez que tiraba por mis caderas hacia él, consiguiendo enterrarme toda la polla de una estocada.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Grité al notar como aquella verga me abría en 2 entrando por mi culo, ¡ooohhh ohhh! Volví a gemir al notar como chocaba su pelvis con mi culo, pudiendo notar sus pelos púbicos pegados a él, y sus pelotas pegadas a la entrada de mi ano.
¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba él dejando enterrada su verga en lo más hondo de mis entrañas, mientras se terminaba de colocar y mi culo se iba acostumbrando al intruso que lo acababa de profanar.
Sin poder aguantarme, mientras mi cabeza y parte del pecho estaban reclinados sobre aquel viejo camastro, llevé mi mano por medio de mis piernas, pudiendo comprobar como mi culito se había tragado todo aquel mástil. Dios, tocaba con mi mano los huevos del viejo ferranchinero, comprobando como me tenía totalmente ensartado en su polla. Poco a poco el viejo empezó a mover su pelvis, pudiendo palpar con mi mano como aquella verga salía y entraba por mi culo, quedando sus cojones en la entrada de mi agujero.
Sentía como su verga salía y entraba por mi culo. Al principio iba lento, pudiendo acariciar yo con mi mano los huevos del viejo notando como me estaba haciendo suyo, mientras él me decía si me gustaba.
¿Te gusta, te gusta la polla, verdad?
Siiií, contestaba yo, notando como su polla entraba una y otra vez por mi culo, haciéndome suyo.
Pues ahora ya eres mi nenita, me decía. Cuando quieras que te de por el culito, no tienes más que venir y pedirme que te dé polla, ya verás como le va a gustar a tu culito que lo folle.
¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba el viejo metiendo por mi culo una y otra vez su verga.
Ahora cada vez iba más rápido y las embestidas que me daba eran más profundas, pudiendo escucharse el golpeteo de su pelvis chocar con mi culo, plof, plof plof plof, plof, plof plof plof, mientras su polla entraba una y otra vez por mi culo, y se oía el rechinar del viejo camastro.
Yo que estaba que me moría de gusto, me aferraba a la manta que estaba sobre el camastro, mientras el viejo ferranchinero, rompía mi culito, haciéndome suyo, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gimoteaba una y otra vez notando como aquella polla entraba por mi culo, rozando y masajeando mi próstata.
Ya los 2 sudábamos como animales con aquella monta que el viejo me estaba dando, cuando el viejo empezó a apurar más sus arremetidas, pudiendo notar yo como su polla empezaba a palpitar dentro de mi culo, y esta empezaba a escupir semen, mientras el viejo gritaba que se corría.
Ya, ya me vengo, ya me vengo, gritaba empezando a llenarme el culo de leche.
¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh! Gritaba mientras eyaculaba dentro mía, llenándome el culo de leche. Había derramado todo el esperma que sus pelotas contenían, preñándome con su semen mientras me hacía suyo.
Una vez terminó de correrse, mientras de su polla iban escurriendo las últimas gotas de semen, echado sobre mi espalda, empezó a morder mi nuca, a la vez que con sus manos empezaba a menear mi pringada y caliente polla.
¡Ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba yo, sintiendo como mi polla empezaba a expulsar 5 largos trallazos de semen sobre aquel viejo camastro.
¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Decía él, notando como mi culito apretaba su polla y esta se iba escurriendo de este, saliendo de mí.
Cuando por fin los 2 nos pudimos reponer de aquella follada que el viejo acababa de darme, luego de limpiarnos y vestirnos de nuevo, quedamos en que yo volvería antes de que acabara la semana, a ver si ya había podido terminar el rebobinado del transformador. Y aunque él no me había dicho ni insinuado nada, yo sabía que él quería volverme a follar.
Después de abrirme la puerta de la ferranchina, me despedí de él, quedando en pasar de nuevo por allí, antes de que terminara la semana. Lo que ambos no sabíamos ni nos dimos de cuenta, es que mientras yo salía de la ferranchina y ambos nos despedíamos, una persona nos estaba observando, y esa persona no era otra que el zapatero que me había dado por el culo después de descubrirme siendo follado por 2 tíos, debajo del viaducto, y el mismo que había presumido y contado todo al viejo ferranchinero.