Acudo a una manifestación
Acudo a una manifestación no muy convencido y al final sale distinta a como había pensado
Hay una manifestación a favor de que el Valencia CF. sea de sus socios. No voy a decir los motivos por los que no estaba convencido, aunque apoyaba al 100% la manifestación. Unos amigos de los que estaba un poco distanciados, con los que juego a fútbol todas las semanas o jugaba, porque desde lo de la pandemia no jugamos. Me llamaron y al final decidí acudir con ellos. Al encontrarme con ellos donde habíamos quedado ya me di cuenta de que no era una buena idea, porque una cosa era ir los amigos y después tomar algo, que hubiera más gente que ni conocía y de entrada varios “chocamos” con unos que fueron. Ya avise a algunos que si me perdía que no me buscaran y al final me perdí. A ojo de buen cubero calculo que éramos entre 5000 o 6000, por donde iba había más hombres que mujeres. Fue cuando me puse a buscar a una posible pareja en concreto. Di con un grupo de mujeres, que rondaban desde los 20 a los 40 largos. Me vacilaron un poco, les seguí el rollo solo en plan de broma y en cuanto me descuide me tocaron el culo descaradamente, mire y se echaban las culpas unas a otras.
Alguien vino a mi rescate, en principio no le conocí, era uno que había trabajado conmigo en mi antigua empresa, Pasqual (45) delgado y alto. Nos alegramos de vernos, nuestro trato siempre había sido por trabajo, hablamos cinco minutos de la manifestación y se fue a contarme sus “dolores” por lo que ocurría en el trabajo, que lo habían relegado, que el que me sustituyó era un maniático, etc. seguro que decía la verdad, porque sabía lo que ocurría aunque con él me hice el que no sabía. Con nosotros venía una mujer y otra pareja, que supuse que iban con ellos y al final me los presento. Marta 40/42 - 1,70 – llevaba mallas negras ajustadas una camiseta naranja por fuera, pero que le hacía buen culo. Ojos bonitos, pelo largo oscuro y del resto la mascarilla impedía verlo, aunque de pectorales no estaba nada mal. La pareja eran vecinos de ellos, Salvador de la misma edad que Pasqual, más bajo y un poco relleno. Concepción la mujer de Salvador, misma edad que Marta, muy parecidas salvo el pelo que lo llevaba cortito y de color rubio platino. Iba con pantalones cortos y una camiseta igual a la de Marta. Dos buenos culos andantes. Lo que no me iba a distraer de encontrarme con otra pareja si es que estaban, si los veía.
Después de presentarnos Salvador se unió a nuestra conversación y estuvimos hablando del Valencia y de las soluciones que veíamos cada uno a la situación del club. Marta desde siempre me había atraído y sabía que no le era indiferente, pero Concepción estaba también para comérsela. Cuando nos cansamos decidimos irnos a tomar unas cervezas. Pasqual siempre se había comportado en todo como un tío liberal y aunque no concretaba nunca nada, me hacía pensar que eso lo extendía a su vida personal y siempre hubo comentarios de que su mujer era una devoradora de chicos jóvenes, pero simples rumores porque nadie había visto nunca nada. Cuando salimos de la manifestación ellas caminaban delante y Pasqual habló, “Pelayo tú que eres neutral, cuál de las dos tiene mejor culo?” no quise dar una respuesta firme, “buf, es difícil decidir, porque llevan las camisetas por fuera y siempre lo digo, eso se ve bien, sin trampas ni cartón, como mínimo en bikini” no sabía si ellas nos oían y Pasqual resolvió la duda en la primera parada que hicimos, contándoles a las dos mujeres lo que me había preguntado y la respuesta que había dado. Salvador dijo, “no se ha atrevido, ha querido quedar bien” Concepción también quiso aportar su opinión, “es muy joven y lo mismo le habéis asustado” y para no ser menos Marta opinó también, “lo mismo no le gustan las mujeres mayores, que para el seguro que somos mayores” y Pasqual siguió con algunas puyas, intentando provocar una situación que no estaba clara del todo y que no quería que me llevara a una confusión.
No me lo pensé mucho y les di mi opinión contenida de momento, “que va, no me asusta ninguna de ellas y para mí no sois mayores, todo lo contrario estáis en una edad muy buena y mi contestación fue la verdad, la ropa puede engañar mucho, si lo tuviera claro lo diría. Porque si vuestros maridos les da igual lo que puedan decir de sus mujeres, porque me va a dar reparo a mí y no por ser más joven me iba a contener en mis opiniones” ahora las dos más interesadas en saber eran ellas y provocaron un poco más de lo normal. Cuando se estaba poniendo la situación muy buena, Salvador y Concepción se tuvieron que despedir, porque tenían obligaciones familiares que eran ineludibles, pero dijeron de quedar otro día todos. Nosotros tres nos fuimos a seguir tomando cervezas. En una terraza siguió el cachondeo de los culos y cuando se fue al aseo, se levantó la camiseta por detrás provocando y riéndose. Pasqual le dio un pequeño azote en el culo.
--- Qué dices ahora, que la camiseta no tapaba nada?
--- Se ve mejor, pero sigo diciendo lo mismo, la ropa puede engañar.
--- Ya te digo que no engaña. Es un culito fuera de serie.
--- Jajajajaja, me da que no lo cuidas adecuadamente, porque le hubiera dado un azote mucho mayor que esa mierda de azote que le has dado.
--- Uy si le digo lo que acabas de decir, Jajajajaja.
--- Que harías con un culito así?
--- Jajajajaja, eso se lo contaría a ella, solo a ella, Jajajajaja.
Marta nos preguntó de qué nos reíamos y su marido le hizo un resumen muy escueto y ella se puso en plan “tonta” dejándose querer y provocando. Les propuse ir a un sitio más privado, que ahora que se podía estar en interiores. Era una sala de baile latino. Nos fuimos y daba pena verlo tan vacío, porque solo estaba a la mitad, hasta en la zona de baile habían colocado mesas y aunque está prohibida la música para bailar, tenía puesta una suave música de fondo. Pudimos tener mesa y apartada, en una zona discreta y no tan oscura como era habitual, pero la iluminación perfecta. Nos pusieron unas bebidas típicas de Latinoamérica, un poco fuertecitas las bebidas. Nos alegró sin ponernos colocados. Mientras traían las bebidas y como Marta quedó sentada entre los dos, inicie un acercamiento posando una mano sobre su muslo, no hizo ningún gesto, no interrumpió lo que estaba diciendo lo que me indico mucho. Acariciaba el muslo sin ir a mayores, porque además tenía las piernas cruzadas. Tardó pero las descruzo y cuando lo hizo lleve mi mano a su coño, las abrió más y fue todo para mí, pare y saque la mano cuando trajeron las bebidas. Me fijé que su marido también le metía mano a ratos. Sus ojos estaban vidriosos y no por la bebida, que solo había dado un par de sorbos, se la notaba cachondez máxima.
Ella estaba cachonda seguro, su marido suponía que también y mi rabo era como un garrote. Se iba haciendo tarde y como para mí habíamos llegado al punto máximo donde estábamos, les propuse ir a mi casa a tomar la última. Pasqual dijo que por él no había inconveniente y ella nos dio un NO seco, contundente. Quise arreglar la situación, “lo decía porque como vivo solo estaríamos más tranquilos, ya que vosotros tenéis familia” y ella me respondió, “lo mismo he estado brusca diciendo ese no que he dicho, lo que quería decir que estamos solos, que esta noche no tenemos a nadie y prefiero que la tomemos en mi casa, porque si me paso con la bebida se me hace muy pesado” estuve de acuerdo y cuando lo dije Marta volvió a provocarme, “pero en mi casa me tienes que contestar a lo que no me has contestado y tú (a su marido) te toca decirme lo que ha dicho el” los dos estuvimos de acuerdo y nos comprometimos a ser sinceros y decir la verdad. En el coche yo estaba sentado detrás, Pasqual no se esperó a llegar a su casa y le contó con el máximo detalle lo que había dicho yo y de todo como dijo Pasqual, Marta solo hizo referencia a una cosa o casi a una cosa, “así que tú eres de los que les gusta dar bien dado en el culo? Pues explícaselo a tu amigo, que es demasiado blando, Jajajajaja” y me comprometo a explicárselo. No tenía ni idea si él se había dado cuenta de que había metido mano a su mujer, pero imaginaba que si, ya me estaba imaginando lo que podía pasar.
Por eso no me espere, me desabroche el cinturón de seguridad, puse mi cuerpo entre los dos asientos y hablaba con ellos, provocando sobre todo a ella y no me conforme con provocarla solo de palabra, estire mi brazo derecho y con bastante disimulo empecé a tocar su teta derecha. El pezón, por cierto grande, se le puso empitonado al momento. Ahora le costaba hablar, Pasqual que se dio cuenta de mi provocación verbal, se metía con ella para que me diera alguna contestación, ahora si le costaba hablar, ya no era como cuando tomábamos la copa. Aquí sí estuve seguro de que su marido ni se enteró. Nos metimos en el parking de una urbanización y al bajarnos del coche, ella nos provocó a los dos, caminando delante, subiéndose la camiseta y moviendo el culo de forma ostensible. En su casa pascual mientras ella iba al baño, que es lo que dijo, se puso a preparar una bebida que según él era especial. Olía mucho a anís, no sé lo que había puesto. Lo coloco todo en una jarra con hielo.
Marta no se anduvo por la ramas, fue una mujer directa y que quería dejar claro que mandaba ella y no su marido, esas me gustan mucho, porque me da más placer “someterlas” Se había quitado de ropa y calzado. Llevaba una camiseta del Valencia CF. La de color azul celeste y gris. Llevaba el número 1 y su nombre. Era más talla de lo que le correspondía. Le hacía de vestido minifalda. En vez de deportivas llevaba unas sandalias con cuña y no llevaba sujetador, se le marcaban bien las tetas y los pezones, un poco bajos pero bien marcados. Pasqual le pasó su copa y cuando ella se dio la vuelta, no se anduvo con miramientos le levantó la camiseta y buen culo se le vio, fue muy rápido, no pude ver si llevaba algo debajo o no y me dijo, “ahora ya puedes opinar?” lo tuve claro, “ha sido un visto y no visto, apenas vi nada, lo siento” y quiso que su mujer se diera la vuelta y lo enseñara pero está en un tono poco creíble le respondió a su marido que ya se había pasado mucho, que no siguiera pasándose. Se fue a la cocina y no tardó mucho en traer una bandeja con frutos secos y cortezas, hizo algo que no me esperaba pero no deje pasar la ocasión. Se puso a colocar todo en la mesa pequeña, pegada a mis piernas prácticamente y dándome el culo, de cara a su marido.
Levante la camiseta, llevaba un tanga diminuto que estaba bien metido entre sus nalgas. Esta vez su marido si veía lo que hacía, aunque no me viera la cara. Acaricie sus nalgas con mucho placer. Tenía la piel bien hidratada y suave. Pase un dedo por en medio de sus nalgas, hasta llegar a su coño y como no, pasándolo bien por su culo. No quise contenerme y le di un azote que en nada se pareció al de su marido, fuerte, sonoro y contundente. La respuesta de ella, “AAAUGGGG, aprende Pasqual, este ha sido superior a cualquiera de los tuyos, uuuummmm” y Pasqual se puso más serio y Marta se sentó a mi lado, “ya está todo claro y somos libres. Aun así te quiero dejar algo claro, siempre hemos fantaseado con meter un tercero, incluso hemos ido a sitios de intercambios de pareja, nada cuajo, normalmente porque Marta no le gustaba nadie aunque contigo había más predisposición, chico responsable, trabajador, deportista, limpio y aseado, se te ve morboso y las malas lenguas dicen que dotado y un poco depravado, en el buen sentido. Solo te pedimos reserva y discreción. Tienes algo que decir?” y no quise comentar nada de lo que me acababa de decir, solo quería comprobar las ganas y lo cachonda que estaba su mujer, “lo único que tengo que añadir que estoy esperando que me coma el rabo que me lo tiene como un garrote, así que Marta no pierdas el tiempo y demuéstrale al cabrón de tu marido como se come un rabo de verdad” las palabras que use no fueron al azar, quería saber cómo respondía y respondió como me esperaba, sin perder el tiempo y desabrochando el pantalón, estaba sobre el sillón y de costado, su marido tenía una visión privilegiada.
La paré, hice que se desnudara y que se pusiera de rodillas entre mis piernas, así su marido de momento no vería como me hacía la comida de rabo, solo lo intuye. Pasqual fue a cambiar de posición, “no Pasqual, de momento estas bien ahí, ya te diré cuándo puedes moverte” ella me sonrió al oírme, vi su expresión cuando vio mi rabo puso cara de viciosa, le gusto. Pasqual estiraba el cuello para ver si podía ver algo, pero era imposible, solo vería el movimiento de la cabeza de su mujer. Desde mi posición podía ver la espalda y la forma de parte de su culo, Pasqual me pregunto, “que te parece el culo?” y estaba deseando oírme, se lo notaba. Ella mientras seguía solo lamiendo mi rabo y le conteste, con la voz un poco cortada por el placer que me estaba dando su mujer. “Pues por lo que estoy viendo tiene un culo de puta perfecto, pero como me está comiendo el rabo, diría que tienes por mujer todo un putón” la cara de Pasqual fue de haberle puesto cachondo lo que le decía y a ella le provocó el meterse el rabo en la boca y comerlo ahora de veras. Pasqual no se pudo aguantar y se acercó a ver como lo hacía su mujer, que por cierto no le dejaba verlo bien, porque su melena se lo impedía, se fue y trajo una goma para el pelo, el tío le recogió la melena a la perfección y ahora se la veía con nitidez.
Marta paro su comida de rabo, le salían babas por todos los lados y nos dijo a los dos muy cachonda, “vamos a dejarnos de tonterías, necesito que alguien me folle ya, no me puedo aguantar” sin decirnos nada, solo con una simple mirada Pasqual me cedía el momento para que me follara a su mujer. Me termine de desnudar y le dije a Pascual que fuera el que se la follara, su expresión era de duda y la de su mujer de desilusión, porque aunque no lo dijo ella había esperado que fuera yo quien me la follara. Marta no se lo pensó y se fue a sentar sobre su marido, su rabo entró como si nada. Me puse un condón y me puse detrás, ella giró su cabeza, me sonrió y empecé a puntear la entrada de su culo. Se abrazo a su marido que se había quedado quieto, mientras poco a poco iba metiendo mi rabo en su culo, que se lo tragaba con algo de dificultad pero sin ninguna queja, le agarraba sus tetas y pellizcaba sus pezones, Marta además de besar a su marido con pasión, no dejaba de decirle, “es mejor que con el consolador, no se parece en nada y que grande lo noto, no paréis, menearos bien joder, lo necesito, lo necesito, quiero sentiros” y Pasqual se movía poco, el que se movía era yo, que la follaba bastante bestia y contra mas gemía, mas bruto era y mas bruto me ponía. A su marido le decía algo muy recurrente en estas situaciones, por lo menos en las vividas por mí, le llamaba a su marido cornudo, que si era lo que quería era lo que tenía, que la estaban follando como nunca, que se iba a tirar toda la noche follándome y como no, el a todo le decía que sí, que era verdad y se corría sin poder remediarlo, nunca se logran contener, sobre toda en esa primera vez, después se corrió ella.
No me dejó correrme, se quitó y dijo que quería ordeñarme, que le encantaban que se corrieran en su boca y su marido lo confirmó. Se sentó al lado de Pasqual y una vez me quito el condón, se puso a comerme el rabo estando Pasqual casi pegado a la cara de ella, a pocos centímetros de mi rabo. Lo comía con tanta efusividad que se le oía hacerlo, cuando estaba bastante cerca de llegar a mi corrida les dije a los dos, “vamos puta que ya me va a venir, no te pares, sigue así, menuda mamona tienes, es un lujo tener una mujer así, amigo le voy a llenar la boca de leche, ya, me corro” y me corrí llamándoles de todo, por mi boca salieron los consabidos, puta, cabrón, cornudo, zorra, etc. y nada de quitarse rápido cuando me corrí, notaba como me relamía con su lengua y después, abría la boca para enseñarle a su marido mi corrida. Estaba tan cachonda que quiso darle un morreo a su marido y Pasqual se echó para atrás. Eso le disgusto a ella y una vez se lo trago todo, “no me ha gustado, tu querías verme follando con otro y lo he hecho, pues otra vez no me hagas la cobra, que me acabas de mosquear mucho” lo decía seria y Pasqual aunque ya no tenía la corrida en su boca, le dio un morreo para que no se enfadara. Para su mujer ya no tenía el toque que ella había buscado.
Marta estaba muy lanzada y decidida a pasárselo bien. Quiso que no nos vistiéramos y estaba claro que buscaba más diversión. Entre los tres preparamos todo para cenar, nada complicado, embutido, latas un vino excelente y fresas con nata. Que eran un capricho de Pasqual, cualquier postre era bueno si llevaba nata, melocotón en almíbar, flan, fresas, etc. cenamos sin dejar de meter mano a marta que se dejaba y lo pasaba muy bien. Aunque a su marido de vez en cuando lo frenaba por haberla cortado el rollo. Pasqual quería las fresas con nata, el problema era que no había nata. Marta al final dijo que la iba a montar y así lo hizo. Trajo un recipiente grande con nata. Pasqual con un cucharón fue a coger nata y ella le dio en la mano, “ni se te ocurra, no te he dado permiso, te la vas a tomar como diga yo” y me hizo separarme de la mesa, se puso entre mis piernas y de nuevo me empezó a comer el rabo, que no tardó en responder a esos lametones que me daba. Cuando consiguió ponérmelo como un garrote, de nuevo me miró satisfecha y cogió el cucharón, llenándome el rabo de nata sobre todo en la punta. Luego se incorporó y le dijo a su marido, “venga perrito, no querías nata? Pues a comer la nata, es toda tuya y hazlo despacio, quiero verte bien” Pasqual no se lo esperaba igual que tampoco me lo había esperado yo, salvo cuando me empezó a untar la nata. Las dudas estaban ahí y ella seguía presionando, “elige o te comes tú la nata o me la como yo” y Pasqual se quitó las dudas, se acercó beso a su mujer y se puso a comerse la nata y su mujer le decía que más lento. Se sentó en su silla y estiró las piernas, las abrió y no paraba de tocarse el coño y las tetas.
Marta se corrió muy rápido, lo hizo con rotundidad, escándalo y vicio, mucho vicio. Se fue a colocarse con su marido y estiró la mano para meterme en la boca los dedos con los que se había tocado, los lamí con deseo y ella compartió el rabo con su marido. El resto de la noche follamos como “guarros” sin descanso y hasta que se hizo de día, que fue cuando me marché. Quedamos en vernos por la tarde y quise quedar en el lugar de mi amigo. Descanse toda la mañana y me bajé a una cafetería cercana a mi casa a comer algo. Hice tiempo y me marché a donde habíamos quedado. Esta vez venía con un vestido con escote, no era un vestido corto, era de falda ancha y le llegaba a las rodillas. Era un vestido provocador por el escote. Poco tardamos en estar metiéndole mano su marido y yo. Con discreción para que nadie se diera cuenta. Ella nos llamaba la atención, mucho protestar pero no lo impedía. Cuando mis dedos empezaron a notar su mojadura, le dije que se fuera al aseo y se quitara las bragas, su marido no sabía lo que le había dicho. Unos minutos después, nos quitó las manos y dijo que iba a los aseos. Tardó muy poco en volver y cuando lo hizo, traía algo en una mano que la llevaba cerrada, se lo pasó a su marido, que vio sus bragas.
Le dije que para que no nos molestaran que fuera a por otra ronda, se levantó y se fue a la barra. Me saque el rabo y ella lo vio, me decía que no con la cabeza y de palabra, no la hice ni puto caso, la hice levantarse, seguía con su no, pero bien que se colocó el vestido y se sentó sobre mi rabo. Menudos suspiros profundos y largos que dio. Pasqual venía con las manos vacías y nos dijo que le habían dicho que ellos servían las consumiciones, que en barra no servían nada. En ese momento se quedó extrañado de ver a su mujer sentada sobre mis piernas. Lo único que nos dijo, “tomarlo con tranquilidad, que aunque estemos con poca luz, no le vayas a sacar las tetas, que ya os conozco” marta, solo movió la cabeza asintiendo y como se le quedó mirando, sacó fuerzas como puedo y le dijo en un susurro, “por mis tetas no te preocupes, que no me las sacara” nos trajeron las bebidas y me moví más profundamente, solo ella lo notaba y contenía el no chillar como lo hacía cuando la follábamos en la noche. Estábamos de nuevo solos y Pascual se reía y nos decía, “os estáis poniendo cachondos y os va a costar llegar a casa, jajajajajaja, seguir restregándoos que lo vais a pasar mal” y su mujer le acarició la cabeza y le decía “ahí cornudito, no te enteras” le agarro una mano y se la llevo debajo de la falda, hasta que tocó mi rabo y el coño de su mujer, se puso muy cachondo, miraba vigilando a todos lo que nos rodeaba y no dejaba de tocar a su mujer, que él decía que siguiera que ya se había corrido una vez pero quería más.
De pronto nos dijo, “no sé porque, pero estoy a punto pero no lo logro, me gusta más que me lo hagas por detrás que me no mas llena, no como con el cornudito, te importa?” quería poner la cosa más cachonda y le dije que no había problema, pero que para que no se notara, Pasqual tenía que echarnos una mano, que consistiría que él colocara el rabo en la entrada de su culo, hasta que estuviera dentro. Marta dio un beso cariñoso a su marido y le dijo, “me voy a levantar lo justo, hazlo bien” y no espero su respuesta, se levantó un poco, lo justo para que mi rabo se saliera y se apoyó un poco en la mesa. Pasqual agarró mi rabo y la verdad que lo hizo muy bien, lo encajo a la perfección y marta le decía a su marido, que lo amaba y que con esas cosas la ponía más cachonda que nunca. Mientras me follaba su culo se besaba con su marido, hasta que empezó a correrse y pasaron a un morreo de categoría. Me corrí prácticamente a la vez. Le llené el culo. Antes de que se levantara le dije a Pasqual que consiguiera un kleenex o una toallita, para no pringar mis pantalones y Marta dijo, “de eso nada, no quiero que se desperdicie nada, Pasqual mete bien la mano y que no se escape ni una gota” lo hizo y la verdad que si se embadurno la mano, pero mis pantalones se mancharon también de la corrida de ella. Parecía que me había meado y a Pasqual le dio un ataque de risa.
Seguimos poniéndonos cachondos y lo malo que esa noche no podíamos seguir, porque ellos ya no estarían solos, porque de allí tenían que ir de recogida de su familia. Todos maldecimos la situación porque estábamos más cachondos que el día anterior y quedamos para otro día, sin especificar cuando por no poder por mi parte, que me iba a un viaje importante a Madrid y aunque era fiesta en Madrid me tocaba ir. Estaría varios días, teníamos que preparar la apertura de las oficinas de Valencia y de paso iba a aprovechar en conocer a una pareja de unos 40 años que no nos conocíamos en persona pero habíamos tenido un acercamiento sobre todo con ella, más que con él, aunque con él también era un acercamiento importante. Parecían que estaban bien y que podía ser interesante, aunque no para más de uno, dos o tres encuentros, porque había cosas que nos distanciaban un poco. Era cuestión de conocerse en persona y ver si llegábamos a algo.