Adicta a papi

Le pregunté que cual había sido su primera vez y me contó una historia sorprendente que me excitó hasta el morbo.

ADICTA A PAPI

Soy un hombre de 50 años casado con una mujer de 47. Ella había sido operada para extirparle la matriz y tuvo complicaciones que la tenían en cama. Quiso estar en casa pues odia los hospitales, así que contraté a la que sería su enfermera por una semana. Cuando la enfermera llegó a cuidar a mi esposa, me impresionó por lo linda que era.

El primer día me contuve, pero al segundo, cuando estaba doblada arreglando la almohada de mi mujer que se acababa de dormir, le metí la mano por el uniforme y le toque su cosita. Ella no protestó. Yo ya sabía pues había algo en su mirada (de puta) que me lo decía. Salimos del cuarto y sin darme tiempo ni a besarla, se bajó y me quito los pantalones comenzando a mamar mi semi-erecto pene. Pensé que iba a morir. Desde que mi esposa enfermó (hace casi un año) no teníamos relaciones y me conformaba con pajearme pues me sentía culpable de engañarla estando ella enferma. Ya éramos una pareja madura y no me animaba a buscar mujeres por ahí, pero ya no podía más. Ésta enfermerita (que le pondría unos 25 años; podría ser mi hija) me estaba dando una mamada celestial. No tardé en correrme de forma violenta y cuando me recuperé le pedí disculpas. Ella me dijo que no había problema que se conformaba con que se la mamara. Acto seguido se dirigió a la cocina y se tumbo en la mesa abriendo sus piernas eróticamente. Arranque su tanguita y me la comí literalmente, utilizando toda la experiencia de años.

Su cuquita era celestial; se la lamía con desesperación dándole un orgasmo tras otro. Ya a lo último metí mi lengua en su raja en un mete y saca mientras manoseaba su clítoris con una mano y penetraba su ano con los dedos de la otra. La vi morderse los labios para no gritar mientras terminaba desfallecida en la mesa. Durante el proceso me empalme de nuevo, me paré al lado de su cara desfallecida y me masturbé sobre ella; se dejó hacer. Cuando terminé abrió los ojos y se metió mi pene en la boca de nuevo, como tratando de sacarle la última porción de semen; cuando terminó recogió el resto en su cara y la lamió. Cuando nos compusimos hablamos amenamente. Me dijo que era adicta a las mamadas a penes de hombres maduros y que lo prefería incluso a las penetraciones exceptuando las anales que la enloquecían. Me dijo que le gustaba el 69 pero que mientras le lamían la cuquita le penetraran el ano con lo que fuera.

Le pregunte si le había pasado algo parecido con algún enfermo en el hospital a lo que me contó:

"veras, no soy prostituta pero había un señor de unos 65 años (15 más que yo) que estaba muy enfermó. Yo lo bañaba pues no se podía parar y a veces se le ponía la polla medio erecta. Un día, mientras lo bañaba, me dijo que me daba $60.00 si se lo mamaba. Me dijo que su esposa nunca lo había hecho y que no quería morir sin probar. Más que por el dinero lo hice por la excitación que me causo saber que nunca había disfrutado una mamada. Comencé a enjabonarle el pito suavemente causando la erección completa; luego se la enjuagué y cuando estuvo bien limpia me acerqué para comenzar. Era una polla grande y larga (aunque no muy dura) olía a carne y me encantó. Comencé a lamerla despacio bajando hasta los huevos que eran grandes; me los metía en la boca y los chupaba por turno hasta que volví al pene y me lo metí todo en la boca.

Subía y bajaba cada vez más rápido hasta que logré que se arqueara para eyacular. Tenía preparado un pañito para recoger el semen pero cuando lo sentí en la boca me gusto su sabor y me lo trague todo." Me dijo que después se lo hizo de gratis varias veces más pues le gusto mucho. En varias ocasiones mientras ella mamaba, él la masturbaba con la mano y un día ella llevo un vibrador que él le introdujo hasta por el ano.

Le pregunté que cual había sido su primera vez y me contó una historia sorprendente que me excitó hasta el morbo. Ella me dijo con mucha inocencia, como si me contara algo normal, que su primer y más amado hombre fue su papi y que todavía no lo olvida. Me contó:

"Cuando yo tenía 11 años mi papi sufrió un accidente y le enyesaron ambas piernas de las rodillas para abajo. La primera semana estuvo insoportable por tener que dejar de trabajar y estar postrado en cama. Mi mamá se cansó y me dijo que tendría que atenderlo pues ella no iba a bregar más con él. Yo adoraba a mi padre y me encantó la idea (de ahí mi vocación de enfermera) así que mi mami se fue a trabajar y yo comenzaría a atender a papi por las tardes cuando llegara del colegio hasta la noche que llegaba ella.

El primer día llegué y él se estaba lavando el cuerpo en la cama con un pañito pues no podía usar la bañera. Cuando me vio se tapo el pene con el pañito y yo con toda naturalidad, pues no tenía malicia, le dije: yo te ayudo. Tomé el pañito y termine de lavarlo. No entendía por que se puso nervioso.

Al otro día llegué y le dije que lo iba a lavar. Me miro con nerviosismo pero no dijo nada. Yo comencé a enjabonarlo en la cara, el cuello, el pecho hasta bajar a su pene. Me detuve ahí pues sentía muy agradable enjabonarlo. Me di cuenta que según lo enjabonaba crecía y se ponía más bonito. Mi papi echaba su cabeza para atrás, cerraba los ojos y gemía suavecito. Cando iba a enjuagarlo me dijo muy ronco que siguiera un ratito más. Luego me dijo:

"termina, vete y cierrame la puerta!".

Obedecí pero me quedé escuchando detrás de la puerta. Escuche que gemía más fuerte y su cama rechinaba como si la movieran.

Varios días después de esta rutina pasó algo diferente. Luego de que lo enjaboné, lo enjuagué y me quede tocándolo un ratito más. No me dijo nada, pero se comenzó a mover rítmicamente. Acto seguido tomó mis manitas, las puso alrededor de su pene y comenzó a moverlas hacia arriba y abajo. Me dijo:

"Sigue así mi’jita, házmelo rápido un ratito más que me gusta mucho’.

Él gemía cada vez más y se movía hasta que se arqueó y comenzó a botar un líquido blanco por la punta de su pene. Yo me sorprendí y le pregunté que era eso. Me dijo que era leche para que las mujeres la tomaran pero que desde que mi madre no lo atendía, no se la daba y por eso ella estaba molesta; por eso yo no podía decir nada pues ella se molestaría más.

Yo le dije que si la podía probar y tomó un poco en su dedo de su barriga y me lo metió en la boca. Mientras yo saboreaba ese líquido de sabor extraño pero agradable metía y sacaba su dedo de mi boca. Eso hizo que se calentara mi entrepierna y cuando me fui a mi cuarto estaba muy mojada.

Al otro día llegué excitadísima para nuestra sesión de limpieza. Pensaba que si yo era especial para mi papi me tendría que dar su lechita de nuevo. La noche anterior soñé que me la bebía todita. Para convencerlo le supliqué y lo besé en la boca (tenía que hacer algo especial para ganarme mi premio) él me metió la lengua en la boca y yo le tomé su precioso palo masajeándolo como el me había enseñado el día anterior. Soltó mi boca y se acomodó para disfrutar el masaje. Yo lo hacia más rápido cada vez pues ansiaba tener su leche hasta que comenzó a botarla y cuando terminó se la lamí toda de su pecho y un poco de uno de sus muslos. Como por instinto vi un poco de lechita escurrirse por su todavía erecto pene y le pase la lengua. Él gritó como un loco y se arqueó al contacto de mi lengua; yo le seguí lamiendo el resto de la lechita en su palo pues me gusto el tacto de su carne en mi boca. Parecía que iba a desfallecer.

Cuando se recuperó me dijo que eso lo había dejado loco de gusto, que era una buena niña y que iba a ser mejor mujer que mi madre. Eso me excitó de nuevo y me mojé otra vez entre las piernas pensando como lograr satisfacerlo más al otro día.

Llegué y me bañé antes de ir donde él pues me sentía caliente y ansiosa. Mientras me bañaba me pasé el jabón por mi rajita y eso me calmó un poco. Entré, lo lavé y lo besé de nuevo en la boca buscando su lengua. Él no protestaba, era mío. Comencé a masajearlo cada vez más rápido hasta que se vino. Lamí todo su semen y me quedé un ratito lamiendo sus bolas y su pene. Él no abría los ojos y seguía gimiendo:

"que rico, que rico mi’jita, me vas a sacar la leche otra vez con la boca, mmmmmm".

Yo le pregunté que como lo hacía y él me dijo que me lo metiera todo en la boca y lo chupara como una botella de bebe. Fue casi instintivo, lo estaba disfrutando mucho. De pronto el me agarró por la cabeza y lo empezó a meter y sacar muy fuerte. Dio un grito y me hecho toda su lechita en la boca. Me lastimó un poco la garganta pero yo estaba viciosa y me la tragué toda. Yo le lamí todo su palo y bolas agradecida. El se puso muy feliz porque le dije que me gustaba más que con las manos y que mañana se lo haría así de nuevo.

Cuando llegué al otro día me bañé de nuevo pues no podía aguantar la calentura entre mis piernas pensando en mi rico manjar. Papito me pregunto que porque me bañaba y le expliqué de mis calenturas. El me dijo que tenía la solución. Mientras yo me comía su delicioso palo me metió la mano en mis braguitas y comenzó a manosearme; sentía muy rico. Cuando me dio su leche aceleró su mano en mi rajita y sentí algo nuevo. Exploté gritando como loca y caí sobre su pecho. Ya sabía porque le gustaba tanto eso. Me quedé lamiéndole su pene hasta que se le bajo y me volvió a manosear haciéndome feliz otra vez.

Al otro día me pidió que me trepara encima de él en lo que llamó un 69 y mientras yo disfrutaba su palo me metía y sacaba la lengua de mi rajita. Estaba como loca; al rato de terminar los dos me senté en su cara y le dije:

"házmelo de nuevo papi"

Él me lo hizo y yo restregaba mi cosita en su cara. Me lamía toda, me chupaba mi clítoris, me sacaba y metía su lengua una y otra vez. Tuve varios orgasmos gritando como loca. Cuando terminó me recosté en él; noté que se había empalmado de nuevo y me abalancé sobre mi palo sin misericordia. Como disfrutaba oírlo gemir. Estaba totalmente adicta.

Cuando le quitaron el yeso y volvió a trabajar comencé a sufrir pues casi no podíamos hacer nada. Una noche me fui a gatas al cuarto de mis padres y sin que mi madre se diera cuenta se lo saqué y se lo empecé a mamar. Él me saco del cuarto y me llevó a su baño. Me sentó en la taza del excusado y me agarró por el cabello. Me clavó su pene en mi boca y comenzó un mete y saca violento hasta que se vino. Un poco de su leche se me escurrió por la mejilla y yo lo restregué por mi cara y mi nariz. Como lo extrañaba.

Así pasó el tiempo haciéndolo esporádicamente hasta que cumplí 14 años. Ya había crecido y cada vez necesitaba más sexo. Como no me hacia caso pues le tenia miedo a mi madre, decidí buscarme un chico, pero no soporte que me tocaran. No sabía besar y cuando le pedí que me la mamara me dijo que no sabía, estaba muy frustrada y no tenía deseos de seguir probando con estos inmaduros. Solo podía pensar en mi papi. Así que me fugué del cole y llegué a su trabajo a la hora del almuerzo (sería mío ahí). Él me regaño cuando me vio y yo comencé a llorar. Le dije que no soportaba que otros me tocaran y que lo necesitaba. Se apiadó de mí y se bajó los pantalones regalándome de nuevo mi anhelado palo que mamé como borrego desesperado hasta sacarle la leche. Entonces le dije que me la mamara. Me tumbó en su escritorio, me abrió las piernas me quito la braguita y comenzó a mamármela bien rico. Después del primer orgasmo me viró de forma violenta e hizo algo nuevo. Me comenzó a lamer mi anito. Yo me fui al cielo, que rico era eso. De pronto me comenzó a meter los dedos y eso me gustó más. Me dijo:

"Quiero meter mi palo en tu culito, nena". "Te va doler pero después te va a gustar mucho cariño"

Me asusté y temblé un poco, pero sentí miedo de que si me negaba no me diera más placer así que decidí sacrificarme. Él me puso su paño en la boca para ahogar mis gritos; eso me asustó. Su pene era normal pero yo era pequeña y se veía enorme en mis nalgas. me lubricó con su saliva y comenzó a meterlo. Sentí que me desgarraba y me dieron ganas de hacer caca pero él me sujetaba muy fuerte. Me decía:

"cálmate mi’jita, yo te amo" "ya veras que te va gustar. Siempre había deseado romper tu pequeño hoyito".

Mis piernas desfallecían del dolor, temblaba y comencé a llorar pero él estaba como poseído diciendo:

"que rico, que cerradito, mmmmm, que delicia, cómetela toda hi’jita".

Paró en seco cuando entró todo, me comenzó a besar la nuca con su palo dentro, me metió la mano entre las piernas y me provocó un orgasmo, ya no sentía molestias y comenzó a meter y sacármelo cada vez más rápido. Que rico se sentía! Estaba en la gloria sintiéndome poseída por mi papi. Aceleró de repente y se vino dentro de mí apretándome contra él con fuerza. Cuando se puso flácido me invadió la tristeza pues disfruté sintiéndome llena de mi amado palo por detrás. No me lo quería hacer por delante pues decía que algún día me casaría y tenía que dejar algo para mi futuro esposo, pero yo no quería a nadie más y sentía muchos celos de mi madre, así que un día que él estaba bien caliente tomé su pene y lo llevé a mi cosita. Él intento resistirse pero estaba a mi merced; vencido por el deseo me lo empujó hasta lo último desgarrándome. Metía y sacaba sin compasión hasta que se me calmó el dolor y tuve mi primer orgasmo por delante con su pene. Me gustó mucho pero estoy adicta a mamárselo y a que me rompa mi culo cuando lo desea.

Luego de esto cada vez le tenía más miedo a mi madre y no deseaba que se fuera a enterar. Casi no me tocaba pero yo estaba de mal en peor. Lloraba mucho y me masturbaba extrañándolo. Volví a fugarme del colegio y llegué a su oficina. Cuando entre, no estaba y fui a la de su jefe (un señor como de 60 años) para saber donde estaba. Me dijo que salió a un encargo de él. Me puse muy triste y él lo notó. Me dijo que se iba, que si quería me llevaba. Acepté y en su carro comencé a llorar. Él se preocupó y paro el auto cerca de un parque. Me quedé callada y noté que me miraba con lascivia. Lo miré y no estaba mal; me humedecí inexplicablemente. Para no delatar a mi papi le dije que mi novio me había dejado y que estaba muy triste; para provocarlo le dije inocentemente que extrañaba la verga de mi novio y buscaba a mi papá para que me diera dinero y poder salir y olvidar. Me preguntó que a donde quería ir y yo le dije que quería encontrar un hombre que me consolara. Se puso nervioso y me dijo que lo podía hacer si yo quería. Le sonreí y dije que si. Acto seguido agarré su paquete por encima del pantalón y guió hasta un sitio solitario.

Estando ahí me abalance sobre su pantalón, lo desabroché y busqué su palo que era de buen tamaño (se veía mas grande que el de papi) Comencé a lamerlo para conocerlo. Él estaba sorprendido pues no esperaba que yo supiera mamar; tiro su asiento para atrás y comenzó a gemir. Me agarró por el pelo y me lo clavaba hasta la garganta. Cuando estaba listo para eyacular me saco el pene de la boca (parece que no esperaba que me bebiera su lechita) Me solté de su mano y me abalancé de nuevo sobre su verga hasta que lo hice explotar en mi boca. Me lo saboreé como una gatita a su lechita.

Me acerqué a su cara, estaba desfallecido y sorprendido y le dije: "Quiero que me comas mi culito". Me miro como si viera un ángel y me dijo que era demasiado maravillosa para ser real. Me tiro en el asiento de espalda, me abrió mis nalgas y comenzó a lamerme mi culito. Luego, con la saliva me fue metiendo los dedos. Estaba en el paraíso. Me decía: "que chiquito lo tienes querida, te lo voy a romper con mi palo" Se recostó sobre mi y comenzó a metérmelo. Yo gritaba: "métemelo, lo necesito, rómpeme!" Empujo y la metió toda (me dolió pero aguanté). Cuando entraba y salía fácilmente me agarró por las piernas, me viró y me sentó sobre él. Eso me dolió mucho pero me sujetó fuerte y comenzó a sacármelo y metérmelo sin compasión. Me agarró las piernas con una mano y me masturbó con la otra mientras seguía su mete y saca. Cuando me vine me metió los dedos en mi cosita, acelero su movimiento y se vino en mi anito. Fue espectacular; estaba tan agradecida que me aprisioné de su palote para limpiarlo con mi boca.

Me dejó en casa, me beso y se fue. A los pocos días recibí un celular en el colegio con una nota de él diciéndome que era para llamarlo cada vez que necesitara consuelo. Me puse feliz pues ya tenía sustituto para mi papi cuando no quisiera satisfacerme. Así fue que encontré sustituto para mi papi aunque sigo prefiriéndolo a él. Terminó diciéndome ella.

Luego de contarme esto sabrán que mi pene estaba como una roca; la doble en la mesa y se lo empujé en su delicioso culito. Le decía: "comete mi palo, mi’hijita", para que recordará a su padre y gozara más. Y así fue, ya era mía. Yo le decía: "Dime papito y suplícame".

Ella gemía: "Métemela, papito por favor. Rómpeme papito. Dame duro con tu verga. Ay que rico lo haces, ahhhhhh."

Estaba descontrolado, la viré sin sacarle mi palo, tome una botella de vino, hice que la chupara y se la introduje en su cosita. Se llevo un puño a su boca para no gritar y comenzó a convulsionar. Verla así me enloqueció y me vine violentamente. Así pasamos toda la semana que estuvo aquí. Me contaba sus historias y luego la cogía por todos lados acabando siempre en su boquita deliciosa. Todavía la extraño.