Actualización Sobre Sary (II)
Pequeño relato cachondo, a modo de intermedio, y como homenaje a mis lectores.
Hola a todos!
Les traigo un relato un poco diferente, un poco más corto y menos elaborado pero es que estoy trabajando en otro buen relato de Sary y no quería hacerles esperar demasiado sin algún relato, así que este es un pequeño homenaje a ustedes mis lectores.
¡Ya saben que no duden en comentar y en escribirme que a mi me hace mucha ilusión!
Espero que disfruten del relato.
Un besito
Llegué a casa, cachonda como siempre.
Era viernes por la tarde, y tenía todo el fin de semana para poder darle un pequeño homenaje a mi cuerpo, deseoso de placer.
Me desvestí de mi disfraz de hombre que llevaba para la vida diaria y, desnuda, recorrí el piso de camino al baño, contoneando mi culito y frente a cada espejo y escondiendo “mi cosita” entre las piernas para verme con el perfil de una mujer.
Me duché con calma, dejando que el agua caliente recorriese mi cuerpo de arriba abajo como si de la lengua de un amante primerizo se tratase, para al acabar untarme bien en aceito de coco para tener la piel suave, hidratada y bonita.
Me serví una copa de vino blanco, y vestida solo con el albornoz, me senté en el salón a mirar por Grindr a ver si había algún chico guapo por la zona interesado en llenar mi culito trans con una polla dura y caliente y que se corriese encima de mi.
Esa noche no quería ni juegos ni romantiqueos, no me interesaba ni en saber cómo se iba a llamar mi amante. Solo quería un cuerpo sobre el mío, lujuria y desenfreno sucio y salvaje. Puede que incluso fingiese no ser Sary y fingiese ser un chico gay afeminado más, pero estaba que me subía por las paredes, ansiosa de sexo. Mi culo pedía a gritos que lo llenasen.
No me reconocía. Ese estado salvaje era impropio de mi. No sé si sería por el estrés de esa semana, por los correos tan excitantes que me llegaban de ustedes mis lectores o a qué se debería, pero no me aguantaba.
Creo que el vino no ayudaba porque tras terminarme la primera copa estaba dispuesta a casi cualquier cosa.
Sin embargo los candidatos no eran de mi agrado ninguno. Yo podía estar hiper cachonda, pero no había ninguno que me terminase de convencer como para invitarlo a mi casa y a mi interior.
Vi el bote de lubricante en la mesita de al lado del sofá. No recordaba haberlo puesto ahí y supuse que habría sido un descuido, pero, ya que estaba allí y que yo estaba desnuda, se me ocurrió que podría utilizarlo jaja.
Embadurné bien los dedos de mi mano izquierda con el lubricante, y con parsimonia y calma, apoyé mi espalda contra el espaldar del sofá, levantando mis piernas y abriéndolas, apoyándolas en la mesa, con lo que el agujerito de mi culo quedaba al aire y levantado.
Con mi dedo corazón empecé a acariciar mi agujerito por la parte de fuera, relajándolo. Recorría toda la circunferencia de mi agujero acariciando las rugosidades y provocándome pequeñas cosquillas y pequeñas contracciones por el frío del lubricante. Empecé a sonreír casi sin darme cuenta.
Poco a poco empecé a introducir el dedo en el agujero. Entro hasta la mitad sin problema, punto en el que empecé a sacarlo y meterlo despacio, sin llegar a sacarlo nunca del todo e introduciéndolo cada vez un poquito más, mientras hacía pequeños movimientos circulares para irme dilatando poco a poco.
Entonces tuve una idea. Con la mano derecha cogí el móvil y abrí el correo, y mientras seguía tocándome empecé a leer los mensajes de mis lectores, imaginando que eran ellos los que estaban introduciendo su dedo dentro de mi mientras me susurraban lo que me escribían al oído. Introduje otro dedo y empecé a tocarme con más fuerza.
Aceleré el ritmo al sentir que el placer empezaba a desbordarme mientras leía más y más mensajes. Sentí el deseo de mis lectores de mi cuerpo y sentí ansia por poder mostrárselo y satisfacerlos, mientras sacudía los dos dedos dentro de mí, estimulándome como si fuesen un vibrador y mi cuerpo empezaba a retorcerse de placer.
Me penetraba a mi misma furiosamente, las piernas erguidas y rígidas, la espalda arqueada, la boca abierta gimiendo, la mirada ida intentando sin éxito seguir leyendo mensajes, los dedos salvajes, moviéndose como un ente ajeno a mi cuerpo y las órdenes de mi cerebro.
Más y más fuerte. Más y más salvaje. Más y más rápido.
Supe que me iba, supe que el orgasmo era inminente, y cuando llegó lo recibí como un regalo del cielo, como un regalo que ustedes, lectores, me ofrecían a través de la distancia.
Mi pene explotó también pese a no haberlo tocado en ningún momento. Mi semen me recorría entera la barriga, me había salpicado en el pecho manchándome los pezones, y el chorrazo más fuerte había ido a caer sobre mi cara y mi boca abierta gimiente.
Aún sin tener suficiente, saqué los dedos de mi culito dolorido y casi satisfecho en ese momento, recogí todo el semen de mi pecho y barriga con ellos, para, una vez que ya estuvieron bien llenos, volver a metérmelos dentro y darle, aunque fuese un poco, algo de semen a mi culito como premio.
Finalmente me dirigí al baño, me lavé las manos, me serví otra copa de vino, y empecé a escribir este pequeño relato.