Adicta a las perversiones de mi abuelo (3)

El abuelo me inicia en el sexo anal...

Hola!!, sigo escribiendo y me tomé un tiempito... Para compensarlos les pongo una foto mía para que me conozcan, es de hace unos años cuando era más chiquita... en la foto estaba por cumplir los veinte añitos, para que tengan idea como era en los días de mi relato.

Ahora que ya cumplí con mi promesa, sigo contando... Besos!!

Llegó el mes de marzo y se acabaron las vacaciones de verano.

Este año era diferente a otros porque comenzaba una nueva etapa de mi vida entrando al colegio secundario y mi niñez quedaba atrás definitivamente, ya me sentía una adolescente al fin de cuentas.

Además en corto tiempo había aprendido a hacer cosas propias de una adulta, y sabía que faltaba muy poco para convertirme en una mujer completa y verdadera. Podía sentirlo llegar en mi cuerpo y en mi forma de ver las cosas. No sé si las dosis de amor líquido del abuelo aceleraban mi crecimiento pero mis hormonas estaban alteradas y en plena ebullición, para mi agrado cada vez que me miraba en el espejo veía curvarse más mi cuerpo y moldearse el de toda una hembrita apetecible, estaba más alta, mis caderas se ensanchaban, mi colita se paraba provocativa y mis pechos se hinchaban pidiendo nuevas tallas de sujetador.

Había compartido con mamá y el abuelo momentos inimaginables un tiempo atrás, aprendiendo a disfrutar de mi piel y de su piel, en noches afiebradas de desenfreno total, abrazando y girando en la cama, dejándome llevar entregada por completo a gozar... acariciada, explorada, recorrida por sus labios, imágenes desenfrenadas de placer que me llenaban... mi cuerpo joven entre sus cuerpos... la humedad gimiente de mamá... los embates duros del abuelo... sus jadeos de satisfacción al tenernos... su semen caliente escurriéndose en mi boca... por mi vientre, entre mis nalgas y en los pechos hermosos de mamá... y mis labios succionando... saboreando la mezcla de jugos y leche tibia... gozando del debilitante perfume del sexo y los estertores del orgasmo...

Y lo más importante, mi actitud también había cambiado profundamente, ya no era una nena inocente, era todavía una virgencita... pero ardiente, provocativa, ansiosa por seguir aprendiendo y teniendo nuevas experiencias, ansiosa de probar un hombre... ya lo había saboreado, ahora quería sentirlo dentro de mí...

Los tres despedimos el verano con una noche infernal de vale todo, como siempre el abuelo hacía con nosotras lo que quería y las dos sucumbíamos a su lujuria dejándonos hacer... por momentos parecía que el abuelo no resistía más la tentación de mi cuerpito virgen, su miembro endurecido y ansioso buscaba abrirse camino entre mis piernas y sus dedos tanteaban el agujerito apretado de mi ano como eligiendo por donde iniciarme...

Más ocurría que mamá siempre estaba atenta y era la que calmaba los ardores de las tremendas erecciones ofreciendo su cuerpo, y a mí me quedaba sólo contemplar como el abuelo se hundía en ella en arremetidas violentas que parecían quebrarla... y enloquecerla, cuando tenía dentro el miembro del abuelo se perdía completamente entregada a gozar... y no tenía límites, yo misma había recibido los favores de su desenfreno en la cama durante la noche... cuando se retorcía jadeando colocada en cuatro patas como una perra caliente mientras el abuelo la montaba sin cesar por el culo... al mismo tiempo, ella lamía mi cuerpo, separando mis piernas y sorbiendo mis jugos, su boca recorría voraz mi sexo penetrando mi vulva con su lengua hasta casi desvirgarme, al mismo tiempo que con su labio superior frotaba mi clítoris en una danza que me llevaba al paroxismo.

Era como que la verga del abuelo la atravesaba... y saliendo por su boca me poseía al mismo tiempo... hasta sucumbir los tres en una orgía de gemidos de satisfacción y gozo.

Por la mañana desperté acurrucada contra el abuelo. Mamá ya se había levantado y estábamos los dos solos así que aproveché para despertarlos... a él y a su miembro.

Comencé a apretar mis nalgas contra su pija acunándola en el calor de mi zanjita deseosa, frotándome como una gatita mimosa, sintiendo con deleite como lograba endurecérsela paulatinamente, hasta que el abuelo no soportó más la tortura de mi cola calientita y empezó a tocarme, me abrazaba y sobaba los pechos al tiempo que introduciendo su vergota hinchada desde atrás entre mis piernas me frotaba la vagina humedeciendo la cabezota en la entrada apretadita y lista para el estreno, haciéndome estremecer a su contacto duro y caliente, y entre suspiros no pude evitar pedirle todo lo que deseaba en ese momento:

Quiero probar, abuelo...

Quiero ser tuya, quiero ser tu mujer... No quiero esperar más... -

¿Estás bien mimosa mi nenita linda? ...-

Me susurraba el abuelo al oído mientras lamía el lóbulo de mi orejita haciéndome cosquillas con la punta de su lengua.

Entonces vas a ser mía. Toda mía... -

-Sí, toda... toda abuelito.-

Y loca de deseo puse mi mano sobre la cabezota de su dura pija y la apretaba contra los labios de mi sexo caliente incitándolo a penetrarme, a tenerme, a hacerme suya de una vez por todas, su mujer, su hembra, su putita...

Y cuando el abuelo se prestaba a colocarse entre mis piernas... mamá volvió al cuarto.

Mirando al miembro erguido se acercó al abuelo y lo saludó besando su boca

Huumm, no fue suficiente lo de anoche...??-

Preguntó poniendo voz de puta, al tiempo que cerrando su mano sobre la verga del abuelo comenzaba a pajearlo lentamente...

La muy zorra me lo estaba arrebatando, ya la conocía, ahora lo montaría y me dejaría con las ganas...

Entonces le gané de mano, arrodillándome sobre la cabezota hinchada comencé a chuparla con furia, una mamada intensa que estremeció de gusto al abuelo, mientras mi mirada estaba fija en los ojos de mamá, como diciéndole te voy a arrebatar este macho, te voy a destronar y voy a ser la preferida...

Y ella lejos de dejarse ganar tan fácilmente, y manteniendo mi mirada, acercó también su boca a la vergota comenzando un verdadero duelo de lamidas y succiones, nos peleábamos por arrebatarnos el cetro endurecido, lo masturbábamos a cuatro manos disputándonos la cabeza amoratada y ya a punto de explotar, lo mamábamos a dos bocas afiebradas por demostrar cual era la mejor puta, la más pervertida, la más adicta a su vigor de macho...

Y el abuelo loco de satisfacción por nuestro empeño en la tarea, nos tomó a las dos por los cabellos imponiendo el orden y manteniéndonos sujetas a su voluntad dio por terminado el diferendo en un empate, y literalmente acabó con el duelo dándonos a desayunar a ambas sus chorros de semen caliente...

Tendría que esperar una nueva oportunidad de estar sola con él...

Días después comencé las clases estrenando el uniforme del colegio secundario, que era una camisita blanca, corbatita azul y pollerita corta haciendo juego. El abuelo elogió mi apariencia al verme vestida así por vez primera con un silbido de admiración, y yo halagada desfilaba para él por el comedor como si fuera una modelo, contorneando mi figura y esperando que me viera como toda una mujer. Yo me moría por sentirlo, que me hiciera el amor, el tener un hombre dentro complaciéndome era mi deseo más intenso y el que llenaba todos mis pensamientos.

Y llegué a pensar que mis deseos se me notaban en la cara, como si llevara un cartelito en la frente que dijera SOY PUTITA, porque empecé a darme cuenta que no sólo el abuelo se tentaba conmigo, también sentía las miradas de otros hombres por la calle, cuando iba al colegio, en el autobús, más de uno se volteaba siguiendo el vaivén de mi faldita corta para decirme cosas; de ruborizarme al principio pasé a disfrutar de esos momentos, saber que eres atractiva enaltece el ego de toda jovencita y descubrí que el hecho de mostrarme y exhibirme y atraer miradas me gustaba... hasta llegué a levantar unos centímetros el ruedo de la pollerita del uniforme para llamar más la atención sobre mi cuerpito... y aprendía rápido la forma de atraer a un hombre, con miradas fugaces y gestos aparentemente inocentes, cruzaba las piernas y las mostraba mientras iba sentada en el autobús, o bastaba llevar un dedo a la boca y pasarlo distraída suavemente por los labios carnosos como aburrida... y ellos se derretían... Y sentía toda una verdadera sensación embriagante, como de victoria, cuando por la calle un hombre me miraba con expresión de macho cazador frente a su presa, y la presa indefensa, la nenita, le devolvía entonces desafiante y provocativa la mirada, como diciéndole con el brillo de mis ojos: Ya la probé... y me gustó... los dejaba turbados con mi actitud... y suponía que masturbados también, y el saberme deseada y atrayente me gustaba... me estimulaba... y me excitaba.

Y por supuesto, en esos días, el único que recogía los frutos de sentirme estimulada por la pubertad era el abuelo, siempre dispuesto a hacerme compañía.

Una tarde llegué del colegio y acababa de tomar la merienda, y mientras me estiraba en puntas de pie y guardaba las cosas en la alacena vino el abuelo del taller y no perdió detalle recorriendo mis piernas con su mirada lujuriosa. Me hice la que no lo había visto y agachándome para abrir un cajón, dejé bien parada mi colita para que gozara del espectáculo que dejaba entrever la corta faldita... mi bombachita de algodón blanca hundida tentadoramente entre mis nalgas virginales y duritas, apenas una tirita que se ensanchaba marcando sugestiva el contorno de mis labios vaginales... suficiente tentación para encabritar al abuelo que no perdió tiempo en ponerse a manosearme, y lejos de entregarme quietita como lo hacía antes ahora me mecía ante sus caricias suspirando, lo incitaba con mis movimientos hasta enloquecerlo... lo provocaba... para con una risita juguetona escapármele a un costado y sentarme sobre la mesa, entreabriendo las piernas invitándolo, mientras mis deditos desabotonaban lentamente la camisa del uniforme dejando que se asomaran mis pechos apretados por el corpiño, meloncitos de rocío dulces y maduros listos para degustar...

Y el abuelo enloquecido por mi actitud de putita complaciente me tomaba sobre la mesa y me devoraba a besos, me lamía y saboreaba, mientras yo lo abrazaba con las piernas enredadas a su cuerpo y frotaba mi sexo caliente contra su verga endurecida a través de la tela, mis braguitas se mojaban con mis jugos y humedecían su pantalón, llenando el aire de aroma de hembrita en celo, de deseo acumulado, y lo incitaba a poseerme.

Y la lengua del abuelo me recorría, seguía el camino del aroma perdiéndose bajo mi pollerita para lamerme y hacerme perder la total compostura al sentirla recorrer mi vagina y terminé acabándome a gritos sujetando su cara entre mis piernas...

Era una sensación deliciosa, y... ahora yo le daría las gracias al abuelito con mi boquita...

Más él tenía otras intenciones y estaba aún devorándome y al parecer buscando mi agujerito más estrecho, me volteó boca abajo girándome sobre la mesa hasta tener mi colita paradita y expuesta a su antojo, me abrió las nalgas con sus manos y siguió hurgando hasta encontrar y meter la punta de su lengua ansiosa en mi ano, lo lamía y penetraba con movimientos circulares que me hacían estremecer de gusto... por ahora...

Cuando bajó sus pantalones y dejó libre su animal embrutecido quise voltearme para acabarlo mamando como acostumbraba, pero él me sujetó contra la mesa y apoyó su instrumento contra mi cola... guiándola con su mano apuntó contra la entrada presionando mi ano con su cabezota excitada, y yo entonces me di cuenta que la hora me había llegado, solo que no como esperaba, estaba por ser enculada en el ataque de calentura que parecía tener el abuelo.

Entonces me dio miedo, todo era muy rápido para mi gusto, pero ya no podía echarme atrás... solo alcanzaba a suplicar asustada...

  • Por favor abuelito, despacito... despacito... -

Tranquila bebé, ponte flojita que esto te va a gustar-

Y aumentando su presión trataba de penetrarme, pero su cabezota enorme resbalaba en la entrada cerrada. Yo estaba muy nerviosa y el temor me hacía apretar mi esfínter con fuerza, mi miedo al dolor era tan grande como sus deseos por tenerme, de nada valió que tratara de meter sus dedos y ensalivara más aún mi agujerito, cuando el abuelo arremetía con su vergota... en mi mente afloró la imagen de las mariposas que clavábamos con alfileres en la escuela... así me encontraba... entregada... con mi cara apoyada en la mesa y mis piernas colgando en el aire, completamente abierta y expuesta a sus deseos...

El abuelo empujó una vez más... solo que ante sus embates... la mesa... comenzó a ceder... y deslizarse, a cada empellón de él contra mi cuerpo nos corríamos otro tanto, anulando sus intentos y arrastrando el mantel y las sillas que caían con estrépito en un desorden total!! Probó varias veces hasta que viendo que no tenía éxito en su intentona, contrariado y lanzando imprecaciones me levantó en andas y me llevó hacia su cuarto desvistiéndome por el camino, hasta depositarme en su cama cubierta sólo por un par de zoquetitos blancos...

Ahora sí no me escapaba...

Y jugándome una última carta para zafar me arrodillé y comencé a besar la punta de su miembro hinchado lentamente tratando de tentarlo con la habilidad de mi boquita...

El abuelo dándose cuenta de mis intenciones me tomó del cabello apartando mi cara y tratando de detenerme... para después con una sonrisa cómplice exclamar... qué zorrita!! Ahh!! Entonces date el gusto...

Y flexionando un poco sus rodillas me la metió hasta la garganta, y yo contenta con mi pequeño triunfo lo mamé golosa un buen rato hasta que él descargó buena parte de sus ímpetus en mi boca.

Ahora los dos estábamos más tranquilos y distendidos para pasar a la acción nuevamente.

El abuelo entonces tomó un pote de crema de la mesa de luz, de la que mamá usaba en la colita paspada de mi hermanito y comenzó a untarse la pijota, haciendo que la cabezota se viera brillante y lustrosa..., aún más grande... luego me acomodó para el golpe de gracia poniéndome en cuatro patas, sus manos me untaban la cola resbalando por mis nalgas y lubricando mi agujerito temeroso...

Ahora se tomó su tiempo, me masajeaba suave y firme aceitándome toda, mis nalgas redondas brillaban untadas en lubricante, la yema de su pulgar dilató mi ano despacito, convenciéndome poco a poco y dándome confianza.

Iba a necesitarla... yo estiraba mi mano y aferraba su verga, la sentía dura y poderosa, hinchada y con las venas explotando de deseo, me daba miedo verla tan grande... y al mismo tiempo me excitaba tremendamente su contacto, la deseaba, quería sentirla, que me poseyera ya sin más rodeos... comencé a mover mi mano adelante y atrás, estimulándola, masturbando al abuelo lentamente aumentando su fervor por tenerme..

Y él al mismo tiempo movía sus dedos entre mis nalgas y me los iba introduciendo de a uno con cuidado, deteniéndose cada vez que yo gemía y esperando que me calmara y me acostumbrara a su penetración... primero uno...luego otro... con el tercero... sentí que me moría.. Ahhh!! No puedo... no puedo más abuelo... gemía entre dientes...

Calma, bebé, tranquila, ya te acostumbrarás... -

Y te va a gustar... te va a gustar... -

Y de a poco comenzó un movimiento circular de mete y saca con su mano, poniéndome más crema para que resbalara mejor.

Ahh... Ahh... despacio... abu... abu... -

Quietita, bebé, flojita... flojita... -

Esto te va a gustar... y así... no te voy a embarazar... solo disfruta... -

Yo ya estaba perdiendo el control de mi cuerpo, me retorcí largo rato al compás de sus dedos, hasta que sentí que los retiraba... por un momento me pareció sentirme vacía... hueca...

Entonces la punta lustrosa de su miembro encremado se apoyó en la entrada de mi colita dilatada... y reclamó su lugar...

Era el momento que los dos habíamos esperado tanto tiempo.. y llegaba con una mezcla de excitación... y retumbe de latidos en todo por todo mi cuerpo...

Más entonces la sensación de placer desapareció... un ardor tremendo se extendió desde mi colita a medida que la verga del abuelo se hundía dentro y el dolor me retumbó hasta las sienes... me dolió terriblemente... mis ojos se llenaron de lágrimas al sentirme penetrada por él...

AAHHHH !!AAAHHHH !!!!!!

Un grito desgarrador me salió del alma... creí que me moría en ese instante, sintiendo su glande abrirse camino.

Me retorcí toda tratando de librarme de esa cosa que me mataba... pero ya era tarde... me tenía firmemente aferrada...

Flojita, bebé,... flojita... -

Repetía el abuelo como si fuera tan fácil, y yo no paraba de sacudirme ante sus embestidas y hasta amagué rasguñarlo para librarme, entonces para tenerme quieta me tomó de los brazos y doblándomelos hacia atrás los cruzó sobre mi espalda sujetándome con sus manos, mi cara apoyada en la almohada cubierta de lágrimas y mocos... quería escaparme... pero era imposible... mis caderas en alto estaban disponibles para la fiesta...

Para él todo era placer, mi ano apretado estrujaba su miembro llevándolo a la gloria... Para mí todo era dolor, aunque en ese momento el abuelo se apiadó un poco de mí y sosegando temporalmente su sed de semental se quedó un rato quieto, tratando de calmarme, sin hacer esfuerzo por seguir metiéndola, pero ese no era el problema... era una simple cuestión de tamaño...

No sé cuánto tiempo estuvo así, cada segundo era interminable y me parecía una eternidad... después empezó a moverla despacio adentro y afuera, la metía unos centímetros y luego retiraba su verga hasta que mi esfínter apretado hacía tope en su glande, reteniéndolo adentro... para volver a meterla... estábamos abotonados como los perros de la calle...

Yo gemía y sollozaba sin parar, esto distaba mucho del debut que me imaginaba fantaseando con oleadas de placer y orgasmos intensos... solo era un calvario intenso y quería que terminara... le rogaba al abuelo que me la sacara...

Y entonces viendo hacia un lado a través de mis lágrimas vi a mamá apoyada en la puerta contemplándome... estaba en total silencio, y yo la miré pidiendo auxilio con mis ojos llorosos... y solamente encontré en su mirada un brillo de reprobación, como diciéndome: te lo buscaste... Y luego se fue. Me dejó sola a mi suerte.

Y el abuelo siguió en la para él agradable tarea un buen rato, hasta que con un suspiro final de satisfacción se sacudió dentro de mí y por vez primera llenó de leche el interior de mi cuerpo. Y para mí fue como un bálsamo, sentir su semen tibio fue la primera sensación agradable, como si ayudara a calmar el dolor...

Luego se retiró... y su glande despidiéndose dilató por última vez mi ano dolorido... y así que también grité cuando me la sacó...

Me quedé boca abajo en la cama completamente abatida, extenuada y dolorida, sin poder moverme... me recuperaba de a poco y sentía entre mis nalgas deslizarse gotas de líquido que corrían entre mis piernas... cerré los ojos y no me animaba ni a tocarme, me imaginaba mi pobre colita maltrecha y tenía miedo de que estuviera sangrando... tomando coraje pasé la yema de mis dedos suavemente recogiendo un poco... para ver con alivio que solo era el semen mezclado con la crema...

Estuve más de una hora en la misma posición, hasta que vino el abuelo a buscarme y cargándome con cuidado en sus brazos me llevó al baño para introducirme en la bañera con agua tibia, y me fue lavando suavemente, con cariño me daba besitos para reconfortarme diciéndome que era hermosa... que así me iba a sentir mejor... mientras me repasaba con una esponja y me cubría de espuma...

Al principio duele un poquito... pero ya te vas a acostumbrar... -

De que costaba al principio no me quedaban dudas, cómo me hubiera gustado disfrutar con la facilidad que lo hacía mamá!... ¡Cuántas veces lo habrían hecho ya para llegar a esa forma de entenderse? Sería ese el precio a pagar para gozar como adulta?? Porqué todo tenía que ser tan difícil!!

Luego del baño el abuelo me llevó de nuevo a su cama y recostándome boca abajo sacó una crema en tubo y comenzó a untarme nuevamente.

Esto es especial para calmarte... esto va a hacerte bien mi chiquita hermosa... –

Pasó su mano y la crema fría me hizo estremecer al contacto, y él siguió masajeando mi agujerito un buen tiempo...

Después me estremecí nuevamente... cuando vi que se encremaba también la vergota otra vez!!

Y acostándose arriba mío para tenerme quieta con su peso antes de que reaccionara me separó las piernas, acomodando su barra endurecida entre mis nalgas hasta encontrar la entradita recién inaugurada...

Tranquila mi chiquita... así te vas a acostumbrar...asii... -

Ahhhhhh –

Su bufido de gusto se mezcló con mis gemidos mientras me la metía otra vez...

Creo que me desvanecí.

Y durante los siguientes días siguió haciéndolo, inmune a mis grititos y lágrimas. Era cuestión de acostumbrarse...

El abuelo tenía razón, era cuestión de acostumbrase...como él decía.

Con el tiempo mis ganas por coger como una adulta le ganaron a mis llantos de niña, y mis instintos de putita en crecimiento me ayudaron a olvidarme del dolor del debut , al final terminé aprendiendo a relajarme y dejarme hacer....

En unas semanas ya no me dolía cuando me montaba por el culo, pero tampoco el sexo anal me gustaba totalmente, me agradaba la sensación de entregarme y sentir el sexo endurecido del abuelo dentro, me excitaba al hacerlo o viéndola a mamá en la cama pero cuando tomaba su lugar era como que algo me faltaba, el abuelo me la metía y me culeaba con todo, me calzaba profundamente con su miembro de semental hasta las bolas, poseer mi colita era la novedad de las noches y yo un tanto masoquista cada vez disfrutaba más de esa sensación primitiva de sexo salvaje y animal... su pija me poseía y me llenaba paulatinamente de sensaciones instintivas de placer... pero no terminaba, no acababa, me quedaba con una sensación de calentura encima igual que cuando lo mamaba... me faltaba algo... y no sabía bien qué era.

Faltaba un detonante en mi mente que hiciera estallar mi cuerpo... o había alguna traba invisible que no me dejaba gozar.

Tal vez cuando perdiera mi virginidad completamente el rompecabezas estuviera completo.

Y también tenía en la cabeza un pensamiento que me daba vuelta sin cesar desde hacía un tiempo, una pregunta sin respuesta que rondaba en mi mente... la frase que había pronunciado el abuelo mientras me la metía por primera vez... "así no te voy a embarazar... así no te voy a embarazar..."

¿Acaso ya antes había cometido ese error?¿ Habría embarazado a una jovencita... ?

Sería él... quien verdaderamente embarazó a mamá... a su propia hija?

¿En vez de abuelo... debería llamarlo papá??...