Actos Esther

La vida de Esther

Actos Esther

Mi nombre es Esther y soy la Hermana de Héctor, muchos se preguntarán si quería a mi hermano. Si, a mi manera, yo era lo que se dice una tía buena y mi hermano era parte del mobiliario. No cuidaba su forma de vestir, le daba igual pasar desapercibido en la escuela y además no se molestaba en disimularlo.

Yo quería ser popular, pero mi hermano me restaba puntos delante de esa gente a la que yo quería pertenecer. En la antigua escuela donde íbamos, era una escuela de pago exclusiva y allí todos eran hijos de gente muy influyente. Mi hermano y yo pertenecíamos a una buena familia, pero ni punto de comparación. Allí mi belleza me permitió entrar en ese círculo, además de tener que comerme más de una polla de los machos de la pandilla.

Eso era algo que no estaba dispuesta a permitir, entonces uno de ellos me dijo que teniendo el pardillo de hermano que tenía, tenía que pagar peaje para poder estar con ellos. Yo como respuesta le solté un tortazo, después de eso y siendo el hijo del hombre más influyente, fui expulsada y por ello tuvimos que cambiarnos de escuela.

Odie a mi hermano con saña, él en realidad no tenia culpa de nada, a el ser popular se la sudaba, era feliz con su forma de vida. Y eso que mis padres me preferían más a mí, estaban convencidos de que yo llegaría más lejos que mi hermano. Que equivocados estaban y el tiempo se lo demostraría, en el nuevo instituto había una pandilla de populares y en ella estaba el hombre más guapo que había visto en mi vida, su nombre era Mario y se me caían las bragas cada vez que lo veía.

Este estaba saliendo con Lidia, ella era una mujer preciosa. Tenía lo que yo ansiaba y decidí que me haría su amiga y después la destruiría si era necesario, esta vez seria de los populares y nada ni nadie me lo impediría, ni tan siquiera mi hermano. Bestia de la forma más provocativa que permitían las reglas de esa escuela, pero fue suficiente para llamar la atención de ese macho Alpha que era Mario.

Mientras tanto Héctor seguía a lo suyo, yo decidí ignorarlo y hacerle él vació como si no lo conociera, en el otro centro no lo defendía, pero tampoco me metía con él. Aquí decidí que sería la más cruel y me ensañaría con el sí era necesario. Decidí que lo mejor seria humillar a mi hermano delante de todos, esa sería la carta de presentación perfecta. Mi hermano era un palillero como todos los jóvenes y me las arregle para sacarle un video y fotos una vez que le pille haciéndose una paja en casa viendo porno.

Empapele todo el instituto con fotos suyas y no escondí que fui yo, La cara de Héctor no se me olvidara en la vida, tengo que reconocer que la mirada llena de tristeza que me echo me revolvió por dentro, pero había tomado una decisión llegar a ser popular a cualquier precio y destruir a mi hermano entraba dentro de ese precio. Ese acto me hizo ganarme muchos puntos ante Mario y su pandilla, la única que lo desaprobó fue Lidia y me lo hizo saber.

• A mí me daría vergüenza si fuera tú – dijo Lidia.

• Pero no lo eres, quería ser tu amiga, pero veo que no va a poder ser, que sepas que voy a por tu novio.

A Lidia que le dijera eso no le importo en absoluto, parecía que entre Lidia y Mario las cosas no iban nada bien. Conocer ese hecho me gusto, decidí que me acercaría a Lidia para poder agrandar esa brecha que les empezaba a separar. Empecé a conocer mejor a Lidia y aunque yo fuera una arpía, tengo que reconocer que Lidia no se parecía a la idea que me había hecho de ella. Era dulce, amable y además no le daba importancia a su belleza. Para ella eso era algo secundario, algunas veces conseguía hacerme dudar.

Durante un tiempo cambié mi actitud y eso nos acercó un poco, lo suficiente para descubrir que a la mujer más hermosa del instituto le gustaba mi hermano. Lo más trágico era que mi hermano estaba totalmente enamorado de una perdedora que pretendía unirse a nuestro grupo. No podía dejar ese lado cabrón mío y disfrutaba viendo a la reina pasarlo mal por un perdedor como mi hermano.

Decidí seguir rascando más y me encontré con la revelación que la chica que le había dicho que si, se moría por los huesos de Mario. Dos pájaros de un tiro, humillaría a mi hermano de forma brutal y destronaría a la reina quedándome yo con la corona. Mario me comento que pensaba dar una fiesta en su casa en un par de fines de semana que sus padres salían afuera.

Entonces en unos de los descansos, le comenté a Mario de lo último que me había enterado. Conocer que a Lidia le gustaba el perdedor que él detestaba lo encendió y decidió darle la lección más dolorosa de su vida. Con lo que no contaba era que Lidia nos hubiera escuchado, cuando se acercó a nosotros para dejarnos claro que no le hiciéramos nada a Héctor, vi que Mario reculaba un poco, pero me las arregle para que no se echara atrás.

La influencia de Lidia sobre Mario era muy grande y eso no me gustaba, le había sido infiel en mil ocasiones. De hecho en la última salida que hizo el grupo y fuimos a un local de moda, Lidia se fue pronto alegando que no encontraba bien, Mario se mosqueó con ella. Para el era una sucia excusa, empezamos a bailar muy pegadizos, puse mi culo sobre su polla y lo fui calentando poco a poco.

• Que culo tienes Esther – dijo Mario muy excitado.

• Lo quieres, es tuyo – le dije empapada de lo cachonda que estaba.

Me agarro y me llevo a los baños, esperamos un poco a que se vaciaran y me metió en unos de los cubículos, yo apoye mis manos contra la pared y apoye mis rodillas sobre la taza del water. Mario bajo mis bragas y después de lubricarse su polla con saliva la acerco a mi culo, pocas pollas habían entrado por allí, el sexo anal no era de mis favoritos, pero tenia que ganar puntos.

La penetración fue dura y dolorosa, no tuvo consideración alguna y las embestidas que siguieron pensé que me desgarraría el culo. Pasado un rato el dolor se fue aflojando y oír los gemidos de placer de Mario fue un bálsamo para mí, no tardo mucho en correrse y después le limpié bien la polla. Con esta jugada ya tenia a Mario donde quería y yo estaba un peldaño más cerca de mi corona, la siguiente parte del plan era acercarme a la novia de mi hermano Teresa se llamaba si no recordaba mal y calentarla hasta el punto de dejarse llevar.

Durante toda la semana me estuve acercando a Teresa, le llevaba donde estaba el grupo y le daba de probar eso que tanto ansiaba, ser parte del grupo de populares y poder catar a Mario. Yo veía como mi hermano lo estaba pasando mal, eso complacía a Mario y me hacía feliz a mí. Por lo menos en parte, una parte de mí sentía pena por Héctor, sabía que después de ese fin de semana le haría un daño irreparable y nuestra relación casi inexistente saltaría por los aires de forma definitiva.

Llego el día de la fiesta y me prepare para recibir a la pareja protagonista, me lleve a Teresa con el grupo y deje que mi hermano se cociera en su propia tristeza. Entonces empezamos a hablar sobre mi hermano, que me dijera lo detallista que era mi hermano no me gusto. Eso era algo que yo ya sabia de sobre, lo que a mí me interesaba era saber que tal era en la cama.

Teresa me dijo que mi hermano era un amante torpe, pero entregado, eso venía muy bien para mis planes. De todas formas no las tenía todas conmigo, Teresa quería de verdad a mi hermano y por no hacerle daño podría echarse atrás. Después de unas cervezas y las dos ya a tono, llame a Mario y le dije que se preparara que íbamos de camino. Teresa tenia sus dudas, pero yo no y le hablaba al oído diciéndole lo cerca que tenia eso que tanto ansiaba.

Cuando entramos en la habitación, ya no hizo falta decir nada más, Teresa no podía quitar su mirada del cuerpo desnudo de Mario y la verdad es que a mí el cuerpo de Teresa me ponía mucho, Mario cogió la mano de Teresa y mientras le besaba, puso la mano de esta sobre su polla. Teresa se agachó y empezó a comerse la polla de Mario, yo mientras me agache y metí mi mano para tocar el encharcado coño de Teresa, los tres nos subimos a la cama ya desnudos. Mario puso a cuatro patas a Teresa y la penetro desde atrás.

Yo me metí entre las piernas de Teresa y empecé a degustar el coño de Teresa, era el primero que degustaba en mi vida, pero la verdad que con la primera mujer que me entraron ganas de hacerlo fue con Lidia, la verdad que el sabor no me desagrado y teníamos a Teresa en el éxtasis. Entonces la puerta se abrió como si alguien le hubiera dado una patada y entraron una furiosa Lidia y un derrotado Héctor.

La mirada de Lidia me dio miedo, y más cuando vi la cara que se le quedó a Mario al ver que su novia le había pillado con las manos en la masa. Otra cosa que tengo que reconocer que algo se movió dentro de mí cuando vi la cara de dolor de mi hermano, si, la idea fue mía y era lo que tenia que hacer para conseguir mis objetivos, pero una vez pasada la ola de destrucción que has creado, las cosas no son tan divertidas.

Lo Hecho, hecho estaba y entonces fue cuando Lidia nos preguntó si nos lo estábamos pasando bien, Mario poniendo una cara de chulo totalmente forzada. Le dijo que lo único que estábamos haciendo era poner en su sitio al mierdecilla, en ese momento paso algo que no me lo hubiera imaginado en mi vida, Héctor se movió a la velocidad del rayo y le dio un puñetazo a Mario que lo hizo caer de la cama arrastrando a Teresa.

Mario no se quedó quieto y se la devolvió haciendo que mi hermano terminara empotrado contra un armario, cuando Mario fue a darle otra, Lidia se interpuso y este se parió en seco, no entendía por qué, pero la mirada de Lidia me indicaba que lo mejor que podía hacer era estarme callada. Lidia nos dejó claro a los tres lo que pensaba de cada uno y se llevó a mi hermano, Teresa se quedó devastada y lo que menos me imaginaba era la reacción de Mario, hecho bruscamente a Teresa y después me miro con una mirada entre rabia y asco. Cosa que me jodió porque yo no obligue a nadie a hacer nada, cada uno sabia lo que se jugaba y todos decidimos jugar. Durante las siguientes semanas, la relación entre Mario y yo fue tensa, pero poco a poco las cosas volvieron a su cauce y volvimos a tener la sintonía de antes y a follar.

En casa las cosas se torcieron, yo era el ojito derecho de mis padres y culparon a Héctor de que yo perdiera a mi mejor amiga, si ellos supieran. Héctor cansado recogió sus cosas y se marchó de casa, verle marchar también removió algo dentro de mí. Abecés no me entendía a mi misma, el instituto acabo y empezó la universidad. Yo decidí seguir a Mario, los dos nos apuntamos en empresariales. Esa era la carrera que el padre de Mario quería que estudiara, yo me apunte por seguir a su lado, no lo quería reconocer, pero me había enamorado de ese hombre hasta el tuétano.

En la universidad me dieron la mayor cura de humildad que me habían dado en toda mi vida, en nuestra aula había una chica que me recordaba a mí, pero más ambiciosa y con mucha más mala leche. Yo empecé a salir en serio con Mario, sabía que no me era infiel si había alguna chica que le gustaba la compartíamos. Todo iba bien hasta que nos invitaron a una fiesta, en concreto fue aquella chica de la que os he hablado antes.

Al llegar a la fiesta fue ella quien nos hizo de anfitriona y lo primero que hizo fue agarrarse al brazo de Mario, eso a mí no me molesto. No me sentía intimidada por esa chica, la verdad que las fiestas universitarias eran una pasada y yo me deje llevar. Me puse a beber cerveza y a bailar y divertirme con las personas que me iban presentando, en todo momento tuve a Mario en mi radio de visión.

Aquella chica estaba intentando fallárselo, pero sabía que antes de que eso ocurriera, él me avisaría para hacer un trío como otras veces y en ese mismo instante le enseñaría a esa chica ridícula quien mandaba. En un momento dado que yo me había distraído bailando con un chico muy guapo, perdí de vista a Mario. Al principio pensé que abría salido fuera y salí a buscarle, al salir a fuera había un corrillo y en él se comentaba que Susana (Así se llamaba la chica) había conseguido llevarse a aquel tío bueno a una habitación y por los gritos que daba, la estaban llevando al mismo olimpo.

Subí las escaleras corriendo y lo de los gritos no era una exageración, se escuchaban alto y claro. Abrí la puerta y la estampa que me encontré me heló la sangre y me dejo sin palabras, Mario estaba tumbado boca arriba y Susana tenia la polla de Mario metida bien adentro del culo. Ella le daba la espada a él y miraba hacia la puerta, parecía que esa escena estaba preparara expresamente para que yo la presenciara.

Susana me miro y con una sonrisa me dijo entre jadeos.

• Te creías la reina del lugar, ¡aquí mando yo! – me dijo con una sonrisa totalmente cruel.

Yo no dije nada, Mario siguió a lo suyo, le dio igual que yo estuviera allí. Con el poco orgullo que me quedaba me di media vuelta y me fui de la fiesta, en ese momento me acordé de Héctor mi hermano, ahora sabia perfectamente lo que él tuvo que sentir el día que le hicimos la misma jugada con su novia Teresa. La verdad que en ese momento Hubiera dado cualquier cosa por poder llamarlo y llorar en su hombro y desahogarme, pero eso ya era imposible. El daño que le hice fue tan grande que sabía que sería irreparable, estaba sola y me lo había buscado yo solita. Me volví al piso que mis padres me alquilaron para que pudiera estudiar la carrera, me duche y no pude contener las lágrimas de rabia. Había sido destronada justo al poco de ser la reina, me costó conciliar el sueño. Estaba tan enamorada de ese hombre que se me partía el alma, una parte de mí quería dejarlo y otra solo de pensar dejarle se desgarraba.

No se a que hora me dormí, lo único que sabía era que la almohada estaba empapada de mis lágrimas, al día siguiente tome la decisión de pasar de los dos y centrarme en sacar mi carrera adelante. Conseguí ese cometido el último semestre del curso, Mario me lo puso fácil, pues se follaba a Susana en todos lados de la universidad y no se cortaba en ocultarse.

Pero había un problema, yo estaba totalmente enamorada de ese hombre y mi orgullo cada vez flaqueaba más y dejaba paso a querer acercarme otra vez a él. Al empezar el segundo curso de carrera me enteré de que Mario había dejado la carrera y había empezado a trabajar en la empresa de su padre. Me creía la vencedora, a esa tal Susana también le había dado la patada, la verdad es que ella tampoco volvió a la carrera ese año.

Me centré en la carrera y la verdad es que me ayudo, decidí no acercarme demasiado a ninguno de esa universidad. Ya me habían humillado una vez y de forma brutal, no volvería a caer en otra, la verdad que la carrera de empresariales me gusto. La cogí solo por seguir a Mario, escogí esta como podía haber elegido otra. Los años fueron pasando y mis notas eran excelentes, en el último curso aprobé todo con notas altísimas. Entonces el día de la graduación, vi a un hombre ablando con mis padres. Tenía cierto aire a Mario, sacudí mi cabeza intentando borrar esa imagen de mi cabeza.

Era el padre de Mario, estaba buscando a un trabajador de mi perfil, la verdad que el puesto y el sueldo que me ofreció no eran moco de pavo y acepte. Al llegar el primer día me di cuenta de que mi despacho estaría cerca del de Mario, este seguía como siempre y me lleve una sorpresa al ver a Teresa como secretaria de Mario. A esta no se le veía muy contenta.

Pase el primer mes ignorando los acercamientos de Mario, pero el condenado sabía como calentarme. Me invito a una fiesta privada que daría con algunos nuevos clientes en una zona VIP de una de las mejores discotecas de la ciudad, acepte. Quedo en recogerme hacia las ocho para ir a cenar con los clientes y después ir a la discoteca, tengo que reconocer que los clientes eran muy guapos. En la cena ya salto la chispa con uno de ellos, yo miraba a Mario y este sonreía y le daba su número a una de las camareras del restaurante que después se unió a nosotros cuando termino su turno.

La discoteca era impresionante y la zona VIP ni os cuento, champán del caro, comida para picar y lo mejor un hombretón solo para mí. A la hora estaba con las bragas por los tobillos con la cara pegada a la pared del baño y recibiendo unas embestidas brutales de ese semental. Mira alrededor y vi que la camarera le estaba comiendo la polla a Mario, fue una noche estupenda que culmino con otro grandísimo polvo en la suite que había cogido aquel hombre en uno de los mejores hoteles de la ciudad.

Estaba follando bañada por la luz de la luna llena y aullaba como si fuera una loba en celo, la verdad que esta fiesta consiguió que mi rencor por Mario disminuyera, incluso volvimos a follar, pero sin compromisos. Yo no quería atarme a nadie y ya sabia como se las gastaba Mario, estaba en la oficina y oí hablar a Mario con su padre, este le estaba diciendo a Mario que Lidia tenia cáncer y que estaba ingresada en el hospital. Mario puso una cara como si le diese igual, su padre puso una de decepción por la actitud de su hijo.

Sabía que no sería bien recibida, pero decidí subir y visitarla. Fuimos amigas a nuestra manera, me acerque al padre de Mario y le pregunte por el hospital, este me dijo el nombre y la habitación donde estaba. Cuando llegue vi salir a Héctor, parecía estar muy cansado. Tenía grandes ojeras y un semblante muy preocupado, cuando me acerque a la habitación y pude ver a Lidia me quede de piedra, tenia un aspecto horrible y estaba vomitando, me dio repulsión y no entre. Creo que ella me vio, no me quede a averiguarlo, ya volvería en otro momento.

Pasada una semana decidí que me había comportado como una cabrona y decidí que subiría y me quedaría un rato con ella. Cunado llegue a la habitación, Lidia me saludo muy seria. No quedaba nada de la Lidia que yo conocía, había adelgazado tanto que se le veían los huesos y se había rapado el pelo. Lo reconozco soy una de las personas más horribles del mundo, sentí tanta repulsión que me di la media vuelta para no volver más. Lo malo es que me cruce con mi hermano, la decepción que vi en su mirada no se me olvidara en la vida, sabía que había pasado a estar muerta y enterrada para él.

No me siento orgullosa de lo que hice, pero fue superior a mis fuerzas, se lo conté a Mario y este decidió llevarme a una fiesta privada para pasar el mal trago, y así fue pasando el tiempo de fiesta en fiesta y de cama en cama. Un día me entere de que Lidia se había recuperado y que Teresa había renunciado para ser su secretaria, me alegre por Lidia. Por muy mal que me portara con ella no quería que muriera, esa noche teníamos una fiesta privada con aquel cliente del que he hablado antes.

Cuando llegamos aquel hombre estaba escoltado por dos armarios empotrados, Mario y yo nos sentamos frente a él y este le saco un contrato a Mario para que lo firmara. Este lo firmo sin pestañear y entonces empezó mi infierno.

• Muy bien con esto tu deuda queda saldada – dijo aquel hombre.

• Que deuda Mario, como que saldada – me empezó a entrar miedo.

• Esther, creías que estas fiestas eran gratis, a Mario su padre le cortó el grifo y nos debía mucho dinero – dijo aquel hombre.

• ¿Y qué tengo que ver en esto Mario? – pregunte con un mal presentimiento.

• Tú eres el pago Esther, de ahora en adelante perteneces a este hombre y podrá disponer de ti como se le antoje – dijo un sonriente Mario.

No me dio tiempo a replicar, los dos armarios empotrados me cogieron y me metieron en un coche, desde esa misma noche me pusieron a trabajar como puta de lujo. Todos los polvos que había echado en todas las fiestas eran mi carta de presentación, fue un año horrible. Algunos clientes pagaban mucho dinero para hacer conmigo lo que quisieran, en una ocasión dos hermanos pagaron para meterme sus dos pollas a la vez en mi culo. No he pasado tanto dolor en mi vida, me desgarraron y tuvieron que mandar un médico clandestino a que me cosiera sin anestesia y a saber en qué condiciones higiénicas, no sé cuanto tiempo llevaba siendo la prostituta de ese hombre. Sabía que estaba casado, pues vino con su mujer en a una de sus fiestas donde termine siendo follada por todos lados de la forma más denigrante que os podáis imaginar, en el pasado me había portado muy mal, el karma me lo estaba haciendo pagar con intereses y lo peor era que yo misma creía que merecía ese castigo, pero el sumun de la degradación fue cuando me mandaron a la habitación de un hotel para que esperara a un nuevo cliente que se había unido a la empresa de mi dueño.

Cuando se abrió la puerta casi me da un infarto, era mi padre, el cliente que tenia que follarme era mi padre. Me quede de piedra, él entró en pánico y lo único que decía era que no se lo contara a mama. Salió disparado de la habitación y yo me senté en la cama pensado en lo bajo que había caído, fui a hablar con mi madre, pero mi padre se había adelantado y no sé que le habría contado, pero se puso hecha una furia conmigo.

Me decía que era la deshonra de la familia, su hija prostituyéndose, que se lo había contado a mi padre un compañero de trabajo, yo mire a mi padre y este mantenía una media sonrisa. Intente dar mi punto de vista, pero mi madre me cayó con un tortazo y me echo de casa, de hecho ya tenia las maletas echas. No sé que le contó a mi dueño, pero este empezó a prescindir de mis servicios y llego un momento que me quede en la calle, él sabía que mantendría la boca cerrada. De no hacerlo los dos sabíamos como acabaría, solo encontré trabajo como camarera de hotel y tuve la mala suerte de acabar trabajando en el mismo hotel donde se esperaron Lidia y Teresa.

Las mire con odio, pero ese odio no iba dirigido a ellas, sino a mi misma. Me creía la mejor y la vida me había dado una ostia a mano abierta para enseñarme cuál era mi sitio. Al poco tiempo deje ese trabajo y empecé a ejercer de prostituta independiente, la verdad es que algunos de mis antiguos clientes todavía me seguían llamando y de esa forma conseguí recuperarme un poco. Eso no duro mucho, la competencia era atroz y había muchas chicas más jóvenes y que cobraban mucho menos que yo.

Así que termine haciendo la calle, una noche lluviosa me encontraba muerta de frió y con fiebre cuando un coche paro delante de mí, abrió la puerta y me dijo que entrara, al hacerlo me encontré con la última persona que esperaba ver en mi vida.

• Héctor, como es que sabías que estaba aquí – le pregunte avergonzada.

• Agradéceselo a Lidia, ella ha sido quien te ha buscado – me lo dijo serio.

• Lo siento de verdad Héctor perdóname – dije llorando.

• El perdón se gana Esther, tendrás una oportunidad para ganártelo, no habrá más.

Yo no dejaba de llorar, cuando llegamos a su casa, Lidia nos esperaba con mi sobrina en brazos y embarazada, les conté todo lo que había vivido. Incluso lo de papa, Héctor y Lidia no daban crédito, en un momento dije que ojalá Mario estuviera muerto. Lidia y Héctor me pusieron una grabación en donde quedaba claro que Mario murió.

Yo por mi parte les conté que en uno de mis trabajos, vi como Mario salía muy acaramelado con la mujer de mi dueño y que seguramente sería este el que mando que lo ejecutaran, también les dije sería muy difícil probarlo.

Ahora vivo en la habitación de invitados de la casa de Héctor y Lidia, sé que será muy difícil que mi hermano me perdone, con Lidia las cosas son diferentes. Ella parece que no me guarda rencor, mi sobrina es una preciosidad y estoy deseando de que mi sobrino nazca, mientras tanto intento ganarme el perdón de Héctor día a día, me consiguió un trabajo en el hospital en el que él trabajaba, mi carrera de empresariales ayudo. Fui la persona más horrible del mundo y la vida me enseño lo pequeña que era, pero también me ha dado una segunda oportunidad para poder enmendar mis errores.

EPILOGO

A los seis meses a mi sobrina le fue diagnosticada una enfermedad muy rara, se necesitaba un donante de medula ósea compatible, Héctor y Lidia no lo eran. Yo me hice la prueba y la mía si era compatible, le done toda la que necesitara y más. Fui una hermana horrible, pero sería la mejor de las tías. Isabella se recuperó y eso, estrecho mucho nuestros lazos, eso también hablando un poco a mi hermano, pero poco, poco.

En el hospital me he fijado en un hombre que me tiene intrigada, es el encargado del sistema informático, es flaco lleva gafas, pero es muy guapo. En una de las ocasiones me acerque a Héctor y le dije.

• Hermano, el chico del servicio informático me tiene intrigada, me da que voy a enseñarle algunas cosas.

El cabrón de mi hermano se rio y me dijo que ya se vería quien enseñaba a quien, el cabrón resulto en todo una máquina en la cama, Mario a su lado parecía un principiante eyaculador precoz. Empezamos a salir y ya llevamos dos meses, la verdad que después de los últimos años vuelvo a estar ilusionada, demuestro mi arrepentimiento con actos y eso está haciendo que Héctor se acerque cada vez más a mí. Ahora mismo tengo a Isabella en brazos porque Lidia está dando a luz a su hermano y Héctor esta a su lado.

Con la muerte de Mario también murió mi anterior vida, en la que puteaba y humillaba a la gente, hoy en día la nueva Esther se conforma en hacer feliz a Diego (mi informático) y disfrutar de mi sobrina y sobrino.

FIN.