Actos Teresa

La historia de Teresa

Actos Teresa

Soy teresa la que fue la mejor amiga de Héctor, ahora mismo me encuentro saliendo de la casa de Mario después de asistir a una fiesta que destruyo mi vida por mi propia estupidez, ver el rostro de Héctor mientras era follada por Mario mientras Esther me comía el coño me hizo pedazos. Cuando nuestras miradas se cruzaron algo se rompió dentro de mí, lo que se rompió era la única verdadera felicidad que había conocido y lo había hecho de la mano de Héctor.

Las palabras de Lidia fueron muy acertadas, ella se comportó con Héctor como lo tendría que haber hecho yo, pero mi egoísmo me pudo. Un egoísmo que rompió el único lazo verdadero que había tenido con una persona, conocía a Héctor y sabía que nuestra amistad se había roto para siempre, dentro de mí guardaba una pequeña esperanza de poder enmendar mi grandísimo error y poder recuperar algo de lo que teníamos.

Si de algo estoy segura es de que he cometido muchos errores, para mí el más gordo fue decirle que si a Héctor, cuando yo no sentía lo mismo que él. Lo vi tan ilusionado que fui incapaz de decirle que no, la verdad es que quería mucho a Héctor, pero no como él me quería a mí.

La vuelta a casa fue un golpe contra la realidad brutal, aunque me gustaba quedar con Héctor, yo buscaba entrar entre los populares del instituto. Pensé que esa noche tendría esa oportunidad, pero al final no fui más que un arma que destruyo a mi amigo. Cuando escuche a Mario decir que me estaba usando para poner en su sitio a Héctor lo único que pude hacer fue agachar la cabeza por la gran vergüenza que sentía por mi misma.

Decidí volver a casa dando un paseo, tenía muchas cosas en las que pensar, entonces me vino a la cabeza como nos conocimos. Yo hacía un año que había entrado en ese instituto, no encajaba esa era la realidad, los populares no me consideraban digna y los demás me veían como una más de los populares que estaba allí para hacer un suplicio de su vida.

Fue Héctor el único que un día me pidió permiso para sentarse en mi mesa para comer juntos, yo lo mire y le dije que sí. Al principio no le hice mucho caso, pero según iban pasando los minutos Héctor resulto un chico muy agradable, con buenos temas de conversación y lo más importante. Era capaz de hacerme reír, cosa que muy pocos habían conseguido. La verdad que me empecé a sentir muy a gusto a su lado, nos empezamos a sentar juntos en las clases y la verdad que mis notas empezaron a mejorar.

Por aquel entonces tenía la cabeza en todo menos en lo más importante que eran los estudios, Héctor consiguió que me centrara y empezara a hincar los codos. Muchos fines de semana solía venir a mi casa para repasar los deberes y después a jugar a la consola que era uno de mis vicios ocultos, no lo hacía mal pero perdía siempre. Según me venían esos recuerdos a la mente una sonrisa se dibujaba en mi rostro, con esos pensamientos en la cabeza llegue a mi casa y al entrar y ver los mandos de la consola me eche a llorar amargamente.

Héctor era un gran chico, pero yo con la que estaba obsesionada era con Mario, el semental del instituto, era el hombre más guapo y todas las mujeres mojaban las bragas solo por verlo pasar. Yo me convertí en una de ellas, la verdad es que esa obsesión fue incrementando según pasaban los meses, para él no existía claro. Él salía con Lidia la mujer más guapa del instituto y en su pandilla estaba la hermana de Héctor Esther. Otra mujer la mar de hermosa, yo sabía que no tenía nada que hacer y me conforme con estar entre el cielo y el infierno. Tengo que reconocer que Héctor conseguía que esa obsesión disminuyera e incluso se me olvidara momentáneamente mientras jugábamos a la consola o veíamos alguna película.

La verdad que cuando empecé a salir con Héctor, esa obsesión no desapareció, fui una cobarde y no corte esa relación a tiempo. Una mañana se me acerco Esther para felicitarme por ser la novia de su hermano, me pareció extraño pues sabia que Esther no aguantaba a su hermano y en cuanto podía lo puteaba. Al principio me puse a la defensiva, pero Esther me dijo que venía en son de paz y que la felicitación eran verdadera.

Desde ese día empecé a quedar para almorzar con los populares, todos parecían muy majos y parecía su centro de atención, la única que no me doraba la píldora era Lidia. Llegue a pensar que era una envidiosa y una falsa, que ironía resulto que de ese grupo resulto ser la única que no era falsa, los falsos fueron los demás y yo una estúpida por creerme sus cantos de sirena. Como iba a pensar yo que Esther tramaría con Mario semejante putada contra su propio hermano.

Me invitaron a una fiesta en casa de Mario, me recalcaron que no me olvidara en traerme a mi novio, cuando me lo dijeron y todos se rieron tendría que haberme dado cuenta que algo no iba bien, pero por fin era parte de los populares y no quise hacer caso a las señales que me decían que había gato encerrado.

Llame a Héctor para decírselo.

• Héctor, este fin de semana nos han invitado a una fiesta en casa de Mario – dije muy emocionada.

• Teresa, la verdad es que a mí no me apetece nada, ve tu sola – me dijo bastante triste.

• Venga Héctor, siempre lo hacemos todo juntos, no me dejes tirada ahora – le dije con insistencia.

Al final acepto, le prometí que esa noche después de la fiesta tendríamos toda la noche para nosotros, hacia unas semanas que lo habíamos hecho por primera vez y tengo que admitirlo, me sorprendió. Su desempeño en la cama no era el mejor del mundo, pero lo compensaba poniendo todo su esfuerzo en proporcionarme todo el placer que pudiera darme. La verdad que había estado con más tíos en la cama, pero todos eran unos egoístas que solo pensaban en ellos mismos. Héctor resultó muy distinto, por primera vez experimenté lo que era follar con alguien que de verdad estaba enamorado de mí.

Llego la noche de la fiesta y me puse unos vaqueros ajustados blancos que eran como una segunda piel y una blusa azul marino, Héctor vino vestido de forma correcta, pero sin destacar en absoluto, se notaba que para el era un trámite y que iba por mí, si por él fuera se hubiera quedado en casa. Cuando llagamos, Esther me hizo de anfitriona, me saco una cerveza y empezamos a conversar como si fuéramos las mejores amigas.

• ¿Qué tal es ni hermano de novio? - pregunto Esther.

• Te sorprenderías, nunca he estado con un chico tan detallista – dije sinceramente.

Esther arrugó el gesto, pero pronto se recuperó y empezó a llevar la conversación al terreno sexual, me pregunto por el desempeño de su hermano en la cama, esa pregunta me incomodo y ella se dio cuenta. No cejaba en su empeño y le contesté.

• Tu hermano es un amante un poco torpe, pero lo compensa con una entrega y atenciones que jamás había experimentado.

• O sea que mi hermano es un desastre en la cama – dijo mientras se reía.

No me gusto y le recriminé de que dejara de reírse, entonces ella me dijo que Mario estaba muy interesado en follar conmigo. Yo le dije que dejara de cachondearse de mí, estando Lidia por allí sabia que no ocurriría nada. Entonces me cogió de la mano y levantándome de un tirón me llevo escalera arriba a una habitación donde nos esperaba Mario ya desnudo, la verdad es que tenía una herramienta un poco más grande de lo normal, pero nada del otro mundo.

El objeto de mi obsesión estaba delante de mí, pensé que si follaba con él se me pasaría esa obsesión y podría estar con Héctor sin escollos, pensándolo con retrospectiva me parece una soberana tontería. Me agaché como me lo pidió y empecé a lamerle la polla desde la base hasta la punta, Mario empezó a jadear y lo hizo más cuando me metí su polla en la boca, en ese momento no me acordaba de Héctor ni de nadie, estaba concentrada disfrutando de la mamada que le estaba haciendo a Mario.

Este de repente me paro de forma brusca, parecía a punto de correrse, eso me decepciono. Es como si todo lo que había escuchado sobre él fueran historias totalmente exageradas, entonces me ordeno ponerme a cuatro patas y me penetro desde atrás. Era mejor que Héctor, eso era un hecho, pero tampoco me pareció nada del otro mundo. Había estado con hombres mejores, que Esther me estuviera comiendo el coño ayudo. Creo que me estaba proporcionando más placer ella que él, entonces fue cuando se abrió la puerta de forma muy brusca y aparecieron Lidia y Héctor.

Y ese fue el principio del fin, el plan de estos dos en el cual fui utilizada como una estúpida, no salió como ellos esperaban. Mario y Esther perdieron a Lidia y yo a Héctor, que pensaban que iba a pasar cuando Lidia y Héctor se enteraran. Mario me echo de la habitación de forma brusca, casi tuve que terminar de vestirme en el pasillo. Después de esa noche todo fue de mal en peor para mí, los populares me culpaban de que Lidia hubiera dejado a Mario y hubiera dejado de hablar con Esther.

Los demás me miraban como si fuera una cucaracha por haberle hecho semejante cosa a Héctor, y razón no les faltaba. Durante el resto del curso, Héctor y yo no cruzamos ni una palabra, él no quería ni verme y yo sentía demasiada vergüenza como para intentar hacer un acercamiento, sé lo que me diréis, que soy una cobarde. Lo soy, pero después de haberle hecho tanto daño a una buena persona lo mejor era que estuviera lejos de mí, de esa forma él sería más feliz y yo pagaría por mi pecado.

Termino el instituto, lo terminé más sola de lo que lo empecé. Empecé la universidad en una ciudad cercana, allí nadie me conocía y podría empezar de cero. Lo intenté, pero el sentimiento de culpa me corroía y empecé a follarme a todo lo que se movía, empecé a drogarme y a beber en exceso, cada fin de semana terminaba despertando en una cama desconocida y con un desconocido dormido a mi lado. Tuve un par de sustos porque mi regla no me bajaba y otra de las veces tuve que hacerme pruebas de ETS porque me deje follar por varios desconocidos y no utilizaron ni condón ni nada. Al final todas fueron falsas alarmas, pero fue un toque de atención pues mis notas no podían ser más bajas y mis padres estaban muy preocupados.

Cuando termino el primer curso, decidí cambiarme a la universidad de mi anterior ciudad, allí coincidí con Héctor y Lidia y me entere de que habían empezado una relación, la verdad que me alegre por ellos, pero eso no disminuyo mi depresión en absoluto. Empecé a ir a un psicólogo y aunque me ayudaba, a mí me faltaba algo y no era otra cosa que la amistad de Héctor que tiempo atrás había traicionado de forma tan cruel.

En la universidad tuve algunos rollos, pero al final solo querían lo que querían que me abriera de piernas, según parece mi reputación me había precedido y ningún hombre me tomaba en serio, todos eran amables hasta que se metían entre mis piernas y después si te he visto no me acuerdo. Una de esas veces, me encontraba sentada sola en unos de los bancos fuera de la universidad. Poco antes había follado con uno de los chicos de la universidad y la verdad que cada vez me sentía peor conmigo misma.

Decidí dejar los estudios, estaba claro que tal como iban las cosas no terminaría los estudios y pensé que alejarme de allí me haría bien, otra vez huía de mis propios errores. Sin terminar los estudios encontré trabajo como camarera en un restaurante. Yo no lo sabía, pero era el restaurante que solían utilizar Mario y su padre para comer con posibles clientes.

Mario me reconoció y se me acerco.

• ¿Eres Teresa la del instituto verdad? – dijo Mario.

• Si soy yo.

• ¿Qué haces trabajando aquí? – me pregunto.

• Al no terminar los estudios, no he conseguido otra cosa.

Mario se acercó a su chaqueta y me trajo una tarjeta con una dirección, era la dirección de la empresa de su padre.

• El lunes pásate por esta dirección, tal vez tengamos un trabajo para ti.

Me sorprendió ver a Mario tan amable, tal vez había cambiado. No tenía nada que perder así que me presente el lunes a la hora que me había dicho, me recibió él en su despacho.

• Estás muy guapa Teresa – me dijo con una sonrisa.

Yo no conteste nada, me senté y le pregunte por el trabajo, él me dijo que me contrataría como su secretaria, pero que en realidad me quería para otro tipo de asuntos.

• ¿Qué asuntos? – pregunté yo.

• Pues hay veces que tenemos que agasajar a algunos clientes, a algunos les gustan las putas y a otros les gusta follarse a secretarias, empleadas casadas.

Yo estaba totalmente fuera de mí, que se pensaba este, entonces saco su móvil y apareció un video donde yo participaba en un gang bang, ese fue el día que me deje follar por varios hombres, lo que no sabía era que me habían grabado, iba tan colocada que tampoco me hubiera dado cuenta. Lo más grabé fue que uno de esos hombres fue Mario, estaba en sus manos y no podía hacer nada.

No me quedo más remedio que aceptar, si ese video salía a la luz. Estaría acabada, no me violaron fue todo consensuado, pero por aquel entonces abusaba demasiado del alcohol y las drogas y después no me acordaba ni de la mitad. Otra metedura de pata y llevaba unas cuantas, desde que traicione a Héctor no levantaba cabeza, tal vez eso era lo que llamaban karma.

El tiempo que estuve trabajando para Mario fue un infierno, el sueldo era muy bueno, pero la forma de ganarlo hacía que sintiera asco de mi misma, todo cambio la noche que invitaron a la empresa a una fiesta, allí tenía que agasajar a otro cliente. Este no se cortaba ni media, entonces me encontré con Lidia y Héctor. Los saludé tímidamente temiendo su reacción, la verdad es que los dos me saludaron de forma educada y muy amable.

Como son las cosas, se les veía muy felices cosa de la que yo me alegraba, mientras tanto yo estaba viviendo mi infierno personal, Mario se acercó a nosotros, a mí me hizo una señal hacia el cliente y este se puso a hablar con Lidia y Héctor. Yo no me entere de nada más hasta el día siguiente que salí del hotel después de pasar la noche con aquel cliente. Fui a desayunar y no me entraba el café del asco que me daba a mi misma, fue entonces cuando me entere de la bronca que habían tenido con Mario y que habían ingresado a Lidia.

Me acerqué al hospital, allí vi a Héctor con otro hombre, no me atreví a acercarme a preguntar y me fui. A los pocos días me enteré de que a Lidia le habían diagnosticado cáncer de pulmón, me entristecí mucho, Lidia era una buena mujer y ahora que Héctor podía ser feliz le pasaba esto. Fui algunos días al hospital y esperé fuera para saber a qué horas solía ir Héctor, de esa manera yo podría visitar a Lidia cuando este no estuviera.

No es que no quisiera ver a Héctor, solo que no estaba preparada para enfrentarme a él, subí a planta y toque la puerta, al entrar Lidia me miro. Yo la miré tímidamente y esta me sonrió diciéndome que pasara.

• Tal vez no quieras que esté aquí Lidia, pero quería saber como estabas.

• Lo que paso está olvidado Teresa, me alegra que vengas, aparte de Héctor y mi tío, no viene nadie más, ¿cómo te va la vida Teresa?

Estaba con un cáncer y se preocupaba por mi vida, entonces no pude aguantar más y me derrumbe, le conté por encima como era mi vida. Todas las tardes que subía hablábamos, ella fue la que me dijo que tenía que dejar la empresa de Mario y que no me preocupara del video, seguro que había videos de el mucho perores pululando por allí.

Las dos nos empezamos a reír hasta que a Lidia le dio la tos y yo me levante para darle agua. En ese momento entro Héctor por la puerta y nos quedamos mirándonos, yo me levanté y me fui a despedir cuando Héctor me detuvo.

• Por favor quédate, tu compañía hace mucho bien a Lidia – me dijo un sonriente Héctor.

Dos enfermeras entraron a cambiarle el suero y nosotros aprovechamos para ir a tomar un café.

• Siento de verdad lo que paso Héctor, perdóname – le dije entre lágrimas.

• Eso pasó hace mucho tiempo, además a raíz de eso conocí a Lidia – sonreía aunque se le veía preocupado.

• Se que a pasado tiempo, pero necesito pedirte perdón.

• Te perdoné hace mucho tiempo, eras mi mejor amiga, hoy en día no creo que volvamos a tener algo igual, pero quien sabe si podremos volver a ser amigos.

Escuchar esas palabras me quitó un gran peso de encima, volvimos a la habitación y estuvimos conversando los tres. Días después Lidia me dijo que pasara por su empresa y preguntara por la persona que ponía en la tarjeta que me dio, era la responsable de recursos humanos. Me dijo que dijera que iba de parte de ella, eso hice y me dieron el cargo de la secretaria de Lidia.

La empresa pagó mi formación y empecé a trabajar en cuanto Lidia pudo volver a incorporarse, después de lo mal que lo paso con la quimioterapia verla entrar en la oficina fue un orgullo para mí. Lo que siempre me preguntaba era como consiguió que Mario firmara mi finiquito, la curiosidad me pudo y se lo pregunte.

• Teresa te dije que existían videos peores de Mario y por casualidad uno de ellos cayó en mis manos, se lo enseñe a su padre y este hizo que su hijo firmara tu finiquito y te diera una buena indemnización.

• Muchas gracias por todo Lidia.

Lidia y Héctor retrasaron su boda hasta que les dieron los resultados de las pruebas un año después, el cáncer no se había reproducido y además ella estaba embarazada. No podían ser más felices, yo recupere la amistad con Héctor, no era como antes, pero no me podía quejar y además gane otra gran amiga en Lidia.

Estaba feliz, después de años empezaba a tomar buenas decisiones y lo demostraba con actos, eso me hacía muy feliz.

EPILOGO

En uno de los viajes que acompañe a Lidia, conocí al que hoy en día es mi marido. Su nombre es Carlo, tiene una hija pequeña que se llama Chiara y la quiero como si fuera mi propia hija. Su madre murió por una complicación en el parto, Carlo era la contraparte de Lidia en la empresa de arquitectura italiana y congeniamos enseguida.

Nos casamos a los dos años y estoy embarazada de otra niña, Carlo está encantado de la vida. Cuando he llamado a Lidia para comunicárselo se ha puesto muy contenta y me ha dicho que a ella no le ha bajado la regla y que es muy posible le den un hermanito/a a Isabella, cruzo los dedos para que así sea.

Mario desapareció sin dejar rastro, se rumorea que se folló a la mujer del líder de una banda muy peligrosa, algunos dices que ha huido, yo creo que este está en cualquier cuneta enterrado, su padre lo está buscando con mucho ahínco, pero algo me dice que no volverá a aparecer.

Yo por mi parte he sentido eso que me contaba Lidia, estar enamorada y es la sensación más maravillosa del mundo, si de algo he aprendido es de la vida y sé perfectamente cuáles son los errores que no tengo que cometer, porque se me han quedado grabados a fuego.

FIN.