Actriz por un día
Un desengaño amoroso... Una mujer intentando recuperarse de sus heridas... Y la posibilidad de actuar en una película porno para liberarse de las ataduras que le atormentan.
Actriz por un día.
Dependía tanto emocionalmente de él que, al romper, quedé a la deriva y sin rumbo; en mitad de un pequeño océano de gigantesco oleaje. Años después, al comenzar a cicatrizar mi corazón, mi vida aún era huraña… desatendida; siempre dispersa y malhumorada. Despreciaba cualquier cosa buena que pudiera ofrecerme regocijándome en mis miserias. Atendiendo a mi entorno, después de trabajar y a diario, comencé a pasarme por el gimnasio. "Tienes que volver a verte guapa" me decía mi hermana, como si eso fuera a cambiar algo. Algunas noches seguía llorando y maldiciendo el nombre de aquel a quien había entregado mi alma. Tiempo después y estando ya en mejor forma física, mis hormonas, durante tanto inhibidas, volvieron a circularme por el torrente sanguíneo. Es algo natural, fisiológico, en esa época tendría aún veintisiete. Sea como fuere, yo huía de todo contacto humano y me refugié en mi ordenador, en la pornografía... de madrugada. Y así comienza esta historia, viendo videos porno en mi portátil desde la cama.
Había un tipo, un actor que me volvía loca, Randy P. se llamaba. Era varonil, alto y corpulento, de mirada fría y pene grande. Apenas hablaba, tan solo follaba y lo hacía como un animal. Tenía infinidad de escenas y de todo tipo, pero en aquel momento mi favorita era una en la que se tiraba a tres colegialas al salir de clase. Era tan apuesto e implacable que no podía dejar de ver cómo, con esa polla que dios le había dado, hacía las delicias de esas niñitas. Una escena muy intensa, no cabe duda. Gemían, aullaban y se corrían…. Una de ellas, la que tenía rasgos orientales, lo hacía en más de cuatro ocasiones según pude contar, y al arrodillarse finalmente frente a él, este las bañaba las caras. Y esas caras reflejaban la satisfacción plena femenina. Yo, reproducía una y otra vez el archivo de vídeo en mi cama envidiando a esas tres chicas sin... heridas en el alma... no como la mía.
Me subscribí a la web de la productora de Randy tan sólo por diez dólares al mes, y coleccioné su obra masturbándome asiduamente frente a él, esperando ansiosa cada nueva escena. Era un actor prolífico y cada semana, si no se torcía nada, alguna actriz porno, o varias a la vez, eran sometidas a su implacable y primario vigor. Pero he aquí que una noche de verano, mientras preparaba mí ritual masturbatorio metida en la cama y con el portátil sobre las rodillas, mi sorpresa fue mayúscula al reconocer a la actriz afortunada de esa semana. Era ni más ni menos que Silvi, Silvi la rubia. Yo la había conocido durante las pruebas de pases de modelos que hice de cría, en Pasadena. Tendríamos diecisiete años y soñábamos con ser modelos. Pasamos un par de semanas geniales en California, pero al terminar el evento no la volví a ver más, vivía al otro extremo del país. Aun así, vivimos unos días inolvidables, me lo pasé genial con ella el tiempo que estuvimos justas. Era muy graciosa, un torbellino incontrolable: no paraba de hablar ni debajo del agua. Yo estaba allí gracias a haber ganado el concurso de belleza de mi pueblo y ella... yo creo que ella había salido en algún catálogo de lencería. Qué locas estábamos, queríamos ser top models y recorrer el mundo desfilando. Yo ya estaba saliendo con... bueno aquel sin nombre, y ella no tenía novio, ya por aquel entonces le gustaba disfrutar de su cuerpo sin límites morales. Yo, incluso ahora soy muy vergonzosa e introvertida, creo que por esa diferencia de caracteres nos hicimos tan amigas. Ninguna de las dos pasó el casting, irónicamente lo que a mí me sobraba de busto a ella le faltaba.
No recuerdo haber disfrutado más conmigo misma que aquella noche de verano, observando a Randy y a Silvi aplicándose sus habilidades amatorias tan diestramente. Debían haber grabado el vídeo esa misma semana, y sin lugar a dudas, Randy se la había follado bien follada. Hay que decir además, que no recordaba haber visto comerle la polla a Randy mejor de lo que se lo hizo Silvi la rubia en esa escena, teniendo en cuenta que seguramente me las había visto todas hasta la fecha. Ella lucía un buen par de tetas operadas y gemía enloquecida abrazando y besándolo. Eso a mí me ponía cachondísima. Que suerte tenía, pero ella era así, tan despreocupada y natural. Me descubrí a mí misma imitando sus gestos de placer frente a la pantalla del ordenador, como si fuera yo la que estuviera a cuatro patas recibiendo el castigo de Randy.
La investigué por Facebook y una vez localizada le escribí un email. Fue maravilloso volver a hablar con ella, me hizo olvidar lo que ya debería haber dejado atrás mucho tiempo antes. No vivía lejos de mí y comenzamos a quedar. Muchos fines de semana o yo iba a su casa o ella venía a mi piso. Volví a reír con sus historias, con su energía y naturalidad. A ella también la habían dejado, muchos chicos de hecho, pero a su carácter no le afectaba tanto. Rápido se recomponía con otro y vuelta a empezar. Quise abrirme a ella, como no lo hacía con nadie, y una noche que salimos de copas y estando borracha, le confesé cómo había vuelto a saber de ella y lo mucho que me ponía Randy P. y el vídeo que habían grabado. Ella se rio a carcajadas y entre bromas me confirmó lo realmente bueno que era en la cama. Me dijo que ella no era propensa al squirt y que el único tipo que le había provocado uno era él, dándola por detrás… con ese impresionante pollón.
Eso hizo que en noches posteriores mi imaginación echara a volar. Repasé toda la filmografía de Randy, desde sus inicios, pero yo ya la veía con otros ojos, estaba del todo sugestionada y la yema de mi dedo corazón no daba a vasto.
Y ahora empieza lo bueno, con una llamada que me hizo Silvi al móvil un día cualquiera:
— Tiff — me dijo —, tienes que ayudarme.
— Lo que sea tía, pide y se te concederá.
— Joder, tía, no sé cómo decírtelo. Me han contratado para una peli, una porno de las grandes. Es una parodia de Star Trek y me pagan diez veces más de lo que lo harían normalmente. El negocio va bien y yo cada vez tengo más seguidores, mis nuevas tetas están obrando el milagro. Vamos que me quieren en el reparto.
— ¿Cuál es el problema entonces?
— Una de las actrices se ha contagiado con una enfermedad de trasmisión sexual, le han salido unos salpullidos raros y no puede hacer su escena, además dice que la escuece lo de abajo. Querían grabar la peli este fin de semana, empezando mañana, pero sin esa tía todo el proyecto se viene abajo. Dice el productor que con tan poco tiempo no pueden conseguir a otra actriz tan guapa... Y por eso… les he hablado de ti.
— No jodas ¿de mí?, no... definitivamente no. Sabes que... bueno yo, soy muy pudorosa, y me verá todo el mundo... Imposible. Hago lo que sea por ti, eres mi mejor amiga, pero no me pidas esto.
— Es una parodia de Star Trek, te van a maquillar como si fueras una mujer klingon, a los frikis les encanta, y es imposible que nadie te reconozca con todo lo que te pondrían en la cara, es como una máscara.
— Tía, me matas, ¿cómo voy a hacer yo eso? no sirvo, soy muy sosa, no tengo gracia, además, hace años que no hago el amor… y cuando lo hacía era con la luz apagada.
— Eres una tía impresionante, les vas a encantar a los productores. Alta, guapa, y esos melones que tienes volverán locos a todos. ¿Te gusta el sexo anal?
— Joder... ¿Y qué te digo?
— Pues la verdad, tía ¿te gusta o no?
— Me gusta cuando lo veo en las pelis, cuando lo hacen otros… desde mi casa, pero yo nunca lo he practicado, no sé si me dolería.
— Tu relájate, respira y disfruta. Es el secreto.
— No, tía, no me veo, además nunca lo he hecho con ningún desconocido, soy mujer de un sólo hombre, lo sabes, yo sólo lo he hecho con mi ex.
— Este no es un desconocido, es Randy...
— ¿En serio? — me dio un vuelco el corazón.
— Sí, sí, con Randy... y con otros dos — la voz se Silvi se fue apagando —. Es un cuarteto... con doble penetración.
Me quedé callada, estupefacta... Llevaba tiempo queriendo hacer alguna locura para empezar a vivir mí vida, pero esto era demasiado radical.
— ¿Estás segura de que no me reconocerá nadie?
— Es imposible con todo ese maquillaje en la cara. De todas formas, puedes echarte atrás cuando quieras, incluso cinco minutos antes de empezar.
— ¿Y te tengo que dar una respuesta ya, no?
— Sí tía, a las dos cancelan el proyecto. Serían diez mil dólares para cada una. Si lo haces nos hacemos un crucero por Europa.
Los años de hastío y desesperanza que intentaba dejar atrás pesaron más en la balanza. Quería un hito que dividiera en dos mi vida.
— Lo haré.
— Perdona, se entrecorta la llamada, ¿Que has dicho?
— Diles que lo haré.
La mayor locura de mi vida. Me miré al espejo y me coloqué el pecho. “Tú puedes” me dije. Hice la maleta y corrí a coger el vuelo de las cinco a Los Ángeles. Estuve dudando si volverme a casa durante todo el trayecto. Me temblaban las piernas y miraba a todos los lados: nunca lo había hecho con otro hombre. La azafata me ofreció un somnífero creyendo que tenía miedo a volar. “Randy y dos tíos más”, “Una peli de Star Trek...” o dejaba de darle vueltas a la cabeza o me volvería loca.
Aterricé y al salir vi a cuatro tipos en un vehículo tipo shuttle esperándome en llagadas. Sólo diré que fueron encantadores conmigo durante el pequeño viaje a los estudios. Mike, el productor de la película, tenía un carisma excepcional, te envolvía haciéndote sentir como una verdadera estrella de Hollywood.
— ¿Estas nerviosa? – me preguntó al verme ordenar por tercera vez mis cosas del bolso.
— Un poco.
— No te preocupes, ya me dijo Silvi que tú no eres actriz porno... pero permíteme que te diga lo que si eres: un auténtico bellezón. Lo harás estupendamente, estás en buenas manos.
— ¿Es allí donde vamos? – por la ventanilla apareció una nave enorme.
— Impresionante ¿eh? Hemos alquilado unos estudios magníficos, tenemos un plató con croma y todo. Va a ser la película de año, los fans la esperan con entusiasmo. Estáis los mejores en ella y vamos a meter hasta efectos especiales. Un combate espacial… te va a encantar.
Aquella conversación me tranquilizó en un aspecto, de veras que hasta entonces había creído que lo que rodeaba al porno debía ser un auténtico submundo, depravado y oscuro. Sin embargo, yo solo vi a gente agradable, alegre y entusiasta. Por otra parte, sí sentí la presión por hacerlo bien. No quería quedar como una tonta o una estrecha delante de las cámaras. ¿Qué pensaría Randy? Arruinaría la peli y por ende, nuestro viaje por el mediterráneo.
Al poco estaba sentada en el set de maquillaje y Silvi, que había llegado antes que yo, vino a verme. Se rio mucho mientras me ponían esa horrible corona klingon en la frente. Al terminar las maquilladoras conmigo corrí al espejo. Efectivamente era imposible que nadie me reconociera con esa facha ¿los frikis debían estar enfermos? Pero fue peor cuando me vestí, mi amiga me miraba y se partía de risa. Habían dejado en mi camerino ropa interior de encaje roja y sobre ella me puse una armadura klingon de combate. Ni el sujetador ni la armadura, que era escotada, eran de mi talla, y mi pecho rebosaba aprisionado en ella. Supongo no habían esperado a una actriz con mi talla de pecho. Es disfraz lo completaba una especie de espada curva con pinchos, Bat'Leth me dijeron que se llamaba cuando la empuñé.
— Impresionante — dijo Mike al verme completamente ataviada.
— ¿Tengo nombre o alguna frase que decir o esto es solo… vamos ir al grano?
— Jajaja — rió —. Claro, esto es una superproducción. Te llamas Lursa y eres la hermana de Duras hijo de Ja'rod. Estas son tus frases, pero vamos, no hace falta que digas exactamente lo mismo que hay escrito, improvisa, lo que te salga más natural —. Y volvió a reír.
Iba a leer mi texto cuando, al levantar la mirada, vi por primera vez a Randy en persona. Había entrado a mi camerino para conocerme. Estaba vestido con el uniforme antiguo de Capitán de la Flota estelar y lucía un tupé a los años sesenta. Era tan guapo, apuesto y varonil que me dejó sin aliento. Llenaba a la perfección aquella camisa amarillenta que, entallada, marcaba todos sus músculos: bíceps, pectorales, abdominales… ¡Madre mía!
— Hola, soy el Capitán Kirk de la USS Enterprise — me dijo jovial —. Usted debe ser la malvada Kingon a la que he de derrotar.
En ninguna de sus escenas le había visto siquiera sonreír por lo que, al verle tan distendido, quedé completamente desubicada y debió notármelo en la cara.
— Yo soy Lursa — conseguí decir —, malvada, pero gran admiradora suya.
— De haberla conocido, yo la hubiera admirado primero, pero ya sé bien a quien admirar a partir de ahora — me halagaron tanto sus palabras. Me besó la mano cortés y reverenciándome. Yo me derretí sintiendo humedecerse mi entrepierna —. Estos son mis oficiales, Spock y McCoy.
Los saludé, eran los otros dos, y aunque buenos hombretones, estaban irremediablemente eclipsados por Randy y su poderosa aura sexual. Inconscientemente le miré la entrepierna, intentaba intuir su virilidad marcada en el pantalón. Al darme cuenta de mi atrevimiento, alcé la vista. Él también me miraba... no quitaba ojo al apretado escote de mi armadura.
— Encantando Lursa, nos vemos en el plató.
Volvieron los nervios. Al quedarme sola en el camerino, de nuevo quise ponerme frente al espejo, ya como Señora de la casa Durás.
— Las klingon no tienen miedo — me dije —. Compórtate como una de sus guerreras.
Salí resuelta al decorado, tres cámaras y otros tantos focos apuntaban al centro de la recreación del puente de mando del Enterprise, sin duda había expectación. Allí me esperaba Kirk con sus dos oficiales. El equipo entero de producción nos rodeaba: sonido, iluminación, dirección. También estaba Silvi, como siempre alegre y distendida, para ella no era más que otro día en la oficina. Me miró levantando el pulgar.
— ... y ¡Acción! – dijo el director.
Dije mi frase "Juppu'lI'jaj bIQamchu'jaj" lo subtitularían por "Depongan las armas y ríndanse"
Randy me desarmó y rodó por el suelo mientras sus oficiales me aprisionaban, cada uno por un brazo. Él sacó su Phaser y me apuntó.
— ¡Nunca depondré el Enterprise al impero Kilngon! – muy guapo, sí, pero un poco sobreactuado.
Los oficiales me forzaron a arrodillarme, Randy se acercó hasta dejar la entrepierna a centímetros me mi nariz. Era sencillo saber lo que había que hacer e intentando no titubear, le bajé los pantalones. Asomó lo que tanto tiempo había anhelado desde mi ordenador y, a media erección como estaba, me golpeó la sien. En persona resultaba mucho más intimidante. Se la agarré y froté como a tantas otras había visto hacer antes, deleitándome con su peso y tamaño y alegrándome al notar como se endurecía con cada roce. Unas venas gordas asomaron para irrigar tan portentoso músculo. Quise pensar que, lo que le hacía, le estaba gustando a juzgar por sus gestos, además, todo hay que decirlo, no era muy buen actor. Por debajo de sus piernas pude ver a Silvi. Esta abría la boca y se la señalaba. Sabía que ese momento habría de llegar tarde o temprano, pero me acobardaba. Aún con todo, me armé de valor, abrí lo que pude la boca y me introduje algo más del glande en ella, no quería fastidiar la escena vomitando. Pensé, tonta de mí, en hacerle la mejor felación que le hubieran hecho nunca, incluso mejor que la de Silvi, pero al tener la boca tan abierta, se me escaparon hilos de babas por el escote de la armadura y al suelo. Sorbía y lamía con la mejor de mis actitudes cuando uno de los oficiales me arrancó la coraza klingon del torso, cerraba con velcro por lo que salió fácil del tirón. Mi pecho botó al aire, aunque el pequeño sujetador rojo seguía aprisionándomelo desbordado de carne. El director hizo un gesto de aprobación agradado por esos botes e indicó algo al actor de mi siniestra, el que hacía de McCoy, y este me liberó de la presión de la tensionada prenda con un hábil gesto de manos. El sujetador salió disparado y no volví a saber de él. Y así, de esa manera, mostré por primera vez mis pechos y pezones al mundo. Me gustó contemplar los rostros de agrado en el equipo. Sin esa pequeña constancia que mantuve en el gimnasio, nunca hubiera podido recuperar mi antiguo atractivo.
Ya rodadas las tomas de felación y entre los tres, me llevaron al sillón de mando del puente y allí quedé recostada, frente a los focos y cámaras, con mis tetas desparramadas apuntando al techo. Cómo era natural para mí, aterricé allí con las piernas cerradas. Randy me las abrió y por un instante me opuse, no era del todo consciente de que estaba grabando una peli porno. Supongo que con ese tipo de cosas se distinguen los profesionales de los amateurs. De todas formas, con lo que pasaría a continuación, ya sí, me sentí mujer, actriz porno, puta... no sabría como denominarlo ya que los dos oficiales sacaron sus instrumentos, de tamaño similar al de Randy, y mientas uno me lo metía por la boca, al otro se lo agarré para masturbarle. Randy posó el suyo entre mis tetas y las apretó rudamente por los laterales para follárselas. Y eso hizo, a su estilo, implacable. Me subieron los calores y resoplé, cómo me ponía ese morcillón haciéndose paso una y otra vez por mi canalillo. Los chicos comenzaron a intercambiarse las posiciones, pero para mí era prácticamente lo mismo, pollas en manos, tetas y boca. Probé las tres vergas de todas las maneras posibles, incluso Spock, por la espalda, me la metió por la axila. En cámara debió verse perfectamente ese glande asomando una y otra vez, cómo atravesándome. Atenta, busque el momento de liberar una mano para echársela a los abdominales y pectorales de Randy. Me ponía realmente cachonda resbalar con las yemas de los dedos por su sudor recorriéndole la musculatura. Mis pantalones no me habían delatado, ya que eran negros, pero al tacto debían estar completamente empapados en la entrepierna.
Gemía y ya nada me importaban las luces, espectadores y objetivos cuando Randy me quito esos húmedos pantalones. Hizo a un lado el tanga rojo que pasó, de tapar mi sexo, a retorcerse por el interior de mis muslos, y entre ellos metió la cabeza. Al tiempo que chupaba y magreaba las pollas de los oficiales me dio por pensar que había una persona en el mundo capaz de reconocerme por el doble lunar de mi ingle. Se me borró rápidamente de la cabeza al sentir aquel primer lametón de Randy que me forzó suspirar. Enarqué la espalda y se me escapó de la boca la verga de turno. Primero lengüetazos profundos entre los labios, de abajo a arriba, más tarde y con la punta de la lengua un leve roce al clítoris y cuando más cachonda estaba, introdujo su dedo corazón por mi ardiente vagina. Al poco me corrí por primera vez entre espasmos.
Llegó el momento, se puso en pie y me miró a los ojos, yo le suplicaba con los míos ansiosa. Se acercó al sillón de mando con la polla en la mano y me la restregó un par de veces antes de penetrarme con él hasta el fondo. Una punzada de dolor se difuminó en mi expresión ante tanto placer. Acompañé cada una de sus arremetidas para gozar aún más, siempre sin descuidar el trabajo oral que les hacía a los otros dos. Él, se afanó en mi coño con tenacidad, como hubiera hecho con el de cualquier otra, y justo antes de hacerme llegar al segundo orgasmo me la sacó para ceder su turno a McCoy. ¡Qué inoportuno!
Yo estaba apunto e igual me pareció uno que otro, a poco más que hizo, me corrí con McCoy y mis piernas temblaron. Jadeé y resoplé. El maquillaje no dejaba ver el rubor en mis mejillas. Recomponiéndome miré a equipo, parecían estar disfrutando con el discurrir de la escena y ya no me preocupé más por eso. Spock fue el tercero en asaltarme la vagina y mientras me embestía, Randy, por detrás le ayudo a levantarme del sillón. Los dos quedaron de pie sosteniéndome en volandas. Spock no había parado de follarme en ningún momento y mientras lo hacía, noté glande de Randy justo en el centro de mi culo. Imploré, que eso que yo nunca había hecho, no fuera doloroso. Hubo un primer intento, pero algo no marchó bien, apreté los dientes al sentirlo. Supo lo que sucedía, se escupió en la mano y me arrancó el tanga que cedió por una de sus tiras. A la segunda entró, no sin esfuerzo y con algo de dolorosa impresión. Entonces comprendí lo que era el verdadero placer y la razón por lo que algunas chicas experimentan tanto con su cuerpo y se comportan tan libidinosamente. Abrí la boca para ahogar un quejido y al poco de estar recibiendo ese doble correctivo, volví a correrme con más temblores y aullidos.
Con cada cambio de turno aprovechaba para respirar, pero, casi sin darme cuartel, los dos volvían a apretujarme en volandas. Mis flujos escurrieron por los abdominales de los actores y mi cuerpo generaba orgasmos uno detrás de otro, algo insólito en mí y que no había experimentado jamás. De hecho, siempre había pensado que yo no era capaz de tal cosa. Debieron recibir alguna instrucción del director cuando me dejaron bocabajo sobre el sillón del Capitán. Mi pecho se aprisionó y rebosó en su brazo. Y otra vez, con las dos manos ocupadas en vergas, volví a notar la que quedaba libre posada en mí culo, era Randy, su tamaño y dureza le delataban. Alternando, cada dos o tres empujones me la sacaba para cambiar de orificio, momento en el que yo aprovechaba para alzar la cabeza y gemir al tendido. Y tal y como me había contado Silvi, mientras me percutía el culo, no pude contener la explosión de flujos que me sobrevino. Resoplé, transpiré, e ida me revolví de ellos quedando tendida en el suelo.
Me incorporaba cuando sus tres pollas me apuntaron a la cara, la del centro siempre era más impresionante y fue la que primera que me llevé a la boca, atraída por su magnetismo irresistible. Agarré las otras dos con fuerza para menearselas y me dispuse a terminar con la escena del puente de mando. Primero McCoy, Luego Spock y por último el Capitán Kirk fueron eyaculando por todo mi cuerpo… cara y boca, hasta dejarme bañada, perdida… sin apenas poder abrir los ojos.
— ¡Corten! Increíble. Silvi, esa amiga tuya es estupenda, un auténtico cañón. ¿Has visto que culo y como se le meneaban las tetas?... impresionante. Nos vamos a hacer de oro. Tengo en mente otra película y tu amiga podría ser la protagonista...
— No sigas por ahí Toni, esto es sólo un favor que me ha hecho. No quiere trabajar en el porno.
Esto decían mientras yo miraba al techo jadeante sobre un charco de líquidos variado. Todos me felicitaron y alagaron por la escena, aunque yo sólo pensaba en darme una buena ducha. No recordaba haberme sentido así de relajada en la vida. Randy P. tenía otra grabación al día siguiente y echó a correr para coger su vuelo. Pude despedirme de él fugazmente.
— ¿Te volveré a ver? — me preguntó.
— Quizá… sin cámaras — le dije. Él sonrió.
— Eres increíble — Me dio un pico y salió pitando del estudio de grabación.
Esa polla no tenía descanso. A los días de estar en casa me llegó la grabación de Star Trek: Cachondas klingon. No perdí ni un segundo en preparar la habitación para una de mis sesiones onanísticas. Qué raro me pareció acariciarme mirándome a mí misma.
Fin